Capítulo III.

EL CASO RODOLFO WALSH: UN CLANDESTINO

 
 

 

La indagación social
Una incursión por la revolución cubana y la elaboración de un periodismo antropológico


El 1º de enero del ‘59 el mundo se vio conmovido por el triunfo de la revolución cubana. Cayó Fulgencio Batista. Subió Fidel Castro. Y una figura acaparó la escena: Ernesto ‘Che’ Guevara. Walsh viajó a mediados de año para presenciar “el nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso”.

Jorge Ricardo Masetti lo había convocado para participar en la organización de un proyecto de gran envergadura, la creación de agencia de noticias: Prensa Latina. En enero del ‘69, en un reportaje que le hace Juan Brun dirá: “Estuve dos meses en Brasil y cuatro en Cuba. La atmósfera aquí era demasiado decepcionante como para no ceder a la tentación de irse”. El objetivo de la nueva agencia era contrarrestar la invasión mediática del exterior hacia América Latina, y difundir la obra de la revolución. El mismo autor diría que buscaban “dar una imagen de los países latinoamericanos que no esté deformada por intereses ajenos a nuestros pueblos. Pero no se hace retórica ni propaganda. Se trabaja duro, y con la verdad”.

En otro texto dirá: “La deformación por la prensa internacional de las noticias cubanas había empezado mucho antes de la caída de Batista, cuya larga permanencia en el poder profetizaba la revista Time en su primer número de 1959, cuando ya el régimen se había desplomado ... La campaña contra el gobierno revolucionario alcanzó una intensidad jamás vista en la historia. United Press y Associated Press, las agencias que monopolizan el mercado mundial de noticias, pusieron en marcha esa catarata de basura informativa que dura hasta hoy (año ‘69), preparando el terreno para la cadena de agresiones que iba a culminar en Playa Girón”.

La sede de la agencia estaba en La Habana y tuvo sedes en todos los países de América, y otros de Europa, Medio Oriente y Asia. Con obstáculos y escándalos por parte de las grandes usinas internacionales de noticias, nació Prensa Latina, que entre sus fundadores contó, además de Walsh y Masetti, con Gabriel García Márquez, Plinio Mendoza, Mario Gil, Díaz Rangel, Teddy Córdova, Aroldo Wall, Juan Carlos Onetti entre otros destacados escritores y periodistas. Entre los argentinos que participaron en el proyecto estaban Rogelio García Lupo, Francisco ‘Paco’ Urondo, Susana ‘Pirí’ Lugones, Roberto Pastorino, Luis Pico Estrada, Jorge Timossi. Algunos de ellos no llegan a pisar la isla, sino que trabajan desde las oficinas de la agencia en Buenos Aires. En ese tiempo convive con Estela ‘Poupée’ Blanchard.

No te fíes de Playa Girón 

El trabajo de Walsh pasaba por el doble oficio de cronista y espía. En el primer oficio terrestre se desempeñó como Jefe de Servicios Especiales, donde se publicaron notas acerca de la revolución en la isla. Roberto Pastorino explicó la función del área: “Servicios Especiales consistía en la compra de artículos, investigaciones y producciones especiales que se distribuían a los medios especializados. Rodolfo establecía los temas”. De la pluma de Walsh surgen notas que son perlas y que tendrán continuación en futuros artículos de ‘antropología cultural’. Allí realiza su entrevista más corta, a Ernest Hemingway quien simplemente le dice “Nosotros, los cubanos, venceremos. I’ m not a yankee, you know”. 

En el segundo oficio terrestre desempeña varias funciones, entre las que se destacó el papel de criptógrafo, descifrando los mensajes enviados por la CIA desde Guatemala a Estados Unidos. De esta manera descubre que ‘el gran país del norte’ tenía tropas acantonadas en Guatemala y que intervino militarmente para evitar un golpe militar a pedido de su presidente, el general Ydígoras, aunque esas tropas estarían preparándose para un desembarco en la isla de Cuba; devela los avatares de la presión que sufrió Venezuela para que condenara a Castro; y dio a conocer la trastienda de la planificación de la Conferencia Interamericana de Defensa, a realizarse en Quito, donde se pretendía expulsar a Cuba. Pero de todos estos detalles, publicados por Prensa Latina y editados en marzo del ‘61 en la revista ‘Che’, de Argentina, no son más que la punta del iceberg de la política exterior norteamericana hacia la isla del Caribe.

Escribe Gabriel García Márquez en octubre del ‘77: “En realidad, fue Rodolfo Walsh quien descubrió, desde muchos meses antes, que los Estados Unidos estaban entrenando exiliados cubanos en Guatemala para invadir Cuba por Playa Girón...”. 

Son las primeras pistas que prevén el ataque a la isla, que se concretará el 17 de abril del ‘61, con el desembarco en Bahía de Cochinos, y que será rechazada en 72 horas por las milicias populares. Kennedy continuaba la política de agresión contra la isla, instalada por Eisenhower. 

Recuerda ‘Gabo’: “Jorge Masetti, había instalado en la agencia una sala especial de teletipos para captar y luego analizar en junta de redacción el material informativo de las agencias rivales. Una noche, por un accidente mecánico, Masetti se encontró en su oficina con un rollo de teletipo que no tenía noticias sino un mensaje muy largo en clave intrincada. Era en realidad un despacho de tráfico comercial de la ‘Tropical Cable’ de Guatemala. Rodolfo Walsh, que por cierto repudiaba en secreto sus antiguos cuentos policiales, se empeñó en descifrar el mensaje con ayuda de unos manuales de criptografía recreativa que compró en una librería de lance de La habana. Lo consiguió al cabo de muchas horas insomnes, sin haberlo hecho nunca y sin ningún entrenamiento en la materia, y lo que encontró dentro no solo fue una noticia sensacional para un periodista militante, sino una información providencial para el gobierno revolucionario de Cuba. El cable estaba dirigido a Washington por el jefe de la CIA en Guatemala, adscripto al personal de la embajada de Estados Unidos en ese país, y era un informe minucioso de los preparativos de un desembarco en Cuba por cuenta del gobierno norteamericano. Se revelaba, inclusive, el lugar donde empezaban a prepararse los reclutas: la hacienda Retalhuleu, un antiguo cafetal al norte de Guatemala” (44).

Primer año de revolución

En enero de 1960, la revista Mayoría publicó una extensa entrevista a Walsh, recién llegado de Cuba, quien expone su parecer sobre lo que vio en la isla. El periodista, Juan Bautista Brun le preguntó sobre la posibilidad de infiltración comunista en el gobierno de Castro: “Es una torpe mentira, inventada por las agencias de noticias norteamericanas...; a Castro no le interesan las ideologías ..., no actúa con esquemas ideológicos sino sobre realidades concretas”. Desmiente además conflictos con la Iglesia Católica, emparenta la revolución con otras revoluciones latinoamericanas como el zapatismo mexicano, el aprismo peruano, el varguismo brasileño o el peronismo argentino. Con respecto a las democracias representativas expresa su desprecio señalándola como una ‘farsa’, expresando: “Nuestras revoluciones nacionales deben crear sus propias instituciones, en vez de aferrarse a las heredadas de la democracia liberal representativa. La revolución debe ser institucionalizada, el poder del Estado debe crear nuevas formas permanentes, que por supuesto deben tender a proteger los derechos de los demás y de los más débiles”.

Sobre los fusilamientos en los primeros días de la revolución sostiene: “Yo he sido enemigo personal de la pena de muerte. Pero lo que debo decir es que los ejecutados en Cuba eran de la misma calaña de los Cuaranta y de los Fernández Suárez; es decir individuos responsables de los asesinatos y las torturas más abominables. El pueblo cubano no lamenta el fusilamiento de sus esbirros y torturadores”. Más adelante desmiente la persecución a periodistas y la clausura de publicaciones.

Con respecto al objetivo de la misma revolución sostiene: “Lo que la Revolución Cubana se propuso, y ha conseguido, es convertir una mezcla de factoría y garito, que era Cuba, en un país. Sobre una base de miseria y humillación del campesino la factoría fabricaba azúcar para consumo norteamericano. Todo lo demás se importaba, hasta lo más elemental... Se han sembrado gigantescas extensiones con productos básicos. Eso, naturalmente, perjudica a los exportadores norteamericanos... La ley de Reforma Agraria establece que ningún extranjero puede poseer tierras cultivables en Cuba. Esto ha sido un golpe de muerte para las doce o quince compañías norteamericanas que poseían casi el 50% de las tierras de cultivo”.

En relación a la implementación efectiva de la Reforma Agraria explica: “La propiedad individual ha quedado limitada a un máximo de 400 hectáreas, pero si el propietario demuestra que su tierra produce un 50% más del rendimiento medio para ese tipo de cultivo, puede conservar hasta 1350 hectáreas. El resto le es expropiado e indemnizado”. Sobre el destino de las tierras explotadas y el surgimiento de cooperativas Walsh comenta: “Las tierras expropiadas se las distribuye entre los campesinos, ya sea en pequeñas parcelas individuales (con un mínimo de 27 hectáreas) de propiedad privada, o bien entre las cooperativas, que son agrupaciones de familias campesinas, que explotan a veces grandes extensiones de hasta diez mil hectáreas; reciben créditos y equipos del gobierno; el ejército Rebelde les construye casas y caminos; y al levantar la cosecha, parte del producto se destina a amortizar los créditos, el resto se reparte entre las familias de la cooperativa. Hay una de ellas que este año obtienen un producido neto de dos millones de dólares. Existen ya más de 400 en pleno funcionamiento, y en toda clase de cultivos, con lo que se trata de eludir por fin la plaga del monopolio y de mitigar la desocupación temporal crónica que a raíz del monopolio padecía el campesinado”.

En el momento de realizarse la entrevista se conocía el primer movimiento guerrillero en Argentina: Uturunco. Walsh no los desprecia, no los desaprueba y será un anticipo del camino que él mismo tomará diez años después. “No se rían de Uturunco. O por lo menos, no olvidemos que Batista se rió de Fidel y de aquellos ‘doce locos’ que desde un lugar muy parecido a nuestras sierras norteñas desafiaban a su ejército de 50.000 hombres”, le dice a Brun.

Las críticas a la revolución fueron numerosas durante aquellos años, pero lo que más gracia le causa a Walsh es la estrategia del diario Clarín que decide informarse ‘in situ’ y manda un enviado especial. El reportero denuncia el férreo totalitarismo que impera en esas tierra con la orden expresa en todos los rincones de la isla que dice “No te fíes... de un extraño”. En un artículo de octubre del ‘60, Walsh responde al reportero, develando que tal cartel era la propaganda de una película de la Columbia, ‘No te fíes ... de un extraño’, con Gwen Watford y Patrick Allen.

Homenajes

Hay tres artículos en la obra periodística de Walsh que se emparentan con Cuba y que además marcan un rescate de la oscuridad de la muerte, y un homenaje del escritor, a tres argentinos que él admiró: Jean Pasel, Ernesto Guevara y Jorge Masetti. No se trata de la santificación de tres personajes, sino el señalamiento de tres senderos que marcaron una huella y que no basta con aplaudirlos, sino que exige seguirlos. Comenta Roberto Ferro que la obra de Walsh siempre le exigió al lector algo más, “ese algo más, ese exceso no se salda con la canonización del escritor, esa modalidad institucional que consiste en colocar a un nombre y so obra en un limbo, para que permanezca inalterable”.

Jean Pasel se llamó Juan Carlos Chidichimo Poso, un periodista argentino perseguido por cuanto gobierno intolerante encontrara en su camino por América. Rogelio García Lupo rescató el artículo que se publicó por primera vez en marzo del ‘89, y que Walsh escribió bajo el título ‘Calle de la Amargura número 303’. Pasel trabajó en periódicos de la provincia de Buenos Aires, algunos fundados por él y cerrado por el peronismo, emigró a Uruguay donde trabajó en radios y diarios, pasó a Brasil, de allí a Venezuela, luego a Colombia, hasta quedar anclado en Panamá. Siempre haciendo periodismo y siempre perseguido por cada dictadura que lo sorprendía pensando. Llegó a Cuba, trabajó en diarios y en televisión, y sintió que ya no lo perseguían. Fue cuando se enteró de la invasión a Haití, por parte de 30 hombres, para derrocar a Duvalier. Se embarcó rumbo a la ‘gran primicia’, llegó a la isla, estuvo quince días oculto con el resto de los invasores, hasta que las compañías tácticas de ‘Papá Doc’ los emboscaron y mataron. Walsh le rinde tributo, porque Pasel cumple con la misión de todo buen reportero: 

“Como periodista, su deber era estar donde estaba la noticia. Y estuvo”.

El segundo personaje no es desconocido, pero el texto, escrito en el ‘67 y publicado en el ‘68, es el retrato del alma de Walsh al enterarse de la muerte del ‘Che’, a quien conoció y trató en sus años de Prensa Latina. El artículo se inicia con los primeros párrafos de ‘¿Por quién doblan las campanas?’ y, solo la transcripción de un párrafo, nos describirá el pozo melancólico en que se vio envuelto cuando se enteró de la muerte, en Bolivia, del motor de la revolución: “nos cuesta a muchos eludir la vergüenza, no de estar vivos...sino de que Guevara haya muerto con tan pocos alrededor”

En 1969 se publicó en Buenos Aires el libro ‘Los que luchan y los que lloran’, de Jorge Ricardo Masetti, acerca de la revolución cubana. Walsh escribió un extenso prólogo a esa obra y recordó a su amigo periodista y revolucionario a quien describió como un rebelde integral”, señalando que; “La guerrilla de Salta, su presencia en Argelia y en Playa Girón, Prensa Latina, este libro, son eslabones de una misma cadena de admirable coherencia”. Masetti, como reportero de radio ‘El Mundo’, viajó a Cuba en el ‘58 para ver qué estaba pasando, y, después de caminar ciudades, pueblos, sierras y selvas, logró entrevistar radialmente a Fidel y al Che. Esa entrevista, que todo el Caribe lo escuchó, Buenos Aires no lo recibió. “Vuelve por segunda vez a la Sierra y graba por segunda vez el reportaje. Las tretas para sortear el cerco represivo, lo pintan a Masetti. 

Turista alemán, viajante italiano o presunto esposo de una campesina gorda, no pierde en mitad del peligro su agudo sentido de lo cómico...Este reportaje es, en mi opinión, la mayor hazaña individual del periodismo argentino” dirá Walsh en el Prólogo. A la vez relata la experiencia foquista en Argentina, encabezada por el mismo Masetti: “Había ido lleno de dudas , prevenciones, sutilezas, y se lo tragaba la insuperable experiencia colectiva de un pueblo en revolución”, luego iría a Argelia, y a fines del ‘61 lleva el foquismo a su tierra, más precisamente a la selva de la provincia de Salta. Allí se lo conoció como Segundo, por Segundo Sombra, ya que el primer comandante honorario de ese incipiente Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP) era Ernesto ‘Che’ Guevara, a quien allí se conocía con el nombre de guerra de Martín Fierro. La experiencia llega al fracaso en marzo del ‘64, en Tartagal, cuando el grupo es infiltrado y algunos de sus miembros son asesinados. Pierden los víveres, los sobrevivientes mueren de hambre en la selva. Nunca se encuentra el cuerpo de Masetti, que entonces contaba con 35 años.

Estos tres textos tendrán una íntima relación con las cartas que escribirá en los últimos meses de su vida, cuando enfrenta al poder perverso del Proceso. Allí se percibe lo más visceral de Walsh, donde el corazón, el sentimiento y la inteligencia deslumbran en momentos críticos.

Refugio en las letras

La vuelta al país, a principios de los ‘60, no fue fácil. No había trabajo para quien estuvo involucrado con la Revolución de Castro. Walsh se recluyó en el Tigre, en su casa ‘Lorelei’ sobre el río Carapachay, y allí cultivó con delicadeza ‘el violento oficio de escribir’. Fue un tiempo fructífero, con una producción narrativa que nos muestra que tenía mucho para decir, más allá de las denuncias del ‘57, o su compromiso con los sucesos de la Isla.

En relación a las preocupaciones del escritor a su regreso al país, ‘Poupée’ Blanchard, quien fue mujer de Walsh, sostiene: “Cuando Rodolfo volvió de Cuba, traía una preocupación por su experiencia en Prensa Latina. Con Jorge Masetti se le había planteado el conflicto entre su trabajo profesional y el sentido político que debía tener la prensa en una Revolución. Rodolfo era de un país burgués, nadie le había enseñado a sacrificar cosas en homenaje a una Revolución, porque además era muy celoso de su trabajo profesional, y entonces él regresó a la Argentina con ese tema. No tuvo trabajo de periodista por un tiempo, por lo cual trabajó conmigo, en mi negocio de antigüedades".

Al tiempo se relaciona sentimentalmente con Susana ‘Pirí’ Lugones (‘la nieta del poeta y la hija del torturador’). Lilia Ferreyra, última pareja de Walsh, la recordará en una reciente biografía: “Ella fue la tercer mujer de Rodolfo Walsh. Su relación duró tres años. No llegaron a vivir juntos mucho tiempo porque él tenía la casa en Tigre y pasaba gran parte del tiempo allá”. ‘Pirí’ tendrá un peso esencial en su trabajo literario. Noé Jitrik señala en un reportaje para la biografúa de Pirí Lugones: “recupera la ilusión literaria que había dejado un poco en favor de trabajos testimoniales. Así es como publica un libro de cuentos, y en eso tuvieron que ver Pirí y el editor Jorge Alvarez”. Horacio Verbitsky coincide y manifiesta en la misma obra: “Pirí fue fundamental para que Walsh desarrollara su veta literaria en los años ‘60, y él fue fundamental para que ella desarrollara su veta política”.

Adiós a La Habana

De los días en Cuba tiene magníficos recuerdos que intenta plasmar en el ‘62 en la descripción de ‘La isla’, material del cual utilizará fragmentos para el relato ‘Adiós a La Habana’. Es la historia de un corresponsal extranjero, Frank, que está por dejar la isla en el momento en que se produce la revolución; tal vez el intento de una novela, la ‘novela seria’ que tenía planeada en su juventud. 

Se descubre en los textos un trabajo estilístico intenso, donde escribe en primera persona dejando traslucir un intimismo y una temática no tratada por Walsh en otros textos, como por ejemplo el amor, el sexo y la melancolía. Ha dejado diversos manuscritos y se puede ver en ellos su riqueza estética, el manejo del lenguaje, de las metáforas, aunque sabemos que él elige finalmente un idioma simple, austero y hasta parco para sus textos finales. 

En cuanto al contenido de éstos papeles inéditos señalan, entre otras cosas, su admiración por las hermosas mujeres negras de la isla roja: “La beso en la oscuridad, la aprieto con fuerza, apoyo mi sexo entre sus muslos y se ríe con su acento bárbaro de esclava. ‘Ven que te hago gozar’, caminamos un poco, apretados en la sombra, cruzamos la terrible iluminación de 23, la espada del bien parecer (oye, ahí va Walsh con una negra), no sé si me importa, sé que tengo que llegar adonde sea, arrebatado finalmente en esa llama que durante meses sentí arder a mi alrededor, vamos unas cuadras hacia el mar, hacia el malecón, allí entramos en una calle oblicua, puede ser Menocal, puede ser cualquier cosa, Hornos, Príncipe, Vapor, entramos en un hotel que me parece está en una esquina oscura, hay arcadas cerca, toda la ciudad es un inmenso laberinto de pasillos, terraplenes, escaleras rampas, subidas, bajadas, una arquitectura esponjosa llena de pasillos y corrientes de aire, galerías y recovas, ciudad acuario, ciudad submarina, ciudad arterial, gran ciudad ramificada, ciudad como un árbol, ciudad esponja, ciudad intestino, ciudad madre cavidosa, cavada y excavada, agujereada de sueños, buscadora y subterránea, vagina donde uno fluye y refluye para siempre, ciudad a orillas del mar tibio, del mar como el seno de la gran madre, ciudad impregnada de jugos nutricios, ciudad que se apropia de una parte del alma, ciudad que toco siempre lentamente, calle por calle, piedra por piedra, como se toca un cuerpo de mujer, ciudad para recorrer con una flor entre los dientes, para caminar con zancos explosivos, capital del sexo, ciudad siempre llena de banderas, conmovida y tierna, con tu luz azul, con tus golpes de mar como altos chorros de semen, con tu bahía cordial de corazón, con tus grandes gatas negras, con inmensas prostitutas llenas de puntillas y sonrisas, grandes fogatas con su millar de velas desplegadas y todos los olores y perfumes de la tierra y esa sabiduría de siglos que brota siempre a orillas del mar; Mediterráneo de los pobres, Lutecia de los negros, gran pecadora de la sangre nuestra. 

Qué te han hecho, pobrecita. Rosa de Azafrán, rosa de calidoscopio, increíble rosa de la nieve, rosa de los últimos repliegues del corazón del hombre. Te oigo agitar tus cascabeles, te miro mover tu cintura, lloro sobre la curva de tus muslos. Piedrita linda, caracolito en la arena”.

Hay párrafos de ésta época, inspirados en el recuerdo de Cuba, que se emparentan con el existencialismo, que pueden tomarse como una declaración de principios y que entre otras cosas dice: “Me pregunto de golpe que estoy haciendo aquí, iluminando pobres historias,... dilapidando mi vida en secas cosmogonías... El hombre no tiene que averiguar lo que es. Tiene que ser... Me gustaría ser capaz de salir ahora mismo, caminando, juntar mis pocas cosas, irme para siempre... Que alguien me desate la lengua. Que yo pueda hablar con la gente, entonces podré hablar de la gente... Si vivir es lo supremo, entonces viviré, aunque deba convertirme en un caníbal. Hasta ahora he tratado de mantener a salvo mi preciado pellejo... He terminado con eso”.

A mediados de los '60 publica dos volúmenes de cuentos ‘Los oficios terrestres’ (1965) y ‘Un kilo de oro’ (1967), además de dos obras teatrales: ‘La granada’ y ‘La batalla’, ambas editadas en el '67. Su vigencia crece y su prestigio se consolida como autor, aunque no entraba en la moda del ‘boom literario latinoamericano’ ni en el esquema del realismo mágico, tan en boga en esa década. 

Con el tiempo renegará de la ‘trampa cultural’ en que había caído, pero por entonces sostuvo: “lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez”. 

Pretender enmarcar su literatura es pretender tomar el cielo por asalto, su escritura es inasible, no se puede encuadrar en un género específico ni describir un solo estilo; buscaba de manera permanente y hablaba de ‘obra en marcha’, aceptándose como ‘homo viator’, hombre en camino, en evolución, en cambio y en crecimiento permanente e incesante.

Ese relato

‘Los oficios terrestres’ es una serie de seis cuentos publicado en l965. El primero se llama ‘Esa mujer’, un relato donde se mezcla lo histórico con lo policial, el periodismo con la literatura, logrando la síntesis que siempre busco entre lo literario, lo periodístico, lo investigativo y lo político, en una tensión muy bien lograda, convirtiéndola en el cuento más importante del siglo de la literatura argentina. Horacio Verbitsky señala a ‘Operación Masacre’ como el ‘Facundo’ del presente siglo, y nosotros agregamos que, en esa misma línea comparativa, ‘Esa mujer’ es hoy lo que fue ‘El Matadero’ de Echeverría en la centuria pasada.

Lo estético juega un papel preponderante, sin prescindir del hecho histórico, fruto de un trabajo de pesquisa y exploración. La dificultad en la escritura de sus cuentos lo obsesionan, algunos le salen de un tirón, otros tardan años en encontrar la técnica adecuada, en el caso del texto que comentamos sostiene: “Comencé a escribir ‘Esa mujer’ en 1961, lo terminé en 1964, pero no tardé tres años, sino dos días: un día de 1961, un día de 1964”. 

Desde lo histórico, vale recordar que luego de la revolución del ‘55 los golpistas no querían que el pueblo peronista se acercara al cuerpo de Eva Duarte, objeto de culto y devoción del pueblo, que se conservaba en perfecto estado después de su muerte gracias a tratamientos químicos encarados por el médico español Pedro Ara. La solución fue encargar a un custodio que se ocupara del cuerpo, designando para ello al coronel Moori Koenig. Es así como éste coronel vive las mil y una peripecias, junto con sus colaboradores, custodiando el cadáver, hasta que finalmente se lo entierra en Europa. La incógnita de la época era descubrir ese lugar misterioso donde sepultaron a Eva, y aunque el escritor no lo logra, desnuda el alma del hombre que por varios años estuvo junto a ella y que dejó en él huellas indelebles. 

El cuento se desarrolla en primera persona, y es el mismo Walsh quien se asume como protagonista. En el prólogo de la edición sostiene que: “la conversación que reproduce es, en lo esencial, verdadera” y, es necesario destacar que, a Evita no se la menciona nunca por su nombre. La acción transcurre durante ese tiempo en que tarde y noche se fusionan, confundiéndose en una sola cosa. El lugar es el décimo piso del departamento de Callao y Santa Fe, donde vivía el coronel Carlos Eugenio de Moori Koenig; desde un gran ventanal se ven las luces del puerto que se reflejan en el río. Walsh va en busca de la revelación de un secreto, el Coronel quiere ‘unos papeles’ misteriosos (la declaración de Pérez Griz sobre la muerte de Marcos Satanowsky). 

El relato se mueve desde el ámbito del encuentro hacia afuera, y vuelve nuevamente; es ascético en su lenguaje pero, cuando se eleva, sus imágenes son poderosas, y la tensión se vuelve insoportable. El protagonista describe lo que percibe: al coronel, su mujer, la calle, el edificio que vive, que late; y a la vez pregunta. El Coronel bebe, bebe y bebe despotricando contra “esos roñosos”, por tres veces, que lo persiguen, que lo amenazan, que buscan hacerle daño, que lo arrastran a la paranoia. 

El diálogo se inicia con un tema nimio: la puntualidad, sigue el rito del whisky, se establece un terreno vagamente común (el Coronel dice ser de inteligencia, haber estudiado filosofía y estar interesado en el arte), reclama unos papeles con unos nombres y Walsh retruca preguntando sin preguntar por “esa mujer”. El Coronel no contesta directamente sino que habla de la persecución que sufre de parte de “esos roñosos”, los peronistas, el daño que le hicieron a él y a su familia, e intenta dispersar la atención sobre dos casos fatales que sufrieron colaboradores directos en la custodia del cuerpo, un mayor y un capitán, que harían pensar en una suerte de maldición en todos aquellos que se acerquen a la ‘abanderada de los humildes’. 

Una vez que ha bebido lo suficiente, el Coronel se arriesga a hablar de esa mujer a quien le cortaron un dedo, de su desnudez en el ataúd, de su presencia virginal, de toda su muerte al aire, de su incorruptibilidad, y la perversión del médico que le hizo el tratamiento químico para conservarla. Finalmente describe brevemente el recorrido que hace el cuerpo desde la CGT, pasando por Viamonte, 25 de Mayo, hasta ser enterrada en un lugar donde llueve mucho y donde se pudrirá parada, porque la enterró de esa forma en otro país. Walsh personaje habla, Walsh escritor hace hablar a los silencios, el Coronel termina extraviado en un laberinto de alcohol y noche sin responder la pregunta clave: “¿Dónde, Coronel, dónde?”. Pero no responde porque se cree dueño del secreto y de la mujer. 

“Lo de Walsh no es un cuento- me corrigió la viuda- Sucedió. Yo estuve oyéndolos mientras hablaban. Mi marido registró la conversación en un grabador Geloso y me dejó los carretes. Es lo único que me ha dejado”, dice la esposa de Moori Koenig. El rito iniciático de la devoción a Evita comenzó para Martínez con el texto que comentamos y podemos considerar proto-historia de la novela, el novelista transforma al texto en documento y a Walsh en personaje, quien descubre dónde está el cuerpo pero no va a buscarlo porque dice: “Esa mujer no es mía”. Walsh trabajó con otro cuento similar que tituló Ese hombre, donde los protagonistas son el mismo Walsh y Juan Perón, cuando se encontraron en Puerta de Hierro. Se conocen seis versiones diferentes pues el escritor lo estaba trabajando. Se puede encontrar una síntesis de esas versiones en el libro ‘Ese Hombre’.

Los oficios y el oro

Los otros cinco cuentos de ‘Los oficios terrestres’ permiten descubrir que los temas literarios del escritor no se alejan de lo periodístico. El segundo texto es ‘Fotos’, sigue la relación de amistad entre Jacinto Tolosa (hijo de un viejo estanciero y político de la provincia) y Mauricio Irigorri, un muchacho que busca el motivo de su existencia devorándose la vida; aparece Paulina, quien alegra sus días, hasta que todo se trastorna. El relato, que tardó siete años en ser escrito, se relaciona, por sus personajes y su técnica narrativa, con ‘Cartas’, y es una de las pocas historias de amor, sino la única, que aparece en la bibliografía del autor. 

El tercer cuento es ‘El soñador’, escrito en primera persona, se asemeja a algunos textos de Cortázar; el cuento ‘Imaginaria’ es la peripecia vengativa de un centinela frente a un superior en su puesto de guardia durante una noche, vale aclarar que no es una idea de Walsh aunque lo escribió en un rato, tal vez porque se haya sentido identificado, luego volcará otros temas castrenses en sus obras teatrales. El penúltimo cuento es ‘Irlandeses detrás de un gato’ donde refleja sus días en el colegio de Moreno; y por último ‘Corso’, el intento de plasmar en un cuento breve el habla popular, hecho que se refleja también en otros textos. Un detalle a tener en cuenta en toda la obra walshiana es la búsqueda por reflejar fielmente el habla cotidiana, el lenguaje del vecino, los acentos del pueblo. Más tarde expresará su intención de crear una novela que se va construyendo no en base a personajes, sino en base al lenguaje en el Río de la Plata.

El autor confiesa en éste volumen: “No he descubierto las leyes que hacen que ciertos temas se resistan durante lustros enteros a muchos cambios de enfoque y de técnica, mientras que otros se escriben casi solos”. Se había trazado un plan donde había muchos más cuentos, pero no llega a concretarlos en fecha, entre ellos el que da título al volumen y que integrará la serie que saldrá a la luz tiempo más tarde.

‘Un kilo de oro’ aparece en el ‘67, volumen integrado por cuatro cuentos (o cinco si se prefiere), dedicado a Pirí Lugones. Aunque en el anterior libro busca reflejar distintos tipos de lenguajes, es en ésta obra donde Walsh juega más y deja traslucir sus descubrimientos del hablar cotidiano en distintos ambientes, campesinos, niños, mujeres, escritores, editores. 

El primer relato es ‘Cartas’, donde indaga en la trama del habla cotidiana ya sea epistolar, diálogos, o discursos, con variantes en los ritmos literarios, a través de la ausencia de puntuaciones, o cambios bruscos de tiempo y lugar; una experiencia muy bien lograda. La historia se ambienta en el ‘30, durante la ‘década infame’, en una estancia bonaerense cuya familia no se ve beneficiada ni en las cosechas ni con el ganado, hasta que el padre cae en una trampa y es llevado preso, viéndose en la obligación de vender todo a un senador que siempre le quiso comprar el campo. La injusticia de los conservadores impregna de un amargo sabor el cuento; una de las frases finales dice: “El que no cae es el que tiene plata ese es el mejor Juez y Abogado: pero ya les vá a yegar va á venir la igüaldad sin pedirla la avundancia de todas las vacas al suelo”. 

El siguiente cuento, ‘Los oficios terrestres’, es aquel que había dado título al libro anterior y no pudo concluirlo a tiempo; con líneas autobiográficas, se desarrolla en un colegio de internados en las afueras de la ciudad. El tercer texto es ‘Nota al pie’, en rigor de verdad se trata de dos relatos, donde hay un primer argumento y una larga nota al pie de página que, lentamente, pasará a ser tan importante como la misma narración central; el tema del suicidio, la vida rutinaria, la amistad trunca de dos hombres, vagan por la historia; ambos emparentados con el género policial, y nuevamente con el experimento del lenguaje a través del soliloquio interno y a través de la carta de un traductor; tal vez hoy se relacione con los hipertextos o los textos hiperactivos, también se vincula con algunos ensayos lúdicos de Cortázar. David Viñas sostiene que en éste relato se logra que “un texto de la aventura resulte una aventura del texto”; y es así porque además de indagar en lo que se dice, hay que estar atento a lo que no se dice, o a lo que se dice entre líneas y armar una tercera historia. 

Finalmente el que da título al libro, con la historia de Renato y una melancolía profunda ante el amor que lo abandonó, un amor que también había abandonado a sus amigos, y que lo hacen enloquecer hasta el homicidio; sublima apuñalando un maniquí, mientras Tonio, su amigo, intenta rescatarlo de su locura. Un texto urbano, con la descripción de las relaciones humanas en los ‘60, entre sicoanálisis y bares de la avenida Corrientes.

Teatro


Los temas no son nimios en el afán del autor, siempre busca decir algo, no se satisface con la simple forma sino que también busca darle contenido al continente. No debemos buscar textos amables en la obra walshiana, donde la belleza sea el eje excluyente, donde lo estético sea lo esencial, donde lo preciosista ocupe un lugar destacado. Walsh en cada línea se juega la vida, arriesga para crecer en expresión, experimenta, busca, se compromete con cada frase. El lenguaje es lo esencial, rescata el modo del habla corriente para reproducirlo y ser lo más veraz posible en sus relato. Era un hombre que ‘buscaba’ en la literatura el desarrollo de las máximas posibilidades del lenguaje; éste hecho de indagación implica, en sí mismo, ser un revolucionario.

Incursiona con cierto éxito en otros géneros, como el teatro, donde esencialmente cuestiona el militarismo que se vive en toda América Latina, y que en definitiva será responsable de apagar su vida.

‘La Granada’ se inscribe dentro del teatro grotesco rozando el absurdo, y es una reflexión sobre la condición humana, el destino, la vida, la muerte, la soledad. Un soldado que tiene en su mano una granada que ha perdido su espoleta, con su dedo tapa el orificio para impedir que se active y explote. Es importante recalcar que toma temas pocos habituales en teatro como ser la milicia, la guerra, la política; hay en ellos conceptos claros sobre lo que opina de cada ítem. 

‘La batalla’ también es teatro grotesco y absurdo, pero más emparentado con la realidad latinoamericana y los frecuentes golpes de estado y revoluciones que existen. Al mejor estilo Chesterton y su ‘Hombre que fue jueves’, la historia cuenta la revolución para derrocar a un presidente militar, organizada por él mismo en una suerte de ajedrez tragicómico con un final, tal vez previsible, pero a pesar de ello gracioso. La teoría conspirativa de la historia llevada a la enésima potencia, pero que al final se desata en todo lo contrario a lo planeado. La cuota de humor e ironía en este texto tal vez no se vea en el resto de la obra del autor, pero nos demuestra que, más allá del manejo de la técnica de lo dramático, hay en él una veta de hilaridad que supo manejar con maestría.

Regreso al periodismo

El enmascaramiento, el juego y la distracción de ‘lo cultural’ lo fastidiaron siempre, pero a fines de la década del ‘60 lo sufrió internamente. Ya en el ‘64 quiso volver a ‘contaminarse’ con el contacto con la gente y reescribió ‘Operación Masacre’, una manera de regresar al periodismo que él consideraba tal y que lo llevaba a comprometerse a través de la escritura. En 1966 vuelve al periodismo con un estilo que se diferencia de lo que en ese momento estaba en boga. Sus artículos son relatos donde se mezclan lo periodístico con lo literario, donde la información, los relatos, los hechos y las descripciones se pierden en terrenos difíciles de encasillar, pero donde lo estético ocupa un lugar preponderante. Las historias pueden ser triviales, pero el modo de captarlas le dan una magia especial, son artículos de antología que todo periodista debe leerlo para saber que se puede informar y escribir bien.

Ya en 1959, antes de partir a Cuba venía planeando una nueva manera de encarar las notas, donde los protagonistas son la gente del pueblo. la experiencia la volcó en Prensa Latina. La nota ‘El hombre del guardapolvo gris’ es el antecedentes de las notas de fines de los ‘60. La historia de un religioso de la Congregación Josefina que, por orden superiores, será trasladado a otro destino subleva a los habitantes de Villa Soldati. 

El hombre era peligroso, logró levantar, con ayuda de la comunidad, un consultorio médico que ante su partida sería desmantelado o lo que es peor, pasaría a manos privadas dejando de ser gratuito. Walsh rescata aquí la lucha de la gente por erigir ese centro de atención sanitaria desde la nada, y la defensa del pueblo de quien fue el motor de la obra.

En un texto publicado en 1970 en Alma Mater, y que reproduce en una antología Roberto Ferro, dice de la relación periodismo-literatura: “Yo asistí al nacimiento de ese punto de contacto: me mandaron unas revistas a hacer notas al interior, a lugares muy pocos frecuentados por periodistas. Uno de estos fue una isla en la confluencia del Paraná y el Paraguay, donde estaban en esa época concentrados los leprosos en los leprosario, nosotros vivimos ahí con un fotógrafo durante una semana. En otra oportunidad, con ese mismo fotógrafo nos internamos en una zona realmente inaccesible y hasta ahora rodeada de leyendas, en la provincia de Corrientes, donde se decía que no se podía entrar. Es una zona muy hermosa con una población reducida a un grupo muy escaso de cazadores que viven prácticamente como en el siglo XIX. Mi intención conciente y deliberada fue trabajar esas notas y otras que luego hice con el mismo cuidado y la misma preocupación con que se podía trabajar un cuento o el capítulo de una novela, es decir, dedicarle por ejemplo a una sola nota el trabajo de un mes, un trabajo intensivo. 

Eso resultó un poco excepcional dentro de lo que es la práctica habitual, porque en general no se considera que un periodista deba dedicarle un mes a una sola nota de doce o quince carillas, o de veinte carillas en el mejor de los casos”.

Las revistas ‘Panorama’, ‘Adán’, ‘Georema’ y ‘Siete Días’ son las que publicaron esa serie de grandes notas paradigmáticas, antagónicas antológicas: un primer grupo donde el mundo rural es reflejado desde el Noreste Argentino, y un segundo grupo develando el misterio del vivir cotidiano del mundo urbano. 

Del primer conjunto hay diez artículos, que para escribirlos recorrió las provincias argentinas de Santa Fe, Chaco, Misiones, Corrientes y Entre Ríos. La revista Panorama publicó la mayoría, estando repartida otros en Adán y Georama. Los textos están complementados por un material fotográfico de excelente calidad; el mismo Walsh decidió que sus incursiones no serían solitarias sino que tendría la compañía del fotógrafo Pablo Alonso, salvo en el viaje a la Isla del Cerrito donde Barabino es el coequiper. Hay un estilo que las definen como paradigmáticas en su redacción, plenas de información y acompañadas por el hecho amable de la belleza. Hoy ya pasaron a treinta años desde que fueron escritos, pero el placer en volver a repasarlos sigue estando intacto, más allá del hecho temporal; la perfección de los textos merecen tenerlos en cuenta como modelos. Las descripciones, los personajes que se rescatan del anonimato, el lenguaje popular, los diálogos, las horas invertidas para tener un pequeño detalle, el rastrear en el pasado para explicar el presente de lo que se está cronicando, todos son elementos básicos para escribir un texto memorable. Los protagonistas será la gente del pueblo que lucha por sobrevivir, por vivir y por ser. La marginación y los motivos del éxodo permanente que vive el criollo, el hombre color tierra, el que no tiene donde caerse muerto, ese es su héroe escondido detrás de cada nota.

Roberto Ferro publicó un fragmento inédito de un texto de Walsh, que se lo habría proporcionado Lilia Ferreyra, y que se iba a titular ‘Magia, supersticiones y cultos paralelos en la república Argentina’ donde explica el método periodístico: “Cada nota en particular deberá ser precedida de una investigación particular en el sitio elegido... la práctica periodística enseña que esa investigación particular de un tema da por resultado el hallazgo de otros temas o subtemas no considerados previamente y contribuye así a la investigación general, que nunca se abandona. En resumen, que cuando uno sale a buscar una cosa, suele encontrar otras, a veces más importantes”.

Mundo Rural

Cada artículo es una joya donde, además de los valores periodísticos y literarios, se encuentra mucho de antropología cultural y sociología, lo pintoresco y los folklórico es dejado de lado para rescatar la esencia, el alma del paisaje geográfico y humano. El gran protagonista siempre es la patria, no en abstracto, sino en el rostro de los inmmigrantes, de los luchadores, de los desposeídos, de los criollos peleando una y otra vez por seguir siendo. En medio de esa gran pintura está el éxodo permanente, en busca de otros horizontes, donde nuevamente el hombre de la tierra será un desterrado.

* ‘Carnaval caté’: Es la nota sobre el carnaval correntino en medio de las inundaciones más catastróficas del litoral, durante el verano del ‘66. La batalla entre los pudientes comparseros de Ará Berá y Copacabana, que con sus disfraces y luces alegraban al pueblo, mientras el agua entraba en la ciudad es descripta con patetismo. A la vez que se declaraba el estado de emergencia el carnaval seguía su marcha. Ninguno de los que participaron de la guerra por el trofeo a la mejor comparsa, la mejor carroza o el trono de la reina sería afectado directamente por las inundaciones, que generó una murga de gente ataviadas con ropa de calle, acarreando las pocas cosas que pudieron salvar. La cortas frases de entrevistas definen situaciones y enmarcan historias y personajes.

* ‘La isla de los resucitados’: Para escribir la siguiente crónica se fue a vivir con su fotógrafo, durante una semana, a la isla del Cerrito, en la confluencia de los ríos Paraguay y Paraná. Allí funcionaba un leprosario con más de 200 internados, además de los 700 habitantes habituales del lugar. Aquí Walsh intercala la información, la descripción del lugar, las crónicas de la cotidianeidad de la isla con las historias de vida. Así aparecen algunos enfermos, como Alcaraz, quien vive la vergüenza y el desprecio por su mal; Ramona, quien ama, es amada pero siempre es abandonada; de Vallejo, quien eligió la soledad para convertirse en un ermitaño; o el doctor Palamazczuk, un hombre nacido en Polonia, que eligió ser alemán, conoció a Kafka, fue lacerado por las guerras, hasta desembocar en esa confluencia de ríos. Y agrega pinceladas del general brasilero de la guerra del Paraguay enterrado allí, o el descubrimiento de bolsas de oro, o el crematorio, o el hombre mono. 

* ‘El expreso de la siesta’: El viaje de Corrientes hasta Mburucuyá en el tren más lento del mundo (7km/h), parece un relato extraído de la imaginación de García Márquez. Hechos surrealistas como tardar 25 horas en atravesar 178 kilómetros, el descarrilamiento a esa velocidad, un viento fuerte que hace patinar las ruedas e impide que el convoy avance, la gran inundación que cubre las vías y el tren navega literalmente, vagones que se desprenden y hay que retroceder a rescatarlos, un ternero atropellado que hace salir del curso a la máquina inglesa, los personajes que van ascendiendo a medida que se interna en la provincia que da el aspecto de ser un tren recorriendo el tiempo y no el espacio, el idioma guaraní que se apodera del aire, el paso por pequeños poblados que brindan sus hijos a la gran ciudad y la llegada. Al otro día Walsh y Pablo Alonso, el fotógrafo, se transforman en los únicos mortales que perdieron el tren; en tres horas un moderno micro los dejó en la capital correntina, pero sobre el viaje no hay registro periodístico.

* ‘San La Muerte’: Se mete de lleno en el mundo sincrético del culto a un santo que solo en esa zona tiene devotos, con sus imágenes talladas en oro, plata o hueso humano. Conoce a dos de los tallistas de la imagen, visita a una de las ‘médicas’ del santo, y llega al altar familiar donde se rinde culto a Santa Catalina, San Son, Santa Librada, Lamodei y al temido San La Muerte.

* ‘Viaje al fondo de los fantasmas’: La siguiente nota es la expedición al misterioso territorio de los esteros del Iberá, la tierra del yacaré, del aguará guazú y el pombero. Lo que logra descubrir el escritor es la máxima extensión de esteros del mundo, el desierto más vasto de la Argentina, y una flora exuberante y rica. Lagunas, vegetación embalsada, canales, islas, mogotes (isla de árboles flotantes), la leyenda de la voracidad de la palometa, el recuerdo de los tigres. Entre la geografía humana rescató a cazadores, vaqueanos y escasísimos pobladores abandonados a condiciones de vida de principios del siglo XIX.

* ‘La Argentina ya no toma mate”: En su recorrida por Misiones se internó en su fuente de vida: la yerba mate. Manantial permanente de conflictos desde hace 300 años, plantaciones ambicionadas por encomenderos, jesuítas, paulistas y defensores de la libertad de mercado. Cuando recorre las plantaciones hay una prohibición del gobierno de Illia para cosechar yerba, basado en una supuesta superproducción, protegiendo en realidad el 40% que se importaba del Brasil. En la estadística no hay desocupación, todos los trabajadores emprendieron el éxodo a otros lugares. Los pocos que quedan, y que escaparon a la regulación que viene desde la Capital federal, apenas logran sobrevivir. Exportadores, productores, ‘cosechistos’, colonos, peones rurales, y los que más sufren: los cosecheros (tareferos) con sus familias, sin tierras, sin pan, sin esperanzas. Describe además el trabajo más insalubre del mundo, el secado en la barbacuá, con temperaturas de 70º a 90º C. Walsh hace algunas sugerencias para mejorar la situación provincial.

* ‘Kimonos en la tierra roja’: El viaje a una provincia como Misiones, plagada de colonias de inmigrantes, lo llevó a indagar a la más exótica y reciente inmigración proveniente de Japón. No encuentra a los hombres esperanzados que hay siempre entre los inmigrantes, aunque los orientales tienen una sonrisa eterna en los labios y los ojos. Las 3.000 hectáreas que el gobierno japonés brinda a 90 familias no es mucho, hay que desmontar, combatir las piedras y ver pudrirse las plantaciones de tabaco con las permanentes lluvias misioneras. Otros plantaron tung, cítricos y maderas, recursos que rinden con el tiempo, pero en Argentina no hay financiación y se quedan sin plata. Entre los japoneses la cultura tiene su sentido original, y no es extraño encontrar un incipiente filólogo nacido en Corrientes, rubio y descendiente de japoneses de solo 8 años. Una nueva migración está en marcha, muchos se van a Posadas, Buenos Aires o Japón. Otros se quedan, comen y desmontan, otros dejaron atrás revoluciones, y otros no tienen nada en su ciudad de origen: Hiroshima. 

* ‘El país de Quiroga’: Misiones es la tierra de Horacio Quiroga, y Walsh visita San Ignacio donde el recuerdo del gran escritor uruguayo (adoptado por los argentinos) no es el más grato. Ignorado, menospreciado y hasta detestado por los que conocieron al hombre barbado, que araba de frac, tiroteaba a sus amigos y baleaba a los burros. Pero existe el carpintero que trabaja con las herramientas de Quiroga, y el hijo de uno de sus personajes. Los hombres que eligió el escritor no eran de bien, eran desterrados, marginados, románticos, fracasados, mutilados, inventores, es decir el elemento transformador de esa provincia. Las historias siguen corriendo por los boliches de los pueblos, con cierto corte quirogiano, pero hacía treinta años que Quiroga faltaba para inmortalizarlos.

* ‘Las ciudades fantasmas’: Baja a Santa fe para describir los restos del imperio de La Forestal, después de los jesuitas nadie conquistó la selva como la empresa explotadora ( de quebracho, tanino y cristianos). Una empresa que en sus edificios hacía ondular la bandera inglesa, que fundó pueblos de la noche a la mañana, y con el mismo método se fue llevándose los bosques, dejando desolación y abandono a su paso. Con 2.400.000 hectáreas, con 400 kilómetros de vías, con 150.000 personas dependiendo de ella, con puertos propios, con grandes pueblos bajo su cargo, en menos de cien años nació, creció y murió estérilmente. Y Walsh nuevamente describe al héroe y al paria, el criollo que trabajaba de hachero. Desposeído debe emigrar para sobrevivir él y su familia. Pueblos abandonados por el éxodo de mediados de siglo, las nuevas ruinas para el turismo de próximos siglos.

* ‘Claroscuro del Delta’: Por último su lugar preferido, su refugio, su escondite, su método: el Delta. Los ocho días que estuvo trabajando la nota fueron los posteriores a la muerte del dirigente sindical Vandor, y él uno de los sopechosos del crimen. En realidad estaba oculto en los riachos, investigando y escondiéndose a la vez. Y escribe sobre la necesidad de una segunda conquista de las islas, de ese conjunto de tierra sobre el río que avanza 70 metros todos los años. Y como siempre remonta el río de la historia para comprender mejor, desde la remota e ignota misión jesuítica, pasando por las fábricas de cerámicas de los vascos, a los italianos fabricando dulces. Describe una ciudad sobre los ríos y canales, con escuela, hospital, comisaría, registro civil, lanchas y almacenes, y el eje de la vida sus calles de agua. Miles de oficios terrestre exige el río para ser conquistado, y él describe a sus personajes, aquel que escapó de la guerra, los que cavan zanjas para unir cursos de agua, y el criollo que siempre es el gran perdedor, el sin tierra, el que pasa hambre, el que debe emigrar para subsistir. Crecientes, mareas, los frutales que ya no están, la madera, el papel, las fábricas antiguas, los cementerios de cristianos y de barcos. Al final agrega un recuadro plagado de información para tentar a la segunda conquista del Delta. 

Mundo Urbano

Hay otra serie de artículos que son publicados en ‘Panorama’ y ‘Siete Días’ donde lo escondido, cotidiano y evidente de una megalópolis como Buenos Aires sale a relucir. Temas la comida, la luz, el agua, el puerto son los que lo atrapan y lo devoran.

* ‘El matadero’: El Mercado de Carnes de Liniers está presente en la mesa de todo ciudadano cada día representado en un bife, sin que se conozca en profundidad el itinerario que recorrió ese trozo de carne. Walsh quiso descubrir ese laberinto, en una entrevista de 1972, publicada en Primera Plana y escrita por Ernesto Luis Fossati, recuerda el ‘65: “Ese año fui a hacer un reportaje al frigorífico Lisandro de la Torre. Tenía una semana de tiempo y me quedé tres meses, aprendiendo de los trabajadores. Esa empresa tenía por entonces seis mil obreros, hoy apenas llega a mil doscientos. Y su dirigente sindical sigue siendo el mismo”. El autor no se queda con los que ve, siempre indaga en la historia, desde el nacimiento del matadero, pasando por el apogeo y su actualidad, con sus personajes, sus centauros permanentes y, finalmente, los más de 30 oficios para transformar a la vaca en infinidad de cosas útiles para el hombre de la urbe. 

* ‘Las carnes que salen del frío’: La profundización del tema del matadero lo realizó a través de los frigoríficos y la carne de exportación. Aquí la descripción anecdótica deja paso al análisis económico del asunto. Vienen a la memoria las batallas de Lisandro de la Torre en el Congreso, los estudios de Scalabrini Ortiz, y en medio siempre la bandera inglesa imponiendo su conveniencia. El estudio lo lleva a señalar otros países que pueden ser buenos mercados, y además dar ganancias. 

* ‘La luz nuestra de cada noche’: El milagroso hecho de la generación de electricidad es el tema de la investigación en los cables de Buenos Aires. La visita a las cinco centrales eléctricas, sistema nervioso que mide la pasión de la ciudad, ya sea por la pelea de Ringo Bonavena o porque un equipo sale campeón. Las horas picos, el sistema boyando, la gran demanda, el apagón total, el efecto dominó, el incendio del Dock mientras los azules y colorados jugaban a los soldaditos, todo en un flash. La historia enmarcando el informe, y al final el cuadro informativo, con el detalle sobre los dueños de la luz. Entre sus manuscritos queda un texto que gráfica el empeño, dedicación y estilo de trabajo en sus artículos: “Para la nota sobre luz eléctrica invertí 60 páginas de apuntes y transcripciones, unas 30 páginas de borradores y 20 páginas de original, es decir un total de 110 carillas dactilografiadas. Realicé 6 horas de grabación. Invertí un total de 87 horas de trabajo, repartidas en 13 días, o sea casi 7 horas diarias”. Nunca le pagaron su equivalencia en dinero por ese esfuerzo.

* ‘Magos de agua dulce’: Y la última nota que comentamos es la de los navegantes del río como mar, que manejan barcos inmensos como si fuera un simple triciclo. Los prácticos, hombres conocedores como nadie del río, con sus canales, boyas, profundidades, vientos y mareas. Por supuesto el rigor histórico, aunque solo abarque dos renglones, para acompañar alguna anécdota, más o menos risueña. Al final el recuadro con los informes técnicos.

* La nota que no fue: Ha quedado, entre los papeles personales que se conservan, un plan de nota de un artículo que no habría sido publicado y tenía como tema la producción y distribución de agua, es decir otro tema que el común de la gente piensa que lo conoce sin conocerlo realmente. Su idea consistía en dar, más allá de una explicación técnica, un desarrollo del aspecto del trabajo humano que rodea al caso: “el proceso debe ser descripto, pero no fríamente desde afuera, sino desde dentro en la voz y la experiencia de los ingenieros, técnicos y obreros que mantienen abastecida de agua a la ciudad: su rutina, pero también sus ansiedades, expectativas, victorias y reveses, sus anécdotas, el pasado y el futuro. El lector debe introducirse en el sistema, desde la toma de agua hasta la canilla, recorrer los ríos subterráneos, la planta de purificación, los depósitos”. Agrega además subtemas como la historia, el nacimiento, el desarrollo del sistema, mayores hazañas, grandes emergencias, el establecimiento de Palermo, los depósitos de Córdoba, los ladrones de aguas y las conexiones clandestinas, las obras en construcción. Por supuesto que en este detalle están señalados los ítems que ocupan un destacado espacio para las notas fotográficas, ya que concebía notas íntegras que iban más allá del mero mundo de la letra. 

La fotografía es un anexo importante en sus escritos periodísticos, y no lo deja librado al azar, ni al interés de un aficionado. Sabía que no era un trabajo que lo pudiera hacer sólo, por eso confiaba la tarea de la nota fotográfica a algunos pulsadores del botón mágico como Pablo Alonso, Francisco Vera y Eduardo Frías.