Lunes 7 de Noviembre de 2005 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

Informe Carmen Segarra y Mailena Martínez Crovetto
(Comisión de Prensa Juicio por la Verdad)

 


No sabe, no contesta.
 


Una vez más la renuencia a testimoniar caracterizó las declaraciones de quienes estuvieron cerca de la muerte en los centros clandestinos de detención y el Cementerio Parque.
En el día de la fecha prestaron declaración testimonial el Dr. Santiago O. Quintás, el Dr. Juan Salvador Castorina y el Sr. Teodoro Carte.

 

El Dr. Quintás ingresó en a la Fuerza Aérea en 1976, desempeñándose en la Base Aérea de Mar del Plata desde1977 hasta 1981. Su función fue atender al personal militar y civil de la base en los consultorios externos de la misma. Ingresó como Primer teniente médico en servicio y se retiró como Vice Comodoro. Según sus dichos, ignoraba en aquel momento la existencia de un centro clandestino aunque posteriormente tomó conocimiento de. Cuando fue interrogado acerca de si alguna vez sus servicios fueron solicitados para atender a los prisioneros clandestinos alojados en la base, él Dr. Quintás lo negó. Tampoco supo quien podía ocuparse de la atención de los mismos. Por otra parte, ante los requerimientos del tribunal, relató que nunca habló con personal médico ni militar acerca de la existencia de detenidos clandestinos en la Base ni los vio nunca. Dijo no conocer a médicos que se desempeñaran en otras dependencias de las Fuerzas de seguridad, por lo que tampoco tuvo ningún tipo de información a través de colegas de los otros centros que funcionaron en la ciudad. Sólo recordó que en el GADA 601 se desempeñaba el Dr. Fachinelli. El personal sanitario de la base estaba integrado por el Dr. Parisi, quien era el jefe, el bioquímico Labetán, el odontológo Zaneta y él.

El Dr. Juan Salvador Castorina ingresó al GADA 601 durante la prórroga de su servicio militar, siendo convocado como médico. Permaneció en el GADA desde fines de abril de 1976 hasta marzo de 1977, dejando de prestar servicios en ese momento debido a un accidente sufrido en una ambulancia en la que trasladaban a un paciente. El jefe de sanidad era el Dr. Lapadula, había un odontólogo de quien no recuerda el nombre y dos conscriptos en la misma situación que él, el Dr. Martín Areta y el Dr. González Arana. Se desempeñaban como médicos asistenciales ocupándose de enfermedades menores tales como gripes, anginas, heridas menores. Los pacientes que revestían mayor gravedad eran trasladados al HIGA, acompañados generalmente por el jefe de Sanidad. El único episodio inusual que recuerda tuvo que ver con un paciente internado en el HIGA por múltiples heridas de proyectil y que fue trasladado desde el Hospital al GADA Fue el propio Padula quien le pidió que lo acompañe para realizar este traslado. Una vez en el GADA, el paciente, que presentaba una craneotomía, fue atendido por él. No recuerda que haya sido registrado en el libro de la enfermería, ya que allí sólo se consignaban los conscriptos. Debido a su régimen de guardia, cuando volvió a las 48 hs., el paciente ya no estaba, notificándosele que él mismo había sido trasladado. Los abogados de las organizaciones de DDHH, le leyeron a Castorina una historia clínica registrada en el HIGA de un paciente llamado Juan Burgos. En la misma se menciona que se trataba de un hombre de 36 años, con heridas de bala en el cráneo que es llevado a quirófano en donde se sutura la yugular. Se informa su estado desde el 29 de julio hasta el 1 de agosto de 1976, ya que ese día consta que ocurre el traslado al GADA. En el informe del 31 de julio y el 1 de agosto se dice que el paciente se encuentra lúcido. Castorina piensa que esta descripción es coincidente con el paciente que ellos trasladaron. Sin embargo Castorina dice que mientras lo atendió, no habló con el paciente y que no supo su nombre. Se le preguntó acerca de las razones que pudieron justificar el traslado desde el HIGA al GADA, dada la gravedad del paciente. Castorina dijo que la única razón pudo ser la de someterlo a un interrogatorio ya que según consta en la historia clínica, el paciente se hallaba lúcido. Pero aseguró que durante esas 24 horas en las que ello atendió, Burgos no fue interrogado. También se le leyó el testimonio de un colega suyo en el que afirma que Castorina llamó telefónicamente al HIGA para interiorizarse acerca del estado del paciente. Castorina dijo no recordar haber hecho esa averiguación. En el Tribunal se le informó que noticias periodísticas de la época dan cuenta de la muerte de Juan Burgos en un enfrentamiento ocurrido el 4 de septiembre, por lo que fue interrogado acerca de si era posible, dado el estado de Burgos, que éste pudiera haber conducido una camioneta ese día. Castorina afirmó que desde el punto de vista médico era muy improbable.

Castorina también fue interrogado acerca de Jorge Olave, paciente internado en el HIGA por una herida en una pierna y secuestrado en el propio hospital. Castorina no recordó este episodio.

El Dr. Castorina ingresó como médico a la Unidad Penitenciaria 15 en el año 1980.


Finalmente prestó declaración testimonial el señor Carte, quien se desempeñó en la comisaría cuarta de esta ciudad hasta hace 16 años (no recuerda cuando ingresó a la fuerza).

Su tarea era identificar cuerpos en la morgue del Cementerio Parque tomando las huellas dactilares. Recordó que cuando él ingresaba los cuerpos estaban en el suelo. Si bien había algunas cámaras frigoríficas, en general los cuerpos que identificaba eran provenientes de muertes recientes. Ignoraba quienes llevaban los cuerpos al Cementerio Parque. El se dirigía al mismo cuando sus jefes se lo indicaban, pero no pudo recordar el nombre de sus jefes en esa época. Si bien él completaba una ficha con datos personales (edad probable, sexo, color de ojos, de pelo, etc.) no recordó haber prestado atención a heridas de balas en los cuerpos. Sin embargo precisó que cuando se trataba de nn comunes, sólo hacía un juego de fichas dactilares, en tanto que para otros casos, en general vinculados a enfrentamientos con las fuerzas armadas, hacía cuatro, y uno de ellos era para los militares. Ahí reconoció que en esos casos había heridas de bala pero que él no lo consignaba en la ficha. En estos casos no recordó haber vistos signos de tortura o de ataduras en las manos. En el caso de los nn comunes, entregaba la ficha en el Registro Civil y continuaba con el trámite en la municipalidad para conseguir el cajón. Sin embargo en los otros casos, entregaba las fichas al titular para que fueran firmadas y no realizaba ningún trámite más.

Cuando se le interrogó acerca del funcionamiento de la comisaría cuarta, dijo que ésta funcionó como una fortaleza. Que sabía que había prisioneros porque vio pasar personas encapuchadas. En la cuarta había otras personas que también realizaban la tarea de identificación: el sargento Rocha, Nilda Gómez, el sargento Loto y Martinelli.

 

 

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