ANCLA

por Natalia Vinelli

 

 

Una aproximación desde el punto de vista "técnico"

ANCLA funcionó como una agencia de noticias que operaba en la más absoluta clandestinidad. Sin embargo, mantuvo los rasgos característicos de esa empresa. Ideológicamente la elección de un género textual no es inocente, por el contrario, implica un posicionamiento social: desde la elección de una agencia noticiosa como forma de funcionamiento, ANCLA reafirmó su condición de ser la primera en recibir información. A su vez, el género le dio la posibilidad de construir la información produciendo un efecto de objetividad. Ese efecto fue aprovechado para escribir sobre "los secuestros y otros métodos ilegales", de forma tal que le hacía decir a sus informantes aquellas cosas que ANCLA no podía decir (hay desaparecidos y fusilados) para proteger su identidad.

El trabajo desarrollado por la agencia, entonces, se mueve dentro de un margen muy pequeño, donde en cada línea se cuidan los límites -y las conexiones- entre un instrumento para la acción política ligado a la inteligencia montonera y la agencia como proyecto de comunicación popular. En ese sentido, es interesante ver, desde un punto de vista más "técnico", sus modos de funcionamiento, a fin de evaluar la puesta en acto de sus múltiples objetivos.

 

Fuentes

Las fuentes de información de ANCLA son semejantes a las fuentes con que se manejaba el Departamento de Informaciones e Inteligencia. De hecho, la agencia funcionaba en ese ámbito. Por lo tanto se puede afirmar que las fuentes podían ser internas, obtenidas a través de los canales orgánicos; legales, a través de la prensa y los discursos; clandestinas ("escuchas" e interceptaciones); y populares (gente común que tenía cierta información y la hacía llegar a la agencia). A esta lista debe agregarse la atención especial que se prestaba a los llamados informantes clave en determinada temática (74), a los medios de información extranjeros ya algunos periodistas argentinos que colaboraban con la agencia.

"Entre los que mandaban información a ANCLA había muchos periodistas que incluso a veces redactaban informes", explica Lila Pastoriza. Por empezar, Walsh reunió periodistas de su más absoluta confianza y con ese equipo empezó a formar una extensa red de informantes: en los estudios jurídicos existía información acerca de los pedidos de habeas corpus; en las empresas se conocían datos socioeconómicos, contactos y negociados entre los sectores de poder; en la calle muchos veían secuestros y operativos; en las redacciones del país se manejaba cierta información.

Tenemos, entonces, una agencia realizada sobre la base de una estructura artesanal alimentada sobre la base de información popular y de (en menor medida) "informantes calificados". Es decir que la participación, al menos, estaba garantizada desde la fase de emisión de la información. De otro modo, no hubiese existido la posibilidad de crear la agencia. Prueba de esto es el tiempo durante el cual se prolongaron sus servicios sin interferencias, ya que las fuerzas armadas buscaban "inexistentes talleres de impresión", y centraban su atención en posibles "infiltrados en puestos clave" (75).

Aunque existían contactos "calificados", la mayor cantidad de información llegaba del seno mismo de la sociedad, lo que hace suponer a la agencia más bien como un espacio de sistematización de toda la información que se corría de boca en boca, como un rumor, enfrentando el silencio imperante.

La importancia de la participación popular en la producción .de la información hizo que la agencia tuviera corresponsales en distintos puntos del territorio nacional, situación similar a la del Semanario CGT que, desde sus páginas, llamaba a los trabajadores a aportar en la distribución y venta de la prensa y a responder a la estructura de "un corresponsal en cada fábrica" (76). Estos corresponsales no eran otros que militantes de la organización que cumplían tareas en diferentes áreas y regiones y que, a través de los canales orgánicos, hacían llegar la información a la agencia.

La mayoría de los militantes que participaron de ANCLA eran, además, "periodistas de batalla". Esa característica les facilitó "la lectura de los medios de comunicación, ya que estábamos muy acostumbrados al 'entre líneas"'. Asimismo, el grupo tenía "bastante conocimiento acerca de dónde obtener la información sin perder tiempo y controlando las medidas de seguridad. Apuntábamos con mucha direccionalidad: si había alguna medida de resistencia en la fábrica Pirelli, buscábamos al compañero que había sido delegado y ya no estaba (porque estaba clandestino), pero que nos decía con quien se podía hablar" (77).

Acerca de la importancia de los medios extranjeros en la recopilación de información, Verbitsky plantea que "Walsh escuchó por onda corta de la BBC de Londres los detalles sobre un operativo militar en Buenos Aires. Todas las noches sintonizaba los informativos de La voz de Alemania, La voz de Estados Unidos, Radio Canadá Internacional (...), donde el tesoro de la información vedada a los argentinos se administraba con cuentagotas".

En ese operativo, que mencionaron escuetamente los medios oficiales días después, murió la hija de Walsh, Vicky, junto a un grupo de militantes en una casa de Villa Luro. Sus averiguaciones lo llevaron a escribir la Carta a mis amigos, donde cuenta las circunstancias de esas muertes y la frase que había gritado Vicky antes de quitarse la vida: "Ustedes no nos matan. Nosotros elegimos morir". Era septiembre de 1976 y con esa carta nació un nuevo instrumento de información, la Cadena Informativa.

Gracias a la multiplicidad de fuentes, el equipo de ANCLA pudo informar sobre la suerte corrida por miles de desaparecidos, denunciando así un plan de exterminio sistemático desconocido hasta entonces en el país: la existencia de campos de concentración donde las Fuerzas Armadas y de seguridad torturaban y asesinaban salvajemente a prisioneros no reconocidos legalmente como tales.

Para reunir esa información -celosamente ocultada por la Junta Militar-, era necesario que los testigos de hechos aberrantes hablaran. Luego, escribir y sistematizar la información, para más tarde reproducirla. De modo que el equipo debía asegurarse un flujo informativo permanente para crear la agencia, y apeló a toda su experiencia para lograrlo: Walsh había participado, también, de la formación de Prensa Latina en La Habana, en 1959.

 

Funcionamiento

Todos los entrevistados coinciden en definir a la Agencia de Noticias Clandestina como una estructura de armado muy artesanal, que permitió su subsistencia aún en condiciones dificultosas. La "secretaría de redacción" estaba compuesta por Lila Pastoriza (responsable), Lucila Pagliai, Carlos Aznárez y Eduardo Suárez. Todos ellos repartían su tiempo entre el funcionamiento de la agencia y otras actividades militantes.

Rodolfo Walsh era el jefe orgánico del grupo. Armó ANCLA y "la dejó en nuestras manos. Escribía algunos cables, participaba de la discusión política, pero prácticamente no intervenía en el funcionamiento de la agencia", aclara Pastoriza. El grupo central era móvil y muy dinámico. Luego del secuestro de Walsh, el 25 de marzo de 1977, la única que quedó enganchada con la estructura orgánica fue ella (78). De todos modos, por fuera del grupo central eran varios los que colaboraban: al pertenecer a inteligencia, otros ámbitos de esa área participaban acercando información, pasando contactos e incluso escribiendo algunos cables, como por ejemplo Horacio Verbitsky (79), quien más tarde reanudó los servicios de la agencia.

ANCLA era una estructura "amplia". La "secretaría de redacción" tenía a su cargo la elaboración de los cables, la impresión, la distribución, las entrevistas con los contactos que les permitían adquirir información de primera mano. Como explica Lucila Pagliai, las entrevistas se realizaban cuando "alguien corría el riesgo de encontrarse con vos para contarte algo". Después de la primera caída empezaron las mudanzas. Primero una casa donde funcionaba un archivo mínimo, más tarde todos los elementos desparramados: en una casa el mimeógrafo, en otra la máquina de escribir, en otra una parte del archivo. La tarea se complicaba a medida que la represión recrudecía, pero ANCLA seguía adelante: "duró mucho, digamos que mucho más que buena parte de la estructura orgánica", subraya Pastoriza.

Lo cierto es que ANCLA recorrió casi toda la ciudad. Casas en el centro. Casas en los barrios. El grupo responsable se iba mudando a medida que las casas caían o se sospechaba algo. Se trataba de viviendas comunes, a fin de no llamar la atención, donde lo que no era "común" era tan solo una pieza, donde funcionaba una redacción de cuatro personas con un mimeógrafo, una máquina de escribir, y una pila de papeles. "Lo clandestino -define Pagliai- es aquello que se mimetiza para no ser descubierto". Como diría Paolo Fabbri, ¿qué es algo que es y no parece lo que es?: el secreto.

El parte de ANCLA de reanudación de los servicios sintetiza esta situación: "En procura de silenciar ANCLA las fuerzas de seguridad intensificaron en los últimos meses la persecución a periodistas e intelectuales a quienes sospechaban vinculados con esta agencia. Obviamente, ANCLA no reclama ni puede esperar un trato diferente del que la Junta Militar brinda al pueblo argentino, cuyas necesidades de información tratamos de servir. Sin embargo, mantener en funcionamiento una agencia de estas características es una misión relativamente simple, no más compleja ni riesgosa que organizar una huelga en una fábrica controlada por tropas militares. Una docena de personas (80) convencidas de la importancia de romper el bloqueo informativo, un mínimo pero bien organizado archivo, una pocas máquinas de escribir, un sencillo equipo de impresión y un pequeño local que aparentemente se dedica a otra actividad, son suficientes para garantizar la continuidad de sus despachos".

Los cables se enviaban por correo a todas las redacciones, a los corresponsales, a las publicaciones internacionales, a direcciones a donde era importante que llegaran para cumplir con sus objetivos. Algunas de ellas "concretamente tenían que ver con los militares. Para conseguirlas, ahí estaban los contactos", señala Pastoriza, quien luego agrega que gracias al análisis sistemático de la información "sabíamos a donde mandar los cables: en la Iglesia había algunos sectores más reaccionarios que otros, además conocíamos las diferencias entre las FFAA y elegíamos a los sectores económicos a donde íbamos a mandar la información".

La misma situación se daba con los destinatarios del exterior, donde se publicaron muchos de los cables de ANCLA. "El exilio no empezó en 1976, sino que muchos compañeros comenzaron a salir en 1974 -explica Aznárez-. Esa gente que ya estaba afuera nos tiraba datos acerca de qué periodistas eran los más convenientes para recibir los cables. Y cuando no los publicaban, al menos hacían correr el rumor".

Con el tiempo, el grupo pudo evaluar la repercusión de sus informaciones en los periódicos de Europa y Latinoamérica: "Nos entusiasmaba que Cambio 16 publicara los cables, que Le Monde los publicara, que algún diario mexicano los publicara. Sabíamos que así la información llegaba a las embajadas Argentinas en esos países" (81). Aznárez recuerda, además, la difusión artesanal de los partes entre periodistas, exiliados y organismos de solidaridad en el exterior.

Lucila Pagliai, por su parte, subraya que la distribución, al parecer simple y rutinaria, era en realidad "un operativo infernal" dadas las condiciones fuertemente represivas. Había que obtener la información, discutirla, procesarla, redactarla y luego llevar los cables a los buzones de la ciudad. Todo simulando naturalidad y con una estructura mínima y clandestina. "Y no éramos más de cuatro", concluye.

Los sobres se enviaban sin nombre, para no "pegar" a los periodistas. En general, se los rotulaba "Sr. Jefe de...". Según Aznárez, cuando se consignaban nombres particulares era porque se mandaban a una gran parte de los periodistas de aquella época, de modo que no se levantaban sospechas. Y si alguno de ellos era de suma confianza, entonces "se le enviaba por otra vía" y no por correo, como era lo usual.

Lo llamativo es que, pese a las dificultades de un grupo tan reducido, los despachos de ANCLA cumplieron con la regularidad necesaria para el funcionamiento de una agencia periodística. Gracias a la apertura de las redacciones a partir de la vuelta de la democracia en 1983, se pudo observar que los cables se repartieron puntuales, pese a no haber sido publicados de forma tradicional.

Aznárez agrega, también, que "teníamos ojos y oídos en un montón de redacciones y en un montón de ámbitos. Algunos compañeros que trabajaban en los medios argentinos nos informaban sobre las situaciones que se daban con la llegada de los cables a las redacciones". Recibir el material de ANCLA "era como una bomba de tiempo. Algunos lo abrían, otros lo tiraban sin más".

Consultado sobre el tema, el periodista Oscar Raúl Cardoso, que en ese entonces se desempeñaba en la sección Política del diario Clarín, señaló que en el ambiente se sabía que la agencia pertenecía a Montoneros (82). Incluso, recordó algún llamado telefónico que avisaba que un cable estaba por llegar: "Los cables se esperaban y se leían para información propia. A veces se podía publicar algo entre líneas, sin consignar que la información provenía de ANCLA".

Cardoso sostuvo que los cables llegaban a otros medios, entre los que recordó al matutino La Nación y algunos diarios del interior del país. En su opinión, la agencia "contaba la otra historia" sin reducirse a la propaganda de la organización.

 

"Sacar" la agencia al exterior

Lila Pastoriza señala dos etapas en el funcionamiento de la agencia: una, la primera, hasta que se producen los primeros secuestros y allanamientos, el grupo se reclandestiniza, Aznárez y Pagliai parten al exilio y se produce su propio secuestro; la segunda, a partir de la reanudación de los servicios de la agencia en agosto de 1977, a cargo de Verbitsky -entre otros que prefieren mantener el anonimato-, que duró unos meses más. Pastoriza explica que al final de la primera etapa el grupo central de ANCLA comenzó a darse una estrategia para sacar la agencia al exterior.

"A esa altura -recuerda- caer o no caer era un problema de azar. De modo que comenzamos a armar un esquema para mantener los contactos con las redes de información, y así sacar ANCLA desde el exterior enviando los cables a los mismos lugares. Y a 'escondidas' de la organización empezamos a sacar a la gente" (83). Después de juntar el dinero suficiente, Carlos Aznárez y Lucila Pagliai salen del país (84). Mientras tanto, en Buenos Aires, Pastoriza decidió plantear la posibilidad de editar ANCLA desde el exterior orgánicamente. Estaba a la espera de la respuesta cuando fue secuestrada, y por lo tanto la posibilidad se diluyó.

En realidad, las cosas se fueron retrasando mucho más de lo pensado. No existía una idea clara acerca de dónde funcionar, pero cualquier planificación descartaba montar una base centralizada de la agencia en el exterior. Por el contrario, se buscaba formar varias bases más pequeñas: se pensaba en un país cercano, para mantener mejor los contactos (probablemente México), y en países europeos "donde era fácil desembarcar porque ya había compañeros" (85).

Según Pagliai, "Lila nos mandaba información para que nosotros la elaboráramos y la distribuyéramos, mientras tramitaba su salida" (86). Y Aznárez agrega que Pastoriza, "junto con el Perro" (87) y algún otro que se pudiera sumar en esa situación de emergencia, iba a enviarnos copias de los cables para que nosotros los difundiéramos in situ entre los periodistas y los organismos de solidaridad". Lo cierto es que ya en los documentos elaborados por Walsh aparece la posibilitar de formar una agencia que funcionara en el exterior: en su propuesta organizativa para la nueva etapa que se abría, Walsh escribe que la Agencia Clandestina debía estar al nivel de Secretaría General, que junto a Internacional, funcionarían en el extranjero (88).

Con el secuestro de Pastoriza y el descalabro general de las organizaciones armadas, la idea se abortó. Al mes, colaboradores de la agencia -entre ellos Verbitsky- retomaron el trabajo y volvieron a poner en funcionamiento la agencia por un breve período, hasta que la represión y las diferencias internas pusieron fin a esta notable experiencia de difusión clandestina de contrainformación.

 

Estilo

La agencia clandestina se concibió como una empresa periodística. Por lo tanto el estilo de los cables tenía que ver con el estilo de la agencia periodística: se respetaba el código de agencia, de cables cortos y eventualmente "servicios especiales", como por ejemplo el cable acerca del primer año de la Junta en el poder.

"EI que recibía el cable era un periodista que lo iba a 'levantar' o reducir -explica Aznárez-. Entonces, había que garantizar que se mantuviera lo esencial. En ese sentido, y pese a la clandestinidad, se trabajaba muy profesionalmente". La calidad de sus despachos hizo que se tuvieran en cuenta en los medios extranjeros, y que la prensa local les prestara atención aún cuando su publicación no fuera la tradicional.

La agencia trabajaba periodísticamente la denuncia. Como en Operación Masacre. Como en ¿Quién mató a Rosendo? Pero a su vez, como ANCLA estaba ligada a la estructura de inteligencia de Montoneros y entre sus objetivos figuraba el de oficiar como un instrumento de acción psicológica, la información tenía una forma determinada: "no es lo mismo generar información para difundirla que esa difusión sirva para producir contradicciones en el régimen", recuerda Pastoriza. Así, cada cable debía escribirse de tal modo que dejara ver los resquicios entre los sectores de poder, sin perjuicio de la verdad y evitando el comentario.

Walsh cuidaba mucho la redacción de los despachos: tenía que especificarse el origen de la agencia sin que se ligara directamente a la organización. Un cable no comenzaba "Buenos Aires, Abr 18 (ANCLA) - La organización Montoneros... ", sino que buscaba responder a las reglas periodísticas de estructuración de la información mediante la llamada "pirámide invertida".

En Cadena Informativa y en las cartas firmadas, sin embargo, se nota más el peculiar estilo de Walsh, irónico, divertido, certero, desafiante y agudo donde siempre tuvo un lugar destacado la intertextualidad. Según Lilia Ferreyra, el escritor había elegido un estilo para sus cartas, de la invectiva de los latinos, como puede verse en la frase "¡Quousque tandem, Vide/a, abutere patentia nostra!" (89). Asimismo, las frases "Contate otra, viejo, esa ya la vimos", "Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados", "Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad", "Sonríe, Hitler te ama", remiten a publicidades de la época y reflejan "la veta humorística de Walsh, las asociaciones, comparaciones y metáforas insólitas que alivian su escritura y gratifican al lector" (90).

Pero a la hora de establecer el estilo de ANCLA hay que hacer una importante salvedad: Walsh propuso su creación, ayudó a su sostenimiento y escribió varios cables, pero la agencia quedó en manos de un grupo de militantes. El estilo es el de un despacho de una agencia de noticias, donde se refleja la ideología que la lleva adelante pese a su prosa bastante depurada. Lucila Pagliai aseguró, además, que se evitaban los comentarios: muchas veces la información hablaba por sí sola.

 

¿Por qué ANCLA no pertenecía al área de prensa de Montoneros?

La agencia clandestina no formaba parte de la estructura de prensa sino que respondía al Departamento de Informaciones e Inteligencia, que a su vez dependía de la Secretaría Militar de la organización. Esta situación marcó una diferencia muy importante: ANCLA no era un órgano oficial de Montoneros, en el sentido de una prensa partidaria, sino más bien una estructura que intentaba dar una respuesta política al reciente golpe de estado desde otro ámbito, pero incluyendo la comunicación.

En el período 1974-75, Walsh participó directamente en Prensa. Es en ese momento cuando comienza a plantear la necesidad de generar una herramienta clandestina en virtud del agravamiento de las condiciones represivas, que impedían editar una revista pública. Para esa época, los órganos de prensa de Montoneros (partidario, sindical, femenino, periodístico -Noticias-, etc.) habían sido en su totalidad censurados. Justamente, en esos años empezó a imaginar la agencia clandestina.

En el área de prensa trabajaban alrededor de 70 militantes: era un equipo muy grande. Allí participaba, con un alto grado de responsabilidad, el poeta Francisco "Paco" Urondo (91), íntimo amigo de Walsh, muerto a fines de 1976. Sin embargo, para Walsh el camino seguido por esa estructura era erróneo: en los albores del golpe, "Prensa siguió funcionando como si hubiera un futuro electoral, pensando en una revista (que llegó a salir y tuvo vida efímera) e incluso un diario. La última expresión clandestina era el Evita (92). Naturalmente si se pensaba en revistas y diarios había que mantener más o menos congregado un aparato importante, con grandes locales, imprentas, etc. Ese iba a ser un blanco terriblemente fácil para el enemigo" (93).

En cambio, ANCLA era una estructura descentralizada en lo interno (94): la agencia era parte de una propuesta de descentralización y repliegue que funcionaba en el marco de una hipótesis de resistencia a la dictadura. En otras palabras, era parte de la idea de reestructuración de la organización en función de la resistencia, que discutía los errores y las limitaciones de la estrategia militarista de la Conducción Nacional (órgano máximo) en esa etapa. Es decir, la propuesta de ANCLA estaba relacionada a una serie de planteos que, como miembro de Montoneros, Walsh elaboró y dio forma de documentos.

En esos documentos de circulación interna, Walsh manifestó una postura crítica, y como contrapartida propuso un plan de acción que tenía en cuenta una resistencia descentralizada y heterogénea conducida por el Partido Montonero en el marco de un repliegue estratégico (95). Para ello era necesario, entre otras cosas, privilegiar las estructuras militares defensivas como documentación, información y comunicaciones; y las estructuras políticas ofensivas, como la agitación y la propaganda, la prensa clandestina y descentralizada, y la prensa internacional. Entre estas últimas se encuentra ANCLA, un instrumento político ofensivo, destinado a corroer la base de sustentación del régimen militar, a romper con la unidad de las Fuerzas Armadas y de los sectores de poder, y a comprometer al pueblo en la circulación de información y a los eventuales receptores en multiplicadores de noticias.

De ahí la conocida frase de Walsh de generar una "propaganda infatigable por medios artesanales: si las armas de la guerra que hemos perdido eran el FAL y la ENERGA (96), las armas de la resistencia que debemos librar son el mimeógrafo y el caño" (97). Es decir, buscaba evitar lo previsible, "lo que más que una discusión y un aporte para el conocimiento de la realidad se transformaba en una bajada de línea", reflexiona Lilia Ferreyra: ANCLA era una estructura de prensa clandestina con objetivos claros de carácter subterráneo, que "intentaba abarcar la realidad del país no sólo desde la propuesta de Montoneros".

Entre otros, ese fue uno de los motivos que llevó a Walsh a concebir la agencia en términos de empresa periodística ya cuidarse de no "pegarla" a la organización, de modo que su identidad se mantuviera difusa. Por ese motivo armó un equipo central compuesto por militantes, al mismo tiempo que abrió la posibilidad a otros periodistas de colaborar desde afuera aunque no pertenecieran a la orgánica.

Mientras tanto, la estructura de prensa seguía editando la revista Evita Montonera y el folleto El Montonero, este último redactado por la conducción de esa organización. Estos eran órganos oficiales que publicaban comunicados, partes de combate, editoriales, etc. En cambio, tanto ANCLA como Cadena Informativa, explica Lilia Ferreyra, "no eran medios de los que informaban del éxito de tal operación, sino que servían para parar la ofensiva militar con respuestas políticas".

En ese sentido, Lucila Pagliai concluye que la agencia clandestina "era como una agencia de noticias. Las agencias normalmente no son partidarias, aunque tengan una tendencia. Obviamente, tenía una línea. Pero su función no era difundir las actividades de Montoneros sino romper el bloqueo informativo para que los diarios estuvieran enterados de lo que pasaba, y al mismo tiempo producir un hecho político desde el campo popular".

A fines del '76 Walsh previó que tampoco había espacio para una agencia clandestina tradicional. La represión lo llevó a concebir un nuevo mecanismo, que debía funcionar en paralelo a la agencia: la Cadena Informativa. La idea era que una única persona pudiera actuar como reproductor y multiplicador de información.

 

     

 

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Notas

74 Cfr. Lucila Pagliai, entrevista (1998).

75 Cfr. Horacio Verbitsky, (1985).

76 Cfr. Mestman, Mariano (1997).

77 Cfr. Carlos Aznárez, entrevista (1999).

78 Cfr. Lila Pastoriza, op. cit. Téngase en cuenta que algunos militantes hacían "doble militancia", es decir, en más de un ámbito, por ejemplo en su zona y en el Area Federal, estructura especializada de carácter ejecutivo. Como esta información era "tabicada" (secreta), es posible que alguno de los otros miembros de ANCLA mantuviera contactos con la orgánica.

79 Verbitsky se hizo cargo de la segunda etapa de la agencia ("En el último año me quedé solo y no consulté nada con nadie", explicó en entrevista personal con la autora, abril de 1999). Sin embargo, antes recibía de Héctor Talbott Wright (presumiblemente jefe del sector FFAA del Departamento de Inteligencia) originales de ANCLA. Su trabajo consistía en picar los exténsil, imprimirlos, hacer los sobres y distribuirlos. "Yo no sabía de dónde venían ni quiénes hacían esos originales", sostuvo. Es posible que, dadas las dificultades para funcionar, la distribución de los cables se repartieran entre Verbitsky -y acaso otros militantes- y los miembros del grupo de ANCLA, sin tener conocimiento ninguno de ellos de que el otro realizaba o colaboraba con la tarea.

80 En este punto es necesario aclarar que cuando el parte de reanudación de los servicios se refiere a "una docena de personas", probablemente tenga en cuenta a los militantes que participaban de algunos de los grupos del Departamento de Informaciones y que a su vez colaboraban con la agencia. Todos los testimonios coinciden, además, en que algunos periodistas ajenos a Montoneros publicaban a través de ANCLA las informaciones que no podían sacar a través de sus medios.

81 Cfr. C. Aznárez, op. cit.

82 Cfr. Oscar Raúl Cardoso, consulta realizada por la autora en noviembre de 1998.

83 Algunos datos se confunden, probablemente debido al "tabicamiento" orgánico y a la situación que se vivía en aquellos días. En este punto, según Aznárez "salimos 'legalizados' por la 'orga'. Pero cuando llegamos allá (Europa) nos encontramos con una realidad de la Organización que intuíamos pero que nos dejó sorprendidos. Entonces chocamos duramente con la dirección" (1999).

84 Carlos Aznárez partió a Madrid, Lucila Pagliai a París.

85 Cfr. Carlos Aznárez, op. cit.

86 Lucila Pagliai no recuerda con claridad la posibilidad de sacar la agencia al exterior. Para ella, este dato es interesante ya que remarca la vertiginosidad con la que se vivía en esos años. Según su testimonio, ella y Aznárez habían acordado con Pastoriza salir antes y esperarla en el exterior. Así lo hicieron en mayo de 1977, apurados por los datos que ya manejaba el Comando en Jefe del Ejército. Mientras Pastoriza planteaba orgánica mente sacar ANCLA del país, fue secuestrada a mediados de junio por un comando de la ESMA.

87 Apodo de Horacio Verbitsky.

88 Cfr. Walsh, en Baschetti (1994), pág. 233.

89 Cfr. Ferreyra, Lilia. En Baschetti, Roberto (1994), pág. 199. Lilia Ferreyra fue la última compañera de Walsh. Con él compartió la creación de la Cadena Informativa.

90 Cfr. Pedro Orgambide. En Baschetti, op. cit. Pág. 75-78.

91 El alias de Paco Urondo en su ámbito era "Ortiz". Urondo murió en Mendoza, a donde había sido trasladado para la reorganización de la zona, en diciembre de 1976. La situación en la que llegó a la muerte, tras un largo combate, la relata Rodolfo Walsh en sus papeles personales del 29 de diciembre de 1976. Según una militante que sobrevivió al tiroteo, Urondo dijo "tiren ustedes, me tomé la pastilla y ya me siento mal". Se refería a la pastilla de cianuro, que se había adoptado en Montoneros para no "caer" con vida. Reproducidos en Baschetti (1994) y Link (1996).

92 La revista a la que alude Walsh en el párrafo citado era Informaciones, de la cual salió un solo número. Evita Montonera era el órgano oficial de prensa de Montoneros.

93 Cfr. Rodolfo Walsh, papeles personales, 29 de diciembre de 1976. Reproducidos en Baschetti y Link, op. cit.

94 Cfr. Walsh, documentos internos. Ver en Baschetti (1994).

95 Las experiencias de difusión clandestina ideadas por Walsh en esa época están estrechamente relacionadas con sus propuestas para el plan de acción de Montoneros. Para ver los documentos, recurrir a Baschetti, op. cit. La lectura del material demuestra que Walsh nunca dejó de pertenecer a la orgánica: como dice Nicolás Casullo en Baschetti (1994), el escritor habla desde un espacio de pertenencia.

96 FAL: fusil automático liviano. ENERGA: granada de fusil. CAÑO: explosivo casero.

97 Documentos internos. Montoneros. Ver en Baschetti, op. cit.

     

 

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