Memorias enfrentadas. El voto a Bussi en Tucumán
por Emilio Ariel Crenzel
 


   

5. Las representaciones sobre la situación provincial

 

¿Cómo hacerle una memoria al animal-hombre? ¿Cómo imprimir algo en este entendimiento del instante, entendimiento en parte obtuso, en parte aturdido, en esta viviente capacidad de olvido, de tal manera que permanezca presente? Puede imaginarse que este antiquísimo problema no fue resuelto precisamente con respuestas y medios delicados; tal vez no haya en la entera prehistoria del hombre, nada más terrible y siniestro que su mnemotécnica".

Friederich Nietzsche, "Genealogía de la moral", Alianza Editorial, Madrid, 1995, Página 69.
 

Desde 1973 hasta la realización de esta investigación, gobiernos Peronistas y militares gobernaron Tucumán (115).

La provincia, en este período, ostentó varios indicadores que traslucen la persistencia de una crisis cuyo anclaje puede situarse en 1966 cuando, con el golpe militar encabezado por el General Onganía, se pone fin a una centenaria política de protección estatal a la industria del azúcar (116).

Entre 1966 y 1968, durante esta dictadura militar, cierran once de los veintisiete ingenios azucareros de la provincia. La desocupación adquirirá desde entonces un carácter agudo y crónico (117).

La provincia alcanzará los mayores índices, en el ámbito nacional, de personas que buscan trabajo y no lo encuentran, siempre cercanos o superiores al 15% de la población económicamente activa (118).

En el período, la composición orgánica del capital en la industria del azúcar registrará el incremento del capital constante en detrimento del variable, al introducirse las cosechadoras mecánicas que desplazaron gran cantidad de la fuerza de trabajo dedicada a la cosecha de caña de azúcar (119).

Sucesivas luchas emprendidas por la clase obrera azucarera, con el fin de reabrir los ingenios cerrados, serán derrotadas pese a concitar el apoyo popular en la provincia y ser acompañadas por intelectuales y expresiones sindicales -como la entonces "CGT de los Argentinos". "Tucumán Arde", se constituyó en una experiencia artística y política de carácter solidario, hacia la lucha de los trabajadores del azúcar (120).

Entre 1969 y 1972, sucesivos movimientos de protesta social recorrerán la provincia localizados, centralmente, en la ciudad de San Miguel de Tucumán. El primero, paralelo en el tiempo al "Cordobazo" el segundo, y más importante, conocido como "Tucumanazo" en Noviembre de 1970, durante el cual estudiantes universitarios, secundarios y obreros del azúcar y de otras ramas de la industria toman por casi dos días las manzanas principales de la capital provincial en demanda de libertades públicas, de cambios relativos a las condiciones de desenvolvimiento de la vida universitaria y mejoras en la situación socioeconómica provincial. El tercero, ocurrido en Junio de 1972, conocido como "Quintazo", estuvo circunscripto, por la ocupación militar de la capital provincial, a la zona de la "Quinta agronómica" sede de varias facultades de la Universidad Nacional de Tucumán (121).

Pese a la crisis del sector en la provincia, Tucumán mantendrá en esos años su participación en la producción nacional de azúcar dentro de un proceso de concentración y centralización de la producción en menos manos (122).

Este proceso se agudizará en la década del noventa, a partir del creciente proceso de liberalización de la economía impulsado paradójicamente desde el Estado por partidos políticos otrora regulacionistas. En esta década, la política proteccionista hacia el sector se disuelve al permitirse las importaciones de excedentes subsidiados del producto. Durante las zafras de los primeros años de los noventa, la industria del azúcar opera a pérdida. Esta situación se agudiza debido a los acuerdos firmados con Brasil en el marco del Mercosur. Los mismos, tienden a eliminar las barreras arancelarias para el producto hacia el año 2000.

Por otra parte, desde el punto de vista sociodemográfico, Tucumán se destaca en el conjunto nacional por un indicador relevante desde el decenio 1960-1970, su localización sobresaliente como un territorio expulsor de población debido a la crisis de su agroindustria más importante (123).

Este fenómeno continuará, si bien en menor medida, durante la década del ochenta, al término de la cual la provincia se sitúa entre las que componen el grupo de las que perdieron población en el período, proceso que tuvo, como correlato paralelo, una migración interna hacia la capital provincial y las capitales departamentales (124).

San Miguel de Tucumán, incrementará en un 25% su población entre 1980 y 1991 y en todos los centros urbanos de la provincia la población crecerá en el mismo período en desmedro de las zonas rurales (125).

Estos procesos migratorios hacia la capital provincial, se tradujeron en la creación de nuevas villas miserias instaladas en el cordón del Gran San Miguel. En esta nueva territorialidad social, diferente a la de la cultura industrial azucarera, se desarrollaron nuevas formas de sociabilidad que involucraron un verdadero cambio cualitativo en los modos de vida de estos grupos sociales.

Su relocalización espacial, expresó y a su vez potenció una transformación substantiva en sus identidades ocupacionales, factor que produjo importantes modificaciones en la identidad de clase, en los horizontes culturales y políticos de estas fracciones sociales.

Paralelamente, se alteraron, dislocándose y constituyéndose con otro perfil, las identidades sociales en el ámbito rural (126).

El mencionado incremento de la población de la capital provincial en la década del ochenta, no se correspondió con un crecimiento de la población ocupada. La misma, creció un 19,6% en el período, mientras que en el ámbito nacional, en el conjunto de aglomerados urbanos, ese crecimiento fue del 23,8% (127).

Este bajo crecimiento del empleo global en Tucumán, se corresponde por una parte, con el decrecimiento de la población ocupada en la industria manufacturera, debido al declive de la misma y, por otro lado, a que las nuevas subramas que se expanden fuertemente en el período, como la producción citrícola, son poco intensivas en fuerza de trabajo.

En el mismo período se produce, además, un crecimiento paralelo de la población ocupada en las ramas de la economía dedicadas a la prestación de servicios y la empleada en la administración pública estatal potenciando, este último proceso, la crisis de las arcas provinciales (128).

Los datos de la situación social de la provincia, complementan este cuadro desolador. El porcentaje de población con necesidades básicas insatisfechas creció en el período 1980-91 en la provincia, ampliándose la brecha que separa a los más ricos de los más pobres en términos de ingresos. Asimismo, hacia 1995, Tucumán era la tercera jurisdicción nacional con mayor mortalidad infantil a la vez que presentaba bajas tasas netas de escolarización primaria y secundaria (129).

Por otra parte, el desenvolvimiento de la historia política e institucional de los últimos veinticinco años en la provincia, estuvo signado por las convulsiones sociales de fines de los sesenta protagonizadas por los estudiantes universitarios y los obreros del azúcar, la emergencia de la guerrilla, las confrontaciones político-militares de los setenta, la ferocidad de la política contrainsurgente, el trato económico preferencial de la junta militar para con Tucumán por ser un escenario donde se había desarrollado la presencia guerrillera y, tras el retorno constitucional en 1983, por la incapacidad de las representaciones políticas mayoritarias para responder a los problemas elementales de la población.

Las fronteras de los períodos institucionales en la provincia fueron, en esos veinte años, por lo menos difusas. Como dato no menor, en Tucumán aún más que en el resto del país, fue borrosa la frontera de la constitucionalidad y la dictadura entre 1975 y 1976, donde el Jefe militar del territorio, que de hecho oficiaba de gobernador, se hace cargo del poder político con el golpe de Estado conservando el mando militar (130).

Otra particularidad que distinguirá a Tucumán durante la dictadura, es que la faz represiva incluía tareas de "acción cívica" las cuales buscaban concitar el apoyo de la población a la lucha antisubversiva, a la vez que el gobierno de Bussi, desplegará una voluntad por constituir una "memoria fundacional" a partir de su estrategia contrainsurgente.

Varios pueblos, al estilo de las "aldeas estratégicas" norteamericanas instaladas durante la guerra de Vietnam, fueron creados durante el período con nombres de militares de diferentes jerarquías, caídos en el combate antiguerrillero, llevando por nombres: "Teniente Berdina", "Capitán Cáceres", "Sargento Moya" y "Soldado Maldonado" (131).

La impronta fundacional, abarcó también a barrios de la capital provincial. Los barrios "Policial I", "Policial II" y "Capitán Viola", este último en homenaje a un oficial del Ejército muerto por la guerrilla, llevan el sello simbólico e ideológico de la dictadura que los construyó.

Desde 1983 con la restauración constitucional, las administraciones justicialistas de Fernando Riera y José Domato no solamente serían cuestionadas por su ineficacia para resolver los problemas provinciales relativos al aumento del empleo público, la desocupación, la mortalidad infantil, el descenso del poder adquisitivo, etc., o por la imagen de una legislatura provincial ineficaz y corrupta (132), sino también por un ejercicio autoritario del poder y por el continuismo en sus cargos de funcionarios de la dictadura militar (133).

Este malestar político y social, no será ajeno a un doble proceso. Por un lado, la reproducción ampliada de los reclamos corporativos y coyunturales que desnudaban la debilidad y la fragmentación de la sociedad civil y, por otra parte, la crítica creciente a las conducciones políticas tradicionales las que, en reiteradas oportunidades, cuestionaron, de manera virulenta, la legitimidad de los reclamos populares (134).

Al mismo tiempo, se asistía, en el lenguaje dominante, al crecimiento de un renovado, cotidiano y excluyente reclamo de "orden", de "restauración de la moral" basado en una "conciencia histórica" de corte tradicional, cuya matriz ideológica tiene por orientación arrogarse para sí la tradición nacional y fundar sobre ella la propia identidad (135).

Esta cosmovisión, posible de rastrear en su versión más articulada en los discursos militares, justificada por las corrientes integristas de la iglesia católica, remite en su contenido esencial a valores generales, superiores y atemporales, situados más allá de los valores y las memorias particulares o de fracción, autopercibiéndose como fundacional de la identidad nacional (136).

El contexto histórico-social descripto no está ausente en la valoración que los entrevistados realizan de los gobiernos que tuvo la provincia en su historia reciente.

La mitad de los votantes a Bussi se inclinan por considerar el gobierno de Bussi, bajo la dictadura militar, como el mejor que tuvo la provincia. Este porcentaje asciende al 60% si se consideran los casos en que los votantes a Bussi nombran al gobierno de Bussi junto al de algún gobernador Peronista (137).

Como los peores gobiernos, los votantes a Bussi seleccionan a los Peronistas, en particular al gobierno de José Domato en un 45% de los casos.

En cambio, los no votantes a Bussi, se inclinan por considerar en primer término, - dando crédito a la imagen de desprestigio de la dirigencia política local- que no hubo gobierno alguno que mereciera considerarse como mejor (35%). En segunda instancia, que fueron los gobiernos Peronistas, centralmente la intervención de Julio Aráoz y el gobierno de Ortega, 20% en cada caso, los mejores que tuvo la provincia.

Como los peores gobiernos, los no votantes a Bussi consideran en primer lugar a los Peronistas, fundamentalmente al de Domato, 20% del total y mencionado, al igual que entre los votantes a Bussi, junto a otros gobernadores por otro 20%, pero también al gobierno de Bussi, en forma singular o junto a varios de los gobiernos Peronistas (38%).

No es banal la consideración, por parte de la mayoría de los entrevistados, del gobierno de José Domato como el peor de los gobiernos provinciales de los últimos veinte años (138).

Domato, vice gobernador bajo la gestión de Riera, desplazó en 1987, mediante un acuerdo en el colegio electoral provincial con otra fracción del Partido justicialista que compitió en los comicios, a Rubén Chebaia, candidato radical que obtuvo la primera minoría en la elección (139).

Este "pecado de origen", no fue la única razón para que el gobierno de Domato ocupara el primer lugar en la consideración de peor gobierno de la historia provincial reciente.

Su gobierno, fue el período más álgido en materia de conflictos sindicales en la provincia desde la restauración constitucional en 1983 (140).

Durante el mismo, se produjo un crecimiento vertiginoso del desprestigio del poder legislativo local, debido a la recurrente autoasignación de aumentos en las dietas por parte de los legisladores y por el tratamiento discrecional de la geografía política provincial, transformada de manera instrumental de acuerdo a las conveniencias electorales.

En dicho período, el Estado provincial entró virtualmente en cesación de pagos, hecho que junto a la crisis política y social motivo que el Poder Ejecutivo Nacional ordenara la intervención federal de la provincia. Domato fue depuesto y encarcelado, acusado de "defraudación al erario público" (141).

Frente a la grave situación político-institucional de la provincia, el bussismo, primero como "Defensa provincial Bandera Blanca" y luego como "Fuerza Republicana", desarrollaría una propaganda y un discurso de tono "moralizante" utilizando una escoba de barrer como símbolo de campaña, sin olvidar la reivindicación incesante de la libertad de los comandantes de las juntas militares, presos por violaciones a los Derechos Humanos, durante la dictadura militar (142).

La consideración del gobierno de Domato como el peor de los últimos veinte años en Tucumán, adquiere una importancia adicional, pero no menor, es en 1987 cuando Domingo Bussi retorna a la escena política de la provincia.

Tampoco es "natural" que sólo un 7% de los entrevistados que votan a Bussi mencionen como peor gobierno al de un gobernador de la dictadura militar de 1976 y, que cuando lo hacen, mencionen únicamente al de Montiel Forzano, pero nunca de manera singular sino siempre acompañado en la mención de algún gobernador de origen Peronista.

Por el contrario, los no votantes a Bussi en un 44% mencionan como los peores a gobernadores de la dictadura militar, en forma particular o acompañados en la mención de algún gobernador Peronista.
 

 

Cuadro 6
Motivos para considerar al mejor gobierno provincial
según votantes y no votantes a Bussi (en porcentajes)

Motivos Votantes a Bussi No votantes a Bussi
Bussi Ortega Aráoz
Por el orden, la seguridad, venció a la subversión 32 0 0
Por el orden, la situación económica y las obras 19 0 7
No Contesta 15 3 7
Por las obras públicas y la situación económica de la provincia 20 34 36
Porque no había corrupción, por su administración 8 14 0
Otros 4 13 0
Por el apoyo del gobierno nacional y la situación económica y social 2 28 50
Por el Respeto a los Derechos Humanos 0 7 0
Total 100 (111) 100 100 (93)


Diferentes son las motivaciones que expresan ambos grupos de votantes en sus consideraciones del mejor gobierno provincial. Entre los votantes a Bussi, emerge el hincapié en "el orden, la seguridad, venció a la subversión" o la combinatoria de los aspectos ordenancistas de su gobierno con la realización de obras públicas. Entre las menciones "puras" y "combinadas", la mención al "orden" se presenta en el 51% de las respuestas.

Los que no lo votan, no sólo establecen una escala de consideración diferente de los gobiernos provinciales, sino también señalan otro tipo de motivos para considerar a los mejores gobiernos, generalmente centrados en mejoras de la situación económica y social de la provincia y por el apoyo recibido, por la administración de Ortega y la intervención de Aráoz, del ejecutivo nacional.

 


Cuadro 7
Motivos para considerar al peor gobierno provincial
según votantes y no votantes a Bussi (en porcentajes)

 

Motivos Votantes a Bussi No votantes a Bussi
Domato Domato Bussi
Por la corrupción 37 50 0
Por la crisis, el desgobierno/ desorden y la corrupción 37 11 11
Por las condiciones sociales y económicas 10 33 0
Referencia a una situación caótica, de desastre, de desorden 10 0 11
Otros 4 0 11
No Sabe / No Contesta / No Recuerda 2 0 0
Por la violación de los Derechos Humanos, por el autoritarismo 0 6 67
Total 100 (111) 100 100 (93)


Tanto para votantes a Bussi como para los que no lo votan, el gobierno de Domato se constituye en el peor de la historia reciente de la provincia por "la corrupción". Los entrevistados no escatiman adjetivos: "Fue un viejo chorro", "es un ladrón", "se robó todo", son algunas de las respuestas que se corresponden con esta evaluación. A ello se articula, de manera común a ambos grupos de entrevistados, la evaluación de su período de gobierno como un período de desorden, de caos, de crisis social de ineficacia e incapacidad del poder político para conducir los destinos provinciales, aspectos más destacados por los votantes a Bussi.

Por otra parte, como contrapartida del motivo central de la consideración positiva de los votantes a Bussi acerca de su gobierno bajo la dictadura; dos tercios de quienes no lo votan señalan a ese mismo gobierno como el peor de la historia provincial, apreciando en "La violación de los Derechos Humanos y en el autoritarismo" el eje central de su consideración negativa del gobierno que Bussi ejerciera, por la fuerza, a partir de Marzo de 1976.

 


Las perspectivas sobre el presente



La declinación histórica de la economía tucumana a que se hacía referencia anteriormente no es un fenómeno nuevo. Su comienzo, como se señaló, puede fecharse a finales del siglo XIX, con la paulatina pérdida del monopolio provincial de la producción nacional de azúcar, pero se torna observable por su agudeza, hacia 1966.

A partir de entonces, diversos fueron los intentos y otro tanto los fracasos por reemplazar el papel central de la industria azucarera como factor dinámico de la economía local.

No es de extrañar que el deterioro provincial se verifique entonces en otros planos de la sociabilidad. Ha habido un paulatino pero incesante declive de la cultura cosmopolita, impulsada en las primeras décadas del siglo XX por la burguesía azucarera, que había dejado su marca en la cultura local. La temprana existencia de la Universidad Nacional, los grandes teatros, exposiciones y conciertos, a los cuáles no sólo accedían las fracciones acomodadas de la sociedad, eran expresión de una cultura más cercana a la porteña y por ende a la europea, que a la del resto del Noroeste Argentino (143).

A estas formas culturales, predominantes hasta mediados de los años setenta, le han sucedido otras que retratan nuevas formas de sociabilidad. En las mismas, sobresalen la apatía, el retraimiento hacia un mundo privado empobrecido, la televisión omnipresente en casas y bares, la proliferación de locales de juego de azar, la música repetitiva producida en serie de las discos y la bailanta y el incremento del consumo de alcohol y drogas (144).

Este empobrecimiento cultural ha sido, en buena medida, la correlación en la vida pública y cotidiana de los cambios estructurales en la economía local, donde la centralización y concentración de la propiedad y la producción azucarera han determinado, desde hace casi treinta años, la existencia de una población sobrante de gran magnitud y de carácter crónico, con relación a las necesidades del modelo de acumulación de capital y al aparato productivo provincial (145).

En la medición de Mayo de 1995, un mes antes de la realización de estas entrevistas, la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC registraba en el ámbito nacional un 18,4% de desocupados. Para el aglomerado urbano de San Miguel de Tucumán-Tafí Viejo, esa misma medición, contabilizaba un 20% de desocupados y más del 12% de subocupados sobre el total de la Población Económicamente Activa de la capital de la provincia (146).

No es extraño que el problema de la desocupación haya sido caracterizado como central, como el más destacado por los entrevistados.

Casi la mitad del universo de entrevistados, 43%, responde que la "desocupación" es el problema principal que aqueja a la provincia, respuesta que aumenta a medida que se desciende en la escala social, abarcando a la mitad de los entrevistados de menos recursos.

Le sigue en importancia la mención de los problemas económicos. Quienes sobresalen en esta afirmación son los entrevistados de las fracciones sociales más empobrecidas, que señalan, fundamentalmente, el retraso en los pagos salariales o los bajos salarios.

En tercer lugar, sobre todo entre los entrevistados de los sectores medios, aparecen menciones a otros problemas sociales. Especialmente, toman relieve los vinculados al acceso y calidad de la educación provincial. Por otra parte, los entrevistados de mejores condiciones de vida se destacan sobre el resto en su referencia a la "corrupción" como el principal problema de la provincia.

Como se señaló, casi la mitad de los entrevistados considera a la desocupación como el problema central de la provincia. Este porcentaje no varía significativamente ya sea que se trate de votantes o no votantes a Bussi. Otro 20% de los entrevistados, también sin distinción entre ambos grupos de votantes, considera a los problemas económicos y otros problemas sociales como los segundos y terceros en importancia.

Se registra levemente una diferencia en la tendencia de los no votantes a Bussi a considerar a la "educación" y a los "problemas políticos", - conflictos entre poderes, falta de una dirigencia con sentido estratégico de los problemas de Tucumán -, como los principales de la provincia en un 12% y 7% respectivamente mientras los votantes a Bussi remiten a esta clase de situaciones sólo en un 5% y 1% respectivamente.

Si la caracterización de los problemas de la provincia no diferencia substancialmente a ambos grupos de votantes, estos seleccionan en cambio maneras diferentes de resolverlos.
 


Cuadro 8
Cómo cree que se solucionarían los problemas de la provincia
según votantes y no votantes a Bussi (primera mención) (en porcentajes)

Alternativa Votantes a Bussi
  
No votantes a Bussi Total
Con políticos honestos en el gobierno 26 27 27
Poniendo orden, limpieza y rigor 24 7 16
Con más educación 24 30 37
Encarcelando a los delincuentes y corruptos 9 5 7
No Sabe/No Contesta 4 2 3
Distribuyendo mejor la riqueza, con más participación del pueblo 6 22 14
Otras respuestas 7 7 6
Total 100 (111) 100 (93) 100 (204)



Dentro de una serie de alternativas propuestas, entre los votantes a Bussi tres maneras de resolver los problemas de la provincia concentran las menciones más elegidas.

Dos de ellas, - con más educación, con políticos honestos en el gobierno -, son también seleccionadas mayoritariamente por los no votantes a Bussi, mientras la tercera es patrimonio de este grupo de entrevistados. "Poniendo orden, limpieza y rigor" es seleccionada por un cuarto de los entrevistados votantes a Bussi como manera de resolver los problemas provinciales.

Esta última alternativa, es poco elegida por los no votantes a Bussi, quienes en cambio se inclinan, además de las alternativas mencionadas anteriormente, por otra donde pocos votantes a Bussi se concentran, "Distribuyendo mejor la riqueza y con más participación del pueblo".

Sin embargo, no es el tipo de voto sino la localización socioeconómica del entrevistado la variable que registra mayor asociación con la manera en que los entrevistados piensan en primer término que podrían resolverse los problemas de la provincia (147).

Estas caracterizaciones acerca de las formas de resolver las dificultades provinciales, se corresponden con personificaciones sociales específicas que los entrevistados consideran que podrían llevarlos a cabo.

 

Cuadro 9
Quien cree que solucionaría los problemas de la provincia
según votantes y no votantes a Bussi (primera alternativa) (en porcentajes)

 

Alternativa Votantes
a Bussi
No votantes a Bussi
Un líder con poder y voluntad de cambiar las cosas 30 11
Un gobernante de mano dura 28 7
Políticos honestos en el gobierno 22 30
Que dios ilumine a los gobernantes 9 11
Del esfuerzo de cada uno 6 15
De los Inversores extranjeros y de los empresarios exitosos 3 8
No Sabe / No Contesta 2 2
De la Lucha y unidad de los sectores populares 0 16
Total 100 (111) 100 (93)


Los votantes a Bussi se inclinan centralmente por dos opciones que refieren a una expectativa centrada en una figura con características esencialmente ejecutivas, la de un conductor o caudillo, que aplique rigor en sus decisiones.

Como otro rasgo saliente y como contrapartida de la mirada anterior, entre los votantes a Bussi, ningún entrevistado prefiere alternativa alguna vinculada al protagonismo, a la lucha de las fracciones sociales más desposeídas de la sociedad, como sujetos en condiciones de resolver los problemas de la provincia.

Por otra parte, los no votantes a Bussi se inclinan por considerar que políticos, cuya característica central sea la honestidad, estarían en condiciones de resolver los problemas provinciales. Al interior de este grupo, otra parte importante de entrevistados privilegian una mirada individualista para resolver los problemas, o bien, delegan esta capacidad en los "empresarios exitosos".

La articulación del modo en que se piensa la resolución de los problemas de la provincia y la personificación social que esta resolución asume, revela, con mayor claridad, las diferencias entre ambos grupos de entrevistados.

Los votantes a Bussi en casi un tercio, se inclinan por modos y formas autoritarias que suponen un control, disciplinamiento y ejercicio del poder encarnado en una personificación social, la figura de un líder, que tenga por características centrales la concentración del poder y el ejercicio autoritario el mismo. Esto es especialmente destacable entre los entrevistados de la capital provincial y de ambos extremos de la pirámide social.

En segundo término, en casi un cuarto de los casos, elige opciones "liberales"; "más educación", "con políticos honestos en el gobierno" y en tercer lugar, en una proporción casi similar, se inclinan por formas combinadas de estas dos conceptualizaciones.

Ningún entrevistado votante a Bussi, prefiere alternativas participativas "en estado puro", las cuales tengan a los sectores populares como protagonistas, únicamente optan por estas al combinarlas junto con la presencia y conducción autoritaria de un líder.

Por otra parte, los no votantes a Bussi especialmente los menores de treinta años, se inclinan por alternativas de corte "liberal". "Políticos honestos", "más educación", son sus maneras y personificaciones sociales más elegidas para atender a los problemas provinciales.

Otros dos agrupamientos, de un cuarto de los entrevistados cada uno, eligen "formas mixtas"; ya sea una combinación entre formas "liberales y autoritarias", básicamente bajo la fórmula "Más educación" y "Un líder con poder y voluntad de cambiar las cosas" o por la combinación "liberal-participativa" "más educación y la lucha y unidad de los sectores populares".

Las imágenes acerca de las personificaciones sociales y los modos en que podrían resolverse los problemas provinciales en el presente se contrasta y relaciona con los grados reales que asume la participación de los entrevistados, bajo diversas formas, en sus lugares de trabajo, estudio o en el barrio donde viven por modificar sus condiciones de existencia.

Esta participación, puede ser medida a partir de una serie de indicadores que remiten al grado y a la forma en que los sujetos se comprometen en la realización de diferentes tipos de acciones que involucran grados de compromiso y extrañamiento con la situación en la que viven, pero también a la experiencia generacional de la cual los entrevistados forman parte.

Esto último, es especialmente observable con relación a la condición de ser afiliado o no al sindicato, donde es la edad la variable que más interviene y se asocia a esta situación. A mayor edad, aumenta la proporción de entrevistados que manifiestan estar afiliados. Un 43% de los entrevistados de más de treinta años manifiesta esta condición, mientras que sólo el 18% de los menores de treinta años reconoce este tipo de pertenencia identitaria (148).

El tipo de voto no se asocia a estar afiliado o no al sindicato. Igualmente, es de destacar que son los entrevistados que votan a Bussi quienes manifiestan en mayor medida esta condición, (35% versus 30% de los que no lo votan).

Pero como se puede advertir, el grado de afiliación sindical es una forma de medición de la participación que, por un lado, se restringe al universo de los entrevistados que están ocupados y a la vez su categoría ocupacional es la de asalariados y que, por otra parte, no da cuenta de la participación concreta que asumen estos individuos frente a sus condiciones de vida. Otra es la situación, analizando al conjunto de entrevistados según participen o hayan participado en algún momento de su vida de alguna medida de lucha en su lugar de trabajo, en el lugar de estudio o en el barrio donde viven (149).

Un 44% de los entrevistados, manifiesta participar o haber participado de alguna forma de lucha, siendo los no votantes a Bussi quienes más reconocen su participación (57% versus el 37% de los que lo votan).

Estas respuestas se enmarcan en una historicidad que, por un lado, refleja un porcentaje relativamente alto de entrevistados que manifiestan haber participado de alguna actividad política, sindical, barrial o social antes del período de restauración constitucional en 1983, (12%) (150).

Con relación al tipo de participación desenvuelta en ambos grupos, si bien son los no votantes a Bussi quienes manifiestan levemente participar en las formas de lucha más frecuentes, asambleas, paros, no se manifiestan grandes diferencias entre estos entrevistados y los votantes a Bussi.

Con relación a las formas de lucha menos frecuentes, ocupaciones del lugar de trabajo, planes de lucha, es nuevamente la edad la variable más asociada a su ejercicio. A mayor edad, mayor la experiencia en este tipo de luchas. A su vez, son los votantes a Bussi de más edad, quienes manifiestan haber participado en menor medida en estas últimas, 24%, que los no votantes a Bussi de la misma condición, 40%.

Al restringir el interrogante acerca de la participación en diversas formas de lucha o acción colectiva al período que abarcan los últimos cinco años, las respuestas positivas decrecen notablemente. Dentro de un universo de entrevistados que se caracteriza por un marcado desinterés por participar de acciones de lucha en los lugares donde trabajan, estudian o viven, se manifiestan dos diferencias sustantivas entre ambos grupos de votantes.

Los que sufragan por Bussi, manifiestan en mayor grado, 53%, un rechazo a la participación colectiva en reclamo de sus derechos. "No me interesa la política", "no creo que hacer eso solucione nada", "yo sólo me dedico a trabajar o a estudiar" son las respuestas que caracterizan a este tipo de entrevistados.

Por otra parte entre los no votantes a Bussi, el miedo resalta entre los motivos argüidos para no participar: "Por miedo al despido", "por miedo a que me marquen y me echen", y también la desconfianza ante los objetivos de las medidas "los dirigentes buscan beneficios personales" etc., son las respuestas más frecuentes en este grupo.

Este par de respuestas evidencian, una desconfianza en las conducciones de estos procesos de enfrentamiento y, por otra parte, una internalización del miedo.

La presencia de este último, se constituye en un indicador dual. Por un lado, es revelador de un estadio de rechazo interno a la autoridad, un estado de "duda interna", en palabras de Milgram, acerca de someterse a las condiciones impuestas por la misma, pero que, sin embargo, no deviene en una exteriorización, en una acción o forma externa de confrontación con la jerarquía, sino en una parálisis de la acción que la reflexión sugiere (151).

Finalmente, las formas y las personificaciones sociales en las que ambos grupos de entrevistados depositan sus expectativas de cambio guarda estrecha relación con la decisión personal de comprometerse en alguna forma de acción colectiva para modificar sus condiciones de existencia.

Entre los votantes a Bussi, es posible establecer una correspondencia entre su tendencia a la delegación de sus fuerzas en una figura que monopolice, de manera ejecutiva, la concentración del poder político y resuelva los problemas locales, dejando toda perspectiva y expectativa de acción colectiva en ese sentido, con su mayor propensión a rechazar la posibilidad de ejercer su intervención personal a través de diversas formas de participación en la resolución de estos problemas.

Entre los no votantes a Bussi, se establecen correspondencias menos unívocas. Por un lado, una parte de estos, rechaza las formas colectivas de resolución de los problemas y remite su resolución al propio esfuerzo individual o a personificaciones sociales específicas, - los empresarios de éxito- a la vez que rechazan la participación propia en la modificación de las condiciones de existencia. Otro grupo, cifra sus expectativas en una renovación de la cultura política y en el cambio de direccionalidad de la vida pública provincial pero, su participación en este proceso social, aparece ensombrecida por el miedo.

Acaso, los procesos descriptos en ambos grupos; el rechazo bajo diversas formas de la posibilidad de participar, la desconfianza en las medidas de lucha, el desinterés por las mismas y el miedo, tengan un anclaje, una génesis común, en diversos procesos histórico- políticos de carácter autoritario, antecedentes a este presente provincial, los cuales parecen haber dejado sus huellas, sus marcas, muchas veces inobservables pero que, parecen haberse inscripto en las prácticas, en la afectividad, en la sociabilidad, en la vida pública y privada de porciones importantes de la población provincial.

 


Notas

(115) Dr. Amado Juri (Partido Justicialista 1973-1976), General Domingo Bussi (dictadura militar 1976-1977), General Montiel Forzano (dictadura militar 1978-1980), General Antonio Merlo (dictadura militar 1980-1983), Dr. Fernando Riera (Partido Justicialista (1983-1987), Dr. José Domato (Partido Justicialista 1987-1990) Dr. Julio Cesar Aráoz (Intervención federal, Partido Justicialista 1991) y Ramón Ortega (Partido Justicialista 1991-1995).

(116) Desde la presidencia de Julio A. Roca, a comienzos del último cuarto del siglo XIX, pasando por el "Laudo Alvear" que protegió a los pequeños cañeros y el "Fondo Regulador" creado por Perón que hizo otro tanto, la industria azucarera fue favorecida por políticas estatales de protección del sector, sintetizadas en facilidades para el acceso al crédito, subsidios a las exportaciones y gravámenes a las importaciones del producto. No sólo los grandes propietarios de azúcar se beneficiaron con esta política. Los pequeños cañeros fueron protegidos, dentro de una estrategia distributiva por parte del Estado, en especial a través de las políticas de Alvear y Perón. Ver Murmis, 1969, página 4. Con estas políticas, acabará el golpe militar de 1966, para cuyos líderes la situación política y social en Tucumán era motivo de preocupación. El día del golpe militar encabezado por Onganía, el 28 de junio de 1966, la Universidad Nacional de Tucumán fue clausurada por tropas del Ejército y la policía, por su parte, la gendarmería nacional, ocupó varios ingenios azucareros. No obstante, la entonces conducción de la FOTIA, en manos Peronistas, expresó cierto entusiasmo inicial con el golpe de Estado de 1966. Fuente: diario "La Nación".

(117) En este período, se combinan simultáneamente las tres formas de existencia de la sobrepoblación relativa descriptas por Marx, 1983, Capítulo XXIII, página 798 a 808. La forma "latente", resultante de la penetración capitalista y la innovación tecnológica en el campo, - constituida a partir de la introducción de las cosechadoras mecánicas y el consecuente desplazamiento de fuerza de trabajo- y por efecto del cierre de ingenios que reduce el número de fuerza de trabajo necesaria para la zafra. La "estancada"; debido a la importancia creciente que adquiere en el período la fuerza de trabajo transitoria que se ve sometida a formas de trabajo más prolongadas con el mínimo de salario y con peores condiciones materiales de vida que el nivel medio de la clase obrera, consiguiéndose emplear sólo en períodos estacionales y la "fluctuante" ya que si bien el número de obreros se incrementa nominalmente, decrece en términos relativos con respecto al incremento en la escala de la producción.

(118) Fuente: INDEC, 1970 b. Solamente descenderá hasta situarse en el 8% durante los primeros años de la dictadura militar. En ese período, durante el gobierno de Bussi, se incrementará el empleo como parte de la estrategia contrainsurgente que buscaba aislar socialmente a la "subversión".

(119) Este proceso ya era notorio a principios de los años setenta, cuando cada cosechadora mecánica desplazaba a 117 cosechadores manuales, generalmente fuerza de trabajo transitoria. Murmis, 1969, página 17.

(120) Sobre la experiencia de "Tucumán Arde", ver Balvé 1997 y Longoni y Mestman, 1999.

(121) Sobre el "Tucumanazo" y el "Quintazo" ver Crenzel, 1991 y 1997, sobre el "Quintazo", también puede consultarse Aldonate y Font, 1992. El olvido de los procesos sociales de lucha de calles, redujo en el imaginario colectivo la amplia y variada manifestación de la radicalización popular de los años setenta en Tucumán a la presencia guerrillera.

(122) En 1966, la producción provincial de azúcar alcanzaba las 541.104 toneladas producidas por 27 ingenios, en 1972 alcanzaba a 629.578 toneladas, ahora producidas por sólo 16 ingenios. Este volumen de producción, representará el 56% del total de la producción nacional de azúcar en 1966 y sólo disminuirá al 55,6% en 1968. Elaboración propia, sobre la base de datos de la Cámara Gremial de Productores de Azúcar. Sobre la crisis de la industria azucarera en el período, ver Murmis, 1969; Murmis y Waisman 1969, Sigal, 1969; Taire 1969 y Porcel 1986.

(123) Mientras que entre 1947 1960 la población de Tucumán creció en un 30%, siendo este incremento superior en 4 puntos porcentuales al promedio nacional del período, entre 1960 y 1970 mientras que en el ámbito nacional la población creció un 17%, en la provincia decreció 1%. Fuente: lNDEC, 1970 a. Este decrecimiento, está vinculado con el cierre de los ingenios azucareros. Para el período 1966 70 se estima en 150 mil las personas expulsadas del territorio provincial. Emigran fundamentalmente hacia el Gran Buenos Aires y otros cordones industriales del país, Cuenya, 1977.

(124) INDEC, 1993, página 28.

(125) En 1960, la capital concentraba al 38% de la población de la provincia, en 1970 al 46%, en 1980 al 51% y en 1991 al 54%. Fuente: INDEC, 1993, página 29.

(126) Al respecto puede consultarse, Gras, Bisaseca y Mariotti, 2000.

(127) Fuente: INDEC, 1980-1995.

(128) Sobre el desenvolvimiento de la industria citrícola en Tucumán en este período, ver Aguilera, 1997. Tucumán era en 1997, el segundo productor mundial de limón luego de los Estados Unidos. Fuente: INDEC, 1999 b. Sobre la distribución de la Población Económicamente Activa por ramas de actividad, ver INDEC, 1980 a, e INDEC, 1993, página 13.

(129) INDEC, 1980-1995, Medina, 1984 y 1992. Sobre los datos de mortalidad y escolarización ver INDEC, 1998, páginas 74-75 y 97.

(130) Desde principios de 1975, con el inicio del "Operativo Independencia" de combate a la "subversión" se desarrolla en Tucumán una situación de "poder bicéfalo". El gobernador Juri de origen Peronista y el Jefe de la Brigada de infantería local, General Acdel Vilas, se erigen como dos autoridades cuyos poderes se superponen. Dice Vilas en su manuscrito: "Opté por ignorarlo -a Juri- desoyendo las críticas a mis extralimitaciones. Porque efectivamente me extralimité una y otra vez, interviniendo ENTEL de modo que pudiese controlar las comunicaciones, el Correo... a nadie se le escapaba la existencia de un gobierno paralelo sito en la V Brigada, de donde muchos de los principales problemas de la provincia se trataban formalmente en la casa de gobierno y realmente ante mi presencia" Vilas, 1977, página 30.
Bussi sustituyó a Vilas el 20 de diciembre como Jefe de la V Brigada de Infantería con asiento en Tucumán y conservó el mando militar en el territorio al asumir como gobernador luego del golpe militar del 24 de Marzo de 1976.

(131) Fundados el 23 de septiembre, el 18 de noviembre, el 17 de diciembre de 1976 y el 27 de Mayo de 1977. A la fecha, estos pueblos conservan estos mismos nombres.

(132) Según Arturo Ponsatti, dirigente la Democracia Cristiana local..."Luego de cada elección comienza a discutirse el prontuario de cada uno de los recién electos. Eso se ha reafirmado en la gestión gubernativa. Los legisladores tucumanos ganan tres veces el salario nominal del presidente de la República. Hay un desaforamiento de una seudo clase política que, además, se caracteriza por la ineficacia total. El gobierno de Tucumán, a nivel ejecutivo y legislativo, no existió a lo largo de los últimos cuatro años. No se ha hecho absolutamente nada, sólo desquicio tras desquicio, error tras error, disparate tras disparate". Fundación Plural, 1988, página 8.

(133) Hevia, 1989, pone especial énfasis en señalar esta faceta de la transición democrática tucumana. Como emblema del continuismo entre la dictadura y el período constitucional, cabe citar el caso de Osvaldo Cirnigliaro, miembro de la derechista Concentración Nacional Universitaria en los sesenta, funcionario de la Secretaría de Planeamiento de la provincia durante el gobierno de Bussi y Ministro de Economía provincial en la segunda gobernación de Fernando Riera (1983-1987).

(134) El 21 de Marzo de 1988, el entonces Ministro de Economía provincial, Cortés, exclamó: "Cáguense carajo" en respuesta al reclamo de jubilados por el retraso en el pago de sus haberes, diario "Clarín", 22 de marzo de 1988. El 5 de Abril de 1989, frente al paro y a la movilización de 5.000 docentes, el gobernador Domato se pronunció contra la "Marcha Blanca" señalando que: "cuenta con infiltración extremista". ATEP, que agrupa a los docentes de la provincia, rechazó la acusación.

(135) Rusen, 1992, página 31. Este tipo de conciencia histórica, esta caracterizada por la inmutabilidad de valores más allá del tiempo y las circunstancias. "Dios", la "Patria", la "familia", "El ser nacional", "El Ejército", son, desde esta perspectiva y discurso, valores e instituciones sociales eternos e inmutables.

(136) Ver Hobsbwam, 1988, páginas 3-15. Al respecto cabe mencionar el gesto del General Acdel Vilas al hacerse cargo del operativo contrainsurgente "Independencia" en febrero de 1975. Al igual que lo había hecho el General Manuel Belgrano antes de la batalla de Tucumán contra los españoles en 1812, Vilas le ofrenda su bastón de mando e invoca la protección de la virgen María. "Ya transcurría la segunda semana de febrero y, sabiendo la inminencia del enfrentamiento, concurrí a la Iglesia de la Merced, me arrodillé ante la Virgen y pedí de su bondad, sabiduría y una inquebrantable fe para que me ayudase en la conducción de las operaciones. Ahí estaba yo, solo, rezando en el medio de la noche a la Santísima Madre de Dios, cuando se me ocurrió pensar que alguna vez frente a Ella, pidiéndole otro tanto, se había arrodillado Don Manuel Belgrano. Allí, le ofrecí a la virgen mi bastón de mando en agradecimiento". Vilas, 1977, página 49.

(137) Dentro de estos gobiernos se destaca el de Julio Aráoz, quien fuera interventor de la provincia desde Enero a Octubre de 1991.

(138) El 36% de los entrevistados lo nombraron directamente como el peor gobierno y otro 16% lo nombra en igual sentido junto a otros gobernadores.

(139) Domato se alió al "Frente de Acción Provinciana" conducido por el ya citado Osvaldo Cirnigliaro, opuesto a la "Renovación Peronista" y parte de la derecha de ese partido.

(140) El gobierno de Domato, concentró el 47% de los conflictos sindicales del período 1984-1994, Spaltenberg, 1995. El mismo autor, registra que estos conflictos fueron centralmente protagonizados por trabajadores del Estado, docentes, trabajadores de la salud, jubilados y policías. Los conflictos promovidos por la policía provincial, conducidos por el Movimiento Policial (MOPOL), fueron motivos de investigación en la legislatura local ya que se sospechaba que el Inspector General Alberto Albornoz, alias "El Tuerto", ex subjefe de la policía tucumana bajo el gobierno de Bussi y acusado de graves violaciones a los Derechos Humanos, conducía desde las sombras este movimiento. Volantes del MOPOL, clamaban por el retorno al gobierno provincial del General. Echagüe, 1991, página, 104. Así, a través de la instrumentalización de una situación de desorden público, clamaban por el regreso del "orden".

(141) Sobre la situación económica provincial en ese período ver Lobo y Rosenzvaig, 1993, página 43.

(142) La escoba, simbolizaba la intencionalidad de poner "limpieza y orden" frente a la corrupción y la situación de crisis institucional. Este símbolo, no era original en la propaganda política autoritaria en América Latina ya que había sido utilizado por el General neofascista chileno, Carlos Ibañez del Campo, en el año 1952, en la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de su país. Ibañez del Campo, ya había estado a cargo del gobierno chileno en la década del treinta. Villalobos y otros, 1983, página 860.
"Fuerza Republicana", desarrollara su campaña electoral por la gobernación provincial en 1991 argumentando ser "La fuerza moral de los tucumanos".

(143) Paez de la Torre, 1987, páginas 608-612.

(144) Lobo y Rosenzvaig, 1995.

(145) En 1997, el ingenio Concepción produjo 318.000 toneladas de azúcar, un tercio del total de la producción provincial anual. Lo producido por este ingenio en un día, equivalió a la producción anual de varios de los 15 ingenios azucareros restantes. Fuente: La Gaceta, Octubre de 1997.

(146) Fuente: INDEC, 1980-1995. El porcentaje de desocupación en San Miguel de Tucumán era uno de los más altos de los 25 aglomerados urbanos de la muestra nacional de la Encuesta Permanente de Hogares y sobrepasaba el promedio regional de los aglomerados urbanos del NOA, donde para la misma fecha la desocupación abierta alcanzaba en promedio al 16,3% de la Población Económicamente Activa.

(147) Los entrevistados más pobres señalan en primer lugar "Poniendo orden limpieza y rigor" (24%); los de clase media "con políticos honestos en el gobierno"(31%) y los de mejores niveles de vida "con más educación" (30%).

(148) Cabe destacar que el proceso de pérdida de peso de la afiliación sindical, en el caso específico de la industria azucarera, es todavía anterior al proceso de cierre de ingenios en 1966. En 1960, la Federación de Obreros y Trabajadores de la Industria Azucarera (FOTIA) contaba con 36.354 afiliados, en 1965 con 30.200 y en 1970 la componían 19.142 Fuente: Confederación General del Trabajo, 1960-1970.

(149) Se interrogó a los entrevistados acerca de su participación en asambleas, movilizaciones, paros, quites de colaboración, planes de lucha y ocupaciones del lugar de trabajo.

(150) Se trata de 12 entrevistados del conjunto de 102 mayores de treinta años. De este conjunto, nueve entrevistados fueron en 1995 no votantes a Bussi y los tres restante votantes a Bussi. Mientras los no votantes a Bussi participaron en el pasado de los partidos justicialista, radical, organización armada de izquierda y de agrupaciones cristianas, los votantes a Bussi se agrupan en la UCR y el ejercicio de un cargo de gobierno durante la dictadura militar.

(151) Milgram, 1980, página 152.

 

   

 

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