Memorias enfrentadas. El voto a Bussi en Tucumán
por Emilio Ariel Crenzel
 


   

6. Mirando hacia atrás

 

"...Tras el golpe de Estado... fueron secuestradas y desaparecieron millares de personas y otros tantos fueron muertos en supuestos y poco probables enfrentamientos, o bien estuvieron encarcelados, sin causa ni juicio, sufriendo vejámenes y torturas". Informe de la Comisión Bicameral Investigadora de las violaciones a los Derechos Humanos en la provincia de Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, 1991, Página 13.

"Retorno a la normalidad" Editorial del diario "La Gaceta" de Tucumán, 26 de Marzo de 1976, donde se hace referencia a la aplicación de las primeras medidas de gobierno tras el golpe de Estado del 24 de Marzo (152).

 

Las luchas entre los portadores sociales de diferentes memorias colectivas, por imprimir con su sentido la comprensión y valoración del pasado político en Argentina, reconocen una ferocidad análoga a la que registra la historia política del país al que pretenden interpretar (153).

Estas confrontaciones estuvieron basadas en diferencias cognitivas y emotivas traducidas en significados e interpretaciones disímiles en torno a la historia nacional. Las mismas se expresaron, por una parte, en la selectividad en las formas y contenidos de la rememoración del pasado de cada grupo social y en diferentes criterios, más allá de sus niveles de elaboración, que determinaron los eventos y las personificaciones sociales a ser incluidos y a ser dejados de lado en cada narrativa acerca del pasado.

Por otra parte, estos conflictos se desenvolvieron también, a partir de la existencia de perspectivas ideológicas diferentes acerca de cómo valorar, sopesar y juzgar los hechos y procesos políticos nacionales.

Otra expresión de estos enfrentamientos ha girado en torno a los criterios de periodización de la historia del país y a como, de que forma, nominarlas. Vale recordar que las periodizaciones acaso expresan los tratamientos y valoraciones de la temporalidad en el largo plazo y están vinculadas estrechamente a tradiciones interpretativas particulares en torno al pasado y a la historia.

Tanto las periodizaciones, su nominación, como los criterios de selección puestos en juego, -con las inclusiones y exclusiones involucradas-, expresan la puesta en acción de complejos armazones de la conciencia histórica que comprenden diferentes modos y perspectivas de entender lo sucedido por parte de cada grupo social, a la vez que implican criterios de distinción - entre la inconmensurable totalidad de lo acontecido -, a partir de los cuales, los diversos grupos sociales seleccionan aquello considerado memorable (154).

Por lo señalado, la conflictiva relación con el pasado político en el país adquiere dos formas de manifestación especialmente relevantes. Por una parte, la que refiere a las luchas entre diversas corrientes historiográficas y, por el otro, usualmente articuladas a las mismas con mayor o menor carácter sistemático, las que se manifiestan en las representaciones sociales y en los presupuestos contrapuestos de diferentes memorias colectivas con respecto al pasado del país.

La pertenencia a determinado grupo social, las experiencias personales de vida, la época en la que se vivió y se vive, las circunstancias sociales y políticas, se articulan en la formación de una mirada particular y a la vez social de la historia.

A pesar de no poder modificar o revertir su curso, "el presente actúa" sobre el pasado, ya que es desde el mismo a partir del cual se valora, interroga e interpreta una y otra vez lo sucedido. Es por eso que, a partir de los cambios operados en el tratamiento social de lo acontecido, en los recuerdos y olvidos privilegiados, se ponen de manifiesto no sólo los valores y perspectivas dominantes en la actualidad sino, también, la persistencia o declive de la eficacia simbólica de ciertas interpretaciones acerca de los eventos pasados (155).

Esto permite entender que los conflictos de interpretación no son la expresión de una terquedad por prolongar, a partir de su práctica, enfrentamientos sucedidos en el pasado sino que, por un lado, ponen de manifiesto que esos hechos todavía tienen presencia en la discusión pública, se consideran aún centrales en la vida de la comunidad y, por otro parte, que "la posesión e interpretación de la memoria esta enraizada en el conflicto y la interacción de los intereses y valores sociales, políticos y culturales en el presente" (156).

El proceso social de carácter intersubjetivo que se describe, es la matriz en la cual se desenvuelve y tiene lugar tanto la elaboración, la persistencia y el cambio de la mirada acerca de la historia, que expresa una tensión compleja entre la selección mnémica llevada a cabo por parte de los individuos y grupos sociales y la objetivación de los hechos históricos en la vida de una colectividad a partir de criterios de selección, periodización e interpretación propios de la historia como disciplina.

Este carácter intersubjetivo del proceso de transmisión del pasado se desenvuelve, especialmente, a partir de la relación que se establece entre los miembros de las generaciones que comparten una misma experiencia histórica.

El concepto de generación ha reconocido diferentes aproximaciones. El tratamiento de este problema por Dilthey, consistió en la asimilación del concepto de generación con el de una unidad temporal similar a las "unidades externas" o medidas utilizadas para registrar el tiempo cronológico, como la hora o la semana, considerando como pertenecientes a una misma generación a todos los contemporáneos.

Esta perspectiva, tornaba inobservable "la no contemporaneidad de los contemporáneos" es decir, la diferente percepción y relación de cada generación con un mismo presente (157).

Mannheim en cambio, no sólo consideró que la sucesión y la coexistencia eran características propias del fenómeno generacional, al cual describió como un proceso esencialmente continuo en el cual de manera permanente se incorporan y desaparecen participantes.

Advirtió, en su crítica al reduccionismo biológico que trataba exclusivamente a la generación como el agrupamiento de los individuos nacidos en un mismo período de tiempo, que la generación involucraba una "agrupación por localización", en la que sus miembros comparten una misma cohorte temporal y espacial que incluye y excluye ciertas experiencias vitales compartidas y ciertas "actividades integradoras" particulares frente a problemas existenciales histórica y socialmente definidos (158).

Una perspectiva complementaria a la mirada de Mannheim, hace hincapié en que son ciertos hechos históricos compartidos y ciertas metas comunes las que definen y construyen a la generación siendo, inclusive, los soportes a partir de los cuales se constituyen distinciones entre distintas cohortes y al interior de un mismo grupo etario.

Desde esta mirada, la generación "es el producto del recuerdo, un efecto de rememoración" (159), puesto que "el significado o impacto social del acontecimiento invierte la relación tradicional de referencia ya que es el acontecimiento mismo el que resignifica, designándola, a la generación actuante" (160).

Es posible pensar, como sugerencia, que el cambio de perspectiva con respecto al pasado que habitualmente acontece como parte de la sucesión generacional, adquiere contornos y dimensiones especiales en aquellos territorios donde se ha producido una fractura generacional como consecuencia de catástrofes naturales o como resultante de hechos de violencia política o social (161).

No debería producir entonces mayor asombro, que la perspectiva histórica de los entrevistados más jóvenes difiera substantivamente de la de los adultos, menos al considerar el profundo trauma, o corte histórico que supuso la experiencia dictatorial y que "la desaparición de la generación política" no se produjo en Argentina como hecho natural de la vida sino que fue producto de la desaparición masiva de personas por causas políticas.

Contrariando cierta imagen maniquea propia del sentido común ilustrado, el votar a Bussi o no votarlo, no discrimina la capacidad de los entrevistados por recordar un hecho de importancia en la historia reciente de Tucumán, no divide a un grupo de otro entre portadores de la "memoria" por un lado y del "olvido" por el otro. Tanto entre quienes lo votan o no, un 75% de los entrevistados dice recordar algún hecho histórico.

En cambio, si se observan diferencias al considerar a los entrevistados según los dos grupos etarios seleccionados.

Un tercio de los jóvenes dicen no considerar ningún hecho como histórico mientras los mayores de treinta años en un 83%, manifiesta recordar algún hecho que les merezca esa consideración.

Entre los entrevistados que señalan recordar algún evento se produce un notable agrupamiento en la jerarquización de los hechos históricos más nombrados: "el retorno a la democracia en 1983", 21%, "la subversión/la guerra antisubversiva", 21% y, en menor medida, "la dictadura militar", 14%, mientras que otro grupo substantivo no señala ningún hecho histórico.

Los entrevistados que en primera instancia responden que no consideran ningún hecho como histórico, los que manifiestan que sí recuerdan alguno pero luego responden "no saber" o "ninguno" componen un universo simbólico, una representación del pasado de gran proximidad cognitiva que no debe pasar inadvertido y que es revelador en sí mismo.

Estas categorías sumadas, abarcan a casi un tercio de los entrevistados y darían cuenta de que para una fracción de la sociedad tucumana ha habido un proceso de quiebre de la narrativa histórica, consistente en que los sucesos del pasado o no han sido transmitidos o valorados como históricos, imposibilitando así conceptualizarlos, dentro de un proceso social, en una trayectoria histórica concatenada que articule el pasado con el presente. Esto es particularmente así, al punto tal que este grupo de entrevistados no puede mencionar un evento ocurrido siquiera ante la pregunta que involucraba una demanda general acerca de acontecimientos del pasado y que no buscaba evaluar el conocimiento que los entrevistados tienen del mismo (162).

Esta ausencia de inscripción de alguna forma posible de narrativa o referencia a un evento del pasado provincial, no es espontánea, o acaso si lo es se trata de una espontaneidad, de una naturalización larga y trabajosamente construida. Por otra parte, no es "vacía", contiene una reflexión que empieza de cero, que no busca explicarse en un ayer histórico, que revela la presencia de la ausencia, el quiebre en el proceso de transmisión del pasado y expresa una de las formas que revisten "las fracturas de la memoria" esto es, la ruptura de la continuidad de determinada experiencia generacional (163).

Los entrevistados jóvenes son quienes sobresalen, tanto entre quienes no registran o identifican ningún hecho importante como entre quienes responden que "no saben o no recuerdan". Más de un tercio de los entrevistados de entre 18 y 30 años integra este grupo, este espacio de la ignorancia y del olvido, donde la vivencia subjetiva del presente se revela efímera y carente de una perspectiva comprehensiva de la historia que vincule series de acontecimientos entre sí.

El fuerte peso cuantitativo de este agrupamiento no sólo se explica, por la ruptura de la continuidad de ciertas narrativas con respecto al pasado. Debe colaborar a ello, las cualidades y contenidos presentes que asume una pedagogía centrada en la coerción, cuya meta es la reproducción del orden social y sus jerarquías, antes que un camino que posibilite la constitución del proceso de individuación, la construcción de la autonomía y la internalización de la capacidad para cuestionar las relaciones sociales dominantes (164).

Esta "independencia" de los jóvenes con respecto al curso y contenido de la propia historia, a pesar de no expresar una orientación positiva, una voluntad consciente y deliberada de olvido, sin sospecharlo se articula desde su "espontaneidad" con la direccionalidad que se manifiesta en la voluntad política que propugna el olvido deliberado del pasado traumático.

También el clivaje social, la ubicación social del entrevistado, interviene intensamente con relación al tipo de hecho histórico recordado y seleccionado.

Los entrevistados de mejor situación socioeconómica, manifiestan recordar y seleccionar como histórico en mayor medida "el retorno a la democracia en 1983", las fracciones medias en primera instancia "la subversión y la guerra antisubversiva" y "la dictadura militar", mientras los sectores de menores ingresos y bajo nivel educativo se destacan levemente en el recuerdo de "La subversión y la guerra antisubversiva".

Entre estos últimos, es importante señalar el hecho de que ningún entrevistado mencionara las "luchas populares", enfrentamientos entre las fracciones más contestatarias y/o empobrecidas de la sociedad con el régimen o alguna de las formas políticas de su manifestación, como un hecho histórico a destacar en la historia provincial.

Esta ausencia revela de que manera y hasta que punto, la "memoria popular", no es un dato construido, un supuesto dado, sino la resultante posible de una voluntad de confrontación con las narrativas del poder a partir de la ruptura con las formas más o menos espontáneas e inmediatas dominantes en el recuerdo y el olvido colectivo.

¿Pero que sucede entre los votantes y no votantes a Bussi con la consideración de los hechos históricos?

Diferentes evaluaciones se expresan en torno a la ponderación del hecho más importante de la historia reciente de la provincia entre los dos grupos de entrevistados considerados. Los votantes a Bussi, se inclinan por mencionar a "la subversión o a la guerra antisubversiva" (24% versus el 18%de los no votantes) y "el retorno a la democracia en 1983", (20%) y otro 10% menciona obras realizadas bajo la gestión de Bussi bajo la dictadura militar.

Por otra parte, los no votantes a Bussi dominantemente mencionan "el retorno a la democracia en 1983", 24% y, "el golpe de Estado de 1976" (21% versus el 8% de los votantes a Bussi).

Se pone de relieve, por un lado, que la diferencia más pronunciada entre ambos grupos de entrevistados en la ponderación de un suceso como histórico, se sucede con relación a la diferente proporción de entrevistados que, en cada grupo, eligen al golpe de Estado de 1976, como el hecho más destacado de la historia provincial reciente. Por otra parte la proximidad cognitiva en la selección del hecho histórico más importante se establece entre ambos grupos en torno a la "lucha antisubversiva" y el "retorno a la democracia".

¿Cuáles son los motivos de la elección de los hechos históricos más nombrados?

La consideración del "retorno a la democracia en 1983" supone una igualación, entre ambos grupos, con relación a los motivos que argumentan para considerarla de este modo. Todos esos entrevistados coinciden en señalar que su importancia radica en la posibilidad de participación y el derecho a ejercer las libertades públicas que la democracia brinda.

La mirada de ambos grupos se bifurca cuando seleccionan hechos vinculados a los enfrentamientos político-militares de la década del setenta, la emergencia de "la subversión y la lucha antisubversiva" y "el golpe de Estado de 1976".

En los votantes a Bussi, se expresa una toma de partido a partir de la selección mnémica y de la explicación acerca de esta elección. El recuerdo de la subversión y la lucha contra la misma, se vincula con la victoria de una parte de la sociedad sobre otra, y remite a la división y al enfrentamiento a su interior.

La memoria colectiva de estos entrevistados, se inscribe como un alineamiento con una de las partes en el conflicto, con una toma de posición hacia una parcialidad. "La victoria en la guerra antisubversiva", el "fin del flagelo subversivo" son las frases más mencionadas.

En contrapartida, entre los no votantes a Bussi, las expresiones del motivo de la selección del evento, ausentes entre los votantes a Bussi, convocan a la idea de una afectación colectiva, abarcadora de toda la sociedad, donde la muerte, las pérdidas humanas, el dolor que inunda a la provincia por el enfrentamiento a su interior, aparecen como sus componentes de sentido más substantivos.

Frente al golpe de Estado, los motivos de consideración del mismo hecho vuelven a ser disímiles entre ambos grupos de entrevistados.

Entre los votantes a Bussi, nuevamente emerge la imagen del golpe de Estado como un momento que expresa la victoria de una porción de la sociedad sobre otra.

El golpe es entendido como un momento de la confrontación contra las expresiones armadas no estatales. Una "memoria colectiva de combate", auxiliar de una de las fuerzas en pugna, caracteriza a los votantes a Bussi que seleccionan este hecho.

Esta mirada positiva, constructiva del hecho histórico, hace hincapié tanto en la "destrucción de cuerpos", la derrota de la subversión, "que terminaran con los subversivos" como también en la "construcción de cosas", sintetizadas en las mejoras económicas y la realización de obras públicas bajo la dictadura.

En cambio, los no votantes a Bussi nuevamente expresan en su rememoración y consideración del pasado una "memoria colectiva del terror", en la cual prevalecen las frecuentes referencias al recuerdo de las personas desaparecidas, de las personas asesinadas en plena vía pública, el sonar de las sirenas de los patrulleros, la presencia de tanques y tropas del ejército en las calles y el ruido de las aspas de los helicópteros en las noches.

Reconocen lo histórico en lo abominable del ejercicio del poder de muerte y de causar dolor sobre cuerpos indemnes y el ejercicio de una política de terror sobre la población, todas facetas centrales de la dictadura.

En este grupo de entrevistados, a diferencia de los votantes a Bussi, es relativamente significativo el porcentaje que no explícita motivo alguno para considerar el "golpe del 76" como hecho histórico. Algunos porque directamente no señalan los motivos de su elección y otros porque entienden, desde su perspectiva, que "está todo dicho, con respecto al golpe".

 


El golpe de Estado de 1976



En el "siglo más terrible de la historia universal", "un siglo de matanzas y guerra" el golpe de Estado de 1976 es, para muchos argentinos, un hiato histórico, la referencia y el momento que conjuga y sintetiza las formas de crueldad sucedidas en cincuenta años de violencia en la historia política del país, el suceso histórico nacional que hace honor a esas caracterizaciones de la historia contemporánea (165).

Este "escarmiento inolvidable del poder", donde la muerte dada a quienes manifestaron una sensibilidad hacia las fracciones más expropiadas de la sociedad o "a todos aquellos que se habían sentido atraídos o no habían puesto suficiente distancia de las seducciones de la violencia insurreccional" (166) era la resultante casi excluyente de su ejercicio, distinguiría cualitativamente al régimen militar de las anteriores experiencias golpistas.

Ya no se trataría de la represión o las policías bravas de las dictaduras anteriores, donde la muerte podía producirse pero de manera ocasional, ahora de lo que se trataba era de la existencia y despliegue de un "régimen estatal de desaparición" (167).

Sin embargo, lejos se está en el país de asistir a la presencia de una memoria social, más o menos compartida, con relación a estos sucesos.

Los dos epígrafes del capítulo, no sólo se encuentran a una distancia temporal de veinte años. A pesar de que parezcan remitir a hechos distintos, reflejan miradas antagónicas con relación a este mismo suceso histórico. Uno, es la expresión de la mirada del periódico más importante y leído de Tucumán, desde una perspectiva justificadora del golpe de Estado, el otro, la evaluación de la Comisión parlamentaria que investigó y condenó políticamente los crímenes de la dictadura en la provincia.

Estas divergencias en torno a la consideración del pasado y, específicamente con respecto al golpe de Estado y la dictadura militar, no sólo se almacenan en documentos, en fuentes secundarias o en investigaciones históricas, toman cuerpo, se personifican en opiniones, en nociones de sentido común, en creencias y conocimientos de otros grados de elaboración en la población.

Poco es lo que se ha estudiado en Argentina con relación al carácter, a la orientación, que asumen los recuerdos presentes acerca del golpe de Estado de 1976 en la población, a considerar la heterogeneidad que expresan, a descifrar los orígenes de la ausencia de una relativa homogeneidad de sentido en torno al pasado, a conocer la génesis de los quiebres y las miradas divergentes acerca de lo ocurrido en la "época de la dictadura".

Los perfiles y estilos de pensar diferentes con respecto al pasado inmediato, son habitualmente soslayados en los llamamientos a combatir la "falta o pérdida de la memoria".

Estas convocatorias expresan una voluntad de recordar, que no sólo refleja la atribución y suposición a priori de una direccionalidad de sentido unívoca a los recuerdos de los interpelados con respecto al pasado sino también un conjunto de procesos convergentes que combinan la "amnesia" de las identidades políticas que las formulan con relación a la existencia de fracciones sociales que apoyaron el golpe del 1976 y, como se señaló, la ingenuidad de suponer posible la "recuperación de la memoria" en abstracto sin que medie un proceso de constitución de conocimiento sobre los hechos "a recordar".

El inicio de la dictadura en Tucumán, como vale la pena reiterar, reconoce una particularidad con respecto a su inauguración en el ámbito nacional. A partir del golpe de Estado de 1976, Bussi, la autoridad golpista en la provincia, concentró el doble carácter de jefe político y militar del territorio.

Asume como gobernador y mantiene bajo su mando la V Brigada de infantería con asiento en Tucumán, hecho que lo diferencia del resto de los gobernadores provinciales que asumen tras el golpe quienes sólo ejercen la conducción política de la jurisdicción. Es más, esa concentración unipersonal del poder no se produciría aún en el seno mismo de la junta militar que se hizo cargo del gobierno en el ámbito nacional.

Esta monopolización del poder estatal en su persona, se inicia tres meses antes del golpe de Estado, cuando Bussi asume la conducción militar local y el mando del operativo contrainsurgente "Independencia" (168).

Durante el período 1973-1976, a través de un proceso gradual pero creciente en constante desmedro de la autoridad del gobernador constitucional, se fue produciendo en Tucumán una monopolización del poder, una concentración del control sobre las fuentes de poder social y material por parte del jefe político militar del territorio.

Esta reconstitución de la autoridad y el poder estatal, en el golpe de Marzo, se expresará, por una parte, en la concentración brutal de los medios de violencia puestos bajo el control del gobierno provincial y por otra, en un proceso íntimamente ligado; la alianza del poder político con el poder económico de la provincia.

Con esto queremos señalar que, con el golpe, es el "partido del orden" el que se hace cargo del gobierno. Lo integran, todas aquellas fracciones sociales que se manifestaban favorables a la erradicación de los "enemigos de la sociedad", personificados en la amenaza subversiva.

Se contaban entre estos, de manera destacada, los miembros de las Fuerzas Armadas, cohesionados tras la meta del combate antisubversivo, la fracción mayoritaria y más retrógrada de la iglesia católica, ansiosa de restaurar el sosiego en las almas de sus fieles perturbado por años de puesta en tela de juicio de los valores tradicionales considerados por el dogma como naturales y eternos, las conducciones de las expresiones políticas más significativas que facilitaron complacientes su instauración y los "dueños del azúcar" que compondrán, desde el inicio, la fuerza social que se articulaba en esta cruzada (169).

Ello se expresará también en la significativa presencia que tendrá, este último actor, en el elenco económico del nuevo gobierno (170).

Junto a estos grupos sociales, se articularon las fracciones medias de la sociedad, hartas del devenir errático del gobierno Peronista incapaz de controlar la guerrilla, la inflación y la indisciplina obrera y, de manera pasiva, las fracciones obreras organizadas sindicalmente, paralizadas entre su identidad política y la fidelidad al Peronismo y su descontento con el curso concreto que esta expresión política asumía en sus actos de gobierno.

Como se podrá advertir, lejos estaba el golpe de ser la resultante de un proceso social en cuya producción intervinieron unos pocos contra la mayoría de la sociedad. Por el contrario, el aislamiento político y social era la condición de existencia del gobierno Peronista en su último tramo. Sin embargo, el mito en cuya narrativa el golpe de Estado es la resultante de un acto de minorías, reproducido intensamente desde la recuperación constitucional de 1983, persiste en el imaginario colectivo y en ciertas explicaciones sobre el mismo que fijan su atención única y preferentemente en las personificaciones del poder social más concentrado que efectivamente lo condujeron.

En Tucumán, la división de la sociedad en el pasado en torno al golpe, se prolonga en el presente en la valoración contrapuesta que sobre el mismo tienen ambos grupos de entrevistados.

 

Cuadro 10
Evaluación del golpe militar de 1976
según votantes y no votantes a Bussi (en porcentajes)
 

Evaluación del golpe militar de 1976

Votantes
 a Bussi
No votantes a Bussi Total
Puso orden pero falló en la economía 48 10 29
Puso orden y mejoró la situación económica del país 21 4 13
Sembró el terror y endeudó al país 15 80 46
No sabe / No contesta / No recuerda 14 5 10
Otros 2 1 2
Total 100 (111) 100 (93 100 (204)



Una significativa polaridad se expresa, entre votantes y no votantes a Bussi, en su evaluación del golpe militar.

Entre los votantes a Bussi, si bien sólo un 20% lo evalúa positivamente en forma global, casi el 70% evalúa positivamente la restauración del "orden" tras el golpe. Esta caracterización es asumida en mayor proporción por los entrevistados de las fracciones medias y los de mejores condiciones materiales de vida de este grupo.

Esta valoración positiva del establecimiento del orden tras el golpe de Estado, presente en la mirada de los votantes a Bussi ya no describe una expectativa con respecto a la instauración de un orden deseado a futuro, como el que una porción considerable de estos entrevistados manifestaba esperar del nuevo gobierno de Bussi al votarlo, sino de su evaluación retrospectiva con respecto al gobierno dictatorial.

"La ordenancista", tal como la expresan estos entrevistados, es una mirada que se nutre de una contrastación y un rechazo al caos evidente, la violencia que parecía abarcarlo todo, la anomia vívida intensamente en la experiencia diaria, la disgregación hasta la pérdida de referencias cognitivas y emocionales en la que se desenvolvió la vida, para estas personas, en el final del gobierno Peronista a mediados de los setenta.

Frente a este clima social amenazante, que ponía en tela de juicio la posibilidad de prolongación y proyección a futuro para ciertas identidades sociales, la imposición dictatorial del silencio, "la restauración de la paz", se volvió en su momento deseada y tranquilizante y condiciona aún hoy, su evaluación del golpe militar (171).

No son pocos, los entrevistados de este grupo que le adjudican al gobierno de Bussi cualidades positivas, a la vez, en el plano económico. La comentada ayuda financiera que recibió su gobierno de la junta militar durante los dos primeros años de la dictadura produjo un impacto en el imaginario colectivo local, de modo tal que este período es aún asociado en su recuerdo por una porción substantiva de la población, como un lapso de presencia estatal en la resolución de problemas concretos, baja tasa de desempleo, desarrollo social y realización de obras públicas (172).

Otra es la percepción de los no votantes a Bussi. Estos, de manera abrumadora rechazan en forma global el golpe de Estado de 1976 y "sólo" una pequeña porción de los mismos evalúa positivamente el aspecto ordenancista del mismo.

Entre estos entrevistados, entre quienes sobresalen los que habitan en San Miguel de Tucumán y se localizan socialmente en las fracciones medias, emergen referencias al terror experimentado durante la dictadura militar. Para este grupo, el golpe de Estado supuso un verdadero corte en sus vidas, produjo un cambio de sus hábitos, el repliegue obligado hacia una interioridad compartida con unos muy pocos, el quiebre o suspención de relaciones sociales del pasado, la persecución de fines o metas de carácter individual y la elaboración de estrategias cotidianas para enfrentar, aunque sea de manera imaginaria, la permanente sensación de indefensión que producía el horror y la impotencia de presenciar la muerte a diario, solapada y negada tras los discursos oficiales.

La manera de relacionar la participación de Bussi con el golpe de Estado es nuevamente desigual entre ambos grupos de entrevistados y pone de relieve formas de adaptación del pasado a las circunstancias presentes, según la posición política y los valores predominantes, claramente desiguales entre ambos grupos. Tanto es así que, la variable tipo de voto, es la que guarda mayor grado de asociación con la creencia en la participación de Bussi en el golpe de Estado de 1976, mayor aún que la que se establece con la variable edad que, a priori, podría suponerse vinculada con mayor intensidad al conocimiento de dicha participación.

Mientras que un 54% de los no votantes a Bussi lo vinculan como participe del golpe, sólo un 29% de sus votantes lo asocia al mismo. Un porcentaje similar, en este último grupo, niega este hecho fáctico contra sólo un 8% de los que no lo votan.

Varios, además, son los observables que convocan a la sorpresa y al análisis.

Por un lado, la paridad en el conjunto de entrevistados que creen que Bussi participó del golpe y los entrevistados "que no saben" (41% versus 40%). Por otra parte, el elevado porcentaje entre los consultados que manifiesta que Bussi "no participó" del mismo, 19%.

Asimismo, llaman la atención, las diferencias que se establecen entre votantes y no votantes a Bussi con relación a las identidades sociales que expresan las opiniones mencionadas.

Con relación al espacio de la negación de la participación de Bussi en el golpe, lo componen de manera destacada, entre sus votantes, los hombres y los entrevistados de mejor situación socioeconómica. Entre los que "no saben" predominan los entrevistados de clase media, las mujeres y los entrevistados jóvenes de entre 18 y 30 años.

Es decir, tanto quienes responden que no participó o quienes aducen ignorar en este grupo se localizan en fracciones sociales que, por su acceso a la educación y su posición en la estructura social, difícilmente no se hayan enterado de la participación de Bussi en el golpe de Estado.

Especialmente, esto se torna más dudoso entre los entrevistados que niegan la participación de Bussi en el golpe, ya que entre los mismos predominan respuestas de apoyo a los aspectos de carácter "ordenancistas" del golpe de Estado en casi un 85% de los casos.

Entre los que "ignoran" la participación de Bussi en el golpe, esto es menos evidente ya que manifiestan también ignorar, o no quisieron responder, la pregunta que sondeaba sus opiniones sobre el golpe de Estado. Quizás el peso de los entrevistados jóvenes en este grupo, explique el carácter más sistemático de la ignorancia.

Entre los no votantes a Bussi que manifiestan que este no participó, no se registran diferencias por sexo, nivel económico-social o localización geográfica, y sí levemente por edad: los entrevistados de más de treinta años afirman su participación y los de menos de treinta años manifiestan de manera saliente que no participó.

Entre los que ignoran la participación de Bussi en el golpe, vuelven a destacarse los entrevistados de menos de treinta años. Sin embargo, dos tercios de estos entrevistados, rechaza globalmente el golpe de Estado por encima del promedio de su grupo.

Una conclusión provisoria puede derivarse a partir de la relación entre las respuestas de los entrevistados que ignoran la participación en el golpe de Bussi y su posición con respecto al golpe de Estado; es que las caracterizaciones dominantes con relación al golpe entre los mismos son independientes de su conocimiento puntual acerca de la participación de Bussi en el golpe de Estado. Esto último, se torna especialmente significativo entre los entrevistados de menos de treinta años sean o no votantes a Bussi.

¿Pero como son percibidos el sentido y la resultante del gobierno de militar?

Para un 63% de los votantes a Bussi, el gobierno de Bussi benefició centralmente a "todos por igual". Cabe remarcar, que los grupos sociales que contribuyen de manera más destacada a esta caracterización "igualitarista" del gobierno de Bussi, son aquellos que también se destacaban al negar la participación de Bussi en el golpe de Estado y que, a su vez, sobresalían dentro de los votantes a Bussi por su apoyo al golpe de Estado a partir de reivindicar la faceta "ordenancista" del mismo: los entrevistados de las fracciones de mayor poder económico y social y los mayores de treinta años.

En segundo término, se ubican quienes afirman que benefició a la clase media y luego a los pobres (14% y 9% respectivamente). Sólo el 1% de este conjunto localiza en las fracciones más poderosas de la sociedad al sector beneficiado.

Esta caracterización mayoritaria de los votantes a Bussi con respecto a los beneficiarios del golpe, pone de manifiesto, revela, una mirada totalizadora de este grupo acerca del gobierno de Bussi, donde el gobierno y su personificación política lejos de presentarse participando de los desgarramientos y desigualdades de la sociedad actúa por encima y más allá de los mismos, obrando "en beneficio de todos", del "bien común", de agregados como "el conjunto de la provincia" o "los tucumanos".

Entre los no votantes a Bussi, otro es el panorama. Una mayoría relativa, el 39% de los mismos, se concentran en opinar que fueron las fracciones más poderosas económica y socialmente de la sociedad las beneficiadas por el gobierno dictatorial.

El poder autoritario, aparece enfrentado al interés colectivo de dos maneras. Una, a partir de la señalada, que remite a vincularlo con el interés de "los que más tienen", a otorgarle un carácter de benefactor de la minoría, la otra, al considerarlo ajeno a toda posibilidad de beneficiar a algún grupo social "nadie o ninguno resultó beneficiado". Un 13% de este conjunto opina así.

Sin duda, esta última modalidad o manera de pensar el sentido de la política dictatorial, expresa en algunos casos, el rechazo visceral a considerar siquiera la existencia de destinatarios y beneficiarios de sus acciones de gobierno mientras que, en otra porción de entrevistados, expresa la presencia de un obstáculo epistemológico para caracterizar a qué sectores concretos el golpe de 1976 benefició, cual fue su sentido histórico y quienes fueron las porciones de la sociedad que fueron blanco de su política de aniquilamiento y de empobrecimiento económico y cultural.

Este obstáculo, se expresa también en la relativa importancia en este grupo de aquellos que manifiestan que el gobierno de Bussi benefició a "todos por igual", 20%, o aún más específicamente, a los más pobres en un 7%.

Pese a ello, las modalidades dominantes que asume el recuerdo del golpe de Estado manifestadas por cada grupo, surgen de una práctica, de una actividad íntimamente marcada por un sentido, por una conceptualización y recuerdo del pasado reciente diferente.

Las formas y contenidos que describen estos estilos de pensar lo sucedido, son constitutivas de las diferencias que devienen en el establecimiento de las identidades políticas a las que adscriben ambos grupos. Estos "sentidos del pasado" traumático, o pluralidad de memorias colectivas con relación al mismo, se prolongan como continuidad en el presente a través del enfrentamiento electoral.

Ambas, reivindican para sí, un continuo emotivo y un alineamiento con las identidades que, desde su perspectiva, participaron en el pasado de los hechos que en el presente las divide, aunque la "no bussista", salvo para los fines comparativos que elegimos establecer en esta investigación, no se exprese en acto en una identidad política unificada que la agrupe y exprese.

 


Las nociones de democracia y autoritarismo

 
La noción de "orden" es apreciada entre los votantes a Bussi como un valor central. Aparece mencionada reiteradamente en sus respuestas tanto en aquellas de carácter retrospectivo como en las opiniones que emiten para evaluar las necesidades del presente provincial. Esta a su vez integrada a un contexto explicativo del que forma parte el recuerdo favorable del golpe militar.

Forma parte de la relación que, con el pasado traumático, se pone de manifiesto entre estos entrevistados entre quienes se expresa el establecimiento de un "orden de la memoria", una particular forma de organizar, seleccionar e interpretar el pasado que condensa una continuidad persistente de una "memoria del orden (173).

Pero ese ordenamiento, esa forma particular de interpretar lo sucedido, ese "orden" al que refieren los votantes a Bussi, se inscribe en un período cuya génesis es la ilegalidad, la ruptura de otro "orden", el constitucional, y el fin del período de crisis de valores inaugurado a fines de los sesenta con el "Cordobazo".

Previamente a la dictadura de 1976, el orden constitucional se caracterizó en Tucumán, por la emergencia y desenvolvimiento de la presencia guerrillera en la zona de ceja de selva, en el monte provincial, el ejercicio abierto de la ilegalidad represiva y luego, por la legitimidad constitucional del combate hasta el aniquilamiento de la subversión (174).

Pese a ser habitual la metáfora pendular para caracterizar la historia política Argentina contemporánea atravesada por gobiernos constitucionales y dictaduras militares, el país reconoce desde 1930 en adelante, largos períodos dictatoriales y breves y limitados momentos constitucionales.

Quizás debido a ello, las nociones de democracia y de autoritarismo de los entrevistados no son ajenas a esta peculiar historia política nacional y provincial (175).
 


Cuadro 11
Partidos considerados más democráticos y más autoritarios
según votantes y no votantes a Bussi (en porcentajes)
 

Partido Votantes a Bussi No votantes a Bussi
Democrático Autoritario Democrático Autoritario
Unión Cívica Radical 41 2 50 0
Partido Justicialista 7 41 16 12
El Bussismo 29 32 0 67
El FREPASO 17 1 10 1
La Izquierda 0 20 6 1
Varios partidos no Bussistas 2 3 18 17
Varios partidos incluyendo al bussismo 4 1 0 2
Total 100 100 (111) 100 100 (93)


Tanto votantes como no votantes a Bussi, visualizan mayoritariamente en la Unión Cívica Radical la expresión política más democrática, a la vez, son pocos los entrevistados que ven en el Partido Justicialista una fuerza política con esas características.

Entre los votantes a Bussi, el segundo lugar en esta consideración lo ocupa el partido por el que sufragan. A la vez, ningún votante bussista elige a la izquierda como expresión más democrática, en cambio si se inclinan por el FREPASO casi uno de cada cinco votantes a Bussi en 1995. Como contrapartida, ningún entrevistado votante no bussista elige al bussismo como expresión más democrática y tampoco lo mencionan junto a otros partidos.

Para el conjunto de entrevistados es el bussismo la expresión política más autoritaria. A este porcentaje contribuyen centralmente los no votantes a Bussi que lo mencionan tanto de manera singular como junto a otras fuerzas políticas.

Entre los votantes a Bussi, si bien el primer lugar en su evaluación lo ocupa el Partido Justicialista, llama particularmente la atención que uno de cada tres de sus votantes entiende que el partido al que votan es el más autoritario, incluso superando el porcentaje, no menor en este grupo, de los que visualizan en la izquierda la expresión política más autoritaria.

¿Qué nociones se articulan en las caracterizaciones de democracia y autoritarismo tras estas respuestas?

Los votantes a Bussi difieren del valor que consideran central para calificar de democrático a un partido según la fuerza política de que se trate. Visualizan centralmente en la Unión Cívica Radical como rasgo democrático, "las libertades democráticas" en el Partido Justicialista "las mejoras económicas y sociales", en el FREPASO "su pluralismo interno y sus ideas" y en el partido al que votan su "promoción de la participación".

Para los no votantes a Bussi es la "historia y la tradición" en defensa de las libertades públicas a partir de lo cual caracterizan como democrática a la Unión Cívica Radical, se asemejan a los votantes a Bussi con relación al Partido Justicialista ya que, al igual que estos, señalan "las acciones de índole social" y con respecto al FREPASO justifican su evaluación a partir de "su pluralismo interno y sus ideas" como su actitud opositora a "determinadas leyes, decretos o planes" del gobierno del presidente Menem.

Pocos son, sin embargo, los entrevistados que pueden en ambos grupos mencionar acciones concretas llevadas a cabo por el partido que seleccionan para justificar su caracterización del mismo. Esta dificultad, es particularmente relevante entre los votantes a Bussi, en especial con respecto al partido por el que votan.

También difieren las razones por las cuales votantes y no votantes a Bussi consideran a un partido como el más autoritario.

Con relación al partido Justicialista, mientras los votantes a Bussi lo consideran de esta manera en la mitad de las respuestas por "la imposición de sus ideas", los no votantes a Bussi hacen hincapié en "el verticalismo y la falta de democracia interna".

Con relación a la izquierda, la conceptualización de los votantes a Bussi de esa expresión política como autoritaria se basa en su consideración acerca de "sus ideas, sus propuestas" y sus intentos de "imposición de sus ideas".

Una diferencia cualitativa distingue a ambos grupos y se establece en la evaluación del bussismo. Sus votantes, lo consideran autoritario en primer término en un 38% de los casos, porque "pone orden, porque tiene autoridad" (176).

En esta perspectiva, la noción de autoritarismo se superpone con la noción de autoridad. La ausencia en la provincia de "autoritarismo" se hace visible para estos entrevistados en la falta de normas, leyes u otras formas de regulación de la vida social, o en su incumplimiento, en la anomia cotidiana en la que se vive. Esto explica las características y el perfil severo y disciplinante que asume, para esta mirada, la autoridad así como los atributos que, estos entrevistados, consideran deben tener quienes desempeñen la función pública (177).

En cambio, los no votantes a Bussi refieren a la actuación de Bussi en el pasado "su gobierno anterior, su pasado, su historia" y a "la violación de los Derechos Humanos" para caracterizarlo como el más autoritario.

Con relación a las acciones de los partidos que los entrevistados toman en cuenta para caracterizarlos de esta manera, la "no respuesta", si bien es alta, desciende con relación al porcentaje que recibía ante la pregunta que pedía la especificación de alguna acción democrática del partido elegido.

En el conjunto de votantes a Bussi, el Partido Justicialista es considerado autoritario en tanto es visualizado como autor de acciones de gobierno coactivas hacia la sociedad: "gobierna por decreto" es una de las respuestas más frecuentes, mientras que con respecto a la izquierda señalan "el uso de la violencia", específicamente la acción de la guerrilla.

Con relación a "Fuerza Republicana", los votantes a Bussi hacen hincapié en "el orden, el control, la disciplina" que impuso Bussi en su gobierno bajo la dictadura.

En segundo término, le adjudican ejecutividad en la realización de obras públicas, también bajo su gobierno de facto, un rasgo de "autoritarismo". "El ordenaba, y las cosas se hacían", "Con Bussi no se andaban con vueltas". Otro porcentaje de entrevistados, remarca la verticalidad en el partido al que votan como señal de autoritarismo, ejemplificándolo con una situación ocurrida en una cena partidaria en plena campaña electoral en la cual su líder, impacientado ante la indecisión de los comensales de su partido ante las opciones del menú, ordenara para todos: "milanesas con puré". Cabe destacar, que ningún votante bussista señala a la "violación a los Derechos Humanos y a la represión política" como característica autoritaria del partido por el cual sufragan.

Entre los no votantes a Bussi, la razón en su consideración acerca de las acciones que caracterizan al Partido Justicialista para considerarlo el más autoritario del listado propuesto es similar a la de los votantes a Bussi. La diferencia se establece nuevamente en la consideración de las razones, del porqué se considera a "Fuerza Republicana" como el partido más autoritario.

En primer término, más de un tercio de estos entrevistados, señalan la "violación a los Derechos Humanos", ocurridas bajo el gobierno de facto que encabezó Bussi en la provincia, como la acción distintiva que justifica su caracterización como un partido autoritario. En segundo lugar, señalan las características internas, el verticalismo del partido que conduce el militar.

No solamente la consideración de las identidades políticas es disímil en ambos grupos de votantes, algo más substantivo los distingue. Son las imágenes, valoraciones y estilos de pensar involucrados en ambos grupos, en las nociones de democracia y autoritarismo.

 


Notas

(152) El diario "La Gaceta" de Tucumán, tiene una importancia substantiva en la formación de opinión en la provincia. En 1999, vendía 61mil ejemplares de promedio mensual anual siendo, por volumen de ventas, el segundo diario del interior del país. Fuente INDEC, 1999 b, página 245.

(153) Ver al respecto Quatrocci-Woisson, 1995.

(154) Cosse y Markarian, 1994, página 20.

(155) Ver un enfoque similar en Passerini, 1984-1987, página 36.

(156) Thelen, 1989, página 1127, Shuman y Scott, 1988 y Hilberg, 1997.

(157) Zeitlin, 1986, página 337.

(158) Mannheim, 1952, páginas 276-322.

(159) Nora, 1984- 1992, Tomo III, página 956.

(160) Mudrovic, 1999, página 5. Agradezco a la autora haberme facilitado este sugerente texto.

(161) En este sentido, es oportuno señalar que Hobsbawn nos advierte que "no hay ningún país donde al desaparecer la generación política que tuvo experiencia directa en la segunda guerra mundial no se haya producido un cambio importante, a menudo silencioso, en su política así como en su perspectiva histórica de la guerra". Hobsbawn, 1998, página 235.

(162) Sobre las diferencias en el plano del conocimiento y de la posibilidad de tomar contacto con la vivencia de hechos históricos entre las generaciones que vivieron directamente determinados procesos sociales y las que sólo recibieron la transmisión indirecta de conocimiento acerca de esos mismos hechos. Ver Schuman y Scott, 1989, 359-381 y Finkielkraut, 1990, página 11.

(163) Al decir de Viñar y Viñar, 1993, páginas 118 y 119. También puede consultarse sobre el tema, Kordon, 1986, Bodni, Sakali y otros, 1986 y Puget, Kaes y otros, 1991.

(164) "En Tucumán obligan a los chicos a limpiar sus aulas" Diario "Clarín", 17 de Marzo de 1999. Según el corresponsal en la provincia de este diario, Rubén Elzinger, "En jardines de infantes, escuelas primarias y secundarias, los alumnos, están obligados a utilizar los últimos diez minutos de clase para limpiar aulas, galerías y patios de sus escuelas".

(165) Las caracterizaciones del Siglo XX transcriptas, corresponden a Isaiah Berlin, René Dumont y William Golding, en Hobsbawn, 1997, página 11.

(166) Halperín Donghi, 1994, página 99.

(167) Cheresky, 1998. Esta caracterización si bien es útil para describir la política estatal del período, no debe traducirse, a nuestro juicio, en una subsunción en los aparatos del Estado de la complejidad que involucró el proceso social que materializó e hizo posible la desaparición de personas.

(168) Bussi asume la jefatura del "Operativo" el 20 de Diciembre de 1975, noventa días antes del golpe militar. Acdel Vilas, anterior jefe de dicho operativo, no desconocía que el golpe de Estado estaba próximo y que, quien comandará las fuerzas militares del territorio, sería el futuro gobernador de facto. "Hice todos los intentos que fueron posibles para quedar al frente de la V Brigada, pues sabía que la interrupción del desgobierno justicialista era cuestión de días o a lo sumo de un par de meses y que casi con seguridad - como luego ocurrió- el comandante de la Brigada sería nombrado gobernador de la provincia". Vilas, 1977, "Plan Táctico Número 6", página 17.

(169) Bussi recibió un importante apoyo a su gestión de parte de la burguesía local. El 11 de Junio de 1976, la Federación de Empresarios de Tucumán (FET) y la Unión Industrial Tucumana le ofrecieron una contribución patriótica al margen de sus obligaciones tributarias. El 26 de agosto de 1976 fue creado el "Fondo patriótico azucarero" por decreto ley 4.536. Entre la fecha de su creación hasta el final de la gobernación de Bussi bajo la dictadura (diciembre de 1977), los ingenios azucareros aportaron, a valores actuales, 3 millones seiscientos mil dólares. Otras empresas no azucareras también contribuyeron con sumas de dinero. Alpargatas, Grafanor S.A, Boris Garfunkel, el Club deportivo local Atlético de Tucumán, entre otras. Por otra parte, el Poder Ejecutivo Nacional remitió, en esos meses, 5 millones de dólares mensuales en materia de coparticipación federal y otras contribuciones debido a la importancia que los jefes de la dictadura le adjudicaban a la provincia por haber sido epicentro del desarrollo de la guerrilla. Echagüe, 1991, páginas 204-207.

(170) José Alfredo Martínez de Hoz, Ministro de Economía durante los primeros cuatro años de la dictadura militar era, al momento del golpe, el Presidente del "Centro Azucarero Argentino", José de Prat Gray, propietario del ingenio Leales, fue Director del Banco Central de la República Argentina, P.Terán Nougués, Vice Presidente segundo del Banco Central. Fuchs, sin fecha, Anexo. La presencia de Martínez de Hoz en los negocios azucareros ya era señalada por Cooke, 1985, página 44, al analizar las vinculaciones de los golpistas de 1966 con el poder económico.

(171) Las menciones a la inestabilidad y al caos del gobierno Peronista de Isabel Perón son frecuentes entre estos entrevistados. Sobre las nociones de orden y caos y sus articulaciones en el discurso autoritario, ver O'Donnell, 1982.

(172) Lobo y Rosenzvaig, 1995, página 75, consideran que "el colonialismo tardío produce una destrucción espectacular de la memoria, la deshistorización del espacio y la creación de los sujetos amnésicos, es decir con escasas posibilidades de reconocer datos del pasado con alguna significación en el presente" y que el bussismo irrumpiría a lo sumo "más que como un recuerdo del pasado militar, como el anhelo fervoroso e impotente de que este hubiera sido tal como ahora se necesitaba recordarlo" Ob. cit., página 31. Sin embargo, la selectividad del recuerdo en estos entrevistados revela que la misma se sostiene al privilegiar aspectos fácticos específicos, inscriptos en determinada perspectiva interpretativa en torno al pasado.

(173) Entre otras características, este tipo de memoria se inscribe en una cultura signada por "el rechazo a todo modernismo ideológico y cultural". Le Goff, 1991, página 226.

(174) Decreto 265 del 5 de Febrero de 1975 del Poder Ejecutivo Nacional por el que se dispuso la intervención militar en dicho enfrentamiento.

(175) García Hamilton, 1991, en un ensayo con profundas resonancias weberianas, trata de localizar, en el largo plazo, las fuerzas motrices que determinan la emergencia y prolongación de una cultura autoritaria en Argentina. Identifica las mismas en el terreno cultural, especificándolas en a) el absolutismo heredado de la organización colonial del territorio, b) el caudillaje y los liderazgos personalistas en la cultura política, c) el estatismo, con una clase empresaria más atenta a los favores del gobernante de turno que con predisposición al riesgo y a la inversión productiva, d) el militarismo producto de la militarización de la política desde 1930, pero que hunde sus raíces en la identificación entre guerra y religión y, e) en el catolicismo como religión dominante en la conciencia popular, que deriva en dos improntas culturales relevantes: poca disposición al trabajo y el esfuerzo personal y derroche en las costumbres.

(176) Novaro, 1994, páginas 127-128 le atribuye al partido liderado por Bussi un carácter democrático ya que dicha fuerza... "reconoce la constitución Nacional y los derechos en ella protegidos y por lo tanto no cabría considerarlo un partido anti sistema". Varias de estas proposiciones, sin embargo, como la lucha contra la corrupción, el restablecimiento del orden público y el saneamiento de la estructura del Estado y aún la defensa misma de la Constitución Nacional, fueron en su momento las banderas de legitimación política del golpe de Estado de 1976, del cual Bussi formó parte con un rol protagónico. De esta manera, Novaro, restringe al reconocimiento de la constitución y la competencia electoral dentro de las normas legales vigentes, como las condiciones para asignarle un carácter democrático a una identidad política. La limitación de esta mirada normativa, se pone en evidencia cuando se consideran las prácticas y políticas concretas desplegadas por los partidos políticos, como al relevar la genealogía histórica de sus dirigentes. Jaeger, 1995, rastrea las vinculaciones entre el bussismo y las fracciones nazis y neonazis de la provincia. Según su estudio, quienes le habrían dado protección al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann, quien viviera en la década del 50' en Tucumán, habrían sido Hugo Marcelo Penna Pemberetón, instructor en la policía de San Miguel de Tucumán durante la dictadura militar de Onganía y Alfredo Guido Linares, luego jefe del bloque de diputados provinciales de Fuerza Republicana. En 1973, señala la autora, una agrupación política intentó presentarse a elecciones bajo el nombre de "Partido Nazi", liderada por quien luego fuera secretario de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán por "Fuerza Republicana", Juan de Dios Toledo. Finaliza Jaeger diciendo que: "Durante el Operativo Independencia y luego del golpe del 76', proliferaban en las bases militares y en la central de policía de San Miguel de Tucumán, águilas y cruces svásticas, recibiendo esta última el nombre clave de Berlín". Jaeger, 1995, páginas 1a 5. La autora, fue dirigente estudiantil entre finales de la década del sesenta y principios del setenta y presidía la filial Tucumán de la Asociación "Madres de Plaza de Mayo". Falleció en Noviembre de 2000. Su esposo, Maurice Jaeger, periodista del diario "La Gaceta" fue detenido en su domicilio y luego desaparecido, el 8 de Julio de 1975, por tropas del Ejército y la policía.

(177) Treinta años atrás, una investigación sociológica se abocaba al estudio de la subjetividad autoritaria en la población de Tucumán. Hernández, 1965, utilizó la "escala F", con la que Adorno, 1965, páginas 229-277, intentó medir las tendencias fascistas, entre entrevistados de las capas medias - profesionales universitarios, empleados públicos y pequeños propietarios- de la capital provincial detectando, a través del análisis factorial, altas correlaciones aproximadas al dígito que reflejan índices de autoritarismo elevados. Estos se expresan a través de proposiciones que traslucen normas culturales o hábitos de ese carácter. Las mismas, se manifestaban en referencias a la inseguridad, el miedo al cambio, e imágenes de desorden, caos y de una persistente sensación de inseguridad ante lo vertiginoso de las transformaciones de los años cincuenta, substancialmente puestas de manifiesto ante la presencia de la clase obrera en el campo de las relaciones de consumo, su irrupción en el medio urbano, su proceso de ciudadanización e ingreso en la escena política. Estas percepciones, darán lugar a un autoritarismo basado en actitudes restitutivas, reflejado en acciones tendientes a reinstalar los valores precedentes al proceso social que los puso en crisis.
La frase "El pasado siempre fue mejor" refleja esta estilo de pensar. En estos grupos, se hace presente una tendencia a la prescripción de acciones y a la identificación del sujeto social que las represente tendientes a devolverle a la sociedad "la paz quebrada". "Sin dudas hablamos acá de la incubación de ideas y de programas que habrán de santificar el poder militar", afirma Hernández, quien comparte los supuestos de Nun, 1965, páginas 55-91, sobre el papel de las clases medias en el golpismo militar en América Latina. Por la metodología empleada y las características de sus conclusiones, este trabajo es un antecedente de importancia con relación a la presente investigación.

 

   

 

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