Personas mayores de 55 años que permanecen desaparecidas

 

Miles de jóvenes, cientos de lactantes, niños y adolescentes desaparecieron. Las personas llamadas de «la tercera edad» no estuvieron exentas de la represión y la tortura. Nuestro fichero registra 150 personas mayores de 55 años de edad que desaparecieron a partir de marzo de 1976 Generalmente fueron secuestradas en sus domicilios, no pocas veces cumpliendo función de abuelos. Ni la avanzada edad, ni, en muchos casos, el precario estado de salud de las víctimas fueron respetados.

«"No se preocupe, señora, que lo vamos a cuidar bien", me dijeron los hombres vestidos de fajina y de civil, muy armados, que entraron a nuestra casa y se llevaron a mi marido. Vinieron el 28 de agosto de 1976 a las 2 y 30 hs. Buscaban a nuatra hija María Cristina, que hacía cuatro años que ya no vivía con nosotros. Después de revisar toda la casa dijeron que tenían que llevarse a mi esposo por ser el de más edad» (Legajo N° 776).

Pedro Solís tenía 77 años. Era jubilado de la Policía Federal y se atendía constantemente en el Hospital Churruca pues padecía de arterioesclerosis e hipertensión arterial. (Legajo N° 776).

«Mi abuelo se encontraba en cama, apenas convaleciente de un infarto, con prescripción de reposo absoluto. El 11 de junio de 1976, un grupo de hombres fuertemente armados, entraron a su domicilio buscando a Víctor, su hijo. Según testigos del barrio, en el operativo participaron unos veinte automóviles, algunos de ellos pertenecientes al Ejército. Mi abuelo, que tenía 60 años, era atendido por enfermera. A pesar de la intervención de ésta y del estado de salud de mi abuelo, los integrantes del grupo lo hicieron levantar y, a golpes, lo metieron en uno de los coches, sin permitirle llevar consigo sus medicinas indispensables. Antes de llevarlo le preguntaron reiteradamente por el domicilio de mi padre, Víctor Rafael Bruschtein. Desde ese momento no tuvimos más noticias de mi abuelo».

(Dr. Santiago Isaac Bruschtein, legajo N° 1508).

Nelly Dupuy de Valladares (Legajo N° 3103) tenía 62 años cuando fue detenida. Tenía a su cargo a su nietito de un año y ocho meses; el padre del niño, Carlos A. Valladares, estaba fuera del país y su nuera estaba, desde hacía un año, detenida en Chaco. El 23 de abril de 1977, la Sra. de Valladares y su nietito Héctor fueron secuestrados de su domicilio de San Miguel

de Tucumán. El niño fue entregado a las 48 horas a su tía en la sede central de la Policía Provincial. De la Sra. de Valladares no se supo nada más.

Héctor Germán Oesterheld (legajo N° 143), guionista de profesión, nació el 23 de julio de 1919. Prácticamente no hay mayores datos de cómo fue detenido, pero fue visto, según distintas personas que recuperaron su libertad, en Campo de Mayo, El Vesubio y El Sheraton

Desapareció el día 27 de abril de 1977, cuando tenía 59 años. Eduardo Arias -psicólogo de 38 años- fue una de las últimas personas que lo vio con vida:

«En noviembre de 1977 fui secuestrado y permanecí desaparecido hasta enero de 1978. Héctor Oesterheld estaba allí desde hacía mucho tiempo. Su estado era terrible. Permanecimos juntos mucho tiempo. Uno de los momentos más terribles fue cuando trajeron a su pequeño nieto de cinco años. Esa criatura fue recogida tras la captura y muerte de la cuarta hija y el yerno de Héctor y la llevaron a aquel infierno (...) Uno de los recuerdos más inolvidables que conservo de Hector se refiere a la Nochebuena del 77. Los guardianes nos dieron permiso para sacarnos las capuchas y para fumar un cigarrillo. También nos permitieron hablar entre nosotros cinco minutos. Entonces Héctor dijo que por ser el más viejo de todos los presos, quería saludar uno por uno a todos los presos que estábamos allí. Nunca olvidaré aquel último apretón de manos. Hector Oesterheld tenía sesenta años cuando sucedieron estos hechos. Su estado físico era muy, muy penoso. Ignoro cuál pudo haber sido su suerte. Yo fui liberado en enero de 1978. El permanecía en aquel lugar. Nunca más supe de él».

Otra situación que habla de la crueldad de la represión es la experiencia vivida por Elsa Fernández de Sanz (legajo N° 7227). Tenía 62 años y vino del Uruguay pues su hija Aída estaba por tener familia. No pasaron dos días de su llegada cuando un grupo de personas vestidas de civil y armas allanan su domicilio. Ambas fueron detenidas y hasta el momento permanecen desaparecidas. Testimoniantes que se presentaron en esta Comisión afirman haberla visto en el denominado «Pozo de Banfield"", donde fue brutalmente torturada a pesar de su edad y de su total sordera.

Don Luis Alejandro Lescano (legajo N° 6552) tenía 64 años cuando fue secuestrado. De larga militancia política en el Partido Radical, llegó a ser Diputado. Fue detenido en la vía pública en Santiago del Estero, luego de mantener una entrevista en una confitería. Intercedieron por él varios dirigentes de la Unión Civica Radical ante las autoridades de turno, pero fue inútil. Aún permanece desaparecido.

Quisiéramos tener presente en esta parte del informe a un grupo de personas que por su trabajo en búsqueda de sus familiares fueron víctimas de secuestro y posterior desaparición, en un operativo realizado por efectivos de la ESMA. Son los hechos relacionados con las reuniones de familiares y amigos en la Iglesia de Santa Cruz, del barrio de San Cristóbal, Capital Federal. De las 12 personas que fueron secuestradas, cuatro de ellas eran mayores de 50 años. Se trata de María Eugenia Ponce de Bianco, 53 años (legajo N° 5740); Azucena Villaflor de Vincenti- Madre de Plaza de Mayo- 53 años; María Esther Ballestrino de Careaga, 59 años (legajo N° 1396) y Leonie Duquet, 60 años (monja francesa).

 

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