El plan Cóndor

Memoria Debida

 

 

El suplemento ZONA del diario CLARIN publicó, firmado por Alberto Amato, el más esclarecedor y documentado trabajo sobre el golpe militar chileno de 1973, la complicidad norteamericana y la gestación y desarrollo del "Plan Cóndor". Esta publicación del 21 de febrero de 1999 informa en su comienzo que "A más de veinticinco años del golpe militar en Chile, documentos del gobierno de EE.UU. revelan que la decisión de Richard Nixon de derrocar a Salvador Allende fue tomada días después del triunfo electoral de la Unidad Popular, en 1970".

En 1979 la Editorial Atlántida editó un libro llamado "Mis Memorias", firmado por Henry Kissinger. De ese texto ZONA extrajo fragmentos que hoy resultan una acusación descarnada del autor contra el gobierno de Richard Nixon. Este presidente, después del triunfo electoral de Allende, "estaba fuera de sí" y según Kissinger "lo que él percibía -correctamente- como otra Cuba, había surgido a la vida durante su propia administración", aunque culpaba a los diez años de gobierno demócrata de lo ocurrido en Chile.

Relata Kissinger que Nixon se reunió con él, con el secretario de Justicia y con el director de la CIA, Richard Helms. A éste le requirió esfuerzos de la Agencia "para ver que podía hacerse para evitar que Allende llegara al poder. Si hubiera una oportunidad en diez de librarnos de Allende, deberíamos probarla: si Helms necesitaba los millones, él los aprobaría. El programa de ayuda a Chile sería interrumpido; su economía debía ser exprimida hasta que gritase".
Estas instrucciones de Nixon para la CIA fueron similares a las transmitidas al embajador norteamericano en Santiago, Edward Korry, "para que preparara una evaluación a sangre fría de la posibilidad y probabilidad de un golpe militar y de los pros y contras involucrados en la organización de una futura y efectiva oposición chilena a Allende".

El embajador Korry estaba en ese puesto desde 1967 por lo que conocía bastante bien a Chile. En un documento "Confidencial 747" dirigido al secretario de Estado William Rogers, informó, relata ZONA: "Chile votó con toda tranquilidad tener un estado marxista leninista. Es la primera nación en el mundo que hace esta elección libremente y a conciencia. El doctor Salvador Allende confirmó la sabiduría de la política soviética en América Latina, criticando la táctica revolucionaria de su modelo, Fidel Castro, al llegar al poder por la vía electoral (...) Más allá de que hayamos sufrido una amarga derrota, las consecuencias serán internas e internacionales. Las repercusiones tendrán un impacto inmediato en algunas regiones y en otras el efecto será retardado". Y en un segundo informe, el embajador Korry escribió: "Chile está en su mejor momento, posee 500 millones en moneda fuerte, más que Estados Unidos per cápita. A partir del año próximo será el segundo productor más grande del mundo en cobre, superando a la Unión Soviética, gracias a las enormes inversiones de las compañías norteamericanas."

La idea del golpe previo a la asunción de Allende se convirtió en un plan bajo la supervisión del general retirado Roberto Viaux Marambio, quien lo sometió a la aprobación de Henry Kissinger y la evaluación del director de la CIA, Tom Karamessines y del general Alexander Haig. Karamessines se ocupaba de la sección "operaciones secretas" de la Agencia.

La conclusión de los analistas sobre el plan golpista de Viaux fue que era inviable, momentáneamente, una acción de este tipo.

Allende asumió la presidencia el 3 de noviembre de 1970. Seis días después Henry Kissinger firmó, informa ZONA, el "Memorándum 93 de Decisión sobre Seguridad Nacional-Ultrasecreto. Sensible. Personal". En su texto informó que Nixon" (...) decidió que la base de nuestra política respecto de Chile estará encuadrada en el concepto vertido en la Opción C del documento interdepartamental presentado el 3 de noviembre". La "Opción C" rezaba:

"(...) Mantener una postura aparentemente correcta, pero dejar en claro nuestra oposición al surgimiento de un gobierno comunista en Sudamérica: actuar en favor de mantener la iniciativa en la relación cara a cara con el gobierno de Allende. Esta opción se plantearía en la convicción de que un "modus vivendi" satisfactorio es en última instancia imposible; que las confrontaciones son, tarde o temprano, inevitables; (...) que lo más importante es que trabajemos para mantener la iniciativa en tanto le negamos flexibilidad a Allende (...)"


La opción C, según relata ZONA, incluía medidas como:

"(...) No brindar apoyo a la renegociación de la deuda chilena."
"Vetar los pedidos de préstamos chilenos ante el Banco Internacional de Reaseguro y Fomento (después sería el Banco Mundial) y el Eximbank, debido a las expropiaciones políticas y económicas."
"Desaconsejar la inversión norteamericana, de terceros países y multilateral privada en Chile".
"Negar asistencia al país dominado por un movimiento comunista internacional".
"Negar asistencia económica a los países que comercien con Cuba o Vietnam del Norte".
"Si se hace evidente la hostilidad antinorteamericana, desalentar el turismo y los viajes a Chile".
"Si Chile comenzara el tráfico comercial aéreo con Cuba, no brindar asistencia a las aerolíneas chilenas, ni nuevos equipos, ni rutas".


En cuanto al campo de las previsiones y acciones militares no encubiertas, la opción C disponía:

"Si Chile comienza a comerciar con Cuba: mantener la vigilancia de los barcos chilenos que transiten por el canal de Panamá. Llamar la atención a nuestros aliados de la OTAN sobre la necesidad de que ellos apoyen nuestros intereses de seguridad en el hemisferio occidental".
"Si Chile desarrolla lazos de seguridad con la URSS: aumentar significativamente la cooperación en seguridad con otros países sudamericanos: 
"- Ofrecer a la Argentina la venta de F-4 -aviones de guerra-".
"- Proporcionar material selectivo del Plan de Ayuda Militar (MAP) a la Argentina y Brasil".
"- Brindar apoyo a la Argentina en su reclamo sobre el canal de Beagle".
"- Aumentar la asistencia de seguridad interior (MAP y seguridad pública) para Uruguay, Paraguay y posiblemente Bolivia, en base a la amenaza de sufrir una exportación subversiva chilena".


Como quedó muy claro, ante el fracaso en el intento de impedir la asunción de Allende, desde el gobierno de Nixon se diseñó el plan de cerco económico, político y hasta militar externo sobre Chile. De lo expuesto en la "Opción C" se desprende la posibilidad de que la Argentina pudiera, eventualmente, atacar a Chile sobre la base de agravar el conflicto del Beagle y contar con el refuerzo del poder militar ofrecido por los EE.UU. Pero nuestro país ya vivía los primeros estertores de la "Revolución Argentina" y la agitación social, política, guerrillera y gremial eran el centro de la preocupación del gobierno militar. El verdadero fantasma era el de siempre: el retorno del peronismo al poder, esta vez con la cada vez más firme posibilidad del retorno de Perón. No obstante, según el documento publicado y comentado por ZONA, "(...) Se formó una comisión simultáneamente en Santiago y Buenos Aires para manejar el delicado tráfico de cables para la fuerza de tareas. Consistió en cuatro oficiales de la CIA con el aspecto, idioma y experiencia capaz de representar diferentes nacionalidades extranjeras" (...) "En Santiago, su único contacto norteamericano era un oficial de la CIA que había residido en Santiago y establecieron contactos con los intermediarios chilenos interesados en promover un golpe militar. A raíz de un arreglo especial (y único) solicitado por la CIA, el agregado militar de los EE.UU. en Santiago se puso bajo la dirección operativa del Jefe del Centro de la CIA allí. Su asistencia y contactos con militares chilenos fueron inestimables en este programa".

El "programa" de bloqueo, propaganda y sabotaje se cumplió y el 11 de septiembre el golpe de estado concluyó con el gobierno de Salvador Allende, quien murió en su puesto de mando sin entregarse. Diez días después Henry Kissinger era nombrado secretario de Estado por Richard Nixon.

En enero de 1977 el embajador norteamericano en la Argentina, Robert Hill, comunicó a la administración Carter que Kissinger había dado "luz verde" a la continuación de la represión ilegal en la Argentina. Según ese informe Henry Kissinger había mantenido una reunión secreta con el canciller argentino, almirante César Augusto Guzzetti, en junio de 1976 con motivo de la sexta Asamblea de la OEA. El ministro argentino diría dos meses después: "Mi concepto de la subversión se refiere a las organizaciones terroristas de izquierda. La subversión y el terrorismo de derecha no son lo mismo. Cuando el cuerpo social del país ha sido contaminado por una enfermedad que le devora las entrañas, forma anticuerpos. Esos anticuerpos no pueden considerarse del mismo modo que los microbios". El 11 de agosto de 1976 el general Videla, en un mensaje a todo el país, destacaba la "plena vigencia de los derechos humanos" bajo su gobierno.

En cuanto a Henry Kissinger y su papel como secretario de Estado, así lo definió Patricia Derian, secretaria de Derechos Humanos de la gestión Carter: "...Me enferma el hecho de que con un movimiento imperial de su mano, un norteamericano pueda sentenciar a muerte a la gente sobre la base de un capricho barato (...) Conforme pasa el tiempo voy viendo las huellas de Kissinger en un montón de países. Es la represión del ideal democrático". Y el escritor y analista norteamericano Gore Vidal, informó ZONA, respondió así a una pregunta sobre la detención de Pinochet: "Pinochet va a cantar si lo procesan. Y si lo hace, tengo la esperanza de que Henry Kissinger sea detenido y enjuiciado por lo que hizo con Chile y con Camboya. Creo que Kissinger es el más grande criminal de guerra libre en el planeta. Si detienen a Kissinger, en Estados Unidos va a cundir el pánico, porque el país está muy comprometido en Nicaragua y Guatemala. Hemos estado en eso continuamente desde 1953, volteando gobiernos y asesinando dirigentes".

Producido el golpe de estado de marzo de 1976 en la Argentina, Chile se convirtió en el centro de la "Operación Cóndor". Esta consistió en el apoyo mutuo y operaciones conjuntas entre la Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay para:

- eliminar las actividades de guerrilleros, activistas u opositores en el área sur de América.
- impedir que los buscados encontraran refugio en países vecinos.
- centralizar la información regional de inteligencia.
- permitir la instalación de "delegaciones" de un país en otro.
- formar equipos conjuntos para operar dentro del área.
- coordinar un plan de Vigilancia de Fronteras (VF) para control del movimiento de personas entre los países del área.
- formar equipos de ejecución de "blancos" para operar fuera del área. (Asesinato del ex canciller de Allende en Washington, Orlando Letelier).

 

El Cóndor en Buenos Aires


En el año 1979 un abogado penalista argentino fue contratado para defender a veinte ciudadanos chilenos acusados de "contrabando de divisas". Iniciada su tarea el abogado pudo enterarse de lo que sigue.

Desde 1976 hasta 1979 funcionó en Buenos Aires una delegación del Banco Nacional de Chile en un local de la Avenida Córdoba, entre Suipacha y Esmeralda. Esa oficina estaba dentro del Area I, Subzona Capital, controlada por la Policía Federal.

Todos los empleados bancarios, de aspecto no bancario, tenían credenciales diplomáticas y la pertinente inmunidad dispuesta por las órdenes de operaciones del Comando en Jefe del Ejército y detalladas especialmente en ese aspecto por las de los Comandantes de Zonas.

En realidad, esa "cueva" era la delegación de la DINA chilena en la Argentina, el "Cóndor" en el Río de la Plata. El "gerente" fue el coronel chileno Orlando Mena, dependiente del general Manuel Contreras Sepúlveda, padre del Cóndor y jefe supremo de la DINA.

El coronel Mena reportaba a la Cancillería de su país vía la agregaduría militar y la correspondencia viajaba en manos de pilotos escogidos de LAN Chile.

En 1979, por razones no conocidas, el grupo "bancario" fue sorpresivamente detenido y procesado por "contrabando de divisas".

Poco tiempo después la carátula original se cambió por la de "espionaje" y, además de los chilenos, se detuvo a un joven argentino, hijo de un coronel de nuestro ejército, acusado de vender información robada a su padre, a los chilenos encarcelados.

El escándalo finalizó en 1981, durante la presidencia de Roberto E. Viola, con un indulto a los extranjeros. El joven argentino cumplió diez años de cárcel.

Por su parte, Augusto Pinochet indultó a unos militares argentinos detenidos en Chile cuando pasaban una licencia y se los acusó de espionaje. Los detenidos de ambos países fueron liberados en las respectivas nunciaturas y pese a que en la Argentina el episodio de la liberación de los chilenos tuvo presencia periodística, los titulares se ocuparon de las andanzas de la envenenadora "Yiya" Murano, detenida ese día.

Con el Uruguay el "Cóndor" tuvo su base de operaciones en el campo de concentración "Automotores Orletti", un edificio, ex carpintería, ubicado en la calle Venancio Flores 3519, de la Capital Federal. Este lugar fue alquilado por la SIDE y funcionó como CCD durante 1976. Trabajaron allí militares uruguayos, argentinos y civiles, bajo la autoridad del general Otto Paladino, jefe de la SIDE, y del falso coronel Aníbal Gordon. Pero de ese antro, centro de torturas y asesinatos, desaparecieron también argentinos y paraguayos.

Las nacionalidades de las personas desaparecidas que figuran en los listados de este trabajo dan cuenta de la eficacia siniestra de la coordinación represiva del "Cóndor".
Más al norte del Cóndor militares argentinos prestaron sus servicios oficiales en Bolivia, Honduras, Nicaragua y El Salvador. En todos los casos trabajaron como desestabilizadores de gobiernos legales o como parte de represiones brutales de gobiernos totalitarios. Tan lejos llegaron los militares argentinos en su fervor por servir a la "estrategia de defensa continental" estadounidense, que el "Informe Rattenbach" -en su acápite 96- como parte de la declaración del almirante Jorge Isaac Anaya, expresa:

"La participación de asesores del Ejército Argentino en Centroamérica y nuestra posible influencia en Bolivia, fueron factores que el gobierno apreció erróneamente, ya que supuso que tales acciones tendrían tal importancia para los EE.UU., que su gobierno estaría comprometido a mantenerse equidistante en caso de conflicto con Gran Bretaña".


A fines de 1981, pocos meses antes del desembarco en Malvinas, un ex teniente coronel somocista, egresado en 1961 del Colegio Militar argentino, se dedicaba a reclutar militares para unirse a los "contras". Trabajaba en el Estado Mayor del Ejército.