Lunes 4 de Julio de 2005 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

Informe Carmen Segarra y Mailena Martínez Crovetto
(Comisión de Prensa Juicio por la Verdad)

 


Nuevo testimonio de un empleado del Cementerio Parque.
Ratifica la existencia de inhumaciones NN durante 1978.



En el día de la fecha testimonió el Sr Angel Marcos Aguilar, empleado del Cementerio Parque, quien entrara a prestar servicios en el establecimiento en noviembre de 1977 como parquero. Declaró que en ese momento en el Cementerio había fuerte custodia policial y militar, siendo el personal controlado estrictamente durante su ingreso y fichaje. Aguilar declaró que durante el final de 1977 y los meses de verano de 1978 no vio movimiento de cadáveres NN, probablemente porque su horario era de 6 a 13hs y él supone que este tipo de actividad se hacía durante las horas de oscuridad. En el otoño y durante el invierno del 78, pudo constatar que personal policial y militar bajaba cajones de camiones de ambas fuerzas. Ellos mismos los llevaban hasta el lugar donde serían enterrados. Había oficiales y soldados. Allí se hacía cargo de la tarea el personal del cementerio. Nunca vio ambulancias ni aún de la empresa “San Marcos”, sólo camiones (blancos de la Policía y los usuales del Ejército). Los cadáveres estaban siempre dentro de cajones, por lo que no puede precisar si eran hombres o mujeres jóvenes. Estos procedimientos fueron muy frecuentes durante ese año y disminuyeron al año siguiente. Aguilar también observó que eran muchos los NN que se inhumaban cada día, siempre en los sectores D y E. No sabe nada acerca de la documentación pertinente ya que de eso se hacía cargo el personal administrativo y nunca tuvo acceso a papeles de esa índole. Si bien ya funcionaba la morgue, no supo que llevaran los cadáveres a ese lugar. Indicó que no había una fosa colectiva abierta para recibir cadáveres NN hacia el final del cementerio. Destacó que el personal estaba muy controlado por las fuerzas de seguridad y que las mismas sabían todo acerca de ellos (domicilio, familia, etc.). El capataz, Raúl Espinosa, les había indicado “no hablar” por recomendación del mismo personal militar y policial. Además relató que durante el 78, en épocas del mundial de fútbol, dado el mal estado de los caminos (eran de tierra y había llovido mucho), él y otros compañeros se veían obligados a entrar por la parte posterior del cementerio, siendo encañonados y acompañados hasta la entrada principal por personal que estaba apostado allí. Supo que en la zona de la torre de ENTEL había un destacamento militar pero no sabe si había o se movían cadáveres desde allí. Sólo vio camiones de la fuerza, nunca ambulancias.

No le fue requerida información por familiares de víctimas en ningún momento.

No recuerda que hubiera habido exhumaciones a cargo de personal de las fuerzas en esos tiempos. Posteriormente, ya durante la democracia, destacó que hubo exhumaciones con identificación posterior, hecha por personal muy idóneo, con quienes habló.
Aclaró que las tumbas no tenían identificación y no recuerda si los números correspondientes estaban o no en esa época.
 


Dado que los dos restantes testigos no pudieron ser localizados, los abogados patrocinantes pidieron al Tribunal se arbitren los medios para averiguar el paradero de ambos, lo que fue aceptado.

 

 

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