Un “paraíso” tan temido

Sobre ausencias y exilios

 

Hacia el último círculo del infierno

“...Dime tú, Malena Gainza,
dime tú, Alicia Jurado,
¿por qué incluso han secuestrado
dos monjas, trece madres, 
de aquí, de Plaza de Mayo?
Tú, que pasas distraído
y que ignoras en silencio:
dime si hay dolor tan grande
como un funeral sin muerto
¡Dime, no pases de largo!
¡Y no te laves las manos!
¡No olvides que hay otros cristos
de nuevo crucificados!
Y María, su madre, llora
de nuevo en Plaza de Mayo"
(poema "Quien Llora en Plaza de Mayo")

 

La dictadura militar, con sus políticas represivas, provocó la desarticulación y la parálisis del conjunto de la sociedad. El terror fue reforzado por explícitas amenazas públicas dirigidas a la población por miembros del gobierno militar:

“Primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a sus colaboradores, después... a sus simpatizantes, enseguida... a aquellos que permanecen indiferentes y finalmente mataremos a los tímidos” (3)

En los primeros meses, la magnitud de la represión, la ausencia de denuncias o acciones por parte de los partidos políticos, de los sindicatos, de la iglesia y de la prensa colocaron a la ciudadanía en una situación de completa indefensión. Pero poco a poco comenzaron a escucharse algunas voces que se expresaron de múltiples y variadas maneras: la sociedad comenzó a responder con aislados intentos de resistencia.

Primero fueron denuncias aisladas, búsquedas individuales. Luego un conjunto de organismos de defensa de los derechos Humanos comenzó a hacer denuncias públicas en el país y en el exterior. La mayoría de éstos organismos se fundaron como consecuencia de la magnitud de la represión; otros ya tenían historia en nuestro país.

La Liga Argentina por los Derechos del Hombre fue fundada en 1937 por un grupo de abogados defensores de presos políticos. Después de la creación de las Naciones Unidas adoptó su Declaración Universal de los Derechos Humanos como su inspiración fundamental. El Servicio Paz y Justicia trabajaba en la Argentina desde 1974, con la coordinación general para América Latina de Adolfo Pérez Esquivel. Se define como un organismo ecuménico, de inspiración cristiana” que “toma opción de compromiso con los pobres, oprimidos y dominados en la búsqueda de justicia, liberación y superación de las dominaciones”. La Asamblea Permanente por los Derechos Humanos se fundó en 1975 como respuesta ante el accionar de la Triple A, y con el objetivo de promover la vigencia de los de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre; esta entidad hacía hincapié en el derecho a la vida, de la justicia, a vivir en democracia y bajo el estado de derecho; entre sus principales fundadores figuran Raúl Alfonsín, Alicia Moreau de Justo, Monseñor Jaime de Nevares, Emilio Mignone y Augusto Conte (éstos últimos 2 se separarían para fundar en 1980 el Centro de Estudios Legales y Sociales). El Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos se conforma en febrero de 1976 con la participación de religiosos y laicos de iglesias católicas y protestantes. Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas se crea en 1976 con familiares que fueron realizando trámites en diversos juzgados (la presentación de hábeas corpus), o en las visitas a detenidos políticos "blanqueados" (puestos a disposición del Poder Ejecutivo después de haber sido "chupados" por los grupos de tareas de las FFAA), comisarías, etc.

La Organización Madres de Plaza de Mayo comienza a reunirse desde 1977. De ellas surgieron las Abuelas de Plaza de Mayo, que reunía a las progenitoras de desaparecidos cuyos niños hubiesen sufrido una suerte desconocida como consecuencia de la detención de sus padres.

Todos estos movimientos defensores de los derechos humanos trataron de romper el marco de silencio y censura que existía en el régimen militar, a pesar que siempre se les obstaculizó su labor por medio de una actividad represiva que se extendió también a estas organizaciones pacifistas, que sufrieron secuestros y detenciones con el objetivo de quebrantar su resistencia y poder de lucha.

Sin embargo, a pesar de todos los métodos represivos que sufrieron, dieron a conocer listas y denuncias de centenares de desaparecidos y organizaron marchas de repudio contra el terrorismo de Estado, en donde fueron detenidos varios militantes y periodistas extranjeros; estas actividades eran acompañadas por solicitadas publicadas en diarios nacionales, y el apoyo creciente de organismos internacionales defensores de los derechos humanos, a los que se sumaban ahora los propios gobiernos -con una opinión pública internacional más perceptiva sobre la situación argentina-, como Francia, Suecia y Estados Unidos.

Estos organismos defensores de los Derechos Humanos representaban la única resistencia y participación política frente a la aplicación del terrorismo de Estado, tanto en el plano nacional como en el internacional, convirtiéndose, en parte, en el único medio capaz de poder escuchar la "otra campana" de la sociedad argentina, en lo que respecta a la voz oficial, la que controlaba todos los canales de información posible, tanto para con la sociedad argentina como para con el exterior. Conociéndose ahora, de forma pública, masiva e internacional, las atrocidades cometidas por el "Proceso", los organismos internacionales defensores de los derechos humanos, "intercedieron" ante las principales naciones del mundo occidental, para que éstas reclamaran y presionaran al gobierno argentino por "explicaciones pertinentes y aclaratorias" de la situación política interna.

Entre las denuncias más completas formuladas por organismos internacionales se cuentan los informes de Amnesty International, que desde fines de 1976 publicaba periódicamente informes detallando las violaciones de los derechos humanos en las cárceles argentinas; y en 1978 dio a conocer una lista de 2.500 desaparecidos y el testimonio de los ex-detenidos que habían declarado su odisea en los centros clandestinos, presentando además documentos (planos de las instalaciones y lista de personas detenidas en dichos centros) que hablaban sus relatos. Así crecía cada vez más el conocimiento internacional de la situación argentina, y aumentaban la solidaridad con los organismos defensores de los derechos humanos.

Frente a esta situación el gobierno argentino comenzó a llevar adelante una campaña propagandística para preparar el terreno para la visita de la CIDH de la OEA, que se realizaría en 1979, invitando el mismo gobierno a la CIDH y haciendo conocer por todos los medios de comunicación masiva, que "Los Argentinos somos Derechos y Humanos"; pero previamente se realizaron numerosos "traslados de detenidos" y se desmantelaron varios centros clandestinos de detenciones. La Comisión visitó cárceles, verificó la existencia de inhumaciones clandestinas en cementerios y recibió más de 5.500 denuncias en sus oficinas, realizadas en su mayoría por familiares de desaparecidos, y en 1980 publicó un informe que fue lapidario y desgarrador, pero que circuló en forma semiclandestina en nuestro país. (Ver Anexo)

Desde el golpe, los partidos políticos se hallaban en una total inoperancia, y los principales líderes políticos figuraban en el plano social, siempre y cuando el gobierno los invitara a concurrir al Ministerio del Interior por alguna consulta, o simplemente para "intimidarlos" por si alguno de ellos se estaba apartando de las normativas del gobierno; esta situación se viviría durante los primeros cuatro años del Proceso, que coinciden con la línea dura de los integrantes de la Junta Militar.

Pero 1981, sería un año de cambios, y entre ellos se vería resurgir a los partidos políticos. El caudillo radical Ricardo Balbín, propugnó exitosamente la confluencia de los principales partidos políticos de oposición moderada (es decir, aquellos que conformaban el ala de centro-izquierda): la UCR, el PJ, la Democracia Cristiana -que asistía en un ámbito de unidad-, el MID, y el Partido Intransigente. Con ellos se formó la Multipartidaria (21 de julio), una versión actualizada de la añorada Hora del Pueblo, y que como ésta, pretendía ser el polo convergente del poder civil, que quería obtener los mejores réditos de los coletazos que daba el cada vez más agonizante Proceso.

El Gral. Viola, había sucedido en la presidencia al Gral. Videla, en medio de un clima de incertidumbre y crecientes fracasos, ya sea en el plano económico, como en el político-social. Pero Viola, tomando en un principio una posición "dura", reiteró que seguiría con los lineamientos del gobierno saliente, y que no se "liquidaría" al Proceso, buscándole una solución que lo fortaleciera nuevamente. Pero su postura se tornaría cada vez más vacilante, y dentro del ámbito castrense se preveía que Viola podía llegar a negociar una salida electoral, y comenzó a dejar cada vez más sin respaldo al presidente; es aquí en donde la posición del nuevo jefe del Ejército, Gral. Galtieri, prevalece. Este quería que la iniciativa militar se recuperara y que no renunciara al objetivo de "crear una herencia política del régimen"; este planteamiento fue el golpe de gracia para el gobierno de Viola, quien fue obligado a "renunciar por cuestiones de salud" (que el mismo Viola desmentiría con posterioridad), pasando el poder a manos de Galtieri, que además siguió conservando el cargo de Comandante en Jefe del Ejército: las "urnas continuarían guardadas".

Frente a esta crisis de gobierno, la recientemente creada Multipartidaria se presentaba como el primer paso de una oposición política capaz de "negociar" con los militares los límites y los mecanismos de acción política. Pero al poco tiempo quedaría sin un caudillo que la dirigiera (por la muerte de Balbín), como lo había hecho Perón con la Hora del Pueblo; mientras que el sector castrense intentaba sin éxito la conformación de un sistema político "no vulnerable" por la oposición, con la creación del Movimiento de Opinión Nacional (MON), que denunciaba la instauración del "fantasma" del ´73; pero al no poder enfrentar los problemas de la crisis económica, se mostró como un gobierno precario, con duros enfrentamientos internos, en donde el argumento de la liquidación de la subversión ya no servía como "justificativo" para la toma de decisiones. En un clima de deterioro continuo, la oposición política al régimen crecía y conjuntamente actuaban como instrumento de cohersión la Multipartidaria, el sindicalismo y las organizaciones de derechos humanos.

Flanqueado por todos los frentes, Galtieri se juega la última carta, que podía salvar al régimen del desprestigio y la crisis interna, con la toma de Malvinas; era la guerra contra el enemigo externo, con el objetivo de derrotar al enemigo interno, pero esta nueva "comunión" entre la sociedad y el gobierno militar duró el poco tiempo que duró el conflicto bélico. Los miembros de la Multipartidaria, durante el conflicto tomaron una posición de cierta neutralidad, nadie quería oponerse a la acción bélica encabezada por las Fuerzas Armadas y quedar catalogado en el seno de la optimista sociedad como un "antipatriota" que no apoyaba la recuperación de Malvinas, los únicos que tomaron una tenue postura opositora fueron Frondizi y Frigerio. Pero ni bien producida la derrota, la Multipartidaria embistió contra el debilitado Proceso, con el objetivo de arrancarle una incondicional salida electoral (el sucesor de Balbín en el liderazgo de la UCR, Raúl Alfonsín exigiría la conformación de un gobierno de coalición, que duraría hasta la asunción de un gobierno democrático, encabezado por el ex-presidente Arturo Illia).

Ésta organización política se hacía cada vez más fuerte; en poco tiempo la situación se hizo insostenible para el gobierno: se descubren en el cementerio de Grand Bourg numerosos cadáveres NN, indudablemente víctimas de la represión, haciendo que todo posible "entendimiento" con el gobierno se vuelva  imposible.

Los paros y las marchas aumentan cada vez más. El 16 de diciembre se lleva a cabo la Marcha de la Civilidad, encabezada por Adolfo Pérez Esquivel, se pide por el pronto retorno a la democracia y por la situación de los desaparecidos; al comenzar la represión en Plaza de Mayo, es asesinado por la espalda el manifestante Dalmiro Flores en manos de la policía. Desde allí en adelante la Multipartidaria de desarma, buscando cada partido su espacio de participación dentro del futuro acto comicial.

Su objetivo fue virtualmente conseguido, más por los errores del Proceso, que por su propia acción, a la cual, sin embargo, no se le quitan méritos.

 

 


Notas

(3) Vázquez, E.; La Última PNR: Origen y Apogeo de la Dictadura Militar; Buenos Aires; Eudeba; 1985, citado en Finocchio y otros; Haciendo Memoria en el País de Nunca Más, página 36; Buenos Aires; Eudeba; 1998.

  

  

 

   

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