Prólogo

Tito Martín..., por José Ernesto Schulman

 

 

La historia de Villa Constitución sintetiza la crónica social, económica y política del país de los últimos 30 años.

La existencia cotidiana de los hombres que intentan disfrutar la vida además de lucharla, contrasta con la concentración económica en manos de pocos privilegiados.

“Acaso esos fogones frente al río fueron lo mejor, cansados pero satisfechos de todo un día de navegación y trabajo, nos sentábamos a fumar y charlar frente al río. Cómo extrañaría esa paz tan enriquecedora años después obligado a otro tipo de recogimiento y silencio, fumando en silencio frente a una sórdida ventana carcelaria”, cuenta Tito Martín. Maestro, hijo de ferroviario y militante solidario con las luchas obreras, luego de recorrer en 45 días más de 3.000 kilómetros del río Paraná.

Amar la vida es pelear contra los intereses minoritarios, parece ser el resumen de este hombre que formó el Club Náutico de Villa Constitución, al mismo tiempo que se juntaba con otros para iniciar las tareas de apoyo a la huelga de los trabajadores metalúrgicos de Acindar.

Porque esa entrega noble hacia todo aquello que despierta la vida, fue atravesado por el desarrollo de una industria que, de a poco andar, se convertiría en el prologo del presente que se vive en estos arrabales del mundo.

Aquella empresa siderúrgica sería el trampolín para José Alfredo Martínez de Hoz, y el sitio experimental de los centros clandestinos de detención que aparecerían en el país a partir del 24 de marzo de 1976.

Schulman eligió el contraste para contar una historia varias veces narrada pero poco comprendida: la imposición de un proyecto económico a través de la fuerza terminó con las intenciones de una vida mejor de vastas generaciones de argentinos.
La historia del maestro se cruza con el origen y el apogeo de la empresa siderúrgica.

Las dos cambiarán y ambas serán contadas de maneras diferentes.

Acindar tendrá su historia oficial contada por Félix Luna cuando cumplió cincuenta años. Una leyenda rosa que habla del esfuerzo empresarial y sepulta, en un deliberado proyecto de construcción de impunidad, los conflictos gremiales y la utilización de la planta por parte de las fuerzas represivas a partir del 20 de marzo de 1975.

Los sobrevivientes, como Angel Porcu, invicto idealista para lograr una vida mejor, recuentan la lucha dentro de la planta de la lista Marrón y la presencia de dirigentes de la talla de Agustín Tosco y René Salamanca.

El autor acierta en colocar, entre estas historias de vida, la evolución política de Acindar, su conversión en factor de poder y en participante de un proyecto de ingeniería social que tuvo en la dictadura su principal herramienta para lograr la domesticación de las mayorías, hoy expresada en las nuevas leyes laborales que extinguen las conquistas centenarias.

Como suele ocurrir con las obras basadas en relatos, en memoria oral, la historia no se queda en el pasado, sino que abre su inquietud en el presente, contrasta la entrega por causas sociales del ayer con cierta predica mezquina que aparece en los modelos victoriosos del fin del milenio, ensalzados en la publicidad y en las revistas que únicamente reparan en los famosos.

El pasado no reaparece en el presente por la simple obstinación de unos pocos, sino por las necesidades incontestatadas de las mayorías.

La obra de Schulman se hace valiosa porque recupera una manera de vivir y sentir más allá de los intereses individuales, y porque, increíblemente, se sigue manifestando no solo en la memoria de los sobrevivientes sino en las urgencias de los que ahora se asoman a la existencia cotidiana a través del submundo del trabajo y a la oscura realidad de los desocupados.

El homenaje que Schulman hace en la introducción, es una apuesta para los que no resignan y una posta para los que ya están viniendo en busca de un presente mejor. “En estos tiempos de arrepentidos y travestismos de todo tipo, Tito Martín cuenta con orgullo su vida de lucha por la revolución. Una vida que no esperó el triunfo para amar al próximo o vivir plenamente. Una vida sencilla, casi austera, pero tan llena de sentido que resalta impecable entre tantos ricos y famosos que atestan las revistas de moda y los programas periodísticos”.

Bienvenida será esta historia de José Schulman.

En ella están presentes los ideales, los riesgos, el enemigo y la enorme seducción que implica las vidas entregadas a causas superiores a los intereses individuales.

“Tito Martín y el Villazo” habla del presente y también del futuro. Habla de nosotros. Es hora de protagonizar nuestras propias palabras.


Carlos del Frade (3)
Rosario, junio de 1995

 

 

 


Nota

(3) Carlos del Frade es periodista rosarino; especialista en la problemática social del Gran Rosario y ganador de varios premios por su producción periodística, entre ellos el MARTIN FIERRO en 1993 por su programa televisivo Postales emitido por San Lorenzo T.V. Cable, posteriormente levantado en represalia por su labor de denuncia.

 

 

  

 

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