Calvo de
Laborde, Adriana
Juicio a las Juntas,
29-04-1985
Dr. López:
Se llama al estrado a la señora Adriana
CALVO de LABORDE.
Dr. Ledesma: Usted no fue afectada personalmente por el accionar de las
fuerzas cuya conducción tenían los imputados.
Laborde: Sí, señor.
Dr. Ledesma: Señora CALVO de LABORDE, ¿fue privada usted de su
libertad?
Laborde:
Dr. Ledesma: Relátele al Tribunal, breve y concisamente las
circunstancias de tiempo, modo y lugar en que ello ocurrió.
Laborde:
Dr. Ledesma: ¿Cuántas personas eran?
Laborde: Eran aproximadamente 10 personas, no puedo calcular porque
mi casa tenía una puerta al frente y otra al fondo y entraban y salían por las
dos puertas. Después de un rato de estar allí, no sé, diez minutos habrán
sido, me dicen que tengo que acompañarlos, que lleve el documento, me
permitieron llevar un paquete de cigarrillos e inclusive cambiarme la ropa
porque yo estaba de diario. Salimos por el pasillo, mi casa está en el pulmón
de manzana, es un pasillo largo, cuando llegué afuera vi que estaban todos los
vecinos observando el operativo, que había dos autos pienso, estacionados allí
y a mí lo único que me preocupaba era mi hijo.
Dr. Ledesma:
Laborde:
Dr. Ledesma:
Laborde:
Dr. Ledesma:
Laborde:
Dr. Ledesma:
Laborde:
Dr. Ledesma:
¿La patota a que usted aludió, era un grupo de personas?
Laborde:
Era un grupo de personas que evidentemente comandaban este asunto hasta ese
momento.
Ledesma:
Laborde:
Dr. Ledesma:
Describa más a este grupo de personas que llegaban del exterior.
Laborde:
Lamentablemente no puedo describirlo porque yo no los podía ver, pero eran
gente con voz de mando, con, evidentemente, cargo superior. En esta oportunidad
y en todas las otras que llegaron, que era todos los días, se notaba un clima
de terror en ese lugar, aun los mismos guardias se ponían sumamente nerviosos y
tenían mucho miedo, y bueno, daban órdenes, gritaban, les gritaban a los
propios guardias también, como le decía inmediatamente que llegó la patota
comenzaron los interrogatorios, yo quisiera tener palabras adecuadas para
describir lo que fue eso. Nos iban llamando de a uno a los que estábamos en ese
pasillo en esa especie de hall y se comenzaban a oír los gritos, los gritos
desgarradores realmente, creo que nunca más voy a poder olvidar. Los métodos
de tortura que se usaban eran muchos, esencialmente picana, yo hasta ese momento
no sabía lo que era una picana, pero, bueno, ahora lo sé, pero también
golpes, golpes en la cabeza, golpes en los pies, golpes en todo el cuerpo.
Dr. Ledesma:
Laborde: No, no personalmente, no éstos que estoy relatando ahora, sufrí
otros. Allí aprendí lo que se llamaba...
Dr. Ledesma:
Laborde:
Dr. Ledesma:
¿Sabe qué lugar era ése?
Laborde:
Entiendo, yo tengo casi la certeza de que se trataba del Destacamento
policial de Arana, podría describirlo, yo no he ido a reconocerlo pero he
hablado con gente que ha ido a reconocerlo, y las características coinciden,
tenía un pasillo central por donde entramos con dos ramas laterales, una hacia
la derecha y otra hacia la izquierda.
Dr. Ledesma:
Laborde: Yo no recuerdo en este momento, creo que en la CONADEP, creo que
se hizo un reconocimiento, yo no recuerdo los nombres de la gente que lo
reconoció porque fue posterior, este lugar tenía dos ramas, una hacia la
izquierda, otra hacia la derecha; a la rama de la izquierda daban dos calabozos
chicos sobre este lado, un baño al fondo, y del lado del frente había otra
puerta donde había un calabozo grande. Eso lo puedo asegurar y más allá de
ese pasillo era donde estaba la sala de torturas, sobre la derecha, sobre la
rama derecha había, daba un baño grande en el cual yo estuve y sin venda, un
baño grande con duchas, en cambio el de la izquierda era una letrina
simplemente y muy chiquito. Bueno, esa noche siguió este tipo de tratamiento
con los detenidos durante toda la noche, durante horas y horas, estábamos todos
el tiempo sentados sin poder movemos, escuchando eso, con las manos atadas,
esposadas, los ojos vendados, por fin llegó mi turno, me llamaron, me hicieron
pasar, yo ya estaba casi a punto de desmayarme, empezaron a amenazarme, a
zarandearme, a golpearme, me agarraban del brazo, me tiraban sobre una silla o
no sé qué era eso, me insultaban.
Dr. Ledesma:
Laborde: Te vamos a reventar, no salís más de acá, te vamos a matar, a
tus hijos no los ves más. Yo ni hablaba, ya no podía hablar.
Dr. Ledesma: ¿Pedían alguna declaración?
Laborde: No, no, en ese momento no pedían nada, estaban simplemente
preparando. Mi estado nervioso realmente era lamentable, tanto es así señor
presidente, que a pesar de que había estado oyendo el ruido de la picana
durante horas, durante horas había estado oyendo los alaridos de los detenidos,
en un momento me agarraron del brazo y me pusieron algo en el oído y yo pensé
realmente que estábamos en la cocina y que estaban por prender una cocina con
un chispero eléctrico, era tal mi obnubilación que no entendía que eso era
una picana, mucho tiempo después me di cuenta. Bueno, allí comenzaron las
preguntas. La primera que me hicieron fue si conocía a DE FRANCESCO, a Carlos
DE FRANCESCO, por supuesto que lo conocía. DE FRANCESCO fue también compañero
de estudios de mi marido y luego trabajó en la facultad pero dos meses antes lo
habían secuestrado, era muy amigo de mi marido, tanto es así que fue testigo
de nuestro casamiento, les dije todo lo que yo sabía de él, que era una
excelente persona, me preguntaban por su militancia, por un viaje a Chile que
había hecho mi marido como siete u ocho años atrás, yo no entendía nada, les
decía que DE FRANCESCO no militaba en nada, que su ideología política era
absolutamente nula, y seguían insistiendo con eso, seguían insistiendo, seguían
preguntando sobre el viaje a Chile, un hecho que había ocurrido mucho tiempo
atrás, cuando yo no estaba ni casada siquiera. Bueno, esta gente estaba muy
cansada, habían torturado toda la noche y por fin se cansaron de mí también,
a mí en un momento me dio la impresión que ni ellos mismos sabían por qué
estaba yo allá, se preguntaban entre ellos, yo no sé si eso era común, pero
realmente a mí me dio esa impresión, que no tenían la menor idea de por qué
estaba ahí. Por fin uno le dijo al otro, sacala, y me llevaron nuevamente al
pasillo. En ese pasillo estuve lo que quedaba de esa noche y todo el día
siguiente. Las torturas se repitieron a la noche siguiente y también durante
los siete días que estuve en ese lugar. En un momento me levantaron y me
llevaron a un calabozo, el calabozo más chico que mencioné recién, el que
daba sobre el pasillo de la izquierda. Ese calabozo, si es que se le puede
llamar así, era un lugar de aproximadamente dos metros por uno, la mitad del
calabozo estaba ocupado por un camastro de cemento, en ese lugar me encontré
con cuatro mujeres más que estaban en las mismas condiciones que yo, la puerta
era de hierro y tenía una mirilla.
Dr. Ledesma: ¿A qué mismas condiciones se refiere?
Laborde:
Dr. Ledesma: ¿Usted todo esto cómo lo apreciaba, usted en ese momento
tenía los ojos vendados?
Laborde: Sí, pero se oía el ruido de la mirilla cuando la abrían,
cuando uno tiene los ojos vendados en esas condiciones el menor de los ruidos es
importantísimo. Poco a poco cuando nos fuimos acostumbrando al lugar, creo que
las primeras doce horas no pronuncié palabra en ese calabozo, no me atrevía ni
a abrir la boca, me fui acostumbrando a ese lugar y fui estudiando la secuencia
de que venía el guardia que era más o menos una secuencia regular y me atreví
a preguntar qué era eso, por qué, era muy poco de todas maneras lo que hablábamos,
allí me enteré, en realidad no recuerdo si fue allí o después, porque yo a
esta gente que voy a nombrar ahora la vi después también en relativas mejores
condiciones y me pudieron decir sus nombres. Allí estuvieron en esa fecha que
era entre el 4 y 6 de febrero, María Delia GARIN de DE ANGELIS una médica
pediatra operada del corazón, embarazada de tres meses, sé que estaba operada
del corazón porque me mostró la herida y me comentó después que la había
operado el Doctor FAVALORO y que cuando a ella la llevaron a torturar después
de darle unos cuantos golpes cuando la desnudaron y le vieron la herida no se
animaron a darle picana porque tenían miedo de que se muriera. Estaba también
en ese calabozo Ana MOBILI de BONETO, también me enteré que estaba su marido
Roberto BONETO, esta chica tenía, me enteré después en el otro lugar de
detención en que estuve, un aneurisma cerebral y aún no la habían torturado
tampoco, pero en un momento lo llevaron al marido a torturar, le aclaro que sé
que era el marido porque le preguntaban el nombre y nosotros escuchábamos,
Roberto BONETO, lo torturaron durante horas, durante horas, y aparentemente no
consiguieron lo que buscaban porque la vinieron a buscar a ella para torturarla
delante de él. Se la llevaron y volvió, volvió muy mal, nosotros pensamos que
se moría, estaba también en este calabozo Nélida DIMOVICH de LEGUIZAMON, una
obrera de Siap, y estaba una chica a quien no volví a ver más que se llamaba
Rosa por eso no sé el apellido ni sé absolutamente nada de ella, con el correr
de los días fue llegando más gente, todos los días llegaban nuevos detenidos
y se reiteraban las torturas. Siempre era igual, durante el día había una
calma relativa, salvo las amenazas de los guardias y de noche llegaba la patota,
y ahí cundía el terror realmente.
Dr. Ledesma: ¿Cuántos eran en el grupo que había de cautivos, de
prisioneros que había en ese lugar aproximadamente?
Laborde: Yo no le puedo dar el número exacto, pero sé que el día del
traslado se llevaron como a treinta personas, creo que pasaron, en esa semana
que yo estuve, más de treinta personas por ese lugar. en los días siguientes,
creo que fue el 8 de febrero, oí que traían a una persona que la voz me era
muy conocida, se trataba de Jorge BONAFINI, había sido alumno mío en la
facultad, durante cuatro años, alumno mío, alumno brillante, de diez absoluto
de promedio; lo torturaron durante tres días seguidos, también llegó Patricia
UCHANSKI de SIMON, oímos cuando la traían, oímos su nombre cuando la
torturaban, oímos su tortura y luego la trajeron al calabozo nuestro, la vimos
llegar destrozada, con la boca hinchada, con los senos lastimados, con la vagina
sangrante. Patricia UCHANSKI desde ese momento se transformó casi en mi
hermana, estuve con ella los casi tres meses de mi detención, nunca la había
visto en mi vida, ni nunca más la vi, pero me ayudó mucho, y estaba también
allí su marido Carlos SIMON; también oímos cuando lo torturaban y lo llevaron
a otro calabozo.
Dr. Ledesma:
¿Seguía usted vendada?
Laborde: Sí, yo estaba vendada, pero para ese momento habían pasado
como cuatro o cinco días, durante el día entraba luz de una ventanita que había
en el calabozo, las que estábamos en el camastro, sobre todo la que estaba de
espalda a la puerta, que nos turnábamos, podíamos levantar la cabeza y podíamos
ver algo por debajo de nuestra venda, teníamos la precaución de ponemos de
espalda a la puerta, de tal manera que el guardia no nos viera, porque había
como una pared detrás nuestro y la puerta comenzaba después, entonces el
guardia por la mirilla no podía vernos, entonces nos inclinábamos así, bien
por debajo, les podíamos ver las caras, yo en ese momento no le vi nada más
que la cara a Patricia UCHANSKI, a las demás las conocí después, inclusive
esta chica Rosa que menciono ni siquiera puedo describirla, apenas si a Rosa le
vi las piernas todas ulceradas, me acuerdo de sus piernas, Sr. presidente, yo no
voy a abundar en los detalles de las torturas, pero sí creo que hay algo que es
importante que yo diga, y que yo cuente aunque es muy doloroso y pido disculpas
a las madres que me estén escuchando pero, después de las cosas que he leído
que se han dicho aquí, creo que es imprescindible que se haga justicia; el fin,
la obligación de la patota era torturar. Lo hacían profesionalmente, en forma
fría y calculada, no necesitaban de ninguna droga, de alcohol, de nada, estaban
absolutamente conscientes de lo que hacían, pero Sr. presidente, voy a contar
el caso de una persona a la que no conocía, a la que torturaron durante días
enteros, la patota la torturó día y noche sin piedad, con todos los métodos
que he relatado y muchos más, por fin lo dejaron en paz y se fueron. Lo dejaron
tirado enfrente a nuestro pasillo, oíamos el jadeo de esa persona, cuando la
patota se fue Sr. presidente, los guardias comenzaron a hacer un asado y a tomar
vino y a emborracharse y a uno se le ocurrió torturar a este prisionero y
comenzaron a torturarlo nuevamente, esta vez no querían ninguna información
Sr. presidente, se divertían y gritaban, era una orgía y lo único que querían
y discúlpeme Sr. lo que voy a decir, pero el único objeto de esta tortura que
duró horas y horas era que este prisionero dijera "Me la como doblada y mi
madre es una hija de puta", estuvieron horas torturándolo tratando de que
lo diga y no lo dijo Sr. presidente, él no lo dijo, esto; lamento haberlo dicho
pero creo que es importante porque aquí se ha hablado de excesos y
supuestamente éstos son los excesos, lo otro, la tortura fría y cruel.
Dr. Ledesma: Le pido señora que relate hechos y no califique.
Laborde: Sr. esto fue un hecho.
Dr. Ledesma: Tomo en cuenta su emoción, el hecho no cabe duda que lo
fue, estamos hablando de su calificación posterior.
Laborde: Le pido disculpas Sr. presidente, ya termino con esta parte,
debo decir que en algunas de las torturas participaba una mujer, a la que
nombraban con el nombre de Lucrecia, era aparentemente una colaboradora, a
Patricia UCHANSKI la torturó ella y le preguntó sobre gente conocida, el
viernes 11 de febrero por la noche, una semana después de que habíamos llegado
hubo un traslado masivo, se llevaron a todas las mujeres, en el calabozo
quedamos Rosa y yo, del calabozo de hombres que estaba enfrente del más grande,
sacaron a todos incluido mi marido, en ese momento la puerta estaba abierta y yo
lo pude ver pasar, le reconocí los zapatos, que era lo único que veía, se
fueron todos, en el calabozo vecino, en uno de esos días intermedios hubo un
intento de suicidio, uno de los prisioneros trató de colgarse de las rejas de
la ventana con lo cual recibió más castigo todavía; a mí me dejaron allí
toda esa noche sola y a la mañana siguiente, el sábado 12 de febrero me
vinieron a buscar, me llevaron en lo que creo era un jeep, nuevamente de vuelta
por el camino con pozos, me trasladaron a un lugar, detuvieron el auto, abrieron
una puerta de rejas, me metieron adentro, me apoyaron contra una pared y me
dejaron ahí, volvieron a cerrar la puerta de rejas, en ese momento se me acercó
una persona y me sacó la venda, se trataba de Patricia UCHANSKI.
Dr. Ledesma: ¿Se trataba de ... ?
Laborde: Patricia UCHANSKI, la persona que yo había visto torturar, me
dijo:"Adriana no te preocupés. Miguel está acá, tu marido está acá,
estamos todos juntos". Allí me empezó a contar dónde estábamos, de qué
se trataba, yo estaba desesperada y empecé a ver las caras de las demás
prisioneras, el aspecto era espantoso, era la primera vez que yo veía gente
después de siete días, estaban sucias, lastimadas, casi sin ropa, recuerdo
especialmente el caso de Susana AUCHE, le falta, Sr. presidente, toda esta parte
del pelo, por los golpes que había recibido, allí estaban además de las
personas que ya nombré Susana AUCHE, Silvia MUÑOZ, Inés MENESCARDI de
ODORIZIO, Diana MARTINEZ, María Adela TRONCOSO de BOBADILLA, Inés ORTEGA DE
FOSATTI, espero no olvidarme de nadie, aunque más no sea nombrarlas una vez en
este Tribunal.
Dr. Ledesma: El Tribunal le pregunta si estaba la Sra. CARACOCHE de
GATICA.
Laborde: No señor. A la Sra. CARACOCHE de GATICA la vi en mi tercer
lugar de detención, estaba sí María Adela GARIN de ANGELI, que ya la nombré,
estaba Ana MOBILLA de BONETO, creo que no me olvido de nadie, me empezaron a
contar, lo primero que me dijeron es que estábamos en la Comisaría 51 de La
Plata, no les cabía la menor duda de que estábamos allí y ahora voy a relatar
por qué; había muchos datos, yo estuve dos meses en ese lugar, lo conozco
perfectamente y estuve dos meses en mi calabozo sin la venda, porque este
calabozo, Sr. presidente, era una especie de pasillo a donde daban cuatro
calabozos y una letrina, cada calabozo tenía su puerta de hierro y este pasillo
se comunicaba con el patio de la comisaría a partir de un portón de rejas, ese
portón de rejas estaba tapado con una chapa, que no llegaba hasta el piso, por
lo tanto nosotros veíamos cuando se acercaba alguien e inmediatamente nos subíamos
el tabique, así se llamaba, y nos metíamos en los calabozos, pero no entraba
nadie, nosotros teníamos las puertas de los calabozos abiertas y podíamos
estar todas juntas, podíamos sacarnos el tabique, charlábamos, nos veíamos
las caras y nos contábamos de nuestra vida anterior, los motivos por los cuales
sabían que era la Comisaría 51 eran muchos, en particular Inés ORTEGA de
FOSATTI vivía muy cerca, era vecina de ese barrio y uno de los guardias la
conocía y ella conocía a ese guardia, inclusive llegó a decirle que había
visto a su hermana o a la madre, no recuerdo bien, le daba noticias; ella conocía
perfectamente el barrio. Conocía el seminario que estaba muy cerca de donde está
la Comisaría 5a, yo viví en La Plata, desde que me casé hasta el 77, cinco años,
pero no conocía La Plata, así que no recuerdo dónde está la Comisaría 51,
creo que está sobre una diagonal, pero sí recuerdo las campanadas del
seminario y ella decía que era el seminario que estaba ahí cerca, conocía a
los guardias, inclusive a los guardias nosotros los veíamos, porque esta chapa
que yo le menciono tenía agujeros muy pequeñitos por donde nosotros veíamos
todo el patio de la Comisaría. Nosotros nos escondíamos detrás de la pared y
mirábamos a través de los agujeros y podíamos ver todo el movimiento del
patio de la comisaría, veíamos a los guardias, los guardias estaban
uniformados, con uniforme de la Policía de la provincia, hacían la vida normal
de la comisaría, se turnaban, se iban adelante decían ellos, para atender las
oficinas, atender la guardia de la calle, en fin, oíamos todas las
conversaciones, y muchas veces nombraron que estábamos en la Comisaría 51 en
ese lugar, a ese lugar también llegaba la patota, evidentemente esta gente eran
nuestros guardias, eran los que nos tenían, había ofíciales, también el
trato de los guardias era normalmente muy malo, salvo casos excepcionales, pero
el trato que nos daban los oficiales era terrible, terrible, cuando entraban
ellos era el terror, nos amenazaban, nos pegaban...
Dr. Ledesma:
Laborde:
Dr. Ledesma: ¿Aquí puede caracterizar mejor a la patota?
Laborde: La patota era gente vestida de civil, con voz de mando, ellos mismos decían
que eran del ejército; otro dato importante es que yo oí, ahí en la Comisaría
5°, en algún momento de los dos meses, que esta patota pertenecía al COT, yo
no tenía la menor idea de lo que era el COT, y lo supe muchos años después,
cuando alguna vez salió en los diarios, referente al COTI MARTINEZ, que yo no
entendía si se trataba de lo mismo, ésa fue la primera vez que yo oí la
palabra COT en ese lugar y por las conversaciones de los guardias, cuando venía
la patota, venía el COT, no sé a qué se referían; la patota venía una vez a
la semana y tomaban lista, entraban en el calabozo con unos papeles y nos
tomaban lista uno por uno, por nuestro nombre y apellido, teníamos que decir
presente, en el calabozo de mujeres era curioso pues había dos casos, en los
primeros días, que no estaban en las listas; a ellas no les pasaban lista, era
el caso de Diana MARTINEZ e Inés ORTEGA de FOSATTI, a Diana MARTINEZ, creo que
no la nombré todavía, era un caso muy particular, cuando yo llegué, me
explicaron las chicas que no tenía que hablar con ella, que teníamos prohibido
hablar con ella, ella estaba en un calabozo, no podía salir de ahí y no podía
hablar con nosotros, no podía decimos su nombre; a pesar de eso a medida que el
tiempo fue pasando y yo fui entendiendo dónde estaba, fui hablando con ella, y
hablé, al final nos quedamos casi solas, hablé mucho con esta chica, se
trataba, Sr. presidente, de la esposa de la persona que había puesto una bomba
en la jefatura de la Policía de la provincia de Buenos Aires, había sido
detenida en diciembre del año '76 o noviembre, no recuerdo bien, había sido
terriblemente torturada según ella me contó, no sé si es verdad, a los padres
y a la hermana los habían secuestrado, al principio no la dejaban hablar con
nosotras, estaba como con un régimen especial, inclusive tenía unas prebendas,
tenía comida especial, tenía, recuerdo perfectamente, un cepillo de dientes,
ése era un artículo de lujo, y después que salí, Sr. presidente, después
que salí en libertad, leyendo una noticia periodística me entero por la
noticia que habían matado en un enfrentamiento al marido de Diana MARTINEZ y la
noticia, ya estoy hablando de mayo de ese año, recordaba que a Diana MARTINEZ
la había matado en un enfrentamiento en diciembre del '76 y yo estuve con Diana
MARTINEZ desde el 12 de febrero del '77 hasta mediados o fines de marzo de ese año,
yo estuve un mes y medio con ella, cuando ya había salido en los diarios que
estaba muerta y que la habían matado en un enfrentamiento, recuerdo que ella me
contó que la secuestraron cerca de Constitución en un bar, en un procedimiento
público; qué voy a decir del régimen de higiene, comida, comíamos una vez al
día y cuando venía la comida. Había muchos días en que no comíamos en todo
el día, dos o tres días pasaban y no comíamos absolutamente nada, nada, por
suerte teníamos una pileta dentro de ese pasillo y podíamos tomar agua, por
suerte teníamos una letrina, y no teníamos que pedir permiso para ir al baño;
la comida la traían, según ellos, del seminario, era siempre, siempre, lo dos
meses, un caldo con algunas papas y algunos huesos adentro, nos decían qué
esperábamos para comer, nos desesperábamos a tal punto de comer los huesos,
realmente teníamos mucha hambre, pero mucho peor que nosotras estaban los
hombres, de todas maneras, en ese lugar nosotras teníamos algunas
consideraciones, como por ejemplo, a veces nos dejaban la olla, les servían a
los hombres primero y nos dejaban la olla y nosotras podíamos, como además la
teníamos que lavar, podíamos comer hasta el final; no teníamos ni colchón ni
abrigo, ni cama, ni nada, dormíamos en el piso con frío, con calor, de a dos,
de a tres, de a cuatro, de a cinco, según las que fuéramos, muchas noches
tuvimos que dormir sentadas, porque no entrábamos en el calabozo acostadas, y
de noche nos cerraban la puerta con candado; la higiene era nada, en dos meses
nos llevaron al baño dos veces, ahora voy a relatar cómo; ya las chicas cuando
llegué, me dijeron que cuando nos llevaran al baño a bañarnos iba a poder ver
a mi marido, se comunicaba directamente con el calabozo donde estaban ellos, había
chicas que estaban hacía tiempo ahí, Silvia MUÑOZ estaba desde diciembre, el
23 de diciembre, era la más antigua, siempre la felicitábamos por eso, y ella
me decía que a ella la habían llevado a bañar y había podido ver a los
hombres y ella me dijo que estaba DE FRANCESCO allí; efectivamente, en esos dos
m eses nos llevaron dos veces al baño; íbamos vendadas, agarrándonos de la
que iba adelante en fila, nos llevaban y de paso haciéndonos chocar contra las
paredes, pegándonos, empujándonos, etc., y nos metían en el baño de a cuatro
o cinco; este baño tenía una puerta que daba al patio, con mirilla, que daba
al calabozo de los hombres, también con mirilla; mientras una se bañaba otra
miraba hacia el patio y otra hablaba con su marido; ahí lo pude ver por primera
vez a mi marido; ahí pude ver lo que era ese calabozo, Sr. presidente, le puedo
asegurar que los campos de concentración nazi no tienen nada que envidiarle,
era un cuarto muy grande, con gente tirada casi desnuda, con un olor
nauseabundo, olor a sangre, a orina, a transpiración; la gente ni se movía, ni
siquiera el hecho de que estuviéramos allí los llevaba a poder levantarse; mi
marido se acercó, me dijo que estaba bien, que estaban allí DE FRANCESCO, que
estaba FELIX; me contó que tenía mucha hambre, que tenía mucho frío, también
allí pudo ver a su marido Patricia UCHANSKI, lo vio a Carlos, yo
lo conocí también, lo conocí a Carlos SIMON, primera y última vez que lo vi,
Ana MOBILI de BONETO vio a su marido, a Roberto BONETO, María Adela TRONCOSO
vio a su marido, a BOBADILLA; Inés MENESCARDI vio a su marido, Roberto ODORIZIO
y no recuerdo más nombres; eso se repitió en dos oportunidades, en la segunda
vez que fuimos al baño ya estaban mucho peor, era realmente terrible...
Dr. Ledesma:
Laborde: No, los que ya habíamos pasado por los tormentos en todo el
tiempo que yo estuve allí, creo que no volvieron a torturar a nadie, sé que a
algún hombre lo volvieron a llevar, no tengo muy claro si lo torturaron o no
porque no teníamos contacto con ellos salvo estas dos veces que nos llevaron a
bañarnos, pero de este grupo de personas que yo nombré hasta ahora ya habían
pasado todas por Arana, así le decían; viniste de Arana, cómo si fuera tan
conocido, ¿no?
Dr. Ledesma: Ud. dice ya habíamos pasado por tormentos, ¿Ud. sufrió
tormentos en otro lado?
Laborde: No, en Arana lo que acabo de contarles, de empujones, de
amenazas, de apretujones, de tirarme, yo, considere Sr. presidente que estaba
embarazada de siete meses; me refería a que todas veníamos del mismo lugar,
inclusive el primer lugar que nombré era muy conocido para todas y todas decían
la brigada, aparentemente el lugar de distribución de prisioneros, así le decían
allí; sin embargo en la Comisaría 51 también se torturaba, aparentemente este
otro grupo de gente, que no era el COT, que tenía otros prisioneros entre los
que estaban Inés ORTEGA de FOSATTI y Diana MARTINEZ, trajo otros prisioneros
allí, pienso, si no recuerdo mal, que la primera que llegó fue Susana
FALAVELA, en realidad su nombre yo lo conocí después, porque escuchábamos que
llegaba gente, que llegaban autos; eso fue terrible, escuchamos, Sr. presidente,
que bajaban a gente y escuchamos a dos chiquitos que lloraban, a dos bebés de
muy corta edad; no entendíamos nada, no entendíamos por qué había chicos ahí;
me acuerdo perfectamente de sus llantos, durante mucho tiempo no entendíamos
por qué había chicos en ese lugar, después se fueron, es decir, se fueron, no
oímos más los llantos...
Dr. Ledesma:
Laborde: Horas, no puedo precisar cuánto, creo que era de día cuando
fueron, creo que se los llevaron cuando ya era de noche, pero sería la tarde,
cuando no oímos más a los chicos, empezamos a oír gritos de tortura,
nuevamente el lugar de tortura estaba muy cerca nuestro y escuchábamos todo,
escuchábamos lo que se preguntaba... era una mujer a la que torturaban, era una
mujer a la que torturaron durante mucho tiempo...
Dr. Ledesma: ¿Procuraron obtener información?
Laborde: Sí, yo recuerdo que ella decía "Yo soy enfermera" o
algo por el estilo, "yo soy enfermera, yo no sé nada, yo trabajo en el
hospital", y preguntaba por el chiquito, "dónde está mi chico, dónde
está mi hijo, qué hicieron con él", eso es lo único que recuerdo de ese
interrogatorio; después que termina esa sesión de tortura, que duró toda la
noche, la trajeron al calabozo con nosotras, y ahí nos enteramos de que se
trataba de Susana FALAVELA de ABDALA; estaba muy lastimada, recuerdo que tenía
una herida muy grande en un pie, y que se le infectó y estuvo durante mucho
tiempo con mucha fiebre y recuerdo que uno de los guardias le traía hojas de
tilo para que se curara; esta persona tampoco estaba en las listas en las que
estábamos nosotras, cuando venían a pasar lista, ella tampoco integraba esas
listas; también detuvieron al marido, no sé si el mismo día, al día
siguiente, a los dos días, pero ella reconoció en las torturas la voz de su
marido ABDALA, en cuanto a otras personas que estaban allí en ese momento,
puedo decir que estaba el marido de Inés ORTEGA, FOSATTI de apellido, que a mí
me llamó mucho la atención el apellido FOSATTI, porque un ordenanza de la
Facultad era de apellido FOSATTI, un ordenanza de muchos años y justamente era
el hijo de este ordenanza; yo alcancé a verlo pasar una vez que pasó por el
patio, alcancé a verlo, fue la única vez que lo vi. Posteriormente llegaron al
calabozo Elena DE LA CUADRA, embarazada de unos cinco meses; a ella no la
torturaron, pero sí oímos las torturas a su marido y creo que a su hermano
también; alguna otra persona había. Torturaron a mucha gente ese día, que
eran nuevos, que recién habían sido detenidos, y esta gente tampoco estaba en
las listas del COT, cuando volvieron a pasar lista tampoco la nombraron a Elena
DE LA CUADRA.
Dr. Ledesma:
Laborde: Esencialmente allí era picana, el submarino y también conocí
otro procedimiento que no había escuchado en Arana, que era el sapo, los tenían
estaqueados en el patio, inclusive llegamos a verlos día y noche, en el sol,
les tiraban agua. De otra gente que haya llegado, casi sobre el final llegó una
chica...
Dr. Ledesma: ¿El final a qué fecha se refiere?
Laborde: El final fue antes del traslado, es decir, últimos días de
marzo, yo había llegado el 12 de febrero; llegaron dos chicas más, una era
Elba ARTETA de CASTRO, una chica que era contadora, de mi edad, quizás un poco
más grande, yo era la mayor, eran todas chicas muy jóvenes, y una chica de
nombre Marta, que nunca pude recordar su apellido, delgadita, morocha, muy
jovencita, habían sido terriblemente torturadas también; venían de otro
lugar, no venían de ARANA; por las cosas que ellas contaban no era el mismo
lugar; como experiencias terribles en este lugar tengo que contar el parto de Inés
ORTEGA; Inés tenía en ese momento 16 o 17 años; era por supuesto su primer
hijo, estaba muy asustada, unos días antes de su parto comenzó con
contracciones y nosotras comenzamos a 11 al cabo de guardia, así se hacían
llamar; después de horas conseguimos que nos atendieran y les explicamos que
estaba con contracciones, y dijeron que iban a traer a un médico; varias horas
después llegó una persona de barba, delgado, morocho, lo pude ver porque después
tuve oportunidad de conocerlo en circunstancias muy particulares.. . y por otra
parte sé que se trata del doctor BERGES, que está con prisión preventiva
ordenada por el juez PIAGGIO, porque lo reconocí con posterioridad; ese doctor
nos sacó de la celda a Inés y a mí, ya que estaba yo embarazada, aunque yo no
tenía contracciones; nos llevaron prácticamente a la rastra, escaleras arriba,
en una escalera de cemento, donde nos golpeábamos en todos los escalones; nos
tiró en el piso y en menos de tres minutos nos hizo un tacto a cada una; era
sin duda un médico obstetra; dijo que estábamos perfectamente bien y nos
volvieron a tirar en la celda; unos días después, comenzó el trabajo de parto
de Inés ORTEGA; yo, que era la mayor, que ya había tenidos dos hijos, me
encargué de estar con ella mientras las demás pedían a los gritos ayuda;
estuvimos todas gritando al cabo de guardia para que viniera; Inés tenía
contracciones cada vez más seguidas, yo trataba de decirle que la respiración
abdominal, que el jadeo; estaba tirada en el piso, desesperada; por fin, muchas
horas después, comenzó su trabajo de parto por la mañana y vinieron a
buscarla muy tarde a la noche, se la llevaron al cuarto de al lado, el mismo que
usaban para torturar, la subieron a la mesa y vendada, oíamos sus gritos, oíamos
las risas de los guardias, oíamos los gritos del médico y por fin oímos el
llanto del bebé; había nacido un varón en perfectas condiciones aunque no lo
crean; lo oímos durante un día que lo tuvieron en una celda chiquita, que había
al lado de la nuestra; ella nos contó después que la dejaron con su bebé;
después le dijeron que el coronel lo quería ver y que se lo iban a entregar a
los abuelos; Inés no volvió con nosotras, nunca más aparecieron ni Inés ni
su bebé, ella le puso Leonardo y nació el 12 de marzo de 1977, y estaba en
perfectas condiciones y yo, después que salí, fui a la facultad y a través de
la doctora MOCOROA, profesora titular de la facultad, le hice llegar a la
familia esta noticia, le hice saber que habían tenido un nieto que se llamaba
Leonardo; bien, por fin el 28 de marzo llgó la patota, entró en nuestro
calabozo, pasó lista nuevamente y comenzó a decimos a las que nos íbamos en
libertad; primero le dijo a Cristina VILLARREAL, a quien creo que todavía no
nombré; era también una obrera de SIAP, amiga de Nelly LEGUIZAMON, que estaba
allí desde el principio, desde que yo llegué; tenía mucho miedo, estaba muy
atemorizada; le dijo que, se iba en libertad; a la segunda fue a mí, me dijo
usted se va, yo le dije señor, yo ya estoy por tener familia. "y usted se
cree, que me interesa tener otro bebé acá (no dijo bebé), usted se va".
La siguiente fue Patricia UCHANSKI, ella le preguntó y él le dijo no... vos
tenés para un rato más todavía; todavía no apareció; a las demás no les
dijo nada, simplemente les pasó lista; al día siguiente o al otro día, el 30
de marzo, vinieron y se la llevaron a Cristina VILLARREAL en un auto, junto con
unos hombres, con uno de los hombres que sacaron del calabozo; posteriormente me
enteré de que efectivamente está en libertad; el 1 de abril hubo una gran
requisa, un gran terror, nuevamente la patota, nuevamente los preparativos, se
aproximaba un traslado, nos revisaron a todas nuevamente, entraron dos celulares
en el patio de la Comisaría 51 y comenzaron a llevarse a todas, solamente
quedamos en el calabozo Inés ORTEGA, Elena DE LA CUADRA, Susana FALAVELA,
ARTETA de CASATRO, Marta, se llevaron a todas las demás; no sabíamos adónde,
en algún momento intermedio, se habían llevado por unos días a Inés
MENESCARDI de ODORIZ0, cuando volvió, volvió acompañada de Anahí FERNANDEZ,
y de una chica que llamaban Chela, que creo que el apellido es PERDIGUE, el
apellido de casada; ella volvía de la brigada, así decían, y nos contaban que
por allí pasaba mucha gente, nos contaban que había otros lugares de detención,
nos contaban que había un lugar mucho peor, que estaba en Banfield, que tenía
piso rojo, también se la llevaron en el traslado del primero de abril, se
llevaron a muchos hombres, a casi todos, debo decir también que los hombres
estaban separados, en un calabozo, aparentemente estaban los de este grupo COT,
y en el otro que estaba pegado al nuestro estaba el grupo donde estaba BONAFINI,
DE LA CUADRA, FOSATTI, ABDALA, aparentemente, ésos eran del otro grupo.
Dr. Ledesma: ¿Sobre qué base discrimina el grupo COT de ese segundo
grupo?
Laborde: Sobre la base de las listas, fundamentalmente, que a los otros
no les pasaban listas, ya a esta gente la habían torturado, allí en la quinta,
en general salvo el caso de BONAFINI, no provenían de Arana.
Dr. Ledesma: Pero la designación grupo COT, ¿de dónde provenía?
Laborde: No, grupo COT, es porque yo, habíamos oído a los guardias, en
los momentos previos a que llegaba la patota.
Dr. Ledesma:
Laborde:
Dr. Ledesma: ¿A los otros que la trasladaban, puede individualizarlos?
Laborde: No, señor, supongo que eran policías, pero lo supongo yo, podían
ser cualquier cosa, yo iba acostada en el auto, vendada, los ojos vendados y con
las manos atadas atrás, me dediqué, absolutamente todo el tiempo que duró el
viaje, a decirles que yo me iba en libertad, que ellos me habían dicho que me
largaban, que me llevaran a un hospital; ellos me dijeron que me llevaban a un
hospital, me decían que sí, me decían sí a todo, me insultaban, les decía
que estaba por nacer mi criatura, que no podía aguantar más; que pararan, que
no era mi primer hijo, yo sabía que estaba por nacer; Lucrecia no hacía nada,
el que manejaba y el que lo acompañaba se reía, me decía que era lo mismo,
que igual me iban a matar, iban a matar al chico, qué me importaba; por fin, yo
no sé ni cómo alcancé a sacarme la ropa interior para que naciera, realmente
no lo recuerdo; les grité, íbamos a toda velocidad por la ruta que une La
Plata con Buenos Aires, iba el auto a toda velocidad, y yo les grité ya nace,
no aguanto más, y efectivamente nació, nació mi beba, Lucrecia gritaba ya
nació, paren; pararon en la banquina, estábamos exactamente frente al
laboratorio Abbot, creo que es en el cruce de Alpargatas; mi beba nació bien,
era muy chiquita, quedó colgando del cordón, se cayó del asiento, estaba en
el piso, yo les pedía por favor que me la alcancen, que me la dejen tener
conmigo, no me la alcanzaban, Lucrecia le pidió un trapo al de adelante, que
cortó un trapo sucio y con eso ataron el cordón, y seguimos camino; habían
pasado tres minutos; mi beba lloraba, yo seguía con las manos atrás, seguía
con los ojos tapados, no me la querían dar, señor presidente, ese día hice la
promesa de que si mi beba vivía y yo vivía, iba a luchar todo el resto de mis
días porque se hiciera justicia; seguimos camino, inclusive se perdieron; yo
viví toda mi vida en Temperley, y no conocían dónde estábamos, pararon el
auto y le preguntaron a un señor que estaba esperando el colectivo dónde
quedaba la calle Molina Arrotea, porque estaban perdidos, yo estaba detrás
desnuda con mi beba colgando, llena de sangre, por fin encontraron el camino, y
llegamos al "Pozo de Banfield", me dejaron en el auto, abrieron las
cuatro puertas, como solían hacer; hacía mucho frío, era de noche, de
madrugada, me tuvieron 2 horas, 3 horas allí con mi beba llorando en el piso y
yo no podía hacer nada por recogerla; por fin, bajó o llegó el médico, el
doctor BERGES, cortó el cordón y se fue inmediatamente; les pedí por favor
que me entregaran la nena, ahora que habían cortado el cordón, y alguien me la
dio y la pude poner sobre mi vientre; ordenó que me subieran y me subieron;
quisieron subirme con una camilla hecha con una puerta, yo me caía, la beba se
me caía, golpeaban contra la pared. Yo pedí por favor que me dejaran subir
caminando; subimos un piso, el famoso piso de cerámica rojo del que me habían
hablado; ya allí supe que estábamos en Banfield, justamente porque habían
preguntado en el camino.
Dr. Ledesma: ¿Por qué se llamaba el pozo de Banfield, señora?
Laborde: El pozo de Banfield es la brigada de investigaciones de
Banfield; tuve oportunidad de reconocerla, primero con la CONADEP, y después
con el doctor PIAGGIO; estuve dos veces en la celda donde me tuvieron; lo
recorrimos todo y está exactamente igual, como estaba hace ocho años, la única
diferencia que tiene es que en el segundo piso, al final del pasillo había un
baño, que no se conectaba con el baño de al lado; ahora han derrumbado esa
pared, y se nota perfectamente que está derrumbada; me subieron un piso, entré
en un local muy grande que tenía mesadas de mármol, no de mármol, mesadas de
azulejos blancos, había una camilla en el centro, me hicieron acostar; lo
primero que hizo el doctor BERGES fue sacarme el tabique y me dijo: "ya no
te hace falta---. Eso y una sentencia de muerte era lo mismo. De allí en
adelante les vi las caras a todos, realmente pensé que no iba a salir nunca más
de allí; el doctor BERGES me acostó en la camilla y de un solo apretón me sacó
la placenta y la tiró al piso, mientras me insultaba; yo no hacía más, no
escuchaba los insultos, yo lo único que decía era que a mí me habían dicho
que me dejaban en libertad, que avisaran en La Plata, que yo me iba a perder,
nadie me escuchaba; una vez que me sacó la placenta y la tiró al piso, mi beba
la habían apoyado en la mesada, estaba sucia, lloraba, tenía frío, yo pedía
por favor que me dejasen estar con ella; me hicieron pasar, me trajeron dos
baldes y me hicieron baldear el piso y limpiar la camilla; me hicieron limpiar
todo, tuve que hacer todo eso frente al oficial de guardia, frente a todos los
guardias que se reían; cuando terminé de limpiar todo me dieron mi vestido
para que lo lavara; lo lavé y pude recuperar mi ropa interior también; después
me dejaron agarrar mi beba y lavarla con agua fría, y tuve esa noche la
deferencia de dormir por primera vez en una cama, en un catre, en un calabozo
grande que había allí cerca; me dormí, estaba agotada, me desperté muy pocas
horas después temblando, mi beba se me había ahogado, casi se me muere; al día
siguiente me vinieron a buscar y me hicieron subir otro piso; así llegamos a la
zona de calabozos; me metieron al primer calabozo con mi nena, cerraron la
puerta, inmediatamente empezaron a preguntar las demás detenidas, ¿quién llegó?;
yo dije mi nombre y nuevamente oí la voz de Patricia UCHANSKI, que estaba ahí;
me gritaba Adriana, no puede ser por qué estás acá; empezó a los gritos y
logró que el guardia la pasara a mi calabozo; estuvo conmigo, me ayudó con la
beba, yo tenía dolores muy grandes, y ella me ayudó; después fui conociendo a
las demás, ese lugar era peor todavía; allí nadie pasaba lista, a nadie le
interesaba quiénes éramos, allí estábamos todo el día encerradas en un
calabozo, allí no nos dejaban salir ni siquiera para ir al baño, allí no
escuché tortura, pero era una tortura; allí Patricia me contó que había
asistido a un parto, pocos días antes, el de María Eloísa CASTELLINI; yo creí
que no iba a volver a escuchar algo peor que mi parto, nunca en mi vida, sin
embargo fue peor, fue en el piso del pasillo, tirada; Patricia la atendió, nació
sola, era una nena, después que nació le alcanzaron un cuchillo de cocina; con
eso Patricia cortó el cordón y se llevaron a la beba; cuando yo la conocí a
Eloísa todavía tenía pérdidas, tenía leche, se sacaba la leche porque los
pechos se le hinchaban mucho, también me enteré allí, y es una cosa muy
curiosa, estaba entre las detenidas Manuela SANTUCHO, la hermana de SANTUCHO, el
que mataron, había sido detenida ella, Cristina NAVAJAS de SANTUCHO y Alicia
LAMBRA, las tres en julio del año '76, ya hacía 8, 9 meses que estaban
secuestradas, estaban muy bien, muy enteras, a pesar de las torturas, estaba María
Eloísa CASTELLINI y estaba una chica, la cual yo por muchos años no recordé
su nombre, me acordaba el apodo, le decían "La Gata", era muy bonita,
rubia y ella me contó su parto y yo realmente pensé, pensé que se había
vuelto loca, porque después de haber visto el parto de Inés ORTEGA, de haberlo
oído, después de haber vivido mi parto, después que me habían contado el
parto de María Eloísa CASTELLINI, lo que esta chica me contaba me parecía
increíble, y yo pensé realmente que de las torturas había quedado loca, tanto
es así que no recordé esta historia durante mucho tiempo. Esta chica me contó
que había estado secuestrada en el Pozo de Quilmes, así lo llamaba ella, que
la habían llevado en el momento del parto al hospital de Quilmes, que la habían
internado en el hospital de Quilmes, y que había tenido su criatura en una cama
de un hospital municipal y que la había atendido una partera, y una enfermera,
y que ella le había dado a la partera y a la enfermera su nombre y el teléfono,
no sé si la dirección, la forma de comunicarse con su madre y que ella tenía
la esperanza de que le hubieran avisado, me dijo que había tenido una mujer, y
yo no le creí, no podía creer que fuera verdad y que después le habían
quitado la nena y que la habían llevado allí. Muchos años después me enteré
que "La Gata" era Silvia Mabel ISABELA VALENZI, y que toda esta
historia era verdad. También llegaron en esos días, creo que fue un viernes,
al viernes siguiente que yo llegué, dos chicas, Ana María CARACOCHE y Cristina
MARROCO. Cristina MARROCO, muy golpeada, muchos moretones, había hecho un
aborto porque estaba embarazada de dos meses, y por las torturas creo, había
hecho un aborto, y Ana María CARACOCHE, con un brazo vendado, con un brazo
enyesado, perdón, porque se lo había quebrado en el momento del secuestro o
después, no me acuerdo, me contó, con Ana María estuvimos juntas en el
calabozo y charlando encontramos que unas primas de mi marido eran conocidas de
ellas, de ahí salió toda la relación familiar. Estuvimos charlando mucho y
contándole yo de dónde provenían, y contándole que había oído en la 51 el
llanto de dos chiquitos, contándole que uno de los chiquitos era de Susana
FALAVELA y que Susana FALAVELA me había dicho que era de una vecina, ella me
dijo: esa vecina soy yo. Ese chiquito que vos oíste en la 51 era mi hijo. A mí
me llevaron mi hija con mi vecina, uno de los chiquitos que estaba en la 51 era
el hijo de Susana FALAVELA, la otra era María Eugenia GATICA.
Dr. Ledesma: ¿Cómo hace que esta unión, que uno de los chiquitos, la
comprobación de que uno de los chiquitos era el hijo de GATICA?
Laborde: Yo sabía perfectamente que eran dos chicos los que lloraban,
porque eran muy chiquitos, uno era más chico que el otro, se oían los dos
llantos y los dos quejidos, se diferenciaba. Cuando Susana FALAVELA entra al
calabozo, cuando logra reponerse de sus torturas, nos empieza a contar,
preguntarnos por los chiquitos, quiénes eran porque habían sido traídos con
ella, es decir, una vez que se fueron los chiquitos, comenzaron a torturarla a
ella, entonces ella nos comentó el procedimiento en su casa, nos contó que
estaba con ella su hijo, que realmente no recuerdo el nombre y que estaba con
ella también una nena de una vecina, que no me dijo que era la nena de una
vecina, y que la habían llevado, con ella allí a la comisaría 51 y que luego
se los habían llevado diciendo que se les iba a entregar a los abuelos,
inclusive me acuerdo que ella me contó que les había dado la dirección de los
padres, que creo si no me equivoco que era en Mercedes, y creo recordar que el
padre de FALAVELA era juez, creo, no estoy segura, nunca hablé con la familia
FALAVELA, después de eso, bueno cuando yo llego a Banfield, y me encuentro con
Ana María CARACOCHE de GATICA, y le cuento este episodio, ella me cuenta su
secuestro, ella había salido de su casa circunstancialmente con su bebé, y que
cuando vuelve se entera de que habían hecho un procedimiento en la casa de al
lado y que se habían llevado también a su hija, entonces deducimos que se
trataba, por la fecha, que se trataba de la misma chiquita, yo no la vi a la
chiquita, no podría jurar que se tratara de la misma pero digamos que,
absolutamente todo coincide, las fechas, el secuestro de Susana FALAVELA, etc.,
el 25 de abril, me acuerdo que era un lunes, nuevamente requisa, nuevamente
gritos, nuevamente órdenes, se preparaba un nuevo traslado, efectivamente, nos
hicieron preparar a todos, digo a todos porque en el ala de atrás quedaban
pared de por medio, los calabozos, otro pasillo, estaba lleno de hombres. Allí
estuvieron Roberto GONETO, Carlos SIMONS, Patricia, inclusive me contó, que
unos días antes que yo llegara la habían hecho ver con el marido, que lo habían
hecho bañar y afeitar a él, lo habían tratado en un calabozo, que ella estaba
segura de que estaba en libertad, Anahí FERNANDEZ, también se fue antes que yo
llegara, con Carlos SIMONS, se fueron el mismo día. Estaba lleno de hombres, la
parte de atrás, y nos comunicábamos por intermedio de la pared, con golpes...
Y cuando los hombres que estaban atrás se enteraron que había llegado yo por
las chicas y que había una beba, me mandaron, a pesar de su condición, a pesar
del hambre, porque la comida no había mejorado, mucho peor, había empeorado,
comíamos menos que en la 51, me hicieron llegar a través de las chicas la poesía
más dulce que he escuchado en mi vida, era, llegó Teresa, la que nació presa,
Teresa es mi hija... el 25 de abril... se los llevaron a todos, nuevamente
traslados, nuevamente preparativos, Patricia me dijo: Adriana, vos te vas... vos
te vas en libertad, dejame tu vestido, yo estoy casi desnuda. Le dejé mi
vestido, a mí me dieron un camisón que tenía Patricia en ese momento. No se
por qué, estaba en camisón y en una casaca azul, bordada, se los llevaron.
Nunca más se supo de ninguno de ellos, dos días después, el 27 de abril...
por la tarde sube un oficial a los calabozos, casualmente era el mismo que
estaba de guardia cuando yo llegué, me llama por mi nombre y apellido, cuando
yo salgo del calabozo con mi beba, este hombre empezó a ponerse muy nervioso,
transpiraba, se aflojó la corbata, dudaba. .. me decía, es Ud. sí Sr. soy yo,
bueno, espéreme un minutito, bajó, subió, me llevó a otro calabozo, me empezó
a decir... qué haría yo si me dejaran en libertad, que no tenía que decir
nada, que no tenía que contar nada, que todo lo que había oído ahí eran
mentiras, que eran discos que ponían para asustar a los prisioneros, que si no
quería volver a ese lugar me callara la boca, que me fuera del país... El sabía
Sr. presidente que mi familia había conseguido una beca para Alemania para
nosotros, me lo dijo en ese momento. Me dijo, Uds. se van a Alemania, vos y tu
marido, váyanse, ya tienen la beca, tienen los pasajes, váyanse mañana mismo.
Los van a limpiar sino, él sabía, esta gente evidentemente tenía contactos
con mi familia... Muchos años después me enteré que una de las personas que
tenía contacto con mi familia era el oficial ROUSE, pero lo cierto es que
estaban muy enterados, porque, efectivamente, mi familia había gestionado... no
sé cómo, a través de un pastor de no sé qué... una beca para irnos a
Alemania mi marido y yo, y tenían los pasajes para que viajáramos al día
siguiente. Este señor...
Dr. Ledesma: Su destino... su grado...
Laborde: No sé absolutamente nada más... Leí su grado porque hasta un
tiempo antes era su apellido... En la lista que publicó "El
Periodista". Después del informe de la CONADEP. Este señor después de
amenazarme me preguntó dónde vivía, yo sabía dónde estaba, yo sabía que
estaba en el Pozo de Banfield. Había en el pasillo unas ventanas que cuando nos
sacaban al pasillo a darnos de comer, cuando nos daban de comer.. . podíamos
subirnos y mirar, y veíamos la calle. Yo vela el colectivo que pasaba por ahí
y yo lo conocía. Yo viví 25 años en Temperley, entonces yo sabía dónde
estaba y que estaba más cerca de la casa de mis padres que de La Plata. Y yo lo
notaba que este señor estaba muy nervioso; este señor transpiraba, bajaba, subía...
Evidentemente había recibido órdenes de liberarme, yo me di cuenta de que me
liberaban, y entonces le dije que mis padres vivían en Temperley, le dije la
calle, me preguntó la calle, me preguntó el número, me preguntó todas las
manzanas, me preguntó todas las calles de Temperley, me preguntó el número de
teléfono, me preguntó el nombre de mis padres, de mi madre, de mi abuela. Bajó...
certificó todas esas informaciones que yo le estaba dando. No me cabe la menor
duda, me volvió a preguntar de la estación Temperley de cuántas cuadras a
Lomas, de cuántas cuadras a Banfield, de cuántas cuadras a Adrogué, le
contesté todo y por fin me vendaron nuevamente, muy fuerte, me ataron las
manos. Me dieron mi beba que me la habían sacado por unos minutos, a pesar de
mis gritos... Mi beba, mi beba estaba llena de piojos, igual que yo, mi beba
estaba desnuda. Estuvo todo el tiempo con un pañal.... que eso fue lo que
conseguí que un guardia que se apiadó de mí me trajera un pañal, y en el
momento en que me liberaban, me trajeron un enterito color celeste, con un pañal
estuvo quince días. Tenía el privilegio de que me dejaban ir al baño una vez
al día para lavar el pañal, y me trajeron un cajón de escritorio para poner a
mi beba. Se llenó de pulgas. Yo pasaba el día sacándole las pulgas. Nunca había
visto piojos, creo que eran piojos blancos, nunca los había visto. Después me
dijeron que se llaman piojos de costura, yo estaba llena de piojos... y mi
bebita también. Me dieron mi beba y la pude vestir. Este señor pedía
desesperadamente que alguien me diera ropa. Yo estaba hecha una bruja, con un
camisón con ojotas, me ataron las manos, me vendaron los ojos y uno de ellos
llevaba mi nena. Cuando bajamos la escalera, escuché que uno de los guardias
decía... Apagá la luz, o querés que nos vea todo el barrio. Hoy sé que esa
escalera tiene vidrios que dan a la calle y que se ve desde afuera. La gente que
baja y sube. Me metieron en un auto, me soltaron las manos, me dieron mi beba.
Era un auto oscuro, creo que era un Renault, un Renault 12 negro o azul oscuro,
iban dos personas adelante y una persona conmigo atrás; me amenazaron
nuevamente de que no hablara, que no gritara, que no los mirara, que no me
moviera, iba vendada. Hicimos un largo camino. Yo ya lo conocía; por fin
estacionaron; unas cuadras antes me sacaron la venda. Me dijeron que si abría
los ojos me mataban... Estacionaron, abrieron la puerta y me dijeron bajate, no
mirés para atrás o te matamos. Me dejaron en la calle, en la calle Mitre entre
Alcorta y creo que la otra se llama Correa, exactamente a una cuadra y media de
donde vivo hoy, a tres cuadras o cuatro de donde vivían mis padres. Con mi
beba, sin documentos, sucia, en camisón, con ojotas, caminé esas tres cuadras.
Y toqué timbre en la casa de mi madre. Sr. presidente... ahí terminó mi
infierno... El de miles continúa, yo debo decir, Sr. Presidente, porque sé que
Ud. me lo va a preguntar... Yo no militaba en ningún partido político, yo
trabajaba en la Asociación de Docentes e Investigadores de la Facultad de
Ciencias Exactas... Después del golpe la prohibieron, ni tampoco, ni eso,
"ADIFSE" era la sigla. Yo, Sr. presidente, no militaba en ningún
partido político... pero mis ideas eran públicas, yo era docente investigadora
de la facultad. Mis compañeros me conocían, me querían. .. Todos sabían cuál
era mi posición política, no era ningún secreto. Yo fui profundamente
antigolpista, dentro de mis posibilidades, con mis compañeros de trabajo que
algunos decían que esto no se aguanta más... Yo decía, un golpe va a ser peor
para nuestra patria, va a sembrar hambre y destrucción. Durante la época de la
dictadura, lo poco que viví adentro Je la facultad, efectivamente, me opuse a
ello, dentro de mi lugar de trabajo.
Dr. Ledesma: Está bien Sra. ¿alguna otra circunstancia de interés
sobre los aspectos de su detención, o alguna otra cosa que haya quedado sin
decir ... ?
Laborde: Sí... Pienso que es importante decir...
Dr. Ledesma: Lo más sintéticamente posible.
Laborde: Que al día siguiente de mi libertad, fuimos a la facultad con
mi marido, hablamos con el decano, le contamos nuestra experiencia. Pedimos que
se nos incorpore a nuestro lugar de trabajo, se nos había suspendido. Una
suspensión recautelar, nos habían aplicado por abandono de cargo, ahí se
inició, Sr. presidente, un trámite que duró 6 meses, pedíamos que se nos
reincorporara, pedíamos que se nos pagaran los sueldos, ese expediente está en
la Universidad de La Plata, nunca nos reincorporaron. Yo renuncié el 11 de
agosto agotada de tener que ir a las juntas médicas que me exigía la
universidad que fuera, juntas médicas de psiquiatría para demostrar que no
estaba en condiciones de hacerme cargo de los alumnos, Harta de eso, renuncié
el 1 de agosto, y a mi marido lo echaron por abandono de cargo... Y aún no nos
reincorporaron Sr. Presidente. Un año y medio después de haber pedido la
reincorporación. Ese día que fuimos a La Plata aproveché para hablar con
todos mis compañeros, con todos mis amigos, con todas las autoridades, aproveché
para avisarles a la mayor cantidad posible de familias de La Plata, así le
avisamos a la familia de FOSATTI, a la familia de ORTEGA, a la familia de
LEGUIZAMON, a la familia de BONAFINI, no recuerdo a quién más, a la familia de
LA CUADRA por teléfono, algunos avisos llegaron, otros no. Viajamos a Mar del
Plata porque mi familia nos mandó a Mar del Plata, no queríamos irnos del país,
rechazamos la beca, no queríamos irnos... pero nos tuvimos que ir de La Plata,
nos aterrorizaron, tuvimos miedo. Perdimos nuestros trabajos, perdimos nuestra
casa, perdimos nuestros amigos, nos quedamos sin trabajo, nos tuvimos que ir. A
mí lograron aterrorizarme, Sr. presidente, por suerte no lograron aterrorizar a
todo el pueblo, hubo madres, hubo abuelas, hubo familiares Sr. que los
enfrentaron y hoy... Estoy aquí pidiendo justicia. Creo que no tengo nada más
que decir...
Dr. Ledesma: Sr. fiscal, ¿alguna pregunta?
Dr. Strassera: Ninguna pregunta Sr. presidente.
Dr. Ledesma: ¿Las defensas quieren formular alguna pregunta? Muchas gracias. Sra. su testimonio ha terminado.
Testimonio respecto de Alicia Raquel D'Ambra
Buenos Aires, 26 de mayo de 1999
Adriana Calvo, de nacionalidad argentina, manifiesta que:
* Fue secuestrada el 4 de febrero de 1977 en la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires.
* Permaneció en cautiverio hasta el 28 de abril del mismo año, siendo trasladada a distintos campos de concentración.
* El 15 de abril fue trasladada al denominado Pozo de Banfield, sito en la intersección de las calles Siciliano y Vernet de la localidad de Banfield, Provincia de Buenos Aires.
* El 16 de abril conoció a Alicia Raquel D’Ambra quien estaba también secuestrada en ese lugar.
* Compartió el cautiverio con ella hasta el 25 de abril, fecha en que Alicia fue trasladada con destino desconocido junto a un numeroso grupo de personas.
* De lo conversado con Alicia puede recordar:
que había sido secuestrada a mediados del año 1976, junto a Manuela Santucho y Cristina Navajas de Santucho.
que las tres fueron llevadas primero al campo de concentración conocido como Automotores Orletti y luego a Campo de Mayo.
que en Automotores Orletti fueron brutalmente torturadas.
que en Campo de Mayo fueron interrogadas por oficiales del Ejército Argentino de alta graduación.
que a fines de 1976 fueron trasladadas al Pozo de Banfield.
Autoriza a presentar este testimonio ante la justicia alemana y queda a su disposición para ampliarlo.
Buenos Aires, 26 de mayo de 1999.
Adriana Calvo