Introducción

Memoria Debida

 

 

Restablecida la legalidad interrumpida el 24 de marzo de 1976 el nuevo gobierno dispuso, por decreto 158/83, el juicio sumario de las tres primeras Juntas Militares. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas tomó a su cargo el proceso. El 25 de septiembre de 1984 ese organismo no sólo no había cumplido los plazos legales sino que hizo pública su calificación de inobjetables a los decretos, directivas y órdenes de las tres primeras juntas.

Así fue como el 22 de abril de 1985 a las tres de la tarde comenzó en la Cámara Federal de Apelaciones el "Juicio a las Juntas". La sentencia tendría lugar el 9 de diciembre de 1985.

El trabajo de la acusación fiscal tuvo por eje al informe de la CONADEP, organismo que seleccionó 1.500 causas que permitían relacionarse a los casos tratados. La Fiscalía seleccionó 709 casos y los clasificó por fuerza, centro clandestino de detención y otras informaciones que permitieran probar uno con otro caso.

Así fue como surgieron distintas responsabilidades para los miembros de las Juntas, cuando en realidad y por ser un órgano colegiado las responsabilidades eran técnicamente compartidas y no divisibles. A esto se agregó que la cantidad de casos no llegó al diez por ciento del total de denuncias. Si se partía del lugar de secuestro en lugar de tomar en cuenta sólo el centro clandestino de detención, se hubiera simplificado y ampliado la acusación.

Para el delito de robo de menores se tomaron nada más que seis casos y se absolvió a Videla, Massera, Agosti, Lambruschini y Galtieri, cuando pudo procesárselos por más de doscientos, como ocurre en la actualidad.

En 1987 el ex capitán del Ejército Federico Eduardo Mittelbach terminó su "Punto 30. Informe sobre desaparecedores", editado ese año por "La Urraca". Ese trabajo describía con precisión el "Sistema Nacional de Represión Ilegal" materializado en la división del país en zonas, subzonas y áreas de seguridad, más los centros clandestinos de detención, su dependencia orgánica y parte de la red de inteligencia militar. Ese informe planteaba la sencillez de la tarea de enfrentar todo con el "Sistema Nacional de Juzgamiento" a partir de clasificar a las víctimas por zona, subzona y área. No se hizo así y las leyes exculpatorias, más los indultos, alejaron la factibilidad de juzgar a los responsables del terror de Estado.

Pero quedaba en pie la necesidad de saber, al menos para cumplir con la historia y, en el fondo del alma, con la posibilidad remota de llevar a juicio algún día a los genocidas, antes que los alcance la muerte y el otro juicio inapelable.

Así fue que, sin apuro, comencé a clasificar a los desaparecidos que figuran en el Anexo al informe de la CONADEP por zona, subzona y área. Luego por centro clandestino de detención (CCD) y finalmente por nacionalidad. Esos datos, más las nuevas denuncias y algunas correcciones proporcionadas por la Subsecretaría de Derechos Humanos y Sociales de la Nación, completó la tarea sobre víctimas, por ahora. La información sobre responsables militares tuvo origen en el Informe sobre Desaparecedores, de Mittelbach, en trabajos del CELS, en archivos del diario Página 12, de Clarín, La Nación, Biblioteca del Congreso de la Nación y boletines militares.

La información sobre niños robados y madres embarazadas desaparecidas partió de un trabajo facilitado por Abuelas de Plaza de Mayo.

Todo lo informado en el libro, con el agregado de numerosísima información anticipada en el índice pertinente, puede visualizarse en el Cd-rom que acompaña esta edición, preparado por RedesWeb, y es también accesible -vía Internet- en http://www.nuncamas.org.

Sabemos que este trabajo no es todo lo que puede saberse sino lo que hasta ahora pudimos ordenar y sistematizar. Hay mucha más información en nuestras manos; la tarea seguirá, y periódicamente se editará un CD actualizado. Porque, cada día, los desaparecedores renuevan su delito como lo hacen desde que fueron exculpados; los desaparecidos, siguen desaparecidos.

Y si "el progreso es la realización de la utopía", llegarán a ser juzgados. Porque "la memoria es la lucha del hombre contra el poder", MEMORIA DEBIDA está dedicado

a la sangre ausente torturada
por la sangre cruel y viva,
a la niñez robada
en la guerra falsa,
inmoral mentira;
a la paz deseada,
a la ilusión dolida
de que tanta sangre
de que tal despojo
burlen la justicia.
Que no sea ella,
entre tanto ausente,
otra desaparecida,
y se sepa ha muerto
pero no nos dejen
donde ir a llorarle
nuestra despedida.
Y la patria sea,
el recuerdo de unos
o una jaula fea,
y de otros,
sólo esperanza herida.


Ciudad de Buenos Aires, marzo de 1999
José Luis D'Andrea Mohr