C. Torturas: (continuación: 6)

 

Igualmente significativo es el testimonio del señor Oscar Alberto Paillalef (legajo N° 6956) de General Roca (Río Negro).

El señor Paillalef fue citado por la policía local para que se presentara al Comando de la VI Brigada de Neuquén. Como llevaba un automóvil de la empresa para la que trabajaba, le permitieron que se transportara en el mismo de vuelta. Le dijeron que debía regresar porque tendría que ser interrogado por el Mayor Reinhold de parte de Inteligencia. Volvió el 19 del mismo mes.

«Fui trasladado a un lugar que aparentemente estaba al lado del edificio en que me encontraba. Allí había otra cama donde fui colocado. Dos personas estaban frente a mi, una interrogaba y la otra supuestamante hacía de ayudante. A medida que interrogaban me seguían golpeando, y me colocaron lo que ellos llamaban "los cables" que era la picana eléctrica, en la parte interior de los brazos y luego entre las vendas que tenía precisamente en las sienes. Después de estar largo rato así, fui trasladado a mi lugar primitivo.

Así siguieron las cosas, había guardias que golpeaban, pateaban y ajustaban las esposas hasta lastimar las muñecas. Los interrogatorios siguieron hasta el día 29, más o menos día por medio. Varias veces hicieron conmigo un juego macabro; colocaban en mi cabeza el cañón de un arma, riéndose apretaban el gatillo y el disparo no salía. De noche cuando había más tranquilidad se oían pasar camiones bastante cerca, lo que me hacía pensar que estabamos muy próximos a la ruta 22 y a mi juicio, nos encontrabamos en el Batallón 181.

Todas las veces que me llevaron a los interrogatorios además de la sesión de preguntas era conducido y retornaba al lugar y a los golpes. Una noche, entre amenazas de que me iban a reventar, me metieron cenizas de cigarrillos entre la venda de los ojos para que, según decían, "se te pudran los ojos"» .

 

En algunos casos, como el del señor José Antonio Giménez (legajo N° 3035), de 53 años de edad, que vive en la localidad de Centenario, Neuquén, detenido el 10 de enero de 1977, frente a su domicilio, se utilizó una pequeña variante:

«.. vendado, y con algodones en los ojos para impedirme ver, lo cual no impidió que dicha venda en momentos se aflojase y pudiese observar que algunos de los guardias que se encontraban allí usaban borceguíes del Ejército. Es más, en una oportunidad en que pretendieron que firmase una declaración-que no firmé- me sacaron las vendas y la persona que me hablaba, un hombre joven, lo hacía vestido con uniforme militar y con una máscara antigas colocada, que le cubría todo el rostro.

En ese lugar fui sometido a torturas, consistentes en ser colgado de los brazos hacía atras de una pared y de las piernas, de la otra, es decir, con el cuerpo suspendido y con la aplicación de electrodos en las sienes, sujetos por la venda antes descripta, y con la aplicación de corriente mediante tales electrodos. Esto se realizaba en otro local, construído precariamente en chapas de zinc y armazón de madera, similar a algunas casillas existentes en estaciones de ferrocarril. Estas "sesiones" se repitieron varias veces sin poder precisar cuantas, con interrogatorios que se limitaban a ordenarme que "cantara", es decir que dijera lo que sabía, sin realizarme ninguna pregunta específica respecto de ningún hecho, circunstancia, lugar o fecha, ni referido a persona alguna en particular, al punto de que se me exigió, finalmente, escribir de mi puño y letra una descripción de mis actos en el tiempo inmediatamente anterior a mi secuestro, cosa que comencé y fui interrumpido sin darme lugar a firmar dicho escrito, seguramente porque el mismo no les servía» .

 

Torturas: continuación

 

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