Una guerra “cultural”
Apéndice

El Escuadrón Perdido, por José Luis D'Andrea Mohr.
  
 


"La guerra sucia empezó en 1975, tal es el título de un artículo firmado por Martin Andersen y Antonio López Crespo publicado en el número 73 de la revista El Periodista de Buenos Aires. Contiene trascripciones y comentarios de un libro escrito por el general Adel Vilas y cuya publicación fue prohibida entonces por el Comando en Jefe del Ejército. El contenido del libro inédito resulta de interés histórico y jurídico, especialmente para entender el porqué de tantas desapariciones de personas. A continuación se transcriben fragmentos del libro de Vilas citado en el artículo de Andersen y López Crespo:

 

Mi intención fue la de suplantar, aun utilizando medios que me estuvieran vedados, a la autoridad de la provincia de Tucumán, tratando de superar, aunando los esfuerzos de civiles y militares, el brote guerrillero marxista que tenía en vilo a los tucumanos y amenazaba expandirse a otras provincias [...]

Si bien mi tarea no era reemplazar a las autoridades, pronto me di cuenta que, de atenerme al reglamento, manteniéndome en el mismo plano que el gobernador, el Operativo concluiría en un desastre [...] Si yo me limitaba a ordenar, entrenar y comandar mis tropas, descuidando esferas que en el papel no me correspondía atender -la esfera gremial, empresaria, universitaria, social, etc.- el enemigo seguiría teniendo los "santuarios» de que disponía hasta el momento.

Haciendo caso omiso a órdenes conforme a las cuales mi acción debía estar encaminada a combatir el brote guerrillero en la zona selvática, creí conveniente darle a la acción militar su importancia y a la política la suya.

De todo lo visto y actuado pude concluir que no tenía sentido combatir a la subversión con un Código de Procedimientos en lo Criminal... Decidí prescindir de la justicia, no sin declarar una guerra a muerte a abogados y jueces cómplices de la subversión [...]

Desde que comprobé la realidad de la justicia y la burla que significaba para mis soldados, decidí cambiar la estrategia. Fue entonces cuando di órdenes expresas de clasificar a los prisioneros del ERP según su importancia y peligrosidad, de forma tal que sólo llegaran al juez los inofensivos, vale decir, aquellos que carecían de entidad dentro de los cuadros del enemigo.

Reconozco, y lo digo con orgullo, que desde antiguo venía prestando atención a los trabajos sobre el particular editados en Francia -y traducidos en la Argentina y en España- debidos a oficiales de la OAS y el ejército francés que luchó en Indochina y en Argelia [...] En base a la experiencia recogida a través de estos clásicos del tema y el análisis de la situación argentina, comencé a impartir órdenes tratando, siempre, de preparar a mis subordinados. Porque, claro está, muchas veces las órdenes recibidas no se correspondían con lo que durante años habíamos aprendido en el Colegio Militar y la Escuela Superior de Guerra. Demás está decir que no creía en la posibilidad de "traumas síquicos" o "trastornos emocionales". pero determinadas misiones -más siendo la primera vez que debían cumplirse- resultaban difíciles de asumir y llevar a cabo [...]

Cuando en Tucumán nos pusimos a investigar las causas y efectos de la subversión llegamos a dos conclusiones ineludibles. Uno, que entre otras causas, la cultura era verdaderamente motriz. La guerra a la cual nos veíamos enfrentados era una guerra eminentemente cultural. Dos, que existía una perfecta continuidad entre la ideología marxista y la práctica subversiva, sea en su faceta militar armada, sea en la religiosa, institucional, educacional o económica. Por eso a la subversión había que herirla de muerte en lo profundo, en su esencia, en su estructura, o sea, en su fundamento ideológico [...]

De ahí en más todo profesor o alumno que demostrase estar enrolado en la causa marxista fue considerado subversivo, y cual no podía ser de manera distinta, sobre él cayeron las sanciones militares de rigor.
Si la lucha en la que estábamos empeñados dependía de la inteligencia, el lugar de Reunión de Detenidos sería clave para el desenvolvimiento del Operativo Independencia

En principio, tras seleccionar a los guardiacárceles, les impuse un horario rotativo que les impidiera continuar los contactos tomados con subversivos. Pero como ello no era suficiente, decidí separar en tres grupos a los guerrilleros de modo tal que los más peligrosos e importantes nunca llegaran al penal. Entre estos últimos y para evitar riesgos inútiles, muchos eran retenidos en Famaillá, procediéndose a su interrogatorio hasta que no fueran de más utilidad. Desde el 10 de febrero hasta el 18 de diciembre de 1975, pasaron por el lugar de reunión de detenidos 1507personas acusadas de mantener relación estrecha con el enemigo [...].

 

 

Indice General de El Escuadrón Perdido