desaparecidos

Sin Marco

Testimonios



José Ernesto Schulman




Sobre el Juez Víctor Brusa

A la Comisión de Acusación
del Consejo de la Magistratura
del Poder Judicial de la Nación

Rosario, 28 de Junio de 1999

Después de 22 años de transcurridos los hechos que voy a denunciar, al cabo de casi siete años de denunciar la responsabilidad de Víctor Brusa en el sistema represivo causante del genocidio sufrido por nuestro pueblo sin que ningún poder se diera por enterado de la gravedad de mis denuncias, a cuatro meses de brindar testimonio ante la Audiencia Nacional de Madrid, Juzgado de Instrucción Nº 5, sumario 19/97, presidida por el Dr. Baltazar Garzón, vengo a este ámbito con la esperanza de que se abra ­por fín- un proceso de esclarecimiento de la verdad, de investigación minuciosa y de digno castigo a los genocidas, sus cómplices y colaboradores.

Yo acuso al Dr. Víctor Brusa de ser partícipe consciente en el monstruoso sistema de destrucción de seres humanos que las clases dominantes montaron en la Argentina en los primeros años de los ´70 para impedir el triunfo de las luchas populares contra la dependencia y por la liberación nacional y social.

Dicho sistema represivo, que comenzó a funcionar bastante antes que el 24 de marzo de 1976, fecha fatídica en que se perpetró el más infame golpe de estado de la historia nacional; es el culpable de la desaparición de treinta mil compañeros, de la prisión, tormentos y torturas de todo tipo de muchos miles más; pero además esa represión sistemática y organizada científicamente hasta el último detalle es la causa principal de las profundas transformaciones estructurales, superestructurales, culturales y políticas que transformaron a nuestro país en uno de los más injustos del planeta.

Víctor Brusa, un oscuro personaje que entró al sistema judicial de la mano de su tío, el Dr. Eugenio Wade, un dirigente del Partido Demócrata Progresista a quien los golpistas gorilas de 1955 premiaron con un cargo de Juez Federal en Santa Fe por su aporte al quiebre del orden constitucional vigente y la interrupción de una experiencia de gobierno que contaba con vasto apoyo popular, iría a recostarse en la figura de un notorio fascista, el Dr. Fernando Mántaras, quien lo designaría como su secretario de juzgado.

El Dr. Fernando Mántaras, a quien he conocido personalmente como alumno del Colegio Superior de Comercio Domingo G. Silva de Santa Fe donde el citado dictaba clases, nada menos, en la materia de Educación Democrática, llegó a presidir la Federación Argentina de Entidades Democráticas Anticomunistas, FAEDA, tapadera institucional de la tenebrosa Tradición, Familia y Propiedad, una de las organizaciones de la extrema derecha católica que prepararon el golpe de estado del 28 de junio de 1966 que derrocara al Dr. Illía.

El Dr. Fernando Mántaras era famoso en el Colegio de Comercio por su macartismo enfermizo, típico de la época más virulenta de la guerra fría en que un General del Estado Mayor de los EE.UU. se tirara por una ventana del Pentágono, gritando que "vienen los rusos". Igual que él, el Dr. Fernando Mántaras veía comunistas en cada luchador social, en cada poeta heterodoxo, en cada defensor de la igualdad sexual, etc.

Conviene, por lo que vamos a relatar, no subestimar este clima de intolerancia, anticomunismo cerril, desprecio por las garantías constitucionales y el mismo orden institucional, en que se formó el joven Víctor Brusa, para llegar a entender las razones posibles que lo llevaron a invertir cada una de sus obligaciones como colaborador de la Justicia Federal hasta transformarlas en el opuesto de lo que se esperaba de alguien .que ocupara el sitio que él ocupaba al ocurrir el golpe de 1976el de secretario del titular del Juzgado Federal Número uno de Santa Fe a cargo del Dr. Fernando Mántaras.

En el Juicio a la Junta de Comandantes en Jefe fue probado ampliamente que nada de lo sucedido en aquellos años "del lobo" fue casual. Día a día se siguen aportando pruebas del carácter sistemático, organizado, premeditado, fríamente calculado de cada uno de los pasos dados.

Desde mi experiencia personal, trataré de aportar elementos que ayuden a armar el rompecabezas donde desaparecieron cientos de compañeros en la ciudad de Santa Fe. El cinco de diciembre de 1975 sufrí un atentado terrorista que destruyó la vivienda familiar donde dormía, el 24 de marzo de 1976 la misma casa fue asaltada por tropas militares que detuvieron a mi hermano Pablo Rodolfo, el 12 de octubre de 1976 fui detenido en mi nueva casa junta a quien entonces era mi compañera Graciela Rosello y un amigo del trabajo Hernán Gurvich para ser mantenido secuestrado en la seccional cuarta de la policía provincial, luego en las instalaciones de la Guardia de Infantería Reforzada y, más tarde en la Cárcel de Coronda de donde fui liberado en abril de 1977; en noviembre de 1977 fui secuestrado en la calle, frente al cementerio santafesino, para volver a ser alojado en la seccional cuarta donde fui sometido a tormentos, torturas y simulacros de fusilamiento. Allí conocí a Víctor Brusa.

En aquellas circunstancias conocí a centenares de compañeros quienes fueron aportando elementos para recomponer la trama de las redes que nos destruían como seres humanos, y que hoy volcaré ante ustedes.

De muchos de ellos no conocí siquiera el nombre, muchos no tuvieron la suerte mía y figuran en la larga lista de los desaparecidos.

Creanme, señores de la Comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación, que no hay razón más poderosa para este testimonio que cumplir con el juramento que todos nos hicimos de que los que sobrevivieran denunciarían a los culpables hasta las últimas consecuencias.

Mi generación, la del Córdobazo y el Rosariazo, cometió muchos errores y no está mal que los jóvenes tengan una mirada crítica sobre nuestras conductas; pero habría que remontarse a aquellos que liberaron la patria del colonialismo español para encontrar tanta generosidad e idealismo, tanta inteligencia y creatividad, tanta combatividad en la lucha y serenidad en la derrota. No creo que venga mal en esta oportunidad rendirles justiciero homenaje.

Bien dice Jorge Luis Borges que hay una "dignidad que el vencedor no conoce", una dignidad a la que nunca accederán los Rebechi, González, Ramos, Facino y Brusa de esta historia.

En Santa Fe, como en todo el país, desde el 24 de marzo de 1976, toda la actividad estatal se subordinó al Jefe de Area, recordemos su nombre Teniente Coronel José María González, reemplazado luego por el Coronel Juan Orlando Rolón.

Una constelación de servicios de inteligencia se disputaban el derecho de cazar a los militantes, a sus familiares, a sus amigos y todo aquel que pudiera colaborar con el movimiento popular. A mi me tocó en suerte que fuera el Servicio de Inteligencia de la Policía Provincial quien me persiguiera aquellos años. El jefe del Servicio era el Inspector Gral. de la Policía Provincial Felix Pallavidini (clase1922, MI 13162960) y el jefe de la banda que me detuvo todas las veces se llama Carlos Osmar Rebechi (clase 1942, MI 6426861)

Como vengo diciendo, en dos oportunidades fui detenido ilegalmente y llevado a la Cuarta, cita en Tucumán 3529 de Santa Fe, justo a la vuelta de la vivienda familiar de mis padres.

La Cuarta era un eslabón muy importante del sistema represivo, allí se volcaban muchos de los secuestrados en la calle o en allanamientos. Allí se interrogaba, se torturaba. Allí venía la "patota" a elegir sus víctimas en un procedimiento macabro en que todos estabamos de espaldas a la pared de la celda y a quien tocaban el hombro y se daba vuelta era hombre muerto por verles la cara.

Allí donde daban de comer una vez al día y no había en las celdas ni ropa, ni muebles, ni baño, ni nada. Allí donde mandaba el Comisario Mario Facino (clase 1935, MI. 6223472, PP 316504) y el terror era lo cotidiano, "tomaba declaraciones para las causas judiciales del Dr. Fernando Mántaras, su secretario, Víctor Brusa, quien no solo legitimaba con su presencia todo el operativo sino muchas veces presionaba, chantajeaba, amenazaba como uno más de la patota, que por cierto siempre tenía un represor bueno que aconsejaba decir todo para no sufrir.

En noviembre de 1977, un grupo de tareas del Servicio de Inteligencia de la policía Provincial de Santa Fe, al mando del oficial ayudante de Inteligencia Juan Eduardo González, (clase 1951, MI 8584939) el oficial ayudante de Inteligencia Eduardo Alberto Ramos (clase 1955, MI 11555259, PP 279683) y el agente Víctor Hugo Cabrera (clase 1953, MI 10874541 PP 265273) cuyos datos identificatorios completos rescaté de la causa por apremios ilegales que por mi denuncia se abrió en 1977 ante el Juez Iribas, me secuestraron en la calle mientras esperaba el colectivo (la vieja línea "F") frente al cementerio de la ciudad de Santa Fe.

Tal como lo habían hecho en octubre del '76, cuando estuve detenido sin causa ni proceso a disposición del Poder Ejecutivo, me encapucharon y me llevaron a una Seccional de Policía. Era la Seccional sexta, que antes era la cuarta, como yo la había conocido.

Desnudo y encapuchado estuve allí todo una tarde y casi toda una noche. De esas horas de torturas me quedó un recuerdopor muchos días me quedaron los moretones de los golpes que me pegaba alguien que debía ser boxeador ya que me hacía volar de un lado al otro de la habitación.

Adjunto el testimonio que presenté en diciembre de 1977 ante la Justicia, al denunciar las torturas sufridas. Las fotocopias corresponden al expediente abierto por el Juez de Instrucción de la 4º nominación a cargo del Dr. Jorge Iribas (secretaría 1º) quien ordenó que un medico forense, el Doctor Armando Orellana me revisara y certificara los "malos tratos".

El informe del forense dice textualmente"Santa Fe, diciembre 2 de 1977. Al Sr. Juez de Instrucción 4º nominación. S/D. En la fecha he examinado a José Ernesto Schulman constatando que debido a la acción de un objeto romo y duro, tiene un hematoma que ocupa el epigastrio y ambos costados internos de los hipocondrios llevando unos diez días de evolución. La lesión es de carácter leve y estimo que ha de curar a los días de haber sido inferida y sin dejar secuelas que afecten la capacidad laborativa. No he encontrado huellas de otros traumatismos. Saludo a Ud. muy atentamente. Dr Armando Orellana.

Es necesario resaltar hoy la inteligencia y valentía del abogado Roussic que brindó el asesoramiento legal para iniciar la causa por apremios ilegales ante el Juzgado de Instrucción, Cuarta Nominación, primera secretaría a cargo del juez, Dr. Jorge A. Iribas (cuyo secretario era el Dr. Eduardo O. Longo) quienes llegaron a dictaminar la comisión del delito de Apremios Ilegales (prima facie) por parte del grupo de inteligencia compuesto por Juan Eduardo González, Eduardo Alberto Ramos y Víctor Hugo Cabrera pero la causa fue "pegada" a otra por robo, que el Dr. Betemps había abierto contra el grupo y fue este Juez quien quien los libró de culpa y cargo en la acusación por torturas.

Es interesante leer los argumentos de los torturadores para descalificar mis denuncias de entonces"...por ser un subversivo es lógico trate de aplicar en el momento de un procedimiento policial lo que se llama en la faz policial el minuto operacional, que consiste en tratar por medio de falsas acusaciones u otros medios de hacer fracasar el procedimiento" y al finalizar insiste en que se tenga en cuenta que Schulman en un subversivo y de esa manera evaluar sus dichos (declaraciones de Juan Eduardo González ante el Juez Iribas).

Ramos arriesga una definición aún más contundente, con animo de definir mi presunta peligrosidad"...considero que la subversión ideológica es mucho más nociva que la armada"

A la mañana siguiente de la sesión de tortura (existe un testimonio ante el Juez Iribas dada en diciembre de 1977 que adjunto) amanecí en una "tumba", una celda muy chiquita, donde me enteré por los otros presos que ahí mismo tomaba declaraciones el juzgado federal.

A mí me interrogó el Dr. Víctor Brusa, secretario del Juez Federal, quien pretendía hacerme declarar la autoría de un atentado con bombas en la Plaza España de Santa Fe, en febrero de 1977 (fecha en que yo estaba en la cárcel de Coronda a disposición del Poder Ejecutivo), acusación que le habían hecho firmar con torturas a un preso. Como yo me negaba a firmar la acusación, el Dr. Víctor Brusa amenazaba con que los "guardias" volverían a "interrogarme".

Los presos que estaban alojados en las otras celdas, traídos de la cárcel de Coronda, me confirmaron que ese era el procedimiento habitualtorturas, declaraciones forzadas, interrogatorio de Brusa que se transformaba en nueva sesión de torturas si era necesario.

Un circuito perfectamente estructurado las bandas detenían ilegalmente los compañeros y los llevaban a sitios como la Cuarta, si se requería por ellos, comisarios como Facino los negaban, si se presentaban recursos de habeas corpus, Jueces como Mantaras los desechaban. Allí eran torturados e interrogados, si se requería abrir causa judicial, personajes como Brusa les harían firmar lo que ellos quisieran. Si el destino era la muerte, las patotas los vendrían a buscar para hacerlos desaparecer.

En estos años, decenas de veces me han preguntado si Brusa en persona me pegaba. No lo se fehacientemente porque cuando fui torturado estaba encapuchado, pero esa no es la discusión.

El punto es que sin la complicidad de Jueces como Mántaras y personal judicial como Brusa, el sistema no podría haber funcionado tan eficazmente como funcionó.

Si se hubiera respetado la institución del Habeas Corpús....., si alguno de ellos hubiera alentado a que se denunciaran las torturas......., si hubieran requerido un mínimo de respeto a los niños.........., cúantos miles se hubieran salvado ? ?

Muchos compañeros decían entonces que los datos que les arrancaba Brusa para las causas legales aparecían luego en los interrogatorios de la patota.

Es obvia la intima relación entre Brusa y los servicios de inteligencia.

El 1º/7/79 una bomba destruyó la oficina de Brusa en los Juzgados Federales cercanos a la Casa de Gobierno. El autoatentado apuntaba a prestigiar al secretario como un hombre perseguido por la subversión, pero una casualidad les arruinó el planese día, imprevistamente, estaba de visita en las oficinas de Brusa el propio Dr. Mántaras quien quedó como el destinatario del atentado. La autoría de esta acción fue confesada a los presos por algunos de la patota en estado de ebriedad y drogas.

Es de suponer que son estas relaciones las que permitieron su promoción a Juez a pesar de todas las denuncias habidas en su contra.

Ante la Comisión Nacional de Desaparición de Personas, paginas 196 y 197 los compañeros Maulín, Pratto y Córdoba, denuncian a Brusa y a la Cuarta.

La propia Diputada Provincial Justicialista Angela Gastaldi propuso a su bloque, en julio de 1992, que elevaran un pedido de rechazo a la candidatura.

El 18 de agosto de 1992, el diario La Capital publicó en tapa mi denuncia contra Brusa. A él le siguieron todos los diarios de la provincia, numerosas radios y emisoras de TV. Los organismos de derechos humanos se pronunciarion explicitamente.

Sin embargo, el Honorable Senado de la Nación dio su acuerdo a la propuesta de hacerlo Juez Federal en sesión secreta.

En octubre de 1998, el diario "La Capital" de Rosario reprodujo declaraciones del ex Juez Federal Raúl Dalla Fontana quien era entonces titular del Juzgado Federal Nº 2 de la ciudad de Santa Fe,"Yo me opuse en su momento y di información de lo perjudicial que podía ser la designación de un Juez que tenía sospechas de haber intervenido, haber sido cómplice al menos haber tolerado ese tipo de conductas que nos resultan aberrantes. Yo en ese momento, era el otro juez federal (de Santa Fe) y estuve a punto de renunciar para estar en la vereda de enfrente. Lamentablemente no lo hice y las cosas sucedieron". Diario La Capital de Rosario. Octubre de 1998.

Qué pacto lo protege?

Acaso el mismo que ha condicionado toda la vida democrática argentina hasta transformarla en la pobre imagen que hoy nos brinda

Hace siete años que Víctor Brusa ignora olímpicamente todas y cada una de las denuncias hechas en su contra.

Debe estar convencido de su impunidad.

Razones tendrá para ello.

Yo tengo las mias para seguir adelante con las denuncias.

El 24 de marzo fui invitado por la Coordinadora estudiantil santafesina a un acto donde me pidieron les relatara lo ocurrido. Más de 300 muchachos y chicas escucharon con avidez nuestros relatos y se comprometieron a incrementar su compromiso con la democracia, es decir con la lucha contra la impunidad, el neoliberalismo y la entrega.

Estoy seguro de que la memoria es más fuerte que la traición y que cuando ya nadie se acuerde ni de Brusa ni de Facino, ni de Videla ni de Martínez de Hoz, los jovenes argentinos seguirán venerando el recuerdo de cada uno de los treinta mil desaparecidos.

Será Justicia..

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