Los que no están

Desaparecidos y dictadura cívico-militar en Florencio Varela (1976 – 1983)
 

 

 

PARTE  I

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

 

     La larga lista de los desaparecidos del partido de Florencio Varela entre 1976 y 1983, está integrada por trabajadores, estudiantes y vecinos que, desde distintos lugares, y en distintos niveles de compromiso y organización, desarrollaban una actividad política. En esta primera parte queremos rescatarlos del olvido e ir presentándolos uno por uno, contando su historia de vida, sus ideales, sus expectativas, las circunstancias en que fueron secuestrados y las acciones que llevaron adelante sus familiares en una búsqueda cargada de angustia y desesperación, que chocaba siempre con la indiferencia, la complicidad y el ocultamiento, tanto del Poder Judicial como de la Policía y el Ejército, instituciones a las cuales se acudía en busca de alguna información que pudiera arrojar  datos esperanzadores.

 

     No sólo fue a las instituciones del Estado Nacional donde los familiares se acercaron en la búsqueda, sino que también golpearon las puertas de embajadas, consulados, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Cruz Roja Internacional, Amnistía Internacional y distintas organizaciones de derechos humanos que pudieran dar una respuesta o ayudar en esos momentos de desconcierto.

 

     La reconstrucción parcial de estas historias se hizo a través de testimonios obtenidos mediante entrevistas (con los familiares de los desaparecidos, con militantes de aquella época), y a través de la lectura de los expedientes que tiene la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Plata (APDH), que se encarga, entre otras cosas, de llevar adelante los Juicios por la Verdad y, por lo tanto, recopila toda la información disponible de los casos de personas desaparecidas durante la última dictadura militar.

 

     Desde ya queremos advertir que este es un primer paso en una investigación que no culmina con lo aquí publicado. Falta conocer muchos datos e informaciones que esperemos que con el tiempo puedan ir aflorando, y que futuras investigaciones puedan ir dándolos a conocer, ya que como pueblo tenemos el derecho de saber la verdad.

 

     Como se verá más adelante, la cantidad de información disponible varía de un caso a otro; esto para nada tiene que ver con una jerarquización de los casos, sino que responde a las posibilidades de acceso a la información que se han tenido. En algunos casos se pudo dialogar con familiares (muchos de los cuales todavía viven en el Partido), pero en otros no, ya que no se pudo localizarlos, bien porque ya no viven ni en Florencio Varela ni en el Gran Buenos Aires, bien porque se desconoce su paradero.

 

      No fue fácil encontrar a los familiares, golpearles la puerta y proponerles mantener una entrevista; de todos modos, la recepción fue muy emotiva y hubo buena predisposición; en muchos casos, las personas hablaban sobre el tema luego de más de 20 años de mutismo. En las entrevistas hubo silencios difíciles de sortear, hubo lágrimas y hasta un reencuentro con un pasado que, por miedo o por vergüenza, algunos habían intentado ocultar. En algunos momentos se hacía difícil preguntar, porque era evidente que se removían sentimientos tales como la angustia, el amor, la esperanza y la emoción. Allí estaba la historia viva, mucho más intensa que la historia que habitualmente se halla en las publicaciones.

 

     Se hizo necesaria la inclusión de la ‘historia de vida’ de los protagonistas, para que en el trabajo se pudiese rescatar a la persona, y que los desaparecidos no fuesen solamente un colectivo anónimo, y que se pueda reconocer que esas personas que la dictadura se llevó eran vecinos que caminaban las calles de Varela; chicos y chicas que, como tantos hoy en día, hacían su escuela secundaria; compañeros de trabajo que se reunían en los bares cercanos a la estación de trenes; personas que hoy podríamos encontrar en la panadería o caminando por el barrio. A esto apunta el trabajo, a rescatar lo cotidiano y lograr que los desaparecidos abandonen el anonimato y sean reconocidos a través de sus nombres y sus historias.

 

     Hasta ahora, los trabajos sobre los desaparecidos y la última dictadura fueron encarados desde una perspectiva más general: no existen estudios locales, ni en Florencio Varela ni en otros distritos. La ausencia de este tipo de trabajos hizo compleja la búsqueda y compilación de datos, ya que era un camino que se iba construyendo en la marcha, y  fue de vital importancia la confianza de los vecinos para acercarse y aportar datos, nombres e indicios que servirían para ir uniendo los hilos sueltos de este complejo entramado. Sería bueno que esto incentivase el interés de otros investigadores, y  que nuevos trabajos de este tipo se realizasen tanto en Florencio Varela como en otras ciudades.

 

     Otra causa por la que varían los datos disponibles es por la diversa cantidad de información que tiene la APDH en sus expedientes; esto último se debe a que la compilación de datos está supeditada a varias circunstancias, como ser: los Hábeas Corpus que se hayan presentado desde el momento de la desaparición; los informes que se tengan de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP); los informes de inteligencia hechos, previos al secuestro, por la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPPBA); los testigos del secuestro (vecinos, amigos, familiares, etc) que hayan podido aportar datos sobre los episodios; si fueron vistos o reconocidos en algún Centro Clandestino de Detención por personas que hayan sido secuestradas y posteriormente liberadas; por las declaraciones hechas tanto en el Juicio a las Juntas (1984) como en los Juicios por la Verdad, etc. Como se ve, hay muchas instancias en las que pueden haber quedado registros, aunque en muchos casos la información disponible sea escasa, y esto también responde a distintas circunstancias: en algunos casos, los familiares no iniciaron acción alguna luego de la desaparición (por desconocimiento, por miedo u otra limitación); en otros casos, se ha presentado un Hábeas Corpus y, ante una respuesta negativa, no se siguió con ninguna otra acción; y en la mayoría de los casos fue el miedo imperante el que impidió realizar acciones que pudieran quedar documentadas, como así también operó el ocultamiento y la destrucción de estos documentos por parte de los  protagonistas y/o ejecutores de la represión, ya fuesen militares, policías, el Poder Judicial o el poder político. Por todo esto es que habrá casos en los que sólo se consigna la fecha y el lugar del secuestro, y otros en los que se pudo reconstruir, en parte, la vida familiar y personal de la víctima, algo que se hubiera querido hacer con todos.

 

     La posibilidad de realizar entrevistas (Historia Oral), es de vital importancia en el estudio de estos hechos que, por pertenecer a la ‘historia reciente’, dan la oportunidad de conocer la opinión y las vivencias de los protagonistas. La historia oral nos permite, asimismo, descubrir lo que queda aplastado por los grandes acontecimientos de la Historia, y suele revelar aspectos desconocidos de sucesos conocidos; y es a través de la memoria y el relato de las vivencias personales que puede apreciarse el peso de los procesos históricos en la vida cotidiana. Si le sumamos las voces de lo cotidiano a los documentos escritos y clasificados, los acontecimientos muchas veces estudiados y repetidos casi de memoria se tornan comprensibles y, por ende, adquieren  peso histórico. Empieza a poblarse la historia y vemos que  esta hecha por hombres y mujeres que tienen expectativas, frustraciones, errores y aciertos.

 

     A través de las entrevistas lo que se hace es producir fuentes históricas propias, haciendo uso de testigos que pueden dar cuenta de la historia reciente. Es necesario considerar las fuentes orales en una misma jerarquía que los documentos escritos de los que tradicionalmente se sirve la historia. Entrecruzando estos testimonios orales con los documentos escritos se amplía la visión histórica, ya que se le da lugar a los protagonistas anónimos. Así, la integración de diversas fuentes facilita el descubrimiento del espíritu de una época inserta en un proceso histórico más amplio.

 

     Ya se ha aclarado que no se pudieron realizar las entrevistas deseadas, pero eso no ha impedido valorar los apreciables testimonios de las que sí han sido hechas.

 

     La extensa lista de 51 personas que se ha recopilado, y los datos obtenidos de cada una de ellas, será desarrollada a continuación.

 

     Además de estas 51 personas, hay una lista integrada por otros vecinos de Varela víctimas de la dictadura pero, al no haberse podido confirmar la veracidad de los datos, se prefirió no incluirla.

 

    Cabe aclarar que la figura del “detenido desaparecido” se aplica en general a las personas que han sido secuestradas y privadas ilegítimamente de su libertad, y de las que hasta hoy no se conoce su paradero ni han sido hallados sus restos. Solamente en el momento en que se encuentren sus restos se puede confirmar su muerte. Por otra parte, se considerará “ex detenido desaparecido” a aquella persona que, habiendo sido secuestrada y confinada en centros clandestinos de detención, fue posteriormente liberada. En esta lista se encontrarán personas que responden a las diferentes  categorías.

 

     Desde ya, se piden disculpas por los errores u omisiones que pueda haber en esta lista parcial, entendiendo que los mismos son consecuencia de las dificultades inherentes tanto a la investigación del pasado reciente como a la impunidad que aún caracteriza al período abordado.

 

 

 
   
Indice  general  del  libro  

 

 


 

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