Junio 27, 2006

M�s testimonios en el juicio a Etchecolatz

“Yo no olvido ni perdono a ninguno de los personeros de la muerte”.

Lo dijo Walter Docters, hijo de un oficial de policía bonaerense y ex empleado de la repartición, al relatar su cautiverio en distintos centros clandestinos de detención. El abogado de Etchecolatz pidió que vuelva a la detención domiciliaria.

Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata
Información de Prensa

Juicio a Etchecolatz

Secretaría Jurídica

(La Plata, 26junio2006). El abogado de Etchecolatz, Dr. Luis Boffi Carri Pérez, solicitó hoy al Tribunal Oral en lo Federal Nª 1 que deje sin efecto la orden de prisión efectiva contra el represor Miguel Osvaldo Etchecolatz, basándose en su estado de salud “agravado” y argumentando que el ex Director General de Investigaciones de la Policía provincial “es un hombre pacífico”, ya que al ser atacada su casa por la “horda de salvajes” (hacía referencia a un escrache) se limitó a llamar a la policía.

Alegó también que no era cierto que Etchecolatz tenía un arma en su poder, ya que la misma había sido entregada a su suegra, quien habita un departamento a pocas cuadras. Ante ello, el Dr. Oscar Rodríguez, representante de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata manifestó al Tribunal que la madre política del represor podía estar incursa en el delito de tenencia ilegítima de arma de guerra.

En el priemr testimonio de la fecha declaró Walter Docters, quien fuera secuestrado el 20 de septiembre de 1976, luego de afirmar en la Escuela de Suboficiales y Tropa de la policía provincial, que la policía no debía comandada por un coronel sino por un hombre de la propia fuerza, ya que se había conformado una banda de delincuentes al servicio de la corrupción y la tortura.

Docters fue llevado al destacamento policial de Arana, que funcionaba –según se viene demostrando en estas audiencias– como centro clandestino de torturas e interrogatorios. Allí fue sometido al paso de corriente eléctrica, como todos los que pasaban por ese lugar, y también con la práctica conocida como “submarino”.

Durante su estadía en esa dependencia fue trasladado a la sede de la Dirección General de Investigaciones por el Comisario Nogara, para entrevistarse con su familia, ya que su padre era también funcionario policial y había realizado gestiones por él con Etchecolatz. Mientras conversaba con sus familiares en la Jefatura de Policía, se asomó el acusado y le dijo a su padre: -”¿Viste que estaba vivo?. A ver si te dejás de joder ahora”. Docters padre declaró en el Juicio por la Verdad en noviembre de 2001, pero jamás accedió a involucrar a sus camaradas de armas. Sí reconoció haber visitado a su hijo en la Dirección General de Investigaciones (ver www.apdhlaplata.org.ar/prensa/2001/141101.htm).

El testigo permaneció en Arana alrededor de diez días. Describió los vejámenes sufridos, explicando que en ese sitio se les hacía “cualquier cosa que hiciera sentir a uno que no iba a tener después de eso ninguna posibilidad de vida, de dignidad, de nada”. El 1º de octubre fue trasladado al “Pozo de Quilmes”. Allí supo que en ese lugar se hallaba también alojada Nilda Eloy, a quien luego encuentra en la Comisaría Tercera de Valentín Alsina.

Preguntado si supo alguna vez la razón de su secuestro, respondió: “Fui un delegado estudiantil y fui y soy un militante popular”.

En Arana torturaban mientras comían

También prestó declaración hoy la actual Directora de Derechos Humanos de la Municipalidad de La Plata, Nora Alicia Ungaro, quien fue secuestrada el 30 de septiembre de 1976, quince días después que su hermano Horacio Ángel, en el domicilio de otro desaparecido de la llamada “Noche de los Lápices”, Daniel Racero.

Ungaro fue llevada al cuerpo policial de caballería en 1 y 60 por unas horas y trasladada por la noche al Destacamento policial de Arana, al cual, igual que Docters, calificó como centro de torturas.

Se refirió especialmente a los casos de Ángela López Martín, profesora de historia en el Colegio Nacional y su compañero Osvaldo Busetto, herido durante el operativo que lo secuestró, así como a la situación de los hermanos Badell, quienes eran objeto de especial ensañamiento por su condición de policías. Su relato detalló con entereza los tormentos, pero se quebró al recordar la solidaridad y el afecto con que había sido tratada por otras presas como la mencionada López Martín y Amelia Acosta de Badell.

La testigo describió los métodos de tortura en ese centro clandestino de detención, coincidiendo con los restantes testigos que prestaron declaración en este proceso y aregando que escuchaba mientras era torturada que los represores almorzaban. Se decían: “pasame la mayonesa”. En Arana tuvo oportunidad de compartir el cautiverio con Nilda Eloy. Al igual que un grupo importante de secuestrados vinculados con la “Noche de los lápices”, Ungaro fue trasladada luego a la Brigada de Investigaciones de Quilmes (Pozo de Quilmes), donde ya no fue sometida a torturas, pero el régimen era inhumano en cuanto a alimentación e higiene y continuaban desaparecidos para sus familias.

Finalmente volvió a Arana y fue liberada cerca de su domicilio.

Posted by federico at Junio 27, 2006 6:16 AM | TrackBack
Comments
Post a comment









Remember personal info?