Capítulo VIII. La mística de la destrucción total.

CAMPO SANTO - Parte II

 

 

(Informe de situación)

 

El análisis de los documentos recopilados durante esta investigación evidencia que los jefes de las Fuerzas Armadas argentinas rindieron culto a una mística propia, que manifestaron sin disimulos durante la segunda mitad de la década del 70. 

A través de ella, determinaron los campos del bien y del mal, caracterizaron al enemigo y elaboraron una regla que aplicaron sin distinción sobre el conjunto de la sociedad. Esa particular unidad de medida, que contemplaba la tendencia de las ideas, la ocupación, la forma de vida, los antecedentes políticos y gremiales de los ciudadanos, entre otras consideraciones personales, determinaba su clasificación y, por lo tanto, su pertenencia a una u otra porción del territorio nacional al que habían partido en dos mediante una intangible frontera interna que separaba a sus "aliados" del "enemigo". 

El periodista Jacobo Timerman, ex director del diario La Opinión, escuchó la siguiente afirmación pronunciada por uno de sus captores mientras permanecía secuestrado en un centro clandestino de detención: "Argentina tiene tres enemigos principales: Karl Marx, porque intentó destruir el concepto cristiano de la sociedad; Sigmund Freud, porque intentó destruir el concepto cristiano de la familia; y Albert Einstein, porque intentó destruir el concepto cristiano del tiempo y el espacio". (1) 

El general Ramón Genaro Díaz Bessone, uno de los más prolíficos ideólogos de los que se sirvió el Proceso de Reorganización Nacional para elaborar sus bases fundacionales, resumió en su libro "Guerra revolucionaria en la Argentina", el tema de la violencia y su relación con el Estado apelando a una cita de Max Weber: 

"...definiremos al Estado como la comunidad humana que en el ámbito de determinado territorio -aquí el territorio es el elemento diferencial-, requiere como propio el monopolio de la violencia física legítima. El Estado se presenta como la única fuente del derecho a la violencia." (2) 

El brigadier Orlando Agosti, integrante de la Junta Militar que asumió el gobierno tras el golpe de marzo de 1976, en declaraciones formuladas el 10 de agosto de ese año, expresó algunas recomendaciones, sin detenerse a contemplar que él mismo estaba involucrado en sus afirmaciones: 

"Ningún argentino puede aceptar que grupos minoritarios, con doctrinas totalitarias, pretendan imponer en el país su voluntad por la fuerza o por el miedo. Las Fuerzas Armadas, en resguardo de la soberanía nacional, no habrán de permitirlo jamás. Para la convivencia constructiva de los argentinos es esencial, tal como reiteradamente se ha enunciado, que el monopolio de la fuerza sea ejercido por el Estado, y puesto al servicio de los intereses permanentes de la Nación, únicos a los cuales ha servido, sirve y servirá la Fuerza Aérea." (3) 

Años después, Díaz Bessone aseguraría sin titubeos: "Hubo hechos, crímenes abyectos, totalmente ajenos a la guerra, antes y después del 24 de marzo de 1976 (...). Una sola bomba, Hiroshima o Nagasaky, produjo más víctimas que nuestra guerra revolucionaria, con el agravante de que todas esas víctimas eran inocentes, desde ancianos hasta recién nacidos. Y se lo justificó como un precio para lograr un bien mayor, un medio para un fin. El fin no justifica los medios, y esto no admite discusión cuando se trata del desarrollo de la vida civilizada. Pero la guerra es un medio para alcanzar un fin (...). Si el fin no justifica los medios, y éste es un valor absoluto que está por encima de la Nación misma, no nos defendamos ante la agresión externa o interna, porque para vencer al agresor tendremos que matarlo, no podremos convencerlo con el abrazo fraterno. Si ante la agresión decimos que el fin no justifica los medios, preparémonos para ser santos o esclavos, pero no gastemos dinero en prepararnos para la guerra, y aceptemos que nos borren de entre las naciones libres de la tierra." (4) 


Mi lucha


El entonces general de brigada Acdel Edgardo Vilas (5) fue el comandante a cargo que inició, el 9 de febrero de 1975, lo que se dio en llamar "Operativo Independencia", cuyo objetivo, por decreto presidencial, consistía en "aniquilar" la guerrilla rural que el ERP había instalado en la provincia de Tucumán. 

Dos años después, en 1977, el general Vilas volcó sus experiencias y conclusiones de la campaña en el monte tucumano en un libro de 392 páginas que permanece aún inédito, ya que su edición fue prohibida por el propio Comando en Jefe del Ejército. Sin embargo, algunas de sus partes lograron trascender. Entre los originales del autor se encuentran textos como éste: 

"Mi intención fue la de suplantar, aún utilizando métodos que me estuvieran vedados, a la autoridad de la provincia de Tucumán, tratando de superar, aunando los esfuerzos civiles y militares, el brote guerrillero marxista que tenía en vilo a los tucumanos y amenazaba expandirse a otras provincias (...). Si bien mi tarea no era reemplazar a las autoridades, pronto me dí cuenta de que, de atenerme al reglamento (...), el Operativo concluiría en un desastre (...). Si yo me limitaba a ordenar, entrenar y comandar mis tropas, descuidando esferas que en el papel no me correspondía atender -la gremial, empresaria, universitaria, social-, el enemigo seguiría teniendo 'santuarios', (por lo que) creí conveniente darle a la acción militar su importancia y a la política la suya. 

De todo lo actuado pude concluir que no tenía sentido combatir a la subversión con un Código de Procedimientos en lo Criminal... Decidí prescindir de la justicia, no sin declarar una guerra a muerte a los abogados y jueces cómplices con la subversión (...) Fue entonces cuando dí órdenes expresas de clasificar a los prisioneros del ERP según su importancia y peligrosidad, de forma tal que sólo llegaran al juez los inofensivos, vale decir, aquellos que carecían de identidad dentro de los cuadros del enemigo. 

...Desde antiguo venía prestando atención a los trabajos editados en Francia por los oficiales de la OAS y del ejército francés que luchó en Indochina y en Argelia (...). En base a estos clásicos y al análisis de la situación argentina, comencé a impartir órdenes tratando siempre de preparar a mis subordinados. Porque muchas veces las órdenes recibidas no se correspondían con lo que durante años aprendimos en el Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra. 

(...) Uno. Cambiar la mentalidad de los cuadros, preparándolos para una guerra donde se actuaría sobre causas y efectos, empleando métodos no convencionales de lucha. Dos. Formar una minoría civil selecta, consustanciada con las ideas directrices del Operativo... No obstante tener sus grandes ventajas (operar los militares vestidos de civil y en coches robados), los grupos especiales corrían dos riesgos. Uno: si moría uno de mis hombres en el procedimiento, cómo justificar su deceso; dos: si llegábamos a una casa sin uniforme existía la posibilidad de ser recibidos a tiros... De todos modos, las ventajas eran infinitamente mayores y los grupos siguieron operando... 

Hubo que olvidar las enseñanzas del Colegio Militar y las leyes de la guerra convencional, donde los formalismos (el honor y la ética) son parte esencial de la vida castrense, para consustanciarnos con este nuevo tipo de lucha. Si por respeto a las normas clásicas nos hubiésemos abstenido de emplear métodos no convencionales, la tarea de inteligencia se habría tornado imposible de llevar adelante... 

Si la lucha en la que estábamos empeñados dependía de la inteligencia, el Lugar de Reunión de Detenidos (LRD) sería clave para el desenvolvimiento del Operativo... Decidí separar en tres grupos a los guerrilleros de modo tal que los más peligrosos e importantes nunca llegaran al penal. Entre estos últimos... para evitar riesgos inútiles, muchos eran retenidos en Famaillá, procediéndose a su interrogatorio hasta que no fueran de más utilidad. Desde el 10 de febrero hasta el 18 de diciembre de 1975 pasaron por el LRD 1507 personas acusadas de mantener relación estrecha con el enemigo... 

En cuanto a los interrogatorios, los interrogadores y los interrogados, hay un par de cuestiones que es hora de aclarar: en primera instancia, es falso de toda falsedad que los hombres encargados de tomar declaración, empleando, muchas veces métodos no convencionales, quedasen traumatizados o con psicosis de guerra. Mi experiencia al respecto, y creo tener algún derecho para referirme al tema, no registra un solo caso de brutalidad o placer morboso en los interrogatorios. En segundo lugar, es menester desmontar uno de los principales mitos del enemigo, referido precisamente a su capacidad de resistencia al castigo físico y psíquico. Tarde o temprano, su capacidad se agota y terminan 'quebrándose', como se dice en el lenguaje operativo..." (6) 




Dispuestos para el infierno


El ex jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires, en ese momento coronel y después general (RE) Ramón Camps era, como Acdel Vilas y otros, uno de los que condujeron el aparato represivo y no se resignaban a silenciar lo que consideraban su victoria sobre el enemigo subversivo. 

"El jefe que participa en este género de lucha antisubversiva tiene que estar dispuesto a descender con sus hombres a los infiernos, a lo más bajo, metiéndose con ellos en el mismo barro y participando con ellos en las acciones más crudas de la misión." (7) 

"(...) desaparecido el sentido de la nacionalidad, de la vecindad, de la amistad, de la hermandad (en razón del accionar subversivo), todo se fue transformando en turbio y sucio. Terminó en el barro y, en ese barro, se luchó por amor a Dios, la Patria y la familia." (8) * "...el marxismo es la herejía moderna; lo que estamos viviendo es el acto presente de esa guerra constante entre el Bien y el Mal." 

"En las guerras se permite el bombardeo de ciudades, donde mueren miles de personas que no son militares. Aquí libramos una guerra, y para vencerla hubo que adoptar medidas drásticas. Quizá nos equivocamos, pero al final, y eso es lo que cuenta, vencimos." 

"(a los prisioneros) teníamos que sacarles información antes de las 24 horas. Desde luego es preferible actuar sin torturas ni chillidos, pero eso no siempre era posible. Y, a veces, hay que salvar la vida de ciudadanos honestos jugando contra el tiempo." 

Mientras yo fui jefe de la Policía de la provincia de Buenos Aires desaparecieron unas cinco mil personas. A algunas de ellas yo les dí sepultura en tumbas sin identificar." 


"...no desaparecieron personas, sino subversivos... Personalmente no eliminé a ningún niño; lo que hice fue entregarlos a organismos de beneficencia para que encontraran nuevos padres. Los padres subversivos educan a sus hijos para la subversión. Eso hay que impedirlo..." 

"Siendo la guerra un acto violento, quien desee ganarla no lo podrá lograr con la aplicación de paños fríos. Si hubo que emplear, pues, medidas enérgicas, no fue por el goce de su aplicación, sino por necesidad. Al respecto debemos recordar que es lícito hacer en la guerra todo lo necesario para la defensa del bien público comprometido. Quien chapalea en el barro se ensuciará el calzado y no necesariamente se salpicará el alma, que es en definitiva lo que se busca salvar. El concepto de meterse en el barro significa que la guerra contra la subversión trae aparejada una metodología, con sus normas y pautas correspondientes." (9) 



Ahogados en la tempestad


Por su parte, en marzo de 1977, el almirante Emilio Eduardo Massera, jefe de la Armada y miembro de la Junta Militar, expresó en un emocionado discurso durante el acto de homenaje a Guillermo Brown: 

...los hombres de la Armada quisiéramos ver a cada ciudadano vistiendo, en lo más íntimo de su corazón, el uniforme de combate que la gravedad de la hora nos exige a todos. 

(...) Teníamos una clara conciencia de que el país estaba ahogándose en una tempestad de sangre inocente y por eso evitamos lastimarlo más y cuidamos nuestros actos y cuidamos nuestras palabras para que no hubiera acusaciones, ni excesos ni revanchas, y el castigo alcanzara sólo a aquellos que, como causantes o como ejecutores, cargaban sobre sus almas con la responsabilidad tremenda de tanto llanto y tanta pesadumbre. 

(...) Y así, silenciosamente, sin hechos espectaculares, sin urgencias sospechosas, sin promesas falaces, ayudados por Dios y con la sola virtud del patriotismo, la honestidad y el sentido común, el gobierno de las Fuerzas Armadas empezó a reorganizar los aparatos administrativos, a corregir la desarticulación de la economía, a restablecer el orden en la producción, a reconstruir los tejidos morales de la República, mientras se desarrollaba simultáneamente un combate metódico y riguroso contra los delirantes de la destrucción, contra los apóstoles de la muerte, contra los verdaderos enemigos de todos, contra los auténticos violadores de los derechos humanos." 




Definitivamente borrados


La mística de la destrucción total del enemigo era en una convicción generalizada. Desde San Luis, el jefe de la Guarnición Militar, el teniente coronel Juan Carlos Moreno, apenas tres meses antes del golpe de Estado de marzo de 1976, ya anticipaba sus consecuencias: 

"Los enemigos de la Patria no son únicamente aquellos que integran la guerrilla apátrida de Tucumán. También son enemigos quienes cambian o deforman en los cuadernos de nuestros niños el verbo amar; los ideólogos que envenenan en nuestras universidades el alma de nuestros jóvenes; los aprendices de políticos que sólo ven en sus semejantes el voto que les permitirá acceder a sus apetitos materiales; los pseudosindicalistas que reparten demagogia para mantener posiciones personales, sin importarles los intereses futuros de sus representados ni de la Nación; el mal sacerdote que enseña a Cristo con un fusil en la mano..." 

En la Escuela de Suboficiales de Aeronáutica de Córdoba, el comodoro Francis Roberto Pitaro extendía las fronteras del enemigo: 

"...la lucha deberá continuar no sólo hasta que el último elemento subversivo sea eliminado, sino hasta que hayamos superado las causas que nos llevaron al borde del caos, hasta tanto los corruptos, los delincuentes económicos, los dirigentes irresponsables, los ideólogos que generaron y ahondaron dichas causas sean borrados en forma total y definitiva..." (10) 



El fin arrasador de la ley


El 17 de diciembre de 1976, el entonces jefe del Estado Mayor del Ejército, general Roberto Viola, despachó a todos los comandos un radiograma secreto, con dos escuetas órdenes: 

"OPERACIONES CONTRA ELEMENTOS SUBVERSIVOS (R-C-9-1): 4003 y): Aplicar el poder de combate con la máxima violencia para aniquilar a los delincuentes subversivos donde se encuentren. La acción militar es siempre violenta y sangrienta... El delincuente subversivo que empuñe armas debe ser aniquilado, dado que cuando las Fuerzas Armadas entran en operaciones no deben interrumpir el combate ni aceptar rendición." 

"4008: El ataque se ejecutará: a) mediante la ubicación y el aniquilamiento de los activistas subversivos." 

"5007: h):Como las acciones estarán a cargo de las menores fracciones, las órdenes deben aclarar, por ejemplo, si de detiene a todos o a algunos, si en caso de resistencia pasiva se los aniquila o se los detiene..." 

"5013: Emboscada: esas oportunidades de lograr el aniquilamiento no deben ser desaprovechadas, y las operaciones serán ejecutadas por personal militar, encuadrado o no, en forma abierta o encubierta". 

"INSTRUCCIONES PARA OPERACIONES DE SEGURIDAD (RE-10-51): 3002: 8) Elementos a llevar: capuchones o vendas para el transporte de detenidos a fin de que los cabecillas no puedan ser reconocidos y no se sepa dónde son conducidos." 

"3004: Los tiradores especiales podrán ser empleados para batir cabecillas de turbas o muchedumbres." 

"3021: La evacuación de los detenidos se producirá con la mayor rapidez, previa separación por grupos: jefes, hombres, mujeres y niños, inmediatamente después de la captura. Informantes: deberán ser inteligentes y de gran caracter, y deberán tener una razón para serlo (creencia, odios, rencores, política, ideología, dinero, venganza, envidia, vanidad). (11) 

   

 




(1)  "Diario 16", Madrid, 20 de diciembre de 1981.


(2)  Weber, Max: Politica y sociedad. Editorial La Pléyade, Buenos Aires, 1976. Pág. 9 El subrayado es del original.  


(3)  El destacado es nuestro. La oración puede ser aplicada a las Fuerzas Armadas.


( 4)
Díaz Bessone, Ramón Genaro: Op. Cit. Pág. 17. El subrayado es nuestro.


(5) Vilas era un oficial sin una trayectoria destacada dentro del Ejército. A raíz de la muerte del entonces jefe de la V Brigada, que tenía a su cargo los aprestos bélicos para iniciar la ofensiva militar contra el ERP en la zona rural, Vilas, quien mantenía fluidos contactos con la cúpula sindical, fue designado como reemplazante, en principio bajo el mando del general de división Carlos Delía, donde funcionaría el centro de operaciones del Operativo Independencia.


(6)
Revista "El Periodista de Buenos Aires", Año II, Nº 73. Citado en García, Prudencio: Op. Cit. 


(7)
"Diario 16", Madrid, 20 de enero de 1984. Citado en García, Prudencio: Op. Cit.


(8)
Camps, Ramón J. A.: "Caso Timerman: punto final", Tribuna Abierta, Buenos Aires, 1982. Citado en García, Prudencio: Op. Cit. 


(9)
Diario "Pueblo", Madrid. Citado en García, Prudencio: Op. Cit.


(10)
Diario "La Nación", domingo 13 de marzo de 1977. 


(11)
Asociación Americana de Juristas: "Juicios a los militares". Cuaderno n° 4, Buenos Aires, 1988. Citado en García, Prudencio: Op. Cit.

 

 

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