Lunes 23 de Abril de 2001 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

En la ciudad de Mar del Plata prestaron declaración testimonial el Sr. José Luis Ponsico y la Dra. María Eva Centeno en la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata ante sus integrantes Dres. Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Néstor Rubén Parra, juntamente con el Sr. Secretario, Dr. Facundo Luis Capparelli.

 


Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. 
y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata
 

 

El Sr. José Luis Ponsico manifestó que entre 1970 y 1976 integró la mesa directiva del Sindicato de Prensa de Mar del Plata. Asimismo entre 1970 y 1975 trabajó como empleado en el Juzgado Penal del Dr. Vallejo. A su juicio hubo en Mar del Plata un antes y un después a partir del crimen de Silvia Filler, sucedido a fines de 1971. Entre 1973 y 1974 dentro del movimiento peronista surgió una muy fuerte división entre peronismo de izquierda y peronismo de derecha, que decía representar la ortodoxia doctrinaria. Luego de la muerte de Perón se pasó a la violencia directa, reflejada en persecuciones y muertes de ambos bandos. El Sindicato de Prensa tenía posiciones fuertes y claras a favor del estatuto profesional y del mejoramiento de la situación laboral de sus empleados y obreros, por eso a los miembros de su Comisión Directiva los mandaban a perseguir o a matar. A partir del golpe militar los sectores del peronismo que ostentaban poder tuvieron manos libres para operar. 

La tarde del 25 de marzo de 1976 Ponsico se encontraba en el Ministerio de Trabajo junto con Amílcar González y otra gente del sindicato cuando cayó una patota para secuestrar a González. Apareció un muchacho joven, de 1,75 metros de altura, de civil y con un fusil FAL en la mano que preguntó: "¿Quién es Vairo? ". Una persona, que era la que dirigía el procedimiento, preguntó desde atrás por el de Telam. Entonces González contestó "soy yo". Con el tiempo Ponsico supo que el primero se llamaba Nicolás Cafarello, alias "Tano Nicolla," y quien dirigía el procedimiento se llamaba Fernando Delgado. A González le apuntaron con una pistola en la cabeza y se lo llevaron. El interceptó a la patota abajo, en la escalera, ya que había descendido por otra y preguntó "¿tienen orden de detención? ¿quienes son Uds.?" y le contestaron "Córrase, somos del Ejército Argentino". Esto se lo dijo quien aparentaba ser el jefe de la "patota" y que después supo era Delgado. Se desplazaban en tres autos, cosa que vio desde la ventana del Ministerio junto a sus otros compañeros y a los azorados empleados. En uno de los cuales ascendieron a González y se lo llevaron. Ese mismo día Ponsico se dirigió al GADA y a la Unidad Regional IV pero no los atendieron. En realidad toda esta situación la vieron venir la misma mañana del golpe, sobre todo por los problemas que tuvieron con la CNU en la época del asesinato de Piantoni, que había sido imputado ideológicamente a González. En el diario la sensación en relación al secuestro de Amílcar González era de muerte. El hizo la crónica del secuestro y se la llevó al Jefe de redacción Oscar Gastiarena, quien le dijo "tengo que consultarlo, tengo una directiva que todo lo que tenga que ver con la detención de González lo tengo que consultar", en obvia referencia al doctor Cañón. Ponsico le contestó "esto es terrible, vos sabés lo que significa para Amílcar ". Gastiarena le aconsejó que fuera a la Unidad Regional para solicitar la autorización. Fue allí con la crónica en la mano y lo atendió el Teniente Coronel Costa, quien autorizó la publicación en el diario y le ordenó que dejaran de reunirse en el Sindicato, salvo para cuestiones atinentes al plan de vivienda y previa autorización. Según Ponsico en "La Capital" se estableció un antes y un después a partir del secuestro de González. Se dieron cuenta que el diario se había transformado en un campo minado, por lo que trataron de manejar todo lo referente a Amílcar por afuera del diario. Al tercer día del secuestro, el día 29 de marzo de 1976, recibió un llamado de la agencia Telam de parte de Jorge Dorcasberro, quien le dijo "González está detenido en la Cuarta y en muy mal estado, muévanse porque lo golpearon mucho". Por esto se contactó con un policía de la Cuarta, Marcelino Blaustein, a quien conocía de su paso por Tribunales. Se entrevistó con él junto con el hermano de González en dicha dependencia. Al principio negó todo hasta que se paró, cerró la puerta y le dijo "mirá flaquito, me juego la carrera, González está más muerto que vivo, lo estamos recuperando nosotros. Lo tiraron acá para que se muriera, el único que puede venir acá sos vos, ocupate de los antibióticos". A partir de ese momento, a cambio de dinero que juntaban mediante una colecta, iba todos los lunes a la media noche a llevarle medicamentos, ropa y alimentos a González. En una ocasión, mientras junto a otros compañeros juntaba el dinero para Blaustein en el hall del diario, pasó un Falcon color azul con cuatro o cinco personas en actitud amenazante. Pasó por segunda vez a los pocos minutos, por lo que en forma inmediata se dispersaron. Según le informó luego el turco Miguel, compañero de trabajo, ese Falcon estaba ocupado por Durquet, Ullúa, Gómez y Delgado, conocidos militantes de la CNU y grupo de operaciones y de tareas al servicio militar. 

Ante la falta de respuestas en el ámbito local se entrevistaron en Buenos Aires con el Teniente Coronel Amaya explicándole la situación de González. A los diez días Amaya vino a Mar del Plata y se entrevistó con Barda pero como resultado de toda esta gestión la situación empeoró. Amaya les afirmó que Barda estaba influido por cierta gente que no lo quería a González y que incluso lo había retado y maltratado por haberse preocupado por el tema. La presencia de Amaya rebotó en el diario y lo que vino después fue una persecución terrible contra todos los miembros de la Comisión. En su caso esta persecución terminó con su despido del diario. Para Ponsico aquí funcionó el eje Barda-"La Capital". El directorio de la Capital era muy heterogéneo, por lo tanto Barda sólo hablaba con ciertos directores, concretamente con el doctor Cañón. En mayo de 1976 le mandaron el telegrama de despido. A raíz de una presentación del Dr Menéndez en su nombre, el Ministerio de Trabajo apercibió a "La Capital" por su despido y por ello tuvo un enfrentamiento y discusión con el doctor Cañón al tratar el pago de su indemnización. Cañón en una ocasión le dijo en todo amenazante "a mí no me costaría nada levantar éste teléfono y llamar a Barda". Una parte de la indemnización por despido se la hicieron efectiva en documentos, que luego le fueron robados de su domicilio el día 9 de octubre de 1976 a la madrugada, cuando cayó una patota. En esa ocasión él y su familia se encontraban en Buenos Aires. Esa noche hubo varios procedimientos como represalia por la muerte de Cativa Tolosa. El hijo mayor de Gregorio Nachman, vecino de Ponsico, se cruzó con la patota cuando se iba, y le describió a uno de los integrantes de la patota, resultando ser el doctor Cincotta. Esto fue corroborado por un sobrino de Ponsico, que se encontraba estudiando solo en el departamento y que fue maltratado por la patota. En este procedimiento le fueron destruídos los documentos para cobrar la indemnización, aunque luego "La Capital" le hizo otros nuevos. Un tiempo antes, a mediados de 1976 el sindicalista Bellini de UTEDYC lo llamó y le dijo "los árbitros de fútbol se reúnen acá hoy y hay dos que son informantes de la marina, trabajan en ESIM. A uno de ellos vos lo conoces bien: Bujedo. Pero el otro es más importante: Racedo". Ponsico conocía a Bujedo por su actividad como periodista deportivo. Allí mismo se reunió con Bujedo y Racedo, y este último le otorgó una entrevista en la Base Naval de Mar del Plata. En esa entrevista Racedo le dijo "González no es nuestro, es del Ejército, ustedes tienen que ejercer presión para que quede a disposición del Poder Ejecutivo, eso lo blanquea y le garantiza la vida. Con usted no hay nada." En esa ocasión lo llevo a una habitación contigua al despacho y le mostró un enorme cilindro de un metro ochenta de alto por un metro de ancho lleno de legajos, allí estaba la información de todas las personas que alguna vez tuvieron actividad política. La marina era mucho más profesional que el Ejército. Barda se manejaba con un servicio de inteligencia no profesional, con componente pasional, integrado por un grupo reducido de dirigentes de la CNU. Luego del procedimiento que la patota le hizo en su casa, se radicó en Buenos Aires. Una persona respecto de quien Ponsico prefirió reservar su identidad por la relación de amistad que los une, le explicó el surgimiento, desarrollo y división de la CNU en Mar del Plata. Le dijo que luego del golpe militar un grupo que apoyaba a los militares quedó muy pegado al Cnel. Barda, mientras que toda la parte política relacionada con el fundador local de la agrupación, Dr. Piantoni se abrió porque estaban en contra del golpe. Dentro de los que quedaron muy pegados a Barda estaban el doctor Cincotta, Delgado, Durquet, Ullúa y Gómez. 

En la audiencia se deja expresa constancia que a partir de 1974 la CNU controlaba a la CGT y la Universidad. Ullúa era un clandestino, un "enganchado" en la justicia, más precisamente en la Fiscalía Federal a cargo del Dr. Demarchi. Su principal actividad era andar con la patota en el Falcon azul, y la designación que él o algún otro integrante de la CNU tuviera en la Universidad o en la Fiscalía Federal era una pantalla. Ullúa era un militante de la CNU con actividad político militar. Los grupos operativos de la CNU recibían protección de la CGT y la Universidad de aquella época, que habían sido ganadas por la derecha. Las autoridades de la Universidad durante 1975 protegían y estaban consustanciadas con las actividades de estos grupos. 


Seguidamente, el Sr. Presidente, convocó a prestar declaración testimonial a la Sra. María Eva Centeno la que manifestó que su señor padre, el doctor Norberto Centeno desapareció por cuarenta y ocho horas apenas producido el golpe de estado. Posteriormente el 7 u 8 de julio de 1977 se produjo su secuestro y desaparición definitiva. Cuando a la mañana siguiente a tal hecho llamó un empleado del estudio, el Sr. Tomaghelli a su domicilio para avisar la modalidad de la detención fueron con su madre a la seccional primera a radicar la denuncia, que no fue recibida. Argumentaron para ello que debían esperar cuarenta y ocho horas de producida la desaparición. Por ese motivo concurrió a los Tribunales de Provincia a presentar un recurso de habeas corpus. Allí se encontró con la Dra. López Paz que la acompañó hasta el Juzgado de turno, que en ese momento era el del Dr. Pedro Hooft. Como allí le indicaron que no podían recibirle la presentación sin firma de letrado, el recurso fue firmado en la mesa de entradas por la indicada letrada ya que la declarante aún no había recibido su título de abogada. Le indicaron que esa era la modalidad del Juzgado. A la tarde del mismo día fueron con su madre al Colegio de Abogados y allí le manifiestan que el Dr. Bernal ya había hablado con el Coronel Barda quien le había manifestado que su padre había sido secuestrado por un grupo de Montoneros o del ERP. El cuerpo de su padre apareció en el camino viejo de Miramar, cree que el día 10 u 11 del mismo mes. Días después apareció en el auto de su padre el doctor Bozzi. El auto había desaparecido la misma noche, en un supuesto operativo en el cual habrían muerto tres individuos que no fueron identificados. Recuerda que en la época del secuestro de su padre, éste trataba de salvar lo que podía de la Ley de Contrato de Trabajo de su autoría y de la Ley de Asociaciones Profesionales, que habían sido suspendidas por la dictadura. Su padre comentó que a raíz de esto y de las reuniones que hacían en la Asociación de Derecho de Trabajo, fue citado por el Teniente Coronel Costa a la Unidad Regional Cuarta, quien le preguntó por el motivo de esas reuniones. A su padre este llamado lo alertó y preocupó a tal punto que le comentó a la Dra. López Paz que debían tener mucho cuidado. Sabe de rumores acerca de que ciertos abogados dijeron que su padre financiaba al grupo Montoneros, pero manifiesta que no puede creer en los mismos y mucho menos que ellos respondan a motivos espurios, como quedarse con los numerosos poderes sindicales que su padre representaba o con su lugar de asesor de la CGT nacional y local. Cree por el contrario que era ideológicamente inconveniente para la dictadura que a través de la jurisprudencia y las afirmaciones doctrinarias se mantuvieran los principios inspiradores de las leyes de protección obrera. Este era un motivo fuerte para provocar la desaparición de su progenitor por parte de grupos empresarios que veían en esto un obstáculo para la obtención de mayores ganancias. Lo único que supo del trámite de habeas corpus fue que había sido enviado a Campo de Mayo. En la causa penal que debió instruirse por el secuestro y desaparición de su padre ni ella ni su madre ni el personal del estudio fueron citados a declarar. No se realizó, por lo que sabe, autopsia sobre el cadáver de su padre. 


Reanudada la audiencia, luego de un cuarto intermedio dispuesto durante la declaración del Sr. Ponsico, el Sr. Presidente del Tribunal dio lectura a sendos informes presentados por el doctor Néstor Rubén Parra y por el doctor Facundo Luis Capparelli, los que se incorporaron a las actuaciones por su estrecha vinculación con el objeto de este proceso. Ante lo informado el Dr. Portela expresó su repudio frente a actitudes y maniobras del abogado Demarchi y se solidarizó con los Dres. Parra y Capparelli en forma personal. Seguidamente el doctor Schiell en nombre de las entidades de Derechos Humanos manifestó su repudio frente a actitudes y maniobras del abogado Demarchi, puestas de manifiesto en dichos informes. 

 

 

 

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