El “Rincón de Campana” no era una isla

Sobre ausencias y exilios

 

“...¿La vida de quién es un paraíso en un mundo plagado de injusticias?...”
(Graciela Daleo: en “La voluntad”/tomo III)

“...Para sobrevivir / Para que nuestra esperanza / Sea más que venganza/
Sea siempre un camino / Que se deja de herencia.”
(de “Nuevo tiempo”: tema musical de Víctor Jara)

 

Los estragos del “lopezreguismo” en el aparato de la burocracia estatal a nivel político, los enfrentamientos armados, la vigencia y funcionamiento de la “Doctrina de Seguridad Nacional”, el accionar ideológico-político represivo y “macartista” de la Triple A, ya habían cobrado en Campana parte de su cuota de violencia en 1975, con la desaparición de Enzo R. Gómez, Juana María y Elba J. Isaurralde, Luján A. Rodi y Roberto O. Caprioli.

Estas desapariciones ya prefiguraban cómo sería el accionar operativo de la represión que se instalaría en marzo del ’76,a través de algunas de sus aristas más significativas y dramáticas: irrupción violenta en los domicilios de los buscados, en muchos casos residencia de familia de vecinos barriales que sumaban a su humildad,la irracional impunidad de operativos coordinados por personal de seguridad vestidos de civil,acompañados por policías de la Comisaría local;con apagón de luces de la vía pública, en la cuadra o en la manzana:rotura de bienes (camas, muebles, colchones); golpes sin distingos de sexo, hasta destrucción de casillas donde vivían familiares de los buscados y, por supuesto, la tarea de “chupar” a familiares que eran sometidos a vejaciones por parte de los que participaban del operativo y en la Comisaría por el personal policial implicado en los mismos.

Características tan sádicas como las que ya se han comprobado en los legajos de la Conadep, se patentizan también en hechos como, por ejemplo, los acontecidos cuando destruyeron una casilla en Villanueva de un familiar de las personas buscadas donde hicieron “zanjear” el perímetro del terreno a los hijos del recién “chupado”, en busca de armas que nunca estuvieron ahí.

Lógicamente, tales situaciones no reflejan acontecimientos posteriores (1) en los cuales la búsqueda infructuosa que los familiares emprendían,se toparía con los sinuosos vericuetos que el aparato represivo dispondría e impondría desde el ’76: desconocimiento de paradero de los desparecidos en cualquier instancia burocrática que dependiera del Estado o de otros sectores sociales representativos. De lo que tampoco darían cuenta esos “vericuetos”, fue el “ofrecimiento” que miembros de las fuerzas de seguridad hicieron de los hijos de una de las hermanas Isaurralde (Juana) a vecinos, en el barrio Las Acacias, luego de detener a su madre; ni de las cartas y notas enviadas a la Cruz Roja, a la dirección de la cárcel de Rawson, a la comisión de Derechos Humanos de la OEA o al Ministerio del Interior que realizaron sus familiares. 

Un año 1975 en el cual la figura del caudillo radical Calixto B. Dellepiane, seguía hegemonizando la política campanense, habida cuenta de que el peronismo sufría las desaveniencias políticas que históricamente pasaban por las figuras de Juan Ghione y Alberto Armesto, pero que en el contexto del ’75 no alcanzaba para contener una actividad militante que excedía los marcos del PJ local, tanto como el de otros partidos y agrupaciones que parecían no poder sintetizar lo que ocurría en los diversos ámbitos de lucha político-social, y que particularmente en el caso del PJ estaba distante de una unidad que tampoco se daba en el nivel político nacional.

De todas formas, en la realidad campanense la actividad sectorial seguía funcionando: tanto la inauguración del sanatorio de la UOM o la política comunitaria que realizaban ESSO o Dalmine, constituían la faz visible de una comunidad inquieta ante los vaivenes de la violencia política que seguramente para la visión de gran parte de los sectores medios no comprometidos políticamente, omitía el trabajo político de base que organizaciones como ERP y Montoneros se daban en los barrios periféricos de Campana, en donde las problemáticas concretas de los vecinos favorecían un trabajo político en el que los vínculos de solidaridad y de clase, diferían de los que, en general, la clase media del “Centro” parecía no tener, en función de que diletaba entre un “mediopelismo-gorila” y un “macartismo” que seguiría marcado por una “intelligentzia” que conformaría parte del “bloque civil” después del ’76.

Ese “medio pelo”, caracterizado magistralmente por Arturo Jauretche varios años antes,seguía manteniendo sus vínculos con los sectores que,en democracia o en facto,poseen y/o representan al poder.”... Se trata del sector de la misma (clase media) más calificado,según las viejas medidas de nuestra cultura,y ubicados en los niveles más altos de clase. Es... el que más provecho sacaba de la nueva situación,pero el más incapacitado para comprender su papel histórico por su falsa situación que lo coloca en el filo de la clase media y la burguesía, y al mismo tiempo fuera de ellas por su atribución de un status que cree superior a las mismas.Íntimamente no se siente parte de ellas” (2); quizás por eso el “medio pelo” se “metamorfosea” de acuerdo a lo que interpreta es lo más conveniente para la comunidad según las coyunturas históricas que la realidad política genera y produce,vaciándola de contenido o de supuestos político-ideológicos que, por las razones planteadas por don Arturo, no sabe, ni puede, ni quiere comprender en tanto y en cuanto el “orden” como opuesto al “caos”, estaría garantizado por quienes se decían “salvadores de la Patria” y de la “civilización occidental y cristiana”.

A tal visión confluyen los prejuicios (aun no superados) hacia cualquier postura crítica y/o contestataria, que termina caracterizándose “de izquierda” y hace aflorar un “macartismo” que tenía (y tiene) una vigencia concreta en la realidad argentina y en, por supuesto, la campanense; haciendo acopio también de una “intelligentzia” que ya en esos momentos cruciales y traumáticos para los sectores comprometidos con lo nacional y popular, volvía (y continuaba) a retomar la cultura “importada” que “... consiste en robarle al pensamiento nacional la terminología y el estilo y es así como se disfraza a base de un neoliberalismo que incluye expresiones como desarrollo, expansión, etc. que intentan canalizar por vías extraviadas el movimiento intelectual del país hacia su propia vía muerta...” (2*), algo a lo que tampoco era ajena la “isla” campanense.

En tal sentido, si por “isla” debiera entenderse una realidad campanense disociada de la conflictiva política general, resultaría cierto que el “Centro” de la ciudad,la mayoría de la gente que residía en el “Centro” se expresaba a través de conspicuos o reales dirigentes con ascendencia política o social. Pero tal análisis omitiría el compromiso social,el trabajo político,el debate ideológico que llevaban adelante desde los politizados años ’60,jóvenes campanenses que confluían en la búsqueda de una realidad a ser cambiada “en un mundo plagado de injusticias” y es ahí donde,por ejemplo,las reuniones políticas en el bar de Francica o el viejo club San Martín, concitaban la discusión, la adhesión o el compromiso de los concurrentes que provenían de posturas político-ideológicas diferentes (o no), de distinta extracción social, pero que con su actividad militante reafirmaban su compromiso de cambio. 

Compromiso paradigmatizado en la militancia de esos jóvenes, entre los cuales Héctor Gigena (desaparecido el 09/06/77), resumía gran parte de lo que significaba una militancia activa en los tumultuosos años '70 que lo llevaron a ingresar en la clandestinidad (habiendo militado previamente en Campana en el sector vinculado a Armesto), aunque es en base a las entrevistas realizadas donde se refleja la confluencia desde vertientes políticas distintas de militantes político-sociales que hasta la época en que Gigena dejó su militancia campanense, implicaba que se agruparan profesionales (como el desaparecido médico Julio Kalejman), tanto como militantes de base que se nucleaban en torno a grupos de trabajo barrial;lo que no impidió un periplo político que llevó a Gigena a otros lugares como Necochea, Buenos Aires o La Plata donde fue desaparecido.

Por otra parte, y en relación a los medios, si convalidáramos que “la opinión de los diarios debe buscarse en sus editoriales o en los artículos de sus firmas más ilustres, no en la masa anónima y heterogénea de sus redactores” (2**), concluiríamos que en el caso de Campana la desidia, por un lado y la concupiscencia periodística, por otro; determinaron que en 1977 al cambiar de propietario “La Defensa Popular” (de los editores José María y Víctor Sánchez al escribano Jorge A. Unamuno), se produjera un incendio y se quemaran las ediciones del diario anteriores a 1977 (versión 1), o que fueran vendidas las mismas como papel por kilo (versión 2): ”desidia” que nos resta una fuente documental de primordial importancia en el período que analizamos, y en el caso concupiscente del apetito “opositor” del semanario “Ideas”, encontramos que el posicionamiento político del mismo con Dellepiane es dable de ser inferido a través de “sus editoriales o en los artículos de sus firmas más ilustres” que encarnan a un antiperonismo rayano en lo abyecto.

En tal sentido, la omisión en prácticamente la única publicación de la época (el semanario “Ideas”) no figura, ni existe en las ediciones del ’75 mención alguna a las muertes de Alberto Armesto (25/06/75) u Horacio Orostegui (12/09/75) ni siquiera en las necrológicas; atento a que ambos hechos sacudieron en su momento a la sociedad campanense y tuvieron tratamiento informativo en medios nacionales.

Resulta interesante destacar también que la violencia política que se había llevado las vidas de Armesto y Orostegui en los meses de junio y septiembre respectivamente, no aparece reflejada ni siquiera como noticia breve en algunos medios de significativa circulación nacional, como “La Nación” (del mes de junio del ’75) o “Clarín” (del mes de septiembre del ’75); tanto como en el diario “El Pueblo” de Zárate de reconocida identificación justicialista; por lo cual cabría una digresión vinculada a los inconvenientes y/o condicionamientos que los medios debían observar en el período tratado, probablemente relacionados con los límites a la libertad de prensa o de expresión; explicación posible para la omisión de las muertes de Armesto y Orostegui, dos cuadros del justicialismo: uno, ex-diputado nacional y ex-intendente de Campana (2***); otro, interventor del PJ a nivel local y con una perspectiva de desarrollo dirigencial ascendente, por lo cual (aunque resulte reiterativo) llama la atención que, por significación política y/o predicamento, no se diera cuenta de los hechos de violencia que determinaron las muertes, en el ámbito zonal al menos.

Al respecto la revista “Así” (3), refería sobre la muerte de Armesto que “...El matrimonio, con el chico, abandonaba el cine teatro Campana, en pleno centro de la ciudad, cuando un desconocido, tirándole por la espalda, gatilló dos veces su escopeta y se dio a la fuga, trepándose a un auto Fiat 1500 que lo aguardaba con el motor en marcha...”, y destaca que [Armesto] ”...había fundado la Agrupación 30 de Junio, donde se aglutinan los justicialistas que no comulgan con los que había reunido Horacio Manuel Orostegui a través de la Agrupación 17 de Octubre Ortodoxia al Servicio de Perón. La muerte de Armesto, la actuación de Orostegui como interventor del Partido Justicialista y otros atentados ocurridos últimamente, habrían motivado esta nueva muerte que mantiene en vilo a los pobladores de Campana...” (3*); por otra parte, las especulaciones de la publicación sobre la muerte de Orostegui, plantean que su desaparición y muerte habría ocurrido a posteriori de concurrir a una reunión entre políticos, vecinos y representantes de instituciones que “...deliberaron en el microteatro “Pedro Barbero”, ubicado frente a la municipalidad. Hablaron, luego de escucharse un amplio informe, el intendente Calixto Bartolomé Dellepiane, los diputados provinciales Denoia, Pancrazzi y Julio Armesto. Después hubo un debate público y el joven Horacio Manuel Orostegui, siguió las alternativas de la reunión como simple observador...” (3**); reunión en la que se trataba el tema de la fijación de nuevos límites para los partidos de Campana y Zárate en la sección Islas; luego de lo cual las versiones que transcribe el medio, indican que Orostegui fue visto por última vez después de concurrir al bar “Chingolani” (sic), hasta que fue hallado su cuerpo, con señales de castigo físico y con cinco balazos en el paraje “El Morejón”.

Estos hechos contrastan con el tratamiento (válido por cierto) dado a la detención en Zárate de Moisés Lintridis, figura significativa del PSD zarateño o, con la omisión también de la detención del entonces Secretario General de la UOM/Campana, R.A. Luque, que como producto del paro general realizado en contra de las medidas económicas del Ministro de Economía, Celestino Rodrigo, conocidas popularmente como “el Rodrigazo”, implicó la detención y traslado de Luque, junto al diputado zarateño Deghi, Miner del PC, la escribana Marta (¿Fiore?) y un hijo de Luque de 18 años, a la Jefatura de Tigre en donde el gremialista local fuera interrogado más que “duramente” y el diputado Deghi, por ejemplo, no volviera a recuperar su libertad y tiempo después le comunicaron a su familia que lo encontrarían liberado en su auto en un lugar que indicarían los secuestradores; resultado: el diputado Deghi fue asesinado alevosamente y su cuerpo hallado en el auto y lugar indicado a su familia.

Estas “omisiones” periodísticas nos privan de una fuente documental importante en la medida que no reflejan circunstancias socio-políticas que permitieran contextualizar y analizar parte de la actividad de los sectores políticos, sociales o gremiales,viéndose reflejado este último, a través del gremio docente que publica un comunicado/solicitada en nombre del “Centro de Docentes Nacionales de Campana” (de la ENEC), con la firma de su presidente,Hugo Boetti y de su vice, E. Viola, donde se explicitan las razones por las cuales se realizarán medidas de fuerza en diversos días de septiembre y octubre, teniendo en cuenta que dicho Centro pertenecía y era parte fundadora de la primera CTERA de los tiempos de Isabel, lo que no fue óbice para que a nivel local generara ciertos niveles de participación en el sector docente, a través de una conducción peronista “en la cabeza” (con Hugo Boetti) y con integrantes opuestos al peronismo, pero con ascendencia en la grey docente normalista como Ethel Ferrero, Alfredo Balosino, Héctor Gentilini, Hugolina Viola o Angélica Fox que colaboraron en la concreción de una propuesta gremial-docente alternativa a la FEB, a punto tal que en los últimos meses del año se realiza una asamblea en el “Edificio 6 de Julio” con un significativo número de docentes provinciales (afiliados a FEB) conformando el Sindicato de Docentes Campanenses. 

Es en parte por la propuesta que se impulsa desde el Centro de Docentes de la ENEC, como se confecciona y publica en el diario “La Defensa Popular”( de lo que no poseemos copia hasta el momento), una solicitada en la que se testimonia sobre el buen nombre y honor de los ciudadanos Premat, Korompay, Cisneros y Calvi, injustamente detenidos por ser "sospechados” de no se sabe qué cosa o hecho, que sobre todo tenía que ver con una “lista” que circulaba desde “inteligencia” de organismos de seguridad, para los cuales cualquier actitud o propuesta progresista era “sospechada” de “subversiva”.(4)

Lógicamente, estas situaciones no abarcan la simultaneidad de conflictos que podían estar dándose en la sociedad campanense, pero cumplen con el objetivo de contribuir a contextualizar a la Campana previa al golpe del ’76 que, en términos generales, no escapa al clima de inestabilidad institucional y político-social imperante; en el cual la ortodoxia y la verticalidad del justicialimo pasa por dirigentes como Altimari y Armesto; el radicalismo “balbinista” por Dellepiane;la UOM por el peso político-gremial que preserva; sectores no orgánicos de la ciudadanía que sustentan posturas progresistas y sectores políticos militantes que continúan desarrollando su actividad, en una realidad que no podrá evadirse de lo que se venía en marzo del ’76.

 

 


Notas

(1) Años después, con el retorno democrático, en el Cementerio local se inhumaron restos de “NN” y testigos presenciales del hecho refirieron que entre las trece bolsas de restos humanos desenterrados de la fosa común, existían restos óseos con trozos de camisa y botines de seguridad fabril de Dalmine; lo que, obviamente, delataría el origen obrero de alguno o algunos de los cuerpos que fueron enviados a La Plata y sobre los que aún no hemos podido recabar información oficial sobre el tema, seguramente por el “celo” burocrático que se pone en el mismo, sobre todo en el ámbito local.

(2) Jauretche, Arturo: ”El medio pelo en la sociedad argentina” -cap.IX- pág.252/255: cit.en Bibl. gral.

(2*) Jauretche, A.:”Los profetas del odio...” -2da.parte/cap.I- pág.149/158: cit.en Bibl.gral.

(2**) Blaustein, E. / Zubieta, M.: ”Decíamos ayer”-pág.31: citado en Bibliografía general.

(2***) Además Armesto también acreditaba en su larga trayectoria política haber sido expulsado por el Consejo Superior del PJ,junto a otros dirigentes (Real,Castellano), por haber impulsado el Congreso que en la provincia de Buenos Aires, en la UOM-Avellaneda exactamente, nominó para la gobernación a la fórmula Manuel de Anchorena-Luis Guerrero, en sentido contrario a lo que habían resuelto orgánicamente en el PJ para 1973; lo cual sirve a los efectos de este trabajo en la medida que referencia, refuerza la figura de un dirigente local que (discutible o no), siempre estuvo ligado al Movimiento Nacional Justicialista (para ampliar, consultar: ”El presidente que no fue: Los archivos ocultos del peronismo” -de Miguel Bonaso -2°archivo-Cap.27: pág.344 a 347/edit. Planeta-6°edic.-Bs.As.-1997.

(3) Revista “Así”: edición de la segunda semana de septiembre de 1975-pág. 3 y 4

(3*) Idem (3)

(3**) Idem (3)

(4) Tiempo después, la realidad represiva comenzaba a sembrar estragos:Premat “emigró” a México primero, luego a Canadá.Calvi y Korompay, padecieron cárcel. Cisneros “emigró” a Perú.

  

  

 

   

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