ANCLA

por Natalia Vinelli

 

 

Las cartas y la cadena informativa

Cadena Informativa no reemplazó a ANCLA, sino que se desarrolló paralelamente a la agencia luego de sus seis primeros meses de funcionamiento. En este caso, era Walsh el que escribía los informes, más que sus colaboradores o amigos. Se trataba de textos cortos y fáciles de reproducir que enviaba a personas representativas del quehacer nacional, y donde esa relación directa estimulaba el compromiso, invitando a los eventuales receptores a constituirse en nuevos emisores de información. De esta forma, se creaba una cadena.

Mucho más artesanal en su estructura y funcionamiento, y más acotada en sus objetivos (no buscaba disimular su identidad, aunque seguía sin "pegarse" directamente a Montoneros puesto que se definía políticamente más amplia), al pie de los partes rezaba: "Cadena Informativa es uno de los instrumentos que está creando el pueblo argentino para romper el bloqueo de la información. Cadena Informativa puede ser USTED MISMO, un instrumento para que usted se libere del terror y libere a otros del terror. Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. DERROTE AL TERROR. HAGA CIRCULAR ESTA INFORMACION" (98).

"Mi padre estaba tomando un recurso de la cultura popular -explica Patricia Walsh, que junto a otros compañeros colaboraba en Cadena...-. ¿Quién no ha recibido alguna vez alguna hoja invitando a reenviarla? Esto ya existía, era un recurso popular y conocido que él tomó para reasignarle un nuevo objetivo". Luego resalta el carácter artesanal del medio: "Escribíamos y hacíamos las copias en papel Manifold, que es el papel más finito, con una máquina de escribir manual y cinco, seis carbónicos para hacer la mayor cantidad posible de copias. Eso era Cadena Informativa", concluye.

Salvo la Carta a la Junta y la Carta a mis amigos, Rodolfo Walsh no firmaba sus partes. Era parte de su táctica de no comprometer el trabajo a un frente de la organización. Su objetivo era, a través de estas herramientas, aportar a la organización popular a partir de la ruptura de la incomunicación, que generaba un terror que a su vez impedía los lazos solidarios y que hacía desconfiar de todo y de todos.

En 1977, Walsh escribió la Carta abierta a la Junta Militar. El 25 de marzo, después de enviar por correo los primeros ejemplares en un buzón de Plaza Constitución, cayó en una emboscada de la Armada. Él estaba armado y resistió el secuestro. Según el testimonio de su mujer, Lilia, llegó muerto a la ESMA. "Nadie reprodujo la carta -dice Verbitsky-, que encontré muchos años después en el archivo de uno de los grandes diarios. Sólo el Buenos Aires Herald y Ariel Delgado informaron sobre su desaparición" (99).

La conciencia de las dificultades para la publicación de sus escritos hizo que Cadena Informativa privilegiara una comunicación horizontal donde emisores y receptores confundían permanentemente sus roles. Tal como señala Lucila Pagliai, la cadena tenía en cuenta la difusión de información de boca en boca: "reproducir información, hacer correr la información entre la gente".

Los informes muchas veces se enviaban por correo, otras, se entregaban personalmente. "Nuestra consigna -subraya Lilia Ferreyra- era 'reproduzca esta información, derrote al terror, sienta la satisfacción de realizar un acto de libertad', Apelábamos a la conciencia". Tan es así que al final de la Carta a mis amigos, donde Walsh relata la muerte de su hija María Victoria tras un combate con el ejército, escribe: "Esto es lo que quería decir a mis amigos y lo que desearía de ellos es que lo transmitieran a otros por los medios que su bondad les dicte".

Las fuentes de la información vuelven a ser las mismas que se manejaban en el Departamento de Informaciones e Inteligencia, frente "madre" desde donde se encararon todas estas experiencias comunicacionales. "Escuchábamos transmisiones de las Fuerzas Armadas y policiales en busca de información sobre operativos que raramente salían en los diarios; después, con el dato concreto que podía llegar a través de un contacto o por un parte oficial publicado en algún medio, redondeábamos la información", recuerda Ferreyra.

Tras el secuestro del escritor, algunos colaboradores continuaron su trabajo, a partir de un informe sobre su muerte fechado en marzo de 1977. Al igual que en el caso de ANCLA, esta "segunda etapa" duró hasta los primeros meses de 1978. En su testimonio, Ferreyra explica que Walsh trabajó diferentes medios de comunicación con relación a la coyuntura y las condiciones represivas de cada momento: así dirigió el Semanario CGT durante la dictadura de Onganía, con la apertura democrática de 1973 participó en el diario Noticias, más tarde y en virtud del golpe de Estado ideó la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA), y enseguida creó la Cadena Informativa y las cartas que llevaban su firma.

Las condiciones que llevaron a Walsh a proponer y llevar adelante un medio absolutamente artesanal están bien descriptas en su carta a la Junta Militar: "la censura de prensa, la persecución a intelectuales (...), son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina (...)". En toda la carta está presente la estrategia militar del silencio obligado, de la incomunicación como garantía de la no reacción del pueblo: "La negativa de la Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes (...)"; y la necesidad y puesta en práctica de la respuesta popular a través de una herramienta informativa: "impresión confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina".

Finalmente Walsh desnuda que, pese al terror, la sociedad hacía riesgosos espacios para comunicarse e informarse acerca de lo que estaba sucediendo: "entre 1500 y 3000 personas más -escribe- han sido masacradas en secreto después de que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres". Esto muestra hasta donde las noticias de boca en boca desafiaban la política del silencio.

 

Un antecedente: la resistencia peronista

En una nota de la revista Evita Montonera, titulada "Cooke, historia de un militante", dice: "La primera resistencia tiene todas las características de una lucha espontánea y salvaje, donde cada grupo actúa desligado de los demás. En sus principios hay enormes baches políticos, ideológicos e incluso de conocimientos técnicos".

"En ese período (John William) Cooke (100) define los objetivos: hostigar a la tiranía, alimentar con hechos heroicos el fervor de la masa peronista, y difundir las consignas directrices del movimiento. En el exterior se organizan los comandos de exiliados, en la Argentina se busca estructurar la lucha de los comandos clandestinos, recuperar los sindicatos, y a la vez dar respuestas desde el plano político" (101).

Como se verá, hay mucho de esa primera resistencia peronista (1955-58) en el proyecto que involucra a la Agencia de Noticias Clandestina y a la Cadena Informativa. Como un antecedente, Walsh remite a ella en sus documentos críticos, a modo de ejemplo y señalando vías de acción. No por casualidad la comunicación se constituyó en uno de los pilares básicos de esa resistencia, que tuvo en cuenta desde las cintas con órdenes concisas de Perón en el exilio hasta una profusa circulación de rumores.

Antes de partir a España, Perón se asiló en Caracas. Desde allí comenzó a intercambiar información y a organizar su retorno al país, constante que se va a mantener durante toda su proscripción. De la resistencia participaron civiles y militares. Justamente, el general Valle fue uno de esos militares peronistas que conspiraban para traer de vuelta al líder: aquel a quien Walsh retrató, a través de la investigación sobre los fusilamientos de José León Suárez, en su Operación Masacre.

Desde el exilio, Perón mandaba los "PECINCO" (102). Se trataba de una serie de órdenes acerca de la contabilidad o el reparto de explosivos, acompañadas de breves interpretaciones de la realidad nacional e internacional y de los pasos a seguir en el marco del movimiento. Escritas en clave y en papel copia, llegaban a sus destinatarios disimuladas en cajas de cigarrillos. En general, eran instrucciones puntuales a los comandos guerrilleros.

Durante este período, Julio Troxler (103) -entre otros- fue un personaje clave en la interconexión de los diferentes grupos, que chequeaban rigurosamente los mensajes recibidos antes de ponerlos en práctica en el conjunto del movimiento peronista. Si bien existía un comando táctico (Cooke) centralizado por razones de seguridad, "cada peronista se convirtió en un combatiente. La unidad de concepción hizo posible la unidad de acción", explican Laura y Angélica González, hijas de un reconocido dirigente de la resistencia (104).

La idea básica que sostenía todo el plan era una suerte de guerra de desgaste que ponía todo su esfuerzo en una multiplicidad de acciones donde el poder "no estaba, y ninguna donde se concentraba. De esta manera, se quería demostrar que el país era ingobernable sin Perón a la cabeza" (105). El plan contemplaba acciones de tipo militar, como los sabotajes y la colocación de explosivos caseros; y de tipo político, como la propaganda y el rumor.

Fue en esa época que se empezó a utilizar el "VP" (Perón Vuelve) en las pintadas, para acrecentar la rapidez de la acción. De la misma forma, los rumores eran organizados: en el almacén, en el barrio, en el trabajo, alguien echaba a andar una consigna que se cumplía al pie de la letra. Esas acciones eran posibles gracias a "la gran cantidad de compañeros, a la solidaridad y a la densidad del movimiento".

El rumor podía ser "hay vidrio molido en el dulce de leche" o "esta noche abrimos todas las canillas", entre otros tantos de gran originalidad. De la misma manera se rumoreaba la preparación de un alzamiento militar leal al movimiento peronista, el lanzamiento de la guerra popular, el retorno de Perón y la orden de votar a Frondizi, que "no era confusa. Incluso los compañeros la retuvieron durante un tiempo. Pero llegó a tiempo: la 'máquina' funcionaba y la orden se cumplió".

Según Laura y Angélica, "los peronistas sabíamos que estábamos haciendo terrorismo, que estábamos haciendo al país ingobernable. Cuando se desviaba un tren o se cortaba una calle, los barrios se transformaban en una fiesta. Todos sabíamos de qué se trataba: había que hacer imposible la vida normal, había que producir una sensación de caos: si Perón no podía gobernar, entonces nadie podía porque el pueblo quería a Perón" (106). De esta manera, se obligaba al "enemigo" a estar en constante movimiento.

Todas estas acciones fueron posibles gracias a una extensa red de distribución de la información. En principio, partía de un gran emisor (Perón) que se dirigía a núcleos reducidos, los que a su vez la multiplicaban en diferentes direcciones, y así sucesivamente formando un enjambre. Cada receptor se transformaba en un nuevo emisor que anexaba a la información impresiones propias. Además, existían para esa época algunas radios clandestinas que funcionaban interfiriendo señales y que alentaban a la población a sumarse a las actividades por el retorno del líder.

Otro dato importante es que no había niveles en el discurso de Perón. En sus grabaciones, "se plantó como un profesor de la Escuela Superior de Guerra. La educación política era alta y el que no entendía tenía que esforzarse por aprender" (107). De esta forma, la participación en la información no estaba limitada a un grupo de cuadros: si bien existía un emisor principal, el mensaje no sólo era descendente sino que se combinaba con múltiples formas de comunicación horizontal. De todas formas, no muchos tenían el privilegio de discutir con Perón.

Las formas comunicacionales utilizadas durante la resistencia peronista funcionaron como experiencia acumulada durante la década del '70. En esa oportunidad, a los volantes, las pintadas y los periódicos se sumaron cantidad de expresiones que incluyeron el cine, la música y el arte. De manera que todo medio de comunicación alternativo comenzó a vincularse con el mundo de la política, a combinar sus formas y a lograr la efectividad de un hecho político.

 

Otras experiencias vinculadas a Montoneros

Hacia 1979 el Movimiento Peronista Montonero (MPM) instaló legalmente en Costa Rica una emisora de radio de onda corta, Radio Noticias del Continente. Dirigida por el periodista y escritor Carlos O. Suárez, su función era denunciar las crecientes violaciones a los derechos humanos y las consecuencias de la política económica en toda América Latina, y era parte de una ofensiva propagandística de la organización contra el régimen argentino. Las presiones del gobierno militar, respaldo en la tarea por las dictaduras de Guatemala y El Salvador, hicieron que la experiencia fuera obligada al silencio, a principios de 1981 (108).

A Radio Noticias del Continente se le sumaron varios órganos de prensa, la mayoría de ellos de vida efímera y de edición internacional, que respondían al MPM o a algunos de sus frentes: Crónica de la Resistencia Sindical Argentina, Noticias (de Argentina), Vencer, Noticias (de Argentina) y El 17.

En 1975, luego del pase a la clandestinidad de Montoneros, circuló en forma restringida entre los militantes un Manual del Miliciano, cuyo objetivo era brindar conocimientos básicos para la formación de milicias montoneras. El plan respondía a la hipótesis de agudización del conflicto social. Uno de los capítulos se extiende acerca de las acciones de propaganda: entre ellas se destaca Radio Liberación TV (RLTV). Según algunos testimonios, el documento fue elaborado por el oficial 2do. Rodolfo Walsh y el subcomandante Oscar De Gregorio (alias "Sordo", secuestrado en Uruguay y luego desaparecido en la ESMA); mientras que otros sostienen que el autor del manual fue el dirigente montonero Julio Roqué.

En palabras de Daniel James, el material de instrucción apuntaba tanto a acciones "activas" como "pasivas", entendiendo a las primeras como de corte militar y las segundas de corte político. Radio Liberación TV era una de las herramientas que el documento elaboraba como una de las "armas" de la nueva estrategia. La radio era más bien un conjunto de dispositivos portátiles que, enchufados a un tomacorriente común, emitían mensajes grabados que interferían el audio de las señales de televisión en un radio de ocho o diez manzanas a la redonda: una voz en off se encargaba de anunciar, por ejemplo, que "el comandante Mario Firmenich se va a dirigir al pueblo".

El mismo esquema se utilizaba para interceptaciones de las frecuencias de radio. El manual abunda en detalles técnicos y en otros métodos de propaganda clandestina mucho más artesanales: "gancheras", es decir, ganchos de los que pendían panfletos ubicados en lugares de gran concentración de público (estaciones, colectivos, etc.); artefactos lanzapanfletos; despliegue sorpresivo de estandartes o carteles en lugares públicos; toma de colectivos para realizar arengas; pegada de obleas con consignas en colectivos y trenes; "miliciadas", etc.

Las "miliciadas" eran una suerte de copamiento momentáneo de pequeñas zonas de la ciudad o de la periferia, durante las cuales se realizaban actividades de información y propaganda. Antes y durante la operación, se realizaban innumerables denuncias falsas en las comisarías de la zona, a fin de despistarlas. Así, los militantes, en general dirigentes de los frentes de masas, se retiraban con éxito del lugar antes que llegara la represión. "Se producía un caos momentáneo", explica Roberto Perdía.

De esta manera puede observarse la gran cantidad de métodos utilizados en el área de prensa, entendiendo a ésta como un espacio no recortado. La necesidad de comunicación entre la organización política y el conjunto se constituye como un eje vital. En este sentido, se fomentó la participación en la multiplicación de información como una manera de resistir a la dictadura. Como reseña Noticias (de Argentina), "cada escucha del pueblo es otra dinámica emisora, otra RLTV en funcionamiento con el motor al máximo. Esta vez fue la huelga. A partir de ahora, multiplicándose, la prensa popular oral y escrita acelerará su función de informar, agitar y conducir".

 

     

 

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Notas

98 Rodolfo Walsh, "Crónica del Terror". Informe número 1, diciembre de 1976, de Cadena Informativa. Compilado por Horacio Verbitsky (1985).

99 De todas formas, aunque entre líneas y en páginas secundarias, se publicó más de lo que se cree. En ese sentido, las ediciones del 25 de noviembre de 1977 del matutino la Nación y de la Opinión publicaron pequeñas columnas sobre las gestiones que estaban realizando intelectuales europeos a favor de Rodolfo Walsh. Yen la edición del 4 de marzo de 1978, el diario Clarín publicó un recuadro sobre la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), donde se refiere a la situación de "varios periodistas que se encuentran arrestados o han desaparecido, como en el caso de la Argentina con Rodolfo Walsh (…) y Jacobo Timerman, (...) quien se halla en prisión a disposición del gobierno".

100 John William Cooke fue delegado personal de Perón, y sostuvo con él una interesante polémica que se refleja en los dos tomos de la "Correspondencia Perón-Cooke".

101 Evita Montonera. Año 1, nro. 6, agosto de 1975.

102 "PE" por Perón, "CINCO" por la cantidad de letras que componen el nombre.

103 Troxler fue uno de los sobrevivientes de los fusilamientos de José León Suárez. Más tarde, acompañó a Walsh en la filmación de la película basada en el libro del escritor.

104 Las entrevistadas prefirieron usar pseudónimos, la razón se funda en que participaron de la resistencia secundariamente y acompañando a su padre, jefe de un comando situado en la Paz, Bolivia. Además, en aquella época eran adolescentes. Por tal motivo consideraron poco humilde "hacerse cargo" en tanto protagonistas (mayo de 1998).

105 Cfr. Laura y Angélica González, op. cit.

106 Idem.

107 Idem.

108 Más información sobre la experiencia de Radio Noticias del Continente en Suárez, Carlos O.: La complicidad (Buenos Aires, Ediciones Siena - Palabra Argentina, 2000, págs. 8-9 y 17-18). Suárez, director de la emisora instalada en el pueblo de Grecia, en las afueras de la capital costarricense, relata cómo ex-guardias somocistas de la legión 15 de Septiembre atacaron la sede de la radio en la noche del 14 de diciembre de 1980. los defensores, militantes populares de Costa Rica y la Argentina, rechazaron el ataque y obligaron a los agresores a la huida. "Este episodio -escribe Suárez- marca simbólicamente la iniciación de la larga y sangrienta guerra de los contras para derrocar al gobierno sandinista, bajo la dirección de los Estados Unidos", la operación estaba destinada a lograr el apoyo de la dictadura argentina en la guerra contra Nicaragua. El autor cita también el libro de Yeves, Enrique: La contra. Una guerra sucia (Buenos Aires, Ediciones Grupo Zeta, 1990).

     

 

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