Los que no están

Desaparecidos y dictadura cívico-militar en Florencio Varela (1976 – 1983)
 

 

 

LAS VÍCTIMAS DE LA DICTADURA CÍVICO-MILITAR EN FLORENCIO VARELA

 

 

 

ACUÑA, PORFIRIO

 

    Fue secuestrado el día 25 de Enero de 1978 [1].

 

 

 

ACUÑA, TEODOSIO

 

     Fue secuestrado el día 23 de Mayo de 1978 a las 22:00 Hs. de una pensión de la localidad de Ramos Mejía [2].

 

 

 

ALBORNOZ, DANIEL ALBERTO  /  ALBORNOZ, RAÚL ALFREDO

 

      Daniel Alberto y Raúl Alfredo Albornoz vivían en la localidad de Bosques, Partido de Florencio Varela, y fueron secuestrados el día 26 de Septiembre de 1977.

 

     En el texto del Hábeas Corpus del 4 de octubre de 1977 presentado por Policarpio Albornoz, padre de Daniel Alberto y Raúl Alfredo, se solicita que en el menor término posible se remita ante la Justicia el paradero y se le otorgue la inmediata libertad a los beneficiarios de tal presentación. Además, se detalla que “vengo a presentar por primera vez (...) Hábeas Corpus a favor de mis dos hijos Daniel Alberto Albornoz D. N. I. 10.329.107 y Raúl Alfredo Albornoz L. E. 7.696.487 el mismo fue secuestrado o detenido por un grupo de personas vestidas de civil y que portaban armas el día lunes 26 hora 1:00 en su domicilio calle Podestá y Miguel Cané ( de la localidad de ) Bosques” [3].

 

     En virtud del Hábeas Corpus presentado, el Juez Federal Héctor G. de la Serna solicitó el reconocimiento de paradero a la Delegación local de la Policía Federal y al Jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, ambos pedidos con fecha 5 de octubre de 1977.  Tanto la respuesta del Comisario Gral. Eduardo Magdaleno Aranguren –6/10/1977- (Asuntos Judiciales de la Policía de la Pcia. de Buenos Aires ) como de las autoridades de la Policía Federal –10/10/1977-, afirman que los hermanos Albornoz no se encontraban detenidos en las dependencias en las que se solicitó información. Asimismo, desde la Fiscalía Federal se desestimó la protección solicitada hacia los beneficiarios del Hábeas Corpus, y se le imputó a la parte demandante las costas (los gastos), invocando los artículos 617 y siguientes del Código de Procedimientos en lo Criminal, con fecha 13/10/1977. Finalmente, bajo la firma del Juez Federal que había librado los oficios de averiguación de paradero,  el Poder Judicial resolvió “denegar el recurso de Hábeas Corpus interpuesto a favor de Daniel Alberto y Raúl Alfredo Albornoz. Con costas” [4]; esto significaba que, además de no obtener ninguna información sobre el destino de sus hijos, Policarpio debía pagar las costas por el recurso legal interpuesto. Al día de la fecha, no se tienen datos sobre el destino de los  hermanos Albornoz.

 

 

 

BARDELLI, RAÚL ÁNGEL

     Fue secuestrado el día 9 de Agosto de 1977 en la localidad de Bernal [5].

 

 

 

BARTUCCI, FRANCISCO

Francisco Bartucci

  

     En tiempos de la segunda  posguerra, con Perón elegido masivamente presidente, un italiano, procedente de Reggio Calabria y de apellido Bartucci, llegó al puerto de Buenos Aires, en un barco en el que la esperanza se dibujaba en el rostro de cada inmigrante que adivinaba un nuevo horizonte de vida. Carmelo Bartucci integraba el grupo de aquellos que se reencontraban con una parte de su familia en un lugar lejano y desconocido. Formaba parte del contingente de inmigrantes que traían consigo, anotado en un papel, guardado como un tesoro, el nombre de un amigo, o bien eran esperados por algún familiar que ya había pasado las penurias de instalarse en el nuevo mundo -tal era el caso de Carmelo Bartucci, el padre de Francisco-. Los demás también huían de una Europa arrasada por la Segunda Guerra Mundial, con la mínima fortuna de compartir, al menos, la aventura de una nueva vida llena de interrogantes.

 

     Como evoca Miguel Bartucci, hermano de Francisco, “primero viene mi viejo, porque estaba mi abuela que ya vivía acá, y al año y medio –en el ‘48- venimos nosotros, o sea, yo, mi vieja (Catalina Demasi) y mi hermano, que es el que está desaparecido” [6]. Se instalaron en una pieza en la calle Tarija, en el barrio de Boedo, de la Capital Federal, hasta que consiguieron una casa de madera en la calle De la Serna, en Avellaneda; allí residieron aproximadamente un año y medio. En ese lugar nacieron sus otras dos hermanas, Nélida en 1950 y Graciela en 1951. 

 

     Transcurridos esos primeros años plagados de dificultades, ya a comienzos de la década del ‘50 surgió la posibilidad de la compra de unos terrenos en Florencio Varela. Los años ‘50 anunciaban tiempos de ajustes y de enfrentamientos cada vez más decididos entre el peronismo y la oposición; hasta el reconocimiento y los homenajes a Eva Perón se tornaron melancólicos, y la temprana muerte de la abanderada de los humildes presagiaba de manera más patente los tiempos difíciles.

 

     Carmelo Bartucci no era peronista, o bien no le interesaba participar en actividades políticas; trabajaba en SEGBA (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires), donde también lo hicieron Miguel y su abuelo.

 

     Cuando se trasladaron a Florencio Varela, empezaron a construir su vivienda junto a un terreno lindero al que había adquirido un tío de Francisco, quien, finalmente, se trasladó a José Mármol. Miguel Bartucci recuerda que “en el ‘52 o ‘53, cuando vinimos acá (actual Barrio La Esmeralda) esto era un desierto, no había nada; o sea, nosotros fuimos los primeros pobladores, y todavía hay muchos terrenos” [7].

 

     Cuando murió su padre, en 1964, Francisco ingresó a SEGBA. Miguel nos cuenta: “yo lo hice entrar a los 17 años, es que había una ley que cuando moría el padre lo dejaban entrar (aún siendo) menor; (en este caso Francisco) va a Avellaneda, en 12 de Octubre, pero va de empleado y después de peón, y después quiere progresar porque como ya había fallecido mi viejo, estaban mis hermanas, y necesitaba mantener los estudios de mis hermanas” [8].

 

     El jueves 29 de julio de 1976, Pancho, como lo conocían en el barrio, salió de su trabajo como todos los días y fue a tomar el colectivo 148 en la Av. Mitre para regresar a Fcio. Varela, pero nunca llegó a su casa. Su hermana Graciela recuerda: “yo me entero el 31 de Julio del año 76’ de la desaparición de mi hermano, porque era el cumpleaños de mi esposo y viene mi hermana con un amigo a decirme que el 29 de Julio mi hermano no se había presentado en casa; entonces la desesperación nuestra fue de ir a buscarlo, mi esposo en ese momento, con ellos, a Comisarías, a Hospitales, para saber si había tenido un accidente o alguna cosa de ese tipo” [9]. A partir de ese momento comenzó la desesperada búsqueda de la familia Bartucci, ya que no sabían qué había pasado con Francisco. Su hermana Nélida se dirigió, el sábado 31 de Julio, hasta el lugar de trabajo de Pancho, para averiguar si sus compañeros tenían alguna información; le comentaron que la última vez que lo habían visto había sido el jueves 29 cuando, como era habitual, junto a un grupo de trabajadores, se dirigió a la parada de ómnibus, y lo vieron ascender al colectivo de la línea 148. “Yo supuse que, bueno, desde la Avenida Mitre hasta Varela tuvo que haber sido lo que le había pasado, bueno, pero qué pasó, no sabíamos qué podría haber pasado y dijimos, bueno tuvo un accidente, le pasó algo, bueno, a partir de ahí empezamos a visitar Comisarías, Hospitales, reconocimos cuerpos para ver si podía haber pasado algo, y bueno, no hubo ninguna forma, nada, de que nosotros nos pudiéramos enterar qué había pasado en ese trayecto de Avellaneda hasta Varela” [10].
 

     En aquel contexto de dictadura militar, la presentación de un recurso de Hábeas Corpus no era tarea sencilla, ya que no había muchos abogados dispuestos a correr el riesgo que implicaba la firma de este recurso legal. Con todo, Nélida relata que ”tuve la oportunidad de que un abogado me enseñara como hacer un Hábeas Corpus, bueno, me lo firmó él por primera vez, y después yo fui presentando todas las semanas Hábeas Corpus en todos los Juzgados Federales” [11].

 

     Había transcurrido un mes desde la desaparición de Francisco Bartucci cuando sus familiares se enteraron en qué circunstancias había sido provocada. Aquella tarde del 29 de Julio de 1976, Pancho iba a encontrarse en la curva de Berreymundo con Daniel Demaestri, quien tuvo ocasión de observar cómo era secuestrado por un grupo de personas a algunos metros de la parada del colectivo 148. Con respecto a esto, Nélida cuenta: “un día, al mes exacto de la desaparición de mi hermano, yo iba a mi trabajo en ese momento, y me encuentro con un chico amigo de nosotros, de Florencio Varela, que era Daniel Demaestri, que también ahora se encuentra desaparecido este chico, y le digo ‘hola Daniel, como te va’ le digo ‘¿viste lo que pasó con mi hermano?’ y me dice: ‘sí, yo vi lo que pasó’ y yo me quedé muy sorprendida y le digo: ‘¿cómo que viste lo que pasó?’ y me dice: ‘sí, porque yo me tenía que encontrar con él en la curva y bueno yo me bajé del lado del colectivo que iría para el lado de Constitución’ y mi hermano estaba de la parada del colectivo que venía para Varela y bueno en ese momento cuando él baja del colectivo, este chico Daniel, ve que mi hermano está apoyado en un poste de luz y en ese momento aparece una gran cantidad de autos Falcon, con toda gente de civil, muy armada, fuertemente armadas y empiezan a distraerse, entre comillas, no, con dos o tres chicos que estaban ahí parados y mi hermano estaba al margen de eso que estaban haciendo, de estar deteniendo a esos chicos, que en definitiva después no, no los detuvieron, mi hermano cuando ve todo eso empieza a caminar, como diciendo ‘esto era (para) mi, pero no me conocen’, no se lo que habrá pensado, entonces cuando él empieza a caminar, otro Policía o no se qué de civil, que estaba en la vereda de enfrente, les grita a los (que) estaban ahí entreteniéndose con esos chicos, les dice: ‘Che boludo, es aquel que se raja’, entonces ahí, justo está la esquina, baja otra persona de otro auto, lo apuntan con un revólver en la cabeza y se lo llevan detenido, eso fue lo que pasó el 29 de Julio, cosa que me entero justamente al mes por intermedio de este chico, yo le pregunté a Daniel por qué no me había venido a avisar y qué sé yo, me dijo que bueno, que ‘tenía miedo’, porque también él podía estar involucrado en alguna cosa” [12]. Francisco no había tenido militancia sindical en su lugar de trabajo, “no era gremialista (...), políticamente sí militaba, militaba en la Juventud Peronista” [13]. Desde hacía un tiempo Francisco participaba en la JTP de Florencio Varela junto con otros jóvenes, quienes veían en Pancho un líder a quien respetaban y querían. La noticia de la desaparición y sus circunstancias puso a la familia frente a la realidad de una dictadura militar que, desde hacía meses, había comenzado con la captura sistemática de toda persona a la que ellos consideraran peligrosa para su proyecto de ‘reorganización nacional’.

 

     A todo esto, la mamá de Francisco fatigaba las horas en la búsqueda de su hijo por los más diversos lugares, sin dejar ninguna posibilidad descuidada y yendo a la Plaza de Mayo a juntarse con las otras madres que, valientemente, comenzaban su ronda, desafiando el Estado de Sitio impuesto, el miedo, el silencio y la complicidad de la mayoría de los periodistas. En una carta a la CONADEP, Catalina Demasi de Bartucci relataba todos los trámites realizados a partir de la desaparición de su hijo: “A partir de ese momento comenzó para mi un largo e interminable peregrinar por cuanta dependencia militar o policial existe en Buenos Aires, requiriendo siempre alguna información sobre su paradero y situación física y jurídica. He presentado Hábeas Corpus en los Juzgados Federales de la Capital Federal, como así también en la ciudad de La Plata y Lomas de Zamora, todos siempre con resultado negativo. Además de dar la intervención correspondiente a la Embajada y al Consulado italiano en la Argentina, quienes a su vez también realizan requerimientos al gobierno Argentino, he dado la información a la Iglesia, a través de la Conferencia Episcopal Argentina, Nunciatura Apostólica, Arzobispado de Buenos Aires, también a los organismos internacionales, Naciones Unidas, OEA, que registró el caso bajo el Nº 2217, Cruz Roja Internacional; el Ministerio de Interior de la República Argentina lo tiene registrado bajo el expediente Nº 184.780/76, además de las denuncias correspondientes en la Policía Federal, Policía Provincial, Ejército Argentino, y gobernación de la Provincia de Buenos Aires, etc” [14]. Esta carta, presentada en la CONADEP en 1984, muestra todas las puertas golpeadas por la familia Bartucci durante largos años, aun después de la llegada de la democracia en 1983. En definitiva, en ninguno de esos lugares han recibido información alguna, todos aquellos intentos fueron en vano. Ejemplo de ello fue la entrevista con Monseñor Grasselli, quien le dijo crudamente a Miguel Bartucci: “hay un 99% que su hermano no exista más” [15].

 

    Hay dos episodios dignos de rescatar. El primero es que Francisco fue, al tiempo de su desaparición, despedido de la empresa SEGBA “por abandono de trabajo” [16]; y el segundo, que en Febrero de 1977 la casa de Francisco fue allanada; esto lo cuenta Nélida en su declaración en el Juicio por la Verdad: “En Febrero y bueno, desapareció la mamá de Reggiardo, de Enrique Reggiardo y bueno en esa, en esa semana, que fue de los primeros días de la semana de Febrero, hubo gran cantidad de secuestrados ahí en Florencio Varela; está la mamá de Reggiardo, está creo que también el chico Miguel Ángel Orieta, todo fue, pasó en esa semana y es más, esa semana vinieron a hacer un allanamiento a mi casa, o sea a la casa de mi mamá, buscando a mi hermano precisamente, cuando ya mi hermano hacía siete meses que estaba desaparecido, cosa que cuando me preguntaban por mi hermano, los policías o militares que ingresaron a mi domicilio, preguntaban por mi hermano, y yo les decía que no sabía, que ellos tenían que saber porque mi hermano hacía siete meses que estaba desaparecido o sea que... hubo, hubo algún error de información con ellos porque no sabían que mi hermano ya estaba desaparecido y vinieron a buscarlo en esa semana que desaparece gran cantidad de gente ahí en Florencio Varela” [17].

 

     Hoy, a casi 20 años del secuestro de Pancho, su hermano Miguel lo recuerda como “un fuera de serie, bueno como pocos, se desvivía por la casa, por el hogar, por la familia (...) para mí fue un tipo extraordinario, compañero...” [18]; son este recuerdo y este afecto perdurables los que hace que Miguel,  a pesar de estar descreído de todo, participe en las marchas y en los actos que se organizan en memoria de los que, como su hermano, sufrieron el vil destino que les propició la última dictadura militar: “voy (a las marchas) porque es algo que me nace a mí por el recuerdo de mi hermano, y  me caen lágrimas cuando veo toda esa gente que está luchando... cómo puede ser que esta gente siga luchando... cómo no voy a estar, voy a estar siempre, por más que esté descreído de todo” [19]

     Hasta hoy, ni Francisco ni sus restos han sido encontrados; tampoco hay información de ex detenidos desaparecidos que lo hayan visto en algún centro clandestino de detención.

 

    La paradoja más grande de esta familia es, tal vez, que Carmelo Bartucci (papá de Francisco) haya escapado de la Italia de posguerra con la esperanza de hallar un país en el que sus hijos pudieran crecer y vivir en la paz y la libertad que él no imaginaba en Europa; en esos años, seguramente, nunca pensó que aquí esperaba a su familia un país cuyo sector dominante encarnaría una dictadura, que tuvo a la muerte, a la tortura, al  saqueo, al miedo y a la complicidad como sus más funestos protagonistas.

 


 

Notas


 

[1] Internet, página www.nuncamas.org

[2] Archivo del EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense)

[3] Hábeas Corpus. Juzgado Federal. 1° Instancia, N° 2, La Plata, 4/10/1977 (En APDH, La Plata,  Expediente Nº 958 S/ U )

[4] Dictamen. Poder Judicial. Juez Federal Héctor de la Serna, La Plata, 17/10/1977. (En APDH. Op. Cit. )

[5] Internet. página www.nuncamas.org

[6] Entrevista de los autores a Miguel Bartucci, 30/3/2004

[7] Ibídem

[8] Ibídem

[9] Declaración testimonial de Graciela Bartucci. Cámara Federal de Apelaciones. Juicio por la Verdad. La Plata. 12/5/2004. (En APDH, La Plata. Expediente Nº 1.020)

[10] Declaración testimonial de María Nélida Esther Bartucci. Cámara Federal de Apelaciones. Juicio por la Verdad. La Plata. 12/5/2004. En APDH. Op. Cit.

[11] Ibídem

[12] Ibídem

[13] Ibídem

[14] Carta de Catalina Demasi de Bartucci, dirigida a la CONADEP s / fecha. En APDH. Op. Cit.

[15] Declaración testimonial de Miguel Bartucci. Cámara Federal de Apelaciones. Juicio por la Verdad. La Plata. 12/5/2004. En APDH. Op. Cit.

[16] Declaración testimonial de María Nélida Esther Bartucci. Op Cit

[17] Ibídem

[18] Entrevista a Miguel Bartucci. Op Cit

[19] Ibídem

 

 

 
   
Indice  general  del  libro  

 

 


 

Página inicial del sitio nuncamas.org