desaparecidos Documentos


30 años del secuestro de Juan Herman, el único desaparecido de Bariloche

Nota Publicada: 16 de julio de 2007

Fue en la madrugada del 16 de julio de 1977. Desde el golpe militar del año anterior, la Intendencia municipal estaba en manos del interventor, teniente coronel Carlos Rito Burgoa, segundo jefe de la Guarnición Militar Bariloche.

Un grupo de militares armados, aunque no identificados, ingresaron a la vivienda del prestigioso médico Juan Herman y su mujer, Matilde, ubicada en Frey 166, entre Mitre y Vicealmirante O'Connor.

Buscaban al hijo de la pareja, el estudiante Juan Marcos Herman, de 22 años, quien justo pasaba las vacaciones de invierno con sus padres.

Lo subieron a uno de los autos con los que llegaron al domicilio, asegurándoles a sus padres que se lo llevaban para hacerle unas preguntas.

El realizador barilochense Carlos Echeverría hizo una exhaustiva investigación para su película "Juan, como si nada hubiese sucedido", lo que no hizo ningún juez o fiscal, ni provincial ni federal. La justicia rionegrina disfrazó un trámite vulgar de proceso, y la federal nunca abordó el caso. Ni siquiera cuando derogaron las leyes de "obediencia debida" y de "punto final".

La película relató que Juan Marcos Herman dijo a otros secuestrados con los que estuvo detenido en "El Atlético", que había sido secuestrado en Bariloche, donde estuvo encerrado tres días, en una dependencia del Ejército.

En el "Nunca Más" se consigna que Herman estuvo en el centro clandestino de detención "El Atlético". Incluso los investigadores de ese documento trascendental lo nombraron para graficar el amplio alcance de operación de los distintos comandos militares o policiales.

"Los grupos de tareas con base en este centro operaban fundamentalmente en Capital y Gran Buenos Aires, ‘pero la impunidad que poseían les permitía ir más allá de esos límites, como en el secuestro de Juan Marcos Herman, traído desde San Carlos de Bariloche al Atlético' (Conferencia de prensa del 22-8-84)".

Juan había sido trasladado a Buenos Aires en avión, con varias escalas en el camino, y terminó en el centro clandestino de detención de la policía federal, que estaba en jurisdicción del Primer Cuerpo del Ejército. Nunca volvió del secuestro.

Torturas porque sí

En el auto procesamiento del año 2000, en el juicio llevado adelante en España contra el represor Ricardo Miguel Cavallo, volvió a consignarse el caso Herman de acuerdo al testimonio de D'Agostino, y se enfocó el viaje: "el trato a los detenidos era absolutamente vejatorio. De torturas atroces, pero en especial, todavía era peor cuando se trataba de personas de la religión judía,- al respecto recuerda el caso de Juan Marcos Herman que lo trajeron en una avioneta desde Bariloche a unos 1.800 kilómetros de distancia y lo torturaron por torturarlo sin que nunca le preguntaran nada. Posteriormente "desapareció". Su padre era el Director del Hospital de Bariloche en aquella época. es decir. les golpeaban especificamente por ser judíos. Por otra parte los símbolos nazis y las marchas militares nazis eran una norma habitual que identificaban a los torturadóres y se oían en las sesiones de tortura. Recuerda el caso de Teresa Israel, abogada judía de derechos humanos, cuyo trato fue especialmente vejatorio. A otros ciudadanos les hacían que se colocaran como los perros y hacer de perro. etc. El Turco Julián era uno de los que principalmente se señalaban en estas prácticas de represión y alardeaban que luchaban contra la sinarquía".

Impunidad

La película logró consignar entrevistas con los principales jerarcas militares de ese momento en Bariloche, y reconstruir el secuestro, inclusive con la identificación de uno de los militares que integró el comando ilegal.

El coronel Rito Burgoa –a quien luego sucedió en la Intendencia el oficial de Gendarmería Héctor Osmar Barberis- se retiró y continuó viviendo en la ciudad.

En plena democracia, durante la presidencia de Eduardo Duhalde, Rito Burgoa fue nombrado como jefe honorario de la comisión de Tropas de Montaña en el regimiento local. Cargo que ostentó hasta su muerte, ocurrida el año pasado en un accidente hogareño, cuando cayó de una escalera sobre la que hacía una reparación. Tenía 80 años.

Echevería estrenó su película en Bariloche, en un Festival de Opera Prima del cine nacional, en 1987. El viejo cine de la calle Mitre –donde hoy está el supermercado Quorum- se llenó en el estreno y entre el público estaba el gobernador Osvaldo Alvarez Guerrero y un séquito de dirigentes radicales, quienes observaron incómodos cómo el film ahondaba en la trama de responsabilidades sociales, además de reflejar la impunidad de los secuestradores de toda jerarquía.

Algo similar mostró Echeverría el año pasado, en el estreno de su película "Pacto de silencio", sobre las complicidades de la comunidad alemana con el ex jerarca nazi Erich Priebke y su dificultad en madurar socialmente ante el vínculo con el nazismo.

"Juan…" será emitida por Canal 7 este martes 17 a las 22, en el marco del trigésimo aniversario de su secuestro. (ANB)

El Reportaje

El realizador Carlos Echeverría estrenó en 1987 la película "Juan, como si nada hubiese sucedido", sobre el secuestro clandestino de los militares del joven Juan Marcos Herman, de Bariloche. El epílogo de ese film menciona la dificultad de investigar el caso con la "reciente" vigencia de la ley de "Punto Final". Desde 2005 esa ley y la de "Obediencia Debida" fueron anuladas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Pero el caso de Juan, a diferencia de otros cientos en el país, no fue reabierto. Deuda de la justicia federal y provincial, e incluso de entidades que pueden presentarse como querellantes. Este es uno de los temas abordados por Radio O (FM 102.3) en diálogo con el cineasta barilochense, en el marco del trigésimo aniversario de la desaparición de Juan.

El Monitor: ¿Qué significado tiene para vos este aniversario?

Carlos Echeverría: Es interesante, porque además del número redondo, de tres décadas, hace dos años hay posibilidades de investigar el caso, y no se ha hecho. Estrené la película con un texto referido a la sanción de la ley de punto final, que no dejaba posibilidades de juzgar a los asesinos de Juan. Pero desde junio de 1005 sería posible para la justicia buscar a los asesinos e investigar lo que ocurrió, para determinar responsabilidades. Eso lo permite la anulación de las leyes de punto final y obediencia debida.

E.M.: ¿Que pasó en la justicia en estos años?

C.E.: Nada, en el caso de Juan nada. Hace dos años escribí irónicamente una nota para llamar la atención sobre el tema, de que ahora que se puede retomar tampoco ocurre nada. En el 1005 se iniciaron todo el país muchas causas. En once provincias argentinas hubo causas con casos similares. Pero en Río Negro no.

E.M.: ¿Esta posibilidad exige un querellante?

C.E.: Sí. Hace un mes y medio en Bariloche hubo una charla sobre eso. Estaba presente el juez Martín Lozada, además de ex jueces. Planteé el tema y se debatió, se habó sobre eso. Se informó que cualquier institución o asociación, e incluso personas físicas –esto habría que corroborarlo-, pueden presentarse y hacer una denuncia.

E.M.: Carlos Slepoy, un abogado argentino que promovió juicios en España, sostuvo que una real política de Estado en materia de derechos humanos sería que el propio Estado se presente como querellante, eso acá no ocurre…

C.E.: Sí, eso acá no sucedió. Además, gente radicada en Bariloche que está en el Superior Tribunal de Justicia de Río Negro, podría haber iniciado algo.

E.M.: ¿Cómo era Juan, quiénes lo secuestraron, cómo lo hicieron?

C.E.: Juan nació en El Bolsón, pero se crió en Bariloche. Su padre era médico, primero en el hospital de El Bolsón y luego en el de Bariloche. Yo me vinculé con él a través de mi padre, quien era médico en esos dos hospitales.

Después tuvo su infancia y adolescencia en Bariloche, hizo la secundaria en el colegio Angel Gallardo, que era el único que había, y en el ‘71 se fue a estudiar a Bahía Blanca. Estuvo un tiempo allá estudiando Ingeniería Electrónica, y luego dejó la carrera. Trabajó un tiempo en Bariloche, en el ‘73, hasta completar el año que había dejado, y trabajó en el hotel Llao Llao. Después fue a Buenos Aires a estudiar Derecho, donde participó en actividades estudiantiles y políticas dentro de la Juventud Universitaria Peronista. Al comenzar la dictadura abandonó la militancia.

Siguió estudiando y viajando entre Bariloche y Buenos Aires, visitando a padres y hermanos, y en el invierno del ‘77 invitó a un amigo a venir de vacaciones a Bariloche. Ese invierno fue cuando se produjo el secuestro, prácticamente apenas llegó, a la noche del día en que había llegado.

E.M.: ¿Quién comandó el operativo?

C.E.: No se sabe quién lo comandó, fue realizado por fuerzas pertenecientes al Ejército. Hubo un grupo de hombres de civil, más un soldado de uniforme con bayoneta calada, como recordaba el padre de Juan. Esto es interesante porque hace más evidente que el grupo era de Bariloche o de gente destinada en Bariloche.

Aparte el testimonio de personas que vieron los autos, y los reconocieron, dijeron que esta gente entró encapuchada, menos el soldado que tenía uniforme y bayoneta calada. Los otros entraron con bufanda y bayonetas caladas, también.

E.M.: ¿Hubo un "pacto de silencio" en Bariloche, parafraseando el título de tu última película?

C.E.: Sí, sigue habiéndolo. Y hay una segunda desaparición de Juan, teniendo en cuenta que desde diciembre de 2003 la ruta que une El Bolsón con Bariloche por ley se llama "Ruta Juan Marcos Herman". En ningún medio se la menciona. Se olvida, tal vez por no incomodar, para negar la historia y el significado de eso. Siempre se dice ruta nacional 40 sur o ruta a El Bolsón, nunca se la menciona por su nombre. Hay otras rutas de la región que siempre se denominan con sus nombres, dados por vecinos de la zona.

E.M.: ¿Cuál fue el derrotero que sufrió Juan en su secuestro?

C.E.: El juez Daniel Rafecas abrió en 2005 una megacausa sobre el Primer Cuerpo de Ejército, que conducía Pajarito Carlos Suarez Mason. Esa causa fue a la copia de la película como parte documental, y dice que Juan estuvo en el campo de concentración El Atlético, ubicado en edificio de la Superintendencia de la Policía Federal, en Paseo Colón, junto a una autopista. Lo habían tenido tres días en Bariloche, de acuerdo al testimonio de su compañero de encierro Miguel Angel D'Agostino. Estuvo en los cuarteles o cerca de allí. Luego lo trasladaron en avión a Buenos Aires, en un viaje no muy largo y lo llevaron al centro clandestino. Estuvo allí alrededor de 20 días o un mes, y fue torturado por su origen judío. Después su compañero dejó de saber de él porque fue llevado en uno de los denominados "traslados", para su asesinato en cualquiera de las formas conocidas. (ANB)

Perfil profesional de Echeverría, director de "Juan..."

Carlos Echeverría nació en Bariloche y completó su formación en la carrera de cine en Alemania. Su primera película fue "Cuarentena" (1983), sobre el exilio del escritor Osvaldo Bayer y el regreso a la democracia en Argentina.

Luego rodó "El gringo loco", sobre la vida del pionero del esquí y uno de los fundadores del Club Andino Bariloche Otto Meiling.

En "Pacto de silencio", Echeverría menciona ese film y hace referencia a la ausencia del pasado nazi de Meiling en su trabajo.

En cambio abundó luego en documentación sobre ello, y relató que el montañés y deportista se dedicaba también a recibir chicos de la Juventud Hitleriana argentina, para entrenarlos en las montañas.

En 1987 Echeverría presentó "Juan, como si nada hubiera sucedido", sobre la historia del único desaparecido en Bariloche.

El año pasado, en el marco del 30 aniversario del golpe militar, Echeverría fue uno de los protagonistas del recuerdo, al presentar "Juan…" y participar de un debate con el público, junto a representantes de las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora) y las Abuelas de Plaza de Mayo.

En la oportunidad Nora Cortiñas, presidenta de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, reclamó a la justicia federal de la región que "investigue" los secuestros de Herman y de Carlos Surraco, un mecánico de 45 años de Ingeniero Jacobacci que estaba trabajando en un taller de la ciudad y fue raptado por un grupo de militares a bordo de un Falcon verde, y quien hasta hoy permanece desaparecido.

"Fue muy importante el paso que dio el gobierno al anular las leyes de impunidad y hay jueces que demuestran voluntad de llegar a la verdad y castigar a los culpables. Pero aún quedan muchos casos por resolver, como estos", señaló Cortiñas en la oportunidad. (ANB)

El Atlético, según el "Nunca Más"

El siguiente es un fragmento del trabajo "Nunca Más", sobre el campo de detención clandestino El Atlético:

El Atl ético / El Club / El Club Atlético

(Capital Federal) (LRD)

Ubicación:

De los relatos de algunos testimoniantes y otros informes obtenidos por la CONADEP, pudo establecerse que estaba instalado en un predio ubicado entre las calles Paseo Colón, San Juan, Cochabamba y Azopardo. - Capital Federal

Descripción:

Este centro clandestino de detención funcionó desde mediados de 1976 hasta el mes de diciembre de 1977. Fue demolido poco después.

Las personas alojadas en dicho centro llegaban en el interior de vehículos particulares severamente tabicadas. Al llegar al lugar eran sacadas de los automóviles y transportadas violentamente -casi en vilo- por una escalera pequeña y un lugar subterráneo, sin ventilación.

Así surge de los dichos de Carlos Pachecho (Legajo Nº 423), Pedro Miguel Antonio Vanrell (Legajo Nº 1132), Daniel Eduardo Fernández (Legajo Nº 1310), José Angel Ulivarri (Legajo Nº 2515) y otros, coincidiendo casi todos en que al llegar se abría un portón. Eran desnudados sin excepción, hombres, mujeres, jóvenes y ancianos y revisados, mientras eran empujados y maltratados. Se les retiraban todos sus efectos personales, que jamás les fueron devueltos. "Tu nombre de ahora en adelante será K 35, ya que para los de afuera estás desaparecido relata Miguel D'Agostino.

De allí eran llevados al quirófano o sala de torturas y el miedo se había convertido en terror y desesperación.

"Durante el interrogatorio pude escuchar los gritos de mi hermano y de su novia, cuyas voces pude distinguir perfectamente" (Nora Strejilevich - Legajo Nº 2535).

Una vez que se detenía momentáneamente la primera sesión de "ablande" algunos eran llevados casi a la rastra a la "enfermería" y luego a la "leonera" o directamente a los "tubos". En los tobillos se les colocaban unas cadenas, cerradas con candados de cuya enumeración era imprescindible acordarse, ya que, si no, corrían el riesgo, cuando eran trasladados al baño, de no obtener las llaves correspondientes que los abrieran. Entre el tabique que impedía casi totalmente la visión, los grillos en los pies, además de la cara y de la partes más visibles del cuerpo llenas de hematomas, magulladuras y heridas abiertas -amén de la ropa que se le asignaba a cada uno- la imagen de estos seres sometidos a condiciones infrahumanas es un recuerdo lacerante para cada uno de los escasos sobrevivientes.

"Algunos pasaban por la leonera, permanecían dos o tres días y salían en libertad, les decían 'perejiles .... .. eran aquellos que 'chupaban' y que no les servían para nada" (Miguel Angel D'Agostino - Legajo Nº 3901).

"Después de pasados los primeros días, me llevaron a una celda, y pude ir adaptándome poco a poco a esa vida, aprendiendo cómo tenla que vivir, qué era lo que podía hacer y lo que no podía. A pesar de que permanecía siempre tabicada y de me sacaban tres veces por día para ir al baño, pude hacerme una idea general de cómo era el lugar donde 'vivía'( ... )

El campo, que se hallaba en un subsuelo, tenía dos secciones de celdas, que estaban enfrentadas en un pasillo muy estrecho: de un lado los pares y del otro los impares. Para sacarnos al baño abrían las puertas una por una -cada uno de nosotros tenía que estar de pie cuando se abría la puerta- y luego desde la punta del pasillo el guardia gritaba el número de las celdas, allí nosotros nos dábamos vuelta y cada uno se tomaba de los hombros del que tenía delante, formando un 'tren' que era conducido por un guardia." (Ana María Careaga, Legajo Nº 5139).

El "campo" tenía lugar para unas doscientas personas, y según refieren los liberados durante su funcionamiento habría alojado más de 1.500 personas. Este dato lo deducen de las letras que precedían al Nº, cada letra encabezaba una centena. Por los testimonios asentados en la CONADEP, se llegó a la letra X en noviembre de 1977.

Los grupos de tareas con base en este C.C.D. operaban fundamentalmente en Capital y Gran Buenos Aires, "pero la impunidad que poseían les permitía ir más allá de esos límites, como en el secuestro de Juan Marcos Hermann, traído desde San Carlos de Bariloche al Atlético" (Conferencia de prensa del 22-8-84).

El personal integrado por las fuerzas de seguridad actuaba en contacto con otros C.C.D., como la ESMA y Campo de Mayo.

El promedio de secuestros era de 6 ó 7 por día, pero hubo oportunidades en que ingresaban hasta 20. A intervalos regulares, un grupo importante de detenidos partía con destino desconocido. Dice D'Agostino:

"En los tubos el silencio era total. En las vísperas de los traslados masivos en los que se llevaba alrededor de veinte personas, ese silencio se acentuaba..."

(...............................................................)

"A veces 'hablábamos' dando pequeños golpes en la pared intermedia que dividía los tubos, o al tocarle el hombro al compañero que iba adelante nuestro en el 'trencito'. Todos esperaban quietos y en silencio que los nombraran, querían salir de allí, todavía quedaba alguna esperanza. El traslado, más que miedo, encerraba cierta expectativa...".

ANB - Agencia de Noticias Bariloche
www.anbariloche.com.ar



Página de Juan Marcos Herman
Presentes | Genocidas | Documentos | Voces | Enlaces

Proyecto Desaparecidos Busca Notas Preguntas Frecuentes correo