Matar para robar, luchar para vivir

por Carlos del Frade

 

II Parte - Desaparecedores, Resistentes e Impunidades
Capítulo 9 - El Villazo, la toma de PASA...
 

   

El 16 de marzo de 1974, doce mil personas celebraron en la plaza San Martín de Villa Constitución una victoria gremial, social y política.
Después de más de una semana de fábricas tomadas -Acindar, Metcon y Marathon-, rehenes y amenazas, la Lista Marrón consiguió la posibilidad de contar con una obra social, el respeto de los delegados elegidos en las fábricas y las elecciones libres para noviembre de 1974.
Del otro lado estaba, nada menos, José Alfredo Martínez de Hoz, por entonces presidente de Acindar.
Un año después, el albergue de solteros de la empresa se convirtió en el primer centro clandestino de detención de personas en el país.


La UOM de Villa Constitución

A partir de 1970, tres grupos sindicales comenzaron a surgir en las empresas siderometalúrgicas de Villa Constitución, a la sombra de la intervención dispuesta por la UOM nacional, a través de la figura de Trejo.
Estos fueron: el Grupo de Obreros Combativos del Acero, el Movimiento de Recuperación Sindical y la denominada lista "7 de setiembre". Los dos primeros funcionaban en la clandestinidad y semiclandestinidad. La unión de las tres corrientes determinó el origen de la llamada Lista Marrón.
Hacia 1973, las elecciones de delegados determinaron el triunfo de los sectores combativos y el rechazo a los ungidos por la burocracia sindical.
Trejo se fue de Villa Constitución en febrero de 1974, pero, sin embargo, las comisiones internas electas no fueron reconocidas por las patronales. En Marathon -empresa dependiente de Acindar- se llegó a despedir a los delegados electos simplemente porque no eran los señalados por la UOM nacional.
Llegaron, entonces, dos nuevos interventores, Fernández y Oddone.


El recuerdo de Angel Porcu

"El 7 de marzo a la mañana, los interventores, un delegado y un personaje tenebroso, Ranure, que trabajaba en Acindar y era agente de la Triple A, entraron a la fábrica proclamando sección por sección que eran los normalizadores, que eran peronistas, que en las próximas semanas habría elección de delegados, y advirtiendo que entre los delegados y la comisión interna había comunistas y que era deber de todo peronista votar peronista", recordó Angel Porcu, miembro de la comisión interna de Acindar desde 1972 hasta su detención el 20 de marzo de 1975.
A partir de ese momento comenzó la toma de fábricas decidida por una asamblea general.
"Los portones fueron inmediatamente cerrados y controlados por piquetes obreros. Al personal jerárquico no se le permitió abandonar la fábrica y se lo mantuvo encerrado en las oficinas de Relaciones Industriales. Las calles fueron obstaculizadas para que no circularan vehículos. Más tarde se formaron nuevos piquetes para que se turnaran y rondaran por todos los portones. Cuando apareció el riesgo de la intervención policial se utilizaron vagones del ferrocarril a los que se cruzó en las calles donde había cruces de vías. También se construyeron, con las bandejas de madera, barricadas con tanques de gas oil, preparado todo para empapar las bandejas y prenderles fuego", relató Porcu desde el interior de la cárcel de Sierra Chica, entre 1975 y 1976.
El 8 de marzo adhirieron a la huelga metalúrgica el gremio textil, los docentes y hasta el Centro de Comerciantes de Villa Constitución.
Surgió también una comisión de mujeres en apoyo a los trabajadores en lucha.
En forma paralela, los "fachos" comenzaron a intimidar a la población y a las familias de los obreros.
"En los barrios de Villa Constitución los chicos en lugar de jugar a los cowboys jugaban a los fachos,", recordó Victorio Paulón, hoy secretario adjunto de la UOM e integrante de la Mesa Nacional de la Central de Trabajadores Argentinos.
El sábado 16 de marzo llegó el triunfo.
De la mano de dos representantes del Ministerio de Trabajo de la Nación, "reconocieron a los once delegados sancionados y a la nueva comisión interna de Marathon; se reemplazó a Fernández y Oddone por nuevos normalizadores; y se decidió llamar a elecciones democráticas y entregar la seccional a la nueva comisión directiva en un plazo de 120 días".
El acta fue leída en la plaza San Martín ante 12 mil personas.
Fue una fiesta popular.
Había nacido, para la historia social argentina, el Villazo.


La toma de PASA

Tres años después de la asamblea obrero popular de San Lorenzo y de que Agustín Lannuse llamara la región como "el cinturón rojo del Paraná", se produjo la toma por 28 días de Petroquímica Argentina Sociedad Anónima.
Un concesionario del comedor de la fábrica agredió a uno de los trabajadores del lugar. La respuesta fue una asamblea. Se le exigió a la patronal que luego de tres horas caducara el contrato del concesionario. La empresa rechazó el pedido. Se decidió entonces la toma de la fábrica. Era el 26 de julio de 1974.
"Esta decisión transformará la relación con los técnicos e ingenieros de la planta, ya que la producción estará organizada y dirigida por los obreros, caducando el poder patronal en cuanto director del proceso de producción. Los trabajos de riesgo o insalubres se realizaban tomando las precauciones y normas aconsejables, disminuyendo considerablemente los accidentes de trabajo. Se trató de evitar la contaminación ambiental y la eliminación de desechos al río. Este control obrero se organizó a partir de comités, los cuales adoptarían todas aquellas medidas necesarias para llevar adelante el conflicto. Algunos de ellos fueron el comité de lucha, el de prensa y propaganda, de vigilancia, de abastecimiento y servicio del comedor, y el de producción", escribieron los historiadores rosarinos Leónidas Cerruti y Mariano Resels.
El SOEPU exigía la "expulsión inmediata del concesionario del comedor; que PASA se haga cargo de la dirección y administración del mismo; que tome en relación de dependencia a los 18 compañeros que en él se desempeñan; extensión del beneficio de la comida a los compañeros administrativos de Rosario; continuar el proceso productivo con control obrero; declararse en estado de asamblea permanente; sugerir al gobierno nacional que se interese en la nacionalización de esta importante fuente de trabajo".
También se pedía la reducción de las horas de trabajo a seis por turno, al mismo tiempo que comenzaba a mejorarse la producción durante la toma de la fábrica. Incluso se reparó uno de los hornos de estireno y se apagó "una pileta utilizada para la quema de desechos que provocaba emanaciones tóxicas y otros inconvenientes para la población de la zona".


En esos últimos días de 1974, hacer una pintada era todo un riesgo en Santa Fe

Las primeras patotas que conformaron la Triple A en la ciudad capital tenían su base en sindicatos como SMATA, Viales y el de municipales. También venían pesados de Reconquista y Santo Tomé. Uno de los símbolos del peronismo de derecha fue Afrio Penisi, titular de la básica "26 de julio".
También llegó a hacerse tristemente célebre un matón apodado "El Carnicero" que luego, con los años, llegaría a estar muy cercano a Jorge Rafael Videla, el primer presidente de la Junta Militar del llamado Proceso de Reorganización Nacional.
Sin embargo, durante los años de Sylvestre Begnis como gobernador, todavía durante la democracia, existió una muy buena relación con los militantes de la Juventud Peronista. Cuando Beatriz se casó con Luis, los dos eran menores de edad. Hacia agosto de 1975 llegaron los despidos de delegados en la empresa FACRO, de la ciudad de Esperanza, donde fueron a vivir.
Los tirotearon y les hicieron llegar amenazas en papeles en los que pegaban letras de distintos diarios para informarles que estaban marcados. A pesar de esas apretadas, Beatriz y Luis se sentían muy queridos en los barrios humildes de Esperanza. Se sentían protegidos.
Cuando se terminaba 1975, Luis fue detenido en la Jefatura de Policía de Santa Fe. También estaba preso su hermano. Beatriz, embarazada, regresó a la ciudad. Todavía no había hecho una evaluación profunda sobre los riesgos que se avecinaban.

En 1975 Stella fue capturada.
Manuela estaba con ella. Por aquellos días, Stella y Norberto estaban levantando la casa por razones de seguridad. Lucila y Patricia vivían con los abuelos en Santa Fe.
"Mi mamá está con todos los compañeros saltando el tapial cuando se acuerda de Manuela y vuelve a buscarla. Ella dice que venía Manuela caminando, en camiseta y bombachita, y los milicos entrando y matan delante de ellas a uno de los compañeros. Manuela dice que todo el tiempo escuchaban que en la pieza de al lado estaban torturando a otro, que lo golpearon hasta matar. Al día siguiente vienen a buscarla a Manuela. Mi mamá quedó toda arañada porque no se la podían desprender. La llevaron a la Casa Cuna".
La hermana de Stella recibió, entonces, un telegrama anónimo diciendo que la chiquita de apenas cuatro años estaba en la Casa Cuna. Viaja a Buenos Aires a buscar a su hermana y le negaron la detención. Comienza la búsqueda de Manuela. Un militar le dice que si sigue con su insistencia ella terminaría presa. Cuando por tercera vez apareció en la Casa Cuna, la vio. A la semana la rescataron. En la actualidad, Manuela prefiere no hablar de aquellos días.
"...Ustedes saben que la casa donde vivamos nosotros deberá ser una casa muy segura, cosa que nos ha costado bastante conseguir. Y ahora, después de lo que le ha pasado a mamá, es más problemático. Esto no quiere decir que sea imposible, pero me llevará un tiempito conseguirla. Ese tiempo será el que ustedes estarán con los abuelos y los tíos... Por qué está presa mamá y qué significa para nosotros los revolucionarios estar preso, es lo más importante que quiero charlar con ustedes. Ustedes son las hijas de dos revolucionarios, las hijas de dos personas que han puesto su vida al servicio de una causa justa. Esto lo tienen que tratar de comprender y sentirse orgullosas de ello... Desde hace muchos años nuestro país sufre mucho... Unos tienen mucho, otros tienen poco... Cuando mamá y yo éramos chicos no nos dábamos cuenta que eso ocurría. Cuando éramos chicos como ustedes, nadie nos explicó qué era la injusticia. Creíamos que todo era muy lindo, pero cuando crecimos, cuando fuimos más grandes, nos dimos cuenta de todo esto y que además los que más sufrían eran cientos de miles de niños que padecen hambre, frío, que tienen que salir a trabajar en vez de ir a la escuela como ustedes, que están mal alimentados... Los ricos, los patrones, se esconden detrás de la policía y del ejército y no vacilan en encarcelar y matar a cualquier hombre o mujer que los enfrente, que se decida a pelearlos... Mamá está presa porque es una mujer honesta, fuerte y luchadora. Porque por hacer el bien no dudó en perder su bienestar, por buscar la felicidad de los hijos de todos los hombres de nuestro pueblo hoy ha perdido la felicidad de estar junto a sus queridas hijas... Les pido que cuando me escriban me den su opinión sobre sus maestras y sus compañeros. Cuéntenme también qué están estudiando, cómo tienen los cuadernos (me imagino que seguirán tan prolijos como antes). Además mándenme algunos dibujos hechos por ustedes... Hasta que yo pueda conseguir una buena casa para que vivamos juntos, ustedes van a estar ahí con los abuelos y los tíos. Lucila y Patri, tienen que recordar que ellos nos están ayudando, hasta que nosotros podamos reunirnos nuevamente, por eso deben ser respetuosas y no desobedecerles, cariñosas con ellos y ayudar a que la convivencia sea lo mejor posible. Bueno mis queridas, les mando un montón de besos y todo mi amor hacia ustedes...", les escribió Norberto desde algún lugar del país.
Ellas, Lucila y Patricia, cada quince días empezaron a visitar a la mamá en la cárcel de Villa Devoto.
"Yo no quería ir nunca. Me acuerdo de las colas, horas de colas frente a ese paredón tan grande. Un viejo de mierda te verdugueaba. Después las piezas, cruzar ese patio, un pasillo grande con bancos de madera, una escalera y la requisa de todo lo que llevabas. Te hacían desnudar, te tocaban. Yo tenía ocho años... Una vez fuimos para una Navidad. Nos dejaron entrar, fuimos a la celda. Me acuerdo que comimos con ella", contó Lucila.
En julio de 1975, Norberto las va a buscar a Santa Fe. Hacía meses que no lo veían. Les preguntó si querían quedarse con los abuelos o irse con él. Para las tres pibas fue la única posibilidad de haberlo conocido, de haber vivido con él. La familia no se lo perdonó. Se fueron con lo puesto. Ni tiempo para buscar algo de los abuelos. Ahora la nueva casa estaba en Flores, en la Capital Federal.
Por aquellos días, Norberto ya tenía otra compañera, Alejandra. También allí vivía otra compañera, sola y con dos hijos. En la pieza dormían los cinco chicos. En mayo de 1976 festejaron el cumpleaños de Patricia. Después la organización decidió un nuevo traslado, esta vez a Córdoba.
"Nos vamos un tiempito a la montaña, a La Falda. Me acuerdo cuando llegó la noticia de la muerte de Santucho. La imagen de mi papá llorando y diciendo que todo se había terminado. Es terrible cuando una criatura ve llorando a su papá".
Otra mudanza a una casa alejada del centro cordobés y el recuerdo de Lucila hace referencia a su padre armando un jardincito, sillas con cajones porque no tenían muebles, hasta que se produjo el secuestro, el último.

Cecilia Nazábal siguió yendo a la facultad a pesar de que Montoneros había pasado a la clandestinidad. Hasta participó de las elecciones universitarias. En esos meses de 1975 había custodios policiales y civiles que respondían claramente al Ejército. Fueron los días en que formó pareja con Fernando Dussex y vivieron en Martín Zapata al 2500.
"En marzo de 1976, estando en la facultad, me dicen que pintaron «Botai y Nazábal los vamos a hacer boleta». Allí me hago cargo de la prensa partidaria y me sacan de la facultad. A pesar de todo, el 10 de abril de 1976 nos casamos por civil y por iglesia porque se entendía que eso quedaba bien para los vecinos. Hasta que el 22 de agosto tenemos que irnos a Rosario. Ahí sí, en la casa de calle Pasco al 7300, la clandestinidad era total", recordó la militante revolucionaria.

 

   

 

Matar para robar, luchar...

   

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