Capítulo XXIV. Nido de ratas.

CAMPO SANTO - Parte II

 

 

(Diálogo con el ex sargento Víctor Ibañez)

-Usted sugirió que uno de sus compañeros de logística, conocido como "Angel" (1), era una mala persona. 
-Es que parecía que gozaba con lo que hacía. Era un sádico. Golpeaba frecuentemente a esa pobre gente, les pegaba sin motivo. Cuando se calentaba mezclaba el guaraní con el castellano; yo no le entendía nada. Mala persona. 

-¿Era su jefe? 
-Era un compañero más. Cabo del Ejército y celador, como lo era yo. Tendría un poco más de antigüedad, no más que eso. 

-¿Usted y él estaban a cargo del mismo pabellón? 
-El no estaba en mi pabellón, yo nunca lo dejaba entrar. Tenía a su cargo un pabellón chico, más distante, en la parte del frente, cerca de la entrada. Ahí tenían encerrados a los de máxima peligrosidad. No te olvides que los detenidos estaban clasificados. Yo digo de mayor peligrosidad aunque no sé qué grado de peligrosidad tendrían, si estaban totalmente indefensos. "Angel" tenía un grupo más pesado que el mío. Los golpeaba mucho y sin motivo, para divertirse, a pesar de que ninguno de nosotros podía tocarle un pelo a los detenidos. Lo teníamos prohibido. 

-¿Alguna de las detenidas fue violada? 
-No, no

-Un testimonio afirma que varias mujeres fueron violadas durante su cautiverio, incluso algunas de ellas estaban embarazadas. 
-Nunca vi algo así. Hay cosas que no puedo contar porque no las vi. Al principio trabajaba 24 horas corridas y con 48 horas de franco. No sé qué pasaba en esas 48 horas. 

-Con toda seguridad, "Angel" no fue el único sádico del equipo de logística que usted integraba. 
-Supe de un personaje, un sargento joven que no era de mi grupo, al que le decían "Viborita". El inventó un sistema para arrojar los cuerpos desde el avión. Como era paracaidista, se le ocurrió un sistema de correas similares al que usan los paracaidistas. Ese tipo era muy sanguinario. Hoy me encuentro con camaradas y me preguntan por "Viborita". 

-¿Por qué le preguntan por él? 
-"Viborita" o el "padre Francisco", como se hacía llamar. No sé por qué me preguntan por él. Debe ser porque se hacía notar por su maldad. Y eso que era difícil destacarse. En "El Campito" había mucha gente maligna. 

-¿Cómo quiénes? 
-Los había de Ejército y también entre los gendarmes, aunque fueron los menos. Un muchacho que fue celador y ahora le está haciendo juicio a su fuerza, me contó las cosas que un gordo, oficial de Inteligencia que ahora debe tener el grado de comandante mayor en Gendarmería, le hacía pasar a su propia gente. Parece que cuando este oficial, cuyo apellido empieza con "Ch", acompañado por otro con un apellido que empieza con "C", cuando estaban de servicio en el campo, antes de entregar la guardia al relevo, hacían desnudar a todo el personal. Y mientras uno les revisaba la ropa y todas sus pertenencias, el otro los obligaba a agacharse abriendo los cachetes del culo para ver si llevaban mensajes ocultos de detenidos para entregar a sus familiares. Esas humillaciones eran comunes. Muchos quedaron psíquicamente tocados y hoy se tienen que hacer atender. Eso hacía el gordo ese. Yo lo vi al tipo, muy prepotente. 

-¿Cuál es el nombre de ese oficial? 
-Chavez es el apellido, ponelo en el libro. El hizo barbaridades con su propia gente. Yo creo que sus hombres le tenían miedo, porque el gendarme viene del interior, es un hombre duro, pero también de corazón blando. Gente del interior que podía llegar a sentir piedad por los prisioneros. Entonces los controlaba. 

-¿Alguna vez vio al ex teniente coronel Seineldín recorriendo el campo? 
-No recuerdo haberlo visto. 

-Usted mencionó que pasaron muchos militares, algunos como observadores. Y Seineldín prestó servicios en ese Comando. 
-Para algunos, ese era un lugar de diversión, como visitar un museo. Iban de curiosos, para informarse, para ver cómo era. Lo tomaban como una materia más, seguramente, dentro de su instrucción militar. 

-¿Llegó a ver a Roberto Quieto (2) en el campo? 
-No recuerdo. 

-Sin embargo, "Falcón" (3), su compañero, dice haberlo visto. 
-El que fue mi compañero era otro Falcón, enfermero. Ese que mencionás era carpintero. Nunca tuve un compañero de mi curso en el campo, era el único de mi promoción en el lugar. Ahora, lo que dijo ese otro Falcón es cosa de él. Yo no lo recuerdo. 

-¿Cuál era la actitud de los oficiales dentro del campo? 
-Eran más fanáticos que los suboficiales, pero con doble juego. Yo presencié interrogatorios a los que eran sometidos los detenidos ya destinados a salir en libertad. Gente que permanecía en el campo uno o dos días, de la que se sabía que eran inocentes totales pero, antes de largarlos, igual eran pasados por la máquina. En esas sesiones escuché a los oficiales que se decían entre ellos: "Dele usted, que sabe hacer doler, mi principal"; "Ahora métale máquina usted, cabo". 

-¿Por qué hacían eso? 
-Se hacían pasar por suboficiales para que el odio de la gente fuera hacia nosotros, para que los subversivos no diferenciaran el grado en sus atentados, que las balas fueran para todos por igual. Así los detenidos creían y les decían a los demás que eran los cabos y los sargentos quienes se ocupaban de torturar. No era verdad, al contrario. Aunque hubo muchos oficiales que también salieron llorando de esa oficina. Quizás yo soy la voz de muchos que no pueden decir lo que pasó (llora), porque no tienen el valor suficiente o porque están enfermos. Yo quiero ser la voz de aquellos que nunca se animaron a hablar y que hoy son víctimas de enfermedades psiquiátricas a causa de todo esto. 

-¿Alguna vez un oficial se opuso a los métodos utilizados en el campo? 
-A veces llegaba un doctor para ayudar a una médica detenida que pusieron a cargo del dispensario montado en "El Campito". Era un teniente coronel del Comando de Institutos que después ya no quiso venir más. Incluso se peleó con los jefes porque él decía que debía curar a los prisioneros para que después fueran torturados y eliminados; entonces se enojó con todos y no vino más. Muy buen hombre. Creo que era el jefe de la División Sanidad del Comando de Institutos en el año 1976. El es el que me dio los primeros días de licencia por agotamiento psíquico cuando salí del campo. Estaba tomándome esos días cuando se armó el despelote a causa de "Napoleón", y el coronel Ortiz me obligó a firmar la baja. 

-¿Cuál era la actitud de los oficiales jóvenes? 
-Muchos estaban de acuerdo, otros no. Creo que ya te hablé del capitán que se enamoró de una detenida que era totalmente inocente. Cuando a ella le tocó el "traslado", el capitán se mandó un cambiazo con otra detenida que iba a salir en libertad, las hizo pasar a una por la otra y así la salvó. Pero después los jefes se avivaron. El me decía: "¡A vos te parece que por prestarle el auto a un amigo al que descubrieron con bibliografía marxista la traigan a ella? No tiene nada que ver, cabo. Acá adentro hay mucha gente que no tiene nada que ver". Esa noche lo relevaron, una noche de frío helado, en pleno invierno. A la mañana siguiente, cuando fui a buscar el mate cocido, me lo encontré en el patio del Comando, adentro del auto con la pistola en la mano. Los vidrios y la carrocería del choche estaban congelados, blancos. El capot, levantado para que le diera el sol. Por tanto frío, el motor no arrancaba. Se quería ir porque estaba seguro de que lo iban a matar. 

-¿Cuál era la actitud de los suboficiales en general? 
-No sé cuál sería. Cada cual cumplía su misión. Te recuerdo que pactamos que, salvo algunos en particular, yo no iba a hablar de los que en ese momento eran mis compañeros. 

-Sólo le pido que me narre algunos comentarios que hacían sobre la situación que se vivía dentro del campo. 
-Conversé con muchos, todos más antiguos que yo (4). No te olvidés de que yo era un cabito moderno, tierno, mientras que algunos de ellos ya eran suboficiales principales a punto de terminar la carrera. Estaban de comisión una semana y después se iban, porque los traían dentro de un sistema de rotación. Los únicos fijos éramos los cinco de logística. Ellos vieron, igual vieron lo que pasaba. 

-¿Estaban de acuerdo con lo que sucedía en el campo? 
-Me acuerdo de que un suboficial principal, del Liceo Militar, uno muy gordo, como Porcel (5), un buen hombre que estaba tranquilo económicamente. Tenía una agencia de remises, pero una agencia como las de antes, con una flota de autos potentes. En esa época estaban los Dodge Polara; él los tenía, era dueño. El gordo no estaba para esas cosas; le hizo mucho daño. "Vea mi principal", le dije el primer día, apenas llegó, y le mostré de lejos el bebedero de caballos donde estaban zambullendo la cabeza de un tipo que después murió. El me dijo, mientras miraba para todos lados: "¿Y si fuera inocente?". Al otro día, cuando vio que llevaban a otro detenido para el lado de los bebederos, se le tiró encima a un capitán y lo agarró del cogote. "¿Qué están haciendo? ¿Y si este hombre no es culpable? Paren. Yo no debería estar acá, esta no es mi misión, yo tengo que estar dando clases en el Liceo". Este principal le daba clases a los cadetes, no sé de qué materia, pero era muy preparado. Así decían. Al segundo día en el campo ya no aguantó más y pidió que lo sacaran. Y así pasó con muchos, muchos. "Esta no es la misión del soldado argentino", decían. Yo pensaba como ellos, aunque no lo podía expresar correctamente, era muy bruto, no tenía las cosas claras. No sabía pararme, no sabía dónde estaba, no sabía nada. Muchos protestaron. Pedían el relevo y no los relevaban. "Por favor, sáquenme de este infierno", les decían a los jefes. Esto también le pasaba a algunos oficiales jóvenes que rechazaban lo que ocurría; otros no, decían que ese era el método. Yo escuchaba, pero no podía decir que ese no era el método, porque corría el riesgo de terminar como los detenidos yo también. 




 

 

 



(1) "Angel" es el seudónimo de un suboficial el Ejército destinado a las tareas logísticas del Campo, del que hasta el momento se desconoce su nombre verdadero (Ver Anexo 4) 


(2) Roberto Quieto fue uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que se fusionaron con Montoneros en 1973. Fue secuestrado en la localidad de Olivos, en el norte del Gran Buenos Aires, en 1975. Algunas versiones indican que habría sido uno de los primeros prisioneros que llegaron a Campo de Mayo.


(3)
Sargento del Ejército, carpintero. (Ver Anexo 4)


(4)
En el Ejército los ascensos se otorgan por acumulación de años de servicio prestados a la fuerza, salvo los grados superiores. La antigüedad significa mayor jerarquía, incluso no son pares lo que ostentan la misma jerarquía. Un sargento es el superior de otro sargento nombrado un año después. Entre los promocionados al mismo tiempo, además, aquellos con mayor puntaje son los superiores de los que obtuvieron menor puntaje en la Escuela o en su foja de servicios. No hay pares.


(5)
Se refiere al parecido de ese militar con el actor Jorge Porcel.

 

Indice General de Campo Santo