Lunes 9 de Abril de 2001 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

En la ciudad de Mar del Plata prestó declaración testimonial el Sr. Oscar Amílcar González en la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata ante sus integrantes los Dres. Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Nestor Ruben Parra, juntamente con el Sr. Secretario, Dr. Facundo Luis Capparelli.

 


Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. 
y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata
 

 

El Sr. González manifestó que el golpe militar de 1976 fue un genocidio de ideas, se buscó exterminar determinado pensamiento, constituyó un genocidio ideológico. El principal responsable de esto en la jurisdicción Mar del Plata fue el Coronel Barda junto con todos sus subordinados y con la colaboración de algunos subgrupos como la CNU. 

El instigador de su persecución antes, durante y después del golpe fue el Diario La Capital de Mar del Plata. González fue secuestrado en la tarde del día 25 de marzo de 1976 del local de la Secretaría de Trabajo local, ubicada en la Avda. Luro de esta ciudad, por un grupo de diez personas armadas, vestidas de civil. El Jefe del operativo era una persona alta, rubia y joven de unos veintiocho años de edad, quien increpó a los presentes manifestando: "retírense de aquí, somos del ejército argentino". A continuación lo subieron a uno de los tres autos con los que se movilizaban. En julio de 1976 José Luis Ponsico identificó a quien el día de su secuestro abrió la puerta de su despacho. Lo vió en la estación de servicio Basso Hnos. de Juan B. Justo y Tucumán. En 1982 Ponsico lo volvió a ver en el palco del estadio mundialista y pudo averiguar que era el "tano Nicola", a quien en alguna oportunidad también se lo vio conduciendo un peugeot color mostaza. Ponsico también individualizó al Jefe del operativo, Fernando Federico Delgado; ambos miembros del CNU. González cree que lo llevaron a un campo en la zona de la ruta 88, camino a Batán, sin tener certeza presume que puede tratarse de un campo perteneciente a la familia Bordeu, que según información que obtuvo en el exterior se habría utilizado como centro clandestino de detención. Allí lo metieron en una habitación, lo ataron a una cama con elásticos de metal y lo empezaron a torturar. Le metieron la picana en los ojos, en las orejas, en las encías y en el corazón. Los genitales le quedaron totalmente quemados. Tuvo dos paros cardíacos, múltiples desmayos, y diversas heridas. Además le partieron el paladar con la mira de un arma de puño. También le hicieron el submarino seco mientras le propinaban golpes en todo el cuerpo. Tuvo roturas de ligamentos en los tobillos y gangrena en las muñecas de las manos como consecuencia de haber sido atado con alambres a la cama. Orinó sangre durante tres o cuatro meses y, según le dijeron luego en Bélgica, era debido a una hemorragia hepática. También lo quemaron con cigarrillos. Había machismo y sadismo en estas acciones porque los torturadores disfrutaban con lo que hacían. Tiene la certeza de haber sido torturado por cuatro o cinco grupos diferentes, pertenecientes a las diversas fuerzas. Cree que el primer grupo que lo torturó era del CNU. Este grupo lo responsabilizaba a él de muchas muertes, mencionando reiteradamente la de Piantoni. Los otros grupos le preguntaban si él era el Jefe de los Montoneros o quienes eran los Jefes de los Montoneros con los que él se había peleado. Le preguntaban sobre un supuesto viaje a Paraguay para traer armas, y también lo acusaban del crimen del Coronel Reyes. Luego apareció un Oficial que le pidió que se aflojara y le leyó una nota que él había escrito en el diario La Capital y otra en un pasquín de la ciudad de La Plata en los años 59/60. Cree que este oficial era de la Marina. Este le dijo que si no les brindaba la información lo iban a matar. Escuchó una conversación entre un oficial y un grupo de tareas del CNU acerca de su DF (destino final): libertad, cárcel o muerte. El Oficial no quería entregarlo a los de la CNU y éstos le increpaban a aquél haberle prometido su muerte. Luego de esto fue sometido a una última sesión de tortura, también por integrantes del CNU y la golpiza fue brutal, lesionándole el hígado. Luego fue sometido a una parodia de fusilamiento: vino un supuesto cura, le colocó un crucifijo en el pecho y le dijo "venga a confesarse porque lo van a fusilar", lo levantaron de la cama y el cura lo acompañó afuera hasta que le dijo "porqué no me contás a mí lo que no le contás a ellos". Luego lo ataron a un árbol y dispararon las armas mientras se reían a carcajadas. Finalmente, luego de diez o doce horas de haber sido torturado, lo metieron en el baúl de un auto y lo entregaron a personas que estima eran integrantes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Fue una entrega formal y lo cambiaron de auto. Lo llevaron a una Comisaría, cree que puede ser el destacamento de Tucumán al 2800, donde funciona infantería. Allí un hombre empezó a limpiarle las heridas y la sangre que tenía pegada y le vendó la muñeca y los tobillos. En verdad lo estaba preparando para someterlo a una nueva sesión de torturas. Allí ya no tenia más fuerzas, no recuerda casi nada, lo subieron a un auto y se desmayó. Se levantó en los calabozos de la Comisaria Cuarta, era el amanecer del día 26 de marzo de 1976. 

Continuando con su declaración, González manifestó que en esa época para publicar algo en La Capital había que pedir autorización militar. También relató que durante su secuestro y cautiverio le asaltaron la casa varias veces. Una vez un grupo armado entró y destrozó baleando su biblioteca. Su esposa, Graciela Lanfranconi, fue varias veces al GADA 601 a conversar con el Coronel Barda o con Costa y en una de esas ocasiones observó al abogado Cincotta con uniforme de fajina. 

Barda afirmó ante organismos de prensa internacional "sobre González existen mas de treinta denuncias", González estima que todas provenientes del sector empresarial. El suboficial Néstor Racedo, alias "Pepe", manifestó "a González lo compromete su conflicto con el diario. En el directorio de La Capital hay gente muy allegada a los militares" . El estima que lo decía por el Dr. Cañón. En agosto de 1976 lo pusieron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) y lo trasladaron en un avión Hércules a la U9 de La Plata. Durante todo ese viaje tanto él como el resto de los detenidos eran amenazados con ser tirados del avión. 

En el juicio laboral contra La Capital consta un oficio del servicio penitenciario donde se informa que había ingresado a la U9 proveniente del GADA 601. 

Respecto de Ponsico, también periodista e integrante del Sindicato de Prensa, González quiere expresar que le salvó la vida, porque fue a él a quien se le ocurrió la idea de rastrear las Comisarias, ubicándolo finalmente en la Comisaria Cuarta. Ponsico le consiguió unos antibióticos y por intermedio del oficial Blaustein le fueron suministrados. Fue así como pudo curarse de la gangrena. Ponsico también se expuso entrevistando a todos los militares. En una ocasión el oficial de la marina Racedo, le dijo a Ponsico "Nachman está complicado porque es judío y comunista". Finalmente el Dr. Cañon lo expulsó del diario La Capital. 

En la Comisaría Cuarta también estuvieron detenidas María Eugenia Vallejo, María Esther Martínez Teco, Lencinas, los abogados Rafaguelli y Garamendi, Augusto Basso de La Nación, el Dr. Loyarte y Starita. Los sindicalistas Comaschi, Cámara, Saravia y otros estaban en el destacamento 9 de Julio, adonde él fue llevado en mayo de 1976. En ese lugar los sindicalistas tenían comida, diarios, televisión, vinos, mujeres, etc. Eran colaboracionistas porque confraternizaban con quienes los tenían presos. Allí se hacían asados ente policías y ellos. En uno de estos asados el Subcomisario Acosta, Jefe del destacamento 9 de Julio, lo trató a él de comunista, y el único que se animó a desmentir esa afirmación fue Saravia. En uno de esos asados se encontró, con gran sorpresa porque allí no entraba nadie, con el abogado Jorge De la Canale, quien le dijo, "estamos haciendo cosas por ustedes, incluso por vos, a pesar que no sos de nuestro palo". El le contestó "dígame que hace usted en esta comisaría, porque ni mi familia me puede venir a ver" y el doctor De la Canale, contestó "acá yo tengo amigos". El doctor De la Canale se olvidó de esto pero él no. En el año 1984 luego de una entrevista radial en la cual González contó este episodio, el Dr. De la Canale lo fue a ver al sindicato de prensa, y era otra persona. Le dijo, "que no hablara de él, que estaba confundido". González, previendo cualquier consecuencia, convocó a algunos de sus compañeros para presenciar la charla con De la Canale, y éste delante de estos testigos admitió aquel encuentro. Respecto del Dr. Eduardo Cincotta, González afirma que despidió a su esposa, Graciela Lanfranconi, de la Universidad Nacional de Mar del Plata. El día 4 de octubre de 1975 el Dr. Cincotta la atendió en su despacho para notificarla de su despido, explicándole que obedecía a represalias "porque Amilcar despidió a uno de los nuestros", concretamente se refería a Oscar "Chiche" Alfonso, a quien el sindicato había impedido ingresar a Canal 8 por no cumplir con los requisitos establecidos en el Estatuto del Periodista. Este episodio provocó la pérdida del embarazo de su esposa, por lo que González afirmó que el Dr. Cincotta "le debe un hijo". 

El 8 de octubre de 1976 ocho personas de civil irrumpieron en el departamento de Ponsico ubicado en calle Larrea 3186, piso séptimo, y de acuerdo a lo manifestado por éste, quien lideraba el grupo era el Dr. Cincotta. Allí se encontraban dos menores de dieciocho años, uno de ello de apellido Cingolani a quien colgaron de la ventana mientras amenazaban con tirarlo. Lo único que robaron fueron unos documentos que tenía Ponsico para cobrar por el juicio laboral contra La Capital por un valor actual equivalente a los pesos setenta mil. Estos chicos fueron encontrados por un vecino del departamento, que era el hijo de Gregorio Naschman, quien también reconoció a Cincotta. Este procedimiento pudo obedecer a dos motivos, como represalia por la muerte de Cativa Tolosa y para robar los documentos firmados por el Doctor Cañón por La Capital. González manifestó que para corroborar todo esto sería conveniente citar a José Luis Ponsico, quien le hizo saber su interés en prestar declaración. Su hermano también sufrió el asalto de su casa por un grupo del ejército y civiles. Una de las personas que comandó el grupo era el Dr. Cincotta, quien le puso a uno de sus hijos una ametralladora en el rostro, y también sabe que lo tenía en una lista de personas para matar. A Ponsico consiguieron sacarlo de esa lista. 

González manifestó que el Dr. Candeloro era una persona excelente, que lo admiraba, que era un ser excepcional.

El 18 de marzo de 1978 le otorgan la opción para irse del país (art. 23 de la Constitución Nacional) yéndose finalmente a Italia el 21 de abril de 1978. Estuvo mucho tiempo sin poder ver a sus hijos: Julia y Tomás adolescentes, Manuel de cinco y la más chica de tres. A su hijo Manuel no lo vio durante siete años, lo mismo que a su madre y a su abuela. Luego vivió en Venezuela. En el exterior se entrevistó con el embajador Aguirre Lanari, quien le aconsejó que no viniera a ningún país limítrofe porque los informes sobre los supuestos subversivos con las listas estaban en todos lados. Esto le confirmó al declarante la existencia del Plan Cóndor. En el exterior pudo obtener muchísima información y documentación sobre la Argentina. En diciembre de 1983 regresó a Argentina y volvió al sindicato. En abril de 1984 el Ministerio de Trabajo le intervino el sindicato y la intervención fue operada por César Casatkin, que era de la UCR. La policía quería ingresar pero no la dejaron. Presentaron un recurso de amparo y el juez ordenó no innovar. El interventor asignado era Chávez, cuyo jefe era socio de Aldrey Iglesias. Cuando volvió al país pidió la reincorporación a Telam, y le contestaron afirmativamente, hasta que apareció el tándem, Roig - Aldrey Iglesias. El intendente Roig le mandó un informe a Alfonsín pidiéndole que no permitiera su reingreso a Telam porque era "peligroso para la ciudad", sacando cosas de la dictadura. Estima que dicho informe fue hecho por Gómez Muñoz, que era amanuense del diario La Capital. El Sr. Amilcar González continuó con su declaración manifestando que haría alusión al caso Filler dado que el mismo puede considerarse como paradigmático del poder de un grupo de derecha que instiga a un grupo armado para sacar del medio a los enemigos políticos. Aquí se origina su conflicto con el grupo CNU, porque él era el corresponsal del diario La Opinión. Los diarios locales con el típico temor provinciano de nombrar a los poderosos, trataban de filtrar información acerca del episodio en el que resultó muerta Silvia Filler, sobre todo porque estaba involucrado el Dr. Piantoni, miembro de una familia influyente de Mar del Plata. Los principales responsables del hecho fueron: Oscar Corres, Juan Carlos Gómez, Roberto Rodríguez, Eduardo Salvador Ullua, Horacio Raya, Beatriz Acenada , Eduardo Petrelli, Ernesto Piantoni, Alberto Dalmasso, Fernando Delgado, Peinado, Ricardo Scheggia, Rodolfo Cuadrado, Raúl Vigliso, Néstor Ullua y Adrián Freijo. Los doctores Candeloro, Ventimiglia y Juan Méndez se presentaron ante la justicia en representación de la familia Filler. Los presos por el caso Filler fueron liberados el 25 de mayo de 1973. La CNU nació en La Plata en el año 1968, su ideólogo fue Carlos Disandro, quien buscaba fortalecer la derecha para equilibrar a la juventud peronista. Era la versión fascista del peronismo. Con el transcurso del tiempo abandonó su ideología y se convirtió en una banda criminal muy peligrosa junto con la Triple A, a la que sólo le preocupaba colaborar con el ejército, la policía, y las fuerzas de seguridad. Que en las calles se veían pintadas como "cuidado bolches, CNU vigila. CNU no ha muerto. CNU sigue en la calle" . Sobre el ataúd de Piantoni juraron muerte de cien por uno en venganza. La línea armada operativa del CNU estaba integrada por Nicolella, Gómez, Nicolla, Durquet, Cincotta, Delgado y los hermanos Ullua, Eduardo Salvador y Néstor. El "indio" Castillo fue el jefe de la CNU en La Plata, ciudad en la que mataron muchísima gente. En el ´76 se encontró con el "indio" Castillo y con otros miembros de la CNU que estaban presos en la U9 con quienes compartió el llamado "Pabellón de la Patria", donde existía un régimen totalmente abierto. Oscar Chiche Alfonso era fotógrafo de La Capital y entregaba fotos a la policía, también trabajaba en la Universidad como contratado. En 1978 Alfonso y el Jefe de la Policía Federal local, Comisario Scarabiuk presionaron a Ribero y Calabrese, que habían quedado a cargo del Sindicato debido a su ausencia, con tomar graves represalias si no entregaban el departamento que él tenía adjudicado por el sindicato de prensa en el barrio Pellegrini. Así se lo quitaron y se lo dieron a Alfonso que todavía vive allí. Scarabiuk redactó un informe en el expediente nª 61753/79 para el Ministerio de Trabajo que fue utilizado en el expediente de despido de Julio Gallardo. 

Durante su cautiverio Monseñor Rómulo García no quiso recibir a su hermano, alegando estar en un retiro. El día 23 de marzo de 1976 Rómulo García se reunió con el interventor de la Facultad de Derecho , Dr. Josué Catuogno seguramente para hablar del golpe. Monseñor Pironio tampoco era lo que decían. Simpatizó con la juventud hasta que advirtió que las cosas se complicaban, no quiso reunirse con él en el Vaticano por alegar que era subversivo. 

A Pironio lo acusaban de ser Montonero, pero como dijo sólo tenía relaciones con los jóvenes. Recuerda que Monseñor Pironio había sido amenazado y le habían escrito pintadas intimidantes en las paredes de la Catedral que da a la calle Rivadavia. Los principales colaboradores de la iglesia con el régimen fueron Monseñor Plaza, Primatesta, Derisi, y Tortolo. Pero el mayor responsable fue Monseñor Pio Laghi, el nuncio apostólico, y que jugaba al golf con Videla. 

González relató que como secuela de las torturas que le infringieron el día de su detención, tardó mucho tiempo en volver a caminar porque tenía los ligamentos de los tobillos rotos, el cuerpo se fue recuperando pero tiene muchas cicatrices. En Bruselas lo internaron y le diagnosticaron riesgo de esterilidad. Como secuela permanente sufre de un dolor muy fuerte en el cuello. 

 

 

 

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