Persona, Estado, Poder

III. Exilio

 

 

Exilio y retorno: itinerario de un desafío (*)

  

I. Introducción

Después de casi 15 años y en la víspera de una derrota en el plebiscito, el régimen militar ha puesto término formal al exilio. Desde el 11 de septiembre de 1973 miles de chilenos, en distintas circunstancias, deben abandonar el país. Aún cuando no existen cifras precisas, la información de diversas instituciones permite estimar en 1.600.000 el número de exiliados.

Podría pensarse que el proceso de institucionalización del régimen militar estaría acompañado de una disminución significativa de la represión. Sin embargo, la existencia de presos políticos, la persecución administrativa, particularmente después del plebiscito, y otras formas de violencia institucional continúan siendo experiencias cotidianas para la población.

El exilio tampoco ha terminado: aún permanecen en el exterior cientos de miles de chilenos a los que se suman centenares que han dejado el país en el último periodo como resultado de la represión política y económica.

Para CODEPU el exilio es una violación a los derechos fundamentales de la persona que pone en grave riesgo su integridad física y psicológica, es factor desintegrador de la familia y elemento de fractura de la unidad social de una nación. Ninguna circunstancia permite justificar su existencia o atenuar sus consecuencias: el exilio es una forma de represión específica de un Estado totalitario contra un sector de la sociedad. Sólo cuando logremos crear en Chile condiciones que aseguren un régimen democrático garantizando la libertad, la seguridad y el desarrollo del conjunto de la población podremos afirmar que se han eliminado las causas determinantes del exilio.

El presente trabajo intenta sistematizar la experiencia del equipo DITT Mel CODEPU en que se resume la intervención psicoterapéutica y social en un grupo de 85 casos atendidos (9 como grupos familiares y 76 como casos individuales) con un total de 104 personas atendidas entre enero de 1984 y junio de 1988. El cuadro 1 muestra la distribución de esos 85 casos según el año- que tiene lugar la primera atención.

 

Cuadro 1.

Año en que se inicia la atención del retornado

1982

2

1983

1

1984

9

1985

10

1986

11

1987

29

1988

23

Total

85 casos

 

Nuestra práctica incorpora tanto la experiencia de instituciones y grupos de Derechos Humanos de Chile y otros países latinoamericanos así como el propio conocimiento acumulado por miembros de nuestro equipo a lo largo de muchos años de exilio y unos pocos de retorno.

El exilio y el retomo constituyen un proceso complejo que se vive y se elabora de manera distinta según cada persona y grupo social. Quienes acuden a las instituciones que trabajamos brindando asistencia en relación a demandas derivadas de la situación de retomo constituyen un número reducido del total de exiliados que han vuelto al país. Ello determina un sesgo inevitable en nuestro estudio, y en consecuencia el análisis, si bien corresponde a una caracterización general de las consecuencias del exilio - retomo, fundamentalmente se refiere a aquellos casos que han presentado algún tipo de descompensación o trastorno psicológico.

Es posible que la gran mayoría aún cuente con recursos propios (afectivos, ideológicos y materiales) para resolver positivamente las situaciones de conflicto que deben enfrentar.

Esperamos que este trabajo junto con socializar la experiencia de nuestro equipo, sea un antecedente útil para aquellos chilenos que han retomado y para todos los compañeros que hoy se disponen a volver.

 

   

II. ¿Cómo se llega al exilio?

 
1.- Las causas.

Si bien el exilio político es conocido en América Latina y en nuestro país desde la época de las luchas independentistas del siglo pasado, adquiere una connotación particular a partir del advenimiento y puesta en práctica de la Doctrina de la Seguridad Nacional.

Junto a la detención, la tortura, los desaparecimientos y el asesinato político como formas de control de la población por parte del Estado y los grupos que lo dirigen, el exilio político constituye una forma represiva que intenta neutralizar una fuerza opositora capaz de poner en riesgo la alianza dominante (1). El cuadro 2 permite apreciarla estrecha relación entre exilio y. otras figuras represivas.


Cuadro 2.

Razones del exilio

Familiar de preso político

7

Familiar de detenido desaparecido

2

Familiar de ejecutado

2

Ex-preso político

19

Hostigamiento y persecución con riesgo vital

14

Exoneración o cesantía

8

Exilio familiar (*)

21

Asilado en Embajada debido a persecución política

4

Sin datos

8

Total

85

(*) En el momento de ocurrir el exilio eran menores de edad y sus padres, debido a diversos hechos represivos, se vieron obligados a dejar el país. Uno de los 21 casos corresponde a un niño nacido en el exilio.

  

El destierro busca como objetivo desarraigar grupos de personas comprometidos con un proyecto de cambio social, separándolos de su base política, cultural, familiar, etc., dificultando así su acción y su concertación al dispersarlos a través del mundo.

La dictadura en plena posesión de todos los elementos del poder busca internalizar en el opositor un sentimiento de derrota estratégica, de aislamiento, de desesperanza. La derrota política de los partidos y organizaciones opositoras es manipulada por los aparatos ideológicos del régimen con información falsa o deformación de los hechos, acrecentando la desconfianza de los militares en sus organizaciones, lo que en ocasiones conduce a la marginación o a un escepticismo paralizante.

En el caso de muchos exiliados, la intemalización de la derrota y la crisis de confianza en sus organizaciones originales los coloca en una situación de aislamiento de lo que fue un marco de sostén social fundamental.

Aunque se aceptan a nivel racional las causas políticas y los efectos sociales del exilio, sus consecuencias a nivel personal y familiar son vividas en singular, en el terreno subjetivo del individuo y del grupo. Con frecuencia estos efectos se ven agravados por las dificultades de comunicación lo cual impide asumir una respuesta social adecuada.

 

2. Particularidades.

El exilio chileno, como el de otros países de Latinoamérica, se caracteriza por su masividad en un marco de represión política y terrorismo de Estado que compromete al conjunto del cuerpo social.

Esto determina que a pesar de las distintas circunstancias que conducen al destierro, todos los exiliados comparten un mismo ámbito social y político marcado por la angustia, el temor y la derrota.

El carácter insular de Chile, rodeado de mar, montañas y desierto, comienza a ampliarse desde la década de los 60, con una aceleración forzada de este proceso desde d golpe militar de 1973."

Las familias se fragmentan y dispersan a lugares distantes. Ciudades como Estocolmo, Caracas o Argel empiezan a adquirir realidad por vez primera para muchos chilenos.

Los efectos culturales del exilio y del retomo se perciben más claramente en el espacio de las artes y de las ciencias. En la medida que Chile se mantenga como pregunta abierta en su proyecto de construcción político social y de interacción con el exterior, se hará más manifiesto este proceso gradual de apertura y de cosmopolitización de nuestro entorno.

 

3. Períodos del exilio.

Desde la instalación del régimen militar en septiembre de 1973, el exilio reconoce distintas etapas que resultan de las condiciones políticas y represivas imperantes en cada momento, pero que además tienen que ver con la situación internacional y la actitud de los países de acogida, así como con factores subjetivos que influirán en las formas de integración y adaptación de cada exiliado. El cuadro 3 muestra la distribución de los 85 casos según el año en que comienza el exilio.

 

Cuadro 3.

Año de la partida al exilio

Año

Nº de casos

1973

13

1974

20

1975

16

1976

11

1977

4

1978

3

1979

1

1980

1

1981

3

1982

-

1983

-

1984

2

1985

-

1986

-

1987

-

1988

10

Nació en el exilio

1

TOTAL

85

  

1973-1978

Hay confusión, perplejidad y percepción de derrota reciente. La represión violenta, masiva, los allanamientos, detenciones y fusilamientos, hacen temer por su vida a miles de personas. Se busca la protección de embajadas y muchos logran asilarse; otros intentan salir del país legal o clandestinamente. Para muchos no hay otra alternativa que continuar una lucha política clandestina.

Los factores subjetivos que acompañan a la opción por el exilio tendrán un efecto significativo en la mayor o menor integración del exiliado al país de acogida: no es de extrañar que aquellos con mayor compromiso político o militante, experimenten más fácilmente sentimientos de culpabilidad por el abandono del país. Esta respuesta subjetiva es reforzada por la estigmatización que practican, quienes han optado por permanecer en el interior o que se someten a las disciplinas de las orgánicas partidarias.

Otra forma del exilio propia de esta etapa está determinada por la aplicación del Decreto 504 (2) que reglaménta la conmutación de cárcel por extrañamiento lo que permite la salida de algunos presos políticos.

El llamado Exilio económico, denominación que nos parece incorrecta, designa aquella emigración producida aproximadamente desde fines de 1974 como resultado de las condiciones de miseria y cesantía que vive el país. El desempleo, condición consustancial a la implementación de un modelo económico ultra liberal, es en la práctica una forma más de represión que afectando a trabajadores, técnicos y profesionales, obliga a miles de ellos a buscar horizontes en otros países, desplazándose la mayor parte a Argentina y otros países latinoamericanos.

  

1978 - 1987

El régimen militar ha logrado consolidarse y hacia 1980 parece avanzar con éxito en el desarrollo de su proyecto económico. Se aprueba la Constitución en un Plebiscito fraudulento, lo que inicia el llamado proceso de institucionalización.

Se constituyen aparatos represivos especializados, primero la Dina, luego reemplazado por la CNI y la represión, sin perder su carácter brutal, se va haciendo más selectiva.

Las organizaciones sociales y políticas han iniciado una lenta recomposición y rearticulación con un papel destacado de los organismos de Derechos Humanos, que bajo el alero de diversas iglesias, habían empezado a trabajar desde el mismo 11 de septiembre de 1973. Las organizaciones de familiares de detenidos desaparecidos, ejecutados y presos políticos, son las primeras manifestaciones de este movimiento de recomposición social. ?Se mantiene el flujo migratorio tanto de los sectores que salen en busca de trabajo como de los opositores políticos expulsados discrecionalmente |por el régimen o a través de DS 504.

Hacia 1983-1984, con el importante desarrollo alcanzado por la actividad política opositora, la realización de las protestas nacionales y un aumento significativo de las acciones armadas de las organizaciones que habían adoptado este camino de lucha, se crea una nueva situación en el país que tiene su correlato en la intensificación de formas masivas de represión.
Aunque en menor magnitud que en la etapa anterior, se suman al exilio nuevos contingentes que provienen de los sectores más activos de las organizaciones sociales, estudiantiles, poblacionales, etc.» tanto de base como de niveles dirigentes.

A mediados de los 80 las condiciones internacionales han cambiado. El impacto producido en la opinión pública internacional por el golpe de 1973 se ha diluido o modificado. La situación de otros países. Nicaragua por ejemplo, requiere de la solidaridad internacional. Los países de acogida son más reticentes y aquellos que habían elaborado planes especiales de apoyo a los refugiados políticos chilenos los han eliminado o restringido.

Este último grupo de exiliados encontrará pues, mayores dificultades para intentar la reconstrucción de un proyecto de vida. Además, la percepción de una situación política más fluida en Chile refuerza negativamente la ambivalencia respecto de un pronto retomo.

 

 

III. ¿Como se vive el Exilio?

 
1.- Algunos factores que determinan la respuesta a la experiencia de exilio.

El exilio, como toda experiencia vital, se vive en forma diferente por cada persona, dependiendo del marco social en que se inserta, de la estructura de personalidad, de la escala de valores que determina su conducta y de la situación concreta de vida política, laboral y familiar que antecede y acompaña a la experiencia de exilio.

Las formas de represión vividas por cada uno -detención, tortura, muerte o desaparecimiento de algún familiar o amigo- condicionan esta respuesta. Se vive una situación de derrota y de pérdida de afectos y experiencias compartidas, de familia y de amigos, del terreno conocido y del ámbito cultural. Se pierde o se fractura un proyecto de vida.

La crisis de las organizaciones políticas de pertenencia agrega un elemento desintegrador al debilitar la estructura de apoyo fundamentalmente del exiliado político.

Se abandona el país marcado por la inseguridad y el temor de afrontar un futuro incierto, en un país ajeno, del que sólo se tienen vagas referencias.

 

2.- Sobre el país de acogida.

En el período posterior al golpe militar la actitud solidaria de pueblos y gobiernos se expresa en programas de apoyo a exiliados, de calidad y extensión variables dependiendo de cada país, lo que facilita en forma importante la recepción inicial.

En los países del área socialista y en Europa se facilita la instalación material, el aprendizaje del idioma cuando corresponde y se dan algunas oportunidades para el reciclaje laboral y para el estudio en los más jóvenes.

En América Latina, con excepción de Cuba, la situación fue más difícil por la situación política y económica, pero siempre existieron grupos y organizaciones solidarias que jugaron un importante papel. El cuadro 4 muestra la distribución de los 85 casos según el país de acogida.

 

Cuadro 4.

País de acogida
(ler. país de exilio) en 85 casos atendidos

Bulgaria

1

Cuba

7

Suiza

1

Perú

4

Francia

13

RFA

4

Inglaterra

3

Canadá

1

Venezuela

6

Italia

2

Ecuador

4

RDA

2

Finlandia

1

España

2

Mozambique

1

Dinamarca

2

México

6

URSS

2

Suecia

5

Bélgica

1

Australia

1

EEUU

2

Argentina

10

Grecia

1

Rumania

1

Sin datos

1

Noruega

1

 

 

3.- Etapa inicial: choque cultural y crisis de identidad.

La diáspora chilena y latinoamericana, al dispersarse en tan múltiples realidades, no permite establecer un denominador único para describir las formas de respuestas del exiliado político a las condiciones que le corresponde enfrentar en un medio que le es extraño.

Para aquellos que permanecen en América Latina o en España, la comunidad cultural, el idioma, formas de comunicación más familiares, hacen menos intenso el choque cultural. Sin embargo, la inseguridad e incertidumbre respecto de las condiciones materiales y de vida dificultan la inserción.

Por su parte, los exiliados que llegan a Europa deben aprender otro idioma, otros patrones de convivencia y frecuentemente deben ejercer otros oficios sen condiciones de competitividad más exigentes.

El exilio se vive en esta etapa en forma ambivalente. El país de acogida aparece fraternal y protector, se establecen nuevas relaciones entre los compañeros de exilio, se mantiene una importante actividad grupal en tomo a la situación política y a la búsqueda de solución a los problemas inmediatos.

Al mismo tiempo se vive una situación de aislamiento y desarraigo gratificada por un "estoy aquí, pero no pertenezco". Si la familia permaneció en Chile, se vive la angustia por su seguridad y todas las dificultades que conlleva cualquier proyecto de reunificación. El choque cultural se manifiesta en formas y períodos diversos. El exiliado vive una situación disociada entre los

requerimientos inmediatos de adaptación y sobrevida que le imponen las condiciones del país y el anhelo siempre presente de retomar a la patria. Algunos han vivido muchos años de exilio sin deshacer la maleta. La patria se idealiza petrificándola en formas pretéritas conservadas en el recuerdo. En ocasiones los análisis políticos hacen creer "que antes de fin de año estaremos de vuelta", lo que refuerza el sentimiento de transitoriedad.

Esta ambivalencia imposibilita la integración y dificulta la adaptación en el país de acogida, produciendo una actitud de rechazo y crítica a los usos y costumbres locales a veces con resistencia a aprender el idioma, lo que viene a reforzar el círculo desadaptación - rechazo - desadaptación, comprometiéndose severamente el proceso de integración.

La ruptura del proyecto vital del exiliado, la pérdida de un pasado que no logra unir coherentemente con su experiencia presente, la pérdida de status político, social, laboral, los obstáculos que encuentra para que esta sociedad ajena lo reconozca en lo que es o intenta ser, genera en el exiliado una crisis de identidad.

Se refuerzan entonces mecanismos de defensa centrípetos que incluyen, entre otros, el reforzamiento de patrones tradicionales de relación intra familiar, la reclusión en un marco de interacciones estrechas (el grupo partidario, el núcleo de chilenos), el refugiarse en la noticia sobre y desde Chile, la que se vive siempre con atraso. Se estructura de esta manera una cierta atemporalidad en la vivencia cotidiana.

La actitud de "pasajero en tránsito" con que muchos exiliados han vivido en el exterior ha limitado a veces el aprovechamiento de oportunidades de formación, perfeccionamiento o aprendizaje que exigían una permanencia prolongada: ¿qué sentido podía tener iniciar el estudio de un oficio o profesión que duraría varios años si mucho antes retornaríamos a Chile?

  

4.-El exilio y la familia.

Las circunstancias políticas vividas en Chile en los últimos años de gobierno popular y después de septiembre de 1973, impusieron a los militantes y a los sectores sociales más activos grandes demandas de participación.

A pesar de los niveles importantes de integración de la mujer en la actividad política y social durante ese período, las más de las veces era el hombre actuando fuera del hogar-, quien desempeñaba el rol principal, mientras su compañera y su familia eran elementos complementarios y de apoyo material.

El modelo familiar tradicional -autoritario y patriarcal- no favorecía el desarrollo político e ideológico de la mujer, lo que explica, entre otros factores, su menor participación y militancia. De esta forma, si es el hombre quien ha asumido el compromiso político, es él quien sale al exilio siendo seguido por su compañera e hijos.

A las situaciones traumáticas vividas por las familias con la muerte del padre, la madre o algún otro miembro significativo del grupo familiar, se agregan las detenciones, allanamientos o carencia de condiciones materiales en el período previo.

En ocasiones los conflictos de pareja preexistentes se atenúan en forma transitoria ante la necesidad de responder al momento de aguda crisis socio-política, para reaparecer con fuerza en la fase inicial del exilio.

Para los lujos adolescentes, especialmente lábiles en esta etapa, la inserción es aún más difícil cuando por problemas curriculares o de idiomas deben retroceder en el nivel alcanzado en Chile y ven bloqueadas sus expectativas de desarrollo.

Las tensiones generadas por las necesidades de adaptación al país de acogida y la escasez de gratificaciones en su ámbito exterior, repliega al exiliado en el interior de la familia, en una interacción cerrada que exige, más allá de las posibilidades, la capacidad afectiva y emocional de sus integrantes. Hemos observado con bastante frecuencia que la mujer enfrentada a patrones de organización familiar menos autoritarios, requerida a participar en actividades laborales no domésticas e incorporada a las tareas de solidaridad política en el exterior, avanza en su desarrollo político y en sus niveles de participación. Sin embargo, este proceso cuando no se acompaña de un desarrollo simultáneo de su compañero, es fuente de nuevas tensiones en la medida que la mujer ya no aceptará formas de relación de pareja autoritarias y desiguales. Las rupturas de pareja se ven así precipitadas por la situación de exilio en ausencia de apoyos suficientes para resolver sus contradicciones.

Con el transcurso de los años, la separación entre los proyectos de vida de los padres y de los hijos se profundiza. Los adultos conservan la memoria de un pasado distante, pero propio; los niños y adolescentes han crecido integrándose a un modelo de sociedad diferente de un modo más o menos conflictivo, pero del cual se sienten parte. Chile es algo ajeno, presente sólo por correspondencia, por las noticias y a lo mejor por la existencia de un familiar lejano. Han aprendido el nuevo idioma y no se diferencian mucho de otros jóvenes de su edad en el país en que se encuentran.

Aunque para algunos el exilio haya sido una oportunidad de desarrollo, ? de conocimiento, de creación de nuevos lazos afectivos en un proceso de superación del daño, nunca dejará de ser una experiencia de ruptura y pérdida, tanto más compleja e impactante, si la consideramos en la perspectiva familiar.

  

5.- El exilio prolongado

A medida que transcurre el tiempo se percibe con más claridad que el retomo no está próximo y es aleatorio. Algunos exiliados van cambiando de país de residencia por razones políticas, laborales o profesionales o simplemente por la expectativa de encontrar mejores condiciones de inserción.

Se alcanza una cierta estabilidad en especial si se ha obtenido una razonable inserción laboral, se maneja el idioma y se ha ampliado el ámbito de relaciones. Pero se mantiene siempre una actitud crítica y de rechazo al sistema, matizada por la certeza en la ausencia de otras alternativas mejores.

En aquellos países con más alto nivel de vida se logra afianzar un patrón de consumo mínimo que acelera la integración al medio. Los hijos adolescentes han terminado la enseñanza media y se plantean continuar estudios superiores. La crisis de pareja ha logrado superarse o ha madurado hacia una ruptura definitiva. En ocasiones se han creado nuevas relaciones de pareja con personas de otras nacionalidades. La nostalgia de Chile se mantiene pero se aprecia una capacidad más crítica en su análisis.

Desde 1982, con la publicación de las listas de personas autorizadas para el retomo se reactiva la incertidumbre y la decisión de arraigo en países extranjeros es profundamente interpelada.

 

Cuadro 5. Cambio de país de residencia (*)

 

ARGENTINA

BRASIL

SUECIA

ARGENTINA

SUECIA

MOZAMBIQUE

ARGENTINA

HOLANDA

 

ARGENTINA

INGLATERRA

 

ARGENTINA

FRANCIA

BÉLGICA

ARGENTINA

ITALIA

MÉXICO

ARGENTINA

BÉLGICA

MOZAMBIQUE

ARGENTINA

CUBA

 

PERÚ

PERÚ

ECUADOR

 

PERÚ

ECUADOR

ARGENTINA

PERÚ

RUMANIA

SUECIA

MÉXICO

MÉXICO

MÉXICO

DINAMARCA

 

FRANCIA

MOZAMBIQUE

 

FRANCIA

ARGELIA

FRANCIA

FRANCIA

SUECIA

SUECIA

NICARAGUA

 

FINLANDIA

ESPAÑA

 

AUSTRALIA

RUMANIA

ITALIA

ESPAÑA

 

DINAMARCA

PANAMÁ

 

URSS

RFA

 

ECUADOR

SUIZA

VENEZUELA

CUBA

 

GRECIA

FRANCIA

 


(*) En total, 30 de los 85 casos atendidos han cambiado al menos una vez de país de exilio.

El tener la posibilidad de volver puede significar entonces para el exiliado un nuevo período de crisis. El cuadro 6 enseña la distribución de los 85 casos atendidos según la duración del exilio.

 

Cuadro 6.

Duración del exilio

Menos de 2 años

2

Entre 2 y 4 años

10

Entre 4 y 6 años

13

Entre 6 y 8 años

12

Entre 8 y 10 años

14

Entre 10 y 12 años

14

Entre 12 y 14 años

9

Nacido en exilio

1

Sin datos

10

Total

85

 

 

IV.- ¿Cómo se decide el retorno?

Intentaremos caracterizar una situación de suyo compleja, no sólo por la multiplicidad de escenarios en que se desenvuelve el exilio, sino también por las características personales e irrepetibles de quienes lo protagonizan. Pero además, cabe agregar otro factor: nuestra visión tiene un sesgo. Los organismos de solidaridad nos hemos relacionado hasta ahora con un número reducido de aquellos exiliados que han retomado al país. Conocer la situación de retomo nos está permitiendo avanzar en una sistematización de la experiencia susceptible de ser utilizada por ellos mismos, por los compañeros que intentan volver y por quienes, a través de diversas acciones, pretendemos facilitar su reencuentro con Chile

Es probable que una gran mayoría de exiliados que han decidido permanecer en los países de acogida, así como aquellos que habiendo retomado han logrado resolver con recursos propios los obstáculos de orden psicológico, social y material, constituyan un universo diferente. Pensamos que analizar sus características personales, familiares, político-ideológicas, podría ayudamos a descubrir claves útiles para un mejor proceso de retomo.

 

1.- La decisión de retornar.

El exiliado ha vivido un largo período en una actitud disociada entre los requerimientos inmediatos de adaptación y sobregira que le impone el país en que se encuentra y la esperanza de un regreso a Chile. A partir de 1982, con la publicación de listas autorizando el regreso, hasta 1988, en que se pone fin formal al exilio, se crea una situación distinta.

Subjetivamente se empieza a vivir la contradicción de poder volver a Chile (perder la condición forzada de refugiado político) o permanecer en el exterior optando por una integración mayor y de largo plazo en el país de acogida.

El asumirse como refugiado político permite al exiliado unir su presente con su pasado; resolver el conflicto entre "la presencia en la lucha política en el interior" y los requerimientos de apoyo externo. En alguna medida le permite mantener la autoestima y eliminar algún posible sentimiento de culpa. Desde esa perspectiva, la necesidad de optar, de elegir, tiene en sí misma, un carácter de ruptura.

Las dificultades de adaptación sintetizadas en el "en cuanto pueda vuelvo a Chile" se ven confrontadas ahora con la posibilidad real de poder hacerlo.

Se comienza a vivir así una nueva experiencia psicotraumática del exilio generadora de angustia, inseguridad y de cuestionamiento valórico que tendrá consecuencia tanto en los que deciden continuar en el exterior como en aquellos que optan por volver.

El transcurso del tiempo ha ido modificando las estructuras familiares de origen: se han roto parejas y se han constituido otras, los hijos han crecido, se han casado a veces con ciudadanos de otros países y han decidido permanecer ahí; el carácter de las relaciones intra familiares ha variado. Todo ello influirá de modo importante en la decisión del retomo. El cuadro 7 muestra la distribución de los 85 casos según el año en que ocurre el retomo.

 

Cuadro 7.

Año en que ocurre el retorno

1976

1

1977

-

1978

5

1979

4

1980

4

1981

8

1982

2

1983

6

1984

17

1985

11

1986

9

1987

16

1988

1

Sin datos

1

Total

85 casos

 

2.- Algunos factores significativos en opción de retorno.

a) Consenso familiar. Si el exilio frecuentemente fue asumido en forma pasiva por el grupo familiar, el regreso, en cambio, requiere de un acuerdo de los miembros, especialmente de los adolescentes. Esto constituye un elemento fundamental en la capacidad de enfrentar las dificultades de reinserción. Se ha señalado que el retomo es especialmente traumático para los miembros más jóvenes de la familia, porque implica nuevas pérdidas afectivas, de medio ambiente escolar, culturales y, no rara vez, de expectativas de desarrollo profesional. El retomo del grupo familiar muchas veces significa el exilio de los hijos, salidos de Chile de corta edad o nacidos en el extranjero.

La existencia previa de vínculos afectivos sólidos en la pareja y en el núcleo familiar será una condicionante favorable para la superación de las dificultades de interacción. Su debilidad o ausencia, por el contrario, hacen favorable la emergencia de conflictos familiares o de ruptura de pareja en el mediano plazo.

b) Compromiso político-social. El grado de adhesión a un proyecto político o la vinculación a una organización social pueden ser importantes elementos de integración en el retomo, ya que disminuyen el aislamiento y la sensación de ser ajenos, facilitando la recuperación de relaciones y de identidad cultural. La pérdida de soporte político-ideológico que puede haber ocurrido durante el período de exilio, acentúa el sentimiento de marginalidad o de segundo exilio.

c) La infraestructura material. La cesantía, la mercantilización de la salud y de la educación y la política previsional del actual régimen, dificultan gravemente la integración laboral del retomado y lo dejan en una situación precaria para la satisfacción de sus necesidades en estos aspectos.

Un retomo planificado que considere una razonable cobertura de estas demandas contribuye a disminuir las tensiones de la primera etapa, dominada por un sentimiento de inseguridad global. Esto es particularmente relevante para los grupos familiares en que los adultos no cuentan con calificación laboral, con edades sobre los 50 años, que al mismo tiempo son los que han desarrollado menos capacidad de ahorro para esta contingencia. Debe considerarse aquí la adecuación de la experiencia técnica alcanzada en el extranjero a la oferta de trabajo en Chile, incluyendo la revalidación de títulos y diplomas.

d) Experiencias represivas previas. Manteniéndose en Chile un régimen bajo el cual la represión violenta continúa siendo habitual y donde los Derechos Humanos no son respetados, es comprensible que la decisión de retomo se acompañe de una enorme carga afectiva y de reactivaciones de respuestas ansiosas en todos aquellos que han tenido experiencias previas de cárcel y tortura.

Situaciones represivas tales como el asesinato de cuatro opositores después del atentado a Pinochet, desencadenan fenómenos de angustia y temor colectivo en los sectores de oposición que adquiere características más intensas en aquellos que han sido reprimidos directamente: ex-presos políticos, exiliados y retomados, dirigentes políticos y sociales.

e) La calidad de los vínculos afectivos. La capacidad de poder hacer frente y resolver la enorme demanda emocional que conlleva la situación de retomo depende en gran medida del soporte o continente afectivo y del grado de comunicación logrado previamente tanto en las relaciones de pareja como en las relaciones padres-hijos.

El proceso de reintegración al país se realiza en la práctica como un fenómeno colectivo familiar aunque las tensiones generadas se expresen de un modo asincrónico y con diferente carácter e intensidad en cada uno de los miembros del grupo familiar (ingreso a la escuela o universidad, ubicación laboral, encuentros y desencuentros familiares y de amigos, enfermedades, etc.).

La estabilidad en los vínculos de pareja y una buena interacción familiar se convierten en elementos reordenadores y estructuradores en la etapa del retomo: los vínculos afectivos representan entonces el primer espacio terapéutico natural o la caja de resonancia donde se amplifican y complican los conflictos propios de la etapa de retomo.

f) Expectativas previas al retorno. Dependiendo de variados factores personales y del grado de inserción y satisfacción alcanzados en el país de exilio, la posibilidad de un retomo suele despertar expectativas que descansan en una idealización de la realidad del país y en una dificultad para apreciar los profundos cambios ocurridos durante los últimos 15 años.

Rechazando los estilos de vida y el entorno cultural del país extranjero de acogida, se tiende a pensar que cualquier situación en Chile será más tolerable, lo que no siempre se verifica en la situación concreta del retomado y su familia al poco tiempo de su regreso.

Estos y otros factores que subyacen a la decisión de retomar, deben ser considerados para entender mejor las distintas respuestas al desafío de recuperar las propias raíces superando la brecha con el pasado.

 

Cuadro 8.

Número de retornados desde el exilio

1976-1982

562

1983

338

1984

993

1985

383

1986

550

1987

773

1988 (en agosto)

480

Total

4.079

(*) Fuente: ACNUR. Se trata, como es fácil comprender, de cifras de retomados adscritos a un plan de retorno. 4.079 es una cifra apenas indicadora de una realidad mucho mayor.

  

 

V.- ¿Cómo se vive el retorno?


1. La llegada.

Volver a la patria es con frecuencia una mezcla de dudas, temor y esperanzas, es el intento de encontrarse con el pasado y también el comienzo de un futuro incierto. Cada miembro del grupo familiar asume de manera distinta el proyecto colectivo del retomo.

El exilio ha modelado de un modo más intenso al niño y al adolescente quienes al retorno -en muchos casos, su primer exilio-, acusan la pérdida del mundo conocido, del marco relacional, frecuentemente del idioma y de sus patrones culturales. Viven en forma más intensa que los adultos una crisis de identidad y de pertenencia: "no soy de allá, pero aún no soy de aquí". Existe la nostalgia de lo perdido junto al deseo de incorporación a la cotidianeidad del resto de los jóvenes.

La presencia o no de conflictos intra familiares será determinante en el ajuste a la nueva situación. El reconocimiento de la familia extensa habitualmente juega un rol estabilizador en el primer período.

Para los adultos el retomo tiene siempre un grado de conflicto. Se intenta cerrar el paréntesis que constituyó el exilio y reconocer un país que ha cambiado profundamente al cabo de estos 15 años. Los primeros meses corresponden a la etapa que podríamos llamar de "perplejidad eufórica". Es el reconocimiento de la ciudad, de sus cambios, de su gente, es enseñarle a los niños más pequeños lo que sólo conocían por el relato de sus mayores, es el reencuentro y desencuentro con los que quedaron, con los pocos amigos y la familia extensa.

En los primeros meses se puede producir una gran inestabilidad afectiva con experiencias emocionales de distinto signo. Los desencuentros pueden producir una ruptura vincular que puede desencadenar reacciones de angustia. Las dificultades iniciales en la inserción social y laboral hacen evidente la manifestación de estados melancólicos, subdepresivos o angustiosos por nostalgia de la seguridad previa o por las fantasías de un proceso anticipatorio.

Esta primera fase tiene a veces un carácter dependiente o tutorial. El retomado no conoce la ciudad ni la rutina burocrática por lo que es acompañado por algún familiar, que le sirve de guía en sus trámites normales.

Esta situación de dependencia puede ser prolongada dificultando la inserción del retomado o puede asumir una dinámica altamente conflictiva del las relaciones familiares.

Características de esta etapa es la instalación de un nuevo hogar después de haber sido acogidos en la casa de algún pariente, la búsqueda de escuela para los hijos y de inserción laboral para los adultos.

Es un tiempo de observación política y de evaluación. Se toma contacto con los organismos de Derechos Humanos que tienen programas dirigidos al retorno, se demanda apoyo para la instalación, proyectos de reinserción laboral y atención médica.

Los primeros meses corresponden a una fase transicional donde se viven desencuentros y rechazos, inseguridad y miedo, lo que se racionaliza como un costo inevitable; se empieza a percibir que el status de retornado tiene menor y distinta connotación que de refugiado político en el país extranjero. Hay un esfuerzo por reaprender el país y reafirmar la propia identidad.

 

2.- Período mediato del retorno.

Después del primer año el retomado ha dejado de ser noticia para su familia y sus amigos. Ahora es un chileno más viviendo en una sociedad marcada por el miedo, la inestabilidad laboral y las insuficiencias en los servicios de salud y educación.

Si no se ha logrado una razonable inserción laboral, la familia retomada empieza a sufrir las consecuencias de la cesantía virtual. Los ahorros se han agotado y ya se han hecho uso de las posibilidades de apoyo de los organismos solidarios. Se intentan otros caminos, aventuras comerciales, artesanía, etc. que, careciendo de experiencias anteriores y sometidas a condicionantes económicas que no se manejan, a menudo fracasan consumiendo el resto de los ahorros o generando nuevas deudas.

Las dificultades de inserción social pueden conducir a un aislamiento de la familia, lo que tensiona las relaciones de pareja a veces dañadas desde el exilio y repercute sobre los hijos en manifestaciones depresivo-angustiosas, problemas de aprendizaje, inadecuación escolar o crisis juveniles severas.

• "La familia se compone de la pareja y dos hijos. E., el padre, de 43 años, es egresado de Pedagogía en Biología. Retomó con su familia en Diciembre de 1987. Con los ahorros hechos en Alemania compró un taxi que trabaja personalmente; además hace algunas horas de clases en un instituto privado.

C., la madre, de 38 años, estudió Pedagogía Básica, carrera que no terminó. Actualmente cesante, ejerce labores de dueña de casa en el hogar de los padres de E., mientras encuentran un hogar propio.

La hija mayor, P., de 14 años, es estudiante de 8° Año Básico, en un Colegio particular alemán, donde le fue otorgada una beca de escolaridad.

El hijo menor, T., de 5 años, (nacido en el exilio en la R.F.A.) cursa Pre-Kinder en el mismo colegio que su hermana, por ahora no le han otorgado beca. La profesora del niño llamó a los padres para hacerles saber su preocupación ya que T. no habla una sola palabra en el jardín (ni en español, ni en alemán) aunque sí participa en las actividades escolares.

En 1973, inmediatamente después del golpe militar, E. fue detenido en su lugar de trabajo. Durante su detención fue torturado. Permaneció prisionero durante cinco meses, siendo trasladado a diversos lugares de detención, con la consiguiente incertidumbre para él y su familia. Luego de ser liberado partió solo al exilio, a Alemania Federal. Su esposa y su hija mayor, en aquel entonces de un mes de edad, viajaron a reunirse con él, al mes siguiente. En Alemania nace su segundo hijo.

C., su mujer, no sufrió represión directa, pero sufrió toda la angustia provocada por la detención y la posterior salida de E. del país.

Mientras se encontraban en el exilio, permanecieron siempre -en sentido metafórico- con las maletas hechas, como de paso, sin integrarse totalmente al país de acogida, siempre añorando e idealizando su país de origen."

E. trabajó en diversos oficios: hizo clases y trabajó también como músico, no tuvo trabajos estables. C. también desempeñó diversas actividades.

Cuando el nombre de E. apareció en los listados oficiales autorizando su regreso a la patria, decidieron volver, se lo comunicaron a los hijos y prepararon el retomo, que demoró alrededor de 8 meses en concretarse. Dos meses antes de regresar, T. dejó de hablar en el colegio; conducta que mantiene actualmente, a pesar que el colegio donde asiste es un colegio bilingüe, donde todos hablan alemán como su segunda lengua. Esta conducta de mutismo se repite frente a cualquier persona extraña a la familia.

Se trata, en resumen, de una familia en crisis en el proceso de desexilio. Es una familia sin patología psicológica, con clara y congruente relación entre los miembros de la pareja. Sin embargo, los padres se han relacionado de una manera demasiado "adulta" con sus hijos, particularmente con su hija mayor. Los niños participan activamente de las angustias, penas, temores y frustraciones del exilio. No han logrado acoger y darle una elaboración adecuada a los sentimientos de pena de los niños, provocados por la separación del que había sido hasta pocos meses antes su mundo, su país de acogida, Alemania. Sin embargo, los padres muestran una buena disposición para el cambio por cuanto conservan una armónica relación de pareja.

Es una familia que cuenta con el apoyo solidario de sus familias de origen y con una situación económica estable hasta ahora, producto de los ahorros que hicieron en Alemania.

En 15 de los 85 casos atendidos por nuestro equipo, el conflicto de la pareja constituyó motivo de consulta o emergió en el curso de la terapia. En otros ocho casos, conflictos de orden familiar repercutían claramente en la conducta de los hijos.

Si se agregan 3 casos diagnosticados como crisis de adolescencia y 2 de toxicomanías en adolescentes retomados; resulta obvio que aún en los casos que consultan individualmente (por manifestaciones de desajuste afectivo - emocional y de integración), existen conflictos que se originan o repercuten en el conjunto del núcleo familiar.

Las respuestas de carácter angustioso y depresivo a las dificultades del retomo, si bien fueron motivo de consulta en sólo 14 de los casos, están presentes en la gran mayoría de ellos en algún momento del desarrollo del proceso terapéutico.

En los casos no infrecuentes de madres solas a cargo de sus hijos, con ruptura de pareja, compañeros asesinados, o desaparecidos o que han debido permanecer en el exilio, el proceso de reinserción les plantea un alto nivel de demandas, ante las cuales los apoyos familiares, sociales e institucionales deberían ser mayores.

La carencia de una motivación política o social y de alguna forma de vinculación con las organizaciones existentes puede potenciar el aislamiento con una percepción de marginalidad respecto de cualquier proyecto histórico actual. Esta es una etapa de gran vulnerabilidad. Puede producirse una pérdida de objetivos vitales y un sentimiento de fracaso que se asume como una derrota personal con diversas manifestaciones de carácter depresivo. Quizás sea el aislamiento, la pérdida de la pertenencia a un colectivo difuso pero vigente (el grupo de refugiados políticos en los diversos países) lo que impide al retomado procesar esta respuesta como un fenómeno social más extenso y que está determinado por el marco político y represivo que existe en Chile.

La inseguridad, el temor, el escepticismo ante un posible cambio político, la frustración laboral y profesional, llevan al retomado a preguntarse sobre la racionalidad de su regreso. Algunos grupos familiares intentan entonces la vuelta al país de exilio.

Se mantiene así la escisión entre una realidad limitante y excluyente y la fantasía del "otro país" que aparece como respuesta a una situación de vida que no logra resolverse con los recursos disponibles.

• C. tiene 54 años, casada hace 22 años con F., madre de 2 hijos varones de 21 y 18 años, F. ha cumplido siempre el rol activo de proveedor y mililante, quedando C. en el plano de las actividades propias de la casa y la familia. En 1974, el grupo familiar parte al exilio siguiendo a F. y se instalan m Bulgaria. A partir de 1983 se discute la posibilidad del retomo y no se alcanza el consenso familiar. En mayo de 1984 regresa F. y en agosto de 1986 lo hace C. Los hijos quedan en Bulgaria.

C. consulta por primera vez en Diciembre de 1986, 3 meses después de ocurrido el retomo, por un Síndrome Angustioso-depresivo claramente vinculado a la experiencia de retomo. Por una parte, hay una percepción nostalgiosa e idealizada del período de 12 años en Bulgaria ("allá nos reencontramos como pareja fuimos felices...") y una significación ominosa con deterioro de la autoestima en relación al período post retorno ("F. ha cambiado, no es el mismo,... no hay diálogo ... Tuve que elegir entre mis hijos y mi marido y elegí mal...") De hecho, desde el retomo de C. en agosto, la relación de pareja no ha existido y se redujo a un frío saludo de F. en el aeropuerto el día de la llegada de C.

Por una parte, C. llega a Chile con una expectativa idealizada de vivir en la patria estrictamente ligada a la suerte de la pareja. Por otra parte, la ausencia afectiva de F. quita cualquier acicate al proyecto de retomo y reinstalación en Chile. Durante las entrevistas (11 en total) C. va tomando conciencia, no sin dolor, que su actual sintomatología constituye una reacción frente a la situación de soledad afectiva surgida en el curso de un retorno que incluía entre otras finalidades, la reunificación familiar (de pareja, al menos en un primer momento).

C. mantiene contacto telefónico y epistolar con sus hijos (quienes cursan estudios superiores en Bulgaria). Este vínculo madre-hijos es un factor crucial a la hora de orientar nuestra intervención terapéutica. Agotadas objetiva- mente las posibilidades de reconstrucción de su pareja, C. reconoce su intención de retomar a Bulgaria. El reexilio, como una necesidad terapéutica, es discutido en el seno de nuestro equipo. Se consideran factores tales como el fracaso afectivo ya descrito, la ausencia de un proyecto socio - político claro en Chile, la existencia de 2 hijos en Bulgaria con quienes C., mantiene vínculos de buena calidad; todo ello determina una actitud terapéutica de apoyo en el proyecto de volver a Bulgaria. El 9 de marzo de 1987 C. vuelve a Bulgaria. A finales de abril nos escribe agradecida de haber tomado la decisión.»

El presente caso ilustra una situación en que el reexilio, elemento importante en el modo de intervención terapéutica, llega a constituir la única vía que permite dar continuidad a un proyecto vital, con recuperación de la unidad y del sentido existenciales. Este caso apunta a una cuestión que repetiremos en las conclusiones: el retomo, muy lejos de un imperativo moral, es una opción personal frente a una situación de claro origen político en que los factores subjetivos y la calidad de los vínculos afectivos resultan determinantes.

No obstante las dificultades del retomo en nuestros casos, sólo 4 personas concretan su regreso al país de acogida, 3 de ellos con problemas médicos psiquiátricos que requerían un nivel de atención cuyo financiamiento no era posible garantizar en Chile.

La decisión de abandonar Chile hacia un segundo exilio, ahora voluntario, puede ser muy dolorosa y demanda algunas formas de apoyo para obtener "el consentimiento social" que legitime esta decisión. Es fácil entender que estas circunstancias hacen especialmente vulnerable a la población de retomados y pueden favorecer la descompensación de patologías físicas o desencadenar reacciones de contenido angustioso o depresivo.

  

 

VI. Perspectivas del retorno.


Las características del retomo, además de las diferencias entre un ingreso legal y otro no regular al país, han ido cambiando desde 1978. No existen cifras precisas del número de chilenos que ha regresado al país para establecerse definitivamente.

Es evidente que la situación política interna, particularmente en sus aspectos represivos, influye en forma importante sobre la decisión de retomar. Las importantes movilizaciones de los años 83 y 84, a lo que se debe sumar la publicación de listas autorizando el regreso, favorece la decisión de aquellos exiliados que mantenían una vinculación política mayor con el acontecer en Chile. Sólo un reducido número de quienes no tenían posibilidades de ingreso legal podían ejercer la alternativa del retomo clandestino bajo la conducción de las organizaciones políticas.

El triunfo opositor en el plebiscito, el término de los estados de excepción, la reactivación de la actividad política y la autorización para el ingreso al país de la gran mayoría de los exiliados, todo ello ha creado expectativas crecientes respecto del término de la dictadura y del retomo de la normalidad en Chile.

Sin dejar de considerar que las bases institucionales del régimen, orientadas por la Doctrina de la Seguridad Nacional, siguen incólumes y que la estructura de poder central conducida por el General Pinochet continúa atrincherada en la Constitución de 1980. se ha abierto en nuestro país un nuevo período en el que las fuerzas sociales y políticas concertadas pueden llegar a imponer un nivel de democratización más extenso y profundo. Si no surgen nuevos hechos políticos que bloqueen este proceso, la situación creada será propicia para alentar el retomo de muchos miles de chilenos.

La experiencia acumulada por todos ellos deberá contribuir sin duda al enriquecimiento cultural de nuestra sociedad y su activa participación en el proceso de cambios sociales y políticos son necesarios para Chile.

No obstante, creemos que la decisión de retomo representa una opción personal, familiar y política, que debe aprovechar la experiencia colectiva de los mismos retomados, de quienes permanecieron en Chile y de quienes han decidido elaborar un proyecto de vida en un país distinto. En este sentido las organizaciones de Derechos Humanos que han estado trabajando junto a ellos tienen también mucho que decir y que aportar.

El regreso del exilio es difícil y requiere una equilibrada evaluación de la situación de cada familia, de información suficiente y debería ser planificado tomando en cuenta el tiempo necesario para la reinserción.

  

  

VII. Conclusiones

1.- Las consecuencias del exilio como acción represiva de un régimen dictatorial no cesan con el retomo. El daño psicológico, social e incluso físico provocado por el destierro en la persona y el grupo familiar forma un continuo que se prolonga más allá del retomo.

2.- El regreso al país después del exilio puede provocar una crisis de identidad, ruptura de los vínculos de pareja y familiares y severas dificultades en la reinserción social con grados variables de marginalidad. Pueden así descompensarse patologías previas o generarse reacciones depresivas, angustiosas u otros procesos psicopatológicos que dificultan aún más la elaboración del retomo.

3.- Los efectos del exilio y del retomo podrán tener una manifestación más temprana o tardía dependiendo de múltiples factores y de las condiciones de apoyo que encuentren el retomado y su familia en los aspectos sociales, afectivos, políticos, materiales y terapéuticos.

4.- La responsabilidad del Estado no desaparece ni con la autorización del retomo para todos los exiliados ni con un cambio de gobierno. Este y cualquier otro gobierno que asuma en la etapa de transición deberá implementar medidas y asumir el costo de la reparación del daño ocasionado a las víctimas de la represión del régimen militar, entre las que se incluyen los exiliados.

5.- Es urgente exigir la inmediata libertad de todos-los exiliados que han ejercido el derecho a vivir en la patria ingresando al país de manera "ilegal", sobre todo ahora que el régimen militar ha levantado formalmente la prohibición de ingreso.

6.- Los problemas de reinserción son diferentes en los distintos sectores sociales y requieren por lo tanto de programas de apoyo específicos. En las próximas evaluaciones y estudios será necesario analizar en particular la situación y requerimientos propios de obreros calificados y no calificados, de personas sin oficio, de técnicos y profesionales, etc.

Creemos que también es necesario dedicar atención particular al grupo de adolescentes y al retorno de mujeres solas con sus hijos.

CODEPU ha intentado aquí presentar su experiencia, y aquella compartida con otras organizaciones, en el problema del exilio y del retorno, para servir como un elemento orientador a los miles de compañeros que aún permanecen fuera de nuestras fronteras. Esperamos que sea útil como instrumento de socialización de una experiencia colectiva que debe ser incorporada para trabajar juntos en la construcción de la nueva sociedad.

Retornar a Chile no es sólo un desafío para intentar recuperar nuestras raíces y nuestra propia historia personal; es también reconstruir la esperanza y reafirmar la voluntad de ser parte de un proyecto político todavía inconcluso.

  

  

Notas:

(*) Publicado en "Tortura, Documento de denuncia". Vol DC, enero de 1989.

1. Las formas de control estatal implementadas por la dictadura siguen el esquema básico de la "Guerra Total" inspirada por la Doctrina de la Seguridad Nacional, que entre otros elementos incluye:

a) el traslado de poblaciones, ya sea de personas, grupos o de grandes colectivos (pobladores de todo un barrio o sector).

b) el uso monopolice y manipulador de los medios de comunicación de masas (particularmente la TV y la prensa escrita) buscando desinformar y favoreciendo la práctica del rumor. (Ver: Amedrentamiento Colectivo. Tortura. Documento de Denuncia;. Volumen VI).

c) la prescripción ideológica a través de una legalidad discriminatoria que sanciona y condena inhabilitando para el ejercicio de los derechos civiles y políticos.

d) la exclusión económica a través de un sistema insolidario en el que la cesantía representa una herramienta "legal" de marginación y represión.

2. Decreto Supremo N° 29.149 del 10 de mayo de 1975.

  

 

   

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