Homicidios

Informe de la Comisión Bicameral - Tucumán 1974-1983 (Anexo III)

 

1. Flagante contradicción entre los hechos ocurridos 
y los partes militares y/o informaciones periodísticas


1.1. Leg. 59-A-84. Homicidios de Juan Eugenio y Francisco Aranda

Se trata del secuestro, desaparición y posterior asesinato de los mencionados hermanos, secuestrados en presencia de innumerables testigos, durante una fiesta de casamiento en la localidad de San Pablo.

Del relato de los hechos, surge con claridad el carácter apócrifo del supuesto enfrentamiento dado a conocer por las autoridades militares, dado que del citado legajo surge con claridad que:

“... ambos ciudadanos fueron secuestrados por personas armadas, que ejercían autoridad (estaban uniformados) (...) la reclusión de los mismos en un centro clandestino, conforme a declaración testimonial obrante en el legajo”.

Transcribimos a continuación el texto de la denuncia que la madre de las víctimas efectuara por ante la Comisión. Al momento de la desaparición, los jóvenes contaban con 18 y 21 años; el hecho ocurrió el día 23 de marzo de 1975, a las 23,20 horas, conforme surge del testimonio:


1. Leg. 59-A-84 – Homicidios: Juan Eugenio Aranda y Francisco Aranda.

Se transcribe el texto de la denuncia que la madre de las víctimas efectuara por ante la Comisión; contaban 18 y 21 años, respectivamente. El hecho ocurrió el 23 de marzo de 1975, a hs. 23,30, conforme surge del testimonio:

“... fueron llevados de la fiesta de casamiento del matrimonio Carrizo – Lazarte realizado en la casa del Sr. Lazarte en la localidad de San Pablo. A esa hora y en momentos en que se encontraban invitados esperando la llegada de los novios (...) detuvieron el baile un grupo de gente armada. Este grupo estaba dividido en dos partes según características que presentaban aquellas personas. Por un lado, efectivos del Ejército, con uniformes, emblemas e insignias pertinentes; y por otro lado, hombres con vestimenta de civil, portaban armas cortas y que respondían para la comunicación con ellos con el nombre de pila. Detuvieron el baile y preguntaron por mis hijos que estaban allí presentes, una vez identificados los subieron en una camioneta sin insignias del Ejército. Identificaron a todos los concurrentes a la boda y aquellos que no tenían documentación personal encima, eran separados y ordenados formar una fila (...) A los gritos pedí explicaciones llamando al jefe de aquella fuerza. Entre vacilaciones y cabildeos, se hizo presente un hombre vistiendo uniforme del Ejército Argentino. Alto, rubio, delgado, que aparentaba alrededor de 50 años, que con vos firme me dio: “Soy el responsable y jefe de este operativo” (...) Con fecha 4 de abril me fue comunicado que mis hijos fueron abatidos en un enfrentamiento sin tener lugar exacto del mismo. Ya en la Policía de la Provincia me informaron que mis hijos habían sido abatidos en un enfrentamiento ocurrido en la zona montañosa. A a se hacen una serie de trámites que terminan con la entrega de los cuerpos por parte del Sr. Administrador del Cementerio. Para averiguar las razones por las que fueron muertos realicé una serie de contactos (...) Dos semanas más tarde las tumbas de mis hijos fueron violentadas, sus féretros abiertos (...) el administrador me dijo que el atropello fue cometido por un grupo armado...”.


Obra en el mismo legajo el testimonio de otra persona, también secuestrada, la cual fuera alojada en el campo de concentración ubicado en Famaillá y conocido como “La Escuelita” (en realidad las instalaciones de la Escuela Diego de Rojas de esa localidad) la cual afirma lo siguiente:

“Fui trasladado a la conocida Escuelita de Famaillá, donde (...) las muertes y las torturas estaban a la orden del día; el caso más concreto es el de los hermanos Aranda (Juan y Francisco) que se encontraban con nosotros en Famaillá, donde después de sufrir torturas fueron muertos, queriendo luego hacerlos aparecer como muertos en enfrentamientos...”.


En su edición del día 5 de abril de 1975, bajo el título “Se confirmó la identidad de los dos guerrilleros muertos por el Ejército”, el matutino local LA GACETA, publica la siguiente información:

“Juan Eugenio Aranda (...) muerto en el tiroteo con una patrulla militar registrado en la madrugada del jueves, en un lugar que no se precisó de la zona montañosa (...) su hermano Francisco Armando (...) es el otro extremista caído en ese enfrentamiento...”.


Y al día siguiente, bajo el título de “Participaron en importantes sucesos extremistas los guerrilleros muertos”, se añadía, citando el comunicado difundido por el Comando de la V Brigada, cuyo jefe era el General Acdel Vilas:

“De las investigaciones posteriores al enfrentamiento que tuvo lugar el 3 de abril de 1975 entre efectivos militares y un grupo subversivo y que arrojara como saldo la muerte de los delincuentes subversivos Francisco Armando y Juan Eugenio Aranda...”.




1.2. Leg. 448-N-85. Homicidios de Adán R. Leiva y Abel Herrera.

En este legajo se denuncia la muerte de dos jóvenes, cuyos padres pudieron reconocer losa cadáveres, comprobando la existencia en los mismos de numerosas heridas y señales evidentes de tortura en las zonas genitales.

Adán Rodolfo Leiva fue secuestrado entre los días 25 y 29 de setiembre de 1975 de su domicilio, sito en la calle San Martín 151, a menos de 100 metros de la Seccional 1ra. de Policía.

Abel Herrera fue secuestrado en la vía pública el día 16 de setiembre de 1975. Ese mismo día, a las 16 horas, su padre –Dr. Félix E. Herrera– presenta un recurso de corpus corpus a su favor.

“Durante el lapso transcurrido desde el momento de detención hasta el anuncio oficial de su muerte, ocurrida en la madrugada del 7 de octubre de 1975, en un enfrentamiento burdamente fraguado, fueron completamente infructuosos todos los esfuerzos que realicé para determinar el paradero de Abel...”.


Agregamos que con fecha 21/9/75, el periódico LA GACETA, publica un despacho de su sucursal en Buenos Aires, que da cuenta de la presentación a la H.C. de Diputados de la Nación de un pedido de informes de los legisladores Rafael Marino y Tomás Arana, sobre la detención “por personal que invocó su carácter de policías” de Abel y Hugo Macchi.

Posteriormente, con fecha 7 de octubre de 1975, el mismo periódico publica un trascendido de “esferas allegadas a la policía”, donde se informa lo siguiente, bajo el título “Extremistas muertos en un enfrentamiento en Tucumán”:

“Cuatro extremistas muertos y un policía provincial herido (no se suministra el nombre, NC) dejó como saldo un enfrentamiento registrado en las primeras horas de la madrugada de ayer en Yerba Buena, departamento Taif (...) sobre la Avenida Aconquija (...) donde la policía había establecido un puesto de control de vehículos sobre la avenida. En ese instante aparecieron, desde el oeste, en dirección a esta capital, dos autos, que avanzaban a gran velocidad. Eran ocupados por cuatro personas cada uno (...) como no aminoraron la marcha, no obstante las señales que les hacían con linternas, un policía efectuó un disparo contra el primer vehículo y desde su interior se respondió con una cerrada descarga. Los dos autos lograron atravesar la barrera policial iniciándose una verdadera persecución que se prolongó hasta las inmediaciones de la Avenida Solano Vera, (donde) los policías les dieron alcance estableciéndose un violento tiroteo que culminó con la muerte de los cuatro ocupantes de uno de los autos y un policía herido en la pierna, mientras el otro vehículo logró escapar...”.


Se agregaba que no habían sido identificados aún ninguno de los muertos y que en el automóvil en que supuestamente huían, se había encontrado gran cantidad de armas y proyectiles.

El día 8 de octubre del mismo año, el mencionado diario publica otra nota, bajo el título “Identificaron a cuatro extremistas muertos”, acompañada de una fotografía de cada uno de ellos, dando cuenta de la entrega de un comunicado por parte del jefe de policía de la Provincia, teniente Coronel Antonio Arrechea:

“El informe oficial lleva la firma del Tte. Cnel. Arrechea y consigna que se estableció que los muertos son: Hugo Silvio Macchi (...) Abel Herrera (...) Adán Rodolfo Leiva (...) y Daniel Fernando Cantos Carrascosa...”.


Todos ellos acompañados (los nombres) por una profusión de supuestos alias y nombres de guerra.

El diario bonaerense LA RAZÓN, por su parte, publica otra versión de la conferencia de prensa de Arrechea, mencionando en uno de los párrafos de la nota:

“Afírmase igualmente que al ser recuperados los cuerpos de los terroristas, se verificó que actuaban bajo el efecto de alucinógenos, único medio con que estos cobardes asesinos pueden hacer frente al coraje de los hombres que componen las fuerzas de seguridad...”.




1.3. Leg. 93-R-84. Homicidio de José Silvano Morales.

Dicho legajo contiene la denuncia por la desaparición de la familia integrada por: José Ramón, Mercedes del Valle, Julio César y José Silvano Morales, y Toribia del Tránsito Romero. Trataremos aquí el punto pertinente a la muerte de José Silvano.

“José Silvano Morales fue secuestrado el 24 de mayo de 196, a las 9 horas por fuerzas de seguridad, en su domicilio de El Cercado, Depto. Monteros (...). Llegó un jeep del Ejército con 3 uniformados, uno de los cuales llevaba jinetas de suboficial (...) quien le indicó a José Silvano que los acompañase a la base “donde están tus padres, para que los traigas a la casa”, a lo que accedió el nombrado. Que a partir de ese momento, no tuvieron noticias de José Silvano hasta que (...) llegó hasta la casa de la deponente un ejemplar del diario “LA GACETA” (...) donde informaba que su sobrino José Silvano había sido muerto en un enfrentamiento con el ejército en la colonia 2 de Río Seco (...) Sin embargo, agrega la declarante, que ante ello se hizo presente en la comisaría de Monteros, pidiendo la entrega del cadáver, pero un soldado que estaba de guardia le dijo que no sabían nada sobre el particular, que era mejor que no volviese por allí...”.


Con fecha 31 de mayo de ese año –es decir, una semana después del secuestro de la víctima– el diario La Gaceta publicó en su primera página, un artículo a cinco columnas titulado “6 extremistas muertos en dos enfrentamientos en Tucumán”, donde se dice, citando un despacho de la agencia oficial Télam: donde se informa de 2 supuestos enfrentamientos:

“El primer enfrentamiento se produjo alrededor de las 16 hs. En la zona de Colonia 3 y 4 (10 km. Al NO de Concepción) en oportunidad de que un grupo de tiradores pertenecientes a la fuerza de tiradores “Barceló” patrullaba la zona, choca sorpresivamente con efectivos de los delincuentes subversivos en número de 5 (...) La reacción de la patrulla de las fuerzas legales es inmediata atacando enérgicamente a los elementos subversivos, logrando abatir rápidamente a tres de ellos, uno identificado posteriormente como José Silvano Morales, cuyo nombre de guerra era “Sargento Manuel” y un hombre y una mujer cuya identificación se procura. Los otros 2 delincuentes del grupo extremista lograron huir aprovechando la zona de montes donde se desarrolló la acción...”.


En el citado legajo donde están asentados los datos que conciernen a la causa relativa a la familia Morales, figura el testimonio de una persona que vio a José Silvano en la comisaría de Monteros:

“... de la que fue sacado (junto al testigo) el día 27-05-76, subidos a un furgón del Ejército...”.


Agregamos que José Ramón y Toribia del Tránsito fueron secuestrados el 20/05/76 a las 2:00 hs. “cuando dormían junto a sus hijos por militares encapuchados” en un operativo de singular violencia que provocó una crisis nerviosa en una criatura de 1 año que presenció el operativo, junto a sus hermanos de corta edad, también. Tenían respectivamente: 46 y 40 años. Mercedes del Valle Morales (19 años) a la misma hora, el mismo día, de su casa y Julio César (15 años) al bajar del colectivo en horas de la noche, en ese paraje. El matrimonio dejó 4 pequeños hijos, que quedaron a cargo de la declarante, una mujer de modestos recursos.

Atestigua sobre la presencia de José Silvano en la comisaría de Monteros una persona que estuvo detenida junto a aquel y que –como se dice antes– fue trasladada junto a él en dicho furgón, siendo dejado (el testigo) en la comisaría de Villa Quinteros. Ignorando el destino de Morales. (fs. 4, Legajo citado)




1.4. Leg. 357-G-74. Homicidio de José D. Medina Gramajo.


Se abre el citado legajo ante la presentación efectuada por la madre de la víctima, Sra. María Gramajo, una anciana de 80 años, que viene a denunciar los hechos que a continuación se relatan:

“...Que el día 26/04/75, aproximadamente a las 3 de la madrugada, se presentó una comisión militar o policial en mi domicilio de La Madrid, sin presentar orden de allanamiento y violentaron la puerta exhibiendo armas de fuego y sacaron de la cama al hoy extinto José Desiderio Medina Gramajo, que en ese entonces contaba con 31 años (...) minutos más tarde, escucharon varios estampidos de armas de fuego y al amanecer constatamos que a una distancia de 50 mts. cercanos a la 157 se encontraba un gran charco de sangre y en el cual quedaba demostrado el asesinato o fusilamiento de mi hijo...”.


El día 27/04/75, LA GACETA publicó en su primera página una nota titulada “Extremista muero por una patrulla militar”, donde dan cuenta de una información oficial del Comando de la 5ta. Brigada de Infantería (jefatura del Gral. Acdel Vilas), y que dice:

“En circunstancias en que efectivos del ejército se encontraban cumpliendo una misión de patrullaje durante la noche del 25 al 26 de abril en la zona serrana, sorprendieron a un individuo en actitud sospechosa, quien sin mediar orden de arresto ni intimación, abrió fuego sorpresivamente con un revólver que extrajo de sus ropas (...) los efectivos militares respondieron al fuego, dando muerte al sujeto mencionado que (...) resultó ser José Desiderio Medina Gramajo (...) En poder del delincuente subversivo abatido, se encontró un revólver calibre 38 y las cápsulas servidas y en los bolsillos del uniforme de combate que vestía gran cantidad de propaganda subversiva...”.


Junto a la nota, aparecía una foto de José Desiderio tendido en el suelo, muerto, con una pistola en la mano y vestido de guerrillero, con una leyenda al pie de la misma que decía: “Cadáver del guerrillero José D. Medina Gramajo muerto durante un enfrentamiento con una patrulla militar en la zona de operaciones del Ejército”.




1.5. Leg. 208-G-84. Homicidio de Juan Carlos Gallo.

El joven Juan Carlos Gallo, obrero, 28 años en ese momento, desapareció el 22/05/76 durante un control militar de rutas en las circunstancias siguientes:

“... siendo las 9 de la mañana de ese día viajaba por la ruta 38 a la altura de San Pablo, en compañía de su patrón, Sr, XYZ, propietario de camiones para reparto de bebidas gaseosas. Mientras viajaban por la ruta son interceptados por una patrulla del ejército, el que los obliga a bajar del vehículo para realizar tareas de control y cuando les pidió que se identificara, J. Carlos les dijo que no tenía documentos puesto que días atrás en un operativo similar se los había quitado el Ejército y no se los devolvieron. Entonces es detenido y le informan al Sr. XYZ, que al secuestrado lo llevan a una Base Militar con asiento en BOCA DEL TIGRE, Lules; cuando la compareciente se presentó en B. Del Tigre, le dijeron que no sabían nada de su hermano, que volviera “el día siguiente”, fueron al otro día (con XYZ) y varios días más y siempre le contestaban lo mismo, hasta que la base militar se levantó y hoy su hermano es un desaparecido más en la provincia. También expresa que varios amigos de su hermano lo vieron en un camión del Ejército que se desplazaba por el centro de Lules (...) Dice que su hermano no tenía ninguna ideología política ni militaba en ninguna organización al margen de la ley...”.


Hemos hecho mención ya –en el artículo publicado en LA GACETA referido a la muerte de José Silvano Morales– que el 31 de mayo el Ejército daba cuenta de 2 supuestos enfrentamientos donde murieron 6 guerrilleros: en uno habría muerto Morales, de quien vimos que fue secuestrado junto a toda su familia, junto a dos personas a quienes no se identifica. Veamos ahora qué se dice ahí sobre el otro “enfrentamiento”:

“Aproximadamente a la misma hora, se produjo el segundo enfrentamiento en las cercanías de la quebrada de Lules (52 km. Al N.O. de Concepción), efectivos del orden de la sección de tiradores “Mendez”, por informes de pobladores de la zona, localizan y atacan a un número de alrededor de 8 delincuentes subversivos, logrando luego de algunos minutos de combate, abatir a tres de ellos, identificando a uno de los individuos como Juan Carlos Gallo, alias “Sargento Diego” y sin identificar aún los otros dos. El resto de los delincuentes, al amparo de las cubiertas favorables que presenta lo abrupto del terreno en la zona, logró huir”.


Y finalizaba así dicho parte:

“Una vez más, la incansable y tesonera labor que desarrollan los efectivos de la Brigada de Infantería Quinta, se ve coronada por el éxito, asestándose a la subversión apartida un duro golpe, en momentos que la acción mancomunada de pueblo y ejército niega, con creciente eficacia la posibilidad que ideologías extrañas al pensar y sentir argentinos puedan establecerse en nuestra patria.” (LA GACETA: 31/05/76; pág. 1; “6 extremistas muertos en 2 enfrentamientos en Tucumán).


Evidentemente, había sido una jornada agotadora para el redactor de los partes y comunicados de guerra de la 5ta. Brigada, desplegándose una imaginación que, no cabe duda, hubiera sido digna de mejor causa.

 

 

 

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