Matar para robar, luchar para vivir
por Carlos del Frade
II Parte - Desaparecedores, Resistentes e Impunidades
Capítulo 21 - El prófugo
"Una de las seis zonas militares argentinas, la que estaba bajo la jurisdicción
del Segundo Cuerpo de Ejército -cuya comandancia fue ostentada sucesivamente por
los generales Ramón Genaro Díaz Bessone, entre septiembre de 1975 y septiembre
de 1976; Leopoldo Fortunato Galtieri, a partir de esta última fecha hasta enero
de 1979, y con posterioridad comandante en jefe del Ejército argentino desde el
28 de diciembre de 1979 al 18 de junio de 1982; y Arturo Jáuregui, hasta el
final de la represión-, extendía su jurisdicción a las provincias de Santa Fe,
Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes y Entre Ríos y, por tanto, sobre Rosario,
ciudad situada a orillas del río Paraná, a doscientos kilómetros de la Capital,
en la que funcionaron hasta cuatro centros clandestinos de detención conocidos
con los nombres: Fábrica de Armas, Fábrica Militar de Armas Portátiles Domingo
Matheu, Batallón 121 y Servicio de Informaciones de la Jefatura Provincial; en
tanto que en la Capital estaban constituidos el centro clandestino de detención
"Brigada de Investigaciones"; Comisaría 4; Local de la Unión de Docentes
Argentinos y Guardia de Infantería Reforzada; finalmente, en el resto de la
provincia, operaban como centros clandestinos de detención los denominados
"Puerto Gaboto" y "Prefectura Naval de San Lorenzo". Asimismo, en las provincias
de Formosa, los centros clandestinos de detención "Regimiento número 29 de
Infantería de Monte", "Destacamento Policial de la Capilla de San Antonio La
Escuelita"; en la ciudad de Resistencia, capital de la provincia de Chaco, el
centro clandestino de detención "Brigada de Investigaciones de la Policía de la
Provincia"; en la provincia de Misiones los centros clandestinos de detención
"Escuadrón 8 Alto Uruguay", de la Gendarmería Nacional; Servicio de
Informaciones de la Policía Provincial; Comisaría 1 y Delegación de la Policía
Federal. Por último, en la ciudad de Goya, capital de la provincia de
Corrientes, el centro clandestino de detención "Hípico", dependiente del
Batallón de Comunicaciones 121", dice el punto cuatro del auto de procesamiento
que libró el juez español Baltasar Garzón el 25 de marzo de 1997 contra Leopoldo
Fortunato Galtieri, en una clara demostración de que detrás del nombre que llevó
a la Argentina a la guerra de Malvinas existe un entramado de relaciones
políticas y económicas que configuran gran parte del presente y que solamente
gracias a la construcción de la impunidad pueden gozar, todavía, de diversos
privilegios.
El caso Labrador
En setiembre de 1976 Víctor Labrador, nacido en San Esteban de la Sierra,
provincia de Salamanca (España), vivía en Rosario, provincia de Santa Fe
(Argentina), con su esposa Esperanza Catalina Pérez, de nacionalidad española, y
sus hijas María Manuela Labrador Pérez -española, casada con Óscar Rubén Rivero
Zárate, argentino-, Palmiro Labrador Pérez- español, nacido en Béjar
(Salamanca), casado con Edith Graciela Koatz, argentina- y el hijo menor, Miguel
Ángel Labrador Pérez, nacido en Rosario.
La familia trabajaba en la explotación de una pequeña industria de calzado en
aquella ciudad y encomendó, en los primeros días de septiembre de 1976, a Miguel
Ángel que se desplazara a distintos puntos de la provincia de Santa Fe para
cobrar diversas facturas del negocio familiar.
A partir del día 10 de setiembre la familia pierde todo contacto con el mismo,
tras haber sido detenido ilegalmente, entre otros, por el comisario inspector
Antonio Avila, de la ciudad de Rosario, quien confiesa el 2 de octubre que
Miguel Angel ha estado detenido en la Jefatura. Desde esa fecha hasta el día de
hoy no se ha vuelto a tener noticias sobre el paradero de esta persona, que
desapareció en circunstancias similares a la de miles de ciudadanos en Argentina
en esa época por las acciones violentas planeadas por los responsables militares
y policiales con la ayuda de grupos paramilitares.
Tiempo después Galtieri manifiesta que para él Miguel Angel Labrador estaba
muerto.
En ejecución de ese mismo plan, y cumpliendo en este caso como en el anterior
las concretas órdenes del comandante en jefe del Segundo Cuerpo de Ejército,
general de brigada Leopoldo Fortunato Galtieri, el día 10 de octubre de 1976
unos veinte hombres encapuchados y armados -militares y funcionarios de policía
a cuyo frente estaba un tal José Rubén Lofiego, (a) El Ciego,invaden el
domicilio de Víctor Labrador y su esposa, a los que informan que ya han dado
muerte a su hijo Palmiro Labrador y su esposa Edith Graciela Koatz.
Seguidamente, golpean a Víctor Labrador y saquean la casa, les sustraen la llave
de la fábrica de calzados y la desvalijan también. Instantes después, sobre las
2.30 horas, Víctor Labrador, consternado por la noticia que le dan los mismos
asaltantes de que han matado a su hijo Palmiro y su nuera Edith Graciela, sale
de su domicilio con dirección al de estos; su esposa, Esperanza Catalina Pérez,
no puede acompañarlo porque sufre un desvanecimiento; pero, sobre las 6 de la
mañana, va a casa de su hija, María Manuela Labrador Pérez, para contarle lo
sucedido.
Al llegar esta le cuenta que sobre las 3 de la madrugada los mismos asaltantes
habían penetrado violentamente en su domicilio, identificado al mismo cabecilla
José Rubén Lofiego con el apodo de "Doctor Mortensen", que los golpean
reiteradamente a ella y a su marido, Oscar Rubén Rivero, al que incluso atan a
una silla y, tras torturarlo, consiguen que firme varios cheques con fechas de
vencimiento posdatadas, la primera el 17 de noviembre de 1976 y por importe de
sesenta millones de pesos y que, además, les desvalijan toda la casa.
Entre los asaltantes se encontraban el comisario inspector Antonio Aviala, un
yerno suyo, también oficial de policía, y otro oficial de la policía que había
sido compañero de Palmiro, Alberto Vitantonio.
En la situación de terror absoluto en la que se encuentran los tres, Oscar trata
de llamar por teléfono a Palmiro, no descolgando el auricular persona alguna,
por lo que con grandes precauciones se desplazan alrededor de las 11 horas del
día 10 de octubre hasta el domicilio de Palmiro, encontrándose con que miembros
del operativo militar, ordenado por el general Galtieri, habían simulado un
tiroteo para dar apariencia de enfrentamiento armado con Palmiro Labrador Pérez,
su esposa Edith Graciela Koatz y Víctor Labrador, y tratar de ocultar así la
ejecución de los tres.
Al día siguiente, en el periódico "La Capital" de Rosario se publica un
comunicado del II Cuerpo del Ejército, que manda el general Galtieri, dando
cuenta de la muerte de tres extremistas -por los tres citados- en un
enfrentamiento con los militares. Sin embargo, ninguna de las víctimas estaba
armada.
Por su parte, María Manuela Labrador tiene que reconocer los cadáveres de su
padre Víctor, su hermano Palmiro y su cuñada Edith, comprobando que habían sido
objeto de atroces torturas.
Ese mismo día la familia acude a pedir auxilio al cónsul de España en Rosario,
Excmo. Sr. Vicente Ramírez Montesinos Brenez, para que interceda ante Leopoldo
Fortunato Galtieri y diera protección al resto de la familia, entrevistándose
aquel con el teniente coronel ayudante del general, que en ese momento se
hallaba ausente.
El cónsul insiste en entrevistarse y por fin consigue hablar con el general
Galtieri, a quien reprocha que el propio Ejército ha reconocido la muerte de
aquellas tres personas, aduciendo Galtieri como justificación que la familia
Labrador se dedicaba a fabricar objetos (carteras de cuero) en las que se
incluían compartimentos disimulados en los que se podían esconder documentos, y
que la muerte de Víctor Labrador había sido un error, en tanto que en una lista
de personas que el general Galtieri tenía en su mesa aparecía Palmiro Labrador
con una cruz roja, y Miguel Angel sin cruz alguna, puesto que estaba
desaparecido, estando ambos considerados como objetivos militares.
En ocasiones posteriores el general Galtieri confesó al cónsul Montesinos que él
estaba haciendo su deber para evitar que "Argentina cayera en manos del
comunismo y que estuviera pintada de rojo en los mapas", y que en toda operación
militar (eliminar terroristas) había siempre daños colaterales, como en los
bombardeos de Alemania, refiriéndose a los muertos no activos en organizaciones
terroristas.
La acusación
"En todos esos hechos tuvo una participación activa LEOPOLDO FORTUNATO GALTIERI
como copartícipe con otros responsables militares en la creación y desarrollo
-fue presidente de la República y jefe del Ejército- en un Estado de terror y
genocida y como inductor de los asesinatos, secuestro y desaparición relatados
en esta resolución", dice el texto firmado por Garzón.
Por "lo que se librarán las correspondientes órdenes de busca y captura
internacionales para proceder a su detención a efectos de extradición".
Lo mismo que "se acuerda la prisión para LEOPOLDO FORTUNATO GALTIERI respecto
del que ya se ha intentado la declaración, a los autores materiales de los
hechos, se les tiene por querellados, tal como se reclama por las acusaciones, y
se solicitará su declaración mediante Comisión Rogatoria Internacional y, una
vez cumplido el trámite, se decidirá sobre su situación personal".
Garzón decretó, entonces, "LA PRISIÓN PROVISIONAL INCONDICIONAL DE LEOPOLDO
FORTUNATO GALTIERI, nacido en Argentina en el año 1926, con documento nacional
de identidad 4.771.350 y domicilio en la calle Chivilcoy 3102, de la Capital
Federal de la República Argentina, por lo hechos y presuntos delitos citados en
esta resolución".
También libró órdenes internacionales de detención, ordenando su busca y captura
para cualquier parte del mundo excepto Argentina, a efectos de extradición,
querelló como imputados a José Rubén Lofiego, Antonio Avila y Alberto Vitantonio
en esta causa.
Así empezaba la segunda parte de la historia contemporánea del hombre que bajo
el nombre de Galtieri encubre la crónica de los intereses y factores de poder
que desde la zona del Gran Rosario se constituyeron en fundantes del país
injusto que aún se sufre a principios del tercer milenio.