Legajo N° 2539
Además de las situaciones relatadas en los casos anteriormente reseñados, obran constancias en esta Comisión de la denuncia que formulara ante la Justicia Nacional el ciudadano uruguayo Enrique Rodríguez Larreta Piera, sobre los hechos que trágicamente le ha tocado vivir, la que por su contundencia es de interés, en lo principal, transcribir literalmente sus párrafos más pertinentes:
"En fecha l° de julio de 1976 fui
informado por mi nuera, Raquel Nogueira Paullier, de la desaparición de mi hijo
Enrique Rodríguez Larreta Martínez, uruguayo, casado, de 26 años de edad,
padre de un niño de 5 años, de profesión periodista y con residencia legal en
la República Argentina desde el año 1973. De inmediato nos pusimos en contacto
con un abogado y con su asesoramiento presentamos un recurso de 'hábeas corpus'
... " "Varios días después se me informó que el recurso se
archivaría ya que las autoridades habían informado que no se registraba pedido
de captura contra mi hijo y que tampoco se encontraba detenido. En la noche del
13 al 14 de julio una banda de entre 8 y 12 personas armadas, luego de penetrar
en el edificio de departamentos en que se domiciliaban ni¡ hijo y mi nuera,
derribaron la puerta del departamento e irrumpieron en él sin exhibir ninguna
orden de allanamiento... mi nuera y yo fuimos sacados de la casa y se nos
introdujo en una camioneta cerrada. El vehículo en que viajamos se dirigió a
otra casa; luego de estacionar unos minutos se introdujo junto a nosotros a una
pareja, tras de lo cual se nos condujo a un local para entrar al cual fue
necesario levantar una ruidosa cortina metálica de enrollar. Pude advertir de
inmediato que en ese local se hallaba un número elevado de personas en las
mismas condiciones que yo. Entre ellos identifico a mi hijo por su voz y porque
hablan utilizado para encapucharme una bolsa de azúcar de trama no muy cerrada,
lo que me permitía ver las siluetas. Posteriormente, un guardia se apercibe de
que puedo distinguir algo, por lo que me da una golpiza y me venda los ojos
fuertemente con un trapo. Pude reconocer también entre las personas que se
hallaban allí a Margarita Michelini -hija de mi amigo el Senador Zelmar
Michelini, asesinado poco tiempo antes- y León Duarte, dirigente obrero
uruguayo de relevante actuación en el movimiento sindical de mi país. Mientras
se me tortura me formulan preguntas sobre las actividades políticas de mi hijo
y sobre mi participación en el Partido por la Victoria del Pueblo al que,
según ellos, pertenecía mi hijo. Es en este cuarto donde puedo ver, en un
momento en que por la copiosa transpiración se corre algo la venda, que en la
pared hay colgado un retrato de Adolfo Hitler de regular tamaño. Luego de
sufrir ese tratamiento se me reintegró a la planta baja y permanecí allí
hasta el día en que fui trasladado al Uruguay. Reconozco claramente la voz de
Gerardo Gatti Antuña a quien conozco desde hace mucho tiempo como dirigente
sindical de los obreros gráficos del Uruguay. Por comentarios de otro de los
secuestrados -en momentos de descuido de los guardias podemos cambiar algunas
palabras en voz baja-, me entero que otra de las voces escuchadas en la planta
baja es la de Hugo Méndez, otro sindicalista uruguayo. que había sido
secuestrado en Buenos Aires en el mes de junio. Con el paso de los días puedo
darme cuenta -por el contenido de las conversaciones y los modismos que emplean-
que la gran mayoría de los que participaron en el operativo de secuestro y
todos quienes nos custodian son argentinos. Algunos militares uruguayos
pertenecían a un grupo llamado OCOA (Organismo Coordinador de Operaciones
Antisubversivas) integrado por militares y policías uruguayos que se distinguen
en el trato entre ellos, con el nombre de 'Oscar' seguido de un número ordinal.
El día 26 de julio se nos dijo que nos preparáramos para ser trasladados. Ya
lo habían dicho tres días antes pero en esa oportunidad, según comentarios de
la guardia, el avión en el que debíamos viajar no llegó por la fuerte
tormenta de ese día, por lo que se postergó la operación. Se nos colocó tela
adhesiva en los ojos y en la boca... Nos hicieron subir a la caja de un camión
y sentarnos en el piso... Finalmente partimos de la casa en la que habíamos
permanecido secuestrados. En ese momento quedaron en ella Gerardo Gatti, León
Duarte y Hugo Méndez sobre cuyo destino nunca más supe nada. El camión en que
se nos trasladaba iba fuertemente custodiado a juzgar por el ruido de numerosas
motos y automóviles a nuestro alrededor, que hacían sonar sirenas en los
cruces para interrumpir el tránsito. Nos condujeron a la Base Militar contigua
al Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires. Pude darme cuenta de ello al
descender, ya que con la transpiración producida por el encierro y la llovizna
que estaba cayendo en esos momentos la tela adhesiva se había desprendido algo,
dejando cierta visibilidad. Una vez descendidos del camión se nos hizo subir a
un avión 'Fairchild' de los que utiliza la Fuerza Aérea Uruguaya y están
afectados a los servicios TAMU (Transporte Aéreo Militar Uruguayo) y PLUNA
(Línea Nacional de Aeronavegación). Algunas de las personas que viajaban
conmigo pudieron apreciar el distintivo PLUNA en bolsas de polietileno puestas
en el bolsillo de los asientos. Viajamos sentados y el vuelo duró alrededor de
una hora, según mi estimación. Al aterrizar y descender pude advertir que
estábamos en la Base Aérea Militar N° 1, contigua al Aeropuerto Nacional de
Carrasco, en las afueras de Montevideo. La noche del día 14 de agosto se nos
sacó presurosamente del lugar en el que fuimos alojados'. 'Realizamos un viaje
de entre 20 y 30 minutos hasta nuestro nuevo destino. Al llegar se nos hace
descender al subsuelo de una casa donde se nos introduce en una pieza grande,
con piso de madera, donde nos dividieron en dos grupos, uno sobre cada pared. En
ese lugar el Mayor Gavazzo nos dirigió un discurso, enterándonos que
estábamos en manos de lo que llamó Tuerzas especiales de seguridad' de la
República Oriental del Uruguay y que estábamos sometidos a una rigurosa
disciplina en que cualquier falta sería severamente castigada. A los pocos
días de estar en esta casa son retirados de la habitación que servía de celda
común, Félix Días Berdayes (15 de agosto) y Laura Anzalone (el 20 de agosto)
compañera del anterior, de quien se hallaba embarazada. El día 26 de agosto
-lo recuerdo con precisión por tratarse del día siguiente a una importante
fecha histórica del Uruguay y varios de, los guardias hicieron comentarios de
la parada militar que se realizó- volvió el Mayor Gavazzo, nos hizo poner de
pie y nos planteó lo siguiente: Que ellos -las fuerzas especiales de seguridad
del Uruguay- nos habían salvado la vida al rescatarnos de los asesinos
argentinos, que 'nos querían mandar para arriba a tocar el arpa con San Pedro'.
Que por lo tanto debíamos contribuir a que se justificara nuestra presencia en
el Uruguay, para lo cual debíamos prestarnos a simular una tentativa de
invasión armada por un grupo guerrillero que había ingresado clandestinamente
a la altura del Río Negro, donde sería 'sorprendido' por tropas uruguayas...
Para presionarnos insistió en recordar que si bien nos habían salvado la vida
estábamos exclusivamente en sus manos y nadie conocía nuestro paradero...
La totalidad de los secuestrados rechazó este planteamiento. En caso de
negativa, dijo que no le quedaba otro remedio que devolvernos a la Argentina
para que nos asesinen. Carezco de antecedentes penales de clase alguna y si se
me ha secuestrado y enviado a la fuerza al Uruguay, es por el solo hecho de
haberme encontrado en Buenos Aires buscando a mi hijo desaparecido, con todos
mis documentos en regla y dando los pasos que la Constitución y la ley me
permitían. Deseo aclarar, que a mediados de setiembre fue traído desde Buenos
Aires quien luego supe era Alvaro Nores Montedónico, hermano de María Pilar
Nores Montedónico, refugiada uruguaya también secuestrada en Buenos Aires y
que había viajado con nosotros pero en condiciones distintas. El día 22 de
diciembre se me deja en libertad conduciéndoseme hasta mi domicilio. La casa
donde fui secuestrado es propiedad de mi nuera Raquel Nogueira Paullier. Cuando
ya liberado viajé a Buenos Aires visité a la misma, la cual había sido
saqueada. Posteriormente se me informó que luego del secuestro fue clausurada
con una faja que rezaba 'EJERCITO ARGENTINO'. El portero fue testigo presencial
de los hechos ocurridos. Reitero que el inmueble es el sito en la calle Víctor
Martínez 1480 de la Capital Federal. Cuando decidí salir del Uruguay para dar
testimonio de estos hechos, viajé a la ciudad de Buenos Aires. Allí en
contacto con integrantes de la colonia uruguaya de refugiados, pude enterarme
que mi descripción coincidía con la que había hecho un matrimonio argentino
que tiempo antes había logrado fugar de la casa en que se lo retenía
ilegalmente y que ubicaron en la calle Venancio Flores esquina Emilio Lamarca.
Concurrí al lugar y efectivamente es donde estuvimos detenidos. Es un antiguo
taller que tiene en su frente un cartel que dice 'Automotores Orletti'. Al ser
liberado supe que en el mes de setiembre de 1976 se había denunciado la
desaparición de varias decenas de refugiados uruguayos en Buenos Aires,
incluyendo tres niños de corta edad secuestrados junto a sus padres. Todo lo
dicho implica una clara denuncia de intervención en un país extranjero a la
vez que una violación de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre,
de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y de la
Convención de Ginebra de 1951 sobre el refugiado político".