La dimensión judía de la represión 
durante el gobierno militar (1976-1983).

INFORME CO.SO.FAM BARCELONA, MARZO DE 1999

  

 

Esta dimensión judía es la que se establece en los documentos que reflejan la represión sufrida por las víctimas argentinas de ese origen, y que se verifica en las rutinas específicas del trato sufrido por esas víctimas, adicional a los castigos generalizados recibidos por todas las víctimas de la represión. En los testimonios que lo mencionan, no existe disenso en cuanto al hecho de que los judíos han sufrido una discriminación, que vinculada a su condición de tales, se tradujo en tratamiento diferencial. De estos testimonios surge con claridad que la humillación , la tortura y la muerte de las víctimas, asociaba una adicional dimensión judía a la imagen de una supuesta actividad "subversiva" percibida como tal por el aparato represivo.

Se establecerán en primer lugar los aspectos cualitativos de la misma, discutiendo su nivel de intensidad, y por otro lado discerniendo la naturaleza de la humillación padecida por las víctimas. El sufrimiento físico es un aspecto relevante de este análisis y las expresiones verbales se categorizarán en tres ítems principales: 


En segundo lugar, estableceremos los parámetros cuantitativos de la represión, presentando consideraciones referidas al número total de víctimas judías desaparecidas y en que medida han influido las actitudes antisemitas del aparato represivo de la Junta Militar, en la desproporcionada sobrerepresentatividad de los judíos dentro del total de los argentinos victimizados. 

Han debido transcurrir mas de 20 años desde el golpe militar para que la comunidad de argentinos judíos haya tomado la decisión de asumir la diferencia de trato sufrida a manos del régimen militar y materializar de modo sistemático y generalizado su necesidad específica de justicia y verdad ante los tribunales. CO.SO.FAM. Barcelona es en este caso sólo un instrumento sensible a un aspecto de la represión aun pendiente de aflorar y situar el lugar que le corresponde en la película de horrores de la dictadura militar argentina. Si tomamos en consideración que las víctimas judías de la represión militar pueden estimarse en un mínimo de 1.500/1.800 personas, nos encontramos ante la mayor liquidación masiva de judíos desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El Juez actuante en la Instrucción ha calificado globalmente de genocida la actuación de la Junta Militar. Nuestra presentación ratifica y consolida de forma irrefutable tal calificación y la particulariza además en lo que atañe a la actuación concreta sobre miembros de la comunidad judía argentina.

Finalmente, destacar que la introducción de expresiones orales antisemitas puede ser, sin duda, chocante e irritante. Hemos preferido introducirlas en forma literal, a fin de proveer a la justicia una imagen lo más real posible de lo acontecido. La brutalidad de los sucesos experimentados por las víctimas no nos permiten tratar de suavizar su presentación y se transmiten tal cual han sido recogidos en los testimonios. 

 


Antisemitismo en la argentina y su impacto sobre las fuerzas armadas



El problema del antisemitismo en la Argentina precede al período 1976-1983. Su dimensión especial, comparada a la situación en otros países de América Latina, está ampliamente contrastada y por lo tanto, debe destacarse que el nivel de actividades antijudías durante un extenso período previo al golpe militar puede explicar una dimensión significativa dentro de la represión instrumentada por la Junta Militar.

Las raíces del antisemitismo argentino se originan casi un siglo atrás. En el transcurso de los años, sus expresiones se manifiestan a través de distintos tipos de actividades: alegatos racistas en la prensa y la literatura; conferencias y actos aislados de presbíteros católicos y en eventos de organizaciones nacionalistas; caricaturas y símbolos antisemitas pintados en las calles y en paredes de instituciones judías; envío de cartas y llamados telefónicos amenazantes; profanación de cementerios, lanzamiento de bombas de alquitrán, incendiarias y explosivas, a sinagogas y otros establecimientos judíos; ataques físicos aislados a jóvenes y a judíos adultos , provocaciones callejeras y vandalismo. Estos actos han sido generalmente esporádicos y difusos, con algunas excepciones. La más notable fue la llamada "Semana Trágica" de 1919, en la cual grupos ultranacionalistas que gozaban de la tolerancia oficial y de apoyo policial, bajo el lema "Muerte a los Rusos" fueron responsables, en Buenos Aires, de un verdadero pogromo, con vejaciones y muertos. Las influencias ideológicas foráneas que tuvieron incidencia en el desarrollo del antisemitismo en Argentina han sido estudiadas por Natan Lerner (1) y pueden ser resumidas así: las actitudes racistas de la extrema derecha católica con sus planteamientos por los cuales los judíos aparecen ligados universalmente a la masonería y en su conjunto, promotores de una conjura internacional. El elemento ultranacionalista acusa a los judíos de ser extranjeros y practicar la "doble lealtad", mientras que la fracción reaccionaria ve a los judíos como introductores de las ideas del liberalismo y socialismo.

También opera la influencia fascista italiana, que con sus ideas corporativistas logra atraer elementos juveniles en la década del 30. Si bien en su inicio no fueron necesariamente antisemitas, llegan a desarrollar la temática de los judíos como "extranjeros" y "explotadores" o "imperialistas al servicio de los intereses antinacionales". La influencia del falangismo español se hizo sentir en una militancia católica en la tradición de los Cruzados, que posteriormente se conectará a la Alemania nazi. Esta última influencia será muy seria en el período de pre-guerra, y sus secuelas han llegado a ser mantenidas en expresiones neonazis. El planteo antijudío llega a considerar a este pueblo como un germen de peligro mortal, un tumor cuyo crecimiento sólo puede ser erradicado si se lo hace desaparecer de raíz. 

La sociedad humana debe eliminarlo a fin de asegurar su supervivencia. La introducción del sionismo como factor hostil es un fenómeno de la década del '60, introducido por la propaganda árabe y la soviética. Aquí se destaca, nuevamente, la doble lealtad, y el apoyo financiero y moral a Israel como elemento peligroso para la nacionalidad argentina. Su relación con la mentalidad militar puede observarse en la siguiente cita, tomada de una carta abierta del Brigadier General Gilberto Hidalgo Oliva:

"El pueblo argentino os considera, Sionistas, como responsables por la calamitosa crisis económica, política, social y espiritual la cual estamos en estos momentos atravesando... monopolios... increíbles actos de corrupción... el doble martillo de la masonería y el comunismo ateo... un ataque frontal contra la primacía de la unidad familiar... imperialismo... la presente intolerable dictadura sionista.... ".(2)

Normalmente, la actividad antisemita es llevada a cabo por grupos de extrema derecha, nacionalista y/o católicos. Previamente a la derrota del nazismo, surgieron organizaciones tales como el Partido Fascista Argentino, un grupo denominado Tres A (Acción Antijudía de Argentina), Alianza de Juventud Nacionalista, Organización Nacional Argentina, UNITAS y, posteriormente, Tradición Familia y Propiedad, Tacuara, Cóndor, etc.

De todas formas no puede dejar de mencionarse que el período peronista inmediatamente anterior al golpe de estado de 1976, y en los meses subsiguientes a la muerte del General Perón, dentro del Movimiento Nacional Justicialista se manifestaron actitudes antijudías y actos de violencia atribuibles a la organización paramilitar Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), que operaba en connivencia con el Secretario de Asistencia Social, José López Rega.

El impacto de esas ideologías extranjeras, los sucesos acontecidos en el transcurso de los años y la existencia de grupos organizados han tenido mayor trascendencia en ciertos sectores. Según E. Friedler, "no cabe duda que grandes grupos dentro del gobierno, la aristocracia agropecuaria, el ejército, la iglesia y aun los sindicatos poseen opiniones antisemitas" (3) Este aspecto es también destacado por el rabino Marshall T. Meyer: "Es sabido que la filosofía que gobierna la mayoría de las Fuerzas Armadas, desde su incepción y educación, es antisemita" (4) Es decir, mientras que estas tendencias se encuentran marginadas de los centros de poder, las expresiones del antisemitismo toman generalmente las formas descriptas, de actos aislados y esporádicos, aunque si consideramos un espacio temporal más amplio, observamos su repetición a lo largo de varias décadas de historia argentina. Cuando los mencionados sectores de la sociedad llegan a controlar el poder político, las actitudes discriminatorias hacia los judíos acostumbran a tener proporciones mayores y , a la sombra de la impunidad, adoptan formas sistemáticas de violencia.

V. Mirelman, citando a J. Kovadloff, hace mención a un encuentro entre la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas de la Argentina) y un jefe de alto rango de la fuerzas armadas, antes del golpe de 1976:

"Nos fue dicho que la penetración de los grupos de derecha en la Fuerzas Armadas es poderosa. Numerosas células y logias han sido detectadas, las cuales bajo el pretexto de estar en sesiones de retiro religioso o espiritual son utilizadas para divulgar el veneno antisemita. Como de costumbre, los clichés incluyen el 'poder sionista' y la culpabilidad del ministro Gelbard y del grupo judío que lo acompañó durante su función(......)Debemos informarle(.....)que en la provincia de Santa Fe, ciertos judíos fueron 'vistados' al alba con el propósito de investigarlos. Entre otras preguntas les fue inquirido cuánto donaron a Israel y cómo sale el dinero del país."

Lo acaecido en el ámbito oficial de la provincia argentina de Río Negro a finales de 1974, revela el grado de avance y temeridad a que las fuerzas armadas y de seguridad pudieron arribar como continuidad de su tradición antisemita y como preludio de lo que luego sería el "tratamiento especial" que recibirían los judíos durante la dictadura. Con el título "Suplemento de la orden del día Nº 5134. Art. 6º. Hágase saber.", el jefe de policía de la provincia, comandante de gendarmería Benigno M. Ardanaz remite a todas las comisarías de la provincia una circular mimeografiada de 3 páginas, con su firma y la del comisario principal Anibal R. Leonard, fechada el 8.11.74, cuyo contenido es el del clásico libelo que acusa a los judíos, comunistas y masones de diversos males del país y de formar parte de una conspiración bajo los designios del "Comando Israelita denominado el Gran Sanedrín, la francmasonería, el comunismo, el sionismo, etc."... e invita ..."..a partir de hoy comenzamos todos juntos la guerra contra los judíos masones y comunistas desvirtuando sus diabólicos planes." (5) La familia de un declarante judío a COSOFAM Barcelona, que pidió permanecer en el anonimato, fue visitada en su casa de Viedma (provincia de Río Negro) a altas horas de la madrugada, a finales de 1974, por una comisión uniformada formada por policías provinciales, portando armas largas, y reclamando la presencia del declarante (ausente en ese momento de la ciudad por razones de trabajo) sin exhibir orden alguna ni mencionar el motivo de su intervención. En las comisarías ni en la propia jefatura policial de Viedma se pudo verificar asiento alguno en los registros, que explicara la anormal intervención policial. El declarante asocia el operativo a la circular antisemita difundida por el jefe de policía Benigno M. Ardanaz.

La conexión del antisemitismo con el militarismo ha sido estudiada específicamente en el contexto argentino. Una encuesta llevada a cabo por el sociólogo Enrique J. Pichón-Rivière con una muestra de 440 civiles y 60 militares revela un grado más alto de prejuicio entre los entrevistados del grupo militar (6). Los resultados más significativos -como más prevalentes en la marginación de los judíos- son en el grupo civil los siguientes: trabajadores (45%), (prácticos (42%), negociantes (42%), inteligentes (39%) y progresistas (32%).

El grupo militar exteriorizó como características básicas de la imagen del judío: negociantes (83%), avaros (78%), inescrupulosos (44%) e hipócritas (44%). Otro estudio del sociólogo Gino Germani identifica al antisemitismo ideológico como ligado al "síndrome autoritario" que se manifestaría en forma más prevalente en los círculos militares.(7)

Las posturas ideológicas pueden ser, por un lado, de rechazo a la integración de los judíos; pero también, por otro, pueden presionar para lograr la integración forzada de los mismos. En un artículo publicado en la revista Carta Política, en su época allegada a los círculos navales del entonces comandante Alte. Eduardo Emilio Massera, la crítica a los judíos se manifiesta precisamente en ese último aspecto, acusándolos de que... "su grado aún insuficiente de integración hace caer sobre ellos la sospecha más de las veces injusta pero en ocasiones justa, de poseer espíritu internacional, un sistema de lealtades particulares que no orienta la modernización económica de la que son portadores en un sentido inequívocamente nacional".(8) Sin embargo, esa pretendida demanda de asimilación, de hecho no es puesta en práctica por los círculos militares. De acuerdo a Florencio Escardó... "ni en las Fuerzas Armadas, ni en la diplomacia ni en la judicatura de nuestro país pueden ingresar y hacer carrera individuos de filiación judía". (9)

Otro enfoque destaca la influencia de tendencias autoritarias antisemitas germánicas, y más específicamente la influencia nazi y la de miles de dirigentes, militantes y militares alemanes y yugoslavos de esa filiación que llegaron a la Argentina en la postguerra, durante la época del general Perón. Tomas Eloy Martínez destaca que para 1910, un tercio de los profesores que dictaban clases en la Escuela Superior de Guerra habían sido miembros del Alto Comando del Ejército Imperial Alemán y que, al revisar los libros de texto de la Librería Oficial, desde sus comienzos en 1919 y diez años más tarde, de 126 publicaciones unas 60 obras fueron traducidas del alemán.(10) De allí en adelante han habido diversas referencias al hecho de que el ejército argentino, y sobre todo sus jóvenes oficiales, presentaban un terreno fértil para las ideas nacionalsocialistas y anti-liberales, promulgando un rol mayor para el estado como fuerza unitaria de la nación.

Por un lado, se ha argumentado que criminales de guerra nazis continuaron involucrados en actividades represivas aún bajo el gobierno militar en cuestión(11). De acuerdo a Martínez... "seria una exageración decir que los excesos cometidos en Argentina durante los pasados 8 años (1976-1984) pueden ser atribuidos a una tan remota causa como la inmigración nazi de los años 1947 a 1950, aunque, sin duda, existiría una conexión. Similitudes son raramente coincidencias. Después de informarnos mejor sobre la reciente historia argentina, podría ser útil preguntar si es sólo una coincidencia que el uso de la tortura haya llegado a tan altos niveles de crueldad y sofisticación. Deberíamos continuar a preguntarnos si la aparición de campos de concentración, fosas comunes, y cientos de cadáveres flotando en los ríos argentinos después de 1974 es meramente una coincidencia"(12). Discípulos de los discípulos nazis podrían haber mantenido una continuidad. El presidente general Onganía (1966-1970) es visualizado como un admirador de Hitler (13) y dentro del cuerpo militar el presbítero Julio Menvielle, Giordano Bruno Genta, Carlos A. Sacheri y personas como el Dr. Walter Beveraggi Allende habrían contribuido a diseminar el mensaje antisemita dentro de sus mandos.

La más reciente relación de grupos militares asociados al proceso con el antisemitismo es destacada por el diputado Augusto Conte, mencionando que ... "existe un sentimiento antisemita también visualizado en los distintos aparatos de seguridad que actuaron y actúan en la represión" (14), y Graciela Geuna, una de las víctimas, considera que si bien algunos de los miembros de esos aparatos llegaron a tales puestos atraídos por sus ambiciones personales, era necesario buscar una justificación ideológica fuerte para sobrellevar tan graves abusos; en ese marco, la ideología nazi-fascista era la que mejor encajaba.(15)

Una empleada en el Congreso de la Nación durante la dictadura que pidió permanecer en el anonimato, relata a COSOFAM Barcelona lo que le manifestara un oficial de Marina, miembro de la C.A.L. , a sabiendas de su origen judío : "....de cada semáforo de Buenos Aires vamos a colgar a un judío...". 




Antisemitismo durante la dictadura



Javier Simonovich en su "Desaparecidos y Antisemitismo en la Argentina 1976-1983" hace una descripción sistemática de las características que el antisemitismo tradicional toma bajo el gobierno de la Junta Militar, acotándolo bajo seis formas de expresión según su naturaleza y el modo de vehiculizarse:

 

Violencia antisemita con explosivos

Generalmente la utilización de explosivos fue dirigida contra sinagogas, escuelas hebreas y algunas salas cinematográficas que proyectaban películas relacionadas con temas judíos o israelíes. No se produjeron víctimas, aunque si cuantiosos daños materiales. Los responsables nunca fueron procesados y en algunos casos grupos neo-nazis asumieron estos actos, justificados a su entender por la responsabilidad de los judíos en los problemas políticos y económicos que en aquella época sufría la Argentina. 

 

Daños materiales a edificios y propiedades judías (ametrallamientos, profanación de tumbas judías, pintadas injuriosas, etc.)

Los daños a propiedades e inmuebles judíos se perpetraban generalmente de noche, y era común que se ametrallaran frentes de edificios desde coches en marcha. Así sucedió en la zona comercial de Villa Crespo y Flores, en la Capital Federal y también en los cementerios judíos de Mar del Plata, Liniers, y La Tablada.

Estos dos últimos, los mayores de latinoamérica, pertenecen a la comunidad judía de Buenos Aires. Otro tipo de agresión muy frecuente eran las inscripciones y pintadas injuriosas en los frentes de los edificios de instituciones educativas y culturales judías de la Capital Federal y La Plata. 

 

Masiva difusión de literatura nazi y antijudía

La literatura nazi fue constantemente difundida durante casi todos los años del gobierno de la Junta, a pesar de la absoluta censura militar sobre diarios, revistas y editoriales y las clausuras impuestas a las que se consideraban subversivas. 

Aun cuando se produjeron prohibiciones temporarias a algunas revistas y publicaciones antisemitas -como respuesta a la presión de la comunidad judía local e internacional- el gobierno permitió su circulación con total impunidad.

Las principales editoriales de ideología nazi fueron Milicia, con una colección de formación doctrinaria de 24 volúmenes (con autores como Adolf Hitler y Joseph Goebbels, entre otros) y ODAL, que apareció en lugar de Milicia luego que ésta fuera clausurada. El repertorio temático versaba básicamente en la apología del nazismo, la negación del holocausto judío y la difusión de un libelo antisemita denominado Plan Andinia, según el cual los sionistas iban a conquistar y desmembrar la Patagonia para erigir un estado judío.

 

Amenazas anónimas (telefónicas y epistolares) e injurias públicas en manifestaciones y actos masivos.

En los últimos años del gobierno de la Junta Militar se intensificaron intimidaciones y amenazas anónimas a sedes de instituciones judías. En 1983, 44 escuelas judías recibieron amenazas telefónicas denunciando la inminencia de explosiones. Estudiantes judíos de una escuela primaria fueron insultados verbalmente durante una revisión médica en el Departamento Psicofísico de la Municipalidad de Buenos Aires, el 15.9.83. 

Como consecuencia de amenazas telefónicas y escritas, Jacobo Kovadloff, director de la oficina sudamericana del Comité Judeo-Americano con sede en Buenos Aires, debió abandonar el país junto con su familia.

 

Antisemitismo ejecutado por reparticiones y entes públicos bajo responsabilidad oficial.

El gobierno militar nunca alentó públicamente una política antisemita o -mejor dicho- no han sido halladas instrucciones escritas en ese sentido. No obstante, existen signos inequívocos de un antisemitismo de diferente grado aunque ínsito en la condición de los factores de poder que regulaban el funcionamiento del gobierno militar. La detención, la tortura, el juzgamiento y la accidentada liberación del periodista Jacobo Timerman, dan una idea cabal de la extensión y profundidad de este antisemitismo.

Por otra parte, el gobierno militar no efectuó detenciones relacionadas con actos antisemitas, a pesar de que el control militar del aparato represivo era total y que la práctica del terrorismo de estado no tenía ningún tipo de limitación territorial en el país ni fuera de él. ( Plan Condor y la ausencia de una auto-limitación para actuar en cualquier país y sin detenerse ante las prescripciones de las convenciones reguladoras del derecho internacional, como ocurrió en el caso Molfino y otros).

Los decretos de clausura de periódicos como Milicia, fueron concebidos de tal modo que posibilitaron la reaparición de la misma publicación con otro nombre, tal como ocurrió con ODAL o bien se clausuraban por períodos de 2 o 3 meses. Ninguna de las organizaciones nazis o antisemitas fueron clausuradas por aplicación del decreto 21.323 que puso fuera de la ley a 46 organizaciones que contrariaban la "ética argentina".

En febrero de 1979 el Ministerio de Educación y Cultura instrumenta un decreto por el cual se establece la obligación de estudios confesionales católicos en la asignatura de Instrucción Moral y Cívica que afectó la libertad de cultos y el laicismo en la enseñanza. En la bibliografía recomendada se encontraban autores notoriamente antisemitas como el Rvdo. Julio Meinvielle y el profesor Bruno Genta.

 

Manifestaciones antijudías a relacionadas con los medios de comunicación.

Demostrando una sesgada y peculiar sensibilidad, a partir de 1977 el gobierno militar dicta la interdicción de la serie televisiva Holocausto, que se mantuvo durante cuatro años. Sólo a partir de fuertes presiones internacionales, el gobierno militar accedió a su exhibición.

A pesar del estricto control que ejercía la censura oficial a través de la Oficina de Información Pública del gobierno militar, hubo programas de televisión, como el Videoshow o el Cuando Comienza la Semana, de Radio Excelsior que transmitieron temáticas notoriamente antisemitas.





Los elementos específicos del antisemitismo en las fuerzas armadas

 

No se cree relevante discernir si la cúpula militar en su totalidad estuvo o no directamente comprometida con los desmanes antisemitas de la represión. Las responsabilidades generalizadas derivan de hechos concretos, que afectan tanto a las cúpula como al resto de la estructura militar subalterna. Si con la programación del golpe militar, se intentó comprometer al mayor número posible de los miembros de las fuerzas armadas, es dable reconocer que tal objetivo tuvo éxito y que el sesgo antisemita de la represión a cargo de los oficiales y subalternos de las zonas y subzonas de seguridad, eran no sólo concientemente tolerado sino también activamente estimulado internamente por sus superiores. Tan prematuramente como a principios de 1978, Kovadloff sostiene que "el antisemitismo aparece como una consecuencia casi diría lógica de la presencia de elementos totalitarios y autoritarios en el seno del gobierno....".(16) Más aun, se puede afirmar que los actos discriminatorios generalizados en los niveles operacionales de los aparatos represivos no sólo encontraron aliento en la falta de crítica de los sectores supuestamente menos extremistas de la cúpula, sino también que encontraron legitimidad en las actitudes abiertamente antisemitas de militares de primera línea. Entre aquellos mencionados al respecto, se encuentran los generales Luciano B. Menéndez, Ibérico Saint Jean, Carlos Suárez Mason y Ramón Camps. La falta de crítica o la mera existencia de los "sectores menos extremistas" es una ficción que durante aquellos años presumió la existencia de militares "duros" y militares "moderados". La realidad es que tanto los "duros" como los supuestos "moderados" dispusieron de un control absoluto y solidario del poder y que el resultado de tal ejercicio fueron 15, 20 o 30 mil muertos y desaparecidos y el exilio de de más de 500.000 argentinos. 

Curiosamente, durante los años del proceso son escasas las denuncias públicas de acciones antisemitas dentro de las actividades represivas y sólo se reportaban actos antisemitas de tipo tradicional que se perpetraban en las calles del país. Más aún, "el gobierno militar escuchaba las quejas de los líderes judíos, pero nadie ha sido arrestado o enjuiciado por violencia ni tampoco se han adoptado sanciones contra publicaciones antisemitas aún cuando la reproducción de tales artículos estuviera en contra de la ley". Al mismo tiempo, las publicaciones de extrema izquierda quedaban estrictamente prohibidas y su circulación clandestina era severamente penada. No obstante, caben mencionar las denuncias que desde el exterior del país realizaban las organizaciones judías internacionales y que se reflejaban públicamente en la prensa extranjera de la época. La distancia lo permitía y alejaba la posibilidad de represalías.

Las reacciones específicas a las acusaciones de antisemitismo fueron de orden variado. Había aquellos que frente a la mera mención de tales hechos reaccionaban con irritación como fue la reacción del contralmirante y Ministro de Relaciones Exteriores, Oscar A. Montes, quien en Washington declaraba que tales alegatos eran "absolutamente falsos".(18) Al mismo tiempo, las reacciones del entonces Ministro del Interior, Gral. Albano Harguindeguy fueron varias. Por un lado, negaba la importancia de los actos antisemitas considerando que se trataba de hechos aislados....."obra de algún sádico o un enfermo mental" (19), o que las fuerzas de seguridad no podían controlar los actos antijudíos durante las operaciones de grupos secretos (20).

Cuando la DAIA expresara repetidamente, en entrevistas con el comandante en jefe del Ejército Roberto E. Viola y el ministro Harguindeguy, referencias al mal trato recibido por los reclusos judíos a raíz de reclamos efectuados por padres y familiares, estos fueron informados que, a consecuencia de tales entrevistas, habían cambiado las condiciones de prisión. En uno de los penales, incluso se procedió a relevar a los carceleros (21). Por otra parte, cuando el presidente de la DAIA, Nehemías Resnizky declara el 2 de mayo de 1977 que "nuestros enemigos deberán saber que no seremos más los 'Judíos del Silencio'", pocos días más tarde su hijo fue raptado por las fuerzas represivas.

Tan sólo de una intervención personal del Secretario de Estado Cyrus Vance, vuelve a reaparecer el hijo , frente a la casa de sus padres, traído por un automóvil sin matrícula como los utilizados por los oficiales de la policía (22). La intimidación sobre los dirigentes comunitarios consumada con tan dramática advertencia, produjo temor y conmoción dentro de la comunidad judía.

En los últimos meses del proceso, cuando ya la apertura posibilitó a los líderes comunitarios entrevistarse con el presidente Bignone, y protestar nuevamente por atentados antisemitas en distintos lugares de Buenos Aires, aparentemente la reacción del general fue la de expresar: "¿Cómo puede uno tomar a los judíos en serio?. Tan sólo piensan en el antisemitismo. No se preocupan en la temática nacional" (23) 

Expresiones de algunos oficiales de alto rango permiten ratificar la existencia de tendencias discriminatorias dentro de los altos mandos. No es corriente que tales expresiones se filtren públicamente, y las siguientes no son sino una muestra que puede documentar la amplia gama de las mismas. El caso quizás más destacado es el del ex-Jefe de Policía de Buenos Aires, general Ramón Camps, a cuyo mando estaban los campos de detención que, según distintas fuentes, figuraban como los que albergaban más judíos que en otros sitios, para recibir "tratos especiales" (24). Según Timerman, "la mentalidad del General Camps y la de Hitler no difieren en nada", a cuya acusación contestó: "Sólo admiro a San Martín (no soy admirador de Hitler); con Hitler tengo algunas coincidencias, por ejemplo mi interés humanista por salvar al hombre contra la permanente campaña comunista llena de mentiras". (25)

En el Tercer Cuerpo de Ejército, con asiento en Córdoba, el General Luciano Benjamín Menéndez actuaba con poder absoluto en la provincia y expresaba su vocación antisemita, tanto en la persecución de "subversivos judíos" como encarnación del "Anti-Cristo" (26).

Testimonios sobre la actitud del mayor Ernesto Guillermo Barreiro en la misma provincia de Córdoba y que actuara en el campo de La Perla, lo llevaron a su detención, sosteniendo que era "racista, antisemita declarado y se destacaba por su crueldad en relación con los prisioneros políticos" (27).

Acusaciones de "nazifacismo" fueron formuladas contra el contralmirante Horacio Mayorga, defensor del contralmirante Rubén Chamorro (28).

También dentro de la Policía Federal, que actuaba bajo las órdenes del Ministro del Interior, se menciona la existencia de una logia "de las Caras Felices" en torno a la figura del Comisario general Alberto Villar, director general del orden urbano, quien junto con Mario Veyra y otros se reunían para discutir "obras de Hitler y de otros autores nazis y fascistas" (29). Finalmente, la presentación de temas relacionados con las presuntas conexiones de industriales judíos con el sistema bancario "capitalista" y las acciones de la subversión (30) "marxista" cobró ribetes publicitarios sensacionalistas, particularmente durante el llamado "affaire Graiver", que provocó el arresto solamente de sus socios judíos y destacó aviesamente sólo aquellos nombres de origen bíblico (31).

¿En qué medida podría hablarse de actitudes antisemitas generalizadas dentro del contexto directo de la represión? En el transcurso de la investigación de E. Kaufman, por lo menos 27 centros de represión fueron mencionados como lugares en donde se habrían producido actos de esa índole. Entre ellos: 


– En la Capital Federal: Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), Superintendencia de Seguridad Federal (ex Coordinación Federal); Club Atlético (Policía Federal); Olimpo (I Cuerpo del Ejército); Penal de Villa Devoto; Comisaría 19 (Capital Federal); Cárcel de Olmos, y Dependencias de la Fuerza Aérea. 

– En la provincia de Buenos Aires: El Banco (I Cuerpo de Ejército); Vesubio (I Cuerpo de Ejército, Regimiento 3 de La Tablada). Pozo de Quilmes (Policía de la Provincia de Buenos Aires); Villa Bunge (Policía de la Provincia de Buenos Aires); La Casona (Primer Cuerpo del Ejército); La Escuelita (V Cuerpo del Ejército, Bahía Blanca); Cárcel de Azul; cárcel de Villa Floresta (Bahía Blanca); Unidad 9 (La Plata); 

– En el interior del país: Escuelita (Neuquén); La Perla (Córdoba); la Escuelita o Malagueño (Córdoba); cárcel de mujeres Buen Pastor (Córdoba); cárcel de Rawson (Chubut); Trenque Lauquen (...); Cutral Có (Neuquén), etc..


De un total de 304 centros de detención verificados en el Informe de CONADEP, los lugares mencionados no presentan sino una pequeña fracción de los mismos. Sin embargo, dada la alta concentración de población judía en pocos centros urbanos y su relativamente bajo porcentaje sobre la población general, puede considerarse que el antisemitismo fue una norma en los sitios donde había prisioneros de origen judío. Si bien se verifican a través de informaciones incompletas episodios antisemitas en un 9% de la totalidad de los lugares de detención, este porcentaje fue en realidad proporcionalmente correlativo al número de víctimas judías, que en los listados comprobables de este Informe se cifran en más de un 12%.

 

 

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