ANCLA

por Natalia Vinelli

 

 

Posdata

Una investigación es un laberinto. En el camino se van abriendo, lentamente, puertas que prometen diferentes recorridos. A cada paso nacen nuevas posibilidades y la investigación sigue hasta acercarse o llegar al centro. Pero en ese viaje, a veces, quedan algunas puertas sin golpear. Puertas que, tal vez, agregan otras miradas que completan el trabajo realizado. Luego de la publicación de la primera edición de ANCLA, una experiencia de comunicación clandestina, muchas personas nos acercaron datos y materiales valiosísimos. En algunos casos, cuando el espacio lo permitía, los añadimos al texto; otros enfoques, en cambio, preferimos incorporarlos -también limitados por el espacio- a través de esta posdata a la segunda edición. Sabíamos que la investigación era un comienzo (excepto el libro de Verbitsky sobre Rodolfo Walsh y la prensa clandestina, no había otros acercamientos al tema) y esperábamos que el interés en la experiencia de ANCLA generara nuevas respuestas.

Así tomó más cuerpo la cuestión de los enigmas, tan presente en la obra del militante y escritor. Porque a Rodolfo Walsh, según explica su hija Patricia (180), "le encantaban los enigmas y le gustaba resolverlos", lo cual está muy relacionado con "su pasaje por la literatura policial y su fascinación por la literatura fantástica". Por ejemplo, uno de sus memorables cuentos, titulado "El genio del anónimo" y publicado originalmente en la revista Leoplán (181), narra los pormenores de una verdadera guerra de nervios librada entre un "fantasma" y la nobleza y el gobierno británicos del siglo XVIII. Escribe Walsh que esta historia "constituye una de las burlas más colosales de todos los tiempos".

"Todo empezó cuando en el Public Advertiser, periódico popular de la época, ...apareció una carta firmada por un tal 'Junius', donde se arremetía impávidamente contra los personajes más encumbrados del país. Literalmente, esa carta no dejaba títere con cabeza". Más adelante, el escritor sostiene que aquel fantasma era un genio de la invectiva y que "gozaba, por añadidura, de una inconmensurable ventaja: permanecer ignorado e inidentificable mientras él, a juzgar por todos los indicios, conocía al dedillo la vida política y aun íntima de sus sucesivos rivales. 'Junius' podía acusar públicamente a cualquiera de sus víctimas de cultivar una excesiva amistad con la botella, de apalear a su mujer o de tener un lunar en la nariz -supuesto que así fuese-, pero, ¿quién podía retribuirle? 'Junius' era un hombre sin cara ... de quien se ignoraba todo".

Durante su reinado de tres años y a la manera de los pasquines sediciosos y de las cartas anónimas con firmas falsificadas impulsadas por Mariano Moreno en 1810 (destinadas, justamente, a sembrar la desconfianza entre las fuerzas realistas), "Junius" puso en jaque a los hombres y las instituciones inglesas de su época. En todo ese tiempo no fue "posible atraparlo ni averiguar más datos que los que él voluntariamente suministraba. Sus víctimas le tendieron innumerables trampas. Todos fracasaron. Un instinto infalible parecía guiar al desconocido francotirador".

Entonces volvemos al Plan de Operaciones: dijimos a lo largo de este trabajo que Rodolfo Walsh era un apasionado de la historia nacional y latinoamericana y que, muchas veces, su estudio funcionaba como experiencia acumulada para avanzar en las diferentes tareas en un proceso de cambio. Patricia Walsh sostiene que más allá del debate sobre la autenticidad del Plan de Operaciones, el escrito era "lectura obligatoria para una buena parte de la militancia de la década del '70, o por lo menos para la militancia de la cual, yo provengo, la tendencia revolucionaria del peronismo". Y agrega: "Ese libro tiene que estar en mi biblioteca. Porque entre otras cosas yo heredé libros de mi hermana, libros de mi papá, libros de mi mamá... Y sospecho que debe estar subrayado, porque mi padre era un gran lector y tenía batallas con los libros: los marcaba, los subrayaba, se enojaba y hacía comentarios. Y sé que realmente está así" (182).

Recién en estos últimos años, Rodolfo Walsh comenzó a "descubrirse" como militante orgánico de una fuerza político militar. La publicación de los documentos internos de debate dentro de Montoneros primero, y sus papeles personales después, aportaron una mirada más interesante y menos ascética sobre su compromiso político. Y nuevos materiales comenzaron a proponer nuevos enfoques (183). Antes se privilegiaba, salvo excepciones, al periodista y escritor; en todo caso, al intelectual comprometido.

Sobre este hecho y su tratamiento investigativo, Patricia Walsh dice que "mi padre disfrutaría mucho de ver cómo se han ido construyendo enigmas sobre su propia persona. Yo creo que él escribe acerca de sí mismo en algunos textos donde escribe sobre otros. Por ejemplo, en el prólogo a Los que luchan y los que lloran, mi padre escribe sobre Jorge Ricardo Masseti y dice 'Periodista, sabía como se construyen renombres y se entretejen olvidos. Guerrillero, sabía que si era derrotado el enemigo sería el dueño momentáneo de su historia', Esto me parece que él pudo haberlo escrito para sí; sin embargo, claro, el enemigo va a ser el dueño momentáneo de su historia. Y por suerte esto se empieza a acabar en este momento, ya podemos empezar a hablar un poco más fuerte de algunas cosas.

"Cuando allá por el año '84, '85 se empieza a reeditar la obra de mi papá, se hablaba mucho del intelectual comprometido. Mi papá había sido un intelectual comprometido. Y a mi me parecía que no, que mi papá había pasado por una instancia en la que era un intelectual comprometido pero que había textos que luego se pudieron publicar, entre ellos los que están recopilados en un libro que se llama Ese hombre (184), que daban cuenta de la enorme lucha que tenía consigo mismo para asumir en algún momento una opción militante. Y ahí sí. Este hombre, muy poco antes de desaparecer -estoy hablando de octubre de 1976, ya había muerto mi hermana Vicky-, me dice que está orgulloso de haberse convertido, de haber podido convertirse en un combatiente. Entonces ya no era exactamente un intelectual comprometido. Él estaba orgulloso de haber podido llegar a ser un combatiente. Y precisamente a él, que se ocupó tanto de sostener una versión de rigor con la verdad, mal podemos hacerle si pretendemos arreglarle la biografía. Cómo vamos a querer cambiarle la biografía, esto no sería hacerle homenaje a Walsh de ninguna manera.

"Entonces, cuando sobre todo por aquellos años de la década del '80 se publicaba que mi papá tenía diferencias con la organización Montoneros y que incluso se había ido de la organización Montoneros, que se había distanciado de la organización Montoneros y recuperaba su nombre y su apellido, lo cual daría cuenta de esa distancia con la organización Montoneros, yo pensaba lo mismo que pienso ahora: ¿cómo le vamos a arreglar la biografía? ¿cómo vamos a hacer eso? Porque está muy bien planteado en este libro cómo la recuperación del nombre y del apellido no tiene que ver con una decisión de haberse ido de la organización sino con algunos recursos que él, dentro de la organización, estimaba como legítimos. Incluso hay una frase donde se lo cita diciendo 'Estas diferencias, estos planteos, deben ser entendidos como una discusión dentro de la organización misma y no como una ruptura'. Él había decidido no irse del país y propuso a la organización que integraba una serie de medidas que tenían que ver con pasar a la resistencia" (185).

Pensar a Rodolfo Walsh de formal integral nos permite, entonces, comenzar a romper con el ícono de mármol. Rodolfo Walsh, el militante, ese hombre al que también "le gustaba el buen whisky y que, en situaciones de máxima austeridad, cuando le reprochaban 'cómo vas a gastar... ' contestaba 'nosotros luchamos para vivir mejor, no para vivir peor' (186); Rodolfo Walsh, ese hombre complejo, humano, ofrece la posibilidad de dar con miradas más renovadas. Interesantes para interpelar el pasado, pero también para activar en el presente. Así el esfuerzo colectivo podrá comenzar a devolverle su propia historia.

En el mismo sentido pero desde el punto de vista específicamente comunicacional, el rescate de la experiencia de ANCLA nos introduce también en un debate que cada vez gana más actualidad: la lucha contra la desinformación y los monopolios multimediáticos. En la búsqueda de respuestas concretas por parte del campo popular, la construcción de herramientas de contrainformación (como todo) no empieza de cero: las experiencias del pasado, con sus aciertos y sus errores, sirven de piso para la lucha actual. Como otras prácticas sirvieron de experiencia acumulada a la hora de pensar la Agencia Clandestina. Lo cual nos obliga a reflexionar sobre la concentración mediática y sobre las formas de contrarrestar la moderna "catarata de basura informativa".

Finalmente, de acuerdo a una lectura posible y esperada de la investigación, se desprende que "si aun en los momentos de mayor represión y derrota se pudieron construir herramientas informativas que cumplieran múltiples roles con aceptable éxito, ¿cómo es posible que hoy no podamos sacar los pies del plato mediático? ¿Por qué debemos depender de los medios del enemigo para informar e informarnos? La vida de Rodolfo Walsh es una bofetada en la cara de los que dicen que los multimedios son la única voz posible, ya que su vida -tanto política como intelectual y profesional- fue una permanente negación de la hegemonía de los medios burgueses" (187). En este campo, la indiferencia deja de tener excusas cuando, como diría Walsh, "te das cuenta que tenés un arma: la máquina de escribir" (188). Un arma que, según como se la maneje, puede ser "un abanico o una pistola".

 

Agosto de 2001.

 

 

     

 

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Notas

188 Walsh, Patricia. Intervención en la presentación de este libro en la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo. Patricia compartió la mesa con Vicente Zito Lema, Horacio González, José Luis Mangieri, Fernando Krichmar (Grupo de Cine Insurgente) y la autora. Noviembre de 2000.

181 Walsh, Rodolfo: "El genio del anónimo". En Cuentos para tahúres y otros relatos policiales. Buenos Aires, Puntosur editores, 1987.

182 Walsh, Patricia. Op. cit.

183 Entre otros, aportan nuevas miradas el documental titulado Operación Rodolfo Walsh, de E. Gordillo, que cuenta con valiosos testimonios sobre la vida política de Walsh. También, sobre la experiencia de Prensa Latina pero desde el estudio sobre Jorge Ricardo Masseti y el EGP, la investigación de Gabriel Rot sobre Los orígenes perdidos de la guerrilla en la Argentina (Buenos Aires, Ed. El cielo por asalto, 2000). Por otra parte, el libro de Analía García y Marcela Fernández Vidal sobre Pirí Lugones, titulado Pirí (Buenos Aires, Ed. De la Flor, 1995), recoge testimonios que incluyen su relación personal y política con Walsh, el clima de la época, las visitas a Cuba y la participación de Pirí, junto a Walsh, en el área de Inteligencia de Montoneros. Las autoras puntualizan que ella, mediante las "escuchas", supo sobre los preparativos de la masacre de Ezeiza en 1973 (las cintas grabadas de las comunicaciones entre las fuerzas represivas sirvieron de base, después, a la investigación de Horacio Verbitsky); y, en diciembre de 1977, poco antes de su propia desaparición, del secuestro de las Madres de Plaza de Mayo en la Iglesia de la Santa Cruz.

184 Compilado por Daniel Link. Buenos Aires, Ed. Seix Barral, 1996.

185 Walsh, Patricia. Op. cit.

186 Idem.

187 La cita pertenece a la lectura de Caviasca, Guillermo Martín: "ANCLA, o cómo sacar los pies del plato". Crítica literaria sobre ANCLA, una experiencia de... publicada en la revista de política y cultura La Maza. Buenos Aires, número 1, julio de 2001.

188 Walsh, Rodolfo. Reportaje de Ricardo Piglia, marzo de 1970. En Link, Daniel (comp.): Ese hombre y otros papeles personales. Buenos Aires, Ed. Seix Barral, 1996.

     

 

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