ANCLA

por Natalia Vinelli

 

 

Una aproximación desde la alternatividad

ANCLA no es una experiencia comunicacional aislada, sino que está inserta en lo que genéricamente se denomina "comunicación alternativa". y decimos "genéricamente" porque no existe una única definición para "comunicación alternativa": por el contrario, este fenómeno abarca una diversidad de conceptualizaciones que ponen el acento en diferentes elementos a la hora de establecer una divisoria de aguas entre lo que es alternativo y lo que no lo es. Hecha esta aclaración, podemos decir que ANCLA representa un caso de alternatividad posible de estudiar a partir de la existencia de otros casos similares, donde son ciertos componentes, objetivos o formas de funcionamiento los que ensayan un marco teórico común a todos ellos.

Máximo Simpson señala y critica dos tendencias de investigación predominantes en el abordaje de la comunicación alternativa en América Latina: la que considera alternativa a la comunicación que surge como respuesta a la estructura transnacional de los medios masivos de comunicación (y que hace eje en la horizontalidad, la participación y la posibilidad de acceso al medio); y la que entiende lo alternativo en función de sus vínculos con los proyectos de cambio social. Dentro de esta última corriente, que se fundamenta en la teoría de la vanguardia social y política, se ubica la experiencia de ANCLA.

Aquí, uno de los elementos relevantes es la inserción de la práctica comunicacional en una "praxis transformadora de la sociedad en tanto totalidad" (109). Es decir, la construcción de un "proyecto coherente y sistemático del uso de los medios en un proceso revolucionario, proyecto que no debe esperar el inicio del proceso para recién entonces comenzar a ser elaborado" (110). De acuerdo a esta perspectiva de análisis, acompañar o impulsar el desarrollo del movimiento popular y de la organización política es uno de los componentes del fenómeno, donde las experiencias se asumen como instrumento o apoyatura de un proyecto de cambio. En otras palabras, porque se colocan al servicio de la acción política, "al margen de la diversidad de objetivos que procuren: contrainformar, desarrollar niveles de conciencia, agitar, formar cuadros, etc." (111).

En este sentido la comunicación político alternativa es vista como parte de un proceso, y por lo tanto el contexto en que se desarrolla es determinante. No es lo mismo comunicar dentro del marco de una normalidad institucional que hacerlo en una coyuntura altamente represiva (tal es el caso de ANCLA), hecho que tiende a limitar sus posibilidades: la viabilidad de lo alternativo no sólo enfrenta condicionamientos económicos (como en el caso de Radio Chilena durante el mandato de Allende), sino también una situación de obligada clandestinidad. En última instancia, la coyuntura tiene un peso vital a la hora de multiplicar los canales de acceso al medio o de hacer eje en la horizontalidad, más difíciles -si no imposibles- en tiempos de emergencia.

Un medio entendido como una parte de un todo supone, además, una subordinación estratégica de sus objetivos y de sus formas de funcionamiento a las necesidades del conjunto de la organización o movimiento al que pertenece. La agencia clandestina no es una excepción a este criterio, aunque también reflejó desde su estructura la polémica entre Rodolfo Walsh y la conducción de Montoneros (112). Por un lado, en tanto política del área de Inteligencia (que a su vez dependía de la Secretaría Militar) fijó sus objetivos de acuerdo a las tareas de contrainteligencia que debía llevar adelante; por el otro y en tanto medio alternativo, buscó contrarrestar el muro de silencio durante los primeros años de la dictadura, en un intento por generar grietas que ayudaran a enfrentar el terror. Por eso, una reconstrucción de la experiencia deja entrever que, dada la represión imperante, lo prioritario para la agencia era asegurar que la información llegara a sus destinatarios, sean trabajadores, periodistas, personalidades, miembros de las Fuerzas Armadas o representantes de los grupos económicos. Debemos recordar, llegado este punto, que la participación popular desde la producción de la información (en tanto fuentes) se fue recortando a medida que la represión recrudeció.

Desde este marco de análisis, ANCLA se inserta en una secuencia de continuidad con otras experiencias similares. Las radios insurgentes o guerrilleras, por ejemplo, nacieron como parte constitutiva de una estrategia totalizadora (en términos de Margarita Graziano), y en ese sentido su tarea fundamental estuvo vinculada a la agitación y la propaganda política: Radio Rebelde de Cuba (que transmitía desde Sierra Maestra gracias a un artefacto móvil); Radio Sandino de Nicaragua; Radio Venceremos y Radio Farabundo Martí de El Salvador; y la radio Voz da Frelimo de Mozambique, que emitía desde Tanzania (113), entre otras. Algunas veces más destinadas a la vanguardia organizada que a las masas en su conjunto, estos medios prestaron mayor atención a los contenidos que a las "formas", el lenguaje y la estética. Frente a los medios de comunicación masiva que se sujetaban a la autocensura y a una lógica mercantil que dejaba afuera a la mayoría (o eran sistemáticamente silenciados por la represión), las radios se constituyeron en una necesidad frente a un sistema opresivo.

En el caso de El Salvador, "el nacimiento de la radio no fue un invento, una idea genial de nadie. Fue el resultado de un proceso políticosocial" que se vivía a fines de los '70, explica el director de la radio Farabundo Martí, Mauricio Wil{redo Cepeda. Al igual que las condiciones que llevaron a la creación de ANCLA, en El Salvador "hubo un cierre absoluto de los espacios informativos, una mordaza gubernamental a los medios de comunicación en cuanto a brindar información, y también se dio la autocensura por parte de los mismos empresarios. A la par de esto se dio una situación de represión contra los periodistas de ideas democráticas y contra los medios que tenían alguna vocación democrática" (114).

Las primeras experiencias comunicacionales del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) estuvieron ligadas a la toma de emisoras y al intento de funcionamiento de una radio en Costa Rica. Sin embargo, el esfuerzo que cada una de estas acciones suponía llevó finalmente a pensar en la instalación de medios propios. A partir de ese momento, el FMLN contó con emisoras en las zonas rurales y montañosas, cuya instalación coincidió con la ofensiva general lanzada por el Frente en enero de 1981 y tuvo estrecha vinculación con la necesidad de comunicación del pueblo salvadoreño. La radio jugó un rol esencial no sólo en la información, sino también en la organización, la orientación y la educación de las masas.

Al mismo tiempo, las emisoras se constituyeron en instrumentos de desmoralización de las fuerzas gubernamentales: se trataba de transmisiones en guerra que involucraban tanto la representación como la acción. Una anécdota echa luz sobre esta idea: la única vez que Radio Farabundo Martí dejo de transmitir fue en el marco de una acción militar. Por espacio de unos días, la radio se llamó a silencio para hacer creer al coronel Domingo Monterrosa que sus tropas habían capturado los preciados equipos radiofónicos. En realidad, el militar había secuestrado equipos falsos, cargados de explosivos que estallaron en el momento en que eran trasladados como trofeo en un helicóptero de las fuerzas armadas (115).

La conceptualización de la alternatividad como acción y representación inserta en un proyecto de cambio social se refleja, también, en la experiencia de ANCLA, a partir de su doble rol: uno de inteligencia, el otro de contrainformación. Por ese motivo, no sólo apuntó a la participación popular desde la producción de información (fuentes) y la oralidad (bemba), sino que fundamentalmente se abrió camino en una "guerra psicológica" contra el poder y al estilo resistencia peronista, que tenía como principal objetivo actuar como instrumento desestabilizador de la cohesión de la Junta Militar en ilegal ejercicio del poder. El aspecto determinante, entonces, estuvo dado por la importancia del manejo contrainformacional en términos políticos y de inteligencia.

Entre sus fuentes, no sólo se contaban el estudio de la prensa legal (que estaba al servicio de la dictadura o prestaba indiferencia a los problemas sociales) y las interferencias a las comunicaciones de los organismos de seguridad, sino también una necesaria participación de la población en general. En este sentido, es claro un recuadro publicado en la revista Evita Montonera' (116), donde el Departamento de Informaciones e Inteligencia escribió sobre el carácter de esa participación: "Todos manejamos alguna información sobre el enemigo (...) Esa información, tal vez en sí misma no sea muy importante o (...) no sirva para una acción militar espectacular, pero para nosotros por más pequeño que sea cualquier dato es útil, porque lo unimos a otros datos y así vamos armando nuestra red de información (...)" (117).

Este elemento, en sí mismo, funciona también como una marca de diferencia con respecto a las otras experiencias mencionadas (radios insurgentes) y prensas de carácter partidario. En estos últimos casos, la función prioritaria está dada por la propaganda y la agitación destinada a los destacamentos avanzados de vanguardia, en términos leninistas, y organizaciones de base. ANCLA, en cambio, se orientó hacia el campo de la inteligencia y paralelamente encaró la comunicación pero desde un punto de vista más amplio. Por ese motivo entre sus destinatarios había periodistas, de forma tal de hacer correr la información en múltiples direcciones.

Esta diferencia entre medios partidarios y medios más amplios no debe entenderse como una contradicción. Por el contrario, se trata de roles distintos que se complementan y que forman parte de una integralidad. Desde esta perspectiva pueden evaluarse, por ejemplo, el funcionamiento de la revista El Descamisado (órgano de prensa y propaganda de Montoneros en los primeros '70) y del diario Noticias (sostenido por Montoneros pero mediatizado por periodistas -también militantes- y con un discurso contestatario pero dirigido a las más amplias masas populares). Y aún cuando las experiencias tengan una pertenencia partidaria distinta, desde la óptica de la lucha político ideológica actúan como complemento la una de la otra. En el mismo sentido y de acuerdo a la etapa política, unas u otras pueden adquirir también mayor relevancia. La infinidad de medios alternativos proclives al cambio permiten visualizar las posibilidades de los diferentes roles.

La importancia de la integralidad, así entendida, se refleja en las apreciaciones de Lenin en torno al papel de la prensa. Las formas marginales de comunicación o "agitación local artesanal", que por sí solas suelen tender a la dispersión de esfuerzos, sirven de base sin embargo "para toda la actividad del partido" (118). En la Rusia de finales de la década de 1890, las "hojas obreras" -primeras publicaciones socialdemócratas, del tipo "volante"- alcanzaron una importante difusión, aún en la clandestinidad. Pese a eso, Lenin bregó por superar el "carácter estrecho, 'artesano', de la labor local", a fin de crear un órgano de difusión central, fundamental para "la organización del partido y la unificación de todos los socialdemócratas". Al mismo tiempo, ese órgano central debía estar estrechamente vinculado a las formas locales.

Fernando Reyes Matta, por otra parte, plantea la necesidad de generar una red que coordine las diversas experiencias en un sistema alternativo de información, y señala también dos niveles: uno de superficie, donde se desarrolla la experiencia alternativa; otro subterráneo, donde se desarrolla la experiencia clandestina. La primera debe ser más cuidadosa en su discurso, mientras que la segunda tiene más libertad de acción. La comunicación marginal, entendida como "una experiencia previa que impulsa el proceso de comunicación alternativa", comienza con un grupo que "echa a andar un medio" y que, en la medida en que "se hace parte de la praxis social, adquiere la fuerza de permanecer, dejando de ser una forma marginal y pasando a ser una expresión alternativa" (119).

Esta idea presenta dos niveles de acción en lo que hace a la comunicación alternativa. Pero no necesariamente uno es el puntapié inicial del otro. Además, ambos pueden ser complementarios. Retomando el caso ruso, el desarrollo satisfactorio de Pravda (120) como órgano legal necesitó, de todos modos, un órgano clandestino central para completar la información. Y eso pese a que el periódico venía a ser la consecuencia de una serie de publicaciones clandestinas y descentralizadas que minaron durante años a las fuerzas reaccionarias y que permitieron a los obreros participar tanto de su elaboración como de su distribución.

En ese sentido Lenin plantea la necesaria combinación entre la prensa legal y la ilegal, es decir, de superficie o subterránea, en virtud del desenmascaramiento del "carácter engañoso de la libertad y de la igualdad bajo la democracia burguesa". Es por ese motivo que propone a los partidos la creación de periódicos legales de difusión masiva entre los obreros que, sin decirse comunistas, aprovechen los resquicios de la legalidad para alcanzar el mayor número de lectores; al mismo tiempo que llama a reproducir "octavillas clandestinas (...) en multitud de imprentas por los obreros (clandestinamente o, si el movimiento crece, mediante la ocupación revolucionaria de los talleres tipográficos) y que proporcionen al proletariado una información revolucionaria libre y consignas revolucionarias" (121).

La resolución aprobada en 1913 por el Comité Central del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia es clara al respecto: mientras en el primer punto establece "la enorme importancia de la prensa legal para la causa de la agitación y de la organización socialdemócratas"; más adelante continúa que "en vista del agudizamiento de la lucha revolucionaria de las masas en los últimos tiempos, y de la precisión de informar de ella plenamente (...), cosa que no está al alcance de la prensa legal, la reunión llama a (...) impulsar la editorial clandestina del partido, advirtiendo que, además de las octavillas y folletos clandestinos, (…) es absolutamente imprescindible la salida más frecuente y regular del órgano clandestino del partido (Organo Central)" (122).

En nuestro país y de acuerdo al caso que estamos estudiando, las formas de comunicación significaron una respuesta a la realidad concreta. Cuando ya no fue posible un diario legal como Noticias, apareció ANCLA; casi enseguida nació la Cadena Informativa, más artesanal en su forma y más limitada en cuanto a objetivos y destinatarios; y finalmente surgieron las cartas que llevaban la firma de Rodolfo Walsh, en una vuelta a la propia identidad para llamar la atención acerca de lo que estaba sucediendo.

Tal como señaló Lilia Ferreyra, Walsh ideó medios de comunicación adecuados al contexto político en que les tocaba desarrollarse (123). La agencia clandestina fue parte de un proyecto transformador y desde su estructura se vinculó a la praxis social. Respondió a una evaluación política tendiente a generar herramientas políticas ofensivas en el marco de un repliegue estratégico hacia los sectores populares y el peronismo como identidad de las masas. Esto demuestra hasta qué punto la comunicación puede alcanzar un rol activo en la articulación, organización y autodefensa popular: como decía Simón Bolívar, "la prensa es la artillería del pensamiento" (124).

De la misma forma, las radios insurgentes surgieron como necesidad de comunicación y organización de la guerrilla frente a la censura, y la red de radios mineras bolivianas nació para la lucha y la autodefensa obrera y campesina frente a la emergencia política. Asimismo, y pese a la clandestinidad y la represión, las formas artesanales de comunicación trabajadas durante la primer resistencia peronista (desde el derrocamiento de Perón hasta el gobierno de Frondizi), fueron de gran efectividad y abrieron el camino de los sabotajes y la incontenible movilización del peronismo proscripto que se evidenció en la cumplimentación de las directivas enviadas por Perón desde el exilio.

La línea contrainformacional como elemento de la alternatividad puede rastrearse en todas estas experiencias. La agencia de noticias cubana Prensa Latina constituye uno de tantos ejemplos. Fundada en 1959 por Jorge Masetti y donde participó activamente Rodolfo Walsh, entre sus objetivos figuraba el de presentar una cobertura eficaz de las noticias cubanas e internacionales, sistemáticamente deformadas por el discurso de los monopolios informativos transnacionales. Perón en la Argentina y Quadros en Brasil intentaron también la creación de agencias noticiosas propias, ensayos que fueron ahogados por las agencias norteamericanas "para quienes el periodismo estatal es un crimen cuando se trata del estado nacional, y no lo es cuando detrás se oculta el poder extranjero" (125).

En 1968 se presentó en las sedes de la CGT de los Argentinos de Rosario y Buenos Aires la muestra Tucumán Arde (126). En aquella oportunidad, un grupo de artistas planteó la muestra como una campaña contrainformacional destinada a mostrar la crítica situación tucumana, producto de los sucesivos cierres de los ingenios azucareros (127). Frente al silencio y la tergiversación de los medios masivos y la propaganda oficial de la dictadura de Onganía, la muestra buscó causar entre los espectadores el mismo efecto que el de un acto político, de forma de aportar realmente al cambio (128).

Tampoco escapan a esta interpretación los grupos de Cine de Base y Cine Liberación, o el Semanario CGT, que se planteó como un periódico enfrentado a los medios masivos entendidos como parte constitutiva del sistema, y por lo tanto como manipuladores de la información que ponen trabas a la interpretación de la realidad obrera y social o tergiversan los acontecimientos. Estas experiencias se desarrollaron en el marco de una realidad político-social signada por la Revolución Cubana y la guerra de Vietnam, entre otros hechos de relevancia, que a su vez funcionaron como anclaje de sentido de muchos de los proyectos de comunicación alternativa.

Actualmente, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional busca contrarrestar a través de sus comunicados las informaciones oficiales acerca de la situación en Chiapas y sobre las masacres producidas por el ejército oficial y los grupos paramilitares contra comunidades indígenas, los cuales circulan por Internet y en poco tiempo lograron el objetivo político de la adhesión internacional de numerosos organismos de derechos humanos y de personalidades del mundo intelectual y artístico: allí donde comienza a plantearse un proyecto de transformación económica, política y social, la necesidad de comunicarse para el aprendizaje, la organización, la lucha y la movilización, es fundamental.

 

Una tradición latinoamericana: la prensa como herramienta de combate

El uso de medios de comunicación como herramienta política contrainformacional tuvo un rol fundamental en latinoamérica desde mucho antes del surgimiento de las experiencias aquí mencionadas. Tal es el caso de los pasquines sediciosos que acompañaron el malestar y las tempranas sublevaciones en las postrimerías del régimen español en América; los escritos clandestinos que circularon en la Buenos Aires colonial durante los cabildos de 1809 y 1810. Y las indicaciones de Mariano Moreno sobre la importancia de la propaganda "para consolidar la obra grande de nuestra Libertad e Independencia", entre otras experiencias de no menor relevancia.

Un seguimiento del desarrollo de las formas comunicacionales contestatarias o de oposición a lo largo de la historia, revela una notable tradición en la materia. De todas formas, no pretendemos aquí agotar todas las posibilidades, sino descubrir -desde el desarrollo de algunos casos significativos- los modos de funcionamiento de la prensa como instrumento de combate y su aporte a una conceptualización de la comunicación alternativa ligada a los procesos de cambio.

Dos resoluciones, una del 14 de abril de 1766 y otra del 18 de diciembre de 1804, actúan como el punto cero de donde parte nuestro análisis: concretamente, porque representan el momento en que las autoridades del virreinato comenzaron a vislumbrar el peligro que los pasquines significaban para el orden y la soberanía peninsular sobre el territorio americano. Dichas disposiciones fueron las encargadas de prohibir en las tierras del Reino "la composición de pasquines, sátiras, versos, manifiestos y otros papeles sediciosos" (129) que circulaban clandestinamente o amanecían fijados en lugares públicos, Incluso, castigaban con dureza a quienes por simple curiosidad los guardaban o los leían.

Según el historiador Boleslao Lewin, "en la época colonial de Hispanoamérica, a medida que surgía el descontento, aparecía el pasquín, el escrito ilegal programático, reivindicatorio o simplemente insultante. No existe una producción política escrita tan expresiva y tan auténticamente popular, por su carácter intrínseco y por la rapidez de su difusión, como la de los pasquines (...), vehículo por medio del cual el espíritu revolucionario penetraba en las capas populares, cuyo anhelo expresaba".

El fenómeno del pasquinismo en la América colonial cumplió con éxito una doble función de protesta y organización contra la corona y de defensa de los intereses de criollos y mestizos. Incluso, este peculiar modo de comunicación fue muy intenso en el Alto Perú, donde aún no existía la imprenta. Para el historiador Humberto Vázquez Machicado, el punto más alto en la difusión de los misteriosos folletos tuvo lugar durante el último período del régimen, cuando la conciencia emancipadora comenzó a extenderse secretamente, pero a paso firme, a lo largo y a lo ancho de los virreinatos. En ese entonces, los escritos que promovían sublevaciones y pregonaban la libertad actuaron como "válvula de escape, elemento de campaña (y) ardid de guerra (…) Aherrojado el pensamiento libre y castigados horriblemente los que se hubiesen atrevido a hacer propaganda contra el régimen, los descontentos valíanse de los pasquines para llevar a conocimiento del pueblo su prédica" (130).

Los escritos acompañaron cada una de las manifestaciones del descontento. La rebelión campesino-indígena encabezada por Tupac Amaru (1780-81) fue una de las primeras, aunque ahogada con extrema violencia por las tropas del virrey Agustín de Jáuregui. Tras la sublevación, que funcionó como un toque de alerta para las autoridades del virreinato, los criollos aprendieron de la debilidad española y tomaron conciencia de la necesidad de acercarse a los mestizos para enfrentar a la realeza. El pánico por la insurrección fue una oportunidad, además, para lanzar sus pasquines de denuncia contra los privilegios de ultramar y sobre la escasa participación criolla en la apropiación de los beneficios económicos: esos años vieron aparecer hojas escritas, algunas en latín, otras con deliberadas faltas ortográficas, en Charcas, Chuquisaca, La Plata, La Paz, Buenos Aires y Santiago del Estero. Una, fechada en marzo de 1780, amenazaba: "Los ciudadanos de La Paz que hasta La Presente, quietud han mantenido, Oy día a Los fieles Amigos convida que estén promtos alas tres bombas de n.ra. zeña adar fin en la media noche con el Gallo, y sus Aves, Rompiendo Los tiernos Christales. También alos Adulones advertimos, que si respaldan, al Corregidor: morirán martirez con el" (131).

Poco más tarde, una firme intencionalidad emancipadora se reveló en infinidad de pasquines que actuaron con la eficacia de un arma de combate en el terreno de la conspiración. En 1785 Chuquisaca vivió una nueva sublevación, llamada "de los muchachos", donde se evidenció la creciente coordinación entre criollos y mestizos: mientras las clases populares se enfrentaron a los soldados del rey, los criollos aportaron lo suyo con la difusión clandestina de pasquines que alentaban a la pelea e impulsaban a la acción. Buscaban, de esta forma, horadar aún más las débiles estructuras virreinales, sembrar el desprestigio, hacer correr las más variadas suspicacias; en otras palabras, acelerar la caída del régimen.

"Esa labor picante, no solo tendenciosa, sino corrosiva, (...) de amenazas veladas o abiertas, etc. hacía tanto o más daño que una revuelta intrascendente. Pinchaban en los puntos neurálgicos del sistema y se ensañaban en sus vicios y defectos, los que no sólo ponían al descubierto, sino que a veces exageraban a fin de aumentar mayormente el efecto de sus sátiras y ataques", explica Vázquez Machicado. Esta táctica de exasperación del enemigo creaba el clima propicio para el fermento de las ideas revolucionarias. Y "como los redactores de los pasquines estaban dentro del mismo medio contra el cual estaban dirigidos, sabían muy bien dónde, cómo y cuándo herir" (132).

Los pasquines sediciosos cumplieron con eficacia una doble tarea de denuncia y agitación y de suspicacia y conspiración (inteligencia). En las postrimerías de un régimen que se desmoronaba, su acción involucró tanto la representación como la acción y tuvo un objetivo bien definido: primero de defensa de los intereses criollos lesionados, luego de aliento para la emancipación. Los emisores, amparados en el anonimato y siempre prestos a defender el honor y la inocencia, supieron crear lazos secretos entre los descontentos del virreinato, haciendo de cada receptor un emisor en potencia. Como toda propaganda contraria al régimen era sistemáticamente censurada y reprimida, los escritos volantes actuaron como una herramienta de difusión clandestina, informando "al público corriente de los puntos flacos y vulnerables del régimen, a la par que de la actitud e intenciones rebeldes, y así poco a poco, en medio de sus intencionadas faltas de ortografía o incorrecta redacción, desaliñada adrede, enseñaban al pueblo el camino de la emancipación" (133).

Hacia 1794-95, los pasquines vuelven a irrumpir en la vida colonial, pero esta vez claramente influidos por las ideas de la Revolución Francesa: "Mueran los Poderosos Criollos y ladrones Europeos, a Barrilasos de Polbora; Viva Francia, y las yndias entre Plebeos, y naturales. Lebantemonos" (134) , rezaba uno de ellos. Es notable la veracidad con que muchos de los escritos reflejaban los sucesos europeos. Los vivas a Francia no eran otra cosa que la imagen de la libertad y la igualdad, traducida a las necesidades de la colonia. Lo cierto es que los pasquines, que constituyen todo un género literario, efectuaron su labor de agitación tanto desde un punto de vista más burlón como político, de acuerdo a los planes de sus redactores y a las necesidades coyunturales.

En la Buenos Aires de 1795, los pasquines sediciosos fueron el órgano popular de expresión de la llamada "conspiración de los franceses" (135), primera irrupción popular en la política argentina en tanto figuran hombres procedentes de las clases populares como acusados de un delito político (136). En aquella oportunidad, el alcalde de primer voto Martín de Álzaga lanzó una dura persecución contra los sospechosos de conspirar y sublevar a los esclavos. Los escritos, que amanecían pegados en distintas esquinas de la ciudad, eran el soporte adecuado para la difusión de las consignas revolucionarias que los "libros prohibidos" trabajaban con mayor detenimiento. De hecho, el episodio comenzó con la quema de un "Bolter"; es decir, de una obra de Voltaire.

El alcalde Álzaga, alertado del peligro en ciernes, dispuso entonces la detención del mestizo correntino José Díaz, un tupacamarista que profesaba un profundo odio hacia los peninsulares y que veía en la Revolución Francesa la esperanza de una vindicación social. No se trataba de una travesura o un hecho intrascendente, puesto que el alcalde realizó un despliegue inusual para dar con los conspiradores y fue inflexible a la hora de aplicar numerosas sesiones de las más terribles torturas.

En respuesta a la actitud de Álzaga, los "franceses" multiplicaron la producción de pasquines de tono amenazante: "Martín Álzaga, dentro de un año irás a la guillotina; tú y cuantos andan con averiguaciones, y tus bienes serán para la Convención Americana. Tu asesor piensa conseguir una garnacha, será el segundo que la estrene. Guarda éste para la memoria. ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva la Libertad! (...J". Otro, del mismo tenor, decía: "Señor capataz, sírvase dirigir esos esclavos a la Libertad, pues si no será guillotinado junto con su patrón, don Martín de Álzaga". y con respecto a los presos, otros dos pasquines sentenciaban: "Españoles, los que sois cuerdos, mucha sangre costará a los que tienen parte en la prisión de los franceses. ¡Viva la Libertad! ¡Viva la Libertad! ¡Viva la Libertad!"; "La nación francesa tomará satisfacción. Costará arroyos de sangre. Ya se da aviso a París. Satisfacción se dará. ¡Ladrones! Tu tienes los bienes de los franceses. ¡Viva la Libertad!" (137).

Esta suerte de "guerra de nervios" propia de la circulación de pasquines puede descubrirse, también, durante los cabildos de 1809 y 1810, que públicamente juraban lealtad a Fernando VII y por lo bajo aseguraban que "Ias Américas primero dejarán de ser, que dejar de aspirar a gobernarse por sí misma, puesto que devemos contar por muerto al Sr. D. Fernando, exista o no exista" (138). Se trataba de una oposición sorda pero no por ello menos firme, y que estaba a la vista aunque al mismo tiempo era inasible. Asimismo, y a pesar de "las caretas de felicidad a Fernando VII", Vázquez Machicado concluye que "las rebeliones de 1809 y 1810 en el Alto Perú como en el Río de la Plata, fueron esencialmente libertadoras".

Mientras tanto y en Buenos Aires, la Primera Junta Patria (1810) encargaba a su secretario, Mariano Moreno, la redacción secreta de un Plan de Operaciones destinado a consolidar la obra de la Independencia (139). Tal como consta en dicho texto, "la base de la propaganda sería el misterio de Fernando, 'circunstancia la más importante para lIevarla siempre por delante, tanto en la boca como en los papeles públicos y decretos (…) pues es un ayudante a nuestra causa el más soberbio, (y) aún cuando nuestra obra y conducta desmientan esta apariencia, (...) nos da un margen para fundar ciertas gestiones y argumentos, así en las cortes extranjeras como en España'" (140).

El objetivo manifiesto de esta política era "entretener y dividir las opiniones de la misma España, haciendo titubear y aparentar por algún tiempo hasta que nuestras disposiciones nos vayan poniendo a cubierto"; para ello, el plan aconsejaba enviar "actas o representaciones a los cabildos de esta capital e interiores expresando que (...) se desvelan para conservar los dominios de esta América para el señor Fernando VII" (141). El plan secreto establecía también la formación de una embajada en la península, de "tres hasta cinco individuos de talento y que atesoren el don de la palabra", con el cometido de hacer dudar a los españoles sobre cuál de ambos partidos era el verdaderamente realista (142).

Esta campaña de acción psicológica y contrainformación colocaba en un lugar destacado a la propaganda. En ese sentido, proponía el envío de cartas con nombres y firmas falsificadas, con el objeto de provocar el desprestigio y la desconfianza entre las fuerzas realistas. En otras palabras, se trataba del recurso del secreto, del disimulo y la confusión deliberada, propio de los pasquines sediciosos -cuyas faltas ortográficas y errores de redacción tenían el propósito de despistar- y de todas aquellas experiencias que combinaron la inteligencia y la comunicación para alcanzar sus objetivos.

Estas formas de encarar la comunicación como arma de combate constituyen una tradición en la difusión política latinoamericana, y como tal pueden rastrearse, a lo largo de los años y de acuerdo a las nuevas coyunturas, en el funcionamiento de numerosas prensas de oposición. De hecho, Rodolfo Walsh fue un apasionado de la historia nacional: como señaló Horacio Verbitsky, Walsh "era muy crítico de quienes conocían en detalle la historia de la Unión Soviética y desconocían cómo se toma el poder en la Argentina". No proponemos aquí la posibilidad de una traslación mecánica, deliberada o razonada de conceptos, sino de cómo el estudio sistemático de los sucesos funciona como back up para las diferentes tareas dentro de un proceso de cambio.

En tal sentido, Verbitsky sostuvo que el grupo de la agencia ANCLA estaba "absolutamente familiarizado" con las lecciones de la historia nacional y latinoamericana, y el mismo Walsh, en un documento interno del 5 de enero de 1977, establece que "la toma del poder en la Argentina debería ser (...) nuestro principal tema de estudio, como lo fue de aquellas clases y de aquellos hombres que efectivamente lo tomaron. Perón desconocía a Marx y Lenin, pero conocía muy bien a Yrigoyen, Roca y Rosas, cada uno de los cuales estudió a fondo a sus predecesores" (143). De esta manera es posible trazar paralelismos entre las diversas experiencias.

Los ejemplos en este sentido abundan: San Martín llamó "guerra de zapa" a su campaña de desinformación previa al cruce de la Cordillera de los Andes, en 1816, mediante la cual procuró con éxito desconcertar los planes realistas, fomentar la discordia y trabajar el frente interno enemigo. Antes de cruzar la cordillera, el Libertador -sabiéndose vigilado por agentes realistas- dejó sobre su mesa de trabajo planes falsos de la que sería su campaña a Chile. Asimismo, envió correspondencia adulterada. Esto le sirvió para avanzar con la columna principal y sin contratiempos por el cruce de Los Patos, mientras las tropas realistas lo esperaban por el norte y por el sur (144).

La importancia del trabajo sobre el enemigo también es notable en las políticas comunicacionales de Juan Manuel de Rosas durante la intervención anglofrancesa. En ese sentido, el historiador José María Rosa sostiene que "los agredidos pueden valerse de la misma prensa de los agresores para defenderse (...) Hacer propaganda contra la agresión por todos los medios, el soborno inclusive; valerse de diarios, libros, folletos, discursos parlamentarios, mociones académicas, hasta reuniones públicas. Crear, en fin, en la metrópoli agresora un frente desfavorable a la intervención" (145).

Rosas hizo de las legaciones en Londres y París agencias de propaganda: Manuel Moreno (hermano de Mariano) y Sarratea recibieron la orden de quedarse en las capitales europeas, porque "la verdadera batalla se libraría allí (...) Cada legación se convirtió en un centró de actividad, con conexiones periodísticas, parlamentarias, jurídicas y su indispensable 'fondo de reptiles' para comprar conciencias (...) Alvear en Estados Unidos y Guido en Brasil tenían idénticas instrucciones (...) Pero la batuta de la propaganda periodística la dirigió el mismo Rosas desde Buenos Aires, con la publicación, de aparición irregular, del Archivo Americano y espíritu de la prensa del mundo" (146). Escrito en varios idiomas, el Archivo... se enviaba a los periódicos del mundo, con el objeto de lograr un "rebote" de las informaciones allí publicadas. De hecho, muchos reprodujeron sus artículos.

La importancia de la prensa como instrumento de lucha también está presente en Domingo F. Sarmiento en su oposición a Rosas desde Chile (el Facundo es otra de sus obras de singular importancia); y en el trabajo de prensa de los unitarios exiliados -entre ellos Juan Bautista Alberdi- que hicieron de Montevideo su base de operaciones para "derrocar al tirano". La prensa, en aquella oportunidad, fue el arma adecuada para llamar a los sectores del interior a sumarse a las campañas de los "ejércitos libres" apoyados y financiados por Francia e Inglaterra (147).

Bartolomé Mitre y su "tribuna de doctrina", el diario La Nación; o los trabajos de José Hernández, ofrecen otras posibilidades. Sin intenciones de agotar el tema, los tópicos reseñados en este apartado revelan una importante tradición latinoamericana en el uso de las herramientas de información, interesantes en tanto bagaje histórico cultural para un estudio del desarrollo de las experiencias de comunicación pensadas como instrumento político en nuestro continente, en general, y del trabajo de ANCLA en particular.

 

     

 

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Notas

109 Cfr. Graziano, Margarita. ININCO (1980). El planteo de Graziano en el texto es una suerte de síntesis entre lo horizontal y participativo y el objetivo de cambio social, pero el elemento más subrayado es la necesidad de la experiencia alternativa de formar parte de una estrategia totalizadora. Por lo tanto la autora se pregunta si, en ese sentido, la comunicación alternativa "no se convierte en un requisito básico de toda forma de       comunicación política" de las organizaciones de militancia.

110 Idem.

111 "Cine militante: una categoría interna del Tercer Cine", documento del grupo Cine Liberación fechado en marzo de 1971. Entre otros, estuvo formado por los realizadores Fernando Solanas y Octavio Getino. En Mestman (1993).

112 Esquematizando, la polémica se centró en torno de la descentralización, repliegue y resistencia planteados por Walsh y la centralización en la práctica, el militarismo y la contraofensiva por parte de la Conducción Nacional de Montoneros.

113 Tanzania conquistó su independencia en 1961, y sirvió de refugio a muchos combatientes del FRELlMO.

114 Cfr. M. W. Cepeda, entrevista realizada por Ernesto Lamas. En Causas y Azares (primavera de 1994).

115 En El Salvador, las radios que sirvieron de instrumento de comunicación de la guerrilla hoy intentan adecuarse a la "pacificación social". La radio Venceremos busca competir con las radios musicales tradicionales. La radio Farabundo Marti cambió-alteró su discurso combativo y guerrillero para acompañar la política de reconciliación y su consecuente vía electoral. Si antes se trataba de transmisiones en guerra, hoy se trata de transmisiones en paz: justamente, fue el discurso de la guerra de liberación el que empezó a suavizarse a partir del proceso de pacificación. Actualmente las radios se reivindican como espacios de participación integral, popular y pluralista. Hubo que adecuar las estructuras clandestinas del campo a la necesidad de competencia en las ciudades. Ya no se trata del cambio, sino de adecuarse al nuevo marco legal, a la necesidad de profesionalización y financiamiento para estar a la altura de los medios dominantes y así poder ofrecer una opción al discurso hegemónico. Entre otras razones, esta nueva realidad es posible en función de la desorganización popular y de la derrota política y militar de las experiencias revolucionarias de los años 1960-80 en Latinoamérica. De todos modos, el hecho de que las radios otrora insurgentes deban mantener guardias permanentes del Frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional señala que su discurso o aún su propia presencia en el éter sigue siendo una molestia para el régimen.

116 Organo oficial del Partido Montonero.

117 Evita Montonera, año 1, número 7, septiembre de 1975. El articulo se titula "El mejor servicio de informaciones es el pueblo".

118 Nótese que en la Rusia pre-revolucionaria el medio privilegiado era el escrito, en razón del nivel de alfabetización de trabajadores y campesinos. En Argentina, por razón similar, las experiencias de alternatividad prefirieron también los medios escritos, tal es el caso de ANCLA y diarios como Noticias y El Mundo, aunque no se desestimó la radio dado su amplio alcance (por ejemplo, las interferencias de Radio Liberación de Montoneros). En cambio, en Bolivia y El Salvador, donde el analfabetismo alcanza niveles que llegan al 80 por ciento de la población, el medio privilegiado fue la radio. El caso de Mozambique, finalmente, es paradigmático: el 95 por ciento de los pobladores no sabía leer ni escribir, al tiempo existían cinco lenguas oficiales y numerosos dialectos, lo que llevó al Frente de Liberación de Mozambique (FRELlMO) a utilizar tanto la radio como los volantes, las caricaturas y los murales.

119 Cfr. Reyes Matta, Fernando. En Simpson Grinberg (1986).

120 Diario legal bolchevíque. Empezó a publicarse en Petersburgo a principios de 1912, con un importante aporte económico de los obreros.

121 Publicado en junio de 1920 bajo el título "Tesis sobre las tares fundamentales del II Congreso de la Internacional Comunista". Cfr. Lenin, recopilación (1979).

122 Publicado en 1913 en el folleto "Comunicado y resoluciones de la reunión del verano de 1913 del CC del POSDR con los cuadros del partido". Cfr. Lenin, recopilación (1979).

123 Cfr. Lilia Ferreyra (noviembre de 1997).

124 Cfr. Reyes Matta, Fernando. En M. Simpson Grinberg (1986). El autor puntualiza que Bolívar recorría América Latina con una pequeña imprenta montada en una mula.

125 La "catarata de basura informativa", tal como la define Walsh en su prólogo al libro "Los que luchan y los que lloran" de Jorge Masetti, puesta en práctica por las agencias de noticias transnacionales para aislar a Cuba, continúa hasta la fecha.

126 La muestra presentada en la sede de Buenos Aires fue clausurada a pocas horas de comenzar.

127 Base de la economía tucumana.

128 Cfr. Ana Longoni y Mariano Mestman. En Causas y Azares nro. 1 (primavera de 1994). Los autores explican que la obra estaba inserta en una realidad político-social que la hacia posible y le daba sentido, donde arte y política buscaban fusionarse.

129 Cfr. Humberto Vázquez Machicado. En revista Historia nro. 9 (1957). El autor puntualiza que ambas resoluciones constituyeron después la ley 8 del título XXV del libro XII de la Novísima Recopilación de 1805. Esta ley, como tantas otras, "no se cumplía sino cuando había un interés especial de la Corona, y ni aún así era capaz de contener esta natural tendencia del ingenio popular". Vázquez Machicado explica que los escritos clandestinos abundaron en épocas de Felipe IV y de Carlos II, entre otras, y que un rastreo de sus orígenes puede llevar a tiempos de la oposición a los césares de la época romana, entre diez y ocho siglos atrás. Boleslao Lewin, por otra parte, agrega que en 1779 el virrey Vértiz impuso penas de arresto a personas de alta clase social por el solo hecho de leer un pasquín.

130 Cfr. Vázquez Machicado (1957).

131 Citado en Vázquez Machicado (1957).

132 Cfr. Vázquez Machicado (1957).

133 Idem.

134 Citado en Vázquez Machicado (1957).

135 Nótese que no se trataba necesariamente de personas de esa nacionalidad, sino de hombres influidos por el enciclopedismo francés que ya cruzaba el Atlántico.

136 Cfr. Boleslao Lewin, en el Anuario del Instituto de Investigaciones Históricas nro. 4, FFyL, Universidad del Litoral (1960).

137 Citado en Boleslao Lewin, op. cit.

138 Idem.

139 También Manuel Belgrano colaboró en la redacción del Plan.

140 Cfr. José María Rosa (1964). Las comillas indican una cita de uno de los pasajes del Plan de Operaciones.

141 Cfr. Mariano Moreno, Plan de Operaciones. Citado en José María Rosa (1964).

142 Idem.

143 Cfr. Walsh, Rodolfo. En Baschetti (1994).

144 El cruce principal del Ejército de los Andes fue por Los Patos, frente a la provincia de San Juan; pero para distraer al enemigo otros destacamentos menores cruzaron por Uspallata, Come-caballos (La Rioja), Guana, el Planchón y Portillo.

145 Cfr. José María Rosa (1964).

146 Idem. El Archivo Americano... apareció entre 1843 y 1852.

147 Idem.

     

 

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