Informe Carmen Segarra (Secretaría de DDHH de
A.D.U.M.)
En el día de la fecha prestaron declaración testimonial los señores Rubén Alberto Alimonta, sociólogo, Justo Alberto Alvarez, parrillero y Oscar Rudnik, gráfico.
El primer testigo fue el Sr. Alimonta, quien fue detenido en Miramar el 18 de
diciembre de 1975 por personal de civil entre los que se encontraban el sargento
Rodríguez, de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y el mayor Tocalino.
Fue llevado a la comisaría de la ciudad y luego a la comisaría cuarta de Mar del
Plata. Allí fue torturado e interrogado acerca de sus actividades en la empresa
de energía eléctrica EDEBA. Pudo ver a un soldado de apellido Herrera. Alimonta
cree que Barrera militaba en la Juventud Peronista. Estuvo en una celda general
en la que se encontraban militantes del gremio de Luz y Fuerza, de Navales y un
chico de 18 o 19 años, cuyo nombre no recuerda, y que estaba muy golpeado. Este
chico, de tez blanca y de apariencia muy frágil, tenía un bulto en la nalga
producto de la tortura. Mientras compartieron la detención, él junto a otros
detenidos, lo cuidaban. El Sr. Alimonta recordó que fue detenido junto a Camilo
Alves, con quien había militado en el Peronismo de Base (PB).
El 14 de enero de 1976 fue puesto en libertad, pero dado que no hubo ninguna
constancia legal de su detención, en EDEBA le inician un sumario. Por esta razón
él realiza un informe sumario de lo ocurrido en el Juzgado de Paz (documento que
entrega al Tribunal).
El Sr. Alimonta continuó viviendo en Miramar hasta que el 24 de marzo de 1976 es
detenido nuevamente. Él deduce que esta segunda detención es realizada por la
Marina. Lo encapuchan inmediatamente y lo tiran en un camión adonde cae arriba
de un compañero de trabajo de apellido Mansilla. Son trasladados al GADA y
recién ahí le sacan la capucha. En un pabellón comparte su detención con un
grupo numeroso: los hermanos Mansilla, Camilo Alves, Molina, Cámara, Centeno,
Saravia (gente del Partido Justicialista de Mar del Plata). A Alimonta le consta
que todo el regimiento estaba enterado de la existencia de detenidos en el
pabellón. Supo que estaba en el GADA porque él había hecho el Servicio Militar
en ese lugar. De hecho, un ex compañero suyo de colimba y que aún permanecía ahí
como soldado, le prestó un pulóver. Aproximadamente a los dos días es trasladado
a la Base Naval. El trato hasta entonces había sido correcto, pero en la Base
cambia radicalmente: trato denigrante, torturas del tipo submarino seco y picana,
simulacros de fusilamientos, imposibilidad de dormir. Los interrogatorios
estaban a cargo de gente de inteligencia y siempre estaban dirigidos a las
actividades en contra de la empresa o de la burocracia sindical. También le
preguntaban por un Mansilla que no era ninguno de los cuatro Mansilla que
trabajaban en EDEBA. Fueron 12 días muy duros. Alimonta supo que estaban en la
Base porque pudo ver el logotipo de la Base en los platos en los que les daban
la comida. Recuerda que una persona allí detenida, a los gritos y llorando
planteaba que él había combatido a la subversión y que no debía estar allí.
Finalmente pasa a la Prefectura, adonde le permiten ducharse. Allí pasa tres
días y vuelve a la Comisaría de Miramar junto a Jorge Lamas. Permanece meses en
una celda junto a Julio Mansilla, el pingüino Giménez y dos presos comunes. El
trato en la comisaría fue correcto. Ellos seguían siendo detenidos de la Marina
y piensa que la gente de la comisaría también le tenía miedo a esta fuerza. En
ese mismo lugar estaba detenida Mabel Mosquera, que había sido muy torturada.
Alimonta sabe que ella está bien.
En septiembre es llevado junto a Lamas y Giménez a la Unidad 9 de La Plata. En
el avión también estaban Alvarez, Molina, Cámara, Battaglia y Amilcar González.
En dicha unidad penitenciaria permaneció detenido a disposición del Poder
Ejecutivo Nacional hasta el 9 de febrero de 1977, fecha en la que es puesto en
libertad. Decidió regresar a Miramar ya que consideró en ese momento que estaría
más protegido en su pueblo que si se mudaba a Buenos Aires. La primer semana de
septiembre de 1978 es detenido por personal de civil de la Policía Federal y son
llevados a la delegación de la Federal de Mar del Plata. Permanece detenido una
semana y el comisario, de forma amenazante le dice que se vaya del país ya que
ellos no querían ni amigos, ni simpatizantes de los subversivos. Su padre lo
estaba esperando junto a un caudillo radical de Miramar, Albano Onore, a quien
le había pedido que lo acompañe. Después de la conversación con el comisario,
Alimonta partió hacia España el 17 de septiembre de 1978, país en el que se
refugió. Volvió al país hace casi 5 años.
En segundo lugar declaró el Sr. Justo Alberto Álvarez, quien empezó a militar
como obrero de la construcción independientemente de la burocracia sindical.
Luego empieza a integrarse al Peronismo de Base, aunque después del golpe de
estado de 1976, su militancia ya no era orgánica. En Mar del Plata, adonde
trabajaba, se relaciona con el Tano (cree que su apellido era Ventrurín), otro
militante del PB, y junto con otro compañero alquila una casa. En enero de 1978,
estando en dicha casa con su familia, se produce un operativo en el que
participan hombres de civil y armados. Entre ellos se encontraba el Tano, a
quien lo ve muy golpeado. Buscaban algo en un ropero que destrozan. El Tano
logró guiñarles un ojo, como para decirles que el operativo no era contra ellos.
El Sr. Álvarez sabe que el Tano continúa desaparecido.
El 27 de marzo de 1976, mientras se encontraba trabajando en Necochea, es
detenido por las FFAA y Policía. Lo llevaron primero a la comisaría de la playa,
luego a la del centro y finalmente al GADA. Allí permaneció 3 ó 4 días y vio a
Sotelo, Cámara y Saravia. Luego fue trasladado a la Base Naval, adonde
permaneció encapuchado 10 ó 15 días. Recuerda que entre los detenidos se
encontraban Pablovsky y Lamas. Había más gente pero no pudo saber sus nombres.
En la Base fue torturado durante el interrogatorio. Le preguntaban por gente de
Miramar: Mansilla, Molina y otros compañeros. Debido a las lesiones provocadas
por la picana fue trasladado a la enfermería. Allí había en la guardia un
veterinario, que era un conscripto. En la Base estuvo en primer lugar en una
especie de salón que tenía un pizarrón y un mapa grande. Comían en un rincón y
pudo ver el logotipo de la Base en la bandeja. En segundo lugar estuvo en los
calabozos de castigo. Luego fue trasladado a la Prefectura adonde pasó entre 15
y 20 días. Allí vio a Nino, Luna, Molina y Sotelo. Molina pudo hacer saber a su
familia que están detenidos allí y entonces son visitados. Después de este
período, vuelve nuevamente a la Base, adonde permaneció hasta fines de junio. El
primer traslado a la Base fue encapuchado y lo llevaron junto a Zabaleta y
Lencina, el segundo no. En esta oportunidad lo llevaron junto a Nino, Luna,
Molina y Sotelo.
Finalmente, en junio de 1976 fue puesto a disposición del PEN y es trasladado a
la Unidad 9 de La Plata. Aunque en realidad él se entera de la legalización de
su detención recién en septiembre. En una fecha próxima a Semana Santa de 1977
fue dejado en libertad junto con Jorge Lamas.
El último testigo fue Oscar Rudnik, quien hacia 1974 al finalizar de cursar la
carrera de sociología, dejó la facultad y la militancia y puso un negocio de
serigrafía. A ese lugar fueron a buscarlo el día 10/6/1976 uniformados de verde.
El supone que eran del ejército. Luego del segundo intento, lo encontraron y lo
llevaron encapuchado, junto a un amigo que se encontraba con él, Pedro Cattalano.
Dado que escuchaba el sonido del mar, al principio supuso que estaba en el GADA.
Durante los primeros tres días, recibió maltratos y estuvo sin comer. A los
cuatro días liberaron a Cattalano. Con el tiempo, pudo comprobar que estaba en
la Base Naval, en el polígono de tiro, dado que una vez lo sacaron de allí y lo
dejaron encapuchado en una playa contigua al Náutico y escuchó las prácticas.
Allí permaneció secuestrado solo, por lo que no pudo saaber si había otros
secuestrados. Supo de Pablo Lerner ya que los secuestradores le dijeron que lo
habían tirado al mar con una piedra. Mientras estuvo allí, fue sometido a
interrogatorios en otro sitio al que se accedía bajando una escalera. Lo ponían
al medio de una rueda y lo golpeaban entre todos mientras le preguntaban por
gente. Algunos los conocía de la facultad. Las preguntas no iban más allá y a
veces inventaban hechos, supone que para sacarle información. Estaba custodiado
por jóvenes, le parece que provincianos y cada dos horas cambiaban la guardia.
Algunos lo maltrataban, otros no. La comida era buena. Luego de un período de
tres días sin interrogatorios, el día 25 de junio de 1976, un guardia le trajo
un papel para que firmara. El se negó ya que no sabía de qué se trataba. Alguien
más continuó amenazándolo si no firmaba, pero él continuó negándose. Lo llevaron
a un auto y esta misma persona estaba sentada adelante. Rudnik pudo reconstruir
el camino hecho cuando lo secuestraron. Al llegar a Playa Chica, este hombre le
puso un revólver en la cabeza, obligándolo a firmar. Luego vio que se trataba de
la devolución de sus efectos personales.
Mientras permaneció secuestrado, el padre lo buscó en la Base Naval y comprobó
que estaba allí valiéndose de un subterfugio: dijo al guardia que era imperioso
que su hijo firmara unos cheques. El guardia se los llevó y Rudnik los firmó.
Ya en el año 1978, se había mudado y tenía otro negocio. Un día al volver del
taller, vio en la puerta de su casa un Taunus rojo detenido, con tres personas.
Tomó un taxi y dado que conocía al conductor de la Universidad, llamado Serrano,
le pidió que describiera a las personas. Uno de ellos era quien lo había
obligado a firmar. Ese día durmió en un hotel y al día siguiente fue a su
negocio como siempre. A la tarde, llegó la persona que había reconocido el día
anterior. Se anunció como “César”. Nunca supo qué buscaba. Ante su pedido que lo
dejaran tranquilo, le respondió que era “justamente lo que no querían”. Era un
hombre de entre 38 y 42 años, algo gordo, pelado, de ojos celestes, a quien por
tener una voz muy particular le llamaban “Frankie”. El cree que por las
actitudes, no era militar.
Hubo otro hecho notable: un día, la hermana encontró a una persona en el jardín
de la casa. Al mismo tiempo, llegaba el padre y este hombre se hizo pasar por un
amigo y luego se fue. Rudnik supone que era alguien ligado a las fuerzas.
Pasado el tiempo pudo comprobar desde la escollera sur, la existencia del lugar
adonde había estado secuestrado.
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