Aleksoski, Zivana

La Plata, 3 de Mayo de 1999


  

En la ciudad de La Plata, Capital de la Provincia de Buenos Aires, a los tres días del mes de mayo de mil novecientos noventa y nueve hallándose reunida la Cámara Federal de Apelaciones del circuito, encontrándose presentes el Señor Presidente, Dr. Alberto Ramón Durán, y los Señores Jueces Carlos Alberto Nogueira, Antonio Pacilio, Leopoldo Héctor Schiffrin y Julio Víctor Reboredo, con la asistencia del Secretario Actuante, y dejándose expresa constancia que también se encuentran presentes el Sr. Fiscal General ante la Cámara, Dr Julio Amancio Piaggio, el Sr Defensor Oficial, Dr Ricardo Alberto González, en representación de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata, los Dres Elisabeth Rivas, y el doctor Abalos, y el señor Lázaro Aleksoski, comparece una persona previamente citada a quien en este acto se la impone por secretaría de las penas con las que la ley castiga el falso testimonio de acuerdo al art. 275 del Código Penal (conforme art. 295 C.P.M.P), quien seguidamente presta legal juramento de producirse con veracidad en todo lo que supiere y le fuere preguntado. Interrogado por sus circunstancias personales manifiesta llamarse Zivana Aleksoski ser de nacionalidad yugoeslava , de 46 años de edad, de estado civil casada, con profesión u ocupación empleada administrativa en el Colegio de Escribanos de Bahía Blanca, quien se domicilia en la calle Sarmiento 375 de Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires, acreditando su identidad mediante Documento Nacional de Identidad (para extranjeros) N° 92.405.256, haber nacido el día 1 de setiembre de 1952 , en Slivovo, partido de Ohrida, Répública de Yugoeslavia, resulta ser hija de Dola Simonovich y de Boris Aleksoski, fallecido - Acto seguido se le entera de las generales de la ley, las que explicadas manifiesta que: le comprenden por ser hermana del causante, y presta juramento de decir verdad. - A continuación se le entera del contenido de esta causa

Sr. PRESIDENTE.- El señor Lázaro Aleksoski ha requerido ser tenido por parte en este proceso, a lo cual el Tribunal ya resolvió afirmativamente y, obviamente, tendrá entonces las facultades de todas las partes querellantes en este proceso y, por supuesto, podrá formular las preguntas que usted estime corresponder una vez que la testigo haya terminado de declarar y nosotros le cedamos la palabra. Señora Aleksoski, usted sabe por qué ha sido citada, obviamente, porque es también víctima de la desaparición de su hermano, este hecho tan lamentable y por el que todos estamos tan consternados al leerlo y por las numerosas cartas que ha enviado su familia. Más allá del relato que usted quiera realizar y que vamos a escuchar en su totalidad yo le voy a pedir concretamente, así no la interrumpo posteriormente, que en el mismo haga expresa referencia a los momentos en los cuales usted concurrió al regimiento.

SRA ALEKSOSKI.- Como ya sabemos mi hermano, por ser quizás el mayor, fue el primero en ir cuando nos enteramos que José estaba allí. Como él también tiene familia nos pusimos de acuerdo y veníamos cada quince días o una semana, dependiendo de cómo nos daba la ocasión por el trabajo y las cosas que teníamos que hacer. Así íbamos, Lázaro, mi hermano mayor y yo o iban el otro hermano con mi padre. De esa manera nos alternábamos. A veces íbamos todas las semanas; otras, cada quince días, y cuando no podíamos íbamos todos los meses.

Sr. PRESIDENTE.- ¿Dónde concurrían, señora?

SRA ALEKSOSKI.- A Granaderos, a Campo de Mayo, donde mi hermano estaba haciendo el servicio militar. Personalmente yo nunca conocí a Saravia, en una oportunidad me dijeron: ahí va el teniente. Después, siempre tuve contacto con el coronel Wehner. La primera vez que lo vi fui con mi hermano Lázaro y él se puso muy mal con mi presencia. Preguntó quién era yo, ¿para qué la trajo?, le dijo. Se notaba bien claramente que se molestó con mi presencia. Yo le contesté que también soy hermana y necesito buscarlo. Después, acompañé muchas veces a mi mamà. El coronel siempre nos hacía esperar. No nos atendía enseguida. Una de las veces que esperamos vimos salir, yo más que nada, tome detalle de un auto negro que salía y reconocí a una persona, que era el coronel Palau, de Bahía Blanca. Y no lo comenté, me lo guardé porque pensé que me había equivocado. En otra oportunidad, mientras esperaba que el coronel Wehner me atendiera, vemos bajar de muchos camiones del ejército a muchos soldados que bajaban ropas, bajaban utensilios, joyas, cajones con copas y un montón de cosas más. Bajaban cajas con muchos elementos, algunos podíamos ver y otros no. Recuerdo que eran dos o tres camiones repletos. En una ocasión en que nos atendió el coronel yo había ido con mi mamá y veíamos que él continuamente se desviaba del tema, y así fue en muchas ocasiones. Nos decía que no tenía noticias, que amigos de él también habían desaparecido y nos hablaba de los Montoneros. Siempre se desviaba del tema que le habíamos ido a preguntar, que era concretamente la búsqueda de mi hermano José. Mi mamá siempre le pedía que lo único que ella quería saber era qué había pasado con José, que nadie le sabía decir nada. Quería que le dijeran qué le habían hecho. El coronel siempre decía que estaban averiguando y que por el momento no sabían nada. Pasó el tiempo y trasladaron a Wehner a Bahía Blanca, lugar al que lo fui a ver. Cuando voy hasta allá él me dice que suponía que yo iba a ir. Era lógico, le contesté, y mañana voy a venir con mi mamá. Siempre fue muy respetuoso con nosotros, y cada vez que hablaba con nosotros, tanto en Granaderos como en Bahía Blanca, era interrumpido continuamente por alguien que nos preguntaba si queríamos te, café o si el coronel necesitaba algo. Recuerdo que una vez fui con mi hermano Lázaro a ver a un muchacho que había estado desaparecido, otro granadero, que había aparecido. Mi hermano entró y yo me quedé afuera . Cuando él salió me dijo que mejor que yo no hubiera entrado porque me hubiera hecho mal ver las condiciones en las que se encontraba este muchacho. Fuimos a Granaderos y le comentamos esto al Coronel. Nos contesta que no sabía como nosotros conocíamos esto que había sucedido y que se iba a poner a averiguar. Volvimos al poco tiempo y dijo que no se habían enterado de nada. Y nosotros, luego de esto, nos enteramos que este muchacho, después de haberlo visto nosotros, desapareció nuevamente, y le dijeron “ del tema Aleksoski no vuelvas a hablar porque no tenés otra oportunidad”.

Sr. PRESIDENTE.- ¿Recuerda el nombre del soldado que fueron a ver?

SRA. ALEKSOSKI.- Campos. Yo nunca lo vi, pero mi hermano sí estuvo con él. En una oportunidad, en Bahía Blanca, mi mamá, que tenía un almacén, ve entrar en el negocio al coronel Palau, que solía ir periódicamente a comprar algo. El siempre la acariciaba y daba muestras de cariño hacia mis padres. Ese día mi mamá no aguantó más y le dijo que se sentía muy mal, y le preguntaba qué le podía pasar a una señora tan buena. Cuando ella le dijo, él le contestó que por qué no se lo había dicho antes. Le dijo “¿vos sabés quien soy yo?, Soy el Coronel Palau, soy mano derecha de Vilas”. no sé nada dijo mi mamá, yo sé que José en Granaderos no está. Yo soy la mano derecha de Vilas, dijo. En ese entonces estaba en Bahía Blanca Vilas. El Coronel era el Coronel Palau. Entonces dijo “qué lástima que no me lo dijiste antes porque yo fui siempre a Granaderos”. Cuando me contó eso asocié el día en que lo vi. Dijo que iba a hacer lo posible para averiguar algo. Dijo que estaba vivo y que lo tenían los militares y que él ahora no podía hacer nada. Era un día de semana y el fin de semana siguiente, precisamente el sábado, a la mañana entró al almacén y le dijo a mi mamá “lo siento y lo único que puedo decir es que está vivo, lástima que no me avisaste antes y si puedo hacer algo lo voy a hacer”. Nunca más mi mamá lo vio. Yo sí lo fui a ver un día en un batallón que hay en Bahía Blanca. Era como que nosotros, yo personalmente y pienso que todos, necesitábamos seguir buscando para no quedarnos de brazos cruzados. Hago una entrevista con él y me dijo que lamentablemente no tenía más noticias de él, pero se desvió un poco del tema y dijo que era la mano derecha de Vilas, que él siempre trata de hacer el bien y nunca más lo volvimos a ver. Hace poquito me enteré que había fallecido. Fui muchas veces con mis padres y mis hermanos y la ex novia de mi hermano que vivía en La Plata que solía buscar sola o acompañada de sus padres, a ver qué datos podía saberse de José. Nos ubicó y nos llevó a la Estela Maris, a la capilla y vimos al sacerdote que no me acuerdo cómo se llamaba.

Sr. PRESIDENTE.- Monseñor Caselli.

SRA ALEKSOSKI.- El siempre agarraba su fichero redondo y nos decía que lo tenían los militares y que iba a ver qué podía hacer. A mi hermano que fue el que más entrevistas tuvo le ha dicho muchas veces que iba a tratar de sacarlo, que iba a hacer lo posible y que lo tenían los militares. En una oportunidad que fuimos con mi hermano y la novia el nos abrazó fuerte y ella me hizo una seña con la vista porque al sacerdote se le abrió una parte de la sotana y tenía un arma. Nos abrazó a las dos. Nora, la novia de mi hermano, me comentó que en otra oportunidad cuando la abrazó ella palpó un arma en el pecho y nosotros cuando nos ibamos él nos abrazó y se le abrió la sotana y vimos un arma.

Sr. PRESIDENTE.- Usted qué deducción hace respecto de que portaba un arma.

SRA. ALEKSOSKI.- Me sorprendió muchísimo. Era como que estaba haciendo un tiempo apropósito atendiéndonos a nosotros y a toda la gente, porque era una cantidad de gente muy importante la que iba a verlo todos los días. Había colas y colas. Era como que los militares lo habían puesto a él como para entretenernos a nosotros. La función que cumplía no la entiendo porque no entiendo cómo un sacerdote podía tener un arma.

Sr. PRESIDENTE.- ¿Cómo llega a monseñor Caselli?

Sra. ALEKSOSKI.- Porque Norita, que es la ex-novia de mi hermano, que vivía en La Plata, se movía mucho, y nos dijo que allí recibían a la gente que buscaba a familiares desaparecidos, y además en Bahía Blanca tenía una amiga que a su vez tenía una amiga cuyo marido estaba desaparecido, y entonces mi amiga me dijo que esa persona iba muchas veces allí a buscar datos sobre su marido. Así nos dio los datos sobre el lugar, que también conocía Norita.

Sr. PRESIDENTE.- ¿Usted se refiere a Nora Santoro?

Sra. ALEKSOSKI.- Sí, ella era la novia de mi hermano, y vivía en La Plata..Esta gente amiga mía vivía en Bahía Blanca y tenía una amiga cuyo esposo había desaparecido y conocía ese lugar. Cómo era que ella sabía de ese lugar, no sabría decirle, pero me dijo que su amiga iba muy seguido a esa capilla y que la atendía un sacerdote. Fuimos muchas veces.

Dr. REBOREDO.- ¿Cuándo fue la última oportunidad en que vio a su hermano?

Sra. ALEKSOSKI.- No recuerdo la fecha exacta, pero fue la última vez que vino a Bahía Blanca, en la terminal. Yo salía con un muchacho y en realidad lo que quería era ir a tomar un café con ese muchacho, pero como llovía a cántaros me pidió que lo llevara. Nunca pensé que esa iba a ser la última vez que lo iba a ver. No recuerdo exactamente qué fecha era, pero no muy lejana a la fecha de desaparición. Quizás les sirva de algo saber que la gente de Bahía Blanca, cuando se enteraron, amigos y compañeros, no lo podían creer. Ibamos al colegio juntos, al mismo curso, ya que soy mayor pero repetí un año, por lo que éramos muy compañeros, y por supuesto José estaba lleno de amigos. Nadie lo podía creer cuando sucedió su desaparición. Decían “cualquiera, menos José”.

Dr. PACILIO.- Usted manifestó que en distintas oportunidades participó de entrevistas con el general Wehner, que en ese entonces era coronel.

Sra. ALEKSOSKI.- Me parece que era coronel de granaderos.

Dr. PACILIO.- Nos interesaría saber sobre todo de las dos últimas entrevistas que usted mencionó, en el Regimiento de Granaderos, cuando le hacen saber en el contexto de una entrevista los dichos de este otro granadero, Campos. ¿Quién participó concretamente de esa reunión, y de la posterior? Usted nos ha dicho que Wehner se comprometió a tomarle una deposición a Campos, pero no lo hizo.

Sra. ALEKSOSKI.- Yo no estaba. Habló mi hermano, y le dijo que no tenían información.

Dr. PACILIO.- ¿Quién estaba en esa entrevista?

Sra. ALEKSOSKI.- Estaba mi hermano Lázaro, y en la otra mi hermano Doncho, Lázaro y yo.

Dr. PACILIO.- ¿Norma Santoro participó de alguna de las dos entrevistas?

Sra. ALEKSOSKI.- No, yo no recuerdo que Norita haya estado en esas entrevistas. No lo recuerdo realmente.

Dr. PACILIO.- Wehner qué hizo una vez que tomó conocimiento de estos dichos?

Srta. ALEKSOSKI.- El se hacía el sorprendido.

Dr. PACILIO.- Y se comprometió a algo?

Srta. ALEKSOSKI.- Siempre se comprometía a averiguar.

Dr. PACILIO.- Y después de eso que sucedió lo entrevistaron nuevamente?

Srta. ALEKSOSKI.- Sí, si no iba yo iba mi hermano.

Dr. PACILIO.- Usted concurrió a esa entrevista posterior al compromiso?

Srta. ALEKSOSKI.- No, creo que fue con Lázaro. Le comentó que había aparecido ese muchacho y en qué estado había aparecido, y que había estado con José, y después me enteré por Lázaro y creo que fuimos juntos cuando le dijo que el chico, el hermano, le avisó que no se comunicara más con nosotros porque al hermano lo volvieron a detener y que no hablara más del tema de Aleksoski. Me lo comentó mi hermano y se lo dijimos al coronel. Lázaro le dijo “al único que se lo conté fue a usted”. El se ponía nervioso y se notaba que se alteraba. Decía “yo no sé nada” y daba a entender que había otra gente que podía enterarse también.

Dr. PACILIO.- Una de esas entrevistas terminó en malos términos?

Srta. ALEKSOSKI.- Lo que pasó es que Lázaro se iba mal, y decía “no puede ser, coronel, que nunca tenga noticias después de todo lo que se supo, porque una vez declaró el otro granadero que estaba acá, y usted ni se enteró”.

Dr. PACILIO.- Usted mencionó el nombre?

Srta. ALEKSOSKI.- El primero era Araujo, porque lo entrevistaron mis hermanos y mi papá. Era el mismo granadero que el coronel dijo que no sabía nada.

Dr. PACILIO.- Wehner estaba presente?

Srta. ALEKSOSKI.- Sí. Mi hermano dijo que lo manden llamar y lo llamaron, y el pobre muchacho confesó, y me acuerdo que mi papá comentó “pobre muchacho, qué será lo que le esperará después de esto”. Mi papá estaba preocupado por lo que le iba a pasar después de lo que dijo.

Dr. PACILIO.- En esa entrevista con Araujo estuvieron presentes sus dos hermanos, su padre y Wehner?

Srta. ALEKSOSKI.- Sí. Mi hermano, mi papá, y lo llamaron a Araujo, y el coronel en un momento comentó como que mi familia le dio a entender que era desertor y él dijo “no, el expediente cambió”.

Dr. PACILIO.- Usted participó en alguna entrevista con Saravia Day?

Srta. ALEKSOSKI.- No.

Dr. PACILIO.- Sabe de alguna entrevista de un familiar suyo con Saravia Day?

Srta. ALEKSOSKI.- Sí. Cuando Lázaro lo entrevistó. Norita le avisó de un familiar de mi hermano que José no había aparecido, porque ya era el día libre de él, y entonces ella habló a Granaderos y le dijeron que no estaba, pero cómo no iba a estar si terminaba la guardia y él tenía que volver. Ella se preocupó y llamó por teléfono y se comunicó con Lázaro, y mi hermano viajó a La Plata automáticamente. Fue y le dijo que no sabían nada, que tenían un comunicado como que él era desertor, que lo habían visto cerca de Constitución con un birrete y la camisa desprendida.

Dr. PACILIO.- Esto usted lo sabía?

Srta. ALEKSOSKI.- Sí, por comentarios de mis hermanos.

Sra. ALEKSOSKI.- Yo no estaba presente. una vez recuerdo que mi hermano me dijo ese es Saravia Day.

Dr. PACILIO.- Usted recuerda alguna entrevista de Saravia Day con Campos?

Sra. ALEKSOSKI.- La verdad es que no.

Dr. SCHIFFRIN.- Hay dos cosas que no oi bien y querìa preguntàrselas de nuevo. Cuando usted dice “montoneros que el conocía”...

Srta. ALEKSOSKI.- Nosotros le preguntábamos, con mamá, le decíamos que queríamos saber. Se ve que mi presencia le molestaba y yo le dije que era la hermana y que iba a acompañar a mi mamá, que eramos tres y que nunca íbamos a dejar solos a mamá y a papá, que nos podíamos repartir. No era que se ponía violento, se molestaba, se ponía nervioso, no se sentaba, se movía continuamente y cortaba la conversación preguntando si querìamos un café o agua y si no tocaban la puerta continuamente. El en un momento se puso nervioso cuando mi mamá le dijo que queríamos saber nada más porqué José había desaparecido cuando estaba bajo bandera, a cuidado de ellos, cuando ellos habían dicho que era un excelente granadero. Como que el teniente lo entregó, lo engañó porque el soldado estaba haciendo guardia y lo llamó para que vaya a buscar una batería. Que por favor nos explicara qué había pasado. Que no podía ser que no supiera nada y mi mamá le decía “qué fue lo que hizo, yo entregué a mi hijo acá, ustedes lo tenían que cuidar”. El se puso molesto y trajo una foto, que realmente ni vi bien de quienes eran, y dijo que eran amigos suyos y todo por los montoneros. Yo le pregunté qué tenían que ver los montoneros, que estábamos hablando de José. Mi mamá siempre decía que por favor le dijeran qué había pasado con José. Mi papá le decía que era Yugoeslavo, que había estado en la Segunda Guerra y que él sabía quienes eran sus enemigos, que quería saber qué había hecho José para que le pasara esto. Porque si le decían lo que había pasado y tenía que estar detenido, él lo iba a aceptar pero que le dijeran qué había pasado. El siempre decía que no sabía nada y que estaban investigando. Otra cosa que recuerdo ahora es que en una oportunidad, ya casada, después de varios años, fui a hacer un trámite a Buenos Aires y aproveché a ir a Granaderos. Fui sola, mi marido se quedó afuera y el coronel no estaba, me dijeron que me iba a atender otro y me atendió el coronel Arguindegui, un muchacho joven y no sabía nada de la causa porque eran nuevo. Yo le dije que era raro porque se suponía que si estaban trabajando en una investigación y él había tomado el mando, debería seguir investigando de otra manera cada vez que cambiaban las autoridades las cosas quedaban en el olvido. El me dijo que ya lo pondrían al tanto de todo, quizás más adelante podía saber algo. Mientras pasaba esto, en varias oportunidades venía gente a tocar la puerta y en un momento vi que prendía un grabador. Le dije: señor, si quiere grabar la conversación, no tengo ningún problema, yo le voy a hacer las preguntas de siempre y si usted no las sabe, le vuelvo a preguntar. Vengo a buscar a mi hermano que desapareció en tal época y nadie nunca nos supo decir nada.

DR. SCHIFFRIN.- En qué año fue esta conversación con el coronel Arguindegui?

SRA. ALEKSOSKI.- En los 70. Hace casi 20 años. No me acuerdo bien qué época.

DR. SCHIFFRIN.- ¿En el 78 o 79?

SRA.ALEKSOSKI.- Sí, más o menos. Me casé en setiembre, al poco tiempo voy a hacer un documento y mi marido me dice: ¿querés aprovechar? Más vale.

DR. SCHIFFRIN.- Debió ser después de setiembre del 79.

SRA. ALEKSOSKI.- Más o menos.

DR. SCHIFFRIN.- Ultimo tramo del 79. Antes de fin de año. Esto ha sido muy enriquecedor. Además de eso, la otra cuestión que no entendí es cuando usted va a Campo de Mayo y ve que bajaban objetos.

SRA. ALEKSOSKI.- Nosotros esperábamos mucho porque siempre nos hacían esperar.

DR. SCHIFFRIN.- En dónde?

SRA. ALEKSOSKI.- Cuando usted iba a Campo de Mayo había un portón. Tocábamos el timbre y nos abrían el portón. Mostrábamos los documentos, teníamos que decir a qué íbamos: “Venimos a hablar con el coronel”, decíamos, por ejemplo y nos dejaban pasar y nos dejaban allí. Había una habitación para sentarse con bancos y esperábamos a veces, no sé si decir una hora, cuarenta minutos, una hora y pico. En una oportunidad esperamos bastante y vimos estos camiones que llegaban. Abrieron el portón y entraron y bajaron cualquier cantidad de cosas. Nos llamó la atención en ese momento. No nos dábamos cuenta qué podía ser. Por supuesto, después escuchando y leyendo cosas sabíamos que los militares muchas veces iban a las casas y arrasaban con muchas cosas o robaban directamente. Se llevaban lo que no era de ellos. Yo estuve presente en el aniversario de los veinte años de la Facultad de Arquitectura que le hizo un homenaje. Allí conocí mucha gente y ellos me han contado, gente mayor, que a sus hermanos, a sus hijos, se los habían llevado de la casa, y también habían roto las cortinas y se llevaban todo lo que era platería o joyas que había en la casa. Entonces, todo lo que yo había visto, podían ser esas cosas.

DR. SCHIFFRIN.- Su declaración estuvo perfecta. Le agradezco mucho.

DR. PIAGGIO.- Quisiera que se le pregunte a la testigo si recuerda y de qué manera lo supo, qué es lo que dijo el soldado Araujo cuando fue entrevistado junto con el coronel Wherner.

SRA. ALEKSOSKI.- Por lo que me dijeron mis hermanos y papá, se encontraron con un hermano de uno de los muchachos y le dijo: “Viste que apareció uno? No, ¿quién? Campos, o Araujo creo que es el primero. Dice si apareció, si no sabíamos nada. Cuando los atendió el coronel les dijo: apareció un soldado. Dijo el coronel ¿quién es? Un muchacho que desapareció al poco tiempo que José. Uno de los dos. No recuerdo si le dije cuando ellos entraron a la entrevista sabían que era Campos, Araujo o no.

Declaró que se llamaba Araujo. Lo mandaron a llamar. El muchacho contó que lo habían llevado a él. Habían estado con José y con el otro. Esto sucedió en distintos días. Luego le habían dado licencia. Mi papá estaba muy apenado. El coronel le dijo “cómo usted no contó antes esto”.Mi papá respondió que tenía mucho miedo y que por eso no lo había contado. Adelante de mi familia contó que estuvo con José y cómo lo habían llevado.

Sr.AVALOS.- Señora: recibió algún otro tipo de comunicación acerca de dónde estuvo detenido su hermano o sobre qué fuerza lo detuvo?

Sra.ALEKSOSKI.- Cuando pasó lo de José se imagina que todos preguntábamos. Mi

mamá tenía vecinos del almacén . Yo en el Colegio de Escribanos conocía al escribano Ferrari quien conocía a toda la familia y era vecino. El me dijo que iba a averiguar algo. Dijo que era vecino de Ojeda quien era jefe de policía, que lo tenían los militares y que estaba vivo. Manifestó que por ahora no sabía más nada y que si se llegaba a enterar de algo nos avisaba, pero nunca más nos dijo nada.

Sr.ABALOS.- A qué policía pertenecía Ojeda?

Sra.ALEKSOSKI.- Era algo importante en la policía. No sé si era policía federal. El escribano se ofreció a averiguar porque como se trataba de alguien importante quizás algo podíamos llegar a saber.

Sr.ABALOS.- Usted dijo que fue al Regimiento de Granaderos o al Campo de Mayo?

Sra.ALEKSOSKI.- Campo de Mayo engloba todo. Tengo entendido que es todo uno. Es un lugar donde están todos los granaderos. José era de San Martín y Ayacucho, dentro del escuadrón. Cuando entrábamos siempre observaba que había distintos carteles que decían “a caballo” y otras cosas.

Sr.ABALOS.- Siempre fue al mismo regimiento?

Sra.ALEKSOSKI.- sí.

Sr.ABALOS.- Lo puede ubicar dentro de Capital Federal?

Sra. ALEKSOSKI.- Sé que queda en Belgrano. Conozco muy poco, siempre me llevaban.

Sr. PRESIDENTE.- Se refiere al Regimiento de Granaderos a Caballos “Luis María Campos”, que queda pasando la rural.

Sra.ALEKSOSKI.- Cuando iba con mi mamá llevaba un papelito que Lázaro me daba.. Generalmente tomábamos un remisse o un colectivo que nos dejaba en la esquina.

Sr. PRESIDENTE.- Es el Regimiento de Granaderos a Caballo, todos sabemos donde está ubicado.

Que no tiene nada más que agregar con lo que se da por finalizado el acto, previa e íntegra lectura que por secretaria dio de la presente, ratificándola en un todo por ser el fiel reflejo de sus dichos, luego del Sr Presidente, Dr Alberto Ramón Durán y los Señores Jueces Antonio Pacilio, Julio Víctor Reboredo, Carlos Alberto Nogueira y Leopoldo Héctor Schiffrin; al igual que los demás intervinientes en el acto y mencionados al comienzo de ésta y por ante mí, de lo que doy fe.-