¿De qué estará hecho el mañana?
Los caminos de la memoria en una sociedad de frontera

por Diana Arellano, Silvia Waskiewicz y Yolanda Urquiza

 

 

Introducción

 

Nos proponemos explorar las posibilidades de operar con la categoría de prácticas sociales genocidas (2) en el abordaje de tres micro historias cuyo estudio, con diferentes niveles de avance, desarrollamos en el marco del Proyecto Política, Historia y Memoria Social en Misiones. Son ellos: la violenta represión a colonos ucranianos y polacos que participaban de una protesta agraria en 1936, conocido en la historia misionera con el nombre de "La Masacre de Oberá"; el impacto de la última dictadura militar en la Provincia de Misiones; y el intento armado de derrocamiento de la dictadura del General Alfredo Stroessner en Paraguay llevado a cabo en 1959, por el Movimiento 14 de Mayo, con base de operaciones en la Provincia de Misiones.

Surgida en el década del 70 y asociada a la "nueva historia", los procedimientos micro históricos forman parte de los debates epistemológicos contemporáneos de los historiadores. Entre las diversas interpretaciones que coexisten al interior de la micro historia; nuestro abordaje supone dos principios fundamentales: a) la utilización de los indicios como instrumentos para la exploración de los silencios de los discursos historiográficos hegemónicos y; b) la reflexión crítica sobre la construcción delos objetos-soportes de la memoria y de la historia social.

En tanto práctica historiográfica se basa en la reducción de la escala de observación como procedimiento analítico para el acceso "...al conocimiento del pasado mediante diversos indicios, signos y síntomas. Es un procedimiento que toma lo particular como punto de partida y procede a identificar su significado a la luz de su contexto específico".

Este enfoque, aplicado a nuestro problema de investigación implica "reducir la escala de observación" centrándola en una región histórica con rasgos transnacionales y una sociedad de frontera en la cual nos incluimos los propios investigadores (3). En este sentido -siguiendo a Levi- incorporamos nuestros puntos de vista como parte intrínseca del relato.

Utilizamos el concepto de región histórica como un recorte espacio temporal, que sirve de escenario a los vínculos sociales -no siempre pacíficos- que tuvieron como protagonistas a aborígenes, criollos y europeos (4) a partir del siglo XVII. Estos procesos incluyeron a Misiones cuya pertenencia al estado argentino, como una cuña entre Paraguay y Brasil, se definió tardíamente y solo -como consecuencia de la Guerra de la Triple Alianza- cuando Argentina, Brasil y Paraguay se repartieron las antiguas Misiones y definieron sus fronteras nacionales.

En este punto, la constitución de los Estados - Nación en la segunda mitad del siglo XIX opera como un nudo a partir del cual se construyen nuevas miradas sobre el pasado compartido. La necesidad de inventar corpus simbólicos funcionales a los nuevos estados, llevan a dividir el nosotros en nos- otros.

Esta definición de límites, sin embargo, no borró las marcas de origen de la antigua región histórica, con sus redes de parentesco, vecindad e intercambio económico, que contribuyeron a configurar un sentido complejo de identidades nacionales y un ejercicio de ciudadanía bi o trinacional.

Un siglo más tarde, el MERCOSUR se instituye como un nuevo nudo de sentido orientado a re- unir aquello que en otra coyuntura histórica fue necesario separar. Es aquí donde estas marcas, que permanecieron más allá de las voluntades nacionalistas de los Estados, vuelven a cobrar sentido para imaginar un proyecto de futuro común. Para analizar estos procesos, el concepto de frontera en su doble significación, esto es, como boundary (límite que separa) y, como border (espacio en que se vive), se revela como una clave interpretativa pertinente.

Para nosotros, al fin y al cabo nativos, la frontera es -a la manera de una estructura histórica- un espacio donde se imbrican relaciones de vecindad, parentesco e historias compartidas, pero también relaciones de poder, subordinación y conflictos. Un espacio donde -en distintas coyunturas- se intercambian bienes, servicios, solidaridades, resistencias, pero también exiliados, prisioneros, represores y muerte.

En una región que se destaca por su conformación multiétnica, las memorias -en tanto procesos colectivos de producción de significados en torno al pasado- constituyen un complejo cultural utilizado en dos sentidos. Por un lado, sirven para reforzar los límites del grupo -en tanto fortalecen sentidos de pertenencia identitario- y; por otro, se enarbolan como un elemento de confrontación con los otros grupos, en situaciones particulares de conflicto. (Fredrik Barth, 1969).

 

Diana Arellano, Silvia Waskiewicz, y Yolanda Urquiza

 

Notas

(2) La Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1948 en oportunidad de aprobar la "Convención para la prevención y represión del crimen de genocidio", opta por definir -con carácter restrictivo- el concepto de genocidio como delitos "cometidos con la intención de destruir, totalmente o en parte, un grupo nacional, étnico, racial o religioso". Por su parte Vezzetti, a quien hemos seguido en este análisis, avanza en el tratamiento del concepto de genocidio para destacar el papel políticamente activo que han desempeñado las víctimas en el caso de la última dictadura militar considerando más apropiado utilizar los conceptos de "masacre o exterminio planificados" (Vezzetti, 2002: 163).
 

(3) Atendiendo a la formación profesional del equipo de investigación, se articulan las fuentes documentales clásicas de la historia con un re-construcción de carácter etnográfico, que incorpora la perspectiva del actor (PA) a partir de la construcción de fuentes orales.
 

(4) Las reducciones de guaraníes y jesuitas, que se desarrollaron entre los siglos XVII y XVIII, conformaron un sistema socio - económico integrado que, a la manera de una empresa moderna, contemplaba mecanismos de especialización, complementariedad productiva y comercialización de excedentes. Simultáneamente, la acción evangelizadora y las diversas formas de educación aseguraron la cuota necesaria de cohesión y control social y contribuyeron a configurar una experiencia que constituye un fenómeno histórico de larga duración. En ella, se configuró una matriz cultural cuyos efectos perduraron en el tiempo confiriendo al espacio histórico misionero una identidad particular, que sobrevivió a fases sucesivas de estructuraciones y reestructuraciones. A fines del siglo XIX (1890) se produjo la llegada de diversos contingentes inmigratorios en su mayoría de origen europeo: alemanes, polacos, ucranianos, italianos, rusos, suizos, escandinavos, etc. Muchos de estos colonos europeos habían elegido países limítrofes como primer lugar de asentamiento y luego, ante dificultades para lograr el desarrollo de actividades económicas e inestabilidades políticas que ponían en riesgo su seguridad, optaron por trasladarse a Misiones como destino alternativo. La actividad productiva de estos inmigrantes se caracteriza por el predominio de pequeñas explotaciones agrícolas, siendo los cultivos de mayor importancia la yerba mate, el tabaco, tung y productos destinados al consumo interno. Los inmigrantes iniciaron una nueva vida como productores agrícolas en un mundo exótico y con múltiples dificultades. Como en todo proceso fundador y pionero, desempeñaron un rol catalizador imprimiendo a Misiones un sello de multietnicidad. En síntesis, con una superficie de alrededor de 30.000 kilómetros cuadrados y 90% de fronteras internacionales, al margen del país central, en la periferia de la nación, toda Misiones es una frontera, donde lo exótico está tanto en su paisaje natural como en el humano y donde la identidad y la otredad, se construyen y reconstruyen de modo permanente.

 

 

    

  
   

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