Informe de Carmen Segarra (Secretaría de DDHH de
A.D.U.M.)
Se reanuda el Juicio por la Verdad. Nuevos testimonios denuncian a la Base Naval como centro clandestino de detención. En el día de la fecha prestaron declaración testimonial dos ex detenidos de la Base Naval: Osvaldo Isidoro Durán, sicólogo social, y Enrique René Sánchez, albañil.
En primer lugar declaró Osvaldo Durán, quien relató que en setiembre de 1976,
bajo el mando del sargento Peinado, tres hombres allanaron su domicilio en
Kaisamar, adonde vivía junto a sus padres. Durán reconoció a Peinado ya que se
desempeñaba en la Universidad Nacional de Mar del Plata como encargado de
asuntos estudiantiles, y era conocida su relación con los servicios de seguridad.
En su cuarto, revolvieron absolutamente todo: ropero, colchón, libros. Cuando se
retiraban, Peinado le dijo por lo bajo que se deshiciera de los libros. Durán
relató que en ese momento tomó la decisión de no tirarlos y que los escondió
durante toda la dictadura.
Aproximadamente un mes más tarde, el 16 de octubre, cuando regresaba a su casa a
las 12.30 de la noche vio un Ford Falcon color salmón. Como su madre había ido a
Córdoba, él pensó que había regresado en el automóvil de algún familiar y se
acercó al automóvil. Un individuo rubio, de ojos claros, de piel muy blanca y de
1.70 m. de estatura lo apuntó con una pistola plateada y le dijo que no se
moviera, porque sino lo reventaba. Lo hizo ingresar a la casa, adonde estaba su
padre, en pijama. Todo estaba desordenado. El individuo que estaba hablando con
su padre se presentó como Capitán de Navío, pero no dio su apellido. Finalmente
lo hicieron salir y lo metieron en el piso del Ford Falcon, atándole las manos y
pisándole la cabeza. Durán trató de seguir el trayecto y detectó que podían
estar yendo por Constitución, Carlos Tejedor y después de algunas vueltas por
Independencia, Juan B. Justo, doblando finalmente hacia la Base Naval. Pudo
escuchar que por radio informaban que “llevaban el paquete”.
Él cree que lo ingresaron por la derecha de la Base, hasta una habitación con
fuerte olor a acaroína u otro desinfectante. Lo sentaron en lo que él cree una
mesada y le plantearon que por allí ya habían pasado otros detenidos, ex
oficiales montoneros, y que dado que habían colaborado, se encontraban en
libertad en Europa. Él detectó que durante el interrogatorio había individuos
que jugaban distintos roles: el bueno y el malo. Este hecho no le sorprendió ya
que en la carrera de sicología se había enterado del uso habitual de este
mecanismo en las sesiones de tortura. Le hicieron tres preguntas: ¿Quién era su
responsable político en Montoneros? ¿Dónde tenía el embute? ¿Quiénes eran los
simpatizantes de Montoneros que aún quedaban en Humanidades? Durán relató que en
ese momento desconocía el significado del término embute como escondite. Por lo
tanto no pudo responder a ninguna de las tres preguntas, ya que sólo era
simpatizante de la Tendencia Revolucionaria del peronismo, y por lo tanto no
estaba encuadrado orgánicamente en Montoneros. En ese momento apareció “el malo”
y le pegó una trompada en el abdomen. Después le pegaron todos e insistieron con
las mismas preguntas. Se le disparó una gran taquicardia y alguien le preguntó
si estaba falopeado. Lo vistieron, lo sacaron y hacia la izquierda comenzó a
subir una escalera externa. Finalmente lo hicieron entrar a una sala grande,
adonde continúo encapuchado y esposado. Lo sentaron en una silla de mimbre de
playa. Un médico intervino en ese momento y ordenó “a éste me lo acuestan”, por
lo que lo tiraron al piso en una colchoneta y lo taparon. Pudo hablar con otro
detenido que le dijo que trabaja en la biblioteca de la Universidad, pero no
pudo enterarse de su nombre. Al día siguiente lo bajaron de nuevo y le hicieron
las mismas preguntas. Continuamente había música a todo volumen. Esta vez le
aplicaron corriente eléctrica y lo quemaron con cigarrillos. Cuando lo volvieron
a subir, lo introducen en una celda pequeña, sin revocar y sin piso. Él cree que
su celda era la segunda del pasillo, a la izquierda, y que la sala grande en la
que había estado previamente, se ubicaba pasando su celda por el mismo pasillo
pero a la derecha. En un momento lo sacaron de ahí y alguien le ofreció un
cigarrillo diciéndole que sino habla lo iban a reventar. También le indicó que
si estaba dispuesto a hablar preguntara por el Cura. A esta altura ya había
perdido la noción del tiempo. No recuerda en que momento le trajeron dos DNI y
le pidieron que reconozca a las personas. Uno era de Lía Busato, quien no tenía
militancia política y el otro, se entera después, era el de su marido, a quien
Durán no conocía. Permaneció detenido aproximadamente 30 días. Si bien percibió
que junto a él había más personas detenidas, no pudo precisar el número ni
quienes.
Durán relató que conocía muy bien la Base Naval, ya que su padre era oficial
submarinista retirado y lo había llevado a la Base durante toda su infancia. El
jefe de su padre había sido el Capitán Malugani, quien en 1976 se desempeñaba
como jefe de la Base Naval.
Después de su secuestro, su padre lo buscó en el GADA, en la comisaría cuarta y
finalmente en la Base. Allí pidió entrevistarse con Malugani, quien le informó
que sabía donde estaba su hijo, pero que “si estaba en la joda, no lo buscara
más”.
Durán relató que empieza a simular ataques y desmayos. Finalmente, al tercer
episodio de este tipo, otro médico le comunicó que lo iban a largar. Durán le
dijo al médico que reconocía su uniforme y éste le contesta que mejor que haga
de cuenta que nunca vio nada. Durán también había reconocido los uniformes de
los guardias y el emblema de la armada, un ancla, en un jarrito en el que le
daban líquidos.
Lo hicieron bajar con mucho sigilo desde el lugar donde se encontraba hasta la
planta baja y allí, un hombre con tonada provinciana le dijo que tenía que
entender que el trato recibido era inevitable, ya que ellos tenían que
asegurarse que no mintiera. Finalmente lo dejaron en libertad en Jujuy entre
Rawson y Garay.
Durán declaró que al tiempo de ser liberado, desde el club de golf y con
binoculares, trató de identificar el edificio en el cual había estado detenido:
estaba a la derecha de la Base, cerca del Yacht Club y se trataba de una
edificación nueva, sin terminar, de ladrillos de bloque. En su cercanía había
algunos árboles.
Durán relató que para su padre su detención fue un duro golpe, ya que su
pensamiento era opuesto al de las Fuerzas Armadas en ese momento. Tal vez por
eso, con la voz quebrada, el testigo recordó que cuando su padre le preguntó si
lo habían maltratado, él lo negó. También relató que cuando intentó volver a la
Universidad, el secretario académico de entonces, Carlos Spegazzini, le sugirió
que fuera a estudiar a otra parte ya que su legajo había sido destruido. Por
otra parte, le pidió un certificado de su detención.
El siguiente testigo fue Enrique Sánchez, quien fuera detenido en su casa el 20
de agosto de 1976 a las 8 hs. Un grupo de varios autos, entre los que había
algunos Ford Falcon se estacionaron frente a su casa y bajaron hombres de civil
con pasamontañas. Había sólo uno a cara descubierta, cuya descripción coincide
con la que hiciera el testigo anterior: rubio, de ojos azules y de tez muy
blanca. Le preguntaron si era “el Hippie”, su sobrenombre desde chico. Lo
llevaron encapuchado y lo tiraron en el piso del Falcon. En el camino, fueron al
Barrio Belgrano a buscar a otra persona que no encontraron. Por el itinerario
que hicieron, deduce que fue llevado a la Base Naval. Allí lo dejaron en un
cuarto uno o dos días. Estaba vendado, con capucha, esposado y con los pies
atados. Luego de ese período lo hicieron bajar una escalera ancha de diez o doce
escalones y entrar a un lugar en el que había una camilla. Le indicaron que
debía colaborar, así recuperaría su libertad. Le mostraron muchas fotos, pero él
no reconoció a nadie. El testigo declaró que no tenía militancia política alguna,
trabajaba en la construcción del penal de Batán y ayudaba en su barrio en la
construcción de un jardín de infantes, tarea a la que había sido convocado por
dos chicas, conocidas como “La Gringa” y “La Maestra”, que pertenecían al
peronismo de base. Al no obtener las respuestas esperadas, comenzaron a
golpearlo y a picanearlo en todo el cuerpo, luego de estaquearlo. Al frente de
este procedimiento estaba alguien llamado “El Cura”. Sólo interrumpían para
volver a preguntarle y mostrarle las fotos. Luego lo dejaron en una celda por
unos tres días, no recuerda exactamente, hasta que lo volvieron a llevar para
repetir nuevamente la sesión de torturas. Esto se dio muchas veces durante unos
15 días hasta que finalmente lo llevaron a un lugar externo a que se bañara.
Allí pudo ver en un espejo, a través de la venda que se había mojado, su cara
toda lastimada. Lo vigilaban desde afuera. Le dieron una ropa blanca que
identificó como de la Marina. También pudo ver parte de los uniformes de esta
fuerza, así como la vajilla que tenía las anclas características. Calcula que
estuvo unos 30 días aproximadamente, permaneciendo en una sala grande en el
primer piso, junto a otras personas. Pudo darse cuenta de que no estaba solo, ya
que cuando creían no estar vigilados, comenzaban a toser como para identificarse
como detenidos. En algunas oportunidades se decían los nombres. Así supo que
había una chica de apellido Iorio. En una de esas ocasiones un guardia estaba
presente, y al decir su nombre, el testigo fue pateado duramente en la cabeza.
De esto y del maltrato recibido durante el cautiverio, le quedó una sordera
definitiva. Pudo comprobar que también había muchas mujeres. Recordó que un día
llegaron una gran cantidad de personas detenidas al lugar. Los militares decían
que parecía una manifestación. Al cabo de ese mes, fue llevado junto con otros
detenidos, en un transporte de la fuerza, a la ESIM. Allí estaba en un lugar
común a todos los prisioneros, en el que debían permanecer con los brazos sobre
mesadas largas de madera., mirando para abajo. Les pegaban continuamente. Había
gente en muy mal estado. Los reunían en circulo para rezar y les decían que eran
los destinados a ser rehabilitados para ser útiles a la sociedad. Por la noche,
solían llevarse a mujeres para abusar de ellas. Supo que entre los detenidos
hubo una pareja muy joven, de 18 ó 19 años. El muchacho tuvo una crisis nerviosa
al saber que se llevaban a su novia. Luego no los escuchó mas, por lo que supuso
que se los llevaron de allí. En ese lugar se identificaban unos a otros con
sobrenombres. Lo llevaron de nuevo a la Base el 15 de diciembre y el 27 de ese
mismo mes alguien le levantó la capucha y le dijo que mirara, ya que sería
liberado. Él se negó ya que tenían prohibido mirar a los guardias. Ante la
insistencia, finalmente lo hizo pero vio todo borroso, lo que le siguió
sucediendo por un largo tiempo. Lo llevaron a un cuarto, le devolvieron el
documento con $5 adentro y lo pusieron en la parte de atrás de un camión,
liberándolo en el puerto.
En el año 1981 o 1982, no pudo recordarlo con precisión, lo fueron a buscar,
pero como él no estaba le comunicaron a su mujer que tenía que concurrir a una
cita unos días más tarde. Su mujer no le quiso decir nada de esto y concurrió
ella a dicho encuentro. Supo más tarde que abusaron de ella en un baldío.
Durante el cautiverio, la madre del testigo se contactó con el Dr. Cavallo para
quien trabajaba. Este abogado la llevó a ver a una persona de su conocimiento,
el mayor Vega, quien se comprometió a averiguar el paradero de su hijo. Unos
días más tarde le comunicó que estaba detenido en la Base, pero que no podía
hacer más nada ya que sino perdería el puesto. Cabe señalar que esta persona fue
identificada por la esposa de Sánchez como uno de quienes lo habían ido a
secuestrar, ya que vivía al lado de una fábrica de pescado en la que ella
trabajaba. La madre también presentó varios hábeas corpus e incluso viajó a Bs.
As. para entrevistarse con funcionarios de la época. El tribunal le requirió
copias de dicha documentación.
No tuvo problemas en retomar su trabajo después de la detención. Pasado el
tiempo reconoció por la voz a una persona que había estado en el ESIM: se
trataba de Alberto Cortés y por él también supo que había estado detenido con
Carlos Mugica y Alejandro Sánchez.
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