Lunes 21 de Mayo de 2001 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

En el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata, sus integrantes los Dres. Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Néstor Rubén Parra, juntamente con el Sr. Secretario, Dr. Facundo Luis Capparelli convocaron a prestar declaración testimonial al Dr. Pedro José Azcoiti, al Sr. Oscar Aníbal Del Prado y al Sr. Mario De Francisco.

 


Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. 
y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata
 

 

En primer lugar declaró el Dr. Pedro José Azcoiti, quien manifestó que el día 9 de abril de 1976 entre las tres y cuatro de la madrugada un grupo de diez personas dirigidas por el oficial del Ejército de apellido Tocalino ingresaron a su casa, revisaron exhaustivamente su dormitorio y se lo llevaron detenido. Había tres camiones del Ejército y dos o tres camionetas de policía, en una de las cuales lo subieron, lo llevaron a la Comisaría del Centro –Seccional Primera- y lo dejaron en un calabozo hasta la mañana siguiente. A las diez u once de la mañana junto con Aníbal Del Prado, Diaz y Povilaitis los subieron esposados a una camioneta de policía y lo trasladaron a la comisaría Cuarta de Mar del Plata. Estuvo tres días detenido en un calabozo con Del Prado. A la tercera o cuarta noche un suboficial de policía de apellido Villarreal les dijo "quédense tranquilos que ustedes vuelven, pero tengan cuidado, no vean a nadie". Inmediatamente le vendaron los ojos, lo subieron a la parte trasera de un automóvil y luego de un trayecto de unos quince o veinte minutos, los bajaron en un lugar donde, cree recordar, se escuchaba el ruido del mar. Lo llevaron a un cuarto cerrado, le desataron las manos y se lo llevan a Del Prado. Inmediatamente subieron el volumen de una radio mientras se empezaban a escuchar los gritos de Del Prado. Al rato lo buscaron a él, lo hicieron desnudar, lo estaquearon de muñecas y tobillos sobre una camilla metálica y lo comenzaron a torturar con picana eléctrica mientras le tapaban la boca con una almohada. Le preguntaban por las armas, mientras lo increpaban diciéndole "hijo de puta, zurdo de mierda". Lo tuvieron treinta o cuarenta minutos. Luego de la tortura se relajó hasta que le dijeron "no te quedes tan tranquilo que mañana venís de nuevo". Luego los llevaron de regreso a todos a la Comisaría Cuarta donde estuvo tres o cuatro noches más. Finalmente salió en libertad el día 16 de abril desde la misma seccional. 

El había militado en la Juventud Radical en Necochea y en La Plata, donde era presidente del centro de estudiantes de Derecho representando a Franja Morada, pero siempre condenó la lucha armada. 

Se dejó expresa constancia que en la Comisaría Cuarta estuvo con Amílcar González, Perino y Garamendy. A Bicarelli lo conoce y que por comentarios de otros detenidos, le consta que participó en la represión ilegal. Su familia hizo gestiones en su favor a través de dirgentes políticos radicales, concretamente Conrado Storani y Raúl Alfonsín, quienes durante su detención se entrevistaron con el ministro del Interior, Gral. Harguindeguy. Si bien éste manifestó que cada jefe de zona era dueño absoluto de su área, el Dr. Azcoiti piensa que estas gestiones influyeron para su rápida liberación. 


Concluida la declaración testimonial del Dr. Azcoiti, el Sr. Presidente, convocó a prestar declaración testimonial al Sr. Oscar Aníbal Del Prado, quien manifestó que el día 9 de abril de 1976 un grupo de treinta personas a cargo del capitán Tocalino, ingresó a su casa, destrozaron todo, robaron plata y lo llevaron detenido. Dos camionetas del ejército y otros móviles cerraron el tránsito en toda la manzana. Lo subieron a una camioneta de la policía a cara descubierta, fueron a la casa de Fulgencio Diaz a quien también subieron en la camioneta y de allí lo llevaron a la Comisaría del Centro, a cargo del Comisario Francisco Ríos y del Sub comisario Larrea. Lo colocaron en un calabozo y a la mañana siguiente lo llevaron a la oficina del Comisario, donde personal del Ejército le tomó declaración. Luego lo subieron a una camioneta de la policía esposado y lo trasladaron a la Comisaría Cuarta de Mar del Plata donde fue alojado en un calabozo con Aizcoiti. En la Cuarta estaban Perino, Antonio Povilaitis, el Sr. Aramburu y su hija, el Dr. Garamendi y Basave. Su familia concurrió a dependencias militares y policiales y en todos lados negaron su detención. A los cuatro días su familia se enteró por medio de un policía oriundo de Necochea, Fernández, que estaba en la Cuarta. Durante su cautiverio también recurrieron a las autoridades de la Iglesia y en una oportunidad el secretario de Rómulo García, de apellido Pérez le confirmó a su cuñado que él había sido torturado. A los tres o cuatro días de haber llegado a la Comisaría Cuarta un policía de apellido Villarreal les dijo "quédense tranquilos que ustedes vuelven, pero tengan cuidado, no vean a nadie". Le vendaron los ojos, lo subieron a la parte trasera de un automóvil junto con Azcoiti, una chica de apellido Martínez Tecco y otros, y luego de un trayecto de unos quince o veinte minutos, los bajaron en un lugar que no tiene ni idea donde era, pero recuerda que para ingresar hicieron un giro a la izquierda y el camino era de pedregullo. Allí lo llevaron a una habitación cerrada y escuchó una voz que le dijo "que hacés Calito", que era su sobrenombre de siempre. Lo patearon y lo hicieron desnudar, lo tiraron sobre el elástico de una cama con el colchón humedecido y lo estaquearon de manos y pies; subieron la música y empezaron a interrogarlo mientras le aplicaban tortura con picana eléctrica por todo el cuerpo. Le preguntaban quien lo había afiliado al Partido Comunista, por las armas, por Juan Carlos De Francisco y Luis De Francisco. El conocimiento político de los secuestradores era muy errado: mezclaban radicales con marxistas, pero tenían información precisa sobre su actividad política desde mucho tiempo antes del golpe. El nunca había tenido militancia armada, pero desde los diez años de edad militaba en el Partido Comunista. 

El Sr. Oscar Del Prado opinó que en Necochea muchos civiles cooperaron con el golpe recordando que en 1975 se había formado el "Círculo de Amigos de las Fuerzas Armadas". 

Luego de la sesión de tortura lo hicieron juntar sus ropas gateando por el piso, mientras le pisaban los manos y lo pateaban. Así le fracturaron dos dedos de una mano y le lastimaron seriamente la mandíbula. Luego los llevaron de regreso a la Comisaría Cuarta donde estuvo varios días en un calabozo solitario. El día posterior a la tortura vio desde lejos a un médico que le entregó una caja de Dolex y le dijo que ya se iba a curar. Al tiempo lo llevaron a un pabellón compartido y pudo ver a Lencinas, Battaglia, Pablo Hernández y a los demás que ya ha nombrado. 

El día de su cumpleaños, el 14 de agosto, su madre pudo entrar a verlo y le llevó ropa y comida. Esa misma noche lo sacaron del pabellón con los ojos vendados y lo torturaron en dependencias de la misma Comisaría Cuarta, haciéndole las mismas preguntas que la vez anterior. Quien lo interrogaba también era la misma persona. Lo desnudaron, le sacaron un zapato, y le bajaron un poco los pantalones, mientras le pasaban corriente por el dedo del pie y los testículos. Luego lo llevaron a un calabozo solo y hasta que lo liberaron lo sacaron en dos oportunidades más, llevándolo al mismo lugar al que lo habían llevado la primera vez. Entre el personal de la Comisaría Cuarta recuerda al oficial Simón, al subcomisario Asad, a Blaustein, al cabo Hernández, que era particularmente odioso porque le hacía comer la comida desde el piso, y al cabo Villarreal. Ellos sabían todo lo que pasaba en la comisaría así como también cual era la gente que se llevaban y no regresaba. 

A principios de octubre lo llevaron a la guardia y le devolvieron sus pertenencias, lo trasladaron al GADA 601 donde lo recibió el Coronel Cornejo quien le impartió un sermón destacando las "virtudes de los jóvenes occidentales y cristianos, que tenía que olvidar rapidamente lo ocurrido y que no hiciera más política porque lo iban a matar". Finalmente lo largaron en la puerta del GADA 601 y mientras hacía dedo lo levantó la misma camioneta que lo había llevado. Lo dejaron en la terminal y volvió a Necochea. 

Se dejó expresa constancia que Povilaitis y Garamendi le comentaron a él que Bicarelli los torturó. El Sr. Del Prado dijo conocer al menos tres casos de desaparecidos en Necochea: Vieytes, Millares y Daniel Garramone. También afirmó que Bicarelli maltrató a la esposa de Garramone cuando ésta fue a reclamar por su marido. En esa oportunidad Bicarelli le dijo que no podía hacer nada porque estaba operando personal del ejército.

Del Prado salió con problemas en los riñones y durante un año tomó pastillas para poder dormir. El entiende que la diferencia de trato y tiempo de detención respecto de Aizcoiti pudo deberse al aspecto ideológico. Con él se ensañaron dado que encontraron "un zurdito en estado puro" y se divirtieron. A su juicio tirarle la comida y hacerlo comer del piso eraa también una forma de tortura. Que 

Del Prado pinsa que en el golpe no hubo ni errores ni excesos, sino que estuvo detenidamente planificado. El objetivo fundamental fue quebrarle el espinazo a todo movimiento popular, siendo la guerrilla sólo un aspecto. Desde la perspectiva y lógica de los militares, él se asume como culpable. 


Luego de un cuarto intermedio el Sr. Presidente del Tribunal, convocó a prestar declaración testimonial al Sr. Mario De Francisco, quien manifestó que el día 26 de marzo de 1976 en horas de la noche en una confitería de Necochea fue detenido por un grupo de policías y militares, lo subieron a un camión y lo llevaron a la comisaría del Centro de Necochea donde lo metieron en un calabozo hasta la mañana siguiente. Al otro día lo llevaron a la Comisaría Cuarta de Mar del Plata, donde lo metieron en un calabozo chico, previo paso por el GADA 601. Al día siguiente lo vio a Amílcar González en un calabozo, estaba en muy mal estado. A los pocos días lo encapucharon y lo tiraron dentro de un auto, llevándolo a un lugar donde había árboles. Lo bajaron por una escalera ancha y en una habitación le bajaron los pantalones, le ataron las manos y los tobillos y lo acostaron sobre una mesa, lo sometieron a tortura de picana eléctrica durante alrededor de veinte minutos. Le preguntaban por sus hermanos, por Garamendi, Basave y por las armas. El oficial Fernández llamó a su casa y avisó que estaba en la Cuarta. A los seis o siete días le dieron sus pertenencias y lo liberaron desde la Comisaría Cuarta. Se dejó expresa constancia que Garamendi y Basave le comentaron que habían sido detenidos por Bicarelli, y éste los golpeó dentro de la comisaría de la Villa Diaz Velez, en Necochea. Que siendo las 14 horas concluye la declaración y el Sr. Presidente convoca a las partes para la próxima audiencia del día 28 de mayo a las 10 horas. 

 

 

 

Ver el acta original de esta audiencia

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