Adriana Bai - Donde Esta? desaparecidos



Adriana M. Bai

Desapareció el 12 de Mayo de 1978. Tenía 28 años.

Era Maestra de Escuela. Tenía un Hijo.


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Dime la Forma de Llegar al Cielo Azul, y si quieres yo estoy allí.
Me voy a reunir en tu forma y si quieres no estoy aquí...



"Nada ni Nadie Podrá Nunca Alejarte
porque vives y vivirás siempre Adriana de Bebe
en nosotros. Te amamos!"
Nicolás, Mya, Menchu, Familia Quezada



Adriana de "Bebota"
Año 1951

Nació el 13 de marzo de 1950.

en el secundario


En el Colegio Secundario con Una Amiga.
Estaba en Quinto Año y tenía 17 años.
(1967) Es la que está a la derecha.


con las primas


Esta foto es muy especial para su hijo Nico
porque Adriana está con las primas hermanas

(las tías Alicia y Liliana - quienes lo criaron).




a los 21 anhos

En esta foto,
es la más bajita,
tenía 21 años
y estudiaba arquitectura.


La desaparición de Adriana
Testimonio de la madre de Adriana, Armonia Quesada de Bai a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos - presentado en 1979

El día 12 de mayo de 1978, a las dos de la madrugada, irrumpió un grupo de hombres armados que según los vecinos dijeron pertenecer a "fuerzas de seguridad", al domicilio de mi hija, Mirta Adriana Bai.

Obligaron a los vecinos a meterse en sus habitaciones, prohibiéndoles salir ni mirar. Durante una hora y media estuvieron revolviendo todo. Se llevaron a mi hija, a mi nieto Nicolás, de dos años y medio, y a mi yerno. Al llegar con mi esposo a ese domicilio, constatamos que los secuestradores se llevaron también el dinero que tenía mi hija para vivir, así como todo lo que de valor encontraron allí: televisor, radio, reloj, tocadisco, una enciclopedia de 7 tomos, ropa, sabanas, herramientas de electricista de mi yerno.

Con la consiguiente desesperación, acrecentada por la desaparición del pequeño Nicolás, presenté de inmediato un recurso de habeas corpus, de cuyo contenido publicó gentilmente una nota el diario La Prensa en su edición del 18.5.78, que fue rechazado posteriormente por el Juez Dr. Ramon A. Montoya. Más adelante presenté otros cinco recursos similares con igual resultado negativo.

Desde el comienzo de nuestra tragedia cursé reiteradamente telegramas y cartas sobre el caso al Presidente de la Nación, a los señores Comandantes en Jefe de las tres fuerzas armadas, al señor Ministro del Interior, a los señores Jefes de Policía Federal y de la Provincia de Buenos Aires, a varios señores generales, a la Curia Eclesiástica y a algunos señores obispos, así como a otras personalidades.

Cuando habíamos casi agotado visitas y gestiones para tratar de ubicar por lo menos a mi nietito, el día 31 de mayo recibimos un llamado telefónica del Juez de Minoridad de San Martín, Pcia. de Buenos Aires, Dr. Basso, diciendo que había un niño dejado sin nombre en la Comisaría de ese lugar que fue entregado a su juzgado. Dos señoras empleadas pidieron al juez llevarse al niño a dormir a su casa, trayéndolo a la mañana al Juzgado, donde ellas trabajaban. Al funcionar el televisor reconoció y dió el nombre de mi hermana, lo que orientó al juez para localizar a esta última. Al apersonarnos al Juzgado, recuperamos a mi nieto. Junto con el nieto, nos entregaron dos valijas, una con ropa del niño y la otra conteniendo una frazada que pertenecía a mi hija.

La cruel incertidumbre sobre el paradero y la muerte de nuestra hija nos ha atormentado en el interminable año y cuatro meses transcurridos desde su desparición. Mi esposo cayó enfermo al mes del hecho y desde hace diez meses se ha venido agravando clinicamente, confesando al psiquiatra que lo atiende que nada puede hacer mientras no tengamos noticias de mi hija. Ese es su mal...

Ahora nuestro esperanza se centra en cuanto pueda hacer esa Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a la que desde ya adelantamos nuestros mas fervoroso reconociento por el inmenso bien que podría depararnos, si hallamos respuesta, al fín, a nuestra obsesiva preocupación: donde esta nuestra hija? ? que pasa con nuestra hija?...

Nos conocimos de muy chicos, jugábamos juntos, nuestros padres eran amigos.
Adriana era tierna, dulce, frágil.
La quise como a la hermana que nunca tuve.
La extraño.
La lloro siempre.
No dejo de preguntarme ¿Por qué, flaca, por qué te hicieron eso, con qué derecho?
Y solo me responde el silencio.
Nía, Menchu, ustedes saben como nos queríamos con la flaca, ustedes saben que éramos casi como hermanos.
Adri, aún me deliro soñando con que en el momento menos pensado te voy a ver aparecer con esa, tu sonrisa fresca, y nos vamos a contar mil cosas.
Néstor


¿Conociste a Adriana?
Si conociste a Adriana y querés compartir tus memorias o cualquier información sobre ella - o si sabés que pasó con Adriana luego de su desaparición -, por favor escribinos.

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