Lunes 12 de Noviembre de 2001 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. 
y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata
 

 

Jornada histórica - Barda quedó detenido

Mar del Plata, 12 de noviembre de 2001. En el Tribunal Oral Federal de nuestra ciudad y ante una sala de audiencias colmada de madres, familiares e hijos de desaparecidos, ingresó el Coronel Barda, ex Jefe de la Subzona 15 durante la última dictadura militar. Con una mirada desafiante se sentó en el lugar, que hasta ahora, sólo había sido ocupado por las víctimas del terrorismo de Estado en nuestra ciudad.

El presidente del Tribunal, el Juez Falcone, aclaró que su citación se daba en el marco de un proceso no punitivo sino reconstructivo de la verdad. Sin embargo el Coronel Barda anunció inmediatamente su decisión de no declarar, amparándose en el fallo del 13 de septiembre de 2000 de la Cámara de Casación por el caso Corres.

El juez Falcone volvió a aclarar que la citación había sido en carácter de tercero y no como parte, por lo cual tenía obligación de declarar. Barda ratificó su decisión de no hacerlo, por lo que Falcone le anunció que a partir de ese momento quedaba arrestado.

Fue entonces que la tensa expectativa de la sala estalló en un cerrado aplauso. La emoción embargó a quienes desde hace más de 25 años vienen luchando por el esclarecimiento de los delitos de terrorismo de Estado dentro del marco de la Justicia. La reciente declaración de la Cámara Federal con respecto a la inconstitucionalidad de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, abre nuevamente la posibilidad de que los responsables de delitos de lesa humanidad sean finalmente juzgados en nuestro país.

Después de la negativa del Coronel Barda a declarar en este Tribunal y finalizado un cuarto intermedio, prestaron declaración testimonial el Dr. Pablo Cóppola y el Sr. Pedro Cattalano.



Testimonio del Dr. Pablo Cóppola

El primer testigo citado fue el Dr. Cóppola quien compartiera con el Dr. Arestín y el Dr Cangaro el estudio de abogados en el que desarrollaban su actividad profesional. Declaró que en julio de 1977 (no recordó la fecha precisa), por la tarde, mientras atendía un cliente, irrumpió en su despacho un hombre joven, delgado, de pelo corto y vestido de civil. Los apuntó con un revólver, ordenándoles que se quedaran dentro y cerró la puerta. A los segundos escuchó gritos y pedidos de auxilio del Dr Arestín. Al cabo de unos instantes salieron de la oficina y constataron que se lo habían llevado. En el lugar, dentro de su oficina, también estaba el Dr Cángaro y alguna secretaria cuyo nombre no recuerda. Dado que las cortinas y persianas siempre permanecían cerradas por la tarde, no pudo verificar qué ocurría en la calle ni cómo eran los vehículos y personas que secuestraron al Dr Arestín. Pero en la oficina de Arestín encontraron manchas de sangre 

Luego de llamar a varias seccionales sin resultados, concurrieron al Regimiento de Caballería que estaba a media cuadra. Tampoco allí les dieron noticias. El Dr Cángaro hizo la denuncia en la Seccional 1 de Policía y posteriormente realizaron una presentación en el Colegio de Abogados. Al enterarse de que habían ocurrido hechos similares, procuraron hacer una presentación conjunta.

Declaró que, en su conocimiento, Arestín no desarrollaba actividad política alguna y que era una persona muy dedicada a su actividad profesional, a la vez que ignoraba las causales de su secuestro.



Testimonio del Sr. Pedro Cattalano

El siguiente testigo fue Pedro Cattalano, víctima de secuestro en junio de 1977. Relató que en ese mes, no recuerda la fecha, estando en el negocio de un amigo, Oscar Rutnik, entró gente con uniforme de fajina. Los esposaron y encapucharon, para luego tirarlos al piso de un camión. Por la brevedad del trayecto recorrido y la cercanía del mar, tiene la certeza de que estuvo en la Base Naval. Nada pudo ver mientras estuvo allí, ya que permaneció con capucha y esposas, sólo cortas visualizaciones mientras comía. Percibió que era una habitación mediana, con paredes recubiertas por material acústico. Supo que había otros presos cerca, que no siempre eran los mismos, y no conoce nombre ni apodo de nadie, salvo el de Oscar Rutnik. Había tres grupos de personas en contacto con los presos: uno, los golpeaba y torturaba (simulacro de fusilamiento, amenazas permanentes de muerte), otro los custodiaba (trato más humanitario) y otro realizaba los interrogatorios.

Allí se le mostraban fotos grupales (asambleas, marchas) para que reconociera personas (estudiantes, docentes) y se le preguntaba sólo sobre su actividad universitaria, algo que a él le sorprendía dado que, además de la universidad, tenía actividad política aparte y hacía trabajo solidario en la Parroquia de Pompeya. Le preguntaban con insistencia por Guangirolli (actualmente desaparecido). Comentó que tuvo discusiones de carácter político con los interrogadores en los que notó un análisis muy superficial. No recordó nombre de quienes trabajaban con él en la parroquia salvo el padre Puigjané. Si bien recordó que había médicos, odontólogos y arquitectos, entre otros profesionales.


Dijo que se escuchaban gritos y quejidos continuamente y que supone que había mujeres, si bien no pudo constatarlo.


Permaneció unos 7 a 10 días y fue liberado por la madrugada en J.B.Justo y Tucumán, luego de hacer un corto recorrido desde su lugar de detención en un auto que supone marca Falcon.


Aclaró que su familia supo de su secuestro por el testimonio de Francisco Contarelli, dueño del expreso Mar del Plata que vio el operativo y lo comunicó de inmediato, indicando que parecían de la Marina. Entones, un pariente, el Juez Vitaco, concurrió a la Base Naval. Primero negaron su presencia allí y en una segunda oportunidad, se reconoció a medias.

Con posterioridad, pudo distinguir desde la escollera una casilla blanca en la que él supone estuvo preso, construcción que ya no existe.


Con anterioridad al golpe, mientras estudiaba, Cattalano desarrollaba actividad como no docente en la Universidad de Mar del Plata. Durante la democracia, fue dado de baja del cargo, supuestamente por disidencias políticas (militaba en el peronismo de base y se acerca a otro grupo con Bellini). Esta cesantía está firmada por Cincotta y Goity. En ese momento, quienes estaban a cargo eran Cincotta, Demarchi y Catuogno. Incluso cree que hubo sumario por desarrollar actividades extremistas de izquierda. La CGT presionó y finalmente lo reincorporan. Vuelven a cesantearlo el 30/4/76.

 

 

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