Lunes 12 de Marzo de 2001 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

En la ciudad de Mar del Plata, el 12 de marzo, el Tribunal integrado por los doctores Mario Portela, Roberto Falcone y Néstor Parra, escuchó testimonios relacionados con la detención de Jorge Candeloro y Marta García de Candeloro.

 


Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. 
y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata
 

 

La licenciada Marta García de Candeloro, esposa del desaparecido Dr. Candeloro, manifestó que su esposo se recibió de abogado en la ciudad de La Plata en el año 1964, en donde se vinculó al Partido Comunista Revolucionario. Al regresar a Mar del Plata comenzó a trabajar con el Dr. Centeno y en el año 1970 se casaron. En el año 1971 ocurrió el homicidio de Silvia Filler y en el año1973 entraron a su casa y pintaron las paredes, escribiendo en el baño "te vamos a matar, CNU", lo cual motivó que se cambiaran de domicilio, mudándose a la calle Libertad entre Guido y Dorrego. En 1974 recibieron en el estudio de su marido el primer anónimo y amenza de muerte. A raiz de estos episodios, y dado que otros abogados también habían sufrido amenazas, el 25 de septiembre de 1974 el Diario La Capital publicó una nota de repudio firmada por la Gremial de Abogados y la Liga por Derechos del Hombre. Esa nota fue firmada entre otros por los Dres. Begue, Romanín, Fertita y Marquez. En noviembre de 1974 allanaron el estudio jurídico de su esposo de manera irregular, pero nunca supieron quienes fueron los responsables. El 22 de marzo de 1975 fue asesinado el Dr. Piantoni y en su velatorio, como es públicamente conocido, se juró venganza. Esa misma noche fueron asesinados los hermanos Videla y su padre, Elizagaray y Goldenberg. A su marido lo fueron a buscar a la casa de sus suegros ubicada en calle Balcarce y Dorrego, donde de recién casados habían vivido durante un tiempo. Ante este cuadro de situación decidieron irse de Mar del Plata, primero a Buenos Aires por breve tiempo y finalmente en junio de 1975 se instalaron en la ciudad de Neuquén. Antes de partir su marido le dejó todos los juicios relacionados con importantes gremios y sindicatos, alrededor de 520, al Dr. Battaglia. En marzo de 1976 fue secuestrado el Dr. Battaglia quedando entonces a cargo de los juicios la Dra. Scali. El 24 de marzo de 1976 volvieron a entrar al domicilio de sus suegros, llevándose, confundido con su esposo, a su padre, Nicolás Candeloro. 

En Neuquén sufrieron un exilio interno, y su marido que temía ejercer la profesión comenzó a trabajar en la administración de un hospital. Sin embargo, dada la capacidad demostrada por su esposo, el director del mismo le recomendó que volviera a ejercer como abogado. En poco tiempo se hizo muy conocido, iniciando más de 100 juicios laborales. El día 13 de junio de 1977 en horas de la tarde, fue al estudio de su marido con su hija, que había salido del jardín. Al salir observó gente de civil que ingresaba al estudio, pero dado el gran número de clientes que normalmente concurrían, no le llamó la atención. En momentos en que ingresaba a su automóvil, observó que su marido era retirado de su estudio esposado y a la fuerza, gritando "Marta me secuestran". Ella increpó a los secuestradores y obtuvo como respuesta "es por averiguación de antecedentes, estamos en la Policía Federal". De allí se fue a lo de una amiga que era psicóloga y con ella, desesperada, se fue para su casa en busca de su hijo menor que estaba a cargo de una mujer que lo cuidaba. Unos metros antes de llegar reconoció a dos personas integrantes del grupo que había llevado a su marido. La dejaron ingresar mientras pero a su amiga le dicen que se retire del lugar. La casa era un desastre, estaba destruída. Había entre 5 y 8 personas tirando, revisando y quemando todo. A su hijo menor que estaba llorando con la señora que lo cuidaba. le pusieron un Itaka en la cabeza y le dijeron "lo calla usted o lo callamos nosotros". Estuvieron desde las 6 de la tarde hasta las 10 de la noche. Robaron todo delante de ella y cuando se retiraban en una camioneta se le acercó un oficial que le dijo que lo acompañara y que en una hora volverían. Ella preguntó si esto era seguro porque de lo contrario debía definir con quien dejar a sus hijos menores. Le aseguraron que en un ahora volvería. La llevaron a la Policía Federal y le tomaron las huellas digitales junto a su marido, a quien tenían secuestrado en un sótano. Estuvieron allí 8 días, siempre estuvo sentada y recién la última noche le dieron un colchón para recostarse. Durante ese tiempo escuchó vía radial que se comunicaban con Mar del Plata consultando acerca del destino de ella y su marido. Su amiga avisó a su padre y hermano que estaban en la Federal y Don Jaime de Nevares intervino personalmente en la cuestión, de manera que la Federal no pudo negar que estaban allí. Así fue como le permitieron recibir y entregar ropa y otras pertenencias. Dentro de esa ropa su suegro halló el certificado de detención de la Federal, lo que le permitió formular denuncias a nivel nacional e internacional en la Cruz Roja, Vaticano y Amnesty International, entre otros. El Comisario de la Federal era "el perro" González con quien trabajaba Guglielminetti, en el sótano en el que estaba detenido su esposo. Allí su esposo no fue torturado pero sí sometido a golpes y maltratos, le reclamanban los documentos del auto y del Banco Pudo entender el porqué de esto 6 meses después, cuando recuperó su libertad: concurrió al Banco de la Provincia del Neuquén a retirar los fondos pero fue informada que no había nada. En esa oportunidad se entrevistó con el Gerente, reclamándole que era público que ella y su marido habían estado detenidos durante todo ese tiempo, a lo que el gerente le respondió "lo sé señora, pero no me comprometa". 

Luego de esos 8 días de prisión en la Policía Federal en Neuquén, la trasladaron al aeropuerto junto con su esposo y una caja con sus pertenencias. Para ingresarla al avión la alzaron y previamente le pusieron una toalla sobre su cabeza. En el avión era continuamente amenazada con que si se movía la iban a tirar al vacío. Los llevaron a Bahía Blanca en donde ingresaron el avión en un hangar. A ella y a su marido los metieron juntos en el baúl de un automóvil. Ella se dio cuenta de que su compañero de secuestro era Jorge porque reconoció el pantalón de corderoy de su esposo. En ese momento le dijo "Jorge, voy a viajar con vos". Los llevaron a un lugar que luego supo le llamaban "La escuelita", en el medio del campo y estuvieron allí una noche. Le sacaron la toalla de la cabeza y le pusieron una venda con olor a desinfectante. A la mañana siguiente la trasladaron al aeropuerto junto a su marido, en circunstancias análogas a las acaecidas la noche anterior. En el baúl del auto su marido le refirió que había dormido a la intemperie en un chiquero, estaba sin camisa y las temperaturas eran bajo cero. En ese momento supo que su destino era Mar del Plata, porque esa mañana la dejaron de llamar señora para referirse a su persona como "Mar del Plata". Los subieron a un avión más grande, en el que había otras personas, y a todos los llamaban por el lugar de destino. Una joven le comentó a su novio que había sido violada. Los pilotos estaban muy nerviosos. Finalmente llegó a Mar del Plata y la llevaron a un lugar que luego supo era llamado "La cueva". Allí comenzó otra etapa: ni bien llegó le dijeron "así que vos sos psicóloga, puta como todas las psicólogas", mientras la golpeaban en el estómago. Allí se desmayó, producto de varios días sin comer ni beber bien. Luego llegó gente al lugar y dijeron "traigan a Candeloro", lo llevaron y lo torturaron. Luego ella también fue torturada con picana y con el "submarino", mientras la interrogaban sobre cosas de su marido, de su trabajo, los sindicatos que atendía, asi como también acerca del Dr. Centeno. Esto duró varios días, hasta que el día 28 de junio de 1977 a su esposo lo llevaron a una sesión de tortura. Ella tuvo la sensación de que ese día lo mataron porque los gritos fueron terribles hasta que dejo de oirlo y sintió que llevaban su cuerpo a la rastra. Uno de la patota le dijo "Ahora lo llevamos a tu marido, mañana te vamos a llevar a vos, mejor que te acuerdes lo que sabés". Al día siguiente cumplieron y la torturaron, mientras le hacian preguntas vinculada a la Universidad, le preguntaban por el Dr. Guangiroli, por el secretario Estrada y por Silvia Callejas. Le llamó la atención que uno de la patota preguntó si Silvia tenía algo que ver con el Mono Callejas, lo cual la hizo pensar que entre ellos había alguien de su edad, de Mar del Plata, dado que el Mono Callejas había sido Director del Colegio Nacional de Mar del Plata cuando ella concurrió a dicho establecimiento. En ese lugar llegaron a haber 30 personas, la mayoría de las cuales fueron luego trasladadas. En ese lugar estuvo con Mercedes Lohng, tambien con una tal Mirta de 24 años junto a quien estaba su hermano menor, de 16 años. El tenía una capucha blanca. También observó a un conscripto con ropa del ejército con capucha blanca. El resto de los detenidos tenían capuchas oscuras con un número que los identificaba. Una noche fue impresionante el desplazamiento de gente y autos que hubo. Traían gente entre quienes había una persona que se quejaba porque estaba herida. Esa persona era el Dr. Arestín a quien ella le lavó la camisa que estaba toda ensangrentada. La Sra. De Candeloro quizo resaltar durante su testimonio el género femenino, pues en esas circunstancias, además de ser torturadas como los hombres, ellas tenían que lavar la ropa, limpiar lo baños, ser violadas, sometidas a torturas no obstante estar embarazadas. Eran golpeadas por indisponerse, siendo tratadas como perras. 

Continuando con su relato manifestó que entre el 6, 7 y 8 de julio fueron llegando a "la Cueva" todos los abogados secuestrados durante la "Noche de las Corbatas", sin poder precisar con exactitud que día llegó cada uno. Si embargo estima que el 6 llegaron Alais, Ricci y Arestín y entre el 7 y 8 llegaron el Dr. Fresneda y su esposa Mercedes Argañaraz (embarazada), el Dr. Bozzi y el Dr. Centeno. El Dr. Arestín se quejaba del dolor por la herida y pedía por el médico. Cuando le decían "vení que te llevamos con el médico" en realidad era llevado a una sesión de tortura. Finalmente le cosieron las heridas sin anestesia. Todos los abogados y la esposa de Fresneda, fueron sometidos a tortura. El Dr. Centeno fue sometido horriblemente a tremendas sesiones de tortura. Ella vivió su agonía en el momento en el que un guardia le dijo "vení, dale agua al viejo". Sabiendo los efectos de tomar agua luego de las sesiones de tortura, sólo le humedeció los labios y le dijo "quédese tranquilo, ya vamos a salir" mientras el Dr. Centeno preguntaba "quiénes son???, quienes son???". Ella vió la degradación a la que fue sometido, el aún estaba en traje cuando agonizaba. Sabía que no resistiría otra sesión de tortura y no obstante ello, fue sometido otra vez más, escuchando luego la caída del cuerpo y como lo arrastraban por el piso para tirarlo dentro de un cuarto, golpeándolo contra la pared de madera. El nombre "la noche de las corbatas" surgió de los mismos guardias, dado que la noche en que secuestraron a los abogados decían "que es esto??? Esto es "la noche de las corbatas", agregando que "los que administramos justicia ahora, somos nosotros". 

Luego de la muerte del Dr. Centeno y del Dr. Candeloro la situación cambió, a los guardias se los veía como tensos y sabiendo que allí se había cometido un exceso, decían en tono crítico hacia quienes aplicaron las sesiones de tortura que "se les había pasado la mano, que a ellos no les hubiera pasado". Luego de eso a ella la llevaron a la cocina de "la Cueva" y mediante un trato totalmente distinto, previa advertencia de que no se preocupara, le preguntaron sobre su marido y la sociedad con el Dr. Centeno, acerca de los sindicatos y otras cuestiones vinculadas a eso. Días después escuchó en la radio que informaban que el cuerpo del Dr. Centeno había sido encontrado luego de que lo secuestraran los montoneros. Los guardias riéndose exclamaban "se la tragaron". En ese momento comprendió porqué la noche en que llevaron a los abogados, los guardias y la patota entonaban canciones de los montoneros. 

El Dr. Ricci y el Dr. Bozzi estuvieron alrededor de 48 horas y luego se los llevaron. Recuerda que en "la cueva" había un guardia a quien llamaban Charles, por su parecido a Charles Bronson, era el único de los guardias que entraba a las sesiones de tortura. Los sábados, domingos y días feriados o festivos no se torturaba. Un día les permitieron salir a conversar, menos al Dr. Alais, estaban los abogados y también Mercedes Lohng, Mirta y su hermano. Mercedes Lohng, Mirta y su hermano fueron trasladados mientras ella todavía estaba en "la Cueva". Charles les dijo que se despidieran y Mercedes Lohng le contó que antes de partir tenía que pasar por la enfermería para tomar un tranquilizante porque iba a viajar en avión. Nunca más los volvió a ver y estas personas continúan desaparecidas. 

Recuerda que en ese lugar había reunión interfuerzas que se realizaban un día por semana, tal vez los lunes ó los viernes. En ellas se decidía el destino de la gente y lo que se decidía trascendía a punto tal que los guradias sabían que pasaría con cada uno. El día anterior a su traslado a la cuarta, un guardia le dijo "vas camino a la libertad". A principios de septiembre fue trasladada a la comisaría cuarta de Mar del Plata, quedando en "la Cueva" el resto de los abogados junto con Mercedes Argañaraz de Fresneda, que continuaba con su embarazo. Alrededor de las 14 horas fue subida al baúl de un automóvil y la hicieron dar vueltas durante varias horas. Recién al atardecer la bajaron en la comisaría cuarta, sobre la calle Chile, por donde entraban la basura. La llevaron a los calabozos donde estuvieron, entre otros, Oscar Granieri y el hermano de Nilda Orazzi. El oficial De Marco le hizo firmar unos papeles, y le dijo que allí estaba en depósito, a disposición de las Fuerza Armadas. Lo mismo le dijo Blaustein. 

Una persona que hacía las labores como pintor de la comisaría un día le dijo que ella había sido maestra de un sobrino de él, en el Portal del Sol. Esta persona avisó a su padre y hermano que ella estaba allí, pidiéndoles absoluta reserva porque sino lo comprometerían. 

En varias oportunidades escuchó que en la comisaría advertían que iba a venir el juez. En una ocasión el Dr. Hooft visitó la Comisaría Cuarta de Mar del Plata, y ello significó para ella la esperanza de que se iba a hacer algo. Durante su recorrida el Dr. Hooft se detuvo frente a la puerta de su calabozo y preguntó "quien está acá????" recibiendo como respuesta "una mujer que está a disposición de las Fuerza Armadas". Ella por única vez se animó a decir algo fuera de lo permitido y expresó "soy la esposa del Dr. Candeloro", sin recibir respuesta alguna y escuchando los paso del juez que se retiraba sintió que eran los pasos de la justicia los que se marchaban. La Sra de Candeloro expresó que no quiere juzgarlo ni tampoco hacerlo con la generalidad de los jueces de la dictadura porque el momento político era muy difícil y porque de allí surgieron funcionarios judicales muy importantes para el proceso posterior, como el Dr. Strassera, pero sin embargo estima que el propio Estatuto de Reorganización Nacional dejaba abierta la posibilidad para que los jueces intervenieran en determinadas circunstancias. Ella considera que su caso fue una de ellos y sin embargo el juez Pedro Hooft no hizo nada. También desmintió, como alguna vez expresó el Dr. Hooft que el calabozo en el que ella estuvo detenida se encontrara en una zona vedada, dado que sólo era un pasillo y él pasó por allí. 

El 8 de diciembre de 1977 el comisario abrió su calabozo y le dijo "señora está en libertad", ella le respondió "no me joda". Salió ese día y en el despacho del comisario la esperaban su padre y hermano. De allí fue a la casa de sus padres donde se reencontró con sus hijos. Su hijo menor no la reconocía, mientras su hija mayor le decía "es mamá, es mamá". Ambos le preguntaron por su padre, a lo que ella respondió "que no sabía, que creía que lo habían matado". 

A principio de enero de 1978 se fue a Neuquén con sus hijos con intenciones de recuperar su casa. Al llegar dejó los chicos en lo de uno amigos y se fue para la casa de donde la habían secuestrado seis meses atrás. Le advirtieron que estaba ocupada por la Policía de la Provincia. Al llegar a la casa el cuadro era dantesco, habían agregado habitaciones donde era el living, había mujeres y una de ellas tenía puesta ropa suya. Le preguntaron quién era y respondió "la dueña de casa y ustedes?????". Les dijo que les daba hasta la noche para que se fueran. A la noche regresó y ya no estaban. Volvió a Mar del Plata para dejar a sus hijos y luego regresó a Neuquén para arreglar la casa y venderla. Durante las noches era intimidada con las luces de los automóviles que las Fuerzas de Seguridad le ponían frene a su casa. Todas las noches Monseñor Jaime de Nevares con su citroen subía la cuesta hasta la barda para acompañarla. La noche en la que se volvió a Mar del Plata, con todo listo y contratado con la empresa Platamar para que trajera sus pertenencias a Mar del Plata, entraron a la casa y la saquearon, se llevaron todo. Anteriormente, mientras había ordenado la casa, encontró muchos expediente de juicios de su marido: procuró ordenarlos y fue devolviéndolos a los clientes. Entre uno de esos clientes se encontraba un señor propietario de una metalúrgica, que seguramente pertenecía a los servicios, porque la amenzó por subversiva. 

En Mar del Plata trabajó seis meses en un gabiente psicológico. La primer noche que salió sola para volver a la casa de sus padres, dado el miedo que tenía luego de recuperar la libertad, la secuestraron por segunda vez. Su padre lo quizo evitar y pidió que se lo llevaran a él, pero no le hicieron caso y lo golpearon. Estuvo secuestrada durante 48 horas sin saber donde, aunque sospecha que fue en "Cerenil". La volvieron a torturar mientras le preguntaban sobre su marido hasta que ella dijo "no lo vi más desde que nos llevaron en Neuquén". Entonces le preguntaron quien era su marido, contestando "el Dr. Candeloro". Allí se detuvo la tortura, la hicieron limpiar los baño, le dijeron que revisara sus pertencias, y que si faltaba algo se lo mandarían por correo (lo que efectivamente luego hicieron). La dejaron en la puerta de la cuarta y el Comisario soprendido le preguntó porqué estaba allí, respondiéndole que eso lo tenía que saber él. Luego de este nuevo secuestro la cesantearon del trabajo. La directora era esposa de un oficial y le preguntó si estaba arrepentida de haber sido la esposa de un "subversivo". La Sra. de Candeloro le respondió que no y que jamás se iba a arrepentir.

Con la plata de la venta de la casa de Neuquén, compró una casa en el barrio El Grosellar. Allí siguió siendo vigilada permanentemente, a punto tal que un conscripto oriundo de Corrientes un día le pidió trabajo como albañil en la obra. Ella accedió porque lo vió necesitado y hasta le permitía quedarse a dormir y entrar y salir de la casa. Un día observó una agenda en el living que le llamó la atención, no resistió la intriga y una vez abierta comprobó que en realidad el conscripto estaba anotado todos sus movimientos: que hacía, a qué hora salía, a que hora volvía. 

Concluído su relato, la Sra. de Candeloro fue interrogado por los integrantes del Tribunal, por los representantes del Ministerio Público Fiscal y los apoderados legales de las partes denunciantes. Manifestó que su suegro y hermano fueron a ver al Dr. Razona y presentaron Habeas Corpus ante el Juzgado Federal y ante el Juzgado del Dr. Hooft, que hicieron muchísmas presentaciones a nivel internacional y que en 1980, inició trámites para el subsidio en el Colegio de Abogados, para lo cual le pideron constancias de reclamos judiciales. Recién entonces se enteró que el día 30 de septiembre de 1977 el Coronel Barda había informado al Dr. Hooft que su marido había muerto a manos de las fuerzas armadas el día 28 de junio de 1977 en un intento de fuga. El Dr. Hooft no informó esto a ninguno de los familiares y que tal como surge de la documentación, el informe presentado a Hooft por Barda fue cajoneado durante un tiempo para luego ser incorporado al expediente. El archivo fue ordenado sin poner en conocimiento de esto a ningún familiar. La Sra de Candeloro manifestó que el Dr. Hooft podría haber pedido el cuerpo de su marido. De esa manera ella y sus hijos podrían haber tenido la oportunidad de concretar el duelo, lo que jamás pudieron hacer. Por todo lo expuesto, ella le recrimina al Dr. Hooft su compromiso con el régimen imperante en ese entonces, su actitud personal, como ser humano y como persona que se considera profundamente católica, no admitiendo que este Juez se atreva a hablar acerca de los derechos humanos. El Dr. Sivo, hizo entrega de diversa documentación que avala lo narrado por la señora Marta García de Candeloro, solicitando su incorporación a estas actuaciones. 

 

 

 

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