Detenciones conjuntas

 

Otro aspecto tétrico de la represión aplicada contra el grupo familiar, consistió en hacerlo compartir el cautiverio y aun los vejamenes y la tortura, durante períodos variables y en condiciones disímiles. En diversos testimonios se deja constancia de la detención del grupo familiar, de su permanencia en lugares clandestinos y de la terrible experiencia de ver u oír torturar a un ser querido.

«Detuvieron a mi hijo León el 19 de octubre de 1977 a las 20 horas. Tres horas después se presentó en mi casa de Capital Federal un grupo integrado por doce personas que se identificaron como "fuerzas legales", y nos llevaron a mi esposo y a mí en dos coches distintos. Nos vendaron, y después de andar una hora entramos a un lugar donde nos engrilaron. Allí pude hablar con mi hijo, cuando iba a los baños. Estaba muy lastimado por la tortura y sin ropa, solamate en calzoncillos. Mi esposo fue golpeado, quedó bastante mal y nos separaron. Estuve en esas condiciones ocho días, durante los cuales escuché gritar a mi hijo mientras lo torturaban, a pesar de la música ensordecedora.»

Luego me dijeron que quedaba en libertad, y que mi hijo no estaba involucrado en nada, que no hiciera nada porque de lo contrario iban a aparecer los dos cadáveres en la puerta de mi casa. Mi esposo apareció cuarenta días después y cuando lo liberaron volvieron a decirle que nuestro hijo era inocente. Desde esa fecha hablamos cuatro veces por teléfono con mi hijo, la última fue el 30 de marzo de 1978. A partir de entonces no volvimos a tener noticias de él».

(Testimonio de Leon Gainaj, legajo N° 1328).

 

«El día 28 de mayo de 1976, a las 6 de la mañana, se presentaron en nuestro domicilio de Villa Adelina, provincia de Buenos Aires, personas de civil y armadas que alegaron pertenecer a la Policía Federal. Venían a buscar a nuestro hijo Francisco, pero como no lo encontraron decidieron llevarnos detenidos a mi esposa y a mí. Fuimos encapuchados y esposados, nos llevaron en diferentes vehículos. Mi esposa fue liberada a los pocas horas y yo permanecí cuatro días detenido en la Escuela de Mecánica de la Armada. Mi hijo fue secuestrado ese mismo día, una hora y media después que nosotros en su lugar de trabajo. El primer día pude hablar con el dos veces y en los tres siguientes pude oír sus gritos de dolor cuando lo torturaban».

(Francisco Juan Blaton, legajo N° 264, donde consta la denuncia de su desaparición presentada por su padre).

 

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