Diciembre 30, 2006

(AW): Acerca del secuestro y la liberación de Luis Gerez

(AW). ¿Qué es más terrible: que Julio López siga desaparecido o que Luis Gerez haya sido devuelto a su familia, dos días después de ser secuestrado, con signos de haber sido torturado y golpeado? Quizá también lo sea la sensación de que esto puede volver a pasar.

Buenos Aires, 30 de diciembre de 2006 (Agencia Walsh – por Gabriel Tuñez). Lo tomaron de los pelos. Eran varios. Le pusieron una bolsa de nylon en la cabeza y así empezó todo. Para algunos diarios, que colocaron la noticia en un costado de sus títulos principales, fue el desaparecido 30.002. Los números son elocuentes, pero para serlos no necesitan varios dígitos. Por el contrario, esa condición abruma y quita valor. Bastaba con decir que en menos de cien días dos personas fueron arrancadas de sus hogares luego de declarar contra represores y asesinos de la dictadura militar.

Durante las primeras horas, el dato del rapto de Luis Gerez quedó sobrepasado por noticias acerca de la supuesta reactivación económica que vive el país y el incremento de las compras navideñas protagonizado por una parte de la sociedad claramente identificada.
Gerez fue encontrado anoche en un descampado de Garín, un sitio que, según el ministro de Seguridad bonaerense León Arslanian, había sido revisado minuciosamente hasta algunas horas antes. Y enseguida la utilización política del hecho. Para todos los funcionarios del gobierno nacional, la aparición se debió al discurso brindado por el presidente Kirchner, quien no hizo lo mismo luego de conocerse la desaparición de Jorge Julio López.

En abril pasado, Gerez declaró frente a una comisión legislativa que investigaba al político/represor/intendente/policía y candidato a gobernador Luis Patti. Dijo que a los 17 años, en 1972, había sido detenido, golpeado y torturado por Patti en una comisaría de Escobar, su lugar de vida. Sus palabras en el Parlamento propiciaron que el torturador no ocupara la banca en la Cámara baja.
Pero también comentó a esa comisión del Congreso que, por estas denuncias, había sido amenazado con armas de fuego en tres oportunidades, y que rechazó ingresar al sistema de protección de testigos porque el Estado no iba a ocuparse de su familia.

Kirchner habló en su discurso de grupos paramilitares y parapoliciales como responsables del secuestro de Gerez, y recomendó a los testigos de causas iniciadas contra represores aceptar la custodia que manda la ley. Durante la gestión de Felipe Solá y Arslanian, 15.000 policías bonaerenses fueron echados de la fuerza por diferentes delitos cometidos. ¿Cuál de todos esos policías iba a cuidar de Gerez? Quizá lo hiciera alguno de los casi 900 que todavía permanecen en la Bonaerense y son investigados por la Justicia.

¿Suena creíble que este tipo de personas decidiera liberar a Gerez después de escuchar un discurso presidencial? Si estos integrantes de bandas paramilitares y/o parapoliciales fueron quienes durante la dictadura militar decidieron sobre la vida y la muerte, ¿por qué iban a acceder tan fácil frente al mensaje público?
Como ocurre con la mayoría de los secuestros extorsivos, fueron los delincuentes quienes liberaron a sus víctimas y no la policía la que dio con ellos.

Algo de lo que dijo Kirchner es cierto: con los secuestros de López y Gerez se busca quebrar el sistema de derecho, la democracia. Y crear el temor suficiente para que las causas judiciales contra represores se caigan por la falta de testimonios.

¿Por qué Kirchner no habló en cadena nacional tras la desaparición de López, si a los pocos minutos de ocurrida todo el mundo supo que se trataba de un acto represivo y no de una decisión personal de abandonar a su familia? Y la sospecha sobre la víctima, aquella que algunos representantes de organismos defensores de los derechos humanos expresaron después de hablar con los funcionarios de la Casa Rosada.

Días atrás, la agencia de noticias alemana DPA citó fuentes anónimas de una organización no gubernamental para decir que Jorge López ya había sido asesinado. El Gobierno criticó y se escandalizó por la información, pero no brindó –ni brinda– un solo dato para pensar lo contrario. Es más, se asombró cuando quince días después del rapto aparecieron las llaves de la casa, que López se había llevado al momento de desaparecer, en el jardín de la vivienda.

¿Qué es más terrible: que López siga desaparecido o que Gerez haya sido devuelto a su familia torturado y golpeado? Quizá también lo sea la sensación de que esto puede volver a pasar.

Posted by marga at Diciembre 30, 2006 7:51 PM | TrackBack
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