El “Rincón de Campana” no era una isla

Sobre ausencias y exilios

 

Volviendo a la “isla”

“...es un 2 de abril, que debe servir para una unión sólida de los argentinos,
y principalmente a aquellos indiferentes, obsecados o incrédulos
debe reanimarles este día, es un verdadero triunfo que han logrado las Fuerzas Armadas...”
(Dr. Edmundo Savastano: fragmento declaraciones por el “2 de abril”:“La Defensa Popular” del 03/04/82)

“...se sabe que Schinoni prescindió en ocasión de una celebración de Prefectura
de integrar al Secretario Norese a su comitiva, aún cuando estaba prevista su participación, dejándolo de a pie a último momento...”
(comentario sobre conflictos municipales:fragmento: en semanario “Socio/a” del 27/10/82)

"...si Mao [Tse-tung] hubiera nacido en Campana, sería tintorero...”
(refrán popular “setentista” que todavía circula entre vecinos de Campana)

“...Pero en el Parnaso de este país descuellan la Corrupción,
la Impunidad, la Soberbia y otras yerbas olímpicas.
Campana es un interesante escenario donde algunos de estos males
se ven atrozmente caricaturizados...”
(el escritor Oscar Serrano, en encuesta de opinión del semanario “Socio/a” del 30/12/82)

 

Si para los analistas de la Argentina post-Malvinas, la derrota contribuyó a acelerar la caída de la dictadura, en la Campana post-Malvinas, la apertura política que lentamente se percibía, se concretaba en las disposiciones que prescribía el Estatuto de los Partidos Políticos; lo  que no era impedimento para que en el CUCI se concretara una entrevista periodística (a poco de caer Puerto Argentino) con la presencia de Calixto Dellepiane y Washington Villa (UCR), Alberto Trognot y Fernando Pino (PJ) y Juan Sajnín (PC), que fuera realizada por el periodista Mario Lis y que implicó se juntaran ciudadanos de diversa extracción política en una institución “emblemática” en lo que respecta al  impulso o apoyo a dirigentes “intermedios” para la política comunal que el “bloque civil” encarnara; la entrevista no se publicó, porque el número dos de la revista "La Ciudad” no se concretó. Pero la intencionalidad del encuentro se centraba en informar a través de la publicación de ese primer encuentro “público” a nivel político local.

De todas formas la reconstrucción del tablero político campanense tuvo en la línea de largada al “Ateneo Hipólito Yrigoyen” de “Renovación y Cambio” de la UCR, con la conducción del extinto dirigente Luis Gurrea,que se constituyó en una de las primeras agrupaciones políticas que comenzó a “caminar la calle” en forma militante; a lo que se sumarían la línea “balbinista” de la UCR, tanto como las agrupaciones justicialistas que comenzaban a transitar un derrotero particular en busca de una organicidad que demoraría  en llegar,pero que incluía desde el sector del ex-diputado Julio Armesto; la “Agrupación «Perón vive»”, con el gremialista Roberto García presidiendo; el sector de “Juancito” Ghione o la promoción de un nuevo sector “compuesto por peronistas de amplia trayectoria en Campana... integrado por distintos grupos de base, de trabajadores e intelectuales...” (43) que conformaban un panorama político local que apuntaba al retorno institucional.

A todo esto, el “bloque civil” además de (lentamente) reposicionarse frente a la apertura política, no había  visto satisfechas sus expectativas respecto al candidato que en su momento apoyara, ya que la “gestión Schinoni” no había alcanzado un éxito digno de encomio, máxime si tenemos en cuenta que los gobiernos municipales “de facto”, más allá de la prolijidad administrativa que pudieron realizar desde 1976 y que podía implicar que los números “cerraran”, en la medida que gastos “superfluos” para las dictaduras como los que demandaban los Concejos Deliberantes o cualquier otro estamento o instancia propio de gobiernos democráticos no existían o incidían en los presupuestos.

Pero son dos hechos puntuales los que configuraron para la “administración Schinoni” un desmanejo  que demostraba la falta de tacto y criterio político manifestado por el sector más conservador del “bloque civil”: uno, la frustrada privatización del Balneario Municipal, que dio “aire” a un político como Dellepiane que supo aprovechar el yerro político que la ordenanza 1659/82 disponía para convalidar una concesión de remodelación y explotación del Balneario por siete años a un grupo que se especulaba cercano a la empresa “Italpark” y que motivara la presentación de un recurso de amparo efectuado por el estudio jurídico del Dr. Carlos Alconada Aramburu; reclamo que el ex-ministro provincial Fernández Gil evaluaba prosperaría, ya que el compromiso de funcionarios de la dictadura en retirada, preveía que no concesionarían nada que excediera al año 1984 y aunque el proyecto de Schinoni, sustentado en los criterios que aportaba desde Obras Públicas Turbarello Vigna, tampoco tenía apoyo en La Plata y en el nivel local a “...excepción de algunos “leones” y la inesperada adhesión del doctor Edmundo “Cholo” Savastano, rector de la Universidad de Morón, la administración Schinoni parece agonizar...” (44). En segundo término, pero en el mismo sentido, se inscribió la permuta o canje de tierras entre Dalmine y el Municipio que implicaba la entrega por parte de la empresa a la comuna de un predio de 51.000 mts. cuadrados con frente a la Colectora Oeste; entrando en la permuta/canje, la cesión por parte del Municipio de 447.000 mts. cuadrados de una franja ubicada frente a las vías del “Mitre”, a la altura de la calle Chiclana y otra, situada en inmediaciones del “Hotel Dalmine”; operación concretada con el “consenso” de la Asociación de Arquitectos, el Club de Leones, Rotary o la Liga de Propietarios de Bienes Raíces, todos invitados a la conferencia de prensa en la que también se ofreció un dictamen de dos tasadores (Dallera y Traverso) para avalar aún más el proyecto. Por lo tanto, ”...No queda explicado por qué en el caso de la permuta vale más el SI de las asociaciones profesionales y sociales que el NO de los partidos políticos en el caso del Balneario. Es que es, quizás, el tiempo de los economicistas quienes conocen el precio de todo y el valor de nada, como si la actividad municipal se redujera simplemente a un juego de pérdidas y ganancias... No se está juzgando el resultado económico de la razón del trueque de tierras. Se juzga la medida misma...” (45).

No podemos prescindir en nuestro análisis de lo ocurrido en Malvinas y las repercusiones que tuvo en nuestra ciudad que no escaparían a las generales del país:fervor patriótico,nacionalismo exacerbado; en donde la sensación de un miedo visceral, casi inconsciente recorría la memoria de muchos que no se olvidaban de que la dictadura continuaba.

Así y todo, uno de los puntos de inflexión de mayor trascendencia e impacto masivo, se concretó el 25 de Mayo en la Calle Real: allí convergieron unos y otros para reafirmar una identidad que parecía diluirse, pero que a pesar de una guerra decidida por los mismos que apalearon trabajadores días antes (el 30 de marzo) y reprimían los sueños y las luchas de toda una generación durante seis años; demostraban con la  concurrencia de representantes uruguayos, paraguayos o de integrantes de la comunidad que antes de Malvinas no tenían espacio, la necesidad de un protagonismo que el poder “de facto”  les negaba.

Previo a ese contexto, ya la CGT-Regional había considerado que “...ya no hay espacio para los indiferentes y menos para los indefinidos complacientes y obsecuentes...” (46), preparándose para la movilización de marzo; y otro sector propugnaba el relanzamiento de la “Asociación Amigos de la Calle Real”, con una propuesta de actividades que incluía una fiesta folklórica para el 25 de Mayo que se transformó en el acto de reafirmación por Malvinas; dicha “Asociación” para la cual fuera designado como presidente Ricardo Sarna que, además de méritos personales,sabía del dolor de tener a su hermano en el exilio en Perú que le había impuesto la dictadura; buscaba comenzar a nuclear  voluntades en una Calle Real que estaba integrada por nuevos y jóvenes comerciantes que pretendían impulsar propuestas progresistas a través de actividades que no se agotaran en “hermosear” veredas.

No escapa a este análisis que,al igual que en otros puntos del país, las actividades para recaudar fondos para otro de los “agujeros negros” del sistema financiero (el denominado “Fondo Patriótico”), también concitaron el esfuerzo, participación y aportes de cientos de campanenses que sumaron su aporte y colaboración a la “Asociación de Amigos de la Calle Real” para depositar en el banco Nación la suma de 95.3345.000 pesos, más valores en moneda extranjera y joyas (ver detalle en “Anexos”).

Otra perspectiva sobre Malvinas era la que se reflejaba en la entrevista que la revista “La Ciudad” le efectuara a Donato Luis Piñeyro, vecino del barrio San Jacinto que así relataba parte de su experiencia: ”...empezamos a inflar las balsas, que estaban casi congeladas, y a tirarlas al agua. Para colmo, llovía que casi no se veía. Cuando estuvimos los 16 flotando en la balsa, nos dimos cuenta de que se empezaba a desinflar, y las olas la hundían cada vez más. Por suerte, muy cerca había otra balsa vacía, así que uno lo agarró a otro de los pies y la trajo. De a poco nos pasamos todos. Para esto en el buque seguían explotando las calderas y se desmoronaban las chimeneas. Se hundía cada vez más rápido y empezaba a incendiarse. De repente vimos a un suboficial bastante gordo que estaba nada más que en calzoncillos y se había hecho tiras la piel al salir por una escotilla muy angostita. En eso cayó al agua mientras trataba de subir a una balsa, y las olas ya querían llevárselo. Por suerte nosotros teníamos el cabito que ataba la balsa y lo enlazamos como pudimos y lo subimos. Ya estaba todo morado el pobre... El Belgrano desaparecía y las balsas cargadas de gente que habían quedado más cerca las chupaba y se hundían junto con el barco...”; y concluía la entrevista, reflexionando sobre: ”...La historia de un adolescente de Campana convertido en protagonista de una gesta que nos importa a todos".

Qué es y será materia para la construcción de una Argentina y de una Campana grandes y plurales. Que no necesiten de una guerra para, por ejemplo, dejar de ignorar cómo se vive a pocos kilometros del centro de una progresista ciudad. Nuestra ciudad”. (47)

Pero, lo que parecía lograr Malvinas en el “imaginario colectivo” de muchos campanenses, era reconocer la vigencia de un imperialismo que era identificado por su respuesta en el conflicto por el intendente, tanto como por los “leones” que resaltaban el “sentir nacional” que el gobierno “de facto” santificó con su accionar y demonizó “macarteando” a cientos de compatriotas que padecieron persecuciones y exilios por defender posiciones antiimperialistas que no resulta creíble, de la noche a la mañana, hayan asumido quienes conformaban un “bloque civil” que no veía que detrás del accionar de la represión institucionalizada, estaba el enemigo que mataba a nuestros compatriotas en Malvinas.

Y si bien, ”imperialismo” era una categoría de análisis prohibida y sospechada también en Campana, las charlas, festivales,el Fondo Patriótico y demás acontecimientos signaban un momento de la  historia reciente que, acotada a Campana, significaba algo más que la derrota ante un enemigo superior y se convertía en otra de las vergüenzas que implicaron ignorar la situación por la que pasaban nuestros compatriotas/convecinos al retornar de Malvinas, pero que para muchos servía para evocar desde la memoria a cientos de compatriotas, a una generación que la dictadura creyó muchos argentinos darían por  “desaparecida” en otra “guerra”, pero que retorna no sólo en lo que puedan llegar a evocar nuestras líneas sino, fundamentalmente, en una memoria colectiva que no puede prescindir de su historia reciente.

Campana incluída.

 

 


Notas

(43) Semanario “Socio/a” del 18/11/82: pág. 4

(44) Semanario “Socio/a” del 07/10/82: pág. 3

(45) Semanario “Socio/a” del 22/12/82: columna/opinión Ing. E. Katz: pág. 4

(46) Diario “La Defensa Popular” del 04/03/82: pág. 5

(47) Revista “La Ciudad” / año I -nro.1/junio de 1982.

  

  

 

   

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