Lunes 25 de Junio de 2001 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

En la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata sus integrantes Dres. Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Néstor Rubén Parra, juntamente con el Sr. Secretario, Dr. Facundo Luis Capparelli prestaron declaración testimonial el Sr. Alberto Jorge Pellegrini y el Sr. Pablo Mancini.

 


Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. 
y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata
 

 

El Sr. Alberto Jorge Pellegrini manifestó que el día 5 de agosto de 1976 luego de almorzar en su casa ubicada en Mitre y Quintana, salió para ir a buscar a su esposa, y al salir observó en la esquina de su taller, en la calle San Luis 3089 un automóvil Ford Falcon.  Advirtió también la presencia de otros dos autos, y las puertas abiertas con gente de civil portando armas largas.  En esa época estaba hospedando en el taller al matrimonio integrado por Carlos Antonio Oliva y Susana Martinelli junto con su bebé de ocho meses, quienes estaban allí porque necesitaban un lugar seguro. En el procedimiento se llevaron detenida a la pareja, mientras que al bebé lo dejaron en una tintorería en la esquina de su casa. Al observar esta situación estacionó a la vuelta de su casa, observó desde la esquina el movimiento y se fue caminando a la casa de unos amigos de su padre desde adonde llamó por teléfono a la casa de su padre.  En ese momento gente de civil con armas largas también estaban allanando la casa de sus padres, a quienes le dijeron “sabemos que tu hijo es un perejil, lleválo a la Base”, razón por la cual su padre lo acompañó hasta la Base y lo dejó allí. Sin embargó ni bien se retiró su padre lo encapucharon, lo subieron a un Renault 12 amarillo, que él reconoció al ingresar a la Base como uno de los que había sido utilizado en el procedimiento de su domicilio, lo trasladaron unos metros hasta un lugar donde lo hicieron dormir en el piso con no menos de quince personas. A ese lugar se accedía por una escalera exterior de mampostería, de veintiún escalones. Allí estuvo veinte o quince días y pudo identificar a Héctor Ferresio, Graciela Dato, Patricia Molinari, Carlos Alberto Oliva y Susana Martinelli. Esta última era muy hermosa y allí adentro se peleaban para violarla. Sólo le levantaron la capucha para mostrarle fotos tipo carnet, en las que no pudo reconocer a nadie. El Sr. Pellegrini quiere dejar expresa constancia que durante tres meses le sustrajeron su automóvil Ami ocho y que se robaron todas las telas de su taller textil.

Un día lo subieron a un colectivo de pasajeros y lo trasladaron al E.S.I.M. donde estuvo diecisiete días. Todo ese tiempo lo dejaron sentado en una sala donde funcionaba el sistema de radio, le pusieron esposas en las manos y grilletes en los pies y por debajo de la capucha, le pusieron algodones en los ojos con cinta scocht. En oportunidad de la visita de la CONADEP reconoció este lugar de detención.  Luego de este tiempo lo llevaron de regreso a la Base, aunque el lugar estaba distinto porque habían hecho celdas individuales. Estuvo allí un rato y luego lo trasladaron en colectivo hasta la Base Aérea, donde lo subieron a un avión hasta la Base General Belgrano.  Luego de aterrizar lo llevaron a un lugar donde le dejaron sacar la capucha, era un barco destruido, le entregaron ropa blanca de marinero. Recuerda que el olor de los algodones de la menstruación de las mujeres era insoportable.  El lugar estaba lleno de ratas, a veces dormía con los ojos abiertos, observando como los roedores caminaban sobre la cama.  A principios del mes de diciembre entró un militar a cara descubierta y le dijo “te salvaste flaco, ayer se llevaron a todos”, espontáneamente él preguntó “¿adónde?”, la respuesta fue: “algunos a prisión, otros ya no están”. Según su cálculo eran en total alrededor de quince detenidos. Se salvó él y otra persona de apellido Crespo, tambien de Mar del Plata. A partir de ese momento  empezaron a darle de comer y  a los pocos días vino un oficial de la marina que lo llevó hasta la terminal de Punta Alta. Ahí le sacó pasaje a Mar del Plata y le entregó algo de dinero. Cuando subió al colectivo con Crespo, noto que todo el mundo se alejaba de ellos por el olor insoportable. que tenían dado que los habían fumigado.

De regreso a Mar del Plata intentó continuar con su carrera como estudiante de derecho. El decano de entonces, le pidió que entregue un certificado de su detención. Increíblemente el Coronel Barda le extendió un certificado a su padre, donde consta su detención desde el cinco de agosto hasta el veintiocho de diciembre de 1976, a disposición de esa Jefatura de Agrupación, sub zona militar nro. 15, en averiguación de antecedentes por presuntas actividades subversivas.

El sr. Pellegrini hizo entrega de una copia del certificado, debido a que el original lo perdió la facultad de derecho.

Tambien se dejó expresa constancia que Carlos Alberto Oliva nunca apareció, mientras que el cadáver de su esposa Susana Martinelli, apareció mutilado cree que por la zona de Bahía Blanca. Un primo de su madre, era buzo táctico y participó del procedimiento en su casa, su apellido es Willig.  Patricia Molinari, estuvo internada en el hospital Regional por las violaciones a las que fue sometida.

 

A continuación prestó declaración testimonial el Sr. Pablo José Galileo Mancini, quien relató que entre 1971 y 1972 integró el G.E.A. “Grupo de Estudiantes Antiimperialistas”, junto con algunos compañeros ya desaparecidos como Patricia Pedroche, Gladys García, Norma Guerrero y el Dr. Arestín entre otros. También estuvo presente en la asamblea en la que asesinaron a Silvia Filler.  Ese hecho los marcó a todos para siempre.  En 1973 se integra a la J.U.P. junto con otros también desaparecidos como Liliana Pachano, Carlos Galazzi y Alejandra De Pablo  El día 8 de septiembre de 1976 alrededor de las veinte horas se encontraba en su casa junto con José Luis Anselmo.  En ese momento llamaron a la puerta y al asomarse individualizó a siete u ocho personas armadas de civil, quienes le dijeron “abran, somos de coordinación federal”. Revisaron su departamento del primer piso y el de sus padres en planta baja, le pusieron una capucha y lo subieron al piso de un Ford Falcon. Lo llevaron a un lugar que con el tiempo pudo saber era la Base Naval. Allí lo metieron en un cuartito, lo desvistieron, y empezaron a aplicarle tortura con picana eléctrica. En el interrogatorio le preguntaban por Daniel Patruco, Valentín del Carril y por Hugo. Luego lo sacaron de allí, lo subieron por una escalera externa de cemento, y lo ingresaron en una sala grande, ubicandolo contra una pared. En ese lugar había alrededor de quince personas, a su lado estaba José Luis Anselmo, quien también fue sometido a tortura. Al día siguiente lo volvieron a picanear. El interrogatorio giraba sobre sus actividades en el ámbito universitario y quien preguntaba, conocía muy bien sobre el lenguaje y movimiento universitario.  A los seis o siete días lo llevaron a otra celda, donde había veinte personas, allí sonaba permanentemente una chicharra. Luego de diez o quince días lo volvieron a torturar, y lo interrogaban por Silvia, la monja, desconociendo a quién se referían. La capucha sólo podía sacársela cuando iba al baño.  En una ocasión le mostraron a una chica desnuda en una camilla a la que no pudo reconocer.

A fines de septiembre lo trasladaron al E.S.I.M., lo metieron en un cuarto chico sentado espalda con espalda junto con otros detenidos. Durante las veinticuatro horas tenían puesta música con volumen alto lo que era terrible.  Durante veinte días permanecieron sentados con los pies atados, incluso dormían de esa forma.  A todos les habían puesto apodos, a Julia Barber “princesa”, a René Sánchez “Santiago”, a él “Tordo”. Todos los que estuvieron allí lograron salir.  A los veinte días le trajeron cinco colchones y dormían por turnos de tres o cuatro horas. Una noche sin razón alguna los patearon, les pegaron y una de las chicas fue violada cerca de ellos mientras percibían los gritos. Otra noche, mientras comía, le dijeron “comé bien que es tu última cena, vas a viajar en avión y vas a caer sin paracaídas”. En otra oportunidad, tambien de noche, le hicieron un simulacro de fusilamiento.  A partir del ocho de diciembre, se habían llevado a varios, quedando cinco: Mujica, Cortez, los dos Sánchez y él.

A la semana siguiente los suben a los cinco en una camioneta y los llevan nuevamente a la Base Naval. El día dieciocho de diciembre una persona entra a su celda y le dice “ha fallecido tu padre, como lo tuyo era cuestión de días, vas a salir libre dentro de poco, ahora te vamos a llevar al velorio”, lo bañaron y lo afeitaron, lo sacaron a las tres de la tarde y en el trayecto le dijeron “no hables nada, nosotros vamos a estar al lado tuyo”.  En la sala velatoria pudo verse con su madre, familiares y amigos. Estuvo alrededor de veinte minutos hasta que sellaron el cajón. El veinticuatro de diciembre le dijeron que se iba en libertad a su casa. Le sacaron las esposas, lo subieron a un auto y lo llevaron para el sur de la ciudad.  Lo hicieron bajar del auto y caminar hasta una esquina: lo habían dejado en la treinta y siete y Peralta Ramos. Le dijeron que los documentos después se los iban a alcanzar a su domicilio. Finalmente  llegó a su casa en colectivo.  Su madre lo estaba esperando porque en el diario Clarín había salido publicada una lista de 541 personas que dejaban de estar a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, entre los cuales figuraba él. El sr. Mancini hizo entrega de una copia del ejemplar del diario Clarín del día veintitrés de diciembre de 1976. A los pocos días volvió a la Base para pedir los documentos, lo hicieron regresar a su casa pero lo citaron a los pocos días para que los retirara por un domicilio.  Una noche del mes de marzo cuando regresaba de caminar, unas personas a bordo de un Ford Falcon lo hicieron subir y lo interrogaron brevemente, luego ingresaron a su casa para preguntarle a su hermano a que hora había salido él. Sólo le explicaron que estaban controlando a todos los que habían estado detenidos.

El sr. Mancini escuchó versiones que restos humanos fueron encontrados cuando se construía el Aquarium y que se hizo una denuncia ante el C.E.L.S. en Buenos Aires. El sr, Mancini agregó que encuentra inadmisible que en el lugar donde se cometieron todas estas atrocidades funcione un parque de diversiones.

 

Ver el acta original de esta audiencia

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