Lunes 18 de Marzo de 2002 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

Informe de la Secretaría de DDHH de A.D.U.M. 
y la Comisión del Juicio por la Verdad de Mar del Plata
 

 


Mar del Plata, 18 de marzo de 2002. En la sala de audiencias del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Mar del Plata ante sus integrantes los Dres. Roberto Atilio Falcone, Mario Alberto Portela y Néstor Rubén Parra, prestaron declaración testimonial la Sra. Lucía Beatriz MARTIN, el Sr. Carlos Ricardo MARTIN, y Bernardina BACCIDÚ.

 

Testimonio de Lucía Beatriz MARTIN

docente y actriz, quien manifestó que el día 8 de octubre de 1976 alrededor de las 20 horas, estaba en casa de sus padres, calle Roca 3020, con su novio Luis Demare, cuando entre ocho y diez personas vestidas de civil con armas ingresaron a la casa rompiendo puertas y ventanas. La encerraron en el living y le preguntaban por las armas. Luego le ataron las manos, le vendaron los ojos, y la subieron a un auto, amenazándola con que si se movía, la mataban. La llevaron a un lugar en las afueras de la ciudad, al que para ingresar, tuvo que descender una escalera con varios escalones. Una vez en ese lugar, la metieron en una habitación grande, llena de tuberías, de techo bajo, y la tiraron sobre un colchón. Al rato entraron seis personas, algunos con botas y otros con mocasines, la insultaban y le exigieron que se desnudara y que se acostara de espaldas con los brazos y piernas abiertas, mientras le decían groserías, hasta que le tiraron la ropa encima y se fueron riendo. Esta escena se volvió a repetir cuatro o cinco veces. Esa misma noche escuchó la voz de una mujer que decía "yo soy abogada, no me pueden hacer esto". También entró una persona a la habitación adonde ella estaba y le dijo que era su cumpleaños, que tenía 22 años como ella, que venía de pelear en Tucumán y que quería tener relaciones. Para evadir la situación, ella le dijo que en ese momento no, pero que la llamara cuando la liberaran. La Sra. Marín recordó que del miedo, se orinó encima y por esto la insultaron, llevándola por un pasillo al baño. Al día siguiente la llevaron a otra habitación que estaba al otro extremo del lugar, tenía puertas de un lado y de otro y también se la usaba como pasillo. Ahí estuvo dos días y le sacaron fotos. En una ocasión la llevaron a la cocina, donde la interrogaron y le preguntaron por todos sus clientes y por un bar en la calle Jara. Una vez la hicieron cebar mate. En esa habitación escuchaba los gritos de la gente torturada. Recuerda que ese domingo fue horrible porque estuvieron todo el día torturando a personas, y tiraban a todos los torturados adentro de su habitación. En un momento, le tiraron dos encima de ella. Una de los guardias la amenazaba poniéndole la punta de un arma grande adentro de la boca, a punto tal que le lastimó el paladar. En un momento, quien le había propuesto tener relaciones la llevó a la cocina para que lo conociera, y le levantó la venda: era un hombre muy alto, de bigotes chiquitos, con cara redonda, de unos cuarenta años y con ojos de color miel. Dijo apodarse "el Tucumano". Le comunicó que la iba a dejar ver a su novio y pudo estar un minuto con Luis Demare. Se dijeron mutuamente que estaban bien, pero luego de salir se enteró que a él, lo habían torturando mucho y lo habían sometido a simulacros de fusilamiento. Luego la llevaron a una pequeña habitación donde había una mujer de nombre Alicia, quien le dijo que su esposo también estaba allí. Tenía un rostro cuadrado, ojos claros, de su misma edad y militaba en la J.U.P. Tenían amigos en común en la facultad de ingeniería. 

Un día la torturaron y le pasaron la picana por la vagina, estaba muy dolorida. Al poco tiempo un hombre le dijo que le tenía que decir algo, y la llevó al baño. En ese lugar le subió la venda y le dio a entender que era la misma persona que le había lastimado el paladar con el arma larga. Era un hombre bajo, de aspecto norteño. Le dijo que en ese lugar había fuerzas conjuntas de ejército, marina y aeronáutica y que él le quería comunicar que se habían confundido, y que al día siguiente sería liberada. Al volver a su habitación Alicia le dio el teléfono de su tía para que le avisara que estaba bien. Al día siguiente la subieron a un auto junto a su novio y la dejaron en Roca y Salta. De ahí volvió corriendo a casa de sus padres. 

Mientras estuvo secuestrada, una mujer fue a casa de sus padres y les aseguró que ella estaba bien, en un patio con luz, y les pidió ropa y dinero para entregárselo a ella: jamás recibió nada, ni supo quien era. 

A los cuatro o cinco días se animó a llamar a la tía de Alicia, pero luego olvidó el número y jamás pudo saber el nombre completo de Alicia, ni que pasó con ella. A la semana de su liberación la llamó a su casa el "Tucumano" para salir, ella tenía miedo y no sabía como manejar la situación, le dijo que fuera a su casa y lo recibió junto con toda su familia. Tuvieron una conversación ridícula durante media hora, todos juntos en el living de su casa hasta que su hermano lo llevó al centro. Luego se lo encontró por la calle tres veces, en el 84, en el 86 y antes del 90. Que luego de su liberación supo que el lugar donde había estado era "la Cueva". Seguidamente a este relato, el Dr. Falcone le exhibió fotocopia en blanco y negro de una fotografía con el rostro de un hombre, a quien la testigo, que entró en crisis y en llanto al observarla, reconoció como el hombre que le apoyaba el arma adentro de la boca y que la llevó al baño diciéndole que la iban a liberar. Dicha persona sería Gregorio Rafael Molinas, suboficial Mayor de la Fuerza Aérea. 



Testimonio de Carlos Ricardo MARTIN

Seguidamente el Sr. Presidente convocó a prestar declaración testimonial a Carlos Ricardo MARTIN, quien declaró que el día 8 de octubre de 1976 estaba en el Club Quilmes cuando su hermano le avisó que se habían llevado a su hermana y a Luis Demare. Fue inmediatamente a casa de sus padres y la puerta de entrada prácticamente no existía. En ese momento se desempeñaba como Secretario del Colegio de Abogados por lo que se puso en contacto con el Dr. Bernal, en compañía de quién fueron a ver al Coronel Barda al mediodía del día siguiente. Era obvio que Barda tenía ya estructurada una charla preestablecida, y negó saber algo. Luego se entrevistó con el Jefe de la delegación local de la Policía Federal Argentina y con el segundo Jefe de la Unidad Regional, todos negaron saber algo. Al tercer día del secuestro, una mujer que dijo estar casada con el Comisario de Lobería y ser amiga de Barda, se presentó en casa de sus padres y prometió averiguar por su hermana. El la llevó hasta una cuadra de la Unidad Regional. Al día siguiente volvió, asegurando que su hermana estaba bien y pidió que le entregaran ropa y plata para llevarle, y nuevamente la acercó hasta cercanías de la Unidad Regional. Al día siguiente regres, confirmando que le había llevado todo. El la llevó de regreso hasta Lobería. A los pocos días de la liberación, uno de los secuestradores de su hermana, fue a la casa de sus padres y luego de una conversación de media hora en el living de su casa, lo llevó hasta Belgrano y Santa Fe, en el trayecto le contó que por esa zona vivían un grupo de ellos en un hotel. 



Testimonio de Bernardina BACCIDÚ

Concluida la segunda declaración el Sr. Presidente convocó a testimoniar a Bernardina BACCIDÚ, jubilada, con domicilio en calle Don Bosco 865 de esta ciudad, quien declaró que en 1976 alquiló un departamento en calle Don Bosco 865 a tres estudiantes, Nancy Carricabur, Stella Maris Nicuez y Patricia Lazzeri. El día 18 ó 19 de septiembre, en horas de la madrugada, escuchó ruidos, abrió la puerta y vio a un grupo de personas saltando las paredes. Le preguntaban por las chicas. Ella los acompañó y convenció a las chicas para que abrieran la puerta pensando que era la policía. Luego a ella le ordenaron que se metiera adentro de su casa y no se moviera, pero observó todo por la ventana. El procedimiento duró una ó dos horas, en un momento le pidieron que abriera la puerta de calle y que volviera a su casa. Por la ventana observó a las chicas bajando encapuchadas, sostenidas de los brazos. Los secuestradores le dijeron que ellos se llevaban la llave del departamento y que ella no entrara. Igual entró al departamento y encontró todo revuelto. Al día siguiente intentó avisar a la familia de las chicas e hizo la denuncia en la Comisaría Cuarta, pero no se la tomaron: la escucharon y le dijeron que no podían hacer nada, que se fuera. Luego vinieron los padres de Nancy Carricabur y le dijeron que iban a hacer las denuncias y los reclamos. El día lunes o martes siguiente estuvieron de nuevo los captores en el departamento, ella no estaba pero sí su madre, quien les preguntó "cuando van a devolvernos las chicas", y le contestaron "a dos de ellas pronto, las otras tres no van a ver nunca más la luz del día". El jueves volvieron con un camión y se llevaron todo del departamento, menos lo que era de Nancy y Stella Maris. Quisieron llevarse las camas pero su madre se opuso. A la semana, golpearon la puerta y eran Nancy y Stella Maris. Entraron y contaron todo lo que habían vivido. Las tuvieron tiradas en colchones y encapuchadas y le hicieron simulacro de fusilamiento. A los pocos días fue a la Clínica Libertad para que el médico le diera algo para dormir. Cuando le contó lo que le había pasado, el médico le dijo que el padre de Patricia Lazzeri estaba internado allí debido a los que había pasado, entonces le presentaron a la madre y luego conoció a los padres de Liliana Iorio y Liliana Retegui. Años después recibió un telegrama de citación y fue a declarar al Juzgado Federal. 

Al tiempo del secuestro, cuando se puso a ordenar el departamento, encontró una toalla o frazada, de uno por uno, de color oscuro con un ancla en el medio. También encontró la libreta universitaria de Liliana Iorio.

 

 

Ver el acta original de esta audiencia

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