Informe sobre la situación de los 
detenidos-desaparecidos judíos durante 
el genocidio perpetrado en Argentina (continuación)

Elaborado por el Centro de Estudios Sociales de DAIA

 

Capítulo 2
La selectividad de las víctimas judías

 

Una segunda cuestión de análisis se liga con el número de víctimas judías. Hasta el momento, diversos informes han contabilizado un total de víctimas judías que oscila alrededor de las 1300 personas. Actualmente, el Centro de Estudios Sociales se encuentra preparando un Anexo Documental, que se propone construir un listado lo más exhaustivo y riguroso posible sobre las víctimas judías del genocidio argentino (Una entrega preliminar del mismo se adjunta a este Informe como Anexo II). Es importante tener en cuenta que, a los casos denunciados en testimonios ante diversos organismos públicos e internacionales, habría que sumar un número indeterminado de casos ligados a aquellas situaciones en las que, por diversos motivos, no se hubiere llevado a cabo la denuncia sobre la "desaparición" o asesinato de la víctima. Cada vez son más los familiares que se atreven a denunciar los hechos, pero la existencia de muchos casos no presentados en su momento ante la CO.NA.DEP. puede llevar a suponer que existen otros casos que aún no fueron denunciados. 

Diversas estimaciones y estudios académicos sitúan a la población judía de mediados de la década del ´70 en Argentina en una cifra que oscila entre las 230.000 y las 290.000 personas, según la fuente que se tome como base, dado que los últimos datos censales de la población judía argentina son de 1960. Estas diversas estimaciones permiten inferir que los judíos argentinos conformaban en aquel momento un porcentaje de la población general argentina que podría variar entre el 0,8% y el 1,2% (en las estimaciones más amplias). Sin embargo, las estimaciones sobre los detenidos-desaparecidos judíos en relación al total de víctimas del genocidio se ubican en una proporción cercana al 5 (cinco) por ciento del total de víctimas, y aún podría ser dos o tres puntos porcentuales mayor y hasta duplicarla, ya que se vuelve difícil calcular tanto el número de víctimas judías (cifras que varían entre las 800 y las 1600 personas) como el número de víctimas generales de la represión genocida (que se calcula entre 10.000 y 30.000 personas). 

De todos modos, y aún basándose en los cálculos más modestos, la población judía tuvo en este proceso genocida una sobre-representación dentro de las víctimas de más de cinco veces su proporción en la población general. 

En base a esta información, es posible concluir que la población judía se encontraba particularmente expuesta al accionar represivo. Por otra parte, los encargados de producir las detenciones eran, generalmente, los mismos que actuaban como torturadores en los centros clandestinos de detención. Ya hemos desarrollado en el primer capítulo de este Informe las características de la acción e ideología de estos individuos. No sería ilógico suponer, entonces, que también haya jugado un papel a la hora de seleccionar a las víctimas. 

Es más, muchos testimonios señalan que, en medio de un operativo, la decisión de llevarse a uno o varios miembros de la familia estuvo influida por su condición judía (véase en los parágrafos anteriores las declaraciones con respecto a los casos de Alejandra Lapacó y Alberto Pargament). También resulta llamativo que las extorsiones a empresarios se llevaran a cabo, en muchas ocasiones, sobre miembros de la colectividad judía. 

El testimonio de Nora Strejilevich es uno de los que resume mejor la visión de los represores sobre el "lugar" que ocupaban los judíos en la planificación global del genocidio: "Me aseguraron que el ‘problema de la subversión’ era el que más les preocupaba, pero el ‘problema judío’ le seguía en importancia y estaban archivando información". (NUNCA MAS, pág. 73) 

Edy Kaufman, investigador de la Universidad Hebrea de Jerusalem, ha analizado este tema en su trabajo "La dimensión judía en la represión durante el gobierno militar en Argentina (1976-1983)". En dicha investigación se plantean algunas hipótesis con respecto a la sobre-representación de las víctimas judías. Por una parte, sostiene que "no podría negarse que los judíos están sobre-representados en las capas profesionales que han sido blancos indirectos de la represión así como de grupos particulares como el estudiantado universitario". Sin embargo, esta situación le parece poco plausible para sostener como hipótesis única de una presencia tan excesiva de judíos entre las víctimas. Dice Kaufman, por ejemplo que "después de haber quedado establecido el trato discriminatorio hacia los judíos detenidos, parece legítimo preguntarse si las mismas actitudes serían posibles dentro del proceso de la selección de las víctimas y el procedimiento de detención (...) Sería muy poco creíble negar actitudes antisemitas en los procedimientos de detención, reservando las actitudes discriminatorias a los centros de detención quienes recibirían sus víctimas judías, cuya captura no había sido influida en absoluto por su origen étnico (...) En segundo lugar (...) puede establecerse, ya sin lugar a dudas que, en las decisiones de eliminar a las víctimas, ese origen étnico había sido un factor contribuyente". 

Este último elemento no sólo remite a las condiciones particulares de la detención, sino al destino final de las víctimas. Es plausible suponer que, a la hora de elegir un número determinado de víctimas para ser liberadas, aquellas víctimas judías se vieran excluidas por lo general de esta posibilidad. El caso de los "médicos judíos" constituye una explicitación de esta posibilidad: en julio de 1979, el régimen militar reconoció la detención de diez médicos que se encontraban "desaparecidos", con un fallo que disponía el sobreseimiento de los detenidos. De los diez médicos, fueron efectivamente liberados cinco médicos, permaneciendo los cinco médicos judíos a disposición del P.E.N. En función de diversas gestiones, los médicos judíos fueron finalmente liberados pero este hecho, ocurrido en el marco de las detenciones reconocidas por el régimen, puede llevar a suponer un paralelo con los casos de las detenciones ilegales. 

En resumen, en función de lo expuesto, queda claro que la sobre-representación judía entre las víctimas no fue un hecho casual o tangencial, sino que tuvo estrecha vinculación con la ideología y objetivos del proceso genocida. 

 

 

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