Lunes 30 de Abril de 2001 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

El lunes 30 de abril la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata, integrada por los Dres. Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Néstor Rubén Parra, juntamente con el Sr. Secretario, Dr. Facundo Luis Capparelli, prestó declaración testimonial el Sr. Eduardo Salerno.

 

 


Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. 
y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata
 

 

El testigo manifestó que fue socio del Dr. Candeloro en el estudio jurídico, integrando además la asociación gremial de abogados, de la que también formaban parte, entre otros, los doctores Begue, Fertita y Romanín. Dicha gremial llevó adelante una intensa actividad y se caracterizó porque todos sus integrantes estaban unidos por lo que no querían: la opción por la ilegalidad del Poder Judicial. En los años 1971 y 1972 habían descubierto en esta ciudad unas casas de tortura de la policía de la provincia de Bs. As., así como el hecho de que los habeas corpus no funcionaban. En ese entonces la CNU ya tenía posición encontrada con ellos. Como fue víctima de hostigamiento por su actividad profesional, en el año 1974 se fue a la ciudad de Córdoba luego de que fueron a buscarlo al estudio jurídico a él y al doctor Candeloro. Pero al poco tiempo regresó a Mar del Plata. En 1975 una patota le cayó en el estudio y el jefe de la misma le dijo "cuando encontremos a Candeloro lo vamos a matar, a usted no lo matamos porque tenemos que encontrar a Candeloro". El día 19 de marzo de 1975 en horas de la madrugada sintió un tiroteo y al asomarse por la ventana de su domicilio, ubicado en al calle Bolivar 3020, personal del ejército derribó la puerta y lo llevó detenido. En este episodio también participó personal policial. Como observó a un conscripto disparando hacia el aire, piensa que el tiroteo fue para simular un enfrentamiento en el caso de que él muriera. Lo llevaron a una casa ubicada en la calle Moreno a la altura de Santa Fe o de Corrientes perteneciente a la Alianza Nacionalista, donde detuvieron a algunas personas más, las que luego fueron liberadas al llegar a la Comisaría Cuarta dado que eran conocidas del Coronel Barda. A él lo llevaron a los buzones de la Comisaría Cuarta, donde se encontró con el doctor Fertita, con Claudia Demarco y con un joven de apellido Parraga. Al segundo día lo vio a Amílcar González, que estaba destrozado. El día 24 de marzo lo llevaron a un calabozo de la Comisaria Cuarta junto con el doctor Fertita, Parraga, Serra y otros más. Por la noche vino a buscarlo Blaustein y lo llevó a un cuarto donde estaba el policía Pochiari, a quien Salerno conocía porque le llevaba un juicio a una tía suya. Pochiari le ató las muñecas con una soga por detrás de la espalda. En ese momento Salerno le entregó una cadenita de oro con el nombre de su hijo por si no volvía y Pochiari se desplomó y le dijo: "usted va a volver". Salió por una puerta de la Comisaría Cuarta y allí lo subieron a un Ford Falcon verde y le pusieron una capucha. Lo llevaron a "La Cueva" donde le bajaron los pantalones, lo ataron a una mesa de cocina y le pusieron un cable en el dedo gordo del pie. Lo comenzaron a torturar con picana eléctrica incluso en los testículos, mientras le pusieron una madera en la boca. Quien preguntaba durante la tortura era el militar Alfredo Arrillaga. Entre otras cosas le preguntaba sobre Candeloro y sobre la gremial de abogados. Al regresar a la Cuarta estaba destruido y cuando despertó observó a su lado la cadena de oro. Durante su estadía en la Comisaría Cuarta observó a una persona, que con el tiempo supo que se trataba nuevamente del militar Alfredo Arrillaga. Este recorría los calabozos y mediante gestos seleccionaba "éste si, éste no"; los elegidos eran sacados de los calabozos desconociendo Salerno para qué, presumiblemente para ser torturados. En otra oportunidad lo llevaron en un colectivo hasta la Base Aérea y allí lo subieron a un avión que los trasladó hasta Azul, ingresando al penal de Sierra Chica. Estaba destruido, no sentía nada, tenía olor a piel quemada, orinaba sangre, no podía estar de pie. En el momento del ingreso al penal, cuando intentaban sacarle la foto, se caía de la silla mientras la fotógrafa y el párroco del penal se reían a carcajadas. Lo llevaron a la celda cuarenta y cinco del pabellón seis y a Fertita, que también había sido trasladado con él, a la celda cero cinco del mismo pabellón. Un compañero de cárcel a los pocos días salió y le avisó a sus padres que él estaba en Sierra Chica. Su padre concurrió y se entrevistó con el director de la cárcel, con quien discutió hasta que le reconoció que estaba detenido allí. Si bien desde el 24 de marzo de 1976 él estaba detenido a disposición del PEN por decreto firmado por Isabel Martínez de Perón, el habeas corpus que habían presentado sus familiares nunca tuvo solución. Su hermano lo había presentado en manos al Fiscal Federal Gustavo Demarchi, quien lo miró mal, sin decirle nada, y lo guardó en un cajón. Salerno relató que la noche anterior a su declaración en este Tribunal, durante la cena, su hermano le manifestó que nunca tuvo tanto miedo como esa vez. Jamás tuvieron novedad de ese habeas corpus. Este hecho constituyó una clara opción de cierto sector de la justicia por la ilegalidad. A su juicio la intervención del doctor Demarchi fue tristísima y no puede dejar de señalarlo.

El día 22 de mayo de 1976, cerca de la oficina del director, fue entrevistado en el penal de Sierra Chica por el Dr. Figueroa, secretario del Juzgado Federal de Mar del Plata. El doctor Figueroa le tomó declaración por un sumario penal seguido en su contra a raíz del procedimiento en el que lo secuestraron, que el trato del doctor Figueroa fue prepotente, demostrando ser él también un gestor de la impunidad. Durante la entrevista le dijo: "mire doctor si quiere llorar, llore, pero si usted dice algo con respecto a la tortura de acá no se va". En un momento también le dijo: "mire que sabemos de su mujer". De esta forma le hizo entender que él era un objeto para el Poder Judicial. Finalmente salió en libertad el 27 de septiembre de 1976, y a los pocos días fue citado por el Teniente Coronel Costa a una audiencia, donde éste le dijo: "usted tiene que entender que la patria está en peligro, tiene que dedicarse a otras cosas, adopciones, etc." Al tiempo le cayó una patota a su casa, revisaron todo sin decir ni romper nada. Unos días previos al secuestro de los abogados durante la noche de las corbatas, el Coronel Costa lo llamó y le preguntó "¿usted va a salir de la ciudad?", "no, me voy a quedar acá", le contestó. La noche que apareció el cuerpo de Centeno, él estaba muy mal y se quedó despierto hasta que saliera el diario La Capital. En la nota se lo nombraba a él entre los que habían despedido los restos del extinto. Eso le dio mucho miedo dado que él, por el temor que sentía, en realidad había acompañado el cortejo desde calles laterales. Sus padres, también desesperados, lo fueron a buscar y lo llevaron a Córdoba en auto. Al poco tiempo se radicó en Brasil. Luego se enteró que un grupo volvió a buscarlo a su casa cuando él ya se había ido.

Salerno ignora las razones que motivaron el secuestro, desaparición y muerte de los abogados, aunque destaca que en la Universidad y también en la CGT había un gran enfrentamiento. Recuerda que al día siguiente de la muerte de Piantoni, se encontró con Josué Catuogno ante quien manifestó estar muy apenado por el hecho, por lo que tal vez fuera al velorio y entierro. Catuogno le dijo "no vaya doctor, lo van a matar".

Salerno también relató que un policía de apellido Giordano, declaró ante el Juez Baltazar Garzón en España y entregó un disquette con el código Sicilia 1995 o Sicilia 1996, no recuerda bien, cuyo contenido se vincula con la desaparición de los abogados, el lugar donde estarían enterrados y la relación con todo esto de algunos abogados próximos a la CNU.

Concluida la declaración del testigo, el doctor Wlasic tomó la palabra denunciando las amenazas que viene sufriendo el Dr. Garamendi por parte del policía Bicareli, solicitando al Tribunal se adopten las medidas que estime corresponder. 

 

 

 

Ver el acta original de esta audiencia

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