Memorias enfrentadas. El voto a Bussi en Tucumán
por Emilio Ariel Crenzel
 


   

7. Los desaparecidos

 

"No me arrepiento de nada. Conduje una guerra en la que estaban en juego las instituciones de la República y la gané. La opción última del hombre es matar para que no lo maten. Es defender un estilo de vida o convertirnos en una repúbliqueta socialista o de otras ideologías extrañas a nuestro pensar. Y las guerras, señora, las gana aquel que más muertes y más daño moral produce al adversario. De ahí en más, tiene que haber muertos y desaparecidos. Y esta guerra que yo gané, es el único patrimonio que le voy a legar a mis hijos. ¿Cómo puedo estar arrepentido?(...)
En Tucumán, los desaparecidos fueron muertos de guerra. Muertos por las armas de la patria o por las mismas gavillas y bandas que fusilaban a sus desertores y cobardes. (...) Sabe que los salvé de estar bajo el dominio de la hoz y el martillo. Gracias a mí, usted puede estar interrogándome sin que una bandera roja flamee sobre su cabeza".
Declaraciones de Antonio Bussi a la Revista "Gente", 22 de Diciembre de 1994.

"Incluso en plena guerra un príncipe justo se apodera en un país enemigo de todo lo que pertenece al Estado, pero respeta la persona y los bienes de los particulares; respeta los derechos sobre los que se fundamentan los suyos. Siendo el fin de la guerra la destrucción del Estado enemigo, es legítimo matar a los defensores en cuanto tienen las armas en la mano, pero en cuanto se entregan y se rinden, cesan de ser enemigos o instrumentos del enemigo, vuelven a ser simplemente hombres, y a partir de ese momento todo derecho sobre sus vidas desaparece".
Jean Jacques Rousseau "El Contrato Social", Editorial Altaya, Madrid, España, 1993, Página 11.

 

Desde principios de los años setenta, en Argentina, comienzan a registrarse acciones clandestinas de carácter armado por parte de integrantes de las fuerzas de seguridad del Estado cuya resultante es el secuestro y la desaparición de personas (178).

Estas acciones se desencadenan posteriormente a los grandes movimientos de masas que, como el "Cordobazo" o el "Tucumanazo", si bien con diferentes metas y composición social, asumen por igual un carácter semi-insurreccional.

En este período se pone de manifiesto en la escena política, la emergencia de una fuerza social de carácter popular y antidictatorial que, en varios de sus fracciones, manifestaba una decisión revolucionaria por cambiar el orden social existente (179).

La trayectoria que describían las acciones de esta fuerza social, expresaba una tendencia a cuestionar, de manera creciente, el monopolio estatal del uso de la fuerza (180).

Frente a esta situación política, la adopción de la desaparición de personas como táctica en el combate contra lo que las fuerzas del régimen consideraban la "subversión", expresó la incorporación de ciertas facetas de "experiencias exitosas" en la materia, acumuladas en otras latitudes y confrontaciones contra un "otro", un enemigo a quien ya no se busca reprimir sino aniquilar (181).

Las desapariciones, producían un doble efecto. Por un lado, desarticulaban las relaciones sociales de las cuáles el cuerpo desaparecido eran mediación y, paralelamente, debido a su carácter clandestino, anónimo, preponderantemente ejercido en horas de la noche y al posterior secreto oficial que las encubría, esparcían el terror, la indefensión, la confusión y la incertidumbre en y más allá del campo de relaciones sociales inmediatas del desaparecido (182).

Este doble carácter de producción y reproducción de relaciones sociales derivadas del secuestro y la desaparición, expresa una originalidad substantiva, de carácter estratégico, con relación a otras políticas represivas o incluso de eliminación física del disidente. Su matriz novedosa está fundada por la búsqueda de escindir, de manera deliberada, la consumación de la muerte en escala del conocimiento y la memoria de lo sucedido produciendo activamente el "olvido" (183).

Esta política, queda reflejada, por un lado, en la elaboración e inscripción social de un nuevo lenguaje (184), mientras que su contracara fue la configuración de un lugar original para mantener prisioneros a los desaparecidos, destituirlos de su identidad e instituir su muerte (185).

Cabe recordar que entre 1969-1974, el período político precedente a la instrumentación del proceso de desaparición de personas de manera ampliada, los velorios y los funerales, tras la muerte de un militante en hechos de represión política, habían constituido momentos de rearticulación de fuerzas para quienes enfrentaban al orden social vigente o a alguna de sus formas políticas de dominación (186).

Por otra parte, el carácter clandestino que asumieron las desapariciones evidenciaría la incapacidad inicial del régimen por conducir a buena parte de la sociedad tras su política de aniquilamiento (187).

La historia de Tucumán no era un contexto ajeno a la existencia de la figura del "desaparecido". La técnica de la desaparición de personas registra, en la provincia, una historicidad previa al "Operativo Independencia" y al golpe de Estado de 1976.

En el último cuarto del siglo XIX, paralelamente a la expansión de la industria azucarera local, emerge la leyenda del "Familiar" entre los trabajadores del azúcar. Según la creencia popular, se trataba de un monstruo que, surgido de un pacto entre el diablo y el patrón del ingenio, devoraba por lo menos un obrero por año, entregado por el patrón al diablo a cambio de que este le asegurase acrecentar su riqueza (188).

Pero el "Familiar" era selectivo en su "dieta de obreros". Al respecto señala Vessuri, que el monstruo se "comía" a determinados trabajadores; desaparecían aquellos que se enfrentaban a los patrones o administradores de ingenios, aquellos que: "son los más corajudos, tienen voz propia o son lieros" (189).

Contemporáneamente, es en los primeros meses de 1974 cuando comienza a funcionar en la provincia un grupo paramilitar denominado "Comando Nacionalista del Norte" que asesinaba e intimidaba a opositores políticos. Este "Comando", luego se integrará a las "Tres A" (190).

Paralelamente, estando Lucíano Benjamín Menéndez al Comando de la V Brigada de Infantería con asiento en Tucumán, comienzan los operativos de detención de personas en las localidades de Lules y Acheral (191).

En el mes de Mayo de ese año, a instancias del entonces Ministro de Bienestar Social, José López Rega, conducción de la llamada "Triple A" (Alianza Anticomunista Argentina), organización paramilitar de extrema derecha, es enviado a la provincia el Jefe de la Policía Federal, Comisario Inspector Alberto Villar (192) para dirigir la incursión contra la compañía de monte "Ramón Rosa Jiménez" del "Ejército Revolucionario del Pueblo" en el monte tucumano (193).

Al iniciarse el año 1975, decisión del Poder Ejecutivo mediante, comenzó el "Operativo Independencia", operativo contrainsurgente que se desarrolló en la Provincia desde Febrero de ese año hasta Marzo de 1976 (194).

Tuvo en el General Vilas a su primer conductor, quien se hace cargo de la V Brigada de Infantería en reemplazo de Menéndez, desde su inicio hasta el 20 de Diciembre de 1975 (195).

En esa fecha, fue reemplazado en el comando de las operaciones por el General Domingo Bussi, quién luego sería el gobernador del territorio provincial a partir del golpe de Estado del 24 de Marzo de 1976 (196).

La llegada de Vilas a Tucumán, supuso un verdadero cambio cualitativo en los modos de entender y enfrentar el problema subversivo (197).

Como una modalidad central del operativo contrainsurgente, comienzan a registrarse aún antes del golpe de Estado de Marzo de 1976, casos de personas detenidas y luego desaparecidas. Durante ese período en Tucumán, 118 personas son secuestradas o detenidas y luego desaparecidas y 14 asesinadas (198).

En este período, se inaugura el primer "Centro Clandestino de Detención" y posterior eliminación de prisioneros del país, en la localidad de Famaillá en el sudoeste de la provincia, Capital del Departamento homónimo (199).

Así, los métodos de represión utilizados en Tucumán, se convirtieron en un ensayo de lo que luego, hacia 1976, se extendería al conjunto del territorio nacional: el terrorismo de Estado como sistema y el secuestro y desaparición de personas como metodología (200).

Luego del golpe de Marzo de 1976, y ya durante el gobierno del General Bussi que se extendió entre esa fecha y Diciembre de 1977, la desaparición de personas se incrementa exponencialmente registrándose 322 nuevos casos denunciados (201).

Estudiantes universitarios y secundarios, trabajadores azucareros, dirigentes sindicales, abogados, periodistas, curas tercermundistas, militantes de diversas expresiones políticas, armados materialmente o no, conformaron mayoritariamente el universo de desaparecidos (202).

La envergadura del proceso de desaparición de personas en la provincia, queda reflejada en la profundidad y extensión que adquirió el mismo entre los estudiantes y los trabajadores.

Con relación a los estudiantes universitarios desaparecidos, el más reciente de los registros cuantitativos estimaba en 2126 la cantidad de casos en el ámbito nacional. Los estudiantes desaparecidos de la Universidad Nacional de Tucumán representan en términos relativos, el porcentaje más alto de desaparecidos en el conjunto de las Universidades Nacionales del país, el 1% (203).

Los trabajadores combativos fueron un blanco central de la política de aniquilamiento de la dictadura. Los asalariados tucumanos detenidos desaparecidos denunciados representan el 10% de una muestra nacional de 2412 casos de desaparecidos con información sobre categoría ocupacional (204).

Quizás debido a las dimensiones que adquirió la represión política en la provincia, dentro de la particularidad en el tratamiento del pasado dictatorial de violaciones a los Derechos Humanos que supuso el proceso de "Juicio a las juntas militares" en Argentina, con relación al resto del cono sur de América Latina, contrario sensu, la restauración democrática en la provincia de Tucumán presentó una originalidad mayor aún (205).

Durante el período constitucional iniciado en 1983, casi paralelamente a la creación de la CONADEP (206) en el ámbito nacional y del decreto presidencial ordenando el enjuiciamiento de las tres primera juntas militares de la dictadura, se constituye en Tucumán una Comisión Bicameral en el ámbito legislativo, para investigar las violaciones a los Derechos Humanos. La creación de esta comisión parlamentaria, era una instancia reclamada en el ámbito nacional por los organismos de Derechos Humanos como ámbito de investigación y condena política de las violaciones a los Derechos Humanos del período dictatorial (207).

Esta comisión, no se limitó en el análisis de las violaciones ocurridas bajo la dictadura militar, sino que tomó los años 1974 a 1983 por período de investigación (208).

Las leyes llamadas de "Punto Final" (209) y "Obediencia Debida" (210) esta última dictada bajo la presión del levantamiento "Carapintada" de la semana santa de Abril de 1987, dejaron trunca, a partir de la extinción de la causa penal declarada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la posibilidad de que los tribunales federales trataran los cargos que pesaban sobre Antonio Bussi por las violaciones a los Derechos Humanos ocurridas bajo su mandato de facto en el territorio provincial (211).

La emergencia, desarrollo y expansión del bussismo desde las elecciones parlamentarias de septiembre de 1987, planteaba una serie de interrogantes. Uno de los mismos, consistía en saber qué conocimiento y recuerdo tienen sus votantes del proceso de desaparición de personas del que Bussi formó parte como conducción político-militar del territorio provincial.

Se desplegaron entonces diversas opiniones e imágenes desde las que disociaban a los votantes a Bussi del conocimiento, la justificación y el apoyo a la actuación de Bussi durante la desaparición y la matanza de opositores políticos, hasta quienes no le prestaban a esta cuestión mayor atención.

Sin embargo todas estas opiniones, algunas vertidas bajo la forma de ensayos, compartían dos comunes denominadores, a) no eran producto de una investigación con su correspondiente anclaje empírico, b) ninguna le asignaba importancia al conocimiento, caracterización y toma de posición de los votantes a Bussi frente al problema de los desaparecidos (212).

Dos ejes de interrogantes guiaban la exploración de la mirada de votantes y no votantes a Bussi con relación al pasado de represión política en Tucumán.

-¿Cuáles son los grados de conocimiento y las formas en que se expresan los recuerdos y olvidos de los entrevistados con relación al proceso de desaparición de personas en la provincia?

-¿Cómo se articula el conocimiento y las memorias colectivas de este proceso social con su identidad política frente a la decisión electoral que involucra a Bussi cómo candidato?
 

Cuadro 12
Conocimiento de la existencia de desaparecidos en Tucumán,
según votantes y no votantes a Bussi en 1995 (en porcentajes)

 

Conocimiento de la existencia de
desaparecidos en Tucumán
Votantes a Bussi
  
No votantes a Bussi
Saben 95 95
No saben 5 4
No contestan 0 1
Total 100 (111) 100 (93)



Casi la totalidad de los entrevistados dice saber de la existencia de desaparecidos en la provincia, con una tendencia idéntica entre votantes y no votantes a Bussi. Por otra parte, no varía de manera significativa ya sean los entrevistados hombres o mujeres, menores o mayores de treinta años, de diferentes niveles económico sociales o vivan en la capital o el interior de la provincia.

A partir de estas precisiones, es posible señalar que saber de la existencia de desaparecidos adquiere en Tucumán, las características de un conocimiento social universalizado (213).

En segundo término, el anclaje temporal de la génesis de este conocimiento no es tardío, reflejándose una paridad, entre ambos conjuntos de votantes, con relación al momento, al período en que los entrevistados dicen haberse enterado de la existencia de desaparecidos.

El mismo se localiza, mayoritariamente durante el período de la dictadura militar, período en el que se concentran el grueso de las desapariciones en la provincia y el país (214).
 


Cuadro 13
Período en que se enteró de la existencia de desaparecidos
según votantes y no votantes a Bussi (en porcentajes)

 

Período en que se enteró de la existencia
de desaparecidos en Tucumán
Votantes a Bussi
  
No votantes a Bussi Total
Entre 1975-1978 41 46 44
Entre 1979-1982 16 16 16
Entre 1983-1989 29 24 26
Después de 1989 13 13 13
No Sabe / No Contesta 1 1 1
Total 100 (105) 100 (85) 100 (190)



La variable que más asociación mantiene con el período en que los entrevistados se enteraron de la existencia de desaparecidos, como podía preverse, es la edad. Son los entrevistados de más de treinta años quienes registran un conocimiento más temprano de este proceso (215).

Este dato, reafirma un aspecto ya destacado, la diferencia que media entre el conocimiento directo del pasado y por ende la posibilidad de recordarlo y el conocimiento adquirido de un pasado transmitido ya que los jóvenes "no podrían recordar u olvidar un pasado que fue anterior a ellos" (216).

Por tipo de alineamiento electoral, la paridad de conocimiento de la existencia de desaparecidos en Tucumán entre ambos conjuntos vuelve a manifestarse con relación al momento, al período, en que los entrevistados dicen haberse enterado de la existencia de desaparecidos. En ambos grupos, un 60% de los entrevistados dice haberse enterado durante el fin del período constitucional -1975- y el período de la dictadura militar.

Más de un 40% de los entrevistados, se enteraron en el período en el cuál se concentran el grueso de las desapariciones en la provincia y el país.

Tanto el conocimiento generalizado de este proceso social como el anclaje temporal relativamente común de la génesis del conocimiento sobre el mismo, advertirían que, para esta comunidad, el mismo ha formado parte de una experiencia compartida.
 


Cuadro 14
Conocimiento de personas desaparecidas
según votantes y no votantes a Bussi (en porcentajes)

 

Conoce desaparecidos en Tucumán Votantes a Bussi
  
No votantes a Bussi Total
20 26 23
No 80 74 77
Total 100 (105) 100 (85) 100 (190)


No solamente se registra un conocimiento generalizado de la existencia de desaparecidos construido, en términos generales, en un período común. La porción de entrevistados que manifiesta conocer directamente alguna persona desaparecida es impactante. Casi un cuarto de los entrevistados dice haber conocido o tenido, entre sus allegados, algún caso de desaparición de personas más allá del tipo de voto.

Pero, ¿quienes eran los desaparecidos conocidos por los entrevistados?

¿Cómo afectó el proceso de desaparición de personas sus diferentes relaciones sociales?
 


Cuadro 15
Personas que tienen o conocen familiares, amigos, compañeros de trabajo
o vecinos del barrio desaparecidos según sean votantes y no votantes a Bussi (en porcentajes)

 

Tiene o conoce desaparecidos Votantes a Bussi
  
No votantes a Bussi Total
En su familia 1 6 3
Entre sus amigos 4 5 5
Entre sus compañeros de trabajo 4 5 5
Entre los vecinos del barrio 7 3 5
En varias de sus relaciones sociales 4 7 5
No tiene o no conoce desaparecidos 80 74 77
Total 100 (105) 100 (85) 100 (190)

 

Si saber de la existencia de desaparecidos en Tucumán no distingue a votantes a Bussi de los que no lo son, como tampoco substancialmente en que período temporal supieron de este proceso, o el conocer o saber directamente de algún desaparecido, se visualiza además que la desaparición de personas afectó de manera levemente desigual las relaciones sociales de ambos grupos.

Los no votantes a Bussi fueron afectados más que los votantes a Bussi en su relación social más próxima - la familia -, espacio de sociabilidad en el cual la variable tipo de voto es la que más se asocia con la presencia o no de desaparecidos. También los no votantes a Bussi registran un grado de afectación múltiple, de sus relaciones sociales, por la política de desaparición.

Otra situación, en cambio, se presenta al examinar la paridad de votantes y no votantes a Bussi en su conocimiento de desaparecidos entre "los compañeros de trabajo" y el leve conocimiento mayor de parte de los votantes a Bussi de personas desaparecidas en un conjunto de relaciones sociales de menor proximidad afectiva, "los vecinos del barrio".

Esta distribución de la afectación sufrida, volvería a poner de manifiesto que la desaparición de personas fue un proceso social que abarcó ampliamente las relaciones sociales de los habitantes de la provincia, rasgo que, posiblemente, diferencie a Tucumán cuantitativa y cualitativamente de otros territorios del país donde se ejerció la desaparición de personas.

Este amplio grado de afectación colectiva ha dejado una impronta, una "huella" en la memoria de su población, constituida a través de una experiencia vivida o relatada relacionada al suceso evocado.

Pese a ello, el grado de afectación por el proceso de desaparición de personas no diferencia substancialmente a ambos grupos de entrevistados, poniéndose también en evidencia que dicha huella, a pesar de su carácter traumático, no deviene directamente en un alineamiento unívoco, en una conceptualización uniforme del recuerdo acerca de las desapariciones.

Al parecer, otros son los factores que intervienen en la diferenciación de estos dos grupos de votantes con relación a un pasado que se les hace presente en las actuales circunstancias políticas de la provincia en la que viven.

Esta distinción, se instala a partir de selectividades contrapuestas, diferentes, que intervienen en la construcción cognoscitiva- afectiva que implica el acto de rememoración del pasado en cada grupo y que conforma orientaciones de sentido acerca del pasado más o menos compartidas al interior de los mismos y contrapuestos entre sí.


Cuadro 16
Caracterización de los desaparecidos
según votantes y no votantes a Bussi (en porcentajes)

 

Quienes eran los desaparecidos Votantes a Bussi
  
No votantes a Bussi Total
Guerrilleros/subversivos o vinculados a estos 43 11 27
Militantes políticos y sociales 16 33 24
Militantes políticos e inocentes 11 10 10
Culpables, delincuentes 9 1 5
Militares y guerrilleros 6 3 5
No Sabe / No Contesta 5 5 5
De determinadas edades o profesiones, gente con otras ideas 5 16 10
Subversivos/guerrilleros y militantes políticos 2 3 3
Inocentes y culpables 2 8 5
Guerrilleros e inocentes 1 4 3
Otros 0 3 1
Inocentes 0 3 1
Total 100 (105) 100 (85) 100 (190)

 

En primer término cabe resaltar que dos tercios de los entrevistados le asignan claramente una identidad política o político-militar a la identidad de los desaparecidos, o "guerrilleros y subversivos", "militantes políticos y sociales", "guerrilleros y subversivos y militantes políticos y sociales" y "militares y guerrilleros" (217).

Pese a ello, ambos grupos de entrevistados no se distribuyen de forma similar en la caracterización que realizan de la identidad de los desaparecidos.

Para los votantes a Bussi el desaparecido adquiere, en casi la mitad de los casos, la personificación del guerrillero, el combatiente armado materialmente. La mirada del votante a Bussi hace hincapié en un supuesto; quienes fueron desaparecidos estaban pertrechados con "armas de fuego", capaces de poder dar muerte o eran quienes colaboraban con estos.

En cambio, para los no votantes a Bussi, en primer término la identidad del desaparecido tiene el perfil del luchador político, sindical, estudiantil. Su identidad refiere a alguien que lucha armado de convicción, ideas, opositor al estado de cosas existente, pero no a través de la manipulación de armas materiales.

Siguiendo el análisis del conjunto de entrevistados, en segundo término lejos de la primera conceptualización, otro importante grupo de entrevistados describe a los desaparecidos tanto como aquellos que lucharon por motivos políticos con los que sufrieron la desaparición por circunstancias fortuitas del enfrentamiento armado o por "error" de las fuerzas desaparecedoras.

Al interior de esta conceptualización, aparecen diferencias que refuerzan la anterior divisoria de aguas entre ambos grupos. Entre los votantes a Bussi, un 11% los califica como "guerrilleros/militantes políticos e inocentes" mientras que sólo un 1% restante los recuerda como "militantes políticos e inocentes". Entre los no votantes a Bussi que manifiestan este esquema conceptual, el 10% caracterizan a los desaparecidos como "militantes políticos e inocentes" y el 4% como "guerrilleros/subversivos e inocentes".

En el conjunto de entrevistados le sigue en orden de importancia, la que se podría denominar una mirada jurídica del proceso político. La génesis de la misma, surge desde una de las posibles miradas del régimen, la legalidad o ilegalidad, desde el orden jurídico establecido, de las acciones de los sujetos o fuerzas sociales que se le enfrentan (218).

Esta conceptualización deriva en el binomio ideológico "delito-exceso" que a) expresa una repolitización del enfrentamiento desde el punto de vista del orden jurídico establecido b) torna inobservable el carácter político de los que se enfrentan y al enfrentamiento mismo c) le resta inteligibilidad a la política de desaparición de personas d) se constituye en una de las formas que adopta la justificación de la misma (219).

Los votantes a Bussi superan levemente a los que no lo votan en esta forma de recordar la identidad de los desaparecidos sumando las tres formas que despliega la misma -"inocentes", "Inocentes y culpables" y "culpables, delincuentes"-. Al interior de esta mirada, mientras los votantes a Bussi de manera preponderante culpabilizan a los desaparecidos son "culpables o delincuentes", 9%, los no votantes a Bussi son los únicos que, dentro de este tipo de mirada, le asignan un carácter de "inocencia" a los desaparecidos y son quienes más seleccionan la caracterización "mixta" que combina "inocentes con culpables" 8% versus 2%.

Complementando lo señalado, dos aspectos más a nivel genérico, distinguen a ambos grupos de entrevistados.

Por una parte, el peso levemente mayor que en los votantes a Bussi recibe la descripción que articula en la identidad de los desaparecidos a militantes de organizaciones armadas insurgentes y a representantes de las fuerzas armadas del Estado.

Esta imagen, vuelve a remite a una situación de combate armado donde la política de desaparición es una forma de lucha que es atributo de ambas fuerzas en enfrentamiento y no patrimonio exclusivo de una (220).

Como contrapartida, entre los no votantes a Bussi adquiere mayor peso la caracterización de la identidad de los desaparecidos como "personas que pensaban diferente" o la evaluación de su identidad en términos etarios o ocupacionales, eran "jóvenes, estudiantes, obreros", atributos que, en definitiva, hacen a una porción de la identidad de la mayoría de los desaparecidos.

Estas caracterizaciones refuerzan la más sostenida en este conjunto, -"militantes políticos y sociales"-, pues remiten, aunque menos directamente, a la noción de que los desaparecidos eran cuerpos indóciles en el plano de la acción y de la reflexión pero que no expresaban un quebrantamiento del monopolio estatal de la fuerza material.

Se torna significativo, por lo parejamente escaso, el porcentaje de entrevistados que en ambos grupos dice "no saber" o que "no responde" acerca de su caracterización de la identidad de los desaparecidos.

Por último, también son pocos en los dos conjuntos de entrevistados, quienes combinan, en su caracterización de la identidad de los desaparecidos, a portadores de convicción junto a portadores de armamento moral y material.

Ahora bien, ¿qué explicación dan los entrevistados sobre las razones, las causas de las desapariciones?
 

Cuadro 17
Caracterización de las causas de las desapariciones
según votantes y no votantes a Bussi (en porcentajes)

 

Causas de las desapariciones Votantes a Bussi
  
No votantes a Bussi Total
Porque era una guerra 37 9 23
Por ser delincuentes y para restablecer o preservar el orden 19 5 12
No Sabe - No Contesta 17 11 14
Porque eran opositores, militantes políticos, para sembrar el terror y acabar con estos 13 48 30
Otros 5 5 5
Porque pensaban diferente 3 14 8
Por error, ignorancia 3 2 3
Porque eran guerrilleros y militantes políticos/opositores 2 3 3
Por ser opositores, guerrilleros o por error 1 3 2
Total 100 (105) 100 (85) 100 (190)

 

La concentración y agrupamiento diferencial de los entrevistados pone de manifiesto el alineamiento de votantes y no votantes a Bussi con relación a la explicación de las causas de las desapariciones.

Mientras para los votantes a Bussi la causa primera de la desaparición de personas fue el "estado de guerra", una situación donde dos fuerzas armadas se enfrentan y como consecuencia de ese enfrentamiento se producen las desapariciones; en los no votantes a Bussi el origen y causa de las desapariciones es el "Estado sembrando el terror y ejerciendo la desaparición de opositores", en su carácter de militantes políticos desarmados materialmente.

Como contrapartida, si para los votantes a Bussi la segunda razón de importancia que utilizan para explicar la desaparición de personas parte de una mirada jurídica desde el campo de la ideología del orden establecido -"porque eran delincuentes"- o por la necesidad de restaurar el "orden", entre los no votantes a Bussi vuelve a emerger la idea de un "estado del Estado" en el que no se admite no solamente opositores, sino tampoco personas que "piensen diferente".

Se observa también, que el "espacio de la ignorancia" crece con relación al peso que este tenía al preguntar sobre la identidad de los desaparecidos, siendo en las respuestas de los votantes a Bussi donde el mismo aumenta más entre las dos preguntas.

Como otra forma de conceptualizar el origen de las desapariciones, la idea de que estas se debieran al "error", o la "ignorancia" de los perpetradores de las mismas es parejamente débil en ambos grupos. También, son pocos los que atribuyen la causa de las desapariciones a una combinación entre el carácter opositor armado o no armado del desaparecido y al "error" de los perpetradores de las desapariciones, o quienes le asignan la causa de las desapariciones a una identidad que articula, como atributo, la convicción política y el uso de armamento material.
 


Cuadro 18
Caracterización de los ejecutores de las desapariciones
según votantes y no votantes a Bussi (en porcentajes)

 

Caracterización de los ejecutores de las desapariciones Votantes a Bussi
  
No votantes a Bussi Total
Los militares 50 64 57
Los militares y los Subversivos 20 10 15
No Sabe - No Contesta 19 8 14
Las Fuerzas Armadas y el gobierno 7 12 9
Los subversivos 3 1 2
Otros 1 3 2
Personas irracionales 0 2 1
Total 100 (105) 100 (85) 100 (190)

 
Al caracterizar la identidad de los perpetradores de las desapariciones, más de la mitad de los entrevistados se concentran en una identidad específica, "los militares", siendo los no votantes a Bussi quienes señalan en mayor medida a la fuerza armada del Estado como los ejecutores de las mismas.

Más allá de esta diferencia, lejos de cualquier actitud de negación, la mitad de los votantes a Bussi no vacila en identificar a los militares como ejecutores de las desapariciones (222).

A pesar de ello, es significativo el peso en el grupo de quienes votan por Bussi de quienes cargan la responsabilidad de las desapariciones de manera compartida entre "militares y guerrilleros o subversivos" y aunque pocos, resaltan también quienes le asignan a los propios "subversivos" la responsabilidad por la ejecución de la desaparición de personas. Ambas conceptualizaciones devienen de considerar que la guerra, o las consecuencias resultantes de las condiciones del enfrentamiento armado, son las causas de las desapariciones.

Por otra parte, es bajo el porcentaje de entrevistados que le asignan un carácter "irracional", cercano a la "locura" y lejos de toda identidad y motivación política, a los ejecutores de las desapariciones. Los que lo hacen, se concentran todos en el campo del no bussismo (223).

También es considerable, entre los votantes a Bussi, la proporción de entrevistados que dicen "ignorar" la identidad o perfil de los ejecutores de las desapariciones.

Votantes y no votantes a Bussi revelan además, formas y prácticas sociales disímiles para reproducir y transmitir las miradas acerca del pasado de violencia, de las cuales ambos grupos son portadores y los valores que estas perspectivas incluyen y excluyen.

Esto se torna observable, al analizar el subuniverso de entrevistados incluidos en el tramo etario comprendido entre los 18 y 30 años, entre quienes es posible rastrear en sus respuestas los modos de transmisión del pasado, la forma en que el conocimiento de estos sucesos del pasado se expresan en ellos como un conocimiento adquirido.

En principio, cabe recordar, que el grupo de entrevistados jóvenes no se distinguía del grupo de los adultos en el porcentaje que señalaba conocer la existencia de desaparecidos en Tucumán, pero manifestaba haberse enterado centralmente durante el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín, 39% y, en segundo término, con igual porcentaje, 21% de los casos, durante la dictadura militar y durante el primer gobierno de Menem.

Sin embargo, no todos los jóvenes se enteraron en el mismo período de la existencia de desaparecidos. Los no votantes a Bussi, en una importante proporción, manifiestan haberse enterado de las desapariciones durante la dictadura militar, es decir, más tempranamente que los jóvenes votantes al militar.

Los jóvenes no votantes a Bussi señalan predominantemente a la familia, y dentro de ella a sus padres, como la fuente de transmisión del origen de su conocimiento acerca de la existencia de desaparecidos (224).

Al correlacionar este último dato con el período en que estos jóvenes tomaron conocimiento de la existencia de desaparecidos, queda al descubierto que la transmisión familiar de lo sucedido explica, en una importante proporción, que estos jóvenes se enteraran más tempranamente de la existencia de desaparecidos aún durante la misma dictadura militar, cuando por sus edades eran niños o adolescentes.

Al parecer, en el seno de estas familias se habría producido un quiebre frente al sometimiento a la norma de silencio impuesta por el terror y el discurso dictatorial y su prescripción de que fueran los padres de familia los encargados de vigilar las conductas de sus hijos y mantenerlos alejados de toda relación con la política.

En este grupo, tres cuartas partes de los jóvenes dicen hablar periódicamente en el presente con su familia de este tema, lo que les permitiría la posibilidad de elaborar y reelaborar de manera compartida, cara a cara, lo sucedido. Este dato, volvería a alertarnos sobre el papel en este grupo de la familia como medio de la transmisión de estos eventos.

Por otra parte, los jóvenes votantes a Bussi, señalan a los medios de comunicación de masas en primer término, como la forma en que conocieron de la existencia de desaparecidos. Son los diarios, pero fundamentalmente la televisión a través de la cual estos jóvenes recibieron su primera aproximación a estos acontecimientos (225).

En segundo lugar, refieren haberse enterado a través de "rumores y comentarios" sin especificar el sujeto social portador y transmisor del suceso histórico.

Acaso la referencia al "rumor" pareciera revelar como es vívido el tema por estos jóvenes. De características difusas, no sólo la identidad del transmisor queda diluida en el anonimato, sino que el receptor permanece a distancia, como si escuchara una conversación ajena, librado de responsabilidad frente a la gravedad de los hechos de los que toma conocimiento. En este contexto dialógico, el contenido de la veracidad de lo transmitido queda entre paréntesis, en suspenso, lejos de la certeza que caracteriza a los relatos legitimados.

Paralelamente, pocos son en este grupo los jóvenes que manifiestan hablar periódicamente, en la actualidad, con su familia del tema de los desaparecidos. El rumor, aquí se torna silencio, ausencia (226).

En ambos grupos de jóvenes, llama la atención el poco peso de quienes responden que se enteraron de la existencia de desaparecidos a través del sistema educativo, por medio de sus profesores o cursos de enseñanza. La poca incidencia de la educación formal en la emergencia del conocimiento de la desaparición de personas entre estos entrevistados se complementa con otro dato, un porcentaje significativamente bajo de los jóvenes consultados manifestó haber leído algún libro acerca del tema de los desaparecidos o la dictadura (227).

Asimismo, la recepción en este grupo de historias o relatos a través de la pantalla cinematográfica, apenas supera la mención de las lecturas realizadas (228).

Las características de la relación con el pasado de violaciones a los Derechos Humanos que manifiestan ambos grupos de jóvenes, nos advierten que los mismos en este caso ni revelan poseer una autonomía cultural plena con relación a los valores y creencias de los adultos como tampoco su modo de conocer y relacionarse con ese pasado es idéntico al de los mayores. También ratifica que el "ser joven", es una condición que no se traduce automáticamente en una homogeneidad de sentido y de valores, en un isomorfismo cultural, por más que detentar esta condición pueda tornar posible compartir una serie de códigos y experiencias vitales comunes.

 


Notas

(178) Duhalde, 1983 y Marín, 1984.

(179) El concepto político de "fuerza social" surge del trazado de una analogía con el concepto de "fuerza social productiva" desarrollado por Marx, en los capítulos XI, XII y XIII de "El Capital", donde analiza el proceso de constitución de la cooperación capitalista. Una fuerza social, es la articulación en una alianza de clases, cuya resultante expresa una potencia social de fuerzas no reducible ni equivalente a la suma mecánica de las partes que la componen.

(180) Sobre los diferentes "azos", puede consultarse: Sobre el "Cordobazo": Jacoby, 1978; Delich, 1970 (b); Cuadernos de Marcha, Número 27, 1969, Balve, Marín, y otros, 1973; Balve, 1989. Sobre el "Viborazo": Balve, Marín, y otros: 1973. Sobre el "Rosariazo": Balve y Balve, 1985; Balve, y Balve, 1989. Sobre el "Casildazo" y el "Cipolettazo": Aufgang, 1979. Sobre el Mendozazo: Marianetti, 1972. Sobre el "Tucumanazo" Crenzel, 1991 y 1997. Sobre el "Quintazo" Crenzel, 1991 y 1997 y Aldonate y Font, 1992. Para entender la perspectiva que tenía la fracción más lúcida de la burguesía acerca del período, es conveniente leer a Lanusse, 1977.

(181) La desaparición de personas y la clandestinidad en los procedimientos de su ejecución se ve reflejada en el decreto secreto de Hitler del 7 de Diciembre de 1941 denominado "Nacht und Nebel" ("Noche y Niebla") operación que cubrió el territorio oeste de la Europa ocupada por los nazis. Quedaban comprendidas en el decreto "todas las personas peligrosas para la seguridad de los alemanes". Centralmente, este decreto establecía que a) Los prisioneros deben desaparecer sin dejar rastro, b) No se podrán dar informes sobre el lugar donde se encuentran ni sobre su suerte. Frescaroli, 1969, página 487.
Sin embargo, cabe destacar una diferencia sustantiva entre la desaparición de personas y el exterminio judío. Este último, se realizaba desde una mirada "escencialista". El judío, para los nazis, debía ser negado de manera absoluta por su condición "racial". Por esto último, el ser judío era parte de una identidad inmodificable y abarcadora de todos los miembros del pueblo. El "subversivo", era en cambio - para la perspectiva de los Fuerzas Armadas argentinas -, un portador de valores que por ende podía ser "recuperado". A modo de ejemplo, una consecuencia de ello, fue el tratamiento dado a los hijos de los subversivos, que podían ser apropiados y criados en otros valores por familias "decentes". Otro el intento de lograr la colaboración de determinados prisioneros para la causa de las Fuerzas Armadas como ocurrió en la Escuela de Mecánica de la Armada. Agradezco esta importante sugerencia al Dr José Nun.

(182) Izaguirre, 1990, páginas 21-22 y Vega Martínez, 1997, páginas 190-193.

(183) Lo novedoso y peculiar del proceso de secuestro y desaparición determinó la configuración de una temporalidad propia, en el trabajoso y arduo proceso de toma de conciencia de la magnitud, los alcances y las características que asumía la represión política por parte de los familiares y los organismos de Derechos Humanos, distante de la conciencia más acabada, acerca del mismo, de los perpetradores.

(184) En el término "desaparecido", se expresa la voluntad encubridora del acto del secuestro y el objetivo de esparcir el terror y la incertidumbre más allá del campo de relaciones sociales inmediatas del desaparecido. Como advierte Schmucler en el prólogo al texto de Vidal-Naquet, 1996, página 8, "las palabras que designan la matanza, la muerte, no se pronuncian, y el arma del crimen permanece desconocida". Arendt, 1967, página 124, señala una construcción similar al detallar las "normas del lenguaje" que debían observar los oficiales nazis involucrados en la planificación y ejecución del genocidio judío, a fin de encubrir sus actos. Debía hablarse de "cambio de residencia" y "trabajo en el este" en vez de deportación y "solución final", "tratamiento especial" o "evacuación" en vez de exterminio.

(185) Como señala Arendt, 1982, página 585, el "universo concentracionario", "No es solamente la institucionalización de la muerte anticipada, sino también la organización del olvido [...] Los campos de concentración, volvieron anónima la misma muerte [...] la despojaron de su significación [...] una muerte de esta naturaleza no hace más que confirmar el hecho de que el individuo nunca ha existido". Para un análisis de los Centros Clandestinos de Detención en Argentina, ver Calveiro, 1995. Este trabajo fue publicado en parte por la Revista "El Caminante", Número 2, Buenos Aires, Junio- Julio de 1995 y publicado luego por Editorial Colihue, Buenos Aires, 1998. Agradezco a la autora haberme facilitado copia de su tesis de Maestría antes de su publicación. A propósito de las relaciones sociales que se establecían en los Centros Clandestinos de Detención en Argentina ver también Di Tella, 1999.

(186) "El 24 de Agosto de 1972 a las 17 horas entierran en el Cementerio del Oeste a Clarisa Lea Place (guerrillera fusilada en el penal de Rawson, Provincia de Chubut). El cuerpo de Lea Place, fue trasladado desde el domicilio de Alberdi 928 (San Miguel de Tucumán) donde se congregaron temprano estudiantes y obreros. Marchan llevando el cuerpo a pulso acompañado por una impresionante cantidad de público que caminan con el puño en alto y coreando estribillos, mientras el féretro va envuelto en una bandera del ERP. Hubo discursos antes de ser enterrada". Bonavena, (b). Ocurre otro tanto, a pesar del rápido traslado del cadáver a Salta, con el estudiante de esa provincia Víctor Villalba, de 20 años, asesinado por el Ejército en el transcurso de los enfrentamientos callejeros, en el "Quintazo", lucha callejera ocurrida en San Miguel de Tucumán en 1972. Crenzel, 1997, páginas 126 y 127 y Aldonate; Font, 1992, página 34. Otro tanto sucedió en Córdoba, durante el levantamiento popular llamado "Viborazo" en Marzo de 1971. Balve, Marín, Murmis y otros, 1973, página 55.

(187) Lanusse, 1977, páginas 133-134.

(188) El término "Familiar" aparece por primera vez usado en un documento de la inquisición, en el que se tacha de herejes a quienes "tengan o hayan tenido Familiares, invocando demonios". Valentie, 1973, página 1. En los relatos orales, el "Familiar" es descripto como un perro negro, con los ojos inyectados en sangre, arrastrando una cadena. Al parecer, la leyenda del "Familiar" habría surgido en inmediaciones del ingenio "Santa Ana", propiedad de la familia Hileret, quienes habían traído los perros de raza "Doberman", desconocidos para los habitantes de la zona. Junto con los perros, los Hileret, habrían introducido el secuestro y la desaparición de obreros. Datos sobre esta leyenda me fueron dados también por Isaías Nougués, sobrino del fundador del partido provincial "Bandera Blanca" en varias conversaciones mantenidas durante Agosto de 1996 en Buenos Aires. Rosenzvaig, 1986, Tomo II, página 248, refiere también al "Familiar" en su estudio sobre la historia social del azúcar en Tucumán y relata la existencia de leyendas similares en otras zonas azucareras de América Latina.

(189) Vessuri, 1971, página 40. Otros análisis del mito del "Familiar" pueden hallarse en Canal Feijoo, 1951, Fernández, 1972; Valentie, 1973; Coluccio, 1990 y Colombres, 1992.

(190) Duhalde, 1983, página 48. Según Jaeger, 1995, página 5, este Comando tuvo por jefe al Inspector Roberto Heriberto Albornoz (a) "El Tuerto", sindicado por graves violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura militar y posteriormente diputado provincial por "Fuerza Republicana".

(191) En su declaración ante la Comisión Argentina de Derechos Humanos el día 8 de Marzo de 1983, en Ginebra, Suiza, el ex miembro de las "Tres A", Peregrino Fernández, relata haber participado junto a oficiales, suboficiales y tropa de la Dirección de Orden Urbano al mando de Alberto Villar, Jefe de la Policía Federal y de la tristemente célebre "Triple A", en rastrillajes en el monte y en las zonas cercanas a Acheral y Lules y de haber colaborado con fuerzas militares en procedimientos de allanamientos de domicilios particulares. "En oportunidad de desempeñarse el General Menéndez como Jefe de la V Brigada (con asiento en Tucumán), los operativos de represión ilegal eran realizados por personal de Inteligencia militar (se trataba del destacamento de inteligencia 142) dependiente del mando militar". Fernández, 1983, página 18. La presencia de la policía Federal en la provincia, motivó en ese entonces repudios por parte de parlamentarios provinciales en la legislatura y del movimiento estudiantil de la Universidad Nacional de Tucumán.

(192) Alberto Villar, tenía ya una historia de participación en el combate a los movimientos populares en Tucumán. En Noviembre de 1970, durante el llamado "Tucumanazo" en el que estudiantes universitarios y obreros del azúcar tomaron prácticamente la ciudad capital de la provincia en reclamo de libertades públicas y de mejoras en las condiciones de vida y de estudio, comandó un contingente de la Policía Federal creado especialmente para condiciones de lucha urbana "antiguerrillera", la "Brigada Azul" que hizo su estreno como tal en esa oportunidad. Cabe recordar, que quien comandaba la V Brigada de Infantería y encabeza la represión en el "Tucumanazo" era el entonces Coronel Jorge Rafael Videla, posteriormente miembro de la Junta Militar que tomó el gobierno tras el golpe de Estado de Marzo de 1976 y presidente de facto en el marco de dicho golpe. Crenzel, 1997, páginas 14 y 96.

(193) El 5 de Junio, en una editorial de "El combatiente", periódico del ERP, Santucho anuncia el surgimiento de la guerrilla rural y emite un comunicado sobre la operación sobre Acheral. El objetivo del lanzamiento de la guerrilla dice, es "Poder disputarle al enemigo la zona, primero durante la noche, y después también de día, liberar zonas más adelante y hacer posible la construcción de bases de apoyo, formidable e imprescindible sostén, para la construcción de un poderoso ejército revolucionario de carácter regular, en condiciones de sostener victoriosamente con sus armas la insurrección general del pueblo argentino, que llevará al triunfo de la revolución nacional y social de nuestra patria, abriendo un luminoso porvenir socialista, fin de la explotación y los sufrimientos y comienzo de una era de justicia y felicidad colectiva para los 26 millones de argentinos ". Sobre la guerrilla rural en el monte tucumano ver Seoane, 1991, páginas 253 a 287.

(194) Decreto 265 del 5 de Febrero de 1975 firmado por la Presidente Isabel Perón e Italo Luder, Presidente provisional del senado y sus ministros. Los puntos centrales de dicho decreto eran: Artículo 1) El Comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán. Artículo 2) El Ministerio del Interior pondrá a disposición y bajo control operacional del Comando General del Ejército los efectivos y medios de la Policía Federal que le sean requeridos a través del Ministerio de Defensa para su empleo en las operaciones a que se hace referencia en el artículo 1. En el Artículo 5to, se señala que: "El Ministerio de Bienestar Social desarrollará en coordinación con el Ministerio de Defensa (Comando General del Ejército), las operaciones y la acción cívica que sean necesarias sobre la población afectada por las operaciones y Artículo 6) La Secretaría de Prensa y Difusión de la Presidencia de la Nación desarrollará a indicación del Ministerio de Defensa (Comando General del Ejército), las operaciones de acción Psicológicas concurrentes que le sean requeridas.

(195) Sobre el "Operativo Independencia" puede consultarse Vilas, 1977. Este manuscrito fue prohibido por la entonces conducción del Ejército ya que admitía prácticas que eran desmentidas por la dictadura militar. Por ejemplo, al reseñar las características de la V Brigada que comandaba señala Vilas que: "La V Brigada de alrededor de 1500 hombres, estaba compuesta por las siguientes unidades: Compañía de Comando y Servicio de San Miguel de Tucumán; Compañía de Comunicaciones, anexa a la Brigada, Compañía de Arsenales 5 de la capital provincial, el Regimiento Semi motorizado 19, el Regimiento 28 de Monte de Tartagal (Salta), el Regimiento 20 de Infantería de Montaña y el Grupo 5 de artillería de montaña. Es decir, era una Brigada de llanura, montaña y monte, que contaba con muy pocos vehículos disponibles para entrar en el tipo de guerra que iniciábamos... pues se hizo necesario contar también con autos civiles que sirvieran para las tareas de inteligencia y las operaciones no convencionales", Vilas, Primera Parte, "Dios lo quiso", 1977, página 44. (El subrayado es mío). Para un análisis crítico de este manuscrito puede leerse Crenzel, 1997 (b).

(196) El modelo teórico del cual el General Vilas, comandante del Operativo contrainsurgente "Independencia" extrae las enseñanzas más sustantivas para la lucha en Tucumán eran "los trabajos que sobre el particular fueran editados en Francia, debidos a oficiales de la OAS y del Ejército francés que luchó en Argelia e Indochina". Vilas, 1977. Fundamentalmente el texto del Coronel del Ejército Francés Roger Trinquier, 1975. Un retrato de la táctica desarrollada por el Ejército Francés, bajo estas directivas, en el enfrentamiento con el Frente de Liberación Nacional de Argelia puede apreciarse en el Film "La Batalla de Argel" de Gilo Pontecorvo (1966) rodado en Italia y prohibido en Francia hasta 1981, y pueden sintetizarse en a) La meta de aislar al enemigo para aniquilarlo, b) El enemigo puede hallarse en cualquier ámbito, c) El uso sistemático de la tortura en los interrogatorios como método de inteligencia central para identificar rápidamente y destruir las células guerrilleras antes que se reorganicen y, por ende, la necesidad de transponer la legalidad jurídica vigente que se convierte en un obstáculo dadas las características de la lucha, d) El desarrollo de tareas de "acción cívica" para neutralizar el apoyo de la población a la guerrilla y ganarla para las fuerzas legales, e) Un férreo control social a través de tareas permanentes de clasificación de la población, de los detenidos y de toda circunstancia que puede tornarse un indicador de la acción o presencia enemiga.

(197) Dice Vilas: "Se insistía en sostener que el meollo del problema estaba en el monte y que, consecuentemente, adoptando los medios necesarios para la lucha contra la guerrilla en la selva, el brote subversivo sería aniquilado". Pero Vilas entendía que la guerrilla era sólo la manifestación armada de un fenómeno más complejo y de mayor alcance, "la subversión" y que si el Ejército subía al monte a buscar a las fuerzas del E.R.P no hacía más que facilitar la táctica guerrillera de atacar, mediante emboscadas sorpresivas, a los contingentes de las Fuerzas Armadas legales. Asimismo, encontraba tanto en las autoridades políticas provinciales "incomprensión de la necesidad de la lucha antisubversiva" y en los cuadros policiales y militares una escasa preparación para enfrentar "un nuevo tipo de lucha", "Una guerra sucia, de desgaste, una guerra tenebrosa y solapada, sin límites de tiempo, que se gana con decisión y cálculo, donde la ayuda de la población civil es imprescindible. Todo intento de querer prescindir de ella, tratándose de encasillarse en la autonomía militar está condenada al fracaso" Vilas, Ob. cit., Primera Parte, "Dios lo Quiso", página 20.

(198) Comisión Bicameral de la Provincia de Tucumán, 1991, página 292.

(199) Allí, se aplicó la tortura sistemática a los prisioneros. Fermín Nuñez, quien estuvo detenido en este Centro Clandestino de Detención describe que: "En la "Escuelita", los prisioneros eran enterrados vivos hasta el cuello, colgados de los testículos, apaleados y hasta sufrieron el seccionamiento de las orejas". Diario de las Madres de Plaza de Mayo, Año 2, Número 18, Mayo de 1986.También pueden hallarse testimonios sobre las condiciones de vida de los prisioneros y sobre las técnicas empleadas en los interrogatorios en la "Escuelita" en CONADEP, 1986, página 213 y 214 y Comisión Bicameral de la Provincia de Tucumán, 1991, página 98. El propio General Vilas reconoce que: "Desde el 10 de Febrero hasta el 18 de Diciembre de 1975, pasaron por la "Escuelita de Famaillá" (Centro Clandestino de detención) 1507 personas acusadas de mantener relación estrecha con el enemigo". Vilas, Ob. cit., "Plan Táctico Número 1", página 11.

(200) Esta metodología, como los nuevos conocimientos en aplicación de tormentos y en técnicas de interrogatorio, sería materia de exportación argentina a otros escenarios de confrontaciones político-militares. Asesores de las fuerzas de seguridad argentinas, participaron del entrenamiento a los "contras" en Centroamérica, Andersen, 1993, página 150, en la formación de grupos paramilitares y parapoliciales en España conocidos como "Grupos Antiterroristas de Liberación" (GAL) a principios de los ochenta, Jansen, 1986, página 102 y denuncia del Coronel español Amadeo Inglés, Diario "Clarín", 3 de Mayo de 1998.Asesoraron además, en estas "técnicas" a las Fuerzas Armadas peruanas durante los ochenta y a las Fuerzas Armadas Mexicanas a partir de 1994, con la emergencia de la rebelión Zapatista en el estado de Chiapas, en el sudeste de ese país.

(201) CONADEP, 1986, páginas 213 y 214. La CONADEP, registra en total 536 desaparecidos en Tucumán, que representan el 5,5% de los 8.960 desaparecidos registrados por dicha comisión.

(202) Solamente, a modo ilustrativo, mencionaremos a Benito Romano y a Leandro Fote, dirigentes sindicales azucareros, Peronista el primero, ligado al Partido Revolucionario de los Trabajadores el segundo, a Francisco Isauro Arancibia dirigente del gremio docente, al cura tercermundista René Nieva, al dirigente estudiantil Víctor Noé, al abogado radical defensor de presos políticos Ángel Pisarello y al Presidente de la Cámara de Diputados provinciales por el Partido Justicialista, Raúl Mauricio Lechesi, quién fuera presidente de una comisión investigadora de crímenes políticos ocurridos durante el período 1955-1973. Sobre la historia personal y pública de Francisco Isauro Arancibia dirigente de los maestros tucumanos, ver Rosenzvaig, 1993.

(203) Izaguirre y equipo, 1998. Este material de investigación fue entregado por miembros de la Federación Universitaria Argentina al Juez español Baltazar Garzón, quien conduce el proceso judicial a los responsables de la desaparición de ciudadanos españoles durante la última dictadura militar argentina. La fuente de la cantidad de alumnos de Universidades Nacionales para los años 1975-1977 sobre los cuales se realizo esta estimación es INDEC, 1980 b. También puede consultarse Comisión Bicameral de la Provincia de Tucumán, 1991 y Bonavena, Inédito (a). Sobre las modalidades de la cruzada antisubversiva en la Universidad Nacional de Tucumán, conviene leer Comisión Bicameral de la Provincia de Tucumán, 1991 y Frente Unidad L.A.Z.I, 1986.
Cabe destacar, que el movimiento estudiantil tucumano estaba compuesto, hacia 1970, en un 60% por estudiantes cuyos padres eran en su mayoría obreros no manuales o empleados y en menor proporción obreros manuales, en un 10% pequeños patrones (de 1 a 5 asalariados a su cargo) 21% capataces, jefes, intermedios y altos directivos, gerentes administradores y Profesionales universitarios. La información consigna un 10% de casos sin especificar. Fuente: Comisión Bicameral de la Provincia de Tucumán, 1970.

(204) Fuente: Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, 1988. Los trabajadores del azúcar, para 1969, ocupaban el tercer lugar en el ámbito nacional, en el conjunto de las horas no trabajadas a causa de conflicto obrero, dentro del conjunto de los obreros de 30 ramas y productos de la industria con 196.254 horas, luego de los trabajadores de la industria del automotor y los de papel cartón, cartulina y pastas de papel. Las horas no trabajadas promedio por obrero, en ese año en la industria azucarera, fueron 21. La cuarta detrás de los trabajadores de las dos ramas antes mencionadas y de los trabajadores de la producción de máquinas de coser. Fuente: Ministerio de Trabajo, 1970.

(205) En Uruguay, la llamada "Ley de Caducidad de la pretensión punitiva del Estado" (1989) votada en un plebiscito nacional, estableció la caducidad de las causas penales por violaciones a los Derechos Humanos contra los militares. En Chile, en 1978, por decreto 2191 se consagró la amnistía para los sucesos posteriores al 11 de septiembre de 1973 y Pinochet, el jefe golpista, es senador vitalicio. Estos procesos de desculpabilización, se sucedieron prácticamente en todos los países de América Latina. Además de los casos mencionados, en Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras y Perú, entre las décadas del 80 y 90, se dictaron diferentes leyes o decretos de amnistía. Servicio de Paz y Justicia, 1995.

(206) Comisión Nacional de Desaparición de Personas, creada por decreto 158/83 del Presidente Raúl Alfonsín de Diciembre de 1983, a días de haber asumido la presidencia de la Nación. Entregó nueve meses después de su constitución, el informe "Nunca Más" donde se describe la metodología y el andamiaje institucional del proceso de desaparición de personas.

(207) La comisión investigadora fue creada a instancias del entonces gobernador Peronista Fernando Riera, por Ley Número 5.599 del 22 de Febrero de 1984. El mensaje del Poder ejecutivo provincial, que acompañaba el proyecto de Ley de creación de la Comisión Investigadora, comenzaba diciendo: "Es deber inexcusable del gobierno popular y democrático, posibilitar la investigación, y en su caso, el castigo de los responsables y culpables, de los excesos cometidos so pretexto de la represión y el terrorismo". La comisión finalizó sus tareas el día 20 de Mayo de 1985, sin embargo, la publicación de la investigación demoró siete años. Vio la luz pública a instancias de las autoridades de la Universidad Nacional de Tucumán, en Agosto de 1991 y con el aporte valioso del Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África con sede en Madrid, España.

(208) Entre las precisiones que brinda el Informe, se indica que: a) casi 300 secuestros y desapariciones ocurrieron entre 1976-1977, durante el gobierno de facto encabezado por Domingo Bussi, b) el intervalo de edad de 18-35 años concentra el 58,4% de los casos de desaparecidos y el 75% de los asesinados, c) El 86% de los secuestrados fueron varones y el 14% mujeres d) Las ocupaciones o actividades dominantes de los secuestrados eran obreros (de fábrica, rurales, de la construcción), 36%; estudiantes (secundarios y universitarios) 19% y "empleados" el 16%, e) El 42% de los secuestros se desarrollaron en San Miguel de Tucumán, el 27% en Famaillá, Monteros y Concepción, el 13% en Yerba Buena y Tafí Viejo, el 12% en Cruz Alta, el 3% fuera de la provincia y registran un 3% de casos en que se ignora el lugar del secuestro. Comisión Bicameral de la Provincia de Tucumán, 1991, páginas 290 a 298. Por otra parte, Tucumán es la jurisdicción político-territorial que, detrás de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, concentra el mayor porcentaje de soldados conscriptos detenidos desaparecidos del país 7,7%. Elaboración propia en base a D'Andrea Mohr, 1998, páginas 182-221.

(209) Ley Número 23.492 de Diciembre de 1986. Establecía un plazo tope para la presentación de causas penales por violaciones a los Derechos Humanos. Fue derogada, por decisión parlamentaria, el 24 de Marzo de 1998.

(210) Ley Número 23.521 de Mayo de 1987. Establecía niveles de responsabilidad que determinaban que sólo las cúpulas militares que condujeron la represión política fueran susceptibles de ser juzgadas por violaciones a los Derechos Humanos, desprocesando así, al resto de los inculpados. Fue derogada, por decisión parlamentaria, el 24 de Marzo de 1998.

(211) Carrizo, 1994, analiza la expansión del bussismo como un proceso derivado de la falta de castigo a los responsables de las violaciones a los Derechos Humanos. Esta perspectiva, también es compartida por miembros de los organismos de Derechos Humanos. Según la mirada de este autor, la ausencia de pena produciría un efecto de "inculpabilidad" a nivel social que se traduciría en una desorganización de los sujetos producto de la pérdida de referencia y status de la ley, debido a la variación en su aplicación de acuerdo a la institución o sujeto inculpado, perdiendo sus características igualadoras. Es indudable que la disolución de la referencia a una ética objetiva y compartida socialmente produce los efectos sociales mencionados. También es indudable que de no mediar las sucesivas leyes de desprocesamiento de los inculpados, Bussi no hubiese podido presentarse en comicio alguno, pero es relevante señalar que la falta de castigo o ley no necesariamente se traduce en una memoria y voluntad favorable hacia quien se encuentra inculpado. El proceso inverso, la efectivización del castigo puede ser condición necesaria, pero no suficiente, para el desencadenamiento de un proceso de toma de conciencia acerca del carácter social de las acciones del inculpado o el desenvolvimiento de una organización de lo social donde estas prácticas y la voluntad de apoyo a personificaciones de las mismas queden excluidos del universo de valores dominantes.

(212) En los años posteriores a la restauración constitucional de 1983, se soslayo el apoyo de parte de la
sociedad argentina a la dictadura militar, a la vez que se maximizó la resistencia a la misma. La tendencia a disociar a la población de regímenes aberrantes, basados en el terror, es comentada para el caso de la Francia de posguerra por Finkielkraut, 1990, página 44. Sobre el proceso genocida en la Francia ocupada y la participación de la sociedad civil, ver Vidal Naquet, 1996.
Por su parte, Ferro, 1995, Capítulo X, página 130, señala procesos análogos en el tratamiento del régimen nazi por parte del cine norteamericano. Claude Lanzmann, en su sobresaliente film "Shoa", retrata la complejidad que involucró el genocidio nazi y la participación de la población del centroeste europeo en el mismo. También de Lanzmann puede consultarse su lapidaria nota a propósito del film "La lista de Schindler", "Porqué Spilberg ha tergiversado la verdad?" Diario "Le Monde", París, 3 de Abril de 1994. Más recientemente, Goldhagen, 1997 reabrió la polémica sobre los alcances de las responsabilidades colectivas del pueblo alemán en el genocidio judío.

(213) Las características masivas y la amplitud de la política de secuestro y desaparición de personas en Tucumán hacen que salvo desde una perspectiva negadora de lo sucedido se diga desconocer la existencia de desaparecidos. Existieron treinta y tres Centros Clandestinos de Detención distribuidos en la geografía provincial. Además de los localizados en dependencias policiales o de las Fuerzas Armadas, seis estaban ubicados en establecimientos educativos y otros siete en dependencias de ingenios azucareros algunos cerrados y otros en funcionamiento. CONADEP, 1986 y Comisión Bicameral de la Provincia de Tucumán, 1991, páginas 97 y 98. Además, con sólo 22.524 kilómetros cuadrados de superficie y siendo la provincia más pequeña del país, Tucumán alcanzaba para 1970, la cifra de 766.000 habitantes. Era la jurisdicción político territorial más densamente poblada del país con 34,4 habitantes por km2. Estos datos demográficos se constituyen en condiciones sociales de posibilidad que pudieron facilitar la transmisión, entre la población local, de información acerca de la existencia de desaparecidos. La fuente de los datos demográficos es: INDEC, 1970 a.

(214) Entre el año 1975 y el año 1977 se producen en todo el territorio nacional el 71% de las desapariciones. Fuente: CONADEP, 1986. En la provincia de Tucumán, se registra un porcentaje idéntico al nacional ya que el 72% de las desapariciones ocurren entre 1975 y 1977. Su distribución en cambio para cada año de ese período manifiesta diferencias sustantivas con la distribución nacional para esos años.
En el año 1975 se producen en Tucumán el 20% del total de las desapariciones, mientras que en el ámbito nacional el 4%, en 1976 el 52%, mientras que en el ámbito nacional el 39% y en el año 1977 el 21%, mientras que en el ámbito nacional el 29%. Fuentes: Comisión Bicameral de la Provincia de Tucumán, 1991, página 292 y CONADEP página 298. Cabe destacar, que esta comparación se ve limitada ya que la propia Comisión Bicameral de la provincia, reconoce sólo consignar los casos que fueron ratificados por los denunciantes. Es por ello que "La CONADEP registra en su informe 206 casos más de secuestrados desaparecidos que esta comisión". Comisión Bicameral de la Provincia de Tucumán, 1991, página 290. Pese a lo señalado, aquí se tomó la decisión de comparar los datos de CONADEP, con los de la Comisión Bicameral por tratarse de registros sincrónicos.
Por otra parte, cabe destacar que se agregaron nuevas denuncias en oportunidades diversas; a) luego de la decisión gubernamental de otorgar pensiones e indemnizaciones a familiares de desaparecidos a modo de "reparación económica" (Enero de 1995, leyes 24.043, 24.321 y 24.411), se presentaron en el ámbito nacional 1000 casos más, b) al cumplirse el vigésimo aniversario del golpe de Estado de 1976, donde muchos familiares de desaparecidos presentaron denuncias no registradas precedentemente. Por ejemplo el registro del universo de estudiantes universitarios desaparecidos en todo el país reconoció un incrementó de un 27%. Izaguirre, 1998.

(215) El 81% de los entrevistados mayores de 30 años se enteraron entre 1975 y 1982. El 65% de estos entrevistados manifiesta haber tomado conocimiento durante el primer tramo temporal, (1975-1978).

(216) Yerushalmi, 1989, página 17.

(217) Un esbozo explicativo del desarrollo y expansión del bussismo minimizaba la capacidad de los tucumanos, debido a la gran emigración que se sucede en la provincia entre finales de los sesenta y principios de los setenta, de caracterizar la identidad de los desaparecidos en términos políticos.
Según esta opinión, sobre todo en el medio rural donde muchos hijos de las familias de esas zonas emigran en búsqueda de trabajo hacia centros urbanos alejados de su lugar de nacimiento u origen no regresando o no restableciendo contacto con sus familias, se construía la idea de que habían desaparecido. Esa naturalización, a partir de una percepción cultural diferente de las pérdidas familiares, tornaría inobservable o restaría importancia a la desaparición de personas por razones políticas. De una conversación del autor de estas líneas mantenida con Jacobo Lacks en San Miguel de Tucumán en Julio de 1991.

(218) La relación entre legalidad, poder y saber y los modos en que la misma se fue desenvolviendo históricamente, fue estudiada por Foucault, 1987. Sintéticamente, diremos que Foucault articula la emergencia de la legalidad moderna, a través del régimen disciplinario que individualiza lo "anormal", las "desviaciones", la "enfermedad", la "delincuencia", con la consolidación de la burguesía como clase dominante.

(219) "Aún resta detectar y destruir a los grandes responsables de la subversión desatada. Aquellos que desde la luz o desde la sombra, valiéndose de las jerarquías, cargos o funciones logrados, atentan, día y noche contra las estructuras del Estado. A aquellos otros que, con su hacer o no hacer, encubren, cuando no protegen, a estos delincuentes que hoy combatimos (...) Porque entiendo que sólo el saneamiento moral y físico total, y hasta las últimas consecuencias, de la República, nos permitirá erradicar de una vez para siempre esta subversión que nos repugna..." palabras de Domingo Bussi, al asumir como Jefe del "Operativo Independencia" La Gaceta de Tucumán, 20 de diciembre de 1975.

(220) Esta, es también una de las formas discursivas "justificatorias" de las Fuerzas Armadas de su empleo de la desaparición de personas durante los años setenta.

(221) Consideramos a la ideología en tanto visión de la realidad de un grupo o sector de la sociedad en tanto esté articulada a la defensa de intereses materiales concretos. Al respecto ver Lenk, 1967.

(222) Isla y Taylor, 1995, página 312, consideran que la imagen que la población tucumana tiene de la identidad de los perpetradores de las desapariciones, está marcada por la persistencia en la memoria colectiva entre los "sectores populares de los andes centrales" de la leyenda del "Familiar" y su supuesta actualización durante la dictadura militar a través de la desaparición de personas. Además de atribuirle erróneamente a la represión política un carácter esencialmente étnico, Ob. cit., página 318, los autores, no explican con claridad la relación de esta memoria del "Familiar" y su relación con la adhesión a Bussi.
Cabe destacar, que ningún entrevistado, le atribuyó espontáneamente al "Familiar" la desaparición de personas, como tampoco hay referencia alguna al "Familiar" como sujeto desaparecedor en los testimonios de casi 500 denuncias de desaparición de personas en Tucumán obrantes en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, (APDH).
En la encuesta realizada, un 85% de los entrevistados oyó hablar del "Familiar", lo que aludiría a la existencia de una extendida y continuada transmisión oral, a través de las generaciones, de la leyenda a más de un siglo de su aparición. Lo describen como una "Leyenda popular o mito", 26%, en un 20% como "Fruto de la creación social de un mito por parte de los dueños de ingenio" respuestas que hacen explícita una consideración del "Familiar" como producto social. Otro 18%, lo caracteriza en términos descriptivos "Es un Animal, es un Perro", un 16% señala "Es un animal, un perro que representa al diablo, un fantasma, un espanto", un 8% lo caracteriza como "El diablo, el demonio, Satanás", un 2% "no saben o no contestan", otro 2% señala "otras respuestas". Sólo un 3% de los entrevistados afirma que "El Familiar" participó en la desaparición de personas al caracterizarlo como "Un animal que se llevaba gente, se la come, la castiga o la asusta", pero no establecen relación alguna entre el "Familiar" como desaparecedor con la figura de Bussi como partícipe de las desapariciones o con los militares. Por todo esto considero que la "teoría del Familiar" carece de cualquier sustento empírico y explicativo para entender la adhesión a Bussi.

(223) Una caracterización bastante difundida de los enfrentamientos político-militares de los setenta, consistió en negar toda lógica a las fuerzas sociales en pugna; caracterizando a quienes se enfrentaron como irracionales y al enfrentamiento mismo en términos de "locura". Esta manera de definir el problema y de mirar el período, la expresa el historiador Félix Luna en el prólogo al libro de Gillespie, 1987, página 7.
Llamativamente, Bettelheim, 1981, página 169, señala que tras la toma de conocimiento en forma masiva del horror y el exterminio acaecido en los campos de concentración nazis, uno de los mecanismos psicológicos que con mayor frecuencia emergió para afrontar el impacto de estos relatos, fue atribuir el genocidio a un grupo reducido de locos o pervertidos.

(224) La familia, expresa el conjunto de relaciones sociales, el círculo de sociabilidad a partir del cual se ejerce una de las formas más antiguas de transmisión del pasado intergeneracional. En la tradición judía, esto sucede claramente en la noche de Pesaj, (Pascua) donde la familia reunida lee la Hagadá (Libro del éxodo). Esta lectura se inicia con una serie de preguntas del miembro más joven al más viejo, acerca del significado de esa noche y de los motivos de los rituales específicos de la conmemoración que reactualiza, en la memoria social del pueblo judío, a través de una articulación emotiva particular entre el pasado y el presente, la zaga del éxodo de Egipto. Yerushalmi, 1982, páginas 44 y 45 y Boorstin, 1986, Tomo II, página 543.

(225) Mongin, 1994, página 25, caracteriza las narraciones habituales de los medios masivos acerca del pasado histórico como "golpes sucesivos sin relación histórica entre ellos" cuya resultante es un pasado comprimido en un presente perpetuo. Feld, 1997, páginas 339-345, nos advierte en su investigación, acerca de la fragmentación, frivolización y naturalización del proceso de desaparición de personas, a propósito del tratamiento televisivo del reconocimiento de ex oficiales de las Fuerzas Armadas de su participación en los "vuelos" en los cuales se arrojaban al mar prisioneros secuestrados-desaparecidos desde aviones de la armada argentina.

(226) "También en lo no hablado, en lo que expresan las lagunas discursivas, es donde es posible escuchar el sonido que produce la continua marcha de la ideología". Billing, 1992, página 94.

(227) Los pocos que lo hacen, nombran centralmente el informe "Nunca Más" de la CONADEP.

(228) El film más mencionado es "La noche de los lápices" que, dirigido por Héctor Olivera, narra la desaparición de militantes secundarios de la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires, que luchaban por conseguir el boleto de transporte estudiantil. Dicha película, tuvo además difusión televisiva. Otra película mencionada, aunque en menor medida, es "La historia oficial" dirigida por Luis Puenzo, que logró el premio "Oscar" de la academia de Hollywood a la mejor película extranjera y también fue pasada por televisión.

 

   

 

"Memorias enfrentadas"  

   

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