Lunes 12 de Diciembre de 2005 

Juicio por la Verdad, Mar del Plata.

 

 

Informe Carmen Segarra y Mailena Martínez Crovetto
(Comisión de Prensa Juicio por la Verdad)

 

En el día de la fecha se presentó a declarar el Sr. Jorge Luis Celentano, quien fuera víctima del terrorismo de estado desde el 3/5/76 hasta el 29/8/76. Celentano fue secuestrado su lugar de trabajo, la Junta Nacional de Granos, aproximadamente a las 10 de la mañana por gente con un uniforme verde desconocido para él (conocía perfectamente los uniformes habituales de fajina y guardia) y llevado a la Prefectura en un Falcon. Lo recibió un oficial auxiliar con acento correntino, morocho, de bigotes, de aproximadamente 30 años, más bien delgado, a quien nunca volvió a ver por lo que supone que era un enlace entre las Fuerzas. Los abogados patrocinantes le mostraron una foto, pero no lo reconoció. En la Prefectura lo dejaron solo en una pequeña oficina durante unas dos horas. Recuerda que había un arma en el lugar, seguramente dejada a propósito. Luego, sin mediar explicación, lo llevaron a un calabozo. Ahí compartió la detención con Molina (de Miramar). En las otras dos celdas había entre 5 y 6 detenidos, entre quienes estaban Sotelo, Jorge Pablovsky y un chico joven rubio, también del puerto. Recuerda era de una familia conocida de la pesca. Celentano no tenía actividad política, supone que lo detuvieron por pertenecer a un gremio que debía desaparecer, dado que además de él, fueron detenidos otros dos integrantes. El resto fue exonerado. En la Prefectura lo interrogaron unas tres veces y siempre le preguntaban lo mismo: dónde estaban las armas del sindicato, de otros sindicatos y de la CGT. Dado que él conocía a dos integrantes de la Prefectura por haber sido compañeros de la conscripción, tuvo la facilidad de que su mujer le llevara comida y siempre supiera su paradero. Recuerda que un día uno de los guardias dejó abierta una celda y Jorge Pablovsky salió al pasillo, lo que fue observado por un guardia. Debido a eso se lo llevaron y lo golpearon mucho. Se escuchaban los gritos. No supo si lo revisaron pero sabe que quedó muy mal. Supo que quien golpeó a Pablovsky fue un oficial de apellido Benítez, a quien años después vio trabajando como fotógrafo en la plaza que está en Almirante Brown. Recuerda que había otro oficial a quien le decían “Cachito” Alvarez, quien estaba a cargo de darles de comer y les proporcionaba un buen trato. En este lugar estuvo sin ataduras y sin capucha. Posteriormente lo trasladaron a la Base Naval. Supo que estaba ahí porque conocía muy bien el lugar y el Club Naútico. Allí permaneció aproximadamente un mes, encapuchado y con las manos atadas. A él lo llevaron solo, pero luego pudo ver a Zavaleta y a Luis Palma, ambos empleados de la JNG, que permanecían en la cuadra atados a sus camas todo el tiempo. Estaba en un pabellón al fondo del predio de la Base, supone que en el área de los submarinistas, no era una construcción nueva. Debía bajar tres escalones para acceder a los calabozos, que eran tres, muy pequeños, sólo había una cama y apenas se podía estar de pie. Tenía un piso superior adonde dormían los soldados, al cual se accedía por una escalera interna. Volvió a ver los uniformes verdes anteriores cuando lo sacaban para ir al baño, dado que su capucha tenía parte de la tela rota. Cuando lo interrogaban, al igual que en la Prefectura, sólo le preguntaban por las armas. No fue torturado físicamente. Recuerda que un día llegó alguien con sotana. Tenía tiras amarillas en la manga y el guardia lo llamó ”Monseñor”. Venía a ver a “Pablito”, otro detenido que estaba en un calabozo (probablemente Pablo Lerner). Escuchó cuando le aconsejaba que se reconociera sus pecados, se arrepintiera y rezara. “Pablito” tenía un brazo mal. Le contó que había sido torturado. No sabe qué le ocurrió después. Era cuidador en la plaza de Libertad y 14 de julio. Se rumoreaba que había más detenidos en el Polígono y en otros sitios, aunque no sabe dónde. Un guardia más “amistoso” les dijo un día que “había otros que estaban peor que ellos”. También se decía que los llevaban a la playita de la Base, los enterraban en la arena para interrogarlos cuando la marea subía. Muchos de los guardias eran conscriptos. Algunos los maltrataban mucho. Había médicos que los visitaban periódicamente, a cara descubierta. Tenían buen trato con ellos, en especial uno quien una noche lo llevó a bañarse y afeitarse. Un día recibió la visita de sus padres y de su esposa. Tenía órdenes de no acercarse ni tomar contacto con ellos, estaba encapuchado y lo apuntaban permanentemente. No recuerda con exactitud cuánto tiempo permaneció en la Base, pero sí que el 25 de mayo aún estaba allí. Un día lo trasladaron a la comisaría de Madariaga. El piensa que fue cuando lo “blanquearon”. Allí tuvo un trato muy bueno, su familia iba a verlo, incluso comió asado con los policías. De ahí, pasó a distintos sitios en La Plata y a Buenos Aires, hasta que quedó en Tribunales. En esa ocasión habló con un juez, a quien le contó todo lo sucedido. Para entonces estaba imputado por el robo de un auto, seguido de incendio. Su familia había contratado un abogado, el Dr Jorge Anzorregui. Dado que el denunciante no lo reconoció, fue dejado en libertad. 

La siguiente testigo fue la Sra. Lía del Carmen Ruau, cuyo marido, Jorge Omar Vasquez, desapareciera en Madariaga en la madrugada del 29/3/78. Desde los años 70, Vasquez militaba en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). En 1975, ella se mudó a Madariaga con sus tres hijos. El los visitaba periódicamente. Nunca conoció detalles de la actividad militante de su esposo. Hacia principios del 76, él se desvinculó del partido y fue a vivir a Madariaga. Luego del golpe militar, sus compañeros lo buscaron y él volvió a La Plata, a su casa paterna. Hacia fines de 1976, regresó a Madariaga a vivir con su familia y trabajar en un emprendimiento personal. El 29/3/76 entraron por el cuarto de los hijos y por la puerta trasera de la casa 5 ó 6 personas uniformadas. Los separaron en cuartos distintos. Ella quedó con un hombre que la enfocaba con una linterna para que no pudiera verlo. Revisaron todo, se llevaron muchos libros, papeles, todas las fotos y diapositivas que había en la casa. Cuando se lo llevaban, el marido preguntó adónde iban y le dijeron “a la Regional”. Ella hizo la denuncia en la comisaría que estaba a dos cuadras de su casa. Nunca le dieron una copia, aunque la llamaron de nuevo para completar datos. Durante los primeros días, le dijeron que él estaba bien, en un lugar cerca del mar y con una celda para él solo. No volvió a saber de él, ni tampoco conoce testimonios de detenidos que lo hayan visto. En 1984 se presentó a la CONADEP y allí supo que su esposo había sido víctima de un operativo sistemático de exterminio el PCML. Se supone que un militante, Alfredo González, a cambio de su libertad y exilio posterior, dio los nombres de sus compañeros. 

El siguiente declarante fue Santiago Vasquez, hijo de Jorge Omar Vasquez y Lía del Carmen Ruau. El joven hace tiempo que ha tomado contacto con ex militantes del PCML, (Diana Guastavino, Graciela Villar en Costa Rica, Estela de la Cuadra, Guillermo Mogilner, Federico Mongan), a través de quienes pudo saber que su padre era de la cúpula del partido hasta su desvinculación. Sabe que muchos de los compañeros estuvieron en los centros clandestinos “El Banco” y “La Cacha” y que es posible que haya estado en Mar del Plata. 


El Tribunal estableció un receso hasta la segunda quincena de febrero.

 

 

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